lunes, 21 de junio de 2010 TOMÁS SÁNCHEZ O LA

hiperrealismo, comparándosele incluso con el chileno Claudio Bravo, lo cierto es que la pincelada de Tomás Sánchez sigue poseyendo una sutil gestualidad ...
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lunes, 21 de junio de 2010 TOMÁS SÁNCHEZ O LA REINVENCIÓN DEL PAISAJE Por Joaquín Badajoz.

Fotografía que muestra al pintor cubano Tomás Sánchez durante la inauguración de su exposición en el Museo de Arte Contemporáneo (MARCO) de la ciudad de Monterrey en el estado mexicano de Nuevo León. El artista explicó a Efe hoy que en su obra se encuentran, "por un lado paisajes de tupida vegetación prácticamente vírgenes, que se antojan el refugio idóneo para una vida tranquila, de meditación y en el otro extremo, basura, escombros, símbolos del caos y la destrucción que agobian a la humanidad. Foto: EFE Tomás Sánchez (Cuba, 1948) encarna uno de los mitos más inquietantes y demonizados de la pintura cubana: el mito del mercado. En un país que intentó imponerles a los artistas, durante cuatro décadas, la peregrina idea de que para danzar en el mercado era necesario prostituirse, hacer concesiones, empeñar el alma y el talento, el éxito comercial y artístico de Tomás Sánchez es, cuando menos, provocador. Su obra es una ventana hacia esas florestas encantadas de que habla Roger Atwood: un altar, un mandala, un exuberante jardín Zen tropical, pero es también unainversión.

Lo que muchos no le perdonan es que no sienta la obligación de flagelarse por su éxito, y que sea el artista cubano vivo más cotizado, lográndolo desde el margen, sin involucrarse en movimientos ni corrientes. En un momento en que la revolución estética de los 80 y su onda expansiva finisecular apostaba más a la idea como arte, la instalación, el arte pobre y la performance, el artista abandonaba su etapa neoexpresionista para reinventar una tradición pictórica. En medio de un clima de rupturas sucedáneas se inclinaba por la continuidad, como si fuera heredero y fundador de toda una escuela. Y de hecho lo logró, porque si existe un artífice de la reivindicación del paisajismo cubano, es Tomás Sánchez.

Batey del 75 de la serie “Retornos”, acrílico sobre lienzo. 1993. Cernuda Art Por razones de contratos comerciales y de representación --11 años en el catálogo exclusivo de la galería Marlborough de New York--, amén de que desde hace varios años el artista, que antes compartía residencia entre Miami y Costa Rica, pasa la mayor parte del año en el país centroamericano, es bastante difícil dar un recorrido por una muestra de su obra como la que se exhibe durante este mes en Cernuda Arte, en Coral Gables. De hecho, desde 1997, con la excelente exposición Works

on Paper, en Jorge M. Sorí Fine Arts, de Coral Gables, no se había exhibido una muestra personal del artista en Miami. Trece años después, Cernuda nos trae la retrospectiva Tomás Sánchez in Focus, que incluye 13 piezas representativas del artista, escogidas con acierto y que permiten adentrarse en lo que Gerardo Mosquera ha llamado ``su mística del paisaje''; además de apreciar los elementos formales recurrentes dentro de su obra: cascadas, orillas, aproximaciones, seres diminutos como sombras, meditadores en posición de loto ocultos en la floresta o casi integrados a la inmensidad y la solitud de la naturaleza.

