La universidad piensa la paz - Universidad Nacional de Colombia

Universidad, guerra y paz civil, y en ia posibilidad de que el espacio universitario se transforme en un taller de convivencia pacífica entre individuos y grupos ...
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la universidad piensa la paz

Universidad, guerra y paz ANGELO PAPACCHINI

Filósofo Profesor de la Universidad del Valle La Universidad en general, y en especial la universidad pública, tiene un compromiso prioritario con la situación actual de violencia y guerra que vive el país. Quienes trabajan en instituciones universitarias están llamados a aportar ideas y propuestas, sustentadas en una reflexión sistemática, no meramente coyuntural, sobre conflicto, guerra y paz. A pesar de la proliferación de discursos sobre la p a z - o quizás precisamente por ella- es oportuno y necesario que se pronuncien quienes cuentan con las herramientas para análisis críticos y propuestas de más largo aliento, capaces de superar la inmediatez de los acontecimientos y el vaivén de una opinión a menudo desorientada, y comprometidas con la consolidación de una ética pública, ubre de intereses partidistas. Lo que me propongo en esta conferencia es una reflexión sobre los ejes que deberían orientan a mi juicio, el trabajo y los aportes específicos de la Universidad en relación con la problemática de la guerra y la paz. Argumentaré a favor de una postura responsable y comprometida, pero no directamente partidista, frente a los problemas del medio; destacaré la importancia de una mirada integral sobre la violencia y el conflicto armado, que incluya también la dimensión ética, y pondré especial énfasis en el papel que le corresponde a la Universidad en el seno de la sociedad I 151

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civil, y en ia posibilidad de que el espacio universitario se transforme en un taller de convivencia pacífica entre individuos y grupos con visiones de mundo e intereses distintos o encontrados,

I. Entre el encierro y el c o m p r o m i s o p o l í t i c o d i r e c t o a. Una universidad socialmente c o m p r o m e t i d a , pero no hipotecada al servicio de intereses partidistas Es bien conocida la controversia ya secular acerca del nivel de compromiso de la Universidad con los problemas del medio. Las posturas extremas corresponden a quienes pregonan sin más el encierro en los claustros como la opción más eficaz para el desarrollo de la ciencia y del conocimiento, y a quienes por el contrario le asignan a los diferentes actores de la Universidad un papel directamente político, en función de la solución de ios problemas de violencia, subdesarrollo, injusticias sociales o democracia restringida que afectan a una sociedad específica, o incluso a la humanidad en general, Los primeros añoran una universidad encerrada en la tranquilidad de los claustros, convencidos de que la lejanía del mundanal ruido, de los intereses mezquinos y de las pasiones partidistas que hierven por fuera de sus muros.es la mejor garantía para el desarrollo del espíritu científico e incluso para la preservación de la cultura universitaria; los segundos cuestionan la pretensión de revivir el encierro monacal para el cultivo de la ciencia y pregonan un compromiso decidido con la solución de los problemas del medio. Día a día se hace más evidente que una actitud de encierro y la entrega al goce egoísta y despreocupado de la cultura constituyen una grave deserción frente a un compromiso ineludible, y resulta además perjudicial o suicida para la misma institución universitaria; una universidad aislada del medio se toma mucho más vulnerable y desprotegida frente a los actores violentos. Sin embargo, la denuncia de la universidad amurallada y el énfasis en el compromiso social han fomentado a menudo su politización directa, con consecuencias igualmente perjudiciales para su consolidación como una institución con perfil propio y como un espacio relativa116 |

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mente autónomo frente a los vaivenes de la política y los juegos del poden Del encierro se ha pasado ai extremo opuesto de una vida académica directamente regulada por intereses políticos, al servicio de determinados partidos. En la actualidad parecería existir cierto consenso acerca de la conveniencia de una relativa autonomía del trabajo universitario, indispensable para la realización de metas ambiciosas a largo plazo1. La Universidad tiene que enfrentar los problemas concretos de su tiempo y dei contexto específico en el que se inscribe, pero con sus herramientas más peculiares: el conocimiento, la investigación científica, la crítica y un efhos sustentado en el diálogo y en el poder de la palabra. En este sentido su compromiso se vuelve político en un sentido más amplio y abarcadorí. Como bien lo expresa Sánchez Vásquez, la Universidad está llamada a interactuar con la sociedad y a incidir en ella desde el conocimiento, más que por medio de ia acción política directa3. El sometimiento de la academia al servicio de la politiquería resulta tan reprochable como la academia pura e incontaminada4. lio subraya la peculiaridad del poder ideológico frente al poder económico y político: el primero no se ejerce sobre los cuerpos ni sobre la posesión de bienes materiales, "sino sobre las mentes a través de la producción y transmisión de ideas, símbolos, de visiones del mundo y de enseñanzas prácticas, mediante el uso de la palabra". La duda y la elección. Intelectuales y poder en la sociedad contemporánea, Barcelona, Paidós, 1998, p, 17, 2 "Aunque el hombre de cultura haga política -anota Bobbio- la hace a largo plazo, tan a largo plazo que las derrotas inmediatas no deberían turbarlo ni desviarlo de su camino", Ibid., p. 22, 3 "Aunque los universitarios pueden hacer política dentro de ella, la Universidad como ! nstitución no puede sujetarse, sin violar su autonomía, a las decisiones de un partido". Sánchez Vásquez, A. /'Universidad, sociedad y política", en Universidad. Utopia. Medellín, Icfes-Edmatcc, 1994, p. 31 I, A juicio del teónco mexicano, habría que evitar por igual el academicismo y la politiquería dos opciones igualmente nefastas: "el primero, ignorando la finalidad social de la Universidad, hace de los fines académicos fines en sí. Ei segundo, pretendiendo sujetar la Universidad a cierta política en nombre de su finalidad social, ignora - o pretende ignorar- que la Universidad sólo puede cumplir esa finalidad social cumpliendo sus fines específicos, académicos", ibid.. p, 312, 1 También Bobbio reivindica, en el marco del debate acerca de la función de los intelectuales, cierta autonomía para la cultura, que "tiene un plano de validez propio: el plano de la búsqueda de nuevos modelos de relaciones humanas, el descubrimiento de nuevas dimensiones de la vida social, de la creación de nuevos valores". Op. a l , p. 55. Entre las tareas "políticas" no partidistas habría que destacar la función que le asignara hace casi un siglo Ortega y Gasset a ta universidad: la de enfrentar con coraje y responsabilidad intelectual los temas del día y las cuestiones de ética pública, una tarea que -a JUICIO del teónco español- ha sido asumida casi por completo por los medios de comunicación. Como bien lo anota Ortega, la prensa se encarga de moldear la vida pública y constituye la única fuerza espiritual que por oficio se ocupa de la actualidad. Ortega y Gasset, J„ "Misión de la Universidad", citado de Universidad.

