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LOS CÁNTICOS DEL SIERVO DE DIOS EN ISAÍAS Por Lic. Mynor Martín Profesor del Seminario Teológico Centroamericano Ciudad de Guatemala, C.A. Uno de los conceptos más importantes en el libro de Isaías es “el siervo de Yahvéh (Jehová)”. Breneman lo llama “el eje de la misión”.[1] Y tiene razón porque los cánticos señalan al Mesías como la culminación perfecta de la función que Yahvéh tiene preparado para él y a su pueblo restaurado por su obra. Por lo tanto, un pueblo misionero, con el Misionero por excelencia: Jesús. Consideraciones generales Acerca de los cánticos del siervo en Isaías hay discusiones literarias y de identificación del autor de estos poemas “Pero negarla a Deutero - Isaías suscita más preguntas que respuestas”.[2] También hay discusión de identificación del siervo y si se puede o no ver a Jesucristo en los mismos. Breneman hace varias observaciones al respecto. Primero, dice que los teólogos y estudiosos de la Biblia han discutido la identidad[3] del siervo en esos pasajes. Y hace un resumen que vale la pena ver. En el primer cántico (42.1-9), el siervo parece ser Israel, pueblo al que se lo identifica como el siervo de Dios en el contexto (41.8; 42:19; 44.1). Sin embargo en el segundo canto (49.16), el siervo también tiene una misión a Israel y por eso algunos lo identifican con el remanente fiel. En el tercer cántico (50.4-9), ingresa el tema del sufrimiento del siervo. La misión no se cumple por honor o prestigio, sino por sufrimiento. Por eso algunos identifican al siervo con Jeremías u otro profeta que haya sufrido. Notemos que Jesús entendía que su misión incluía el sufrimiento (Lc. 9.22; 17.25; 22.37). El cuarto cántico (52.13 - 53.12) es el que ha provocado más discusión en cuanto a la identidad del siervo. El Nuevo Testamento pone mucho énfasis en la identificación del siervo de este capítulo con Cristo Jesús (Jn. 12.38; Mt. 8.17; 1 P. 2.24-25; Hch. 8.32-35; Lc. 22.37). Sin embargo, algunos estudiosos de la Biblia opinan que el profeta no hablaba del Mesías.[4] Como se puede observar los cánticos del siervo son cuatro. Aunque algunos han identificado un posible quinto (61,1-3[5]). La identificación del siervo no es uno, sino varios, y a esa identificación se le llama “personalidad corporativa”.[6] “... es decir, “que el siervo es, a la vez, una personalidad colectiva y un Mesías individual”.[7] Se debe proponer, entonces, que efectivamente para Isaías los cánticos podrían hablar de los sufrimientos de los siervos de Dios, aquel remanente fiel que perseveraba a pesar del caos en su pueblo. Aquellos hombres y mujeres que sí cumplieron con la misión encomendada por Dios. También se refiere al sufrimiento del siervo enviado por Dios al mundo para redimir lo que se había perdido. Los cánticos van más allá, “... el espíritu general del Deutero - Isaías se vuelve hacia la edad mesiánica final, proyectó este camino de salvación a través del sufrimiento para llegar al gran Día del Señor”.[8] Esto implica, por cierto, que en el cumplimiento de la misión divina hay sufrimiento. La misión nunca ha sido fácil. La misión, desde su inicio y hasta su culminación en el “Día del Señor” siempre ha sido y será acompañada de sufrimiento. El misionero que ya está o entrará al campo de la misión transcultural o no, debe estar preparado para sufrir por su Señor. Hay un alto costo en ser discípulo de nuestro buen salvador. Jesús advirtió que debemos estar dispuestos a tomar la cruz y seguirlo. Para algunos no es agradable hablar de sufrimiento, prefieren la teología de la prosperidad. Por otro lado, la iglesia de Cristo ha visto siempre los cánticos del siervo como una profecía que se cumple perfectamente en el Señor Jesucristo. El Nuevo Testamento hace esa interpretación. Por lo tanto, la interpretación no viene directamente de la Iglesia, sino del mismo autor de los cánticos del siervo en Isaías: Dios mismo. No se niega que en primera instancia, el profeta tenía un mensaje que dar a su pueblo y especialmente a sus hermanos los del remanente que conformaron Israel. El mensaje

