Manejo de pasturas tropicales L. ‘t Mannetje*
Introducción El manejo requerido para la óptima producción sostenible de pasturas depende del tipo de ésta y del sistema de producción animal. Una pastura es un tipo de vegetación con menos del 40% de su superficie cubierta con árboles. Estas se pueden dividir en pasturas solas (sin árboles) y pasturas con elementos leñoso (sabanas).
Las pasturas naturales se encuentran en áreas
donde el bosque no puede crecer debido a la presencia de un clima seco y frío o a condiciones desfavorables en el suelo. En climas húmedos, estas pasturas se encuentran solamente en áreas frecuentemente inundadas y pueden ser establecidas por el hombre después de la tala del bosque y un período de cultivo.
Las pasturas nativas o naturalizadas se desarrollan
después de la tala y quema del bosque y el pastoreo subsiguiente. Las pasturas mejoradas son el resultado del establecimiento de especies seleccionadas. El primer objetivo de un manejo sostenible de la finca es un eficiente sistema de producción. La eficiencia se define como la relación de la producción vs. los insumos aplicados en el sistema, y no se refiere a la cantidad ni a la intensidad de la producción. El productor debe considerar el precio del producto determinado por la demanda y el costo de los insumos (interés, mano de obra, semillas y fertilizantes, entre otros).
El productor necesita tomar
decisiones de manejo enfocadas a incrementar las ganancias netas.
Los parámetros
económicos determinan el rendimiento de la producción animal basada en pasturas, el mejoramiento de éstas requiere de inversión para la compra de semillas, fertilizantes, preparación del terreno, mano de obra y siembra. Por otra parte, el productor debe saber que existe el riesgo de fracasar en el establecimiento de las pasturas y de que ocurran caídas en el precio de los productos en el mercado, no obstante, los estudios recientes en Costa Rica han demostrado que el uso de pasturas mejoradas gramíneas-leguminosas son económicamente rentable (Jansen et al.,, 1997).
Opciones de manejo El principio guía para el manejo óptimo de pasturas debe ser el conocimiento de los principales factores que limitan la producción. Se ha demostrado de forma concluyente que las pasturas
L. ‘t Mannetje
nativas en las regiones tropicales no cubren los requerimientos nutricionales de los animales en pastoreo (Davies y Shawn, 1963; Hutton y Henzell, 1976; Lascano, 1991). No obstante, ni aun las mejores pasturas tropicales cubren los requerimientos para obtener una producción animal máxima.
El consumo de nutrientes digestibles es la principal limitante para la
producción y es debida principalmente a las deficiencias en energía disponible, particularmente para la producción de leche (‘t Mannetje, 1982, 1984; Lascano, 1991). Las leguminosas y las hojas verdes de los pastos contienen las concentraciones más altas de nutrientes y energía, y son los componentes que más consumen los animales (Norton, 1982). Por tanto, el objetivo del manejo de pasturas para una producción animal óptima debe ser el de proveer la proporción más alta posible de leguminosas y materia verde en la pastura. Un productor tiene a su disposición varias opciones de manejo para incrementar la producción de sus animales. En el caso de pasturas mejoradas nuevas es necesario definir los aspectos siguientes: •
La especie a utilizar,
•
La utilización de fertilizantes nitrogenados o la implantación de leguminosas,
•
Qué proporción de pastura en la finca debe mejora, y
•
Mejorar el potencial genético de los animales. Para las pasturas nuevas y las existentes, es importante considerar:
•
La utilización de la quema como herramienta de manejo;
•
El tipo de pastoreo o el manejo del corte: Corte vs. pastoreo, método de pastoreo y sistema de uso de la pastura mejorada, y carga animal óptima. El mejoramiento sostenible de la producción de forraje se puede alcanzar mediante el
establecimiento de:
*
•
Pasturas de gramíneas fertilizadas con NPK,
•
Asociaciones gramíneas-leguminosas,
•
Leguminosas sobre pasturas existentes,
•
Leguminosas en monocultivo (bancos de proteína o forraje), y
•
Forrajes para corte.
Department of Agronomy, Agricultural University Wageningen, The Netherlands.
48
Manejo de pasturas tropicales
Las gramíneas en monocultivo persisten y son productivas sólo cuando se establecen en suelos de alta fertilidad o se les aplican fertilizantes y se manejan adecuadamente.