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b. Una a c t i t u d responsable y libre En los últimos tiempos se han venido incrementando ias presiones para que intelectuales y profesores universitarios tomen partido y expresen sus preferencias frente a los diferentes actores del conflicto armado. Esta "invitación", que no se cuida por lo demás de ocultar su carácter amenazante, se inscribe en la lógica de un conflicto siempre más polarizado, que no parecería dejar espacio para la neutralidad: quienes se resisten a expresar solidaridad por una de las partes enfrentadas corren el riesgo de ser catalogados como enemigos. Pareceríamos así abocados a un dilema de no fácil solución: encerrarnos en la Universidad, a la búsqueda de refugio y consuelo en las letras, las artes y las ciencias frente al clamor de las armas y la barbarie que ensangrienta al país; o aceptar la condición de guerra y tomar partido por uno u otro de los actores enfrentados, tomando en cuenta consideraciones de carácter estratégico, en vista de quién nos amenace de manera más directa o disponga de mayores opciones de éxito o de carácter ético-político, o en vista de los ideales promulgados por los diferentes actores armados con los que podamos identificarnos más fácilmente. Pareceríamos obligados a escoger entre la neutralidad apolítica, meramente defensiva, y un compromiso político directo con uno de los actores armados5. Utopia, ed. cit, p. I 60. La Universidad tendría un potencial mucho más rico para desempeñar con éxito semejante tarea y para enfrentar los temas del día "desde su punto de vista propio, cultural, profesional y científico"; por esto mismo la Universidad "ha de imponerse como un 'poder espiritual' superior frente a la prensa, representando la serenidad frente al frenesí, la seria agudeza frente a la frivolidad y la franca estupidez". Ibid., p. 160, 5 En la obra ya citada, Bobbio recuerda el célebre debate entre Benda y Nizan acerca del rol de los intelectuales: el primero consideraba una traición al principio de imparcialidad cualquier toma de posición partidista; el segundo acusaba de desertores a los intelectuales como Benda, que rechazaban cualquier clase de compromiso político con los oprimidos para encerrarse en el goce puro del saber Esto parecería llevar al intelectual a un callejón sin salida: "Si toma partido, traiciona; y si no toma partido, deserta", Op. dt, p. 68. El intelectual italiano sostiene, por su parte, que "tomar partido no es una traición cuando ta parte de ia que me pongo es la que realiza mejor los principios en los que creo; no tomar partido no es una deserción cuando ninguna de las partes los realiza", ibid., p. 69, Bobbio destaca la importancia del trabajo intelectual, sobre todo en tiempos de crisis: "Nunca como ahora, ante una sociedad que corre hacia su propia destrucción y parece fascinada por el deseo de muerte, debemos recurrir a la inteligencia creadora". Ibid., p, 81, Defiende de todas formas una autonomía relativa de la cultura, y recomienda para el intelectual una "distancia crítica que le impida identificarse tan completamente con una parte que quede atado de pies y manos a una consigna".

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Se trata de un dilema doloroso, puesto que ambos "cuernos" resultan por igual problemáticos. Es claro, antes que todo, que el refugio narcisista en la universidad -por lo demás un viejo anhelo de los intelectuales en tiempo de crisis- constituye en la actualidad una actitud defensiva algo irresponsable, incompatible con el compromiso del intelectual, y poco o nada razonable en términos de mera estrategia de supervivencia. El problema subsiste, y de poco o nada vale pretender desconocerlo desconectándose de la brutalidad de la realidad cotidiana para buscar alivio en los placeres de la cultura. Ei encierro pretende desconocer que lo que acontece por fuera afecta directamente a la Universidad en un doble sentido: por el desamparo frente a la violencia que los universitarios comparten con el resto de la población civil, y por cierta dosis de responsabilidad indirecta frente a la barbarie que parecería a ratos socavar los cimientos mismos de la convivencia social. La otra alternativa despierta por igual resquemores, reticencias y dudas. No resulta fácil a primera vista alinearse con uno u otro de los actores armados, en un conflicto que se degrada cada día más, con la repetición de masacres y crímenes de lesa humanidad. Si bien muchos intelectuales han alimentado simpatías con los ideales de justicia social, renovación y emancipación proclamados como bandera de lucha poruña de las partes.se hace cada vez más evidente que las herramientas empleadas contradicen los ideales enarbolados para justificar la lucha armada,y que resulta algo paradójico el esfuerzo por instaurar el humanismo por medio de la violencia y del terror generalizado. ¿Nos encontramos de verdad en un camino sin salida? Mi respuesta es negativa. Creo que no se trata de un dilema moral en sentido estricto puesto que, tertium datur, como decían antaño los escolásticos, se perfila una tercera opción de compromiso responsable como alternativa al encierro en los claustros de una ciudad universitaria ciega y sorda frente a lo que acontece afuera, pero también a la alineación -como retaguardia cultural o como miembro activo del conflicto armado- en las banderas de uno u otro de los grupos armados al margen de la ley. Una actitud responsable por parte de quienes trabajan en I 191

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la Universidad significa, antes que todo, reconocer que a esta institución le corresponde -al igual que a otras instancias de la comunidad educativa, al sistema judicial, a los partidos políticos- cierta dosis de responsabilidad, por acción u omisión, en cuanto a ias formas más brutales de violencia y degradación del conflicto armado. Sin duda algo ha fallado en cuanto al cumplimiento de los objetivos contemplados en los estatutos orgánicos de las universidades más prestigiosas del país, que por lo general le asignan a la institución universitaria la noble misión de formar ciudadanos éticamente responsables, comprometidos con el bien común, con la democracia y el respeto de los derechos fundamentales, junto con la obligación de proyectar hacia afuera, con planes de extensión hacia la comunidad, esta tarea pedagógica y civilizadora. Es cierto que la mayoría de los actores armados responsables de masacres o secuestros no han tenido la oportunidad o el privilegio de pasar por las aulas universitarias. Sin embargo, resulta preocupante el nivel relativamente bajo de reacción por parte de la opinión pública, y de ios mismos estudiantes, frente a prácticas tan inhumanas y degradantes como el secuestro extorsivo, aceptado en muchos casos como una estrategia legítima para financiar la lucha armada. Sin caer en la autoflagelación, tan inoportuna como inútil, es legítimo preguntarse si quienes hemos estado vinculados por décadas al trabajo investigativo y docente en el seno de la Universidad hemos hecho todo lo que estaba a nuestro alcance para afianzar en nuestros estudiantes y en la sociedad en general, un compromiso serio con valores básicos de convivencia pacífica y de civilidad6. La responsabilidad no se agota en un examen desapasionado del papel jugado por la Universidad, en el pasado más reciente, frente al conflicto armado y la violencia, o a la búsqueda de eventuales fallas u 6 "El sistema educativo - y en él la Universidad- tiene que reconocer su cuota de responsabilidad en la situación crítica en que vivimos y en el derrumbe de ia infraestructura ciudadana. La escuela y la universidad deben, entonces, cumplir una función estratégica: constituirse en semilleros de ciudadanos y de arquitecturas democráticasf...]". Correa de Andreis, A , "Aproximaciones de una relación: participación y paz", en Primer congreso universitario por la paz. Bogotá, Icfes, 2000, pp. 246-247.

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omisiones. Por el contrario, se proyecta hacia las tareas que la Universidad está en condición de desempeñar de manera exitosa, en ia actualidad y en el futuro más cercano, en relación con una solución civilizada y digna al conflicto armado y a las múltiples manifestaciones de violencia. Noblesse oblige, dirían los franceses o, para evocar una célebre tesis de Marx acerca de lajusticia,"de cada cual según sus capacidades". La formación científica, el trabajo interdisciplinario y el patrimonio cultural y ético ponen a la Universidad en una condición privilegiada -y por eso mismo la obligan moralmente- para desempeñar un rol más activo y atrevido en este terreno. El patrimonio de conocimiento y valores éticos acumulado gracias a un trabajo de muchas generaciones, le permite a la Universidad proponer un mínimo de sensatez y salidas razonables a conflictos externos particularmente destructivos o aniquiladores, en los que las partes enfrentadas parecerían interesadas en acabar no solamente con el adversario sino con las bases mismas que sustentan el orden social. Este patrimonio quedaría desperdiciado en caso de que la Universidad renunciase a su autonomía, a su función crítica y al poder más valioso del que dispone: el uso público, libre y crítico de la razón. La tarea que Kant propone para la facultad de filosofía debería orientar el trabajo de quienes conforman la universitas dentiarum y enfrentan, desde diferentes disciplinas, el tema de la guerra y de la paz. La lealtad con la verdad y con un ethos peculiar, sustentado en valores como la autonomía, el juicio imparcial y el compromiso solidario con la dignidad de todo ser humano, debería imponerse por encima de cualquier clase de lealtad partidista, que acabaría por poner en entredicho la herencia más valiosa de la institución universitaria e incluso dicho ethos7. En este sentido me atrevería a afirmar que el intelectual ligado a la universidad moderna debería actuar como un intelectual "no-orgánico" (en el sentido gramsciano del término), es decir no "hipotecado" por las diferentes instancias de poder, por el Estado, por un partido político o por movimientos progresistas o revolucionarios. Matrimonios de esta naturaleza acabarían por minar irre7

Cfr Hoyos, G. £/ ethos de ¡a Universidad, Bucaramanga, UIS-Humanidades, 1998.