fue de bendición para esos tiempos, para los tiempos del Nuevo Testamento, para la Iglesia y para el futuro. Sin embargo, el cumplimiento perfecto queda en Jesucristo. El Nuevo Testamento ve claramente un cumplimiento de la profecía en Jesús y sus seguidores. Se citan los pasajes: en el bautismo de Cristo (Mc 1,11); con relación a sus milagros (Mt 8,17); sobre su humillación (Mt 12,18 ss.); y sus sufrimientos y muerte (Mc 10,45). San Juan, de hecho, resume el ministerio público de Jesús con un pasaje de los Cantos del siervo de Yavé (Jn 12,37-43). Esta interpretación que viene del mismo Jesús, vuelve a aparecer en la predicación de San Pedro después de Pentecostés (Hch 3,13,26; 4,27,30), y también en la primera liturgia cristiana (Fil. 2,7; 1 Pe 2,21 ss.). La interpretación colectiva también está presente. San Pablo se ve a sí mismo como el siervo que continúa el ministerio sufriente de Jesús (Hch 13,17; Gá 1,15; Ro 15,21).[9] Para los cristianos esta última interpretación que surge del mismo Jesús y del Nuevo Testamento es la que se sigue y debe seguirse. Por lo tanto, en la aplicación misionológica de los cánticos del siervo debe verse a la Cabeza del Cuerpo, Cristo, y al Cuerpo, en el mensaje que el profeta dejó escrito en su libro. Se debe admitir que entre los eruditos no hay, actualmente, un consenso generalizado acerca de la identificación del siervo. Shökel explica que hay varias posturas al respecto, pero que son cuatro las más importantes: “colectiva, individual, mixta y mesiánica”.[10] La interpretación colectiva a la que se refiere Shökel es la que ve a todo el pueblo de Israel como el siervo de Yahvéh. La interpretación individual ve a algún personaje histórico como el siervo, y se ha propuesto a Isaías, Jeremías, Ezequías entre otros como los siervos allí aludidos. La interpretación mixta, que arriba mencionamos como “personalidad corporativa”, es la que ve no un siervo, sino varios. Entre ellos: Israel como totalidad, un grupo selecto, el profeta, Ciro, incluso Dios mismo. Este acercamiento hace más justicia al contexto de los cánticos y ven el cumplimiento perfecto de estos poemas en la persona de Jesús (por lo tanto, también en su Iglesia). Y por último está la interpretación mesiánica que ve el cumplimiento exclusivamente en Jesús.[11] Como ya se ha podido ver en este trabajo se ha optado por la tercera interpretación. Primer cántico del siervo 42:1-9. 1

«Este es mi siervo, yo lo sostendré;

mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento. He puesto sobre él mi espíritu; él traerá justicia a las naciones. 2

No gritará, no alzará su voz ni la hará oír en las calles.

3

No quebrará la caña cascada

ni apagará el pabilo que se extingue: por medio de la verdad traerá la justicia.

4

No se cansará ni desmayará,

hasta que establezca en la tierra la justicia. Las costas esperarán su ley». 5

Así dice Jehová, Dios,

Creador de los cielos y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora en ella y espíritu a los que por ella caminan: 6

«Yo, Jehová, te he llamado en justicia y te sostendré por la mano;

te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, 7

para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos

y de casas de prisión a los que moran en tinieblas. 8

¡Yo, Jehová, este es mi nombre! A ningún otro daré mi gloria, ni a los ídolos mi alabanza.

9

He aquí, ya se cumplieron las cosas primeras y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a luz, yo os las haré saber».[12].

