M9AV5 Neurociencias Percepcion


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Módulo 9: Neurociencias aplicadas al Coaching.

9.4. NUESTRA PERCEPCIÓN NOS HACE ÚNICOS: La anatomía de nuestro cerebro determina la visión que tenemos de nuestro entorno y de nosotros mismos.

1.

Bienvenidos a nuestro programa MyBrain Hoy trataremos el tema:

Nuestra percepción nos hace únicos

La anatomía de nuestro cerebro determina la visión que tenemos de nuestro entorno y de nosotros mismos.

2.

1. ¿Qué es la percepción?

3.

Cuando hablamos de la percepción desde un punto de vista científico, no nos referimos en principio más que al resultado entre las impresiones que recibimos de nuestro entorno y aquellas con las que ya contamos. Si esta definición es válida o si, por el contrario, debemos definir el término de nuevo, es lo que descubriremos hoy nosotros.

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4.

La forma en la que percibimos varía mucho de una persona a otra El motivo radica en que las impresiones que recibimos del mundo y de nosotros se filtran de forma tanto consciente como inconsciente, lo que lleva a una impresión global subjetiva. Lo que nosotros, o mejor dicho, nuestro cerebro selecciona, depende de las vivencias y experiencias que ya tengamos almacenadas. Igualmente, nuestras convicciones, circunstancias así como nuestros valores y normas juegan un papel importante.

5.

No obstante, este filtro se puede modificar o transformar dirigiendo nuestra atención hacia objetivos determinados, así como por medio de estrategias de percepción.

El mundo, tal y como nosotros lo vemos, es sólo una fracción de la realidad, de la que cada persona ve además un parte distinta. Este hecho es el que hace de cada persona un individuo único e inconfundible.

6.

2. ¿Cómo se conforman las percepciones?

7.

Las percepciones son algo subjetivo, no obstante, el proceso de la percepción responde a un esquema predeterminado fijo.

En primer lugar debe haber un estímulo, que será captado por uno de nuestros órganos sensoriales y transmitido hasta nuestro cerebro a través de los nervios.

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Una vez en el cerebro, da comienzo un análisis general del que se obtiene una impresión global.. Vemos, p.ej., un bosque, pero aún no vemos ningún árbol en concreto.

En la siguiente fase se le añadirán a la percepción detalles que en la impresión global quedaron ocultos. Miramos con detenimiento y descubrimos detalles y pequeñas particularidades.

En la última fase comienza realmente el procesamiento de la información. Esta información será comparada con nuestros recuerdos y experiencias, será evaluada y juzgada y se establecerán nuevas conexiones. Además, se discernirán los detalles importantes de los intrascendentes y serán añadidos o excluidos de la percepción.

Al final, contaremos con un resultado perceptivo que producirá una determinada reacción en forma de, por ejemplo, acción o sensación.

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Para tratar de aclarar un poco más este proceso, veamos el siguiente ejemplo:

Una persona entra en una habitación y ve una chimenea encendida.. El fuego de la chimenea emite luz, sonidos y expulsa sustancias químicas, por lo que la persona puede ver las llamas, sentir el calor, oír el crepitar y percibir el olor de la madera ardiendo. Con esto, se ha conformado la impresión global de la chimenea encendida.

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A continuación, el individuo observa con atención una de las llamas, se concentra en el ruido del crepitar que procede de la madera y se percata de diferentes detalles.

Ahora empieza a contrastar las impresiones con sus experiencias, hace una estimación de la temperatura del fuego y acepta o desestima detalles. Asocia la percepción con recuerdos del tipo «enero de 1998» y «Lisa», y recuerda aquel tiempo.

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El resultado final se valorará como muy agradable, por lo que su reacción será sentarse delante de la chimenea y disfrutar del juego de las llamas.

Este proceso descrito es sólo un ejemplo de las innumerables variantes posibles. La percepción es, pues, individual y subjetiva.

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3. ¿Qué son los trastornos de la percepción?

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Además del hecho de que las percepciones son individuales y subjetivas, existe otro aspecto importante. Este aspecto son los trastornos de la percepción. Pero, ¿qué entendemos por «trastornos de la percepción»?

Los trastornos de la percepción se dan cuando existen problemas para captar los estímulos, llevarlos hasta el cerebro o procesarlos, debido a motivos biológicos o factores sociales. El resultado es que el afectado no se comporta de forma adecuada, no se

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comporta como cabría esperar. Es lo que a menudo definimos de forma coloquial como: ¡tiene un comportamiento raro!