El
nitrógeno (N) es particularmente necesario para el establecimiento de pasturas con capacidad para competir con especies nativas (‘t Mannetje y Shaw, 1972; Henzell et al., 1975). El uso de fertilizantes en pasturas basadas en leguminosas consiste en aplicaciones de fósforo (P), y algunas veces potasio ( K) y elementos menores. La investigación actual en zonas tropicales está enfocada en el desarrollo de leguminosas capaces de persistir y ser productivas en condiciones de suelos de baja fertilidad. El método seleccionado para el mejoramiento de pasturas depende de la intensidad de producción, el clima y la situación económica del productor. Las opciones más productivas, pero también las más costosas, son aquellas que incluyen la aplicación de fertilizantes y la siembra de asociaciones gramínea-leguminosa, por tanto, estas opciones tienen lugar solamente en los sistemas de producción más intensivos como son la producción de leche y la ceba de animales. El establecimiento de leguminosas en pasturas existentes es utilizada para la producción intensiva de carne en áreas más desarrolladas. En climas áridos y semiáridos el mejoramiento de pasturas es usualmente una propuesta no viable. La integración de los recursos de la pastura y el mejoramiento con los sistemas de producción ganadera fueron discutidos por ‘t Mannetje (1997). Los sistema de cultivo y los cultivares de pasto se encuentran fácilmente disponibles y existen especies de leguminosas y cultivos para todos los climas, excepto los más secos, y para todos los suelos a excepción de los más pesados. El manejo que requieren las pasturas para garantizar la producción sostenible se encuentra bien documentado (‘t Mannetje, 1997). Sin embargo, los servicios de extensión, además de las semillas o el material vegetativo, no siempre están disponibles, lo que a menudo dificulta al productor el manejo de las pasturas según los requerimientos. Para garantizar la disponibilidad de semillas o material vegetativo es necesaria una infraestructura que comprenda la producción, el manejo, el almacenamiento y distribución de semillas de forrajeras. En Bolivia existe una empresa líder en la producción y distribución de semillas para especies de pasturas tropicales (Ferguson y Sauma, 1993). Las siembras tempranas de leguminosas a menudo carecen de persistencia bajo pastoreo (‘t Mannetje, 1997), pero cuando son establecidas adecuadamente pueden resistir un inadecuado manejo por un período largo de tiempo. Algunas leguminosas como Stylosantes spp. son tolerantes a pH ácido y bajos niveles de P, mientras que otras como Chamaecrista rotundifolia son capaces de tolerar un pastoreo intenso (Cameron et al, 1989).
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L. ‘t Mannetje
Aplicar fertilizantes vs. establecer leguminosas.
La decisión de utilizar fertilizantes
nitrogenados o establecer leguminosas depende de los sistemas, en aquellos más intensivos se aplican fertilizantes nitrogenados para mejorar pasturas de solo gramíneas, debido a que esto permite asegurar la cantidad correcta de N en el momento oportuno.
Sin embargo, en un
sistema menos intensivo el mejoramiento de pasturas depende de la fijación biológica de N. Las leguminosas en pasturas tropicales son tan efectivas para la fijación de N como lo son en clima templado (Vallis, 1985). La cantidad de N que una leguminosa puede fijar es una función altamente dependiente de su producción de materia seca (MS), independientemente de la especie. Sin embargo, los niveles totales del N fijado biológicamente que son reciclados a la pastura son moderados. Se estima que las leguminosas tropicales fijan entre 30 y 170 kg/ha por año de N. En áreas tropicales y subtropicales el promedio de fijación es 290 kg/ha de N en una leguminosa bien establecida, en el trópico seco de Australia S. hamata fija entre 30 y 80 kg/ha por año (Henzell, 1968; Vallis y Gardener, 1984) y en los Cerrados de Brasil Stylosantes spp. fija entre 67 y 117 kg/ha por año (Cadisch et al., 1993). El manejo de pasturas con el fin de lograr una fijación óptima de N incluye el adecuado suministro de nutrimentos, excepto N, y un pastoreo ligero. El énfasis actual en el desarrollo de nuevos cultivares se concentra en la búsqueda de tolerancia a niveles de baja fertilidad en el suelo, bajo pH, y tolerancia a enfermedades y plagas bajo condiciones de pastoreo. El género Stylosanthes contienes varias especies adaptadas a condiciones subhúmedas que se desarrollan bien a niveles bajos de P, son tolerantes a antracosis y al pastoreo (Cameo et al., 1993). Arachis pintoi es una leguminosa bien adaptada a climas húmedos y es muy tolerante al pastoreo. Mejoramiento de las pasturas en finca El mejoramiento de pasturas tiene un efecto positivo sobre la producción animal.
Existen
evidencias que indican que las pasturas de especies selecciondas producen al menos cuatro veces más carne que pasturas no mejoradas (Lascano y Estrada, 1989; Coates y ‘t Mannetje, 1990; ‘t Manetje y Jones, 1990; ‘t Mannetje, 1997). Lascano y Avila (1991, 1993) encontraron una producción de leche entre 13% y 20 % mayor con el uso de pasturas gramínea-leguminosa que con el uso de pasturas basadas solamente en gramíneas. Suárez et al. (1987) encontraron que vacas suplementadas con Leucaena leucocephala producían 33% más leche durante una lactancia completa que vacas pastando Digitaria decumbens fertilizada con 240 kg/ha de N. Muinga et al. (1992) encontraron igualmente un aumento en la producción de leche al suplementar una dieta de Pennisetum purpureum con L. leucocephala. González et al. (1996) en Costa Rica demostraron los beneficios de A. pintoi sobre la producción de leche. 50
Manejo de pasturas tropicales
La proporción óptima de pasturas mejoradas en una finca depende del sistema de producción y el tamaño de la finca. Para una producción eficiente que maximice la relación producción/inversión, la proporción de pastura mejorada será más grande a medida que se incrementa el nivel de producción. En el caso de explotaciones lecheras, las vacas deben tener acceso a las especies con mejor calidad.
