Leo Mayer.“Quise dejar el tenis porque no aguantaba los dolores ...

12 ago. 2014 - Leo Mayer ama el río, la pesca, las lanchas. Es su cable a tierra. Cuan- do se encuentra en el país, los vier- nes por las noches, sabiendo que.
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entrevista

| Martes 12 de agosto de 2014

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aminando, con las manos en los bolsillos, por las pasarelas de la marina de Liceo Naval, frente al estadio Monumental, Leonardo Mayer se olvida de la raqueta. Deja de lado que hasta hace un rato, antes de ducharse, estaba ensayando latigazos en la cancha de cemento. Es que el agua lo pierde, lo templa. “¿Saldrán dorados acá?”, bromea el Yacaré, el hombre de 27 años que hace menos de un mes, tras lograr su primer ATP en Hamburgo y ante David Ferrer –nada menos–, aunó elogios de sus rivales argentinos y extranjeros. Hermanó felicitaciones de personalidades muy disímiles. Y lo hizo desde su sencillez, desde su falta de malicia o dobles intenciones. Hoy, el correntino es el número 26 del mundo y, ante la inactividad de Juan Martín del Potro, es el mejor posicionado del país en el circuito y la carta principal para la Argentina en su intento de no abandonar el Grupo Mundial de la Copa Davis, ante Israel, en septiembre, en una sede que todavía aguarda confirmación. “Noté el cariño, sí. Fue lindo. No sé por qué pasó, no te lo sé explicar. Creo que porque no tengo maldad, no tengo mala onda con nadie, me llevo bien con todos y trato de ser lo más transparente posible. Me han mandado un montón de mensajes. El que más me emocionó fue el de Gaby Sabatini, por ejemplo. Ella estuvo apoyándonos en la época de juniors. Me escribió lindas palabras. No lo esperaba; hacía años que no hablaba con ella. Fue algo increíble”, describe Leo, baja la vista y le da un mordisco a un tostado de jamón y queso. Es tímido, Leo, pero muy ocurrente cuando se suelta. Les suele escapar a los flashes. Cuenta que, en la calle, desde hace un tiempo lo reconocen más, pero añade que por ahora no se incomoda. “Cuando me estoy entrenando me doy cuenta de que ahora hay más gente que se acerca a verme. En la calle también me piden fotos. Tampoco es que soy famoso (sonríe). Hasta ahora siempre fue con respeto”, agrega Mayer. –Todo te costó desde junior; hasta armabas los calendarios por la cercanía de los clubes y no por tu conveniencia deportiva. Por todo ello, ¿hoy valorás tu presente mucho más? –Sí, es verdad, porque jugaba en Corrientes, Resistencia o Misiones en los torneos nacionales. Yo no jugué el circuito Cosat en América del Sur. Recién lo jugué a los 16 cuando la Asociación Argentina me apoyó, y con 18. Pero antes, nunca. Era complicado armar las giras. Tengo tres hermanos y era difícil para mi familia mantener toda mi carrera. El tenis es caro realmente. Pero me dieron todo en mi casa como para que lo pudiera practicar y lo hacía contento. Le costaba un montón a mi papá. Él trabajaba en un banco y mi mamá es docente, sigue trabajando en un colegio. Era muy caro viajar en la Argentina. A los 15, 16 años empecé a viajar a Resistencia a entrenar-

Mayer, en Núñez, antes de viajar a los Estados Unidos; tener salud y disfrutar la vida, las claves de su explosión

Leo Mayer. “Quise dejar el tenis porque no aguantaba los dolores” El N° 26 del mundo disfruta de su mejor momento tras superar un calvario por una lesión en la espalda; será la carta principal en la Copa Davis para evitar el descenso Textos Sebastián Torok | Fotos Fabián Marelli

me con Rubén Ré (fallecido el año pasado); era casi lo mismo que estar en Corrientes, porque son 20 kilómetros. Me iba todos los días en colectivo; me tomaba uno al centro y otro hasta Resistencia. Pero comía siempre en mi casa a la noche. Aprendí un montón de cosas con Rubén. Es una lástima que ya no esté, una ca..., pero se dio así la vida. –Otro de tus grandes sufrimientos fue el osteofito (mezcla de cartílago y hueso) que te encontraron en la espalda y frenó tu carrera. Incluso, el año pasado en Indian Wells no pudiste salir a jugar contra Rafa Nadal por-

que te quedaste duro antes del partido, ¿verdad? –Sí. Quise dejar el tenis porque no aguantaba los dolores. No quería saber nada más. Era tan doloroso e iba cambiando de lugares, no era en una zona en particular. Como digo, medio en serio medio en broma, tengo un buen motor pero no aguanta el chasis (sonrisas). La pasaba muy mal. Mal, mal. No dormía durante días, se me caían las lágrimas, tenía que tomar calmantes para dormir. Quizá me calmaba, empezaba a entrenarme y volvía el dolor. Ahora estoy bien, ojalá que aquello sea algo del pasado. Probamos de todo con

