las lágrimas de los refugiados

La Hermana Milazzo, de Brooklyn, Nueva. York, ha servido en Kenya y Tanzania. 1. Niño consuela a su padre durante protesta de migrantes de Pakistán y ...
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CNS/Siria

Refugiados sirios esperan en la frontera cerca a Turquía, junio, 2015. La Conferencia Episcopal Católica de Estados Unidos pide al gobierno darle la bienvenida a los refugiados.

LAS LÁGRIMAS DE LOS REFUGIADOS

Hermana Maryknoll comparte experiencia reciente como voluntaria en equipo de paz entre personas desplazadas por la violencia en Iraq

aminaba en un campamento de refugiados en Kurdistán, Iraq, cuando los gritos de una niña me estrujaron. “Vi la sangre de mis amigos”, gritaba aterrorizada. Ver la valla roja alrededor del dispensario que una ong (organización no gubernamental) construyó para servir a los refugiados, evocó en la niña recuerdos de sus compañeros de juego muertos en la violenta guerra civil que asola a Siria. Hice mi mejor esfuerzo para consolarla, pero pienso si el color rojo siempre significará la sangre de amigos asesinados ante sus ojos. Después conocí a un adolescente con síndrome de Down. Me dijo que quería regresar a su casa para recoger su bicicleta. Su padre me explicó que cuando los militantes islámicos, conocidos como isil, irrumpieron en el distrito iraquí de Sinjar, su familia huyó a las montañas, donde pasaron semanas escondidos,

MARZO/ABRIL 2016 U REVISTA MARYKNOLL



Por Rosemarie Milazzo, M.M.

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Paul Jeffrey/Grecia CNS/Grecia

2 1. Niño consuela a su padre durante protesta de migrantes de Pakistán y Marruecos quienes bloquearon parte de la frontera Grecia-Macedonia porque sólo se permitía la entrada de refugiados sirios, iraquíes y afganos. 2. Después de llegar a la isla griega de Chios, estos niños refugiados sirios esperan recibir asistencia humanitaria.

1 para salvar sus vidas. Ha pasado más de un año, pero el chico sólo piensa en su bicicleta. No entiende que su pueblo todavía está bajo control isil. Estas son sólo dos de las desgarradoras realidades que viven los niños, las cuales presencié el verano pasado en mi quinto viaje como miembro del Christian Peacemaker Team (cpt) en Kurdistán, al noreste de Iraq. Nuestra misión como cristianos de diversos países y tradiciones religiosas es promover la paz en zonas en conflicto en el mundo. Con gente huyendo de isil y disidentes amenazados por su propio gobierno, mi equipo trabajó con refugiados y desplazados internos. Tratamos no sólo de ayudarlos a sanar sus heridas emocionales, sino también contarle sus historias al mundo. Conocí una familia que perdió a 36 miembros cuando isil invadió Sinjar. Quienes no murieron por las balas y granadas de isil huyeron a las montañas. Algunos murieron en el peligroso viaje, otros en las montañas,

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donde el calor era gobiante y había poca agua y comida. Los sobrevivientes en el campamento están de luto y se preguntan qué sera de sus vidas. Los visité después que una tormenta de arena derribó sus tiendas de campaña y sus posesiones quedaron esparcidas en el suelo. Me senté con ellos en los escombros y comparé su vida a la mía aquí en Estados Unidos. ¿Qué se sentirá estar en un campamento hacinado, con insuficiente comida y agua, durante más de un año, a la espera de la posibilidad de volver a casa?¿Qué se siente ser un refugiado? Los niños corren alrededor, mientras los padres tratan de mantenerse ocupados con los deberes ordinarios de la crianza de los hijos. Vi jóvenes sentados, esperando. Muchos de ellos no tienen trabajo ni oportunidad para ir a la escuela. Ellos simplemente se sientan y esperan. Un hombre yazidi me contó una historia trágica. “Cuando isil irrumpió en mi aldea”, dijo, “mataron a

los hombres y capturaron a las más jóvenes”. isil tiene un concurso, dijo, el ganador se lleva una chica yazidi como premio. Conocí a muchas de estas jóvenes, llenas de promesas y esperanzas, cuando visité su aldea hace unos años. Ahora, ¿qué será de ellas? Una parte gratificante de mi tiempo en Kurdistán fue trabajar en un proyecto de arte y paz para niños refugiados sirios iniciado por una ong. Los rostros alegres de los niños desmentían cualquier sufrimiento que habían soportado. Varios vestían uniformes escolares, sin duda, los que llevaban cuando estudiaban en Siria. Participaron con entusiasmo en el programa. Para demostrar que el trabajo conjunto es enriquecedor, los miembros del cpt les contamos que veníamos de diferentes países, pero con el mismo sueño. Uno de nosotros era de Polonia, otro de Canadá y yo de Estados Unidos. Somos un equipo de paz, explicamos, que participa en el trabajo de reemplazar

la violencia con la paz. Personas de todo el mundo están uniendo sus manos—le dijimos a los niños—en busca de la paz, soñando en cómo sería un mundo en paz. Entonces, invitándolos a compartir sus sueños, preguntamos a los niños: “¿Cómo es la paz para ti?” Estas son algunas de sus respuestas: “La paz es lo que era antes de la guerra”. “La paz para mí es sentarme con mi familia”. “La paz es como la seguridad, sin que haya policía”. “La paz es como las palabras amables”. “La paz es como manejar bicicleta libre y sin miedo”. Mi esperanza y oración por los niños es que pronto manejen bicicleta libres y sin miedo, y que puedan ver “lo que era antes de la guerra”. Ellos ya están tomados de la mano a medida que continúan estando juntos en este nuevo hogar. La Hermana Milazzo, de Brooklyn, Nueva York, ha servido en Kenya y Tanzania. www.revistamaryknoll.org

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