Por tanto, en pequeñas fincas lecheras con
explotaciones intensivas todas las pasturas deben ser mejoradas, mientras que en explotaciones más grandes sólo las vacas en ordeño tendrán acceso a las pasturas mejoradas. Cuando se utilizan bancos de proteína, estos deben ser lo suficientemente grandes para permitir el acceso del hato durante 2 h por día (Suárez et al., 1987). El sistema de producción de carne presenta más opciones que la poducción de leche dependiendo del clima, la situación económica y la distancia del centro de comercialización. Las fincas distantes en regiones áridas y semiáridas tienen pocas posibilidades de alcanzar un mejoramiento de pasturas económicamente factible. Sin embargo, las fincas cercanas a las grandes ciudades pueden tener buenas oportunidades para el mercadeo regular de carne de buena calidad, para lo cual se requiere de forraje de buena calidad. ‘t Mannetje et al. (1976) propusieron algunas opciones para incrementar el retorno neto en la industria cárnica del norte de Australia.
La forma más obvia de lograrlo es
incrementando el tamaño del hato sin aumentar la inversión en la mano de obra. Una forma realística de mejorar la eficiencia consiste en incrementar la capacidad de carga animal y mejorar el desarrollo del hato. Con una mayor capacidad de carga, es posible mantener el mismo tamaño de hato en áreas más pequeñas o un hato más grande en la misma área, teniendo ambas opciones impactos positivos en el ahorro de trabajo por unidad de producción. Tanto la mayor capacidad de carga como el desarrollo del hato se benefician con el mejoramiento de las pasturas, suponiendo que tanto la finca como el manejo del hato se encuentra en sus puntos óptimos. Un buen punto de partida sería tener pasturas mejoradas para engordar ganado inmediatamente después del destete, tal como lo mencionan ‘t Mannetje y Jones (1990). Estos investigadores encontraron que durante 10 años las ganancias de peso vivo animal por hectárea con novillos de 7 meses en pasturas de Cenchrus ciliaris y Macroptillium atropurpureum fueron, en promedio, 4.5 veces más altas que aquellas logradas en pasturas nativas sin mejoramiento.
Addison et al. (1984) encontraron que animales mantenidos
permanentemente en pasturas nativas perdieron 22.5 kg/animal, mientras que los animales que tuvieron acceso a L. leucocephala durante el invierno y la primavera ganaron 1.6 kg/animal.
Animales que recibieron dietas basadas solamente en L. leucocephala en 51
L. ‘t Mannetje
condiciones de sequía y una carga animal de 0.4 animales/ha ganaron 0.9 kg/animal por día (Clem et al., 1993), mientras que en condiciones de riego y una carga animal de 7.5 animales/ha ganaron 0.75 kg/animal a través del año (Pratchett y Petty, 1993). Quirk et al. (1990) compararon pasturas nativas sin L. leucocephala vs. pasturas con 25% del área sembrada con esta leguminosa en surcos y utilizada durante la época de invierno, y pastoreo continuo de 100% L. leucocephala . Las ganancias de peso vivo anuales fueron de 90, 127 y 205 kg/animal para las pasturas sin leguminosa y 25% y 100% de L. Leucocephala, respectivamente. El área del banco de proteína en una finca depende del método de pastoreo, la ganancia de peso vivo animal, el objetivo y el número de animales disponibles para ceba. Sin embargo, es claro que mientras más grande sea la proporción de forraje mejorado producido, más grande será el incremento en la producción animal. Las vacas en producción también se benefician del mejoramiento de las pasturas. En el sureste de Queensland, Australia, vacas en pasturas mejoradas gramíneas-leguminosas con una carga de 0.68 animales/ha ganaron entre 25% y 30% más peso vivo que aquellas mantenidas en pasturas nativas sin mejorar y una carga de 0.17 animales/ha, mientras que las tasas de concepción respectivas variaron entre 94% y 97% y entre 85% y 88% (Coates y ’t Mannetje, 1990). En conclusión, mientras más grande sea la proporción de pasturas mejoradas en una finca, mayor será la producción, y si además es eficiente, más grande será el retorno neto (Hollman et al., 1992; Jansen et al., 1997). Mejoramiento el potencial genético de los animales Lascano y Avila (1993) encontraron que vacas con bajo potencial genético (encastadas con Cebú) mostraron más bajos incrementos en la producción de leche (10% a 13 %) que vacas Holstein con mediano potencial genético (17% a 19 %) cuando pastaban en B. dictyoneura con Centrosema acutifolium y C. macrocarpoum. Esto demuestra que el potencial genético de las vacas debe ser sensible a una mejor alimentación.