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mediablemente su función crítica y por sesgar su juicio sobre los diferentes actores de la violencia. Le Goff menciona la función desempeñada por los intelectuales orgánicos en la edad media, cuando actuaban como fieles servidores del Estado o de la Iglesia. Los intelectuales que conforman el estamento universitario deberían en cambio tomar como modelos aquellos intelectuales rebeldes y críticos frente al establecimiento, cuyas posturas rayaban a menudo en la herejía.

I I . Una m i r a d a desde la ética Una actitud responsable supone una evaluación en términos éticos del conflicto armado, más allá de consideraciones de carácter estratégico-instrumental. Un análisis de esta naturaleza, que la institución universitaria puede y debe realizar5, constituye el paso previo antes de decidir el papel a jugar o eventuales lealtades con uno u otro de los grupos enfrentados9. a. Importancia y pertinencia de una postura ética frente al conflicto armado Los estudios sobre la violencia y la guerra en nuestro medio no le han concedido la suficiente importancia a la dimensión ética del conflicto, puesto que su atención se ha dirigido de manera preferencial a cuestiones de racionalidad estratégica o instrumental. Es muy arrai8

Como bien lo anotara Camilo Torres cuando ejercía su cátedra en la Universidad Nacional, para el desarrollo integral de la Universidad resultan igualmente importantes el fomento de las ciencias y el compromiso ético. 9 Negarle a la Universidad un compromiso político directo con el juego de la política no significa excluir a priori, para cualquier situación, la posibilidad para algunos de sus miembros de tomar partido y participar directamente en luchas para derrotar un régimen despótico, conseguir la unidad nacional frente a una potencia colonial, enfrentar la invasión de una potencia enemiga o impedir el acceso al poder de líderes con intenciones claramente totalitarias. Creo que pocos se atreverían a afirmar que los intelectuales y universitarios que lucharon contra el fascismo y que en la guerra civil española se unieron a las filas republicanas hayan traicionado la misión de la universidad, o que, en el caso colombiano, los universitarios reunidos alrededor de los proceres Antonio Nariño y Camilo Torres, los que acompañaron al ibertador en sus campañas para derrocar el dominio español, o quienes hace unas cuantas décadas participaron activamente en las protestas que culminaron con ia caída del gobierno del general Rojas Pinilla, hayan actuado en contra del ethos universitario.

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gada la tendencia a considerar la guerra como un espacio vedado o una zona de despeje frente a principios éticos o jurídicos. Guerra es guerra, siguen repitiendo ios realistas desesperanzados, resignados a aceptar que en el enfrentamiento bélico pierden vigencia las normas morales; las guerras no se ganan con padrenuestros, añaden quienes, desde una perspectiva eminentemente pragmática, se muestran dispuestos a justificar cualquier medio empleado, con tal de que sea eficaz para lograr el sometimiento del enemigo. A tono con estos planteamientos, la guerra obedecería a su propia lógica, independiente e incompatible con criterios de racionalidad moral. Incluso los actores bienintencionados acabarían por sucumbir a la tozudez de una realidad que obliga a pisotear cuanto ideal ético o humanitario se interponga a los fines peculiares de la guerra. La preocupación por la ética conservaría a lo sumo un valor instrumental, como una herramienta adicional a utilizar contra el enemigo para criminalizar su conducta y mostrarlo como un violador sistemático de principios elementales de convivencia. De hecho, cada uno de los enemigos acaba por forjarse una moral a su medida, así como el vencedor acostumbra imponer sus propios valores, para legitimar moralmente la forma de lucha empleada. Los teóricos realistas hacen notar además que las trabas éticas impuestas desde afuera acaban por perturbar el curso "natural" del conflicto, con efectos perversos similares a los que muchos neoliberales perciben en la intervención del Estado en ia economía: la intención de humanizar la guerra para limitar la crueldad y reducir la pérdida de vidas humanas produciría de hecho una prolongación innecesaria del conflicto, y por consiguiente el efecto contrario al esperado; así mismo la desvalorización ética de determinadas conductas -por lo general atribuidas al adversario- favorecerían la proliferación de actos de sevicia y crueldad contra un enemigo considerado moralmente indigno. Para una rápida evaluación de esta postura ante ia guerra, me permito anotar que la misma lógica contenida en el juicio aparentemente tautológico "guerra es guerra" podría aplicarse a la esfera de las transacciones económicas -"negocio es negocio"-, a la política, al arte e incluso al amor. La proliI 231

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feración de terrenos vedados para la ética acabaría por enclaustrarla, transformándola en algo absolutamente inocuo. La moral conservaría un valor residual, sólo aplicable a cuestiones de poca monta, o quedaría relegada en los "intersticios del universo", en los que Epicuro ubicaba a sus dioses. Al mismo tiempo, aceptar la segunda tesis -es decir; la oposición inevitable entre conducta bélica y principios éticos- nos dejaría sin argumentos para cuestionar la guerra sucia, las guerras expansionistas alimentadas por mitos raciales, la utilización de toda clase de armas, los bombardeos indiscriminados sobre áreas pobladas, etc. b. Los derechos humanos, un punto de referencia frente a la multiplicidad de sistemas éticos Una vez aclarada la pertinencia de un juicio moral acerca de la guerra, se abre otra pregunta: ¿qué postura ética asumir para establecer criterios de moralidad? El reconocimiento del pluralismo como un hecho innegable de nuestro tiempo acaba por justificar a menudo posturas éticas relativistas y escépticas.que se traducen en una oposición radical a cualquier intento de cuestionar moralmente una práctica social o cultural cualquiera. A mi juicio, es posible encontrar un antídoto contra el peligro de relativismo y escepticismo -que reducen a la insignificancia la argumentación en el terreno moral- en un hecho peculiar de nuestro tiempo, sin precedentes en la historia de la humanidad: el acuerdo sobre unos valores mínimos para regular las relaciones sociales y políticas de los individuos en el seno del Estado, al igual que las relaciones entre naciones. La declaración de derechos, expresión de la "conciencia jurídica y moral de la humanidad", parecería destinada a llenar el vacío dejado por ia crisis de ¡os códigos morales sustentados en cosmovisiones religiosas o por el desencanto provocado por el fracaso de muchas utopías y promesas de liberación. El acuerdo acerca de los derechos se extiende a su vez a los valores morales de dignidad, libertad y autonomía que ios sustentan. En últimas, los derechos constituyen la traducción normativa del principio moral que obliga a tratar a cada ser humano como una persona, con un valor intrínseco, de la valoración de ia libertad-autono124 I