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La mayoría de los trastornos de la percepción no se muestran sin embargo sólo a través de comportamientos inadecuados, sino que se dan frecuentemente acompañados de problemas de concentración, déficit de atención o hiperactividad.

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No se deben confundir los trastornos de la percepción con los cambios en la percepción. Estos últimos se producen, p.ej., con el consumo alcohol y drogas. La meditación o el entrenamiento autógeno pueden cambiar igualmente nuestra percepción.

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Un cambio especialmente intenso en la percepción experimentan con frecuencia los invidentes, a los que, con la pérdida de la visión, les aumenta enormemente la capacidad auditiva.

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La percepción es por tanto un tema muy complejo: es individual y subjetiva, en la que sólo se refleja parte de la realidad y que además puede sufrir trastornos o cambios.

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4. Formas de percepción

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La percepción es el resultado entre las impresiones que tenemos de nuestro entorno y las impresiones que tenemos de nosotros mismos. Esta es la definición breve que da la Ciencia. Pero, ¿qué formas de percepción existen exactamente? Esto es lo que queremos analizar a continuación.

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En primer lugar, se ha de mencionar la percepción visual. A través de los estímulos que captan nuestros ojos, podemos ver y reconocer colores, grados de luminosidad, contraste, formas, tamaños y espacios.

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En segundo lugar se sitúa la percepción auditiva. A menudo designada también como «percepción acústica», se origina a partir de los estímulos que captan nuestros oídos. Gracias a ella reconocemos ruidos, tonos, palabras, sonidos y ritmos.. También el cálculo de la distancia depende en parte de nuestra percepción auditiva.

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Seguidamente, debemos mencionar la percepción gustativa, con la que nos referimos a nuestro sentido del gusto. A través de las papilas gustativas de nuestra lengua se procesan los estímulos que nos permiten diferenciar entre dulce, salado, ácido, amargo y umami.

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Junto con el sabor, juegan los olores un papel muy importante. Hablamos aquí de percepción olfativa. A través de nuestra nariz captamos los estímulos que nos permiten diferenciar distintos aromas.

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El órgano más extenso del cuerpo humano es la piel. Mediante la piel sentimos el contacto, los grados de dureza, la temperatura y la presión. Esta forma de percepción se denomina percepción táctil.

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Una particular e interesante forma de percepción es la percepción cinestética. Se trata aquí de la captación de estímulos mediante músculos, tendones y articulaciones.

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Aunque infravalorada, contamos además con otra forma de percepción, la percepción vestibular. Tiene su origen en el oído, pero no pertenece a la percepción auditiva. Se trata más bien de la percepción de nuestro sentido del equilibrio, a través del cual se miden los cambios de posición y los movimientos.

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Por último, contamos con la percepción trigeminal. Se entiendo por este tipo de percepción el resultado del procesamiento de los estímulos que nos llegan a través de un nervio facial, el denominado «nervio trigémino». Este nervio transmite las sensaciones cutáneas de la región facial y está implicado además en la percepción olfativa. Su función no se conoce aún con precisión, pero se cree que es el responsable de captar ciertas sensaciones como la de quemazón, picor, cosquilleo, comezón, así como las sensaciones punzantes o refrescantes.

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5. Las fronteras de la percepción consciente

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Aunque dotados de multitud de sentidos y a pesar de que nuestro cerebro cuenta con capacidades extraordinarias, ocurre a menudo que no podemos interpretar, o interpretamos de forma errónea, ciertas situaciones y acontecimientos.

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Una de las razones por las que ocurre esto es nuestra capacidad de concentración. Nuestro cerebro logra procesar una cantidad limitada de información. Por lo tanto, se debe distinguir con antelación la información relevante de la intrascendente para poder así concentrarnos en los supuestos factores importantes. Esta capacidad es, por un lado muy útil, pero por otro lado, nos conduce a menudo a una «visión de túnel».

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El profesor Daniel Simons1 de la Universidad de Illinois, en Estados Unidos, ha llevado a cabo un interesante experimento a este respecto. Uno de sus estudiantes preguntó en la calle a varios peatones por una dirección. Mientras la persona en cuestión explicaba con entusiasmo el camino, otros dos estudiantes pasaban por medio de ambos transportando una puerta. En este lapso de tiempo, el estudiante que había formulado la pregunta se intercambiaba por uno de los otros dos chicos.

