LAS PRÁCTICAS URBANÍSTICAS 1 Alberto CIGNOLI. Profesor Titular ...

Cuando se rastrean los factores que originan el urbanismo moderno se detectan, ... El urbanismo tenía entonces como objeto, a través de planes reguladores y ...
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LAS PRÁCTICAS URBANÍSTICAS 1 Alberto CIGNOLI. Profesor Titular Taller de Urbanismo “A”. 1984/ 2008. FAUD. UNMdP Sumario: Evolución. Proceso social de acumulación, configuración espacial y prácticas urbanísticas. La gestión urbanística en nuestra realidad. El papel del urbanista. La realidad y la práctica profesional concreta. La articulación entre el urbanismo y la arquitectura.

Evolución Durante la segunda mitad del siglo XIX -consolidación del modo de producción capitalista y de la expansión de la industrialización y sus efectos- la ciudad deviene preocupación general. Cuando se rastrean los factores que originan el urbanismo moderno se detectan, por un lado, intenciones de codificación, de orden estético y de higiene pública y por otro, la influencia de las utopías sociales en boga en la época. El urbanismo tenía entonces como objeto, a través de planes reguladores y reglamentaciones, dictar las normas -garantizando su aplicación- que aseguraran las condiciones indispensables para que los asentamientos humanos sobrevivieran y se desarrollaran en la sociedad industrial. Dichos principios guiaron el urbanismo de la primera mitad de este siglo. El planeamiento del uso del suelo sería su expresión principal pero no la única; además de la clasificación de las actividades y las de su localización, se definieron los medios para asegurar la higiene de las ciudades: la aireación, el abastecimiento de agua, los desagües, la implantación y desarrollo de parques y paseos públicos, etc. En la Carta de Atenas (CIAM, 1933) se fijaron los cánones del urbanismo moderno, entre los cuales no se omitieron ni los valores estéticos, ni la preservación de los vestigios del pasado. Después de la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias, el urbanismo se torna menos totalizador, las acciones se orientan más hacia la programación de equipamientos públicos y operaciones de mayor complejidad -parques industriales, grandes conjuntos habitacionales, renovación urbana, ciudades nuevas- y menos a la formulación de planes globales y detallados. Estas intervenciones tienen alcances cada vez más vastos, las ciudades ya no son el ámbito del Plan, se programa para la aglomeración, el área metropolitana, son operaciones que trascienden las jurisdicciones político-administrativas locales, surgen y se desarrollan los planes metropolitanos o regionales urbanos. El dinamismo de las transformaciones socio-espaciales y la complejidad de los problemas presentados hicieron perder vigencia al master-plan o plan director como instrumento de intervención pública, dando lugar al nacimiento de los denominados planes o esquemas estratégicos, que resultan más adecuados para encarar el tema de que se trata: La gestión técnico-económica de grandes espacios urbano-territoriales. El Estado interviene fundamentalmente, en dos formas: a) “estructurando “y “organizando” el espacio mediante la programación de infraestructura y grandes equipamientos y b) normando y controlando las acciones de los actores y agentes "privados".

Proceso social de acumulación, configuración espacial y prácticas urbanísticas. Los estudios actuales sobre historia de las ciudades proveen de una visión retrospectiva de su evolución, que permite el intento de relacionar estadios del proceso social de acumulación, patrones de configuración espacial y prácticas urbanísticas. 1

El texto que antecede a El papel del urbanista, ha sido extraído de CIGNOLI, A. y otros: La cuestión urbana en el posfordismo. Rosario, Homo Sapiens, 1997.