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mía como una forma ineludible de autorrealización personal y de la obligación de solidaridad entre sujetos igualmente vulnerables y necesitados. Se configura así la posibilidad de pensar en una ética universalmente compartida, centrada en el valor intrínseco, no instrumental, de todo ser humano, y que asume como elemento prioritario los derechos frente a obligaciones yfines.La ética sustentada en derechos logra salir airosa frente a las críticas de moraiismo abstracto. Una postura ética "moralista" se caracteriza por los siguientes rasgos: a) confianza en la eficacia mágica de las apelaciones morales; b) actitud rigorista en el sometimiento a las normas, acompañada por la despreocupación frente a las consecuencias de la acción; c) tendencia de individuos o grupos a identificar sus peculiares principios éticos con la moralidad sin más. La opción por los valores éticos relacionados con los derechos aleja ei peligro del subjetivismo a ultranza, en la medida en que apela a un código de ética pública compartido en la actualidad por la casi totalidad de individuos, pueblos y Estados; toma en serio las exigencias propias de una ética de la responsabilidad, ante la importancia atribuida a las consecuencias de la acción moral en relación con la protección y ampliación de los derechos humanos; es consciente, en fin, del hecho de que los principios morales -si bien no carentes de eficacia prácticarequieren de todas formas del concurso del ordenamiento jurídico y de la praxis política para su realización. De las consideraciones anteriores se desprende además que una moral sustentada en derechos desborda la dimensión meramente privada e incluye por igual indicaciones para la toma de decisiones en la esfera pública. Se destaca con ella la necesidad de superar la oposición tradicional entre ética y política, y sobre todo la tendencia a relegar lo moral en la esfera de la privacidad y de la interioridad. c. Criterios para definir la justicia de la guerra La aplicación de principios éticos a la realidad de la guerra se enfrenta con dos grandes conjuntos de problemas: la cuestión clásica acerca de las guerras justas (ius ad bellum) y el problema relativo a la I 251

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forma correcta de llevarlas a cabo (ius in bello). Más allá del lenguaje y a pesar del intento de precisar por medio del derecho las condiciones que justifican el recurso a las armas o la fuerza permitida en el conflicto armado, las dos cuestiones remiten inevitablemente a problemas morales. Analizaremos por separado las dos cuestiones, empezando por el problema de la justificación de la guerra, sin desconocer que se trata de asuntos estrechamente entrelazados. La noción de guerra justa es considerada por muchos como una contradicción en los términos, puesto que toda guerra conllevaría innumerables sufrimientos, pérdidas de vidas humanas, actos de crueldad y degradación. Sin embargo, existe una larga tradición de filósofos y teóricos de la política -S. Tomás, Vitoria, Grocio, Pufendorf- empeñados en cuestionar la condena indiscriminada de la guerra y en establecer criterios morales, jurídicos y políticos para justificar determinados conflictos armados. A juicio de estos autores habría que tomar en cuenta tres elementos esenciales para definir como justa una guerra específica: a) la existencia de una justa causa para tomar las armas, en respuesta a una agresión externa; b) la recta intención de los combatientes, para que no utilicen una coyuntura que justifica aparentemente el recurso a la guerra como pretexto de políticas expansionistas; c) un cálculo razonable de las consecuencias, que muestre de manera inequívoca que los beneficios esperados superan con creces las pérdidas en bienes y vidas humanas producidas por el conflicto armado. El paradigma ético de los derechos humanos permite a su vez reformular estas tres condiciones. De acuerdo con esta perspectiva, la justa causa se configura ante el peligro de una grave violación de derechos y libertades básicas, frente a una guerra agresiva de un poder que pretende acabar con la autonomía política de un Estado, o pisotear los derechos y libertades de los ciudadanos. La apelación a los derechos -y a los valores de dignidad y autonomía que los sustentan- permite además incluir en la justa causa ei deseo de un pueblo de recuperar su independencia frente a un régimen colonial, o incluso el recurso a las armas de grupos y etnias amenazados por una élite que ejerce el monopolio del poder político y 126 I

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de los recursos económicos. Cuando no existen alternativas eficaces para garantizar la seguridad, el goce de las libertades individuales básicas y los derechos de participación política, puede resultar legítimo apelar a la fuerza de las armas, una vez agotado el recurso a la fuerza moral o la movilización política y social. En algunos casos arriesgar la vida puede resultar más consistente con la dignidad humana que la entrega pasiva y sumisa al poder, y una acción militar impulsada por el anhelo de libertad puede ser moralmente preferible a una paz sustentada en la dominación. Desde la perspectiva de los derechos resulta por igual evidente que la recta intención que inspira a los actores del conflicto no puede ser otra que la voluntad de preservar las libertades básicas frente a una agresión, o ia de recuperarlas ante un poder que las sigue desconociendo y pisoteando. En fin, en cuanto al cálculo prudencial -de especial importancia a la hora de emprender un juego tan riesgoso como el de la guerra- quienes asumen la iniciativa de lucha armada están obligados a evaluar de manera realista y responsable las consecuencias de su determinación, Una lucha armada emprendida para recuperar derechos pisoteados, pero sin mayores perspectivas de éxito, o que se constituye en una amenaza por hacer más precaria la condición de quienes padecen ia violencia, carecería de razones morales o debería ser interrumpida o aplazada en vista de las consecuencias posibles sobre los derechos humanos de todos los directamente afectados. La posibilidad de someter a normas éticas el juego de la guerra encuentra otra posibilidad de aplicación en la así llamada "humanización" del conflicto, en contra de la tesis de la guerra total. Se destaca en especial la necesidad de respetar a las personas "¡nocentes", que en sentido literal non nocent (la población civil y el mismo combatiente herido o en estado de indefensión), el principio de la proporcionalidad de la fuerza empleada y la prohibición de emplear armas particularmente destructivas, que vulneren de manera indiscriminada a la población civil o produzcan en el adversario sufrimientos injustificados. La ética de los derechos aporta razones adicionales para consolidar la "civilización" de la guerra. La toma en I 271

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serio de la dignidad humana del enemigo -que abarca por igual a combatientes y población civil- sugiere argumentos morales adicionales para descalificar aquellas prácticas que violan de manera evidente este valor: tortura, chantaje, violencia psicológica, retaliaciones sobre la población no directamente involucrada en la guerra, asesinato de soldados en estado de indefensión, utilización de armas diseñadas para mutilar o desfigurar al enemigo. La dignidad humana justifica el recurso a la fuerza, y en casos extremos a la fuerza de las armas, para defender libertades amenazadas, pero en ningún caso a la sevicia y la violencia. Si bien en la práctica no resulta siempre fácil trazar la línea divisoria entre fuerza y violencia, el esbozo de un ideal regulativo que ayude a diferenciarlas contribuye en algo a una de las tareas prioritarias de la cultura, que es la de ponerle diques morales a la pulsión destructiva. Apelar a la ética de los derechos para regular el curso de la guerra ofrece la ventaja adicional de que estas restricciones no poseen un carácter exclusivamente hipotético o coyuntural y, por el contrario, se imponen independientemente del cálculo de ventajas y perjuicios, o del hecho de que el enemigo las viole de manera reiterada. d. ¿Es legítima la guerra librada por los diferentes actores involucrados en ella? Se trata de averiguar hasta qué punto se configuran las condiciones para hablar de una "justa causa" -que en mi reconstrucción coinciden con una grave amenaza para los derechos o con la necesidad de luchar para lograr su reconocimiento- y de una "recta intención" en los actores del conflicto. Al averiguar las razones esgrimidas por los actores del enfrentamiento armado, llama la atención el hecho de que todos ellos apelan, con diferentes matices, al tema de los derechos como una de ias razones para justificar su lucha. Las fuerzas militares subrayan su papel institucional como fuerza legítima, encargada de asegurar a los ciudadanos el derecho a la vida y las libertades básicas; los paramilitares apelan al derecho de legítima defensa, que las autorizaría a tomar en sus manos -ante la ineficacia del Estado- la 128 I

