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de su formación religiosa, niegan estar afectados por el pecado. Y otros están ... Tiene su sede en Jatibonico, Sancti Spíritus, Cuba. Usado con permiso.
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LO QUE LA BIBLIA DICE ACERCA DE: EL PECADO Por M. Ramón de Corte El pecado es fácil de reconocer pero difícil de definir. Muchas personas admiten haber cometido pecados, pero se esfuerzan porque les reconozcan sus buenas obras; y aun creen que éstas compensan los errores que han cometido. El criterio humano acerca del pecado es muy limitado; porque prevalece la tendencia a creer que sólo lo que hacemos corporalmente es lo malo. Existen otros que, por razón de su formación religiosa, niegan estar afectados por el pecado. Y otros están dispuestos a admitir su pecado de forma general, pero se ofenden cuando se les acusa de algún pecado específico. La tendencia humana en general es minimizar, disimular, o negar el pecado. ¿Qué dice la Biblia acerca de esto? Mucho ciertamente. Solo Dios define exactamente lo que es el pecado. Este va mucho más allá de las acciones. Afecta la mente y el corazón. Todo lo que hacemos, lo que sentimos; todos nuestros deseos y anhelos más profundos; todas nuestras motivaciones, está corrompido por el pecado. (Romanos 3:10-18). No en vano la Biblia dice que el estado natural del hombre es: muerto en delitos y pecados (Ef. 2:1,5). Consecuentemente el hombre no necesita una mejora; necesita ser resucitado. Pero esta es la obra de Dios, no la nuestra. El criterio de Dios desmantela la presunción humana. Aun nuestras mejores acciones son abominación para Dios (Isaías 64:6). No es que hagamos todo el mal posible y de la forma más intensa, sino que nada de lo que hacemos es bueno; porque no lo hacemos para la gloria y la honra de Dios. ¿A dónde nos lleva el pecado? La Biblia enseña que nos lleva a la condenación y a la muerte espiritual eterna, más allá de la muerte física (Ro. 6:23; Ap. 20:14-15). No nos dejemos engañar, todo lo que no proviene de fe, es pecado (Ro. 14:23) así que necesitamos desesperadamente que nuestro pecado sea borrado, porque a causa de él no alcanzamos la gloria de Dios (Ro. 3:23). Esta naturaleza pecaminosa, heredada de nuestros padres (Adán y Eva), afecta de manera radical nuestra vida diaria y sobre todo nuestra relación con Dios; la cual se halla rota, así como las demás. Cuando el hombre cayó en pecado, rompió sus relaciones en cuatro niveles: con Dios, consigo mismo, con el prójimo y con la creación. Para que la vida del hombre sea aceptable a Dios todas estas relaciones deben ser restauradas y nuestro pecado removido. ¿Pero cómo? Dios ha provisto un santo remedio: Jesucristo. Vea nuestro próximo artículo acerca del perdón. Este escrito es una contribución del grupo de autores evangélicos cubanos denominado “Pluma Evangélica”. Tiene su sede en Jatibonico, Sancti Spíritus, Cuba. Usado con permiso ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.

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