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Mons.

MARCELO SÁNCHEZ SORONDO Contra la ‘globalización de la indiferencia’ Llegó al Vaticano hace 45 años. Argentino, como Francisco I, dice tener ‘una gran relación de amistad’ con él. Actualmente, es Canciller de la Academia de las Ciencias y de la Academia de las Ciencias Sociales desde donde han puesto todos sus esfuerzos para luchar contra la llamada ‘globalización de la indiferencia’ que existe en temas como el cambio climático, la trata de seres humanos, el trabajo forzado, la prostitución y el tráfico de órganos. Por ARANTZA DE CASTRO Fotografía LUIS MALIBRÁN

La mejor definición que podríamos hacer de Marcelo Sánchez Sorondo es la de ser ‘la mano derecha del Papa’. Su compromiso con la globalización de la indiferencia y la protección de los más desfavorecidos ha caído en la sociedad como una lluvia fina necesaria para aliviar un poco el sufrimiento de un mundo cada vez más injusto y desigual. Francisco y él, además de argentinos, son grandes amigos desde hace años y esta complicidad quizás sea la culpable de los avances que todos sentimos ha hecho esta Institución legendaria. Conocí a Monseñor antes del comienzo de una mesa redonda en la que participaba. Tuvo lugar justo un año después de la histórica encíclica del Papa Francisco ‘Laudato sí. Sobre el cuidado de la casa común’. En ella, Francisco I defiende la naturaleza, la vida animal y las reformas energéticas. Critica, además, el consumismo y el desarrollo irresponsable, mostrándose a favor de una acción mundial rápida que combata la degradación ambiental y el cambio climático. Tuve que dividir la entrevista en dos partes. Una, antes de su exposición y otra, después. Tenía muchas dudas y otras tantas preguntas que hacerle y él fue muy amable contestándome a todas. Incluso nos quedamos con ganas de más y me ofreció que le escribiera. Este es un resumen. 56

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Más de 45 años en el Vaticano le han permitido conocer a un buen número de Pontífices, ¿qué diferencias ha encontrado entre ellos? Digamos que he pasado de sorpresa en sorpresa. Cuando llegué en el año 71 estaba Pablo VI que era un Papa encantador. Sobre todo en esa época que era cada vez más maduro como Papa y con mensajes realmente extraordinarios. El hombre –Pablo VI- tenía en la mente algo especial y, bueno, con gran tristeza se murió. Eligieron entonces a Juan Pablo I, algo que fue otra sorpresa y más aun lo fue que se muriera tan rápido. Hubo sospechas hasta de que fue asesinado, aunque él estaba mal del corazón. Cuando le fuimos a ver, ya muerto, su cuerpo estaba negro y esto empujó a algunos de los que allí estaban a entender que podía haber sido envenenado. Sí, fue Papa solo durante 33 días. Fue horrible y nunca se pudo probar porque tampoco se

le hizo la autopsia. Y entonces llegó Juan Pablo II, que también fue otra gran sorpresa. ¡Un Papa polaco! Ni siquiera se entendía el nombre: Wojtyła (ríe), difícil de pronunciar para nosotros. Él me encardinó porque no se puede trabajar en una diócesis si no eres Cardenal y mi rector tenía muy buena relación con Wojtyła. Fue muy gentil porque en realidad fue un favor que me hicieron. (Reflexiona) Le extrañamos mucho, la verdad. ¿Y cómo fue esa relación con Juan Pablo II? Cuando ya era decano de la Facultad de Filosofía le dije: ‘Hay que hacer algo con la Filosofía, usted que es un Papa tan filósofo’ (ríe). Le causó simpatía la pregunta y me contestó: ‘Bueno, tienes que venir a verme’. En otra ocasión él me vio de vuelta y me dijo: ‘¿por qué no has venido? ¡Tenemos que hablar de filosofía!’ y fui a verle. Durante un año entero me invitaba todas las semanas para hablar.