Por el otro lado, no existe razón para
mejorar el potencial genético de las vacas cuando la calidad de la alimentación no es adecuada para que manifiesten dicho potencial. La quema como herramienta de manejo de pasturas La quema es un fenómeno frecuente en muchos ecosistema de pasturas. El fuego controlado es también utilizado como una herramienta de manejo en las sabanas húmedas y subhúmedas 52
Manejo de pasturas tropicales
para reducir el rebrote de especies leñosas, y en pasturas nativas para remover el material muerto y promover rebrotes tiernos y nutritivos (Tothill, 1971; Pressland, 1982; Alvarez y Lascano, 1987). La quema al final de la época seca tiene pocos efectos negativos en pasturas nativas, ya que éstas son generalmente una vegetación subclimax consistente en especies tolerantes al fuego. Orr et al. (1991) encontraron que el descanso del pastoreo y el uso del fuego incrementaron la proporción de Heteropogon contortus de 20% a 70 % y redujeron la proporción de la maleza Aristida spp. de un 70% a un 16 %.
Isichei y Sanford (1980) en
Nigeria encontraron que las pérdidas de N debidas a la quema del ecosistema de pasturas fue sólo de 12 a 16 kg/ha por año.
Singh (1991) menciona un incremento en la mineralización y
disponibilidad del N en pasturas quemadas comparadas con pasturas no quemadas. Misra et al. (1989) encontraron concentraciones totales de N más altas en los suelos y partes vegetales donde las pasturas habían sido quemadas. Winter (1989) en el norte de Australia encontró que la quema rotacional de pasturas nativas mejoró la calidad del forraje y la tasa de crecimiento de novillos.
No obstante, la quema repetida al fin de la época de lluvia para
promover un rebrote tardío de las plantas puede ser perjudicial para las plantas ya que destruye el N en el follaje y en la materia muerta y reduce las reservas de carbohidratos de los pastos perennes. La quema tiene también efectos benéficos para el control de enfermedades y plagas. Lenné (1982) y Davis (1991) encontraron una reducción en la infestación por antracnosis (Colletotrichum gloeosporioides) en Stylosanthes spp. sometido a quema. Koller (1989) encontró que pasturas de B. decumbens que fueron sometidas a quema presentaron una reducción significativa en la cantidad de huevos viables de cercópidos causantes del salivazo. La quema de pasturas basadas en leguminosas o fertilizadas con N no es una práctica recomendable. Por una parte, la utilización de pasturas mejoradas es un proceso eficiente que generalmente no deja residuos al final de la época seca; y por otra parte, la quema favorece la pérdida de nutrimentos, particularmente N (‘t Mannetje et al., 1983). La quema puede destruir las pasturas de leguminosas recientemente establecidas debido a que no existe un reservorio de semillas en el suelo para la regeneración de plantas (Gardener, 1980). Forraje de corte vs. pastoreo El corte remueve todo el material y las reservas de la parte aérea de la planta. Es un sistema más costoso que el pastoreo directo, debido al uso de maquinaria y mano de obra. En las pasturas que son utilizadas sólo para corte ocurre una remoción homogénea de nutrimentos y un menor reciclado de estos.
La cantidad de nutrimentos removida depende de su
concentración en el forraje y la producción de MS. En el Cuadro 1 se observa que bajo corte 53
L. ‘t Mannetje
Cuadro 1. Remoción de N y minerales por tonelada de forraje de MS de un pasto de corte, en dos tipos de suelos. Elemento
Concentración en
Remoción
la MS de la planta
(kg/t de MS)
(%) Tipo de suelo Infértil
Fértil
Infértil
Fértil
N
1.2
P
0.12
2.8
12
28
0.4
1.2
4
K
1.2
3.1
12
31
Ca
0.3
0.6
3
6
Mg
0.1
0.2
1
2
las cantidades removidas de N y K pueden ser muy altas y si estos nutrimentos no son compensados en forma de fertilizantes, el sistema de la pastura tiende a degradarse. El corte tiene efectos más severos sobre el rebrote de la pastura que el pastoreo, debido a que en el primero la mayoría de las hojas verdes es removida y se requieren nuevos desarrollos foliares antes de que el proceso de fotosíntesis pueda funcionar eficientemente. El animal que pasta no sólo consume forraje sino que también ocasiona daños a la pastura por pisoteo y por la presencia de heces.
