Enfoques
Domingo 10 de febrero de 2008
[ ECOLOGIA ]
LA NACION/Sección 6/Página 5
La guerra de las ballenas
Militante del conservacionismo a ultranza y comprometido con la lucha para
ACTIVISMO RADICAL
salvar a los cetáceos de la feroz depredación en los mares del Sur, Paul Watson ha logrado llamar la atención de la prensa mundial, pero sus
principios de los años 70, no mucho después de haber fundado el movimiento ambientalista Greenpeace, el canadiense Paul Watson formó parte de un pequeño grupo de activistas que salió al mar en California para intentar evitar que una flota soviética matara ballenas. Watson, miembro número 007 de Greenpeace, conducía un pequeño y veloz barco inflable, el Zodiac. Su objetivo era colocarse entre las ballenas y los arpones soviéticos. Los balleneros ya habían abierto fuego contra un grupo de ballenas que pasaban por el lugar y, en cierto momento, un cachalote herido se alejó del grupo y se dirigió derecho hacia el bote de Watson. Mientras Watson estaba al timón, la ballena pasó a pocos metros de él, su ojo salía del agua. Parecía estar mirando directamente a los hombres que trataban de salvarla. Watson nunca olvidó ese momento. “En un instante mi vida se transformó y adquirió un nuevo propósito”, dijo el hombre que luego se separaría de Greenpeace para fundar uno de los grupos ambientalistas más agresivos, la Sea Shepherd Conservation Society (Sociedad Conservacionista Pastor del Mar). Hace poco, Watson escribió un poema sobre sus esfuerzos para proteger a esa ballena. Comienza así: “Solitario ojo de Leviatán aún me persigue/ estoy obsesionado y enloquecido de enojo”. La obsesión y el enojo de Watson arden tan ferozmente como siempre. Fue en las agitadas aguas del Océano Sur donde, la semana pasada, el negro casco del buque insignia de Sea Shepherd, el Steve Irwin –un ex barco pesquero escocés rebautizado con el nombre del experto australiano en vida salvaje asesinado por una raya hace 16 meses–, se implicó en una refriega escalofriante con una flota ballenera japonesa, a menos de 300 km de las costas de la Antártida. A los 57 años, Watson es demasiado viejo, y un poco pesado, para saltar dentro y fuera de las lanchas rápidas del Zodiac. Pero allí estaba en el puente cuando dos miembros de su tripulación desataron un escándalo internacional al abordar en medio del océano al Yushin Maru II, parte de la flota ballenera japonesa. Los dos hombres fueron apresados por los japoneses y atados con sogas y cables sobre cubierta, ante las cámaras. Watson apenas pudo contener su alegría. Sus aventuras estaban siendo transmitidas por casi todos los medios del mundo. La situación de las ballenas estaba otra vez en las noticias. Watson pudo, aparentemente, anotar otro triunfo para su explosiva estrategia de calculada atrocidad, inquietante confrontación y mordaz insulto. Mientras tanto, los “debiluchos” de Greenpeace andan con remilgos como si fueran “las damas de Avon del ambientalismo”, afirma. Sea Shepherd está en una dura lucha para salvar a las ballenas. “Los japoneses no han matado una sola ballena en una semana”, se jactó Watson, que asegura que no ha visto morir a ninguna desde 1977. “Hemos
CORBIS
métodos agresivos lo han enfrentado con grupos ecologistas, como Greenpeace, que deberían ser sus aliados Por Tony Allen-Mills
A
Paul Watson, fundador de la Sea Shepherd Conservation Society
“A Watson lo echaron de la comisión de Greenpeace en 1977, después de que perdió la calma en una protesta para salvar a las crías de focas en Newfoundland” tenido éxito y vamos a intentar que tampoco maten a ninguna en la próxima semana, y tal vez luego lo intentemos en la siguiente”. Sin embargo, para gran parte del mundo ecologista, Watson es más un sinvergüenza que un salvador. Ha sido denunciado de varias formas, como pirata, terrorista y excéntrico iluso que un día va a causar una terrible tragedia. ¿Está realmente salvando a las ballenas, o en realidad está endureciendo la opinión en Japón, al hacer menos probable que las flotas balleneras vuelvan al puerto? Watson es habitualmente inequívoco acerca de lo bueno y lo erróneo de sus acciones. “No podemos sentarnos tan tranquilos y no hacer nada mientras esas gentiles criaturas mueren”, dijo antes de que su destartalado “Neptune’s Navy” zarpara para su encuentro anual con los balleneros japoneses. “Cuando nos llaman piratas, no me molesta. Somos piratas de compasión que perseguimos a los piratas de las ganancias”. Sin duda tiene un aspecto de pirata, con su despeinado cabello blanco y su uniforme de capitán hecho en casa, adornado con una trenza dorada. No