Entonces, se fue un amigo. Era un hombre extraordinario. Él era un filósofo y yo era profesor de Filosofía. En esa época yo ya había sido profesor ordinario de la Universidad italiana, del Estado, y me presenté a concurso en el 98 para tener una Cátedra. Gané el concurso justo después de que viera la luz el documento, la encíclica, ‘Fe y razón’. La encíclica había ido muy bien y él me quiso premiar con algo, tener un gesto conmigo. Y me ofreció ser lo que soy ahora: Canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales. No pude decir que no. Claro… (río) Al principio me daba un poco de no sé qué… No podía decirle que no al Papa y a la vez me molestaba un poco porque me gustaba mi Cátedra de Profesor y no quería dejarlo. Difícil renunciar a una vocación. Claro, era totalmente vocacional. Aunque enseguida me di cuenta de que la Academia era una maravilla porque, imagínate, allí había 35 Premios Nobel. Cuánta gente de la que aprender. Realmente reconozco que fue un regalo. Trabajamos mucho juntos y me dijo al principio: ‘quiero que vos me digas algo que yo pueda hacer por la Academia porque yo le debo mucho a ella de mis primeros años de Papa’. Entonces empecé a estudiar un poco su historia y me di cuenta de que había alguna práctica interesante que había abandonado Juan XXIII. Le dije: ‘¿por qué no nombra a algún cardenal intelectual?’ Porque aunque los cardenales no tienen un currículum científico, algunos de ellos entienden de los problemas humanos. Me dijo: ‘sí, que buena idea, ¿por qué no se ha hecho? Así tampoco podemos seguir.’ Y fue en ese momento cuando me dijo que había dos cardenales: Uno, Ratzinger y el otro, Martini que era Jesuita. Al año siguiente los nombró e hicieron un gran servicio a la Academia. Eran dos hombres extraordinarios. Cuando murió el Papa, nombraron a Ratzinger Papa, imagínate. Un alemán… Curioso, ¿no? Sí, nos pareció curiosísimo. Para nosotros no era gran cosa porque era miembro de la Academia y amigo nuestro pero realmente es muy curioso desde el punto de vista de la Historia. En Italia a los alemanes no los quieren, ya sabes, por la guerra y todo lo que pasó con los italianos en esa época. A Ratzinger tampoco lo querían porque fue prefecto del Santo Oficio (antigua Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición, actualmente Congregación para la Doctrina de la Fe), aunque después él vino y fue muy bueno con nosotros. Y para asombro de todos, renuncia Esa fue la gran sorpresa (ríe). Otra más. Hacía 300 años que no pasaba en la Iglesia, fue increíble. Nos pilló a todos desprevenidos y, al poco tiempo, la elec-

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ción de un Papa argentino... (ríe). Además, yo le conocía... Y, ¿cómo es su relación con Francisco I? Realmente, la relación que tengo con él es la relación que tengo con cualquier amigo. Siempre lo quise mucho. Yo creo que le debo a él ser obispo porque, en ese momento, yo era Canciller y fue él quien le dijo al secretario del Papa: ‘este es un hombre que a mí me gusta, si ustedes no le dan un puesto importante, yo me lo llevo’ (ríe a carcajadas). Yo siempre lo estimé porque ya era un hombre extraordinario en Buenos Aires. Su mensaje va en ‘la otra dirección’, porque las cosas se pueden hacer de forma diferente. Así es. Se ha posicionado respecto al Cambio Climático, a los refugiados y a las nuevas formas de esclavitud. De eso quería hablar: los desplazados, los 130 millones de refugiados debido a la guerra, el cambio climático, el terrorismo, del papel de la Iglesia en la sociedad de hoy. Creo que todo esto es mérito de él (Francisco I) aunque, respecto al Cambio Climático, es verdad que Benedicto XVI, al estar en la Academia de las Ciencias, habló también de estos temas y fue considerado el ‘Papa verde’ pero no habló de una forma tan central como ha hecho Francisco. En cuanto a los refugiados, la Iglesia tiene un Consejo para las migraciones, así que algo siempre se hacía pero no de esta forma. Además, no había tantos como hay ahora porque la gran crisis ha venido después. De modo que, apenas lo hacen Papa (Francisco I), en la misma semana nosotros tuvimos una reunión de la Academia de las Ciencias Sociales y yo le pedí que si nos podía recibir. Nos recibió pero nos dijo: ‘no quiero hacer conferencias, solo una fotografía y un saludo’. Y así fue. Pero el hombre, como es tan simpático, empezó a saludar a cada uno y ya los otros miembros se quedaron locos de contentos. De hecho, le mandaron una carta diciéndole que se lo querían agradecer y que se ponían a su disposición para los temas que él quisiera que estudiáramos en la Academia. Aunque bueno, eso lo hicimos con todos los Papas. A la semana aparece en el mismo sobre que le habíamos mandado la carta: ‘Marcelo: quiero que te ocupes de estudiar el problema de las nuevas formas de esclavitud, el tráfico humano y, si cabe también, el tráfico de órganos y la prostitución’. Naturalmente, yo les muestro ese sobre al resto de miembros. Y nos pusimos a estudiar. Sin embargo, la presidenta del Consejo de la Academia, una persona muy buena que es profesora de Harvard, dijo que no conocíamos el tema porque de eso se ocupan los Estados. Pero aún así, lo estudiaron. Los otros miembros