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defensa por las armas de sus derechos básicos a la seguridad y a la propiedad; y los dos más importantes grupos guerrilleros apelan a la exclusión política, a la violencia institucional y a las graves carencias en cuanto a derechos básicos que padece una porción considerable de la población colombiana para justificar la lucha armada por una vida digna y una sociedad más justa. Por cierto, existen diferencias significativas en cuanto a la forma de concebir los derechos, o al valor relativo atribuido a cada uno de ellos. Llama ia atención la concepción eminentemente instrumental expresada de manera reiterada por miembros de las fuerzas armadas, que tienden a valorar de manera utilitarista el respeto por las libertades básicas en función del poder adicional que éste asegura, al fomentar un respaldo mayor por parte de la población. Las posturas antagónicas de los grupos insurgentes y de los paramilitares ¡lustran a su vez la distinta valoración de las diferentes clases de derechos: si los primeros les confieren una prioridad absoluta a los derechos económicos, sociales y culturales, los segundos reivindican los derechos clásicos de la tradición liberal, y en especial al derecho de propiedad, en contra de cualquier intento de justicia redistributiva. Más allá de estas diferencias -y a pesar de que se trata a menudo de un reconocimiento meramente formal o verbal- llama la atención la coincidencia en este tributo rendido a los derechos. En cuanto al segundo requisito, la recta intención, no resulta fácil entrar a escudriñar las intenciones que impulsan a los diferentes actores armados. Sin embargo, no es tarea imposible sopesar una serie de datos -las prácticas reales, los discursos paralelos a las proclamas oficiales- con miras a verificar la seriedad y veracidad de los móviles esgrimidos para justificar la continuación de la guerra. Así, no es infrecuente escuchar en ios círculos militares - o incluso en una sociedad civil amenazada por el conflicto- la tendencia a responsabilizar a los derechos humanos de las trabas a las que se verían sometidas las fuerzas que encaman la legitimidad del Estado; llama por igual la atención la resistencia de las FARC a incluir el tema de los derechos y dei DIH como puntos prioritarios en las mesas de negociaciones; por no hablar de los paramilitares I 291

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quienes, más allá de ia pleitesía verbal al lenguaje de los derechos, no logran ocultar una práctica inspirada en atropellos sistemáticos contra la población civil y contra individuos u organismos comprometidos con la promoción de los derechos humanos. e. Respeto a las normas que regulan la práctica de la guerra La posibilidad de justificar moralmente la guerra interna deja cierto margen de dudas: habría que intentar averiguar si existió y sigue existiendo un régimen excluyente y despótico, o si no existen alternativas distintas para hacer valer determinados derechos. En cambio pocas dudas deja el ejercicio mismo de la guerra, que pone de manifiesto una degradación creciente del conflicto, marcado por la lógica perversa de ia retaliación y la venganza, y por una escalada de respuestas siempre más crueles e inhumanas, La práctica de los paramilitares se lleva de lejos el primer lugar en cuanto a la violación sistemática de todo principio de civilidad: los actos reiterados de barbarie, las masacres perpetradas contra personas indefensas, las muertes con sevicia y crueldad, el terror como estrategia sistemática, la lógica de la retaliación indiscriminada, le confieren un carácter siniestro a su lucha. Su accionar desborda ampliamente la dimensión defensiva de derechos y propiedades -razón aducida para justificar su lucha armada- para transformarse en guerra ofensiva de aniquilación, no de sus enemigos históricos sino de la población civil, a menudo ajena al conflicto. La violencia perpetrada por los paramilitares sirve además para ¡lustrar la falacia en la que incurren quienes pretenden justificar la llamada violencia de respuesta, que acaba por fomentar una escalada progresiva e incontrolable de respuestas siempre más violentas. En cuanto al accionar de la guerrilla, ésta dispone todavía de un capital de ideales y valores propios de una lucha que, en su tiempo, logró despertar la simpatía y el entusiasmo de todos los que anhelaban una sociedad más justa. Sin embargo, este capital moral se va desmoronando de manera peligrosa y rápida ante los reiterados actos de sevicia, el desprecio sistemático 130 I

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de las normas que regulan ia práctica de la guerra y el irrespeto por la población civil. En los últimos tiempos la práctica de los grupos insurgentes parecería inspirarse en un pragmatismo ajeno a toda consideración moral, en la búsqueda afanosa de poder. Hemos asistido incluso a cierta "trivialización" de ia muerte, y a un trato despreocupado hacia la población civil, manipulada como "capital prescindible". La búsqueda de poder en función de ideales de justicia social se transforma de manera paulatina en un fin independiente, que a su vez justifica el empleo de toda clase de medios violentos; así mismo, la aspiración hacia una sociedad diferente y una forma superior de humanidad acaba por desplazarse en una nebulosa lejanía. En relación con las Fuerzas Armadas, a pesar de la presión de la comunidad internacional, los informes anuales de organismos internacionales siguen reportando casos de torturas, desapariciones forzosas, ataques a la población civil, tolerancia o connivencia con las acciones de los paramilitares, prácticas que por lo demás cuentan con un alto grado de impunidad o con penas muchas veces benignas, gracias al fuero especial del que siguen gozando los miembros de las fuerzas militares o a un mal entendido espíritu de cuerpo. En la medida en que la fuerza legítima, que reivindica el monopolio de las armas, incurre en actos de esta naturaleza, el Estado se rebaja a la condición de quien lo reta y acaba por darles la razón a quienes cuestionan su legitimidad. Poco o nada compatible con los criterios éticos que deberían orientar la guerra interna resulta también la tendencia a descalificar moralmente al enemigo, con adjetivos que parecerían a ratos justificar la necesidad de aniquilarlo sin más. Preocupa por igual la tendencia a ensanchar el espectro de los sujetos considerados como enemigos: líderes de movimientos sociales, campesinos, maestros y activistas de los derechos humanos. En últimas, la realidad de la guerra parecería indicar que todos los actores se van hundiendo de manera paulatina en el terreno cenagoso de la retaliación y del terror. La degradación del conflicto ha desbordado ya todo límite de civilidad, con la multiplicación de actos de crueldad y barbarie que I 311

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constituyen una afrenta no solamente para las víctimas inocentes, sino para ia humanidad. f. Cálculo de las consecuencias Igualmente problemático resulta el balance relativo a los logros del conflicto en cuanto a protección de los derechos, o a las perspectivas a mediano y largo plazo para la consolidación de un orden social más justo: las cifras aterradoras de muertes violentas, el incremento de ataques contra la propiedad y la libertad personal, el incremento de los índices de miseria y de necesidades básicas insatisfechas, el desplazamiento de una parte considerable de la población, las secuelas nefastas de la experiencia de ia violencia en quienes han padecido el trauma del secuestro, la pauperización creciente de sectores marginados, los graves atentados contra el ecosistema, constituyen hechos que no deberían ser subestimados por parte de quienes se empecinan en seguir adelante con la violencia de la guerra. Preocupan por igual los pobres resultados en cuanto a modernización del país, fortalecimiento de las instituciones y consolidación de una cultura democrática. Estas últimas anotaciones parecerían poner en entredicho la legitimidad de una guerra que pudo haber contado en sus inicios con cierta justificación moral, pero que ha venido perdiendo de manera gradual su razón de ser. La guerra se ha transformando en un camino sin salida, que acaba por envolver día a día a los protagonistas en la lógica de la retaliación violenta y de la venganza, por encima de cualquier límite ético o cultural. Así las cosas, se transforma en un imperativo categórico la obligación de suspender un juego tan costoso como inútil, que sigue llenando de cruces los cementerios y los corazones. En este orden de ¡deas, la Universidad debería denunciar los atropellos y las prácticas inhumanas o degradantes perpetradas por los diferentes actores armados, llamando las cosas por su nombre por encima de eufemismos encubridores, y trabajar ya en función de una posible paz futura, contra una guerra que parecería haber perdido cualquier clase de legitimidad. No para 132 I

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buscar una paz a cualquier precio, que podría resultar igual de siniestra y opresiva, sino una paz sustentada en una práctica integral de los derechos fundamentales.