Generalmente este canto se ha relacionado con el pueblo de Israel. Robinson explica que se ha hecho así porque algunos creen que el cántico procede del cautiverio (550-538 a. C.). Por lo tanto, dicen, se da por comprobado el Deutero Isaías. Pero si “estas profecías fueron escritas al final del siglo VIII a.C., postura conservadora, el siervo puede ser el individuo, que en una visión, surge en medio de los dolores del ya iniciado cautiverio, de la misma manera en que Isaías vio a Emanuel surgir de la devastación de Asiria (cap. 7-8)”.[13] Robinson se inclina por esta segunda posibilidad ya que de esa manera cree que el libro tiene un solo autor.

Estructura del cántico. El pasaje se divide en dos partes: vss. 1-4 y 5-9. Algunos han sugerido que el cántico se encuentra en los primeros 4 versículos, pero la mayoría admite que se extiende hasta el vs. 9.[14] Claramente, el versículo 1 habla del papel misionero del siervo para las naciones. El evangelio no es clasista o sólo para unos cuantos. Aquí se incluye la universalidad del mensaje de Dios. “Las naciones”, es una expresión que incluye a los pueblos más remotos, o pueblos llenos de violencia y maldad. Para el profeta Isaías incluía Babilonia, la nación que los llevaría cautivos, también incluía a Asiria, la potencia mundial de ese entonces y que llevaría cautivos a sus hermanos en el reino del Norte, 722 a. de C. La implicaciones misionológicas en este cántico son enormes. El hombre y la mujer que responden al llamado de Dios deben saber que el Creador está interesado en todas las personas del mundo. Otro aspecto que de inmediato sobresale es la procedencia de la misión. “Este es mi siervo...” implica que Dios lo tiene como alguien especial. Si el siervo es especial, lo es también la obra. De manera personal y cariñosa Dios dice “es MI siervo”. Por eso, Dios se compromete a sostenerlo. Que implica esto, ¿se refiere al aspecto económico? Sí, se refiere a eso. Pero incluye mucho más. Las misiones requieren inversión económica, pero no debe limitarse a ese aspecto la intervención divina. Dios se compromete a sostener a Su siervo en todo. Él es el fundamento de la obra misionera. Dios controlará la salud, también a la familia. Dios se encargará de los resultados en el trabajo realizado con responsabilidad y sacrificio. Dios proveerá la protección necesaria en el lugar donde se realiza la misión, entre los paisanos o entre gente desconocida. No quiere decir que alguien debe pensar que se lanzará a las misiones sin haber realizado lo que le corresponde hacer. Dios no contradice su Palabra. El misionero debe hacer lo que debe hacer. Pero debe hacerlo dependiendo de quien sí lo puede sostener. En el versículo 6, Dios reitera su compromiso con su siervo. Agrega “de la mano” utilizando una figura paterna, alguien que está constantemente a su lado. Dios quiere que lo veamos como nuestro Padre, el único que puede proveer para toda necesidad del misionero y de las misiones. La misión tiene como característica la justicia, esa justicia que caracteriza a Yahvéh y que pide de su pueblo y de sus justos. En este punto se encuentra una referencia directa a Yahvéh Justo y que aplica la justicia (mispat, ver capítulo anterior en la sección de nombres de Dios). “El siervo de Dios, Israel, ‘proclamará el derecho a las naciones’ (42,1) y será ‘luz a las gentes’ (49,6). Este aspecto no ha cambiado, ni debe cambiarlo el ser humano que va a las misiones. En este siglo post moderno en donde se está imponiendo el relativismo moral, el misionero debe proclamar la justicia divina a todos aquellos hombres y mujeres que no andan derecho por el sendero de Dios. Cuando las demás naciones presencien la heroica paciencia de Israel y su completa transformación quedarán espantados y sin poder hablar (52,14; 49,7; 51,46;)”.[15] Esto quiere decir que el pueblo de Dios, que predica y demanda justicia, debe practicar la justicia. En aquel entonces, Israel estaba lejos de hacerlo. Pero llegará el día cuando el pueblo de Dios, Israel, cambie por obra divina y las demás naciones se asombren de su justicia. Hoy, el pueblo de Dios, la iglesia, ya tiene la justicia de Cristo. Por lo que debe practicarla y demandarla al mundo. ¡Ojalá! las personas que no tienen la justicia de Cristo vean en los misioneros la justicia de Dios, y que ella los deje sin poder hablar y admirados del poder transformador de Jesucristo. ¿A qué se refiere la palabra justicia? Se explica acerca del significado de “justicia”, en este contexto, lo siguiente: ... llevar el derecho a las naciones, e.d., el conjunto de normas jurídicas para la regulación de la vida social religiosa de Israel, y que han de ser participadas por las naciones gentiles. Y todo ello con un espíritu profundamente religioso. En una concepción teocrática de la sociedad, la palabra derecho tiene un sentido eminentemente religioso, porque la religión es el fundamento del derecho público y privado.[16] La justicia, o derecho como dice García Cordero, debe abarcar la totalidad del ser humano. En otras palabras, el cumplimiento de la misión debe hacerse pensando en cambios personales, familiares, laborales, mentales, emocionales, sociales, etc. Ningún aspecto del ser humano debe quedar aislado de la transformación que sólo Dios puede dar. Pero, ¿cómo se dará cuenta el hombre que tiene que hacer cambios y ajustarse a la justicia de Dios? Únicamente por medio del testimonio misionero, de