es un capitán real, pero tiene el control absoluto de la organización Sea Shepherd, que dice tener 40.000 partidarios en todo el mundo, con 12.000 miembros activos, un presupuesto anual de 2 millones de dólares y un personal estable de 10 personas. Tampoco hay dudas sobre la pasión que le inspira a una asombrosa cantidad de admiradores célebres, desde Mick Jagger hasta Uma Thurman. “Es uno de los tipos más atrevidos del planeta”, aseguró Martin Sheen, que el año pasado manifestó entusiasta, en la revista The New Yorker, que estaba agradecido a Watson por “su compromiso, su coraje, su osadía y su humanidad”. Sin embargo, entre quienes deberían ser sus aliados se lo ve como un perturbador que se interpone en el camino de los objetivos del movimiento ecologista. Las ofertas de operar conjuntamente son rechazadas. La semana pasada Greenpeace, al encontrarse con una flota ballenera japonesa en el Océano Sur, rechazó brindar al grupo de Watson las coordenadas para su localización. “Es una política operativa: simplemente no hacemos eso”, declaró el grupo. El
año pasado, cuando la situación fue a la inversa, Sea Shepherd les dio a ellos las coordenadas. Greenpeace insiste en que la no violencia es la clave para lograr que su mensaje llegue a los demás. Willie Mackenzie, veterano en océanos de la organización, dijo que la violencia “no ayuda a nuestras ideas en ningún lugar”. Agregó que Greenpeace había detectado un cambio en la opinión japonesa sobre la caza de ballenas pero que el gobierno de Tokio siempre se había apresurado a etiquetar toda protesta como actividad terrorista, lo cual agita el resentimiento público. “Es por eso que ponemos mucho cuidado en utilizar protestas no violentas”, afirmó Mackenzie. “Están determinados a relacionarnos con los terroristas; por eso, cuanto menos razones les demos al respecto, mejor”, añadió.
Enemistad A Watson lo echaron de la comisión de Greenpeace en 1977, después de que perdió la calma en una protesta para salvar a las crías de focas en Newfoundland, protesta en la que atacó a un cazador de focas y tiró sus pieles al agua. Se lo consideró entonces demasiado apasionado y egoísta como para ser bueno tanto para sí mismo como para la organización. La enemistad continúa desde entonces. Watson asumió el papel de vigilante marítimo independiente. Barrenó a dos balleneros en el puerto de Reyk-
javik en 1986 y pasó 80 días en prisión en Holanda luego de intentar hundir a una embarcación noruega. Otra vez lanzó bombitas de luz llenas de pintura contra un rastreador soviético en el Pacífico Norte, también lanzó bombas de humo y de mal olor, relleno de pastel rancio y hasta torta de chocolate mohosa contra barcos balleneros. El año pasado lanzó la “Operación Traste”, en la que sus botes evitarían la típica táctica de Greenpeace de ponerse pacíficamente entre el ballenero y su presa. La persecución de Sea Shepherd intentaba dar al barco japonés una “enema de acero” empujándolo desde su proa hasta su popa. Pero no pudieron acercarse lo suficiente. Su vida personal ha sido igualmente volcánica. Divorciado tres veces, estuvo casado previamente con una modelo de Playboy y con una contadora de Greenpeace. Uno de sus voluntarios describió su estilo de conducción como “anarquía dirigida por Dios”. Uno de los principales objetivos de la ira de Watson es el Dr. Luis Pastene, un científico chileno del Instituto Japonés de Investigación de Cetáceos (CRI). Pastene es descripto por Watson como el “Mengele de las ballenas”. El CRI es el ejemplo central de lo que, según acuerdan muchos gobiernos, es la interpretación altamente dudosa de Tokio acerca de una excepción a la moratoria de la Comisión Internacional de Caza de Ballenas que permite a las naciones soberanas matarlas sólo para realizar investigaciones. Como una de