III. Una mirada integral sobre la violencia y la guerra Condenar moralmente la violencia y una guerra ya degradada es importante, pero insuficiente. Importa además tratar de comprender y explicar este fenómeno, sus raíces y causas, las reiteradas manifestaciones de violencia expresiva, aparentemente gratuita, desde disciplinas como la sociología, la historia, la psicología, el psicoanálisis, etc. Los enfoques sociológico-económicos ponen de manifiesto diferentes formas de explicar el origen y las modalidades de violencia que sufre el país (desde la pobreza y carencia de medios, como una estrategia de supervivencia en un contexto hostil, resultado de una mal llamada cultura de la violencia); los análisis históricos tratan de buscar hilos y conexiones entre las diferentes épocas de violencia, en especial entre la violencia actual, la de los años 50 y la de finales del siglo XIX; quienes trabajan en psicología o psicoanálisis proponen sugestivos modelos explicativos a partir de afianzadas tendencias agresivas o una pulsión de muerte hondamente arraigada en la naturaleza humana; los expertos en teoría política llaman a su vez la atención acerca de ¡a importancia de una variable como la debilidad, precariedad o ausencia de Estado, un aspecto fundamental para dar cuenta de la epidemia de violencia que nos acosa. Los trabajos centrados en análisis sociológicos, psicológicos o históricos aportan un toque de realismo y prudencia para cualquier dase de solución negociada al conflicto armado, aceptada por todos como la única propuesta razonable. No cabe duda de que la universidad constituye el espacio privilegiado para un trabajo interdisciplinario de esta naturaleza y para propuestas no coyunturales. Se trata de una tarea difícil pero fructífera. Difícil, porque obliga a renunciar a la jerga especializada de una disciplina específica; fructífera, porque abre nuevos horizontes, obliga a utilizar un lenguaje público, y permite analizar el fenómeno estudiado desde diferentes i 331

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enfoques teóricos o filosóficos. Salen así a relucir los imaginarios que juegan en el interior de un conflicto armado, las relaciones entre guerra, paz y derechos humanos, las raíces antropológicas de la pulsión destructiva, una visión de género sobre el conflicto, ias condiciones sociales y económicas para que la paz sea algo más que un sueño. Gracias a un trabajo en equipo de esta naturaleza se adquiere poco a poco conciencia del carácter limitado de las estrategias explicativas interesadas en destacar un solo factor de violencia, y por consiguiente de la extrema complejidad de las soluciones posibles. Este trabajo analítico se expresa además en propuestas que desbordan el interés inmediato y la coyuntura del momento. Un papel igualmente importante le compete a la Universidad en relación con cuestiones aparentemente secundarias como la precisión terminológica y la claridad conceptual en cuanto a nociones como ¡as de violencia, poden guerra y paz. Este esfuerzo de clarificación conceptual se impone con especial urgencia en un terreno en el que el conflicto y la guerra se gestan y llevan a cabo también en el ámbito del lenguaje. Es importante definir la noción de guerra y la de paz, para evitar que esta última acabe por abarcar de manera indiscriminada cuanto valor se nos antoje (la paz del alma, de la familia, de los sentidos); es urgente delimitar la noción de violencia con un concepto no excluyente -que abarque todas aquellas experiencias que el sentido común entiende y sufre como una forma de atropello contra su dignidad pero al mismo tiempo impida que todo se vuelva sin más violencia-; es igualmente indispensable precisar lo que entendemos por sociedad civil, ante las múltiples pretensiones de quienes aspiran a asumir su vocería. Desde ia academia es posible esta tarea analítica, que precise el sentido de conceptos cercanos, unidos por cierto aire de familia, como los de poden potencia, violencia y fuerza. A quien objetase que un trabajo de esta naturaleza se pierde en vanas elucubraciones intelectuales le contestaría que la ambigüedad teórica favorece a su vez ¡a manipulación ideológica y acaba por tener efectos prácticos relevantes en cuanto a la espiral de violencia. La indistinción entre fuerza legítima y violencia podría ofrecer múltiples ejemplos al respecto. 134

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IV. I m p o r t a n c i a de la Universidad c o m o eje de la sociedad civil Frente a la crisis de los partidos políticos tradicionales y a cierto desencanto generalizado por lo político, la denominada sociedad civil aparece como una rica reserva de valores morales y de formas novedosas de lazos sociales o comunitarios. Sin embargo, la importancia siempre mayor atribuida a la sociedad civil resulta directamente proporcional a la vaguedad de este concepto, utilizado portados pero con sentidos distintos. No es el lugar para entrar a analizar las diferentes acepciones del concepto. Me limito a anotar que en la tradición hegeliano-marxista la sociedad civil designa una forma de asociación no directamente estatal, marcada por lazos sociales externos, asumidos por sujetos atomizados debido a razones estrictamente egoístas. Es cierto que las actuaciones supuestamente egoístas de sus miembros acaban por producir obras culturales valiosas y bienestar general; sin embargo, se trata de una universalidad imperfecta - q u e se impone a espaldas de los individuos- no comparable con la universalidad consciente propia de quien actúa de manera consciente como ciudadano, en función de los intereses comunitarios. Esta oscilación entre lo particular y lo universal, entre intereses partidistas y la preocupación supuestamente desinteresada por los intereses superiores de la nación, sale a relucir en muchas de las intervenciones de quienes pretenden hoy en día asumir la vocería de la sociedad civil en relación con el tema de ¡a guerra y de la paz: empresarios, movimientos sociales, sectores comunitarios, minorías étnicas, iglesias. Por supuesto, los gremios tienen todo el derecho de actuar de esta forma y de tratar de hacer valer sus intereses. Sin embargo, es igualmente legítimo el interés de la comunidad por neutralizar las propuestas sesgadas en favor de un grupo minoritario y, en el caso de la paz, arreglos y componendas a espaldas de la voluntad y de los intereses de la mayoría. En este aspecto específico la Universidad, y en especial la universidad pública, se encuentra en una posición relativamente privilegiada. Es innegable que I 35 1

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la Universidad no posee ni de lejos un poder de presión comparable con el de los sindicatos, un poder ideológico tan grande como el que sigue ostentando la iglesia católica, y por supuesto -en especial en la crisis actual caracterizada por la tendencia a abandonar la Universidad a su suerte- el poder económico de los gremios. Sin embargo, ostenta el poder de la palabra y de la argumentación racional, ei poder de una sabiduría acumulada a través de generaciones, ei poder de la comunicación persuasiva que no se deja amedrentar por la amenaza de las armas, y una vocación por lo público que acaba por imponerse más allá de esporádicas y puntuales prácticas clientelistas. Por esto mismo creo que le compete a la universidad pública un papel privilegiado en cuanto al diseño de planes y políticas de paz que tengan en cuenta los intereses de la mayoría de los afectados, En el debate ético-político más reciente se ha venido afianzando un nuevo concepto de sociedad civil como espacio de diálogo y de comunicación sin represión10. Lo que define de manera específica el ámbito de la sociedad civil sería el espacio para un derecho pleno a la comunicación, que ejercen las asociaciones y los movimientos cívicos. De hecho, Habermas identifica la sociedad civil con el espacio público en el que se instauran redes y canales de comunicación fuera del monopolio estatal y se ejercen libremente el derecho de asociación, expresión y prensa, al margen del dinero y del poder. Frente a la concepción ideal de la sociedad civil cabe la obvia objeción de que en la actualidad los espacios de comunicación quedan de hecho manipulados por los monopolios de poden Sin embargo, el lugar más apropiado para una primera materialización de este ideal de una sociedad o comunidad sustentada en mecanismos partidpativos no excluyentes, en el respeto por ei otro y en el diálogo 10

A juicio de Habermas, "el núcleo institucional de la sociedad civil lo constituye esa trama asociativa no-estatal y no-económica, de base voluntaria, que ancla las estructuras comunicativas del espacio de la opinión pública en la componente del mundo de la vida [...]. La sociedad civil se compone de esas asociaciones, organizaciones y movimientos surgidos de forma más o menos espontánea que recogen la resonancia que las constelaciones de problemas de la sociedad encuentran en los ámbitos de la vida privada, la condensan y elevándole, por así decir el volumen o voz, la transmiten al espacio de la opinión publicapolítica", Facticidad y validez, Madrid, Trotta, 1998, p, 44.