Las ciudades sedimentan los vestigios de las sucesivas transformaciones operadas en la. geografía de la producción, de las inversiones inmobiliarias, de la vivienda, del consumo colectivo. Cada corte histórico registra imágenes del pasado y de los respectivos contextos espaciales. Esquemáticamente, se puede afirmar que el urbanismo de las primeras décadas estaba determinado todavía por la lógica del capitalismo concurrencial y la gran ciudad fabril, que organizaba en torno a las actividades manufactureras, la localización de los servicios complementarios y la vivienda. Es de señalar, en los planes urbanos de la época la preocupación por el transporte y el alojamiento de la mano de obra. La geometría de esa ciudad fue bien revelada por la escuela de los ecologistas urbanos de Chicago. Posteriormente, la mayor centralización empresaria; el aumento en la segmentación de las actividades y de la fuerza de trabajo, entre fracciones de capital monopólico y '“concurrencial” y la progresiva separación entre funciones de administración y de producción, reorganizaron la geografía urbana. La producción industrial se hizo menos concentrada y las fábricas se expandieron hacia la periferia y su lugar en el núcleo central fue ocupado por las actividades terciarias, en continuo incremento. La suburbanización traspuso las fronteras politicoadministrativas existentes, produciendo una fractura institucional del espacio urbano sin precedentes. Ante el proceso señalado, el zoneamiento moderno aparece, como el intento frustrado de organizar la ciudad reproduciendo los criterios propios de la racionalidad espacial de la planta industrial. Durante la postrimerías de la Segunda Guerra Mundial se generaliza el régimen social de acumulación fordista; surge el Estado como actor decisivo en el proceso de reproducción del capital y de la fuerza de trabajo y se consolida la gran corporación trasnacional, que penetra en ámbitos donde hasta entonces había estado ausente. Estos factores y las innovaciones tecnológicas en transpote y comunicaciones, fueron determinantes de un nuevo patrón de configuración territorial. Éste se caracterizará por el aumento de la suburbanización, debida a la dispersión de las zonas residenciales (vivienda y equipamientos de consumo social para la fuerza de trabajo) y de las funciones centrales. Fue la época de las acciones y proyectos de gran envergadura y de la reorganización de amplios espacios que renovaron las prácticas urbanísticas. También la época de las operaciones de "renovación-deportación", así caracterizadas porque implicaron la "elitización" de distritos urbanos, provocando la expulsión de sus anteriores habitantes. La crisis del régimen social de acumulación fordista, que se produce durante la década de los setenta y la consecuente reestructuración del aparato productivo, modificaron la división social, técnica y territorial del trabajo. La crisis fiscal, que provoca la del Estado de bienestar keynesiano y el desempleo crónico hacen, como ya lo habíamos señalado, que la cuestión urbana a partir de la década de los ochenta se presente en forma muy distinta, la ciudad subsidiada va cediendo lugar a la ciudad empresaria. Todavía resulta prematuro hacer pronósticos sobre la actual fase de reestructuración socioespacial del capitalismo. Cuando comenzaron a cristalizar las conclusiones de los primeros análisis que desde diversas perspectivas de la teoría social crítica, se centraron en la espacialidad capitalista los textos de Lefebvre, Castells, Harvey, entre los más representativos- la realidad que examinaron ya se estaba transformando. Sin embargo, es previsible que la espacialidad urbana y regional "posfordista", esté marcada por la creciente concentración y fusión del capital industrial, financiero e inmobiliario y sus efectos oligopólicos y por la aplicación de estrategias mundiales de explotación de mercados de consumo y de trabajo -proceso que diluye las fronteras nacionales y disminuye cada vez más el peso relativo de los capitales locales en la economías urbanas y regionales- por la "desproletarización” de la

población en edad activa y el dasarrol!o de otras formas de organización laboral y los consecuentes efectos sobre la vida y reproducción social. En cuanto a las prácticas urbanísticas en el actual contexto mundial, cobra significado la disolución del Consejo del Gran Londres, tenido como paradigma de gestión metropolitana desde la segunda posguerra mundial.

La gestión urbanística en nuestra realidad Tanto en Argentina como en otros países de América latina, la experiencia internacional y las transformaciones en el campo cultural, inpregnaron el pensamiento sobre la ciudad y las prácticas urbanísticas. Los paradigmas se sucedieron, desde la ideología del Plan, de matriz fundamentalmente anglosajona, hasta el cuestionamiento por las corrientes críticas de la “sociología urbana”, llegándose así a la conclusión de que gran parte de las soluciones a los problemas en este dominio son más de orden político que de orden técnico. Pero el camino alternativo ante el fracaso de la “planificación urbana”, no pasa por la reforma de estructuras burocráticas, sino por la partcipación de los ciudadanos en la elaboración de las estrategias de acción y en el seguimiento de su aplicación. Sin embargo debe tenerse en cuenta que el espacio urbano se constituye en el lugar privilegiado de la acumulación y del consumo individual y socializado y por lo tanto, en sede de las contradicciones generadas entre las necesidades y aspiraciones de la población y los requerimientos de la valorización del capital y, en consecuencia, no deben catalogarse como meros conflictos espaciales aquellos en los que subyacen conflictos sociales. Además este espacio no resulta ser sólo el escenario de conflictos sociales generados por intereses antagónicos, sino también por los provocados entre las instancias político-administrativas nacionales, provinciales y municipales. En este espacio político actúan fuerzas sociales no sólo locales. Pero la proximidad de los gobiernos municipales con sus bases sociales de sustentación, hace que las necesidades insatisfechas de éstas en materia de vivienda, asistencia médica, transporte, etc., los conviertan en blanco inmediato de sus reivindicaciones. Una gestión urbanística participativa no es disociable de prácticas generalizadas de este tipo, entendidas como la intervención directa de la población en la definición de las políticas públicas. Son posibles políticas alternativas a las del laisser-faire o a la entrega de los espacios públicos a la voracidad de la especulación inmobiliaria. Esas políticas pasan por la descentralización y democratización institucional. La simple demarcación de los nuevos mecanismos de acción no provocará ningún cambio cualitativo en los objetivos de las políticas urbanas. Solamente la organización de los habitantes de la ciudad en entidades democráticas con base territorial y cierto grado de autonomía, conseguirá modificar las prácticas de gestión del espacio urbano.