La mitad de los transeúntes con los que se realizó el experimento no se percató del cambio y continuó con la explicación. Y eso, aun cuando los estudiantes se diferenciaban tanto en apariencia como en el timbre de voz. Ni siquiera el hecho de que uno de ellos llevara una chaqueta roja y el otro, una verde, hizo que los transeúntes advirtiera el intercambio.

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También nuestra atención nos juega a veces malas pasadas. He aquí un ejemplo: se escribe en una hoja o en una pantalla, y en color verde, la palabra «rojo», y a continuación se les enseña a un grupo de personas y se les pregunta en qué color está escrita la palabra. La mayoría responderá «rojo». Y cuanto menos tiempo tengan para responder, mayor será la probabilidad de que la respuesta sea incorrecta.

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Otro fenómeno que influye en la percepción son nuestras expectativas. Zachary Estes, investigador de la Universidad de Warwick, Inglaterra, comprobó que el simple hecho de pronunciar la palabra «pájaro» bastaba para que la gente mirase para arriba.

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La capacidad de concentración, la atención y nuestras expectativas son factores primordiales en la percepción consciente.

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6. La percepción inconsciente

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Especialmente interesante es cuando, en el proceso de percepción consciente, se incorporan elementos inconscientes. El psicólogo sueco Arne Öhmann del Instituto Karolinska de Estocolmo, llevó a cabo a este respecto un fascinante estudio.

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Dividió en dos a un grupo de hombres y, en una pantalla, les enseño fotos de mujeres atractivas. Seguidamente, debían dar a cada una de las mujeres una puntuación en función de su belleza. El resultado fue sorprendente: absolutamente todos los hombres del primer grupo encontraron a las mujeres menos atractivas que los hombres del segundo grupo. Pero, ¿por qué? El motivo está en que a los hombres del primer grupo se les enseñó durante una milésima fracción de segundo fotos de insectos, arañas y reptiles antes de que pudieran ver las fotos de las mujeres.

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No obstante, las percepciones inconscientes también funcionan sin manipulación. El motivo radica en que nuestro cerebro lleva a cabo pronósticos de forma inconsciente. Cuando, p.ej., vemos encima de la mesa una copa de vino tinto, nuestro cerebro cuenta inconscientemente con un determinado sabor.

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Puede ocurrir también que nuestro cerebro procese ruidos que en realidad no se han producido. En la revista especializada Nature Neuroscience, el archiconocido investigador Antonio Damasio ha publicado un estudio extremadamente interesante. En él demuestra que la parte de nuestro cerebro encargada de procesar los sonidos se encuentra activa incluso cuando no hay nada que oír.

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Para fundamentar esto, Damasio hizo lo siguiente: enseñó a ocho sujetos una película muda en la que se veía un gallo cantando, un perro ladrando y un jarrón que se rompía. Al mismo tiempo, midió en los participantes la actividad del centro auditivo de sus cerebros. El resultado fue sorprendente: el centro auditivo del cerebro estaba activo en todos los participantes, aunque no había ninguno sonido. Los patrones dibujados por los diferentes ruidos eran incluso tan dispares y unívocos que los mismos científicos pudieron distinguir por medio de las señales cerebrales si los sujetos habían percibido un animal, un instrumento o un jarrón rompiéndose.

Nuestro cerebro necesita por tanto una imagen concluyente del mundo y de su funcionamiento. ¿Que falta algo?, se completa; ¿que algo no encaja?, se hace encajar, y si ninguna de las dos opciones es posible, entonces se ignora.

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John Dylan-Haynes5, del Centro Bernstein de Neurociencia Computacional, en Berlín, explica esto con un sencillo ejemplo: «cuando alguien enciende y apaga la luz rápidamente, nos damos cuenta obviamente de que nuestra percepción se ha «interrumpido», sin embargo, lo mismo ocurre cuando pestañeamos y no nos percatamos de ello. La razón es que nuestro cerebro es el que da la orden de pestañear, y por ello podemos prever el corto intervalo de pérdida de visión e ignorarlo. La consciencia sencillamente se obviará.»“

Haynes afirma además: «Algo parecido ocurre con cada movimiento ocular. Cerrad los ojos y moved con un dedo el globo ocular hacia arriba y hacia abajo, parece entonces como si el mundo se moviese de ese modo. Ahora mirad hacia arriba y hacia abajo, y aunque en la retina ocurre lo mismo, en el segundo caso no se siente como si el mundo se moviese. Para esto existe una sencilla explicación: el cerebro envía no sólo la orden de movimiento al ojo, sino también una copia al centro de percepción sensorial. El cerebro sabe, por lo tanto, que va a haber un movimiento, y reprime la percepción del mismo. Esto mismo lo hace con cada movimiento, cada paso y cada maniobra, y por este mismo motivo no es posible hacernos cosquillas a nosotros mismos, pues nuestro cerebro va siempre un paso por delante».“