Debido a la selectividad del animal, la composición
botánica de la pastura cambia, con incrementos en la proporción de especies menos palatables. El animal en pastoreo recicla nutrimentos al suelo de manera no uniforme en puntos de alta concentración. No obstante, en sistemas rotacionales de alta intensidad de uso es posible alcanzar una mejor distribución y un reciclado más eficiente que en condiciones de pastoreo extensivo en grandes áreas. El reciclado de nutrientes en un sistema de pastoreo está sujeto a mayores pérdidas que bajo corte (‘t Mannetje y Jarvis, 1990). La volatilización de NH3 no es significativa bajo condiciones de cero pastoreo, pero puede alcanzar 8% del N presente en sistemas bajo pastoreo (Bussink, 1992). La denitrificación y la lixiviación de NO3 son también más altas bajo pastoreo que bajo un régimen de corte, pero generalmente no excede del 10% del N es el sistema (Ryden, 1985; Jordan y Smith, 1985; ‘t Mannetje y Jarvis, 1990).
El P tiene baja capacidad de
movilización en el suelo. Aunque el K es un elemento móvil, su movimiento horizontal desde los puntos de deposición de orina es también limitado, como lo demostraron During y McNaught (1961).
54
Manejo de pasturas tropicales
Manejo del pastoreo Una de las herramientas más importante en el manejo del pastoreo es la carga animal (CA), expresada como el número de animales o el peso vivo (PV) animal que es posible mantener por unidad de área a través del año o de una estación. El número de animales confinados en una área de pastura en un período de tiempo es la intensidad o presión de pastoreo. Para lograr una producción sostenible en el largo plazo, la CA debe estar relacionada y en concordancia con la capacidad de carga (CG) número de unidades animales que pueden ser mantenidas por unidad de área según el sistema de producción para el cual el área es utilizada, asumiendo un factor de riesgo aceptable y suponiendo que no existe ningún daño permanente al ecosistema. Esta definición de CG es equivalente a la de máxima capacidad de carga sostenible (CGS) como la presentan McKeon et al. (1991).
La sostenibilidad del
manejo del pastoreo depende, en gran medida, del nivel de utilización del forraje producido en el largo plazo, el cual es determinado por la CA. Sistemas de pastoreo Los sistemas de pastoreo más frecuentes son continuo, rotacional y diferido. Sin embargo, en la práctica la flexibilidad en el pastoreo como respuesta a los cambios en el clima o a las condiciones del mercado no corresponde a menudo con una de estas categorías. En el pastoreo continuo el hato utiliza la misma área de vegetación todo el tiempo; existen muy pocas divisiones de la pastura, excepto para diferentes clases de ganado, o hay áreas con diferentes capacidades de carga que pueden ser separadas para permitir una mejor utilización. En el pastoreo rotacional el área es subdividida mediante cercos permanentes o temporales y el hato se mueve entre potreros de acuerdo con períodos de pastoreo y descanso más o menos fijos.
Savory y Parsons (1980) desarrollaron un sistema rotacional de corta
duración y alta frecuencia de pastoreo. En este sistema el área es subdividida en pequeñas secciones que son utilizadas durante períodos cortos con hatos de gran tamaño para lograr un defoliación rápida sin permitir la selectividad del animal.
No obstante, se sabe que los
sistemas de pastoreo no han demostrado ventajas significativas en la producción animal sobre el pastoreo continuo, asumiendo que la carga animal concuerda con la capacidad de carga. En casos de escasez de forraje, el pastoreo rotacional puede dar mejores resultados comparado con el continuo, debido a que con el primero la poca cantidad de alimento puede ser racionada a lo largo del período. Esto mismo es aplicable a fuentes especiales de alimento, como por
55
L. ‘t Mannetje
ejemplo los bancos de proteína. El pastoreo rotacional también es útil para la protección de especies palatables que serían consumidas preferentemente sin oportunidad para regenerarse. El diferido es un tipo de pastoreo continuo durante casi todo el año, pero con un período de descanso insertado durante un tiempo particular para permitir: (1) La acumulación de reservas con el fin de regular la disponibilidad de forraje (Cardoso et al., 1993), o bien para acumular material antes de la quema (Tothill, 1971); y (2) la floración y formación de semillas con el fin de proteger las especies (Orr et al., 1991; Jones, 1992). Capacidad de carga (CG) La CG es una función del nivel de productividad y el propósito del sistema, y de un factor de riesgo aceptable. La productividad del sistema depende de la capacidad de producción primaria del forraje, la cual está determinada por la precipitación, la fertilidad del suelo, las condiciones de la pastura y el manejo. La capacidad de producción de una pastura puede ser incrementada al reemplazar especies menos productivas con otras más productivas, incluyendo leguminosas o bien utilizando fertilizantes. La CG puede también ser mejorada utilizando suplementación en los animales.
Esta suplementación puede consistir en acceso a bancos de proteína o de
forraje, o suplementando con alimentos concentrados. El número de animales que pueden ser mantenido depende de el propósito del sistema de producción. Por lo tanto, la CG es más pequeña para la producción de leche que para la producción de carne, debido a los mayores requerimentos de los animales en el primer tipo de producción. El factor de riesgo aceptable es aquel que el productor está en capacidad de asumir en caso de no lograr las metas de producción fijadas.