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parecería ser precisamente el recinto universitario, el espacio más favorable para ensayar formas distintas de convivencia. Ésta fue la utopía que inspiró muchos de los movimientos estudiantiles del 68, y que se conserva más allá de frustraciones, desencantos y fracasos. Creo que la Universidad debería ofrecer un ejemplo de comunidad abierta y dinámica, en la que no se nieguen o repriman los conflictos, sino que se canalicen de acuerdo con principios mínimos de convivencia. En últimas, la Universidad debería desempeñar una función crítica de ¡o que es, pero también empezar a materializar algo lo que debe ser. y mostrar que la convivencia pacífica sustentada en el respeto es algo más que una utopía lejana y puede encontrar un lugar en nuestra realidad. Ei espacio universitario debería así funcionar como un auténtico taller de relaciones sociales no libres de conflictos, pero orientadas por valores como la dignidad, el respeto y la solidaridad, que deberían inspirar por igual las prácticas pedagógicas, el trabajo investigativo y la convivencia entre los diferentes estamentos de la Universidad. Quizás resulte conveniente que los valores ligados con la solidaridad y el reconocimiento de la dignidad sean objeto de estudio y enseñanza directa. Sin embargo, importa mucho más que la asimilación de estos valores se dé a través del ejemplo y por medio de un estilo de enseñanza que los asuma como criterios básicos".

V. Un e j e m p l o para la sociedad en c u a n t o al m a n e j o de los c o n f l i c t o s i n t e r n o s Entiendo por conflirto una forma peculiar de interacción humana entre individuos, grupos o colectividades, marcadas por el desacuerdo, la oposición y la confrontación acerca de valores básicos o acerca de la distribución de recursos escasos como el poden la riqueza y el 11 La educación para el respeto exige que el maestro dé muestra inequívoca de tomar en serio, en el aula de clase, la dignidad de sus alumnos; que sea capaz de prestar atención a lo que intentan expresar; que esté dispuesto a interesarse por el destino y las necesidades peculiares de cada uno de ellos; que no utilice su saber como un arma de poder y no mponga su palabra como un juicio incontrovertible e inapelable; que sepa encontrar un justo término entre la tolerancia permisiva y el paternalismo autoritario.

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reconocimiento social. Lo peculiar del conflicto es el choque de voluntades por la posesión exclusiva de un bien -conflictos pasionales por un mismo objeto de amon conflictos por la soberanía sobre un terreno controvertido- o por el empeño en lograr objetivos incompatibles12. En muchos sistemas ético-políticos el conflicto es percibido como una enfermedad que amenaza la armonía del cuerpo social. De aquí la tendencia a neutralizarlo o resolverlo por medio de la conciliación. En sociología la postura funcionalista de autores como Parsons destaca ios aspectos negativos, corrosivos, disfuncionales y patológicos de esta peculiar forma de interacción humana. Autores como Simmel, Coser, Dahrendorf y Aron subrayan en cambio la función positiva del conflicto como herramienta indispensable para que un grupo tome conciencia de su identidad y afiance su propia cohesión interna, y más en general, como un factor que despierta energías y alimenta el cambio, frente a! peligro de estancamiento y osificación del sistema social. Esta última postura, que valora el conflicto como un elemento constitutivo de toda relación social, parecería haber ganado terreno en estos últimos años13. De acuerdo con este enfoque, que valora ia tensión de fuerzas por encima de un modelo armónico de sociedad, lo que debería preocuparnos no es el enfrentamiento sin más, sino su eventual degeneración en una violencia amasadora que pone en juego las normas mínimas de convivencia, substrato para que el conflicto ideológico, político o social resulte progresivo y tenga consecuencias emancipadoras. La posibilidad de 2

"Un actor se encuentra en oposición consciente con otro actor a partir del momento en que persiguen objetivos incompatibles, lo que los conduce a una oposición, enfrentamiento o lucha". Pisas,V„ "El estudio de los conflictos", en Introducción al estudio de la paz y de los conflictos, Barcelona, Lerna, 1987, p. 166. Se acostumbra distinguir los conflictos riterindividuales de los sociales y políticos, 3 Por lo demás no se trata de una ¡dea nueva. Ya Maquiavelo ta había formulado cinco siglos atrás en su obra Los discursos, en donde ei creador de pensamiento político invita a valorar el conflicto como un síntoma de vitalidad del cuerpo social y como una forma de interacción que preserva la libertad y enriquece los lazos sociales. A juicio del secretario florentino la grandeza de la república romana y el conjunto de virtudes cívicas que florecieron en ella no se dieron a pesar sino gracias al conflicto secular entre patricios y plebeyos: Cfr I Discorsi, I, 4, Tutte le opere. Firenze, Sansoli, 1971, p, 82, Pensadores como Hegel, Marx y Nietzsche comparten esta visión positiva del conflicto como resorte de la cultura y garantía de libertad.

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evitar cualquier dase de enfrentamiento en el interior de la Universidad resulta claramente utópica, además de indeseable. Sería tanto como acabar con la vitalidad de la institución universitaria, inimaginable sin el pluralismo ideológico y sin la competencia entre modalidades distintas de concebir el trabajo investigativo, la docencia o su responsabilidad social. Esta última se alimenta de la multiplicidad y variedad de posturas enfrentadas, de la libertad de cátedra, de ios debates y enfrentamientos ideológicos, de la rebeldía estudiantil y del disenso, elementos indispensables para evitar la caída en la rutina burocrática, tan perjudicial en este terreno como en el amor. Sin embargo, nadie puede negar que en muchos casos los conflictos se degradan en competencia desleal y en una lucha a muerte por la supervivencia a cualquier precio, sin reparar en la clase de herramientas utilizadas para hacer valer determinados intereses y golpear al adversario. El conflicto degenera a menudo en una confrontación violenta, perjudicial para personas y grupos y para la misma institución universitaria. ¿Cómo evitar que esto acontezca, y que los conflictos no degeneren en violencia aniquiladora? Por cierto no existen fármacos milagrosos. Contamos, sin embargo, con unas directrices morales consolidadas a través de siglos de historia y de múltiples ensayos en la búsqueda de herramientas eficaces para contrarrestar o regular las pulsiones destructivas. Me refiero a los derechos humanos, un conjunto de exigencias y reivindicaciones articuladas alrededor del valor básico de la dignidad humana, cuya función prioritaria parecería ser la de asegurar normas mínimas de convivencia y pautas para controlar o canalizar los conflictos, y proteger a los más desvalidos frente a los desmanes dei poder político o frente a la arrogancia del poder económico, religioso o ideológico. A partir de este paradigma de los derechos, que se han constituido en un código de valores para nuestra realidad y nuestro tiempo, es posible señalar los linderos que separan conflicto y violencia, es decin, el derecho legítimo a luchar por determinados ideales o intereses del enfrentamiento mezquino, sucio o violento. I 391