los médicos. En muchos momentos dije ‘no aguanto más’, pero tuve gente que me apoyó y arranqué otra vez. Era frustrante, porque empezaba a jugar y tenía que frenar. Hubo una pretemporada en que estaba avanzado y ¡pum!, otra vez para atrás, un mes parado. No podía ni manejar por el dolor. Era horrible. –Otro obstáculo se produjo el 31 de diciembre de 2012, cuando te quemaste la mano derecha con pirotecnia... –Sí, fue mucha mala suerte. Porque nunca me había pasado nada, toda la vida tiré cuetes con mi papá, tengo precaución. Pero hizo algo raro la

bengala, se prendió fuego abajo, no salieron las luces y me quemó toda la mano. Sufrí un dolor impresionante. No lo podía creer. Era a las once y media de la noche, fuimos corriendo al hospital, me vendaron y quedé con toda la mano ampollada. Por eso ahora disfruto mucho este momento. Ya estaba contento por tener salud y jugar libremente, y llegaron estos resultados. Ahora el cuerpo me deja. Ahora, cuando no practico es porque yo no quiero y no porque la espalda no me deja. Empecé bien en Australia, porque nunca había ganado ni un partido y esa vez le gané con un buen tenis a Montañés y perdí con Djoko-

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vic. Y desde ahí empecé a jugar bien, yo lo noté, estaba bien de físico, de tenis y de ánimo. Vino la final de Viña del Mar (perdió con Fabio Fognini), que no la disfruté porque me agarró un virus y la noche previa me la pasé vomitando. Pero era mi primera final. Llegó Roland Garros, que me encanta, donde siempre juego bien, y pude hacer tercera rueda. Volví a Buenos Aires, me hice un pequeño desgarro y me fui a Wimbledon casi sin entrenamientos, pero llegué a los octavos de final. Lo fundamental, estar bien con la vida. Después, en Hamburgo, le gané a Ferrer. Es realmente soñado. –¿Qué cambios hiciste en tu estrategia y en los golpes? –No, ninguno, es sólo cuestión de vivir bien la vida y disfrutar, ahí está el cambio. No me estoy entrenando ni más ni menos que antes; igual. Cuando uno está bien afuera, dentro de la cancha estás mucho mejor. Obvio que hay que estar entrenado. Mi objetivo, alguna vez, era tratar de bajar a los 40 de ATP y ganar un torneo. Ya lo pude hacer, así que ahora vamos a ver cómo sigo. El tenis es muy cambiante, muy exigente, difícil. Ahora empecé a estar más contento que antes (sonrisas). –La Argentina, en la Davis, tiene un desafío muy importante en un mes. Y estarás allí como referente y singlista 1. Tu última actuación fue hace un año (en la caída 3-2 ante los checos, por las semifinales, en Praga). ¿Ya pensás en el regreso? –Si se pierde se va a la B, como se dice. Es importante, pero es un partido más, es el tenis, puede pasar cualquier cosa. Ojalá que me llamen. Si lo hacen yo estoy disponible. Ya le dije a Martín (Jaite, el capitán), “Si me llamás yo estoy disponible”. Se lo dije en enero (por la serie ante Italia, que el equipo albiceleste finalmente perdió 3-1). Así que ya saben que yo estoy. –No enfrentaste a Dudi Sela, el singlista 1 de Israel, pero sí tenés una buena relación. –Sí. Jugamos un dobles juntos una vez y nada más. Es muy buena onda. Vi que hace unos días saludó a Karlovic parándose en una silla, porque no llegaba. Y cuando jugamos juntos fue contra Sam Querrey (1,98m) e Isner (2,08m) y él tenía que saludar saltando; es muy gracioso. Pero es duro como jugador. Ellos tienen un buen equipo. Igual yo no voy como referente. Voy como jugador número 1 por el ranking, pero nada más. Referentes eran otros, nosotros somos de otro tiempo. –¿Qué tiempo es este? Hay buena cantidad de jugadores entre los 60 o 70 del mundo y los 200. –Meterse entre los cien primeros es más difícil que antes. Pero hay muchos jugadores, eso es lo importante, que se siga sacando. La Argentina se malacostumbró con la camada de jugadores de la Legión. Eso no era lo normal, tener tres o cuatro top ten. Era imposible. Los españoles hoy tienen a dos y eso ya es difícil. Menos mal que tenemos a