Oír las aguas, acrílico sobre lienzo. 1995 El recorrido comienza cronológicamente con una litografía de la serie Personajes de mi barrio, firmada en 1971, recién graduado de la escuela de Cubanacán, en la que se aprecia la influencia de la figuración expresionista de Antonia Eiriz, que fuera maestra de esa generación de egresados de la Escuela Nacional de Arte entre los años 1965 y 1969. En esta misma cuerda, están su Autorretrato (1986), un expresivo gran primer plano del rostro y medio torso de Cristo crucificado: una obra de medios mixtos sobre cartulina, con pinceladas gestuales dicromáticas; así como Hombre con corbata (1983), gouache sobre papel, de pequeño

formato, que es una de las varias piezas expuestas que fueron publicadas en Tomás Sánchez, un ensayo capital dentro de la bibliografía del artista, escrito por Gabriel García Márquez y Edward Sullivan, y publicado por Skira Editores, en 2003. Uno de los momentos líricos y pictóricos más intensos de la muestra son Basurero con fuegos en la noche (1992) e Isla (1996). Ambos pertenecen a otro de sus grandes temas-obsesiones: los basureros. Esas islas de desperdicios, vertederos vitales de la ciudad, son el complemento de un cementerio. A este último van a parar los cuerpos; a los primeros, los objetos que animaron la memoria. Por eso hay cierta nostalgia, un abigarramiento animista de bolsas, recuerdos de familia, intimidades, restos del pasado que regurgita entre frutas pasadas, desperdicios y columnas de humo batidas por la ventisca nocturna como fuegos fatuos del espíritu.

Basurero con Fuegos en la Noche, acrílico sobre lienzo. 1993. Cernuda Art Dentro de las tres piezas tituladas Orilla --otro de los motivos recurrentes de su poética pictórica--, se encuentra una de indudable valor histórico, que recibiera el primer premio en el 1er Salón Nacional de Paisaje Leopoldo Romañach, en 1980, en Cuba. Ese mismo año Tomás obtuvo otro premio internacional que lo colocó a la vanguardia

del arte cubano: el XIX premio de dibujo Joan Miró en Barcelona, España. Las otras dos orillas son un pequeño boceto al gouache de 1985, y una tela apaisada de gran formato de 1986, de excelente facturación y composición, bastante representativa del discurso paisajístico del artista en los últimos 20 años. Aunque en varias oportunidades se haya considerado este período suyo dentro del hiperrealismo, comparándosele incluso con el chileno Claudio Bravo, lo cierto es que la pincelada de Tomás Sánchez sigue poseyendo una sutil gestualidad expresionista, creando ilusiones ópticas, manipulando la retina con detalles puntillistas y ligeros trazos de color. Y ésa es quizás la magia de sus naturalezas, lograr un efecto realista, pero humanizado dentro de su imperfección, sin pretender atrapar el mundo a través de un lente fotorrealista.

Aislarse, acrílico sobre lienzo. 2001 La naturaleza como altar y espacio de meditación es otra de las constantes en esta muestra. Tres piezas de diversos formatos y épocas nos adentran a ese mundo contemplativo del artista. La más reciente Caída de agua y la primera luz (2008), es una de sus exquisitas cascadas, al pie de ese caudal Pentecostés de agua y luz descansa un figura reclinada, meditativa. Otro de sus ``meditadores'' se esconde en

la jungla crepuscular de Meditación a las seis (2006), que pudiera ser alusiva a la sexta meditación metafísica de Descartes, aquella que se refiere al dualismo cosmogónico.

Pensamiento- Nube, acrílico sobre lienzo. 2008. A pesar de su formato, una de las obras más interesantes dentro de esta línea es Paisaje con acercamiento (1981), un paisaje monocromático realizado con medios mixtos sobre papel. En ella el meditador duplicado vigila desde ambas orillas. Tan confundidos están ambos cuerpos entre la vegetación, que es necesario acercarse para definir sus siluetas, como si el artista quisiera obligarnos a participar de esa metáfora existencialista que consume a dos seres que esperan un gesto de acercamiento; o para demostrarnos que el paisaje no es sólo una ventana para abandonarse al goce hedonista, también un vehículo para hacernos pensar.

http://tuyomasyo.blogspot.com/2010/06/tomas-sanchez-o-la-reinvencion-del.html