Las dos caras de la excepción política de Túnez Del fósforo al celular

2 nov. 2014 - budapest, 28 de octubre de 2014. El avance de las agujas del reloj es inexorable, pero nada hay más relativo que el paso del tiempo.
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enfoques

| Domingo 2 De noviembre De 2014

planetario

La izquierda radical y su campaña de frugalidad extrema nelson fernández

CORRESPONSAL EN URUGUAY

MONTEVIDEO.– Unidad Popular, la alianza de izquierda radical, llega al Parlamento uruguayo tras ganar una banca de Diputados en las elecciones del domingo pasado. La campaña electoral de esta coalición de agrupaciones escindidas del Frente Amplio se realizó con muy pocos recursos: así se lo confío el candidato presidencial, el maestro Gonzalo Abella, a la nacion. Abella contó que, para llegar a los lugares donde se realizaban los actos, recurría al ómnibus de línea, y que viajaba solo en las giras por el interior. “Si iba yo, no iba el candidato a vice, y viceversa. No teníamos suficientes fondos para cubrir los gastos y llegar a todas las ciudades.” No

había dinero para cubrir alojamiento en hotel, y el candidato presidencial dormía en casas de militantes. “Llevaba una bolsa de frutas para el postre, y nuestros militantes nos daban lo mejor. El otro día un niño preguntó a sus padres por qué en esa cena de martes había Coca-Cola… y entendí que era un esfuerzo para agasajar al candidato”, graficó Abella. Más curioso fue lo de la noche que durmió “entre Barbies”, en la casa de otros militantes. “Te quieren dar la mayor comodidad, lo mejor para dormir. En ese caso me dieron la cama de su hija, que durmió en el cuarto de sus padres. Fue raro levantarme rodeado de muñecas”, comentó el candidato presidencial. ß

Las redes sociales, un termómetro del malestar emocional juana libedinsky

PARA LA NACION

NUEVA YORK.– Si la cita del sábado a la noche es con un pote de helado frente al televisor, ponerse a ver las fotos de la fiesta de compromiso del espléndido amigo íntimo en Facebook seguramente no sea lo que uno tiene más ganas de hacer. Detenerse en el perfil en el que otro contacto narra un mal momento sentimental, en cambio, resulta más atractivo. Este comportamiento ha sido estudiado en la Ohio State University: un trabajo académico prueba que cuando las personas se sienten bajoneadas tienden a mirar los perfiles de gente que considera de menos belleza, éxito y felicidad que ellos mismos. Esta investigación es una de las tantas

que se desarrollan en el área de intersección de la psicología, la comunicación y los medios sociales. Estos estudios muestran cómo la Web puede afectar nuestro estado de ánimo, pero también son un espejo nada halagador de las fallas humanas. A medida que pasemos (aún) más cantidad de tiempo online y tengamos una (aún) mayor parte de nuestras interacciones en los medios sociales, esta rama de estudios mixtos se volverá cada vez más importante. Mientras, como subrayaba con humor la revista online Slate, podemos preocuparnos al pensar si nuestros conocidos miran nuestros perfiles de Facebook porque nos extrañan o para levantarse el ánimo en la comparación. ß