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Un estudio publicado por el Instituto Max Planck de Frankfurt, en Alemania, demuestra que, efectivamente, nuestro cerebro va un paso por delante. En este estudio los científicos pudieron demostrar que nuestro cerebro se activa sobre todo cuando captamos un estímulo visual imprevisto.

Para demostrarlo, enseñaron en una pantalla a un grupo de sujetos una viga que se movía. El resultado de lo ocurrido fue muy interesante: cada vez que la viga se movía para un lado que no era el esperado, las señales cerebrales registradas en el centro donde se procesan los estímulos visuales aumentaban considerablemente.

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El director del Instituto Max Planck de Frankfurt, Wolf Singer, afirmó: «Con esto concluimos que el cerebro no espera sencillamente a que le lleguen las señales a través de los sentidos, sino que intenta predecir las posibles percepciones. Si las predicciones son correctas, entonces el cerebro puede procesar la información real que recibe de forma especialmente efectiva».“

No obstante, nuestro cerebro no sólo hace predicciones sobre los sucesos que tienen lugar en el mundo exterior, sino también aquellos que acontecen en nuestro propio cuerpo.

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Los enfermos de esquizofrenia padecen a menudo del denominado «delirio de influencia». Estos pacientes tienen la sensación de no tener control sobre sus miembros y de que sus movimientos están dominados por fuerzas externas.

Los científicos creen que esto se debe a que la notificación previa de movimiento no llega al cerebro del afectado. Estas personas perciben sus movimientos tal y como los percibiría una persona mentalmente sana que está siendo guiada por otra.

Un descubrimiento realizado por el neuropsicólogo Chris Frith7, de la Universidad College de Londres, refuerza esta tesis. Descubrió que los enfermos de esquizofrenia sí pueden hacerse cosquillas a sí mismos. Intentadlo vosotros, y no lo conseguiréis.

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Debemos replantearnos pues, la idea que hemos tenido hasta ahora de que la percepción es únicamente el fruto de las impresiones que tenemos de nuestro entorno sumadas a las nuestras propias. Más bien parece ser, tal y como simplifica y describe gráficamente Chris Frith en su libro «Cómo el cerebro crea nuestro mundo mental»: «Nuestras percepciones son fantasías que coinciden con la realidad».

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A fin de cuentas, en la percepción una cosa queda clara: la desconfianza hacia nuestro cerebro está asegurada.

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7. El que busca, encuentra

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La complejidad de los mecanismos cerebrales en los procesos de percepción se manifiesta sobre todo cuando buscamos algo.

Cuando buscamos entre la multitud a nuestra pareja

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o no sabemos dónde hemos dejado las llaves del coche y las buscamos, nuestros cerebro trabaja a pleno rendimiento.

Nos concentramos por completo en la persona o en el objeto que estamos buscando. Lo que acontece en nuestro cerebro en tales circunstancias nos había sido hasta ahora desconocido.

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Para descubrir la incógnita, Tolga Cukur y su equipo de la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos, llevaron a cabo un interesante experimento.

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Los científicos ya sabían que nuestro cerebro cuenta con un sistema de registro muy bien estructurado. Por esto, a personas muy diferentes unas de otras podemos identificarlas como seres humanos.

Si vemos una manzana o un plátano, los podemos reconocer como frutas. Todo lo que percibimos queda clasificado en nuestro cerebro por categorías, de las cuales hay miles distintas. Cada una de las categorías cuenta con un grupo de neuronas que se activan cuando un objeto asociado a ellas nos llama la atención.

Lo que los investigadores querían averiguar era lo siguiente: ¿Qué pasa cuando buscamos a una persona o un objeto totalmente concentrados?, ¿cómo se comportan nuestras neuronas?

50.

A fin de obtener respuestas, los científicos proyectaron una película a cinco sujetos durante una hora. Los objetos que se veían en la película pertenecían a 935 categorías diferentes, de las que son responsables distintos grupos de neuronas.

Durante la prueba, el cerebro de los sujetos mostró la actividad normal que se asocia a la acción pasiva de ver una película. En una segunda fase, los sujetos debían presionar una tecla al ver un determinado objeto; p.ej., una persona o un vehículo.