La magnitud del riesgo depende de la
confiabilidad del sistema de producción, el nivel de utilización de la producción primaria y la capacidad financiera. Por ejemplo, si una zona presenta el riesgo de sufrir una severa sequía cada 3 años, el productor puede decidir pastorear toda el área de su finca con una carga animal baja y adecuada para el año de sequía. Esta baja carga animal brindará un máximo nivel de producción por animal, pero durante 2 de los 3 años el área permanece subutilizada. En este caso, posiblemente la producción del sistema sería mayor si el finquero aceptara el riesgo de reducir la producción durante el año de sequía, para ello tendría que mantener una reserva financiera disponible en forma temporal. En algunos casos extremos pueden existir reservas de alimento en un ecosistema; este es el caso de la mulga (Acacia aneura) en Australia 56
Manejo de pasturas tropicales
central, un arbusto que al ser arrancado con maquinaria puede ser aprovechado por los animales. Esta claro que la CG no tiene valores fijos, pudiendo variar grandemente entre y dentro de años. La CG es más estable a medida que el régimen de lluvias es más confiable, con lo que la presión del sistema disminuye.
Esta será invariablemente baja en áreas que están
severamente degradadas, o que tienen un bajo e impredecible régimen pluvial y una baja fertilidad en el suelo. El nivel de producción que puede ser logrado en este tipo de tierras depende principalmente de la carga animal. Si la CA excede la CG por períodos prolongados, la producción es baja y las pérdidas altas, si los animales no satisfacen sus requerimentos de mantenimiento. Efectos carga animal en la producción animal. La CA determina la cantidad de alimento que será
utilizado y, por tanto, tiene un gran impacto en la producción animal y en la
sostenibilidad del sistema de pastoreo. Mientras más alta sea la CA, la cantidad de alimento consumido sera mayor, pero también sera alta la cantidad de forraje no aprovechado debido al pisoteo de los animales.
El incremento en la CA lleva a una reducción de la producción
individual y a una menor selección de forraje por el animal (Figura 1).
Con más
animales/unidad de área, inicialmente la producción/ha aumentará hasta un máximo y, subsecuentemente, disminuirá hasta un punto de cero ganancia de peso vivo (PV) animal y eventualmente se presenta una pérdida de peso.
Por el contrario, al disminuir la CA la
producción/animal aumentará hasta llegar al máximo. A medida que la CA se acerca al punto máximo de utilización de forraje, el riesgo de pérdida es más alto, ya sea por estrés de sequía o por una degradación permanente de la pastura. En la relación entre la producción animal y la CA se pueden distinguir las fases siguientes (ver Figura 1): •
Máxima producción por animal que está determinada por su potencial genético y la calidad del alimento. Los cambios en la CA no tienen efecto en la producción/animal, mientras que la producción/ha aumenta linealmente con CA más altas;
•
La producción/animal (Y) disminuye al aumentar la CA (X): Y = a – bX; donde a es la producción máxima/ha teórica alcanzada cuando la lineal se aproxima al eje Y, y b es la cantidad de producción por animal que se modifica con el cambio en la CA a partir de 1. Mientras más grande sea b, la producción/animal cambiará con un cambio en la CA. La constante b incrementa al disminuir el vigor de la pastura, hasta alcanzar la fase 3 siguiente.
57
L. ‘t Mannetje
Figura 1. Relación entre la carga y la producción animal, y retorno económico en pasturas degradadas y productivas (según Wilson et al., 1984)
La pendiente de la relación lineal (b) tiene las siguientes características: (1) varía entre las especies de pastos y las mezclas de forrajeras dentro de una localidad (Rickert, 1996; Walker et al., 1987; ‘t Mannetje y Jones, 1990) y es menos negativa en pasturas que son relativamente superiores en calidad. (2) Se reduce con la aplicación de nutrimentos limitantes en el suelo como N (Mears y Humphreys, 1974; Jones et al., 1995) o P (Mears y Cullins, 1993). (3) Varía a través del año sin respuesta a las condiciones climáticas prevalecientes o a las tendencias en la fertilidad del suelo (‘t Mannetje y Jones, 1990; Mears y Cullins, 1993; Jones et al., 1995). (4) Varía entre las estaciones de crecimiento (Bowen y Rickert, 1979; Cowan et al., 1975; Walker et al., 1987; Jones et al., 1995) con pendientes relativamente más pequeñas, lo que ocurre en épocas de crecimiento cuando el forraje de buena calidad está disponible para todas las cargas animales.
Las mayores pendientes ocurren cuando el crecimiento de la 58
Manejo de pasturas tropicales
pastura es restringido por bajas temperaturas o baja precipitación y el forraje no es suficiente para satisfacer la demanda de los animales. En la Figura 2 se observan los cambios en la relación lineal con diferentes valores de b debidos a cambios en la composición botánica.