La 2 perspectivas

Brasil ya no nos queda tan cerca Claudio A. Jacquelin —LA NACION—

T

res días pueden ser toda una vida. Pueden modificar percepciones que parecían inmutables. Es lo que me acaba de pasar. Desde chiquito me enseñaron que Brasil estaba demasiado cerca y la geografía me había convencido. Era así. Ya no lo es. No sólo no es lo mismo Copacabana que la rambla marplatense, ni el Amazonas que la selva misionera. Lo que acabo de constatar excede estas obviedades. Las asimetrías se agrandan cuando se trata de política. Enumerar diferencias sería muy aburrido y, aclaro, Brasil no nos saca ventaja en todo, pero el final de la cuenta indica que tenemos muchas chances de que la diferencia de 5 títulos mundiales de la verdeamarelha contra los dos de la albiceleste se traslade al campeonato cívico. En sólo 3 días asistí al último debate presidencial, escuché a oficialistas, opositores, analistas políticos y ciudadanos comunes. Fui a escuelas donde se vota con urnas electrónicas que funcionan como relojes suizos. Y para cerrar estuve en el búnker desde donde Dilma le habló a todo el pueblo brasileño, aunque sólo la rodearan sus militantes. Y al final constaté que: l La dirigencia no se pelea con la realidad, nadie anda echándole la culpa de todos los problemas al resto del mundo y ninguno va por la vida de víctima permanente de conspiraciones interplanetarias. l La ciudadanía asume su responsabilidad cívica y se hace sentir. Hubo ocho debates presidenciales, que arañaron los 30 puntos de rating, y el último tuvo picos que superaron largamente esa cifra, aunque era un viernes entre las 10 y las 12 de la noche. Y los candidatos debieron bajar el nivel de agresión porque la sociedad reprobó la riña que fue el segundo encuentro de cara al ballottage. l El gobierno no acusa de enemigos a los opositores ni dice que la división del país en dos es culpa de los medios, aunque no los quiera nada y los acuse de jugar para la derecha cuando denuncian casos de corrupción y subrayan el estancamiento de la economía. Pero más revelador y diferenciador es que la presidenta, una vez asegurada su victoria, no salió a cobrarse cuentas, ni a mirar para atrás. Se preocupó por demostrar que tenía claro que le queda mucho por solucionar, aunque su partido lleve 12 años en el gobierno, de los cuales cuatro estuvieron en sus manos. Asumió que sabe que casi la mitad de Brasil no la votó ni está contenta con la realidad y que ella debe mejorar su performance. No prometió magia (ni más subsidios), sino que instó a reflotar la cultura del trabajo y apeló a la responsabilidad de todos los brasileños para mejorar la situación del país. Dilma no les rehuyó a palabras prohibidas en el real diccionario de la Casa Rosada, como inflación, corrupción, diálogo o consenso. Había terminado no sólo la elección más reñida que se recuerde, sino una de las más ásperas en acusaciones y denuncias. No obstante, dijo que todos, oficialistas y opositores, habían luchado por un futuro mejor. Poco espacio para la demagogia, mucha convocatoria a dialogar, suficiente respeto a las diferencias, ninguna mirada para atrás. Toda la energía puesta en el futuro. El viaje de Brasilia a Ezeiza, en la madrugada posterior a las elecciones, duró tres horas. Parecieron muchas más. Definitivamente, Brasil ya no queda tan cerca. ß

g Del fósforo al celular, por la libertad Por Héctor M. Guyot | Foto Lazlo Balogh/Reuters budapest, 28 de octubre de 2014. El avance de las agujas del reloj es inexorable, pero nada hay más relativo que el paso del tiempo. Una escena parecida a ésta logró crear Leonard Cohen en la isla de Wight en 1970, cuando para tranquilizar a la multitud pidió a cada uno de los presentes que encendiera un fósforo y lo alzara hacia la noche. Quería verles las caras. Con su voz grave y sus valses tristes hipnotizó a legiones de hippies que se abrazaban a los valores tribales de una contracultura ya en declinación. Más de cuarenta años después, en las calles de Budapest, otra multitud se congrega para defender valores comunes, aunque ya no quedan hippies ni fósforos. Decenas de miles

HuMor

de indignados protestan contra la decisión del gobierno de gravar el uso de Internet. La luz que alzan ahora es un poco más fría, porque proviene de teléfonos celulares, pero ilumina lo mismo. Al lector le toca decidir si entre la isla de Wight y Budapest hay más diferencias que semejanzas, pero señalemos que Cohen, viejo guerrero, está presentando a sus 80 años su último disco en salas donde seguro vislumbrará los rostros de aquellos que conforman su auditorio. Los fósforos antes, los celulares ahora, Cohen siempre, defienden lo mismo: la libertad. El impuesto que pretende establecer el gobierno húngaro consiste en una tasa de casi

