Actualización en Manejo de Pasturas Megatérmicas Un sistema de producción animal en el cual la base alimenticia se compone de pasturas de gramíneas, es un sistema complejo donde interactúan diversos factores bióticos y abióticos, algunos factibles de ser controlados y otros no. En este marco de complejidad, si se analiza solamente la producción de pasturas, es necesario considerar al menos que los animales deben disponer de cantidad y calidad suficiente de forraje. Así, el manejo de pasturas debe asegurar la producción tanto de los tejidos que serán consumidos (principalmente láminas) como de los necesarios para su persistencia (Parsons, 1983; Martínez Calsina et al, 2012). El conocimiento de cuánto crecen los recursos forrajeros, de cuál es la distribución estacional de su crecimiento y de cuáles son los factores que afectan su producción, forma parte de la información básica requerida para la planificación de los sistemas de producción animal. A partir de ella será posible progresar en la elaboración de balances objetivos entre la demanda de alimento de los animales y la forma en que la misma puede ser satisfecha en base a la oferta de los diferentes recursos forrajeros (Agnusdei et al, 2001). Entre los recursos forrajeros disponibles para producción de carne se encuentran las pasturas megatérmicas. Este tipo de pasturas incluye un gran número de especies de gramíneas forrajeras que tienen en común su anatomía foliar y su metabolismo de carbono, motivo por el cual también se las conoce como C4. En el noroeste argentino, las pasturas megatérmicas muestran un período de activo crecimiento, de octubre a mayo, y un período de reposo de junio a septiembre. Esto se debe a que el crecimiento de las pasturas megatérmicas copia la estacionalidad que en la región noroeste argentina muestran los factores ambientales de crecimiento, principalmente temperatura media diaria y humedad edáfica (Ricci, 2007). Como se dijo anteriormente entre las pasturas megatérmicas existe una gran variabilidad de adaptación a los distintos ambientes del noroeste argentino. La forrajera mas difundida es el Gatton (Panicum maximum cv Gatton Panic) y si bien se encuentra en ambientes de baja pluviometría (400 mm anuales) logra su potencial de producción en ambientes de mas de 650 mm anuales, con suelos de mediana a alta fertilidad y que no contengan salinidad edáfica. En ambientes que dispongan de al menos 550 mm de pluviometría anual con problemas de salinidad edáfica se están difundiendo las Grama Rhodes (Chloris gayana), entre ellas hay una amplia variedad
Luciana Martínez Calsina Instituto de Investigación Animal del Chaco Semiárido, INTA Leales
de cultivares disponibles (Finecut, Santana INTA-Peman, Epica INTA-Peman, entre otras) que pueden producir y persistir bajo este estrés. En el caso de ambientes de muy baja pluviometría anual (300-600 mm) y suelos pobres, son las pasturas de Buffel (Cenchrus ciliaris) las que mejor se pueden adaptar. Entre las más difundidas, Texas 4464 es el cultivar mas adaptado a 300 mm anuales y en ambientes menos restrictivos se destaca el cultivar Biloela. A su vez existen otras especies menos difundidas como las Brachiarias y otros Panicum que pueden adaptarse a los ambientes de mayor pluviometría del Chaco semiárido. Así como existen diferencias en la adaptación ambiental entre las especies de pasturas megatérmicas, también existe variabilidad en la duración de los ciclos de crecimiento de las distintas especies. Existen materiales de ciclo largo como los Panicum y las Brachiarias, de ciclo intermedio como las Grama Rhodes y de ciclo corto como los Buffel. El conocimiento del ciclo de crecimiento permite la planificación forrajera. A su vez, la temperatura base de crecimiento (minima temperatura media diaria para que ocurra crecimiento) varia según los materiales, siendo de 15 °C para Panicum y Brachiaria, 12 °C para Grama Rhodes y 11 °C para Buffel (Jones, 1985). Es por esto, que al salir del invierno las pasturas que primero rebrotan son las de Buffel, luego las de Gramas y por ultimo las de Panicum y Brachiaria. El progreso del ciclo de crecimiento esta comandado por la temperatura media diaria. En consecuencia, si las temperaturas medias diarias son bajas, el crecimiento es lento y se acelera cuando estas aumentan, con lo cual los cambios de estadio fenologico no ocurren según los días que van pasando sino a medida que se va acumulando suma térmica. Así como la temperatura media diaria define el cambio de estado fenologico, es la disponibilidad de factores de crecimiento, principalmente agua y nitrógeno, la que define la cantidad de biomasa a producir durante el ciclo de crecimiento. Por lo tanto si durante el estadio vegetativo las pasturas no disponen de suficiente cantidad de agua y nitrógeno la producción de forraje se vera fuertemente afectada. Aun así, la pastura florecerá pero la cantidad de forraje disponible será baja y si el estrés es muy severo la floración puede ocurrir de manera anticipada. Las alteraciones que genera la defoliación en el crecimiento y desarrollo de las gramíneas que componen las pasturas han sido objeto de diversos estudios (Bradshaw, 1965; Langer, 1963; Hodgson et al., 1981; Bircham y Hodgson, 1983;