Rickert (1996) reconoció las subfases
siguientes: (1) La subfase 3A representa la degradación de la pastura tipificada por la pérdida de una especie deseada, una reducción en la cobertura basal vegetal o un incremento de malezas. Esto generalmente es debido a un sobrepastoreo en relación con la CG. También puede ser el resultado de una deficiencia de N debido a la desaparición de la leguminosa, o a una sequía prolongada, si la CA no es ajustada a la reducida CG. (2) Las subfases 3B y 3C son ejemplos que representan valores reducidos de b, en otras palabras, el sistemas se ha convertido menos sensible a los cambios en CA. Un ejemplo para ilustrar la subfase 3 fue descrito por Jones (1992) en una pastura en el sureste de Queensland, en ese caso la leguminosa introducida M. atropurpureum y el pasto Setaria sphacelata habían disminuido, mientras que los pastos estoloníferos Digitaria decumbens y Axonopus affinis habían aumentado debido a un pastoreo intenso y sostenido. Existían aún niveles adecuados de N en el sistema debido a la fijación biológica de N por la leguminosa, y el follaje desarrollado era resistente al pastoreo intenso, no obstante, se observaban bajos niveles de producción animal. La subfase 3B no podía ser sostenible, debido a una falta de aplicación de N y el sistema probablemente revertirá a la fase 3A. La subfase 3C mostraba un valor disminuido de b (la pastura había empezado a ser más productiva con un aumento en la CA como resultado de un incremento en la proporción de leguminosas en la pastura. Otros ejemplos que ilustran esta situación aparecen en los trabajos de Hernández et al. (1995) con A. pintoi; Shaw (1978) en el sureste de Queensland con S. humilis; y de Compton et al. (1989) con Lotononis bainesii.
Figura 2. Relación entre la producción por animal y la carga animal, ilustrando diferentes respuestas de carga animal sobre la composición botánica. Ver notas explicativas en el texto.
59
L. ‘t Mannetje
Efecto de la CA en el retorno económico. La CA utilizada en un sistema de pastoreo debe ser determinada por la CG, pero el nivel óptimo puede estar basado en consideraciones ecológicas y económicas.
El nivel ecológico óptimo es altamente variable y depende de la
precipitación, la reserva de forraje, el sistema de producción animal y el adecuado nivel de utilización.
El nivel económico óptimo para la CA se basa en la obtención de la ganancia
máxima, en la cual se pueden distinguir objetivos a corto y mediano plazo. Las ganancias máximas a corto plazo pueden conseguirse cuando hay buenas condiciones de mercado y sólo cuando las pasturas son lo suficientemente resistentes para soportar pastoreos intensivos. Sin embargo, en el largo plazo sería mejor enfocar el sistema hacia el logro de una producción sostenible y aceptar ganancias a corto plazo más bajas. En la Figura 1b se relaciona el retorno económico de un sistema de pastoreo con la CA. Los costos variables (animales, fertilizantes, comisiones, transporte, salud e intereses sobre el dinero) incrementan linealmente con un incremento en la CA.
Esta relación se convierte
curvilineal si la relación costo/animal aumenta con un aumento en la CA, por ejemplo, con alimentación suplementaria. La diferencia entre el retorno bruto y los costos variables resultan en el retorno neto, el cual está representado por el valor más alto en el área sombrada de la Figura 1b. Los mayores retornos netos son obtenidos a una CA entre aquella necesaria para una producción/animal más alta y la requerida para la más alta producción/ ha. Ya que una degradación de las pasturas no se espera a niveles relativamente bajos de CA, los más altos retornos netos pueden ser obtenidos a una CA sostenible. De acuerdo con Friedel et al. (1990) existen dos enfoques de manejo extremos que pueden ser aplicados en regiones áridas bajo condiciones de mercados inciertos. El primer enfoque consiste en seguir una política para fijar una CA altamente conservadora con el fin de afrontar la sequía (sobrevivencia a largo plazo), confiando en un bajo número de animales y una producción por animal relativamente alta, obteniendo con esto carne de calidad para mercados especializados tanto en buenos como en malos años. El enfoque contrario consiste en lograr la máxima producción en las épocas buenas con densidades animales altas después de la época de lluvias para una alta utilización del forraje, para luego, en el comienzo de la época seca, reducir el número de animales.
El primer enfoque contiene un riesgo bajo e
ingresos bajos en las épocas buenas; mientras que el segundo requiere de una mejor habilidad en el manejo, es extremadamente riesgoso tanto financiera como ecológicamente y puede sólo ser practicado exitosamente en pasturas bien adaptadas y tolerantes al estrés de suelo y clima. Si la densidad animal no es reducida a tiempo puede ocasionar la degradación de las pasturas.