de la Academia tuvieron claro que era un tema que había que seguir porque nos lo había dicho el Papa. En noviembre de 2014 tuvimos un gran encuentro, el primero que hicimos en el Vaticano sobre este tema, al que asistieron muchísimos representantes. La presidenta no quiso venir así que le pedimos al ya retirado Cardenal Echegaray, uno de los mejores que tuvo el Papa Juan Pablo II, que viniera. Fue un éxito enorme y de ahí sacamos las primeras conclusiones. Fue un cambio radical porque la Academia no se ocupaba de estos temas, se ocupaba de mil cosas teóricas, para sugerir. Pero aquí ya tomaban parte. Claro, de forma activa; de organización. Y esto es una cosa del Papa Francisco porque, como he dicho, antes no había documentos sobre las nuevas formas de esclavitud. Eso es una cosa de él que, durante sus 16 años de obispo, se ocupó de conocer el caso de las víctimas de la prostitución, del trabajo forzado,… El presidente de la Academia de las Ciencias es un protestante, ¿no? Sí, así es, es un Premio Nobel. Ellos nos ayudan mucho también. La nuestra es más una línea social pero la suya, la de las Ciencias, es más importante. Realmente, el Papa cambió la estrategia, la forma de actuar, sin olvidarnos de la parte teórica. Se le ha dado un empuje más práctico.

‘A RATZINGER NO LE QUERÍAN EN ITALIA POR SER ALEMÁN Y POR HABER SIDO PREFECTO DEL SANTO OFICIO’

Hemos estado hablando que uno de los problemas a los que nos enfrentamos es el Cambio Climático. En el Vaticano el mérito del empuje de ese tema es de la Academia de las Ciencias. Tenemos un equipo de 3 académicos -un holandés, un indiano y un mexicano- que proponen este tema. Me acuerdo que ese año, y por casualidad, vino la que era Ministra de Defensa de Chile y quedó encantada cuando asistió a esa discusión. Los miembros de Ciencias de la Tierra discutían con un físico, Carlo Rubbia, que decía que esas cosas no se pueden probar y que a las ciencias no les convenía decir cosas que no estaban probadas. El presidente de la Academia de entonces le dijo a Rubbia: ‘Carlo, nosotros te creemos cuando vos nos explicas las partículas atómicas pero escucha a los especialistas, lo que ellos dicen’. Al final le convencieron. Este grupo de la Academia impuso la idea, con argumentos, de que

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la actividad humana que usa el material fósil (carbón y petróleo) es la que produce el cambio climático hasta tal punto que el premio Nobel de Química, y miembro de la Academia, Paul J. Crutzen acuña la palabra de ‘Clima Antrópico’ para decir, por primera vez, que el clima está determinado por esta acción humana. El gran mérito del tema central de la histórica encíclica sobre clima y medio ambiente viene de la Academia y del Papa. Después las Naciones Unidas nos ayudan, porque fue la ONU la que nos siguió a nosotros. Y a los que llaman ‘la comunidad científica’ era la Academia de las Ciencias. ¿Cree usted que somos conscientes del problema al que nos enfrentamos? No, no suficientemente. Ahora está entrando y es un poco como pasó con el alcoholismo y con el tabaco. Costó hacer ver a la gente que el tabaco hacía mal y ahora se les ha obligado a poner a los productores del tabaco que esto mata. Lo mismo pasa con el cambio climático. Hay que tomar conciencia de la gravedad del problema y, en ese sentido , hay que hacer caso a la comunidad científica seria, no a aquellos científicos que están pagados por los lobby. La opinión pública es la que tiene que apoyar porque los políticos no son gente seria.