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Grant et al. 1983; Davies, 1988; Parsons, 1983; Chapman y Lemaire, 1993; Briske y Richards, 1994; Lemaire y Chapman, 1996; Matthew et al., 1995; Sackville Hamilton et al., 1995; Hernández Garay et al., 1999; Matthew et al., 2000; Sbrissia y da Silva, 2008) en los cuales se destaca la interacción entre el régimen de defoliación y la capacidad de la especie forrajera de adaptarse a dicho régimen manteniendo su productividad y persistencia en el tiempo. El régimen de defoliación se define en función a la combinación de frecuencia e intensidad de pastoreo. La frecuencia de defoliación puede ser alta o baja según se decida realizar el pastoreo en estado vegetativo o reproductivo respectivamente. Es sabido que la calidad nutritiva esta definida por la cantidad de hojas disponibles y es en estado vegetativo cuando el forraje ofrece mayor cantidad de hojas. En floración, si bien se alcanza la máxima cantidad de biomasa producida, la proporción de hojas en este estado disminuye abruptamente y a medida que progresa el ciclo de crecimiento la senescencia supera la cantidad de forraje verde disponible. Por lo tanto, según la categoría animal a alimentar se puede elegir entre una pastura de poca cantidad de forraje de alta calidad nutritiva (categorías de mayores requerimientos) o bien una pastura de mayor volumen pero de baja calidad nutritiva (categorías de menores requerimientos). La intensidad de la defoliación, entendida como la cantidad de hojas verdes en el remanente después del pastoreo, es fundamental tanto para el inicio del próximo rebrote como para la persistencia de la pastura. Si la cantidad de hojas verdes en el remanente es suficiente (al menos dos hojas verdes por macollo) se asegura un rápido rebrote y una mayor persistencia de la pastura. Por el contrario, la ausencia de hojas verdes después del pastoreo lleva al consumo de las reservas de la planta, lo que compromete la persistencia de la pastura y a su vez el rebrote será más lento y el potrero demorara más tiempo en volver a estar disponible. A su vez existe interacción entre frecuencia e intensidad de pastoreo. Dicho de otra manera el momento de entrada de los animales afecta la estructura de pastura con lo cual modifica la altura a la cual se encuentran las hojas verdes. Si la pastura se aprovecha en estado vegetativo es posible que se encuentren hojas verdes en los primeros 15 cm de altura de remanente, mientras que si la pastura se aprovecha luego de floración probablemente no haya hojas verdes antes de los 20 o 30 cm de remanente. En consecuencia no existe una altura de remanente fija sino una condición de pastura necesaria para asegurar su productividad y persistencia.
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Manejar las pasturas implica una serie de desafíos y cuestiones a tener en cuenta. Es necesario que exista un equilibrio entre la disponibilidad de factores de crecimiento (ambiente) y los requerimientos de la especie forrajera. A su vez, los ambientes del noroeste argentino presentan una gran variabilidad en la disponibilidad de los factores de crecimiento, variabilidad que debe conocerse para poder definir estrategias de planificación forrajera tanto para los “años buenos” como para los “años malos” (planificar para mínimos y máximos de disponibilidad de forraje). Finalmente, no existe una receta única sobre como se deben manejar las pasturas, existen condiciones que llevan a tomar diferentes decisiones de manejo. Muchas veces no se puede manejar las pasturas de manera ideal pero el profundo conocimiento de los efectos que el manejo aplicado tiene sobre su productividad y persistencia permite tomar decisiones y actuar en función de las consecuencias esperadas. Bibliografía de referencia AGNUSDEI, M.G; ASSUERO, S.G., FERNÁNDEZ GRECCO, R.C.; CORDERO J.J. and BURGHI, V.H. 2007. Influence of sward condition on leaf tissue turnover in tall fescue and tall wheatgrass swards under continuous grazing. Grass and Forage Science. 62: 55–65. BIRCHAM, J.S. and HODGSON, J. 1983. The influence of sward condition on rates of herbage growth and senescence in mixed swards under continuous stocking management. Grass and Forage Science. 38: 323-331. CHAPMAN D.F. and LEMAIRE G. 1993. Morphogenetic and structural determinants of plant regrowth after defoliation. Proceedings of the XVII International Grassland Congress, New Zealand and Australia. pp. 95-104. DAVIES, A. 1988. The regrowth of grass swards. In: Jones, M.B and Lazenby, A. eds. The grass crop. London, UK. pp 85-127. HERNANDEZ GARAY, A.; MATTHEW, C. and HODGSON, J. 1999. Tiller size-density compensation in ryegrass miniature swards subject to differing defoliation heights and a proposed productivity index. Grass and Forage Science. 54:347-356.
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