Del Potro, que es lo mejor de lo mejor, tenemos un buen top ten. –Sos uno de los argentinos que más se entrenaron con Juan Martín, al menos hasta antes de la cirugía. ¿Cómo vas observando su rehabilitación? –Sí, sí. Ojalá que vuelva bien. La Argentina necesita a Del Potro. Yo lo conozco desde hace mucho tiempo, tengo una muy buena relación, hablamos. Lo respeto muchísimo como jugador, porque es muy grande. Ojalá que vuelva ya, la Argentina necesita que vuelva ya.ß

opinión

Una persona sencilla en el gran circuito Leonardo Alonso (*) PARA LA NACION

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ayer es muy buena persona. No se despega del ritmo correntino; le encanta que las cosas vayan tranquilas y no con el ritmo alocado de Buenos Aires. Es un tipo que cae muy simpático. En once años de trabajo hicimos unos 150 viajes juntos y jamás tuvimos un problema personal, ni una vez. Es demasiado llano y buena gente. Con este ascenso en el ranking y el cambio de escenario en el circuito, nos modifica el calendario automáticamente, porque tiene otras obligaciones. Se deberá trabajar en lo mental, porque cuando estás 80 del mundo y vas a un Grand Slam, ves si el preclasificado te toca en la primera o en la segunda rueda, pero ahora el preclasificado es él. Tiene que superar la presión de pensar ‘Ahora no puedo perder con cualquiera’. No sé cómo lo observarán ahora los rivales, porque en los top 100 la competencia es altamente pareja; sí es distinto si sos top 10. Cuando juega un 50 del mundo contra un 5 y llegan los momentos de cerrar el partido, generalmente al 5 no se le va. Está basado en las realidades. Te sube el ritmo cardíaco, sentís que el brazo es de yeso o como que se te cuelga alguien del codo y no te permite soltarte. Vamos a trabajar mucho con Leo en ese aspecto. Él sólo tiene que preocuparse en jugar.ß

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Pesca, río, lanchas y el bulldog Nelson, las debilidades del Yacaré Cada vez que está en el país, Mayer pasa gratos momentos embarcado y junto con su novia: “Te olvidás del mundo” Leo Mayer ama el río, la pesca, las lanchas. Es su cable a tierra. Cuando se encuentra en el país, los viernes por las noches, sabiendo que no se entrena ni sábado ni domingo, se acuesta temprano porque a las seis –o antes también– suena el despertador para ir a Zárate. “Me vuelve loco la pesca. Todo el mundo me dice ‘estás mal, tan temprano salís’. Pero para mí es lo mejor que hay ir al río. A veces voy con mi novia (Milagros), mi cuñado o algún amigo. A mi novia no le gusta ir tan temprano, yo soy muy kamikaze. Digo, ‘bueno, chau’ y me voy. Me llevo el mate, algo para comer y al río. Hasta la parrilla llevo en la lancha; bajo en la costa y hago el asado. En el verano me puedo quedar todo el día arriba de la lancha y vuelvo a las 8 de la noche, que todavía hay luz. Volvés cansadísimo, pero con una alegría... Aunque no pesque nada. Es como que te olvidás del mundo, pongo la radio, escucho, llevo el celular por si la lancha no me anda y tengo que llamar a alguien para que

me venga a buscar (lanza una carcajada). No me pasó por ahora, espero que nunca me pase, sería horrible. Tengo lancha y me quedo muchas horas. Soy tan pescador porque lo heredé de mi viejo. Cuando estoy en Corrientes hago pretemporada, hago doble turno y más de cinco horas por turno (sonríe). A la mañana con mi viejo y a la tarde con mi hermano. No me aguantan el ritmo de la pesca (sonrisas)”, cuenta Leo, sin pausas, con el rostro iluminado. Como todo buen pescador reconoce que es algo fabulador. “A veces hay que mentir también. Porque hay otro que te saca siempre uno más grande y hay que igualarlo de cualquier forma”, bromea. ¿Y qué pesca? “Doraditos. Pero es para Winston-Salem y US Open Mayer viajará en las próximas horas a EE.UU. para actuar en el ATP 250 de Winston-Salem (desde el lunes) y en el US Open (desde el 25).

divertirme, no como el pescado, lo saco y lo devuelvo. Es un hobby. Me desconecta. Te vas del mundo, no te jode nadie, sólo hay ruido de alguna lancha que pasa. A veces, cuando no hay pique, también voy a navegar un buen rato; para un lado, para el otro, tranquilo. En el exterior nunca pesqué, lo tengo pendiente; tampoco lo hice en mar”. No sólo los familiares acompañan a Mayer al río. También Nelson, un bulldog ingles inquieto, de un año y seis meses, que un amigo les regaló a él y a su novia. Es una de las debilidades del tenista: “Lo llevo en la lancha. Cuando vamos en verano lo tiro al gua; no nada muy bien, pero yo me meto al lado y lo ayudo. Es nuestro compañero. Duerme en la cama y todo. Es el dueño de la casa, maneja todos los tiempos a la noche, avisa cuando se quiere ir a dormir, llora, todo. Es hermoso, me encanta. También lo llevo en el auto, lo ato y sabe todo”, dice Mayer, un muchacho de perfil bajo que disfruta de su mejor momento.ß

(*) Entrenador de Mayer

El Yacaré Mayer en la marina de Liceo Naval, en el puerto de Núñez