‘IMPUSIMOS LA IDEA DE QUE LA ACTIVIDAD HUMANA, QUE USA EL MATERIAL FÓSIL, ES LA QUE PRODUCE EL CAMBIO CLIMÁTICO’

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Tampoco en los colegios católicos. Tampoco. Los jesuitas empiezan ahora a tener algo pero realmente es poco respecto a la gravedad del problema. Es como si alguien tiene un cáncer y le dan una aspirina, se necesita algo más. Respecto a otro de los problemas de los que hemos hablado, el pasado 3 y 4 de junio celebraron en el Vaticano una Cumbre de jueces y magistrados contra la trata de seres humanos y el crimen organizado. Nosotros queremos crear un movimiento en toda la sociedad porque entendemos que si no hay un movimiento así, es muy difícil que la opinión publica entienda la gravedad de esta emergencia. Primero nos reunimos con los líderes religiosos, quienes firmaron una declaración en la que se decía que las formas extremas de la globalización de la indiferencia -los trabajos forzados, la prostitución, la venta de órganos, etc.- son crímenes contra la Humanidad. Ahora en todas las religiones están haciendo algo parecido a lo nuestro. He estado recientemente en Irán, donde han hecho un encuentro sobre religión, solidaridad y naturaleza. También en Delhi donde se han dado cuenta que tenemos que actuar juntos para defender la dignidad humana.

Pude leer en un artículo que usted dijo que la solución para el calentamiento global estaba en la ética, ¿se esconde la ética tras los problemas que existen en el mundo? Es un tema fundamentalmente de valores, de ética, porque si yo no creo que un ser humano es un ser humano con todas las letras y que le debo justicia, cada uno a lo suyo. Si no entiendo que debo considerar al otro como me considero a mí mismo… Son todo temas éticos que si no los entiendo para el ser humano tampoco los entiendo para la naturaleza. Si el único criterio que tengo yo es ganar dinero, no me hace feliz y no hago feliz al resto. Hay que preguntarse: ¿para qué es para

Eso quería preguntar. Es difícil, ¿no? Con las presiones de los gobiernos y de las instituciones privadas. En este caso es una institución pública, la más antigua: el hombre que juzga y sin la cual no hay paz y no hay justicia. Entendemos que es una cosa muy importante la unión de los jueces para que se den cuenta del mandato que han recibido, en definitiva, de la sociedad.

Anteriormente dijo que gracias a la Academia, la Iglesia se había concienciado sobre este tema, ¿han tardado en posicionarse? Los Papas han sido los primeros en ahondar en esta temática. La otra parte jerárquica de la Iglesia ha sido la que no ha tenido la posibilidad de escuchar a los académicos y a los científicos, algo que sí ha podido escuchar la Santa Sede. En las uni-

Han sido criticados en Argentina por esta cumbre. Sí, en Argentina porque está todo muy politizado. Tenemos el apoyo del gobierno americano, de los ingleses,... Los únicos, los argentinos que tienen una objeción especial con el Papa porque hay una persona en el Gobierno, Elisa Carrió, que ha criticado al Papa porque en la Argentina son provincianos y se creen que nosotros hacemos las cosas por ellos y esto es un problema

lo que yo vivo?

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versidades católicas no se estudia sobre medio ambiente y, entonces, un economista que está en esta universidad no sabe que tiene que respetar la naturaleza.