El Papel del urbanista La imagen del "urbanista" como "creador de formas" no responde a la realidad: el urbanista resulta ser un coordinador de operaciones de complejidad variable. El Physical Planning anglo sajón o el Architecte-Urbaniste francés debieron adaptar sus prácticas, integrándose en grupos pluridisciplinarios donde sus papeles no quedan muy definidos. El "status" social del urbanista no es preciso. Los urbanistas "tradicionales" sobrevivieron aferrándose a propuestas de armonía social, bien común, ideas generosas pero vagas y casi siempre en contradicción con la realidad de los hechos concretos. Nunca tuvieron influencia significativa en la construcción de la ciudad. Como sostiene acertadamente Andrés Gorelik: "La estructura narrativa de la planificación es la de

una doble reconciliación por medio de la técnica: entre el pasado y el futuro y entre la sociedad y el Estado. En el medio está el técnico, el planificador ´como una especie de partera que atiende el nacimiento del proceso ecológico o como un Prometeo que crea de nuevo´". (cita a Richard Morse) Vienen también al caso algunas reflexiones del urbanista italiano Giulio Argán: "¿Con qué autoridad podemos determinar cuales serán las condiciones de la vida social en las próximas décadas?" "El presente es el momento siempre móvil que separa el futuro del pasado. Cualquier perspectiva de futuro no deja de invertir una perspectiva del pasado" "El urbanista de hoy actúa por procuración. Su función no es crear ciudades sino formar conciencia sobre la ciudad". Esas reflexiones parecen coincidir con las dos grandes críticas que se hacen al urbanismo moderno -cuyo paradigma es Brasilia- y que alcanzan a la arquitectura: su intento ingenuo de transformar toda la vida social a través de la transformación del espacio y su elitismo (incluyendo el autoritarismo de los "padres fundadores"). De alguna manera coinciden también con las corrientes culturales presentes en este momento que rechazan las teorías totalizadoras y predeterminantes del devenir social.

La realidad y la práctica profesional concreta Desde el interior de la disciplina urbanística (arquitectónica) no se puede separar la evaluación crítica de la formación de la ciudad capitalista de la práctica profesional. Dicha evaluación revela, (y ese fue nuestro punto de partida) que el urbanismo (la arquitectura) no es capaz de producir valores sociales "autónomos" y que está determinado por ellos. Debemos ser conscientes que en la ciudad (del capital) toda operación de apropiación, transformación-construcción, resulta mediatizada y posibilitada por las relaciones de mercado. Formamos parte de una sociedad basada sobre la posesión y el intercambio de mercancías como condición de su existencia. Las prácticas de gestión espacial resultan mecanismos de racionalización de las contradicciones que se producen en la urbanización capitalista en la cual no cabrán propuestas antagónicas a su lógica espacial. Querámoslo o no, toda práctica urbanística resulta práctica política. La gestión implica institucionalización de la políticas públicas. Cabe indagar acerca del carácter de esas políticas y el universo de factores que la determina. Pero situados conscientemente en estas "condiciones de contorno" no debemos deducir de ello necesariamente, una inhibición o bloqueo de nuestra vital necesidad de acción (y de subsistencia). Cada situación singular escapa a las determinaciones generales y abstractas y exige adoptar el comportamiento que nuestro juicio ético nos aconseje. El conocimiento de lo real es disposición para la acción. Retomemos lo que la experiencia indica a Argan "...la función del urbanista de hoy, no es crear ciudades sino formar consciencia sobre la ciudad...'' El camino parece pasar por nuestra incorporación a los movimientos colectivos reivindicativos por los derechos del ciudadano a participar en la construcción de la urbe, aportando nuestro saber específico e identificando el carácter y los efectos de las opciones posibles. Existen ejemplos que muestran que, tanto desde el seno del aparato estatal como desde su exterior, los grupos de profesionales pueden incidir en la formulación de acciones públicas.