0,50 euros por gigabyte navegado. Cuando hay hambre se muerde donde sea, incluso en esa dimensión desconocida y presumiblemente democrática por donde hoy circula la savia de la aldea global y también, por supuesto, mucho dinero. Al conocer la intención oficial, los socialdemócratas y los ecologistas húngaros pusieron el grito en el cielo: además de limitar la libertad de expresión, la medida profundiza la grieta digital y los aleja de Europa. La protesta se multiplicó a través de un grupo creado en Facebook que cuenta con más de 200.000 seguidores. Y de allí, a la calle. A encender el fuego de los celulares, que esa noche ardieron como cerillas de otro tiempo. ß

opiniÓn

Las dos caras de la excepción política de Túnez Lluís Bassets —EL PAíS—

paresh Nath/ emiratos arabes unidos –¡Queremos prevenir el contagio! –¿Ebola? –¡Manifestantes!

Larry Wright/ estados unidos –Debería haber cambiado el disfraz del año pasado. Demasiada gente no me dará caramelos este año.

s

MADRID

i todavía queda esperanza, es Túnez quien la mantiene. La “primavera árabe” de 2011 es ahora el gélido y sangriento invierno del califato. La dictadura militar ha regresado a Egipto. No hay nada parecido a unas estructuras estatales en Libia, donde imperan las guerrillas tribales enfrentadas. La guerra civil siria se ha extendido a Irak, donde Estado Islámico aterroriza al mundo con sus decapitaciones y amenaza la estabilidad de la región. Y a pesar de todo, Túnez sigue en su transición y acaba de celebrar sus primeras elecciones legislativas bajo la nueva Constitución, la más laica y liberal de la región, mientras prepara, para este mes, las primeras elecciones presidenciales de la nueva democracia. Muchos son los factores que explican el éxito tunecino. No hay divisiones sectarias ni religiosas como en casi todos los países del

Cercano Oriente. Tampoco hay una tradición de gobierno militar, puesto que la dictadura de Ben Ali era policial. Su partido islamista, Ennahda, es más moderado y flexible que los Hermanos Musulmanes egipcios, hasta el punto de que ha gobernado, ha sabido dejar el gobierno y ha favorecido el consenso. El país no tiene gas ni petróleo como sus dos vecinos, origen y objeto de disputas en toda la zona. Pero la causa central de la excepción tunecina es que tiene una sociedad civil vibrante y unas clases medias educadas y europeizadas.

*** Su transición no ha sido hasta ahora un camino de rosas. La economía no suele acompañar a las transiciones, y los tunecinos han podido comprobarlo con la caída del turismo y de las inversiones. La violencia política, principalmente islamista, se ha incrementado. Este mismo año fueron asesinados dos dirigentes izquierdistas y laicos, y se da la extraña circunstancia de que Túnez es el país árabe que ha suministrado más combatientes a

las filas terroristas de Estado Islámico de Irak y Siria. También la actual campaña electoral se ha visto ensangrentada por un terrorismo que tiene en la frontera con Libia un foco de tráfico de armas, y en el desempleo juvenil y el enorme fracaso escolar el caldo de cultivo para el reclutamiento. Hay unos 3000 tunecinos que combaten por el califato en Siria e Irak, sin contar otros centenares más que se encuadran en grupos terroristas con base en el propio Túnez. Ellos son la otra cara de la moneda del islamismo moderado, que ha sabido participar en la vida política tunecina y construir un consenso constitucional con las fuerzas laicas, pero a costa de romper con un importante segmento de la población radicalizada que constituye la clientela del radicalismo islámico. Los tunecinos no querían una Constitución islámica, pero se enfrentan con los partidarios de un Estado que convierte la sharia en la única Constitución legal que deben obedecer todos los musulmanes. La guerra contra Estado Islámico también se libra en las urnas tunecinas. ß