las naciones balleneras más prolíficas, Japón ha sostenido durante mucho tiempo que sus cacerías antárticas son necesarias para monitorear los movimientos de la población ballenera, estudiar las relaciones entre los diferentes tipos de ballenas y ver cómo las está afectando la polución. Aparentemente, toda esta ciencia requerirá la matanza de al menos 900 ballenas durante la actual estación de caza. Lo que hizo que la caza de este año fuera tan controvertida fue que, por primera vez desde 1960, los arpones japoneses planearon apuntar a las ballenas jorobadas y a las minke (N de T.: pequeños ejemplares grises con una línea blanca en el abdomen). Sin embargo, a comienzos del mes pasado, el gobierno japonés aceptó la presión internacional y prorrogó el momento de la matanza de las ballenas jorobadas. La mayor parte de la carne de ballena de la caza anual termina en las mesas japonesas. Lord Rooker, el ministro de alimentos británico, rechazó la semana pasada como “absurdas” e “indefendibles” las declaraciones japonesas que aseguran que la investigación requiere una matanza masiva. Watson considera que Rooker, como la mayoría de los políticos, es un impotente don nadie que no hará nada significativo para ayudar a las ballenas. Se burla además de Pastene, al que llama “disecador de ballenas”, y sostiene que simula estudiar las partes de las ballenas cuando simplemente actúa como máscara de actividades comerciales. Nadie duda del gozoso salvajismo de la invectiva de Watson o de la perversa astucia de su estrategia de causar el mayor problema posible. Si bien algunos de sus reclamos no se apoyan en los hechos, al menos hace lo imposible para que los gobiernos no dejen de lado el tema de las ballenas. Esto llegó al máximo la semana pasada con las maniobras en el Océano Sur. Un australiano, Benjamin Potts, de 28 años, y Giles Lane, un inglés de 35, se sentaron atrás en un Zodiac de cinco metros y se lanzaron a toda velocidad contra el Yushin Maru. Era un día brillante y calmo, y los dos voluntarios de Sea Shepherd tiraron sogas sobre el barco japonés y treparon “como arañas”. No fue una sorpresa para nadie que los atraparan rápidamente, lo que permitió a Watson denunciar a los japoneses como “terroristas”. Sus hombres, dijo, sólo trataban de dejar una carta. “La gente debe dejar de considerar que los japoneses realizan una operación legítima”, afirmó por teléfono satelital desde su barco. “Esta gente no es diferente de los cazadores de elefantes en Africa o de tigres en la India”. Watson aún acosa a la flota japonesa. Es posible que sus acciones puedan salvar a una pocas ballenas pero su misión principal, la de provocar el caos y atraer la atención, ya ha tenido un resonante éxito. Traducción: María Elena Rey © LA NACION y The Sunday Times
[ CINE Y POLITICA ]
¿La verdadera vida de Vladimir Putin? El film Este beso es off the record, presentado esta semana en Moscú, retrata una intimidad poco conocida del presidente ruso, pero los responsables de la película han evitado dejar en claro si el mandatario es realmente el protagonista Por Sophia Kishkovsky tor, curiosamente, insiste en que no tiene nada que ver con Putin y su mujer, Lyudmila. Claro, él fue agente de inteligencia en Alemania y ella azafata antes de casarse. Sí, Putin ha hablado en el pasado sobre cómo rescató a sus hijas del fuego. Pero no, esto no es sobre su vida. “Por primera vez tenemos la posibilidad de echar una mirada a la vida de un político, desde otro ángulo”, se lee en el folleto promocional de la película Este beso es off the record, distribuida en una conferencia de prensa en Moscú Una escena del film inspirado en la vida de Putín esta semana. “El es antes que nada una persona. ¿Cómo es en su vida, en su familia? tuvo el nombramiento de vicegobernador en ¿Qué hay en su alma? ¿Hay lugar para el amor dos regiones diferentes, Tula y Stavropol. De cualquier manera, los avances y maen su corazón? Casualmente –quizás– la presentación tuvo teriales de promoción para Este beso es off lugar en la recepción del histórico National the record (el título viene de una escena en Hotel, que da al Kremlin. Los periodistas que el héroe aparece delante de la prensa, también se preguntaban si el hecho de que besa a su esposa y luego bromea y dice a la película estuviera anunciada para el día los periodistas que no les está permitido de San Valentín tenía que ver con las eleccio- mostrar la escena) exageran un costado nes presidenciales del 2 de marzo, cuando se de Putin, de 55 años, que está virtualespera que el vicepremier Dmitri Medvedev, mente ausente de la vista pública y que heredero de Putin y elegido personalmente aparentemente fueron recogidos de datos por él, gane por un margen abrumador. autobiográficos que él mismo dio a conocer “No”, es todo lo que dirá el productor del ocasionalmente. La representación de sus film, Anatoly Voropayev. En años recientes, él hijas, que nunca son vistas en público, puede