La articulación entre el urbanismo y la arquitectura El urbanismo nace como una disciplina operativa y aunque para nosotros esa denominación tiene un alcance mayor, (y por eso la preferimos a la de "planeamiento urbano") no debemos descuidar esa faceta. Las estrategias de intervención en el desarrollo del espacio urbano desembocan casi siempre en propuestas de densidades medias de ocupación del suelo y de usos predominantes, exclusivos o prohibidos del mismo. Para aplicarlas se requieren instrumentos de regulación y control. Los instrumentos básicos de regulación y control son el " Código de urbanismo" y el ''Código de Edificación" y a través de ellos se articula el urbanismo y la arquitectura. En general el código de urbanismo contiene las siguientes prescripciones:    

Categorización de la totalidad de las actividades humanas que se localizan en la ciudad. Lo que tiende a determinar las pautas morfológicas y ambientales generales. Los usos del suelo. Lo que tiende a determinar predominio, exclusividad o prohibición de localizaciones, por zonas. Las normas tendientes a reglamentar los parcelamientos, las características de la trama circulatoria y los espacios públicos. La ocupación del suelo, mediante la aplicación de índices: El Factor de Ocupación del SueIo (F.O.S.). Relación entre la proyección horizontal de la superficie edificada y la de la respectiva parcela. El Factor de Ocupación Total (F.O.T.). ReIación entre la superficie total del edificio y la de la respectiva parcela. Tiende a definir los volúmenes máximos edificables.

Pero debemos hacer algunos comentarios al respecto. En principio, se entiende que un código expresa un consenso colectivo sobre un tema determinado, que introduce objetividad, que permite dar coherencia controlada al clasificar y homogeneizar la situación de los actores sociales. Por su esencia, la normatización esquematizada, prevé lo general y no las situaciones excepcionales. La ventaja y la tara de la codificación está, como en toda racionalización, en permitir una economía de improvisaciones, que simultáneamente afectan a la innovación y a la creatividad (Bourdieu, 88:90). Al preservar el interés común el código se presenta como un conjunto de restricciones. De allí los continuos conflictos que se registran entre las oficinas municipales responsables del control edilicio y los propios arquitectos. Por otra parte resulta difícil, en las ciudades argentinas, saber si los códigos urbanísticos están constituidos por los textos legales o por el conjunto de excepciones a los mismos. Sin embargo hasta hoy no se han encontrado mecanismos que superen a los códigos en el control del desarrollo urbano. Viene al caso tener en cuenta la ya clásica afirmación de Weber: ''Los agentes sociales obedecen a la regla cuando el interés en obedecerla se coloca encima del interés en desobedecerla" Lo que debemos estudiar son las condiciones y los efectos sociales que produce la codificación. Es decir : ¿a quién beneficia? ¿A quién perjudica?

PRINCIPALES REFERENTES BIBLIOGRÁFICOS

ARGAN, G. (1983) Storia del arte como storia de lla citta. Reuniti, Roma BOURDIEU, P (1988) La codificación. Comunicación presentada en Neochatel. En: Cosas Dichas. Editorial Gedisa, Buenos Aires. CIGNOLI, A. y otros (1997) La cuestión urbana en el posfordismo. Homo Sapiens, Rosario. DUPUY, G. (1983) Urbanismo y técnica. Oikos, Buenos Aires. FOLIN, M. (1977) La ciudad del capital y otros escritos. G.Gilli, México. GORELIK, A. (1987) Mirada sobre Buenos Aires: literarias. En: Punto de vista nº 41, Buenos Aires. MELO, M. de (1991) Entre mercado e Estado. Mudanças e gestão urbana. En: Espaçao e debates nº 32, Sâo Paulo. ROBIROSA M. y otros (1990) Turbulencias y planificación social. Unicef - Siglo XXI, Buenos Aires.