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Manejo de pasturas tropicales
El manejo conservador de los sistemas de producción es impedido por la variabilidad de los mercados y los precios para los productos, así como por las políticas de crédito y de impuestos. El deseo de un productor de aplicar una estrategia conservadora no es a menudo posible, ya que existe el peligro de no sobrevivir económicamente. Utilización de forraje En pastoreo continuo, la proporción de forraje disponible durante un período de pastoreo o época de crecimiento que es utilizada depende de la CA; mientras que en pastoreo rotacional depende de la intensidad o presión de pastoreo. Mientras más alta sea la carga animal o la presión de pastoreo, mayor cantidad de forraje disponible será removida y menos será el residual. La producción de forraje que permanece después del pastoreo es importante porque afecta el rebrote siguiente. La tasa de rebrote es una función de la cantidad de hojas verdes presente. Las defoliaciones severas pueden llevar a la remoción de los meristemos apicales de los tallos, lo que reducirá la tasa de rebrote. Aunque las nuevas hojas pueden ser formadas después de la producción de nuevos tallos, la reducción en el índice de área foliar resultará en una baja actividad fotosintética. Una baja utilización, que ocurre a cargas animales inferiores a la capacidad de carga óptima, es también detrimental para la producción animal y los retornos económicos debido a que mucho del forraje producido permanece sin utilizar hasta la senescencia y descomposición. En teoría, la utilización óptima se alcanza con la defoliación adecuada bajo pastoreo continuo.
Sin embargo, esta estrategia de manejo requiere un
constante ajuste de la CA adecuada para diferentes rangos de disponibilidad de hojas, lo cual depende de los factores de clima y suelo. En pasturas tropicales, particularmente en regiones subhúmedas y semiáridas, es importante mantener un nivel de forraje de reserva, no sólo para garantizar el rebrote del forraje durante el período de crecimiento sino también para la alimentación animal durante los períodos de escasez de forraje. En pasturas tropicales y subtropicales el manejo del pastoreo en el largo plazo debe también ser enfocado a los niveles críticos de las especies deseables cuando ellas constituyen más del 70% del peso total de la composición botánica. El forraje utilizado y el residual tienen una fuerte influencia en la sostenibilidad de un sistema, ya que regulan la infiltración de agua y reducen la erosión del suelo (McIvor et al., 1995) y afectan la acumulación de combustible para las quemas (Taylor, 1994).
Una
utilización sostenible es aquella que asegura el uso total del forraje, manteniendo el crecimiento, vigor y reproducción del mismo sin afectar la conservación de la pastura y el suelo.
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El sobrepastoreo favorece la degradación a través de cambios en la composición botánica (pérdida de la especie deseable y la presencia de malezas) y la reducción de la cobertura vegetal (suelo desnudo) (Orr et al., 1993; Scanlan et al., 1994).
El término
utilización crítica es el nivel máximo de utilización que no causa degradación de las pasturas. La carga animal sostenible es aquella que no excede la utilización crítica en el largo plazo. Los valores para la utilización crítica difieren entre áreas, dependiendo de la lluvia, la fertilidad del suelo y el tipo de forraje, y oscilan entre 50% y 60 % para pasturas anuales en California (Holechek et al., 1995) y entre 20% y 30% para agostaderos en Queensland (Orr et al., 1993) (revisado por Rickert, 1996). Manejo de pasturas en época seca Los administradores de sistemas de pastoreo en regiones tropicales y subtropicales frecuentemente deben enfrentar épocas de sequía severas. Para estas épocas, los productores anticipan actividades como cambios en las cargas animales, nacimientos programados, sobrevivencia a partir de las reservas corporales y suplementación (Winks et al., 1983). La alimentación suplementaria tiene como fin mantener la producción animal o evitar muertes durante tiempos prolongados de sequía. El uso de urea y melaza y el pastoreo en áreas de reserva o en bancos de proteína con leguminosas y la reducción en la CA son algunas de las estrategias sugeridas por varios investigadores (Foster y Blight, 1984; ‘t Mannetje y Jones, 1990; Addison et al., 1984; Quirk et al., 1990; Clem et al., 1993; Mott y Tothill, 1984; Wilson et al, 1984).
Conclusiones Pressland y Graham (1980) señalan que la primera causa de la degradación de las pasturas no es la incidencia de la sequía ni la cantidad o distribución de la lluvia, sino una estimación excesiva de la productividad potencial del animal. La necesidad de un entendimiento ecológico del sistema es considerado como un prerrequisito esencial para la rehabilitación de pasturas. Se estima como altamente improbable que la recuperación de pasturas sea exitosa en el largo plazo, al menos que el manejo se base en principios ecológicos, en concordancia con un cambio de actitud hacia las expectativas y el riesgo. El manejo ecológico del pastoreo debe tener las características siguientes: (1) un límite superior conservador para la carga animal; (2) subdivisiones de acuerdo con el tipo de pastura y la distribución del ganado; (3) reconocimiento de la importancia de los eventos clave estacionales para la recuperación de la vegetación; (4) el descanso de las pasturas para
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Manejo de pasturas tropicales
permitir una recuperación de especies perennes; y (5) la quema cuando sea necesaria para el control de especies arbustivas (según Friedel et al., 1990).
Reconocimiento En la preparación de este documento se hizo un uso extenso de la revisión de Rickert (1996) en las partes relacionadas con el manejo del pastoreo, en particular, sobre los aspectos de carga animal.
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