El análisis de los resultados mostró que alrededor de 50.000 ubicaciones en el cerebro de los sujetos se modificaron con las distintas tareas a realizar.

En la búsqueda de una categoría determinada, todas las demás categorías para las que las neuronas están programadas quedaban relegadas a un segundo plano. Grupos de neuronas

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que normalmente están involucradas en el reconocimiento de categorías visuales, como edificios, herramientas o maquinarias, se reajustaban provisionalmente para buscar vehículos, por ejemplo. Del mismo modo, grupos de neuronas asociadas a animales o plantas, reaccionaban ahora ante personas. Con respecto a este fenómeno, Cucur afirmó: «Los resultados muestran que nuestro cerebro es mucho más dinámico de lo que se pensaba».“

51.

8. La susceptibilidad de nuestro cerebro

52.

Igual de dinámico y productivo puede resultar nuestro cerebro por un lado, como débil y frágil por otro. Si la más mínima parte del cerebro resulta dañada o afectada, se producen a menudo percepciones totalmente nuevas. Un ejemplo de esto es la denominada «negligencia espacial», un síndrome neurológico que aparece con frecuencia después de un infarto cerebral.

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Este síndrome hace que personas que hasta ahora habían tenido una vida totalmente normal, comiencen de repente a comportarse diferente.

Se ocupan únicamente de un lado de las habitaciones,

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se afeitan o se maquillan sólo un lado de la cara

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o comen solamente una mitad del plato. No perciben por tanto la otra parte de las habitaciones, de su cara o del plato. Lo sorprendente es, sin embargo, que la persona afectada no se percata de que no percibe la otra parte del mundo.

Otro ejemplo es un caso considerado como una revolución científica. El neurólogo alemán Josef Zihl10, de Múnich, informó en 1983 del caso de una mujer de 43 años que, tras sufrir una apoplejía, había perdido la capacidad de ver objetos en movimiento.

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Cuando llenaba una taza de café, le parecía que el chorro que caía de la cafetera era simplemente una masa congelada. Tampoco podía ver cuándo estaba la taza llena, por lo que podía llenarla hasta que esta rebosara. Simplemente, no era capaz de percibir el movimiento de los objetos.

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Además, cruzar una calle suponía poner en peligro su vida, puesto que tampoco percibía la dirección o la velocidad del movimiento. No obstante, no tenía ninguna dificultad para ver objetos estáticos. Este constituía un caso único en el mundo, algo que nunca antes se había diagnosticado.

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El motivo residía en el hecho de que determinadas áreas responsables de la percepción del movimiento en su lóbulo parietal, estaban completamente dañadas.

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9. La percepción, mucho más de lo que percibimos

60.

Por medio de muchos estudios, experimentos y resultados científicos hemos visto hoy la complejidad que entraña el tema de la percepción. No obstante, el futuro nos irá mostrando (y con respecto a esto debemos ser pacientes) otros muchos aspectos relevantes.

Un factor especialmente influyente y decisivo para nuestra percepción son las expectativas. Debemos tener este factor particularmente en cuenta, pues nos puede ayudar en muchos ámbitos de nuestra vida. Lo que con ello quiero decir, lo van a ver con la siguiente historia:

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A las puertas de una gran ciudad se sentaba todos los días un hombre mayor. Toda aquella persona que quería entrar en la ciudad, se acercaba antes a él.

Un día, se le acercó un forastero y le preguntó: «Señor, soy nuevo en la ciudad. Dígame, ¿cómo es la gente de aquí?».El anciano le

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respondió preguntando: «¿Cómo era la gente de la ciudad de la que vienes?»«Bueno», dijo el chico, «era gente muy afable, simpática y servicial».A ello apuntó el hombre: «Exactamente así es la gente aquí también».“

Un par de días más tarde, llegó otro forastero a las puertas de la ciudad. También este se dirigió al anciano y le preguntó: «Señor, soy nuevo en la ciudad. Dígame, ¿cómo es la gente de aquí?»El señor mayor respondió: «¿Cómo era la gente de la ciudad de la que vienes?»«Bueno», dijo el chico, «la gente era desagradable, algo maleducada y poco servicial». A lo que el hombre respondió: «Exactamente así es la gente aquí».“

Con esta pequeña historia quería terminar el programa de hoy. Que tengan un buen día y vean el mundo como les parezca más bonito.

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