aquellos que ya han sido cambiados por el poder de Cristo, no hay otra forma. Las palabras deben estar respaldadas por el testimonio, la vida diaria. También, el siervo cuenta con el espíritu de Yahvéh. El siervo está revestido con el poderoso espíritu de Dios. No es esta una referencia a la tercera persona de la Santísima Trinidad. Esta revelación debe esperar al Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento “espíritu” puede interpretarse como “Dios ejerciendo su poder”. Simboliza la fuerza penetrante y misteriosa de Dios. ... A través del espíritu el siervo será un instrumento del poder ejecutivo de Dios” y del establecimiento de las promesas mesiánicas entre los gentiles.[17] El autor arriba citado tiene razón al decir que no se debe ver, a priori, a la Tercera persona de la Trinidad en ese versículo, tendencia muy común, porque el Antiguo Testamento no hace distinción de personas en la deidad. Por supuesto, que a la luz del Nuevo Testamento sí se puede ver al Espíritu Santo. Pero para el profeta era claro que el poder de Yahvéh estaría en el siervo. El poder de Yahvéh es indispensable para realizar la misión que se había encomendado al siervo. En un ambiente como el de Jerusalén y del mundo era necesaria la poderosa manifestación del Dios que veía necesaria la intervención de su siervo. La misión encomendada podrá realizarse en dependencia absoluta de Dios. Quien vaya a las misiones por sus propios esfuerzos fracasará. O será arrastrado por cualquier viento doctrinal, o sucumbirá ante la secularización del mundo. O puede que caiga en el afán del materialismo económico. Cuando el misionero depende de Dios, todo podrá presentársele como opción, pero él dirá NO. Pero el poder viene de Dios, el misionero se considerará siempre como un instrumento útil, y no el fin de la misión. Muchos siervos del Señor tienen “éxito misionero” porque han permitido que Dios actúe en ellos. En el lenguaje del Nuevo Testamento, han permitido que el Espíritu Santo los llene o controle, y han dejado a un lado su egoísmo. Gracias a Dios por ellos. Otra de las características del siervo de Yahvéh en este pasaje (vv. 2-4), es el cumplimiento de la misión con actitudes totalmente diferentes a los empleados por los seudo siervos. Su trabajo se ha llamado silencioso y discreto[18] porque “en lugar de la violencia, la mansedumbre y la paz le servirán para obrar salvación”.[19] Su actividad misionera será tan persuasiva y suave, que no romperá la caña cascada ni apagará la mecha que se extingue (v. 3), e.d., no obrará violentamente destruyendo los gérmenes de bondad y de espiritualidad que encuentre. Los gentiles son la caña cascada y la mecha que se extingue, por su debilidad espiritual. La labor del siervo será la del médico, que cura y restaña (detener la sangre) las heridas y flaquezas humanas (cf. Mt 9,13). No condenará, pues, a los paganos, sino que los reanimará y levantará de nuevo, ...[20] La misión de Dios debe desarrollarse de manera diferente a lo que el mundo pecador está acostumbrado. El ejemplo lo da el siervo de Yahvéh. Ya las naciones, cuales sean, tienen dictadores violentos, que arrebatan e imponen sus deseos y voluntad sobre los demás. Dios tiene una nueva manera de obrar con su enviado, su siervo cumplió perfectamente, y sus enviados deben también esforzarse por cumplir. La misión de Dios no es aplicar los métodos de la inquisición a los hombres hundidos en la idolatría y las religiones, sino presentarles la verdadera fe que Yahvéh en su siervo ha establecido. La misión también es de alcance mundial, no se limita a un grupo o a un territorio específico. Aquí el profeta (v. 4) entiende que Israel no es la única beneficiaria de la restauración de Yahvéh. El siervo de Yahvé, Cumplirá su misión sin desmayar... hasta que su predicación del derecho se extienda a toda la tierra, pues las islas (e.d.), los países lejanos costeros, símbolo del mundo pagano) esté esperando su instrucción, su ley. La labor del siervo será dura y difícil, pero él no se fatigará ni desistirá en su cometido.[21]