Por otro lado, hemos tenido un encuentro con alcaldes e intendentes e hicieron una declaración parecida, diciendo que se comprometían en hacer todo lo posible para erradicar el problema del clima y también del tráfico humano. En junio lo hicimos con los jueces porque son ellos los que tienen que aplicar la ley y condenar a los culpables y defender a las víctimas. Queremos que los jueces se empoderen –una palabra muy fea- para que sean independientes de las mafias y de las presiones de los gobiernos.

global, de todo el mundo. Se ha referido varias veces a la que han llamado ‘globalización de la indiferencia’, ¿a qué se refiere con ese término? Es una expresión del Papa Francisco I. En la globalización hay un tema muy bueno que es la comunicación. La gente se comunica más gracias a los avances tecnológicos e Internet pero también hay una cosa muy mala y es que, cuando todo eso se mueve por el dinero, el provecho y el beneficio económico acaban subordinando a la persona. En algunas ocasiones el problema menor es que la persona no se la considere como tal, sino como medio siempre para conseguir dinero. Entonces en una empresa que no tiene otra consideración que la de sacar trabajo, cuando no tiene trabajo echa a la persona. Esto entra en temas que no están bien pero no son gravísimos. El gran problema viene cuando esto se va extremando y empiezan las formas extremas de la globalización de la indiferencia: el trabajo forzado. Utilizas a un niño las 24 horas del día sin darle de comer, por ejemplo. O en oficios como la pesca en la que antiguamente tenían aprendices, ahora cogen a un niño para trabajar directamente. A esto lo llamamos trabajo deshumano o forzado. La otra es la prostitución que no tiene nada de humano porque los métodos que usan traiciona lo más íntimo que tiene la persona que es la capacidad del amor. También está la técnica de los traficantes que consiguen a muchachitos jóvenes y brillantes que prometen a las chicas un futuro, que las van a casar, y las meten en la prostitución. Esta es la técnica más terrible. Las venden a otras personas como si fueran algo material. Esto es el colmo y algo diabólico. Luego está el caso de los chicos a los que les dicen que tienen apendicitis y les operan para quitarles un órgano y venderlo. Es terrible y lo peor es que estas técnicas crecen porque la sociedad no se defiende, no hay leyes internacionales claras. Entonces, ¿no tenemos las herramientas para luchar contra esta globalización de la indiferencia? Las hay pero no están aplicadas correctamente. Está, por ejemplo, el Tratado de Palermo pero nosotros queremos en primer lugar que los jueces apliquen lo que hay, algo que no hacen. Entonces, ¿para qué sirven estas leyes? Claro, para qué sirven si no las aplican. Se trata de aplicar las leyes y, además, hacer otras de acuerdo a la experiencia de los mismos jueces en estos casos. Nosotros queremos que estas formas de esclavitud sean consideradas como crímenes contra la Humanidad. Algunas están reconocidas, en parte, pero no de forma global. Sería importantísimo porque las únicas leyes que no tienen proscripción de tiempo son las que son de crímenes contra la Humanidad. Queremos que se avance

también en la conciencia y en el reconocimiento, no solo moral sino también legal. Y como medio de comunicación, ¿cómo deberíamos actuar? Los medios de comunicación deberían mostrar a la gente sin temor. Una experiencia que tenemos nosotros desgraciadamente es que, cuando hacemos temas que son delicados, no gustan porque, claro, a nadie le gusta decir que en su país hay prostitutas. Son temas que la gente sabe que existen pero tratan de no mirar o tratan de decir: ‘desde que el hombre es hombre existieron y no se pueden cambiar’. Y no es así, se puede cambiar., nosotros tenemos la experiencia. Conocemos a chicas que han abandonado la prostitución y tienen una proyección excelente. Son políticas, abogadas, médicas...

Y para terminar, como nuestra revista, ¿con qué sueña Monseñor Sánchez Sorondo? Yo sueño con que mi generación o la siguiente acabe definitivamente con el trabajo esclavo y con las nuevas formas de esclavitud. Como te decía, y lo ha dicho el Papa alguna vez también, hoy no existe la posibilidad de tener esclavos por la ley no lo permite pero existe una esclavitud real, mayor y peor de la que había en la época de la esclavitud griega. En ese momento, los esclavos eran parte de la familia y, bueno, a veces se les consideraba bien. Pero ahora, estas nuevas formas de esclavitud no tienen nada de humano, ni ningún tipo de consideración. Están hechas en el anonimato más terrible y se considera a las personas como algo material, como el que cuenta elementos.• ANOCHE TUVE UN SUEÑO

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