ser el aspecto más inusual de la película. Los cineastas mantuvieron reserva sobre si el film era realmente sobre Putin. Voropayev llamó a la representación una “imagen colectiva”. Olga Zhulina, la directora, afirmó: “Sería extraño asignar a los actores la tarea de representar a una persona concreta”. Voropayev agregó: “Como Andrei Panin representó el papel principal y es rubio, se lo ve como a un determinado político. Si hubiera sido representado por un morocho, tendría el aspecto de otro y la gente comenzaría a preguntar, ‘¿Cómo adivinó?’” Medvedev es morocho. Panin tiene un gran parecido con el presidente ruso, pero él asegura que en la vida real difícilmente podría pasar por su gemelo. “Nunca me pasa”, dijo al referirse a la posibilidad de ser confundido con Putin. “Yo soy más alto”, añadió. Voropayev aprovechó la oportunidad para negar los contradictorios rumores que, según sea la fuente, aseguran que la Sra. Putin o los adversarios comunistas de Putin han tenido que ver con la filmación. “La gente no la ha visto pero ya participa activamente y afirma que es una vuelta al culto”, afirmó Voropayev, haciendo referencia al culto de la personalidad que rodeaba en particular a AFP
MOSCU Se encuentran en Leningrado, donde comenzó la carrera del presidente Vladimir Putin, en los primeros años posteriores al derrumbe soviético: él es un gallardo oficial y ella una azafata. Se mudan a Alemania, donde Putin alguna vez fue agente de la KGB. Están muy enamorados. Pero la vida siguió trayéndoles problemas. Ella tiene un accidente automovilístico y queda herida. Hay un incendio terrible en el hogar de la pareja que amenaza la vida de sus dos hijas pequeñas. Afortunadamente, él está preparado para los desafíos, primero para cuidar a su mujer hasta que se recupera y, cuando se desata el incendio, para lanzarse a las llamas y salvar a sus hijas. Finalmente, luego de superar tantas penurias, se dirigen a Moscú, listos a cargar con el peso que la historia ha puesto sobre sus hombros. Con guardaespaldas al acecho en el patio posterior, él le dice a ella: “Yo mismo no sé si quiero todo esto o no. Sé que es un destino muy difícil. Lo sé. Pero es así como la vida se está desarrollando”. Pronto se la ve a ella acomodada en una lujosa habitación de hotel diciendo: “¿Así que ésta es la suite presidencial?” El título de la película podría bien ser Historia de amor: la crónicas de Putin, pero el produc-
Stalin. “Este género no es para nada nuevo en Estados Unidos. Decidimos que es un género que interesa al público y también que nuestra sociedad ya ha madurado como para evaluar adecuadamente a esta película”. El gobierno ruso, entusiasmado con las ganancias del petróleo y los commodities, ha auspiciado recientemente películas patrióticas, tanto épicas históricas como éxitos cursis sobre heroicos agentes del servicio secreto. Voropayev dijo que la película fue realizada con “bastante menos de cinco millones de dólares” y que fue financiada por inversores privados. El Kremlin no hizo comentarios. Este beso es off the record no será expuesta en salas sino distribuida como DVD, una señal segura de que es considerada DOA (sigla en inglés de Muerta al llegar). Yevgeny Rogachevsky, uno de los principales minoristas que distribuirán la película, afirmó que la cadena la veía como una oportunidad para promover valores familiares. Pero hay al menos una escena de alcoba. El avance muestra a la pareja de actores en la cama. “Siento temor por ti”, dice él. “Tengo temor sin ti”, responde ella. El le besa el hombro con ternura. Traducción: María Elena Rey © LA NACION y The New York Times