La obra misionera requiere perseverancia. Todos los redimidos por la sangre preciosa de Jesús son llamados a cumplir con la Gran Comisión. Por lo tanto, todos son misioneros. Pero la obra no debe hacerse un tiempo y dejarla a un lado después. Hemos sido enviados a este mundo para desarrollar durante toda nuestra vida la tarea de llevar el evangelio de salvación. No hay vacaciones. No se debe dar lugar al cansancio, al aburrimiento, a la derrota. Las circunstancias en el campo misionero pueden estar mal, pero ese aspecto no justifica dejar de trabajar para nuestro Señor, el Dueño de la misión. Nuevamente, Dios es quien dice que no se cansará ni desmayará. Es decir, Él se compromete a fortalecerlo, a animarlo, a sostenerlo en todo. ¿Alguien se siente frustrado porque no ha logrado los resultados trazados en la obra? Vuélvase a Dios y renovará las fuerzas para seguir. ¿Alguien cree que ya trabajó lo suficiente en las misiones, en el pastorado o en otro ministerio? Recuerde que Dios le dice que todavía tiene mucho por hacer. Todos somos útiles, todos podemos contribuir en el ministerio encomendado. La segunda sección del cántico (v. 5-9) se introduce por el v. 5 que se le ha llamado “oráculo introductorio”[22] en donde Yahvéh se presenta como el Creador, aquel que trae a la existencia todo lo que existe. Por tanto, puede traer a las naciones a una nueva creación redimida y totalmente cambiada por medio de su siervo. Luego a los vv. 6-9 se le ha llamado “luz a las naciones” porque la obra del siervo, aquí más individualizado que en la sección anterior, es de carácter global en donde La convocación divina es una misión universalmente redentora ... La misión del siervo es producir un “pueblo del pacto” (heb.: ´am berit) y una raza espiritualmente renovada ... para lograrlo sacará de la cárcel a los presos (7) del egoísmo y el pecado, de modo que sus ojos puedan contemplar lo que su esperanza ha abrazado (Zac. 9:11).[23] De modo que la obra del siervo de Yahvéh alcanza y logra lo que nadie ha podido hacer porque los versículos 7 y 8 mencionan la realidad de las personas: están en tinieblas y buscan ayuda en los falsos dioses. Debido a la ceguera del ser humano, el siervo de Yahvéh debe intervenir para que todas las naciones den la gloria y alabanza a aquel que sí las merece, “el propósito divino en la historia es el establecimiento del gobierno de Dios en los corazones de los hombres que por ello pueden realizar la justicia, la paz y la libertad”.[24] La realidad del mundo es penosa. Está hundido en el pecado y sus diversas manifestaciones. ¿Cómo se puede ayudar? Sólo hay una forma: cumpliendo la misión divina. La ceguera espiritual, o incluso la física, puede ser solucionada por la intervención del siervo de Dios. No por poder del siervo, sino por poder del Amo. La gente del mundo piensa que puede solucionar sus problemas confiando en los demás hombres, o confiando en las cosas que se inventan para el bienestar humano. Pero, no lo logrará. Hay que llevarlos al único Libertador: Dios. Millones de personas están prisioneras, hay que liberarlas con Cristo. Hay mucho por hacer. La gente está desesperada, por eso se han multiplicados las sectas. Misionero cumplamos el ministerio.

