Leandro Erlich en el Reina Sofía

22 ago. 2009 - doctorado sobre la obra de ficción de María Rosa Lojo y avanzar en la traducción al tailandés de su novela. Finisterre, para lo cual cuenta con.
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POR EL MUNDO GRITOS Y SUSURROS

Qué están leyendo » Alejandro Viola

De qué habla la gente de la cultura cuando casi nadie la escucha

SOSTIENE PEREIRA, DE ANTONIO TABUCCHI.

“Es un texto muy rico por cómo está escrito y por los temas que nos plantea: el compromiso ético de la prensa, la censura de los gobiernos, el abuso de poder, la libertad, el miedo a la muerte.”

Leandro Erlich en el Reina Sofía POR ALICIA DE ARTEGA De la Redacción de La Nacion

DE RUSIA CON AMOR. El concierto “De Rusia a la Argentina con escalas”, realizado el lunes 10 en la residencia del Embajador del Brasil, Mauro Vieira, a beneficio de la Fundación Teatro Colón, reunió a más de cuatrocientas personas. Entre los habitués de estos encuentros solidarios se vio a Mirtha Legrand, el embajador de Francia, Frédéric Baleine du Laurens, Jeannette Arata de Erize, Luis Ovsejevich, Frank Marmorek, Gino Bogani, Teresa Bulgheroni, Carlos Herminio y María Blaquier, Dalila Puzzovio, Thomas Kelly (encargado de negocios de la embajada de los Estados Unidos), Santiago del Sel, Mercedes von Dietrichstein de Zemborain e Hiroko Mukoyama. La reunión comenzó con unas palabras de Rodolfo Ceretti, presidente de la Fundación, y de Alejandro Cordero, organizador de la velada, que dedicó el recital a la memoria de Marta de Corral. En su discurso de apertura, Cordero presentó al tenor argentino Carlos D’Onofrio y a la pianista rusa Ekaterina Venchikova y habló sobre la historia de amor que une a estos músicos. D’Onofrio y Venchikova volvieron al país para casarse, después de vivir un tiempo en Rusia, donde desarrollan sus carreras: ella es pianista del Teatro Mariinsky y él ya hizo su debut en una producción de la misma institución. La pareja había participado el año pasado en varios recitales a beneficio de la Fundación. En esta oportunidad, interpretaron juntos el aria “Ya lyublyu vas” de la ópera Eugène Onéguine, de Tchaikovski. El resto del programa incluyó fragmentos de La Rondine, de Puccini, I Puritani, de Bellini, Les Pêcheurs de perles y Carmen, de Bizet, entre otros. También, bellas composiciones en portugués de Santoro y Villa-Lobos, interpretadas por Ana Durañona. Participaron las sopranos Rocío Arbizu, Gabriela Ceaglio y Marina Silva, el tenor Duilio Smiriglia y los barítonos Sebastián Sorarrain y Fabián Veloz. El cierre fue el momento más emotivo: Gustavo Feulien, acompañado por los cantantes y hasta por el público, entonó “El día que me quieras”. La tanguera Cheché Cacchione subió al escenario para acompañarlos.

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macanudoliniers.blogspot.com

LOJO EN TAILANDÉS. Acaba de llegar a la Argentina Pasuree Luesakul, una joven tailandesa de la Universidad de Chulalongkorn, especialista en Literatura Hispanoamericana. Aunque no descarta el interés turístico, los motivos fundamentales de su viaje son otros: terminar su tesis de doctorado sobre la obra de ficción de María Rosa Lojo y avanzar en la traducción al tailandés de su novela Finisterre, para lo cual cuenta con el apoyo del Programa Sur de la Cancillería Argentina. “¿Qué se siente ante la perspectiva de una traducción sobre la cual le va a ser imposible opinar?”, le preguntó un colega a la escritora. Lojo respondió: “Estoy segura de que Pasuree lo expresará todo del modo más bello y diáfano posible. ¿O se puede esperar otra cosa de alguien cuyo nombre de pila significa ‘Brilla como el cristal’?”

d ÍDOLO DE LOS NIÑOS. León y Benita, los hijos de los poetas Santiago Llach y Marina Mariasch, asistie-

ron a la presentación de la antología de nueva poesía argentina, editada por Perceval Press. Los niños no estaban interesados en los autores sino en el director del sello editorial, que viajó especialmente al país para participar en el acto realizado en el Centro Cultural de España en Buenos Aires. Fanáticos de Viggo Mortensen, el actor que interpretó a Aragorn en El señor de los anillos, los chicos le pidieron autógrafos y besos al galán de Hollywood. Además de Llach y Mariasch, estuvieron Washington Cucurto, Martín Gambarotta, Fabián Casas, Gustavo López, Juan Desiderio, Damián Ríos, Francisco Garamona y Patricia Suárez. En medio de la lectura de poemas, Viggo –que usaba una camiseta de San Lorenzo– salió de su imperturbable estado de concentración y retó al público: “Por favor, apaguen los celulares”. Después, mucha gente le pidió al actor que le firmara un ejemplar. Entre ellos, la presidenta de su club de fans argentino, que le hizo firmar una bandera de la agrupación. © LA NACION

s o no es? Con la obra de Leandro Erlich (Buenos Aires, 1973) siempre se plantea la misma cuestión, que genera cierta incomodidad. La inquietud de quien nos interpela desde la simulación y los efectos ópticos acerca de la naturaleza misma de la realidad. Esto sucede con La Torre, la instalación que se exhibe en la plaza seca del Reina Sofía de Madrid, punto neurálgico de la ampliación firmada por Jean Nouvel. Está montada a metros de la famosa Pincelada, emblemática escultura pop de Roy Lichtenstein. La Torre, producida especialmente para el Reina en 2008, es un edificio de pisos que funciona como un periscopio. El dispositivo de espejos permite al espectador de la planta baja ver lo que sucede arriba, donde parece que las personas están flotando en el espacio, cuando en realidad están paradas. Desde que fue instalada, a comienzos de este año, la gente hace cola para visitarla y por tres veces ha sido prorrogada la cesión de este “comodato” extraordinario. El joven Erlich tiene la bendición de crítica y público. Es uno de los artistas latinoamericanos de mayor prestigio internacional, con dos bienales de Venecia en su haber y obras en colecciones públicas y privadas. Su obra activa un circuito poco explorado, cercano al trompe l’oeil, pero con un grado tal de sofisticación tecnológica que la cuota de credibilidad que prodiga ese “trampaojo” es proporcional a la perfección de la realización. Un detalle fallido y el juego de la simulación no funciona. Antes de La Torre, Erlich presentó en la Bienal de Venecia La Pileta, una caja implantada en la tierra que simula ser una piscina llena de agua, aunque sólo tiene una tapa de metacrilato y una delgada capa de agua. Desde afuera, la impresión es que la gente que entra en la pileta queda sumergida en el fondo, cuando en realidad camina por un espacio vacío. Desde los años noventa, Erlich no para de sorprender. En Le cabinet du Psychoanalyste (Fundación Proa 2009), extasiaban el montaje perfecto y la situación especular, que permitían al observador sentarse en el diván, ser parte del juego y descubrir el truco al mismo tiempo. Ninguna de sus obras podría ser explicada sin la participación del espectador; sin él no hay trampa, no hay ilusión. Nada es lo que parece ser, ésa es la lección. Erlich, mago del artificio, convierte en fantástica la experiencia cotidiana y hace del espectador un performer inesperado. Sábado Sábado22 22de deagosto agostode de2009 2009| Iadn adn|I 3