[1] Mervin Breneman, La Misión en Isaías, Bases Bíblicas de la Misión, perspectivas latinoamericanas. Ed. por René Padilla, (Buenos Aires, Argentina: Fundación Kairós, 1998), pág. 171. [2] Carroll Stuhlmueller, Conoce la Biblia: Antiguo Testamento, Isaías 40-66, tomo 20, ,pág. 18 (205 págs). [3] Mervin Breneman, Bases Bíblicas de la Misión, La Misión en Isaías, pág. 171. [4] Ibid., págs. 171-172.

[5] Carroll Stuhlmueller, Conoce la Biblia: Antiguo Testamento, Isaías 40-66, tomo 20, pág. 19. [6] James Muilenburg, The book of Isaiah, Capthers 40-66, The Interpreter´s Bible in twelve volumes, Volume V, Editors George Arthur Buttrick, Walter Russell Bowie, Paul Scherer, John Knox, Samuel Terrien, Nolan B. Harmon, (Abingdon Press, New York: 1956), pág. 565. [7] Carroll Stuhlmueller, Conoce la Biblia: Antiguo Testamento, Isaías 40-66, tomo 20, pág. 19. [8] Ibid., pág. 21. [9] Ibid. [10] Luis Alonzo Shökel y J.L. Sicre, Nueva Biblia española, Profetas, Isaías-Jeremías, pág. 273. [11] Ibid., págs. 273-275. P.E. Bonnard (1972) fue quien propuso el acercamiento de interpretación mixta y quien se opuso a la interpretación de Duhm quien veía los cuatro cánticos del Siervo como totalmente aislados de su contexto y homogéneos entre sí, Duhm fue quien hizo la división del Segundo Isaías, 40-55, y el Trito Isaías, 56-66, en 1892, y con ella complicó las interpretaciones que se habían propuesto, y provocó discusiones que hasta la fecha continúan. [12] Reina-Valera 1995—Edición de Estudio, (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998. [13] Jorge L. Robinson, El libro de Isaías, (Grand Rapids, Michigan: T.E.L.L., 1978), trad. por Guillermo Kratzig, pág. 125. [14] Carroll Stuhlmueller, Conoce la Biblia: Antiguo Testamento, Isaías 40-66, tomo 20, pág. 4849. [15] Ibid., pág. 17. [16] Maximiliano García Cordero, Biblia Comentada, Libros Proféticos, Tomo III, pág. 265. [17] Carroll Stuhlmueller, Conoce la Biblia: Antiguo Testamento, Isaías 40-66, tomo 20, pág. 51. [18] James Muilenburg, The book of Isaiah, Capthers 40-66, The Interpreter´s Bible, pág. 465. [19] Jorge L. Robinson, El libro de Isaías, pág. 125. [20] Maximiliano García Cordero, Biblia Comentada, pág. 265. [21] Ibid. [22] James Muilenburg, The book of Isaiah, Capthers 40-66, The Interpreter´s Bible, pág. 467. [23] Ross E., Price, Comentario Biblico Beacon, Tomo IV, Los profetas mayores, Isaías hasta Daniel, (Kansas City: Casa Nazarena de Publicaciones, s.f.), pág. 177. [24] Ibid., pág. 176. Para encontrar más artículos escritos para FAM, busque en la página web www.famiter.org

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