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a. Los conflictos de carácter académico La comunidad universitaria, creada para fomentar el intercambio de ¡deas y el desarrollo del conocimiento, se ha transformado desde sus inicios en el escenario privilegiado para el enfrentamiento de paradigmas científicos, modelos pedagógicos, sistemas filosóficos o formas de concebir el trabajo literario y la creación artística. En los siglos XIII y XIV las contiendas intelectuales asumían en ocasiones la forma y el ritual de un auténtico duelo público, presenciado por una masa ansiosa por conocer el desenlace de los golpes más o menos contundentes entre los adversarios, y sobre todo atentos al golpe "letal", que definía de manera inequívoca al vencedor Los enfrentamientos intelectuales actuales canecen del brillo y a ratos del carácter caballeresco propio de las disputas medievales, y por lo general no logran convocar auditorios masivos para presenciar su desenlace. Sin embargo, siguen animando la vida universitaria, y los debates entre partidarios de diferentes escuelas o enfoques científicos se transforman a menudo en los episodios más interesantes de unos congresos a menudo tan apacibles como aburridos14. Por lo general los estatutos universitarios reconocen la libertad de cátedra y el derecho a la libertad de expresión, y destacan el pluralismo ideológico como un ingrediente esencial de la vida académica. Sin embargo, la realidad no siempre corresponde con estas normas ideales. No es infrecuente que los grupos hegemónicos traten de aislar a quienes no comparten determinados paradigmas, o las orientaciones de una escuela específica. Antaño se quemaba a los herejes. En la adualidad se los margina, por io que el derecho a disentir puede significar una reducción significativa de las oportunidades de empleo o de crecimiento intelectual, la discriminación en ia asignación de recursos para la investigación, etc. J, Stuart Mili ha escrito páginas memorables contra el nuevo peligro que amenaza las libertades básicas: la negación o penalización del disenso por medio dei despotismo de la opinión pública y la presión creciente hacia 14 Es suficiente mencionar las controversias entre analíticos y dialécticos en filosofía, juristas puros y sociólogos del derecho, conductictas y psicoanalistas, bayesianos y clásicos en estadística, detractores y defensores de las vacunas sintéticas,

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el pensamiento homogéneo o unidimensional. Perniciosa en el contexto de la sociedad en general, esta tendencia puede resultar letal para ia vida académica, para la cual el disenso y las controversias constituyen el oxígeno indispensable para su supervivencia y desarrollo. Un régimen único de verdad resulta siempre perjudicial, y poco importa si se impone desde arriba o a partir de determinados grupos hegemónicos, si es de carácter religioso o ideológico-político, si quienes lo proponen actúan para apuntalar un poder despótico o para promover un programa humanitario o revolucionario. La Universidad debería ofrecerle a la sociedad en general el eiemolo de controversias v disputas limpias entre sujetos v eruoos que difieren en cuanto a principios, cosmovisiones y paradigmas científicos, y sin embargo comparten normas mínimas en cuanto al juego limpio y a la igual oportunidad para todos de argumentar y luchar para defender un enfoque epistemológico, ético o científico consolidado a través de años de investigación y docencia; debería ofrecer el ejemplo de sujetos dispuestos no solamente a toleran sino a interesarse adivamente por posturas diferentes. Una aditud de esta naturaleza se sustenta en los derechos de ios demás colegas universitarios a investigar e impartir docencia de acuerdo con las convicciones maduradas a lo largo de todo un trabajo de formación responsable, sin tener que sufnr penalidades por atreverse a ser consecuentes con sus creencias; pero se sustenta también, o sobre todo, en los derechos de los propios estudiantes a conocer de manera no sesgada el contenido de las diferentes escuelas de pensamiento, Un profeson debería contan con la generosidad suficiente como para desprenderse mentalmente de sus preferencias e intentar lograr cierta dosis de imparcialidad valorativa para no abusar de su poder de persuasión. La formación integral dei estudiante exige el pluralismo y la apertura a ¡os aportes de diferentes enfoques o escuelas. b. Conflictos e n t r e facultades y estamentos A los conflictos impulsados por las diferencias de modelos y métodos de investigación, y por el afán de desempeñar un papel hegemónico en los diferentes campos del saben se suman las luchas I 41 |

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entre las disciplinas organizadas por Facultades o Escuelas, para el liderazgo en el interior de ia Universidad, En este caso los conflirtos se reorganizan de acuerdo con la lógica implícita en este célebre refrán árabe: "Yo contra mi hermano, mi hermano y yo contra mis primos, mi hermano, mis primos y yo contra mis vecinos, etc.". Las diferencias internas pierden de pronto importancia cuando una facultad tiene que defender sus intereses o su espacio vital en cuanto a asignación de recursos, ingreso de estudiantes, aprobación de nuevos planes de estudio, etc. En un pequeño y divertido texto de 1795, titulado El conflicto de las facultades, Kant se dedica a analizar el conflirto entre las facultades "superiores" de Teología, Derecho y Medicina con la facultad denominada inferion la de Filosofía, desamparada por el podentoleradacomo una carga inútil o mirada con sospecha como un foco de ¡deas subversivas15. Si en lugar de la facultad deTeología ponemos la de Ingenierías, creo que el texto kantiano conserva cierta vigencia, a pesar de haber sido escrito hace más de dos siglos. Se sigue percibiendo en muchos casos, en la sociedad y al interior de la misma Universidad, una aditud de desdén hacia las Ciencias Sociales, tratadas a menudo como cenicientas en la repartición de recursos, aulas o espacios de investigación. Algunas facultades se consideran más imprescindibles que otras, o incluso -acudiendo de manera indiscriminada a elevadas nociones metafísicas- se sienten más diredamente vinculadas con la "naturaleza" o "esencia" de la Universidad. Esto implica que en caso de recortes en tiempo de crisis, tendrían que salir quienes pertenecen a las facultades "inesendales" o "accidentales". Conflirtos análogos se desarrollan entre los diferentes estamentos que conviven en el espacio universitario. "Sin profesores no habría universidad", proclaman los unos; "los estudiantes constituyen la esencia, el 5 Los miembros de las facultades supenores, anota Kant, se sienten orgullosos de las tareas desempeñadas, en función de bienes tan apreciados como la salud física y espiritual, o la seguridad de la propiedad, de su responsabilidad en la formación de funcionarios del Estado, y del sólido núcleo de principios establecido en el marco de sus disciplinas. Por esto miran con desdén a los coiegas adscritos a la facultad inferior sin tareas precisas por desempeñar y condenados a peleas interminables, en témenos movedizos en ios que la duda escéptíca destruye enseguida ¡os vanos intentos por construir un sistema ordenado o una ciencia "normal".

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sustento y la base revolucionaria de la institución universitaria"16, contestan otros;"sin empleados y trabajadores una institución tan precaria y vulnerable como la universidad carecería de estabilidad y orden", afirman a su vez quienes defienden los intereses de los trabajadores. También estos conflirtos distan de ser meras disputas verbales, sobre todo en períodos de escasez, cuando ei Estado trata de reducir al máximo los recursos para ia educación superior No es infrecuente escuchar en estudiantes y trabajadones quejas sobne los elevados salarios de los pnofesones y, al nevés, necniminaciones del cuenpo docente frente a derechos laborales logrados por los sindicatos, o frente al bajo monto de las matrículas pagadas por los estudiantes. Los profesores protestan cuando el sindicato bloquea el acceso a las aulas de clase, al tiempo que los trabajadores cuestionan la apatía y la incapacidad de convocatoria del cuerpo profesoral. Más allá de la tendencia natural de cada actor de la Universidad a subrayar la importancia y la prioridad de la función que desempeña, debería imponerse una actitud más ecuánime y comprensiva, en especial frente a los aportes de facultades "inferiores" en cuanto a poder y reconocimiento social, de hecho indispensables para que la Universidad no se agote en la tarea de impartir conocimientos y técnicas, y por el contrario siga alimentando ei espíntu crítico y se preocupe por formar científicos éticamente responsables17. El conflirto en16

Cfr. Silva, H. y Sonntag, H. R... Universidad, dependencia y revoludón, México, D. F„ Siglo XXI, 1976. 7 La tendencia a reducir o cerrar las facultades que en un determinado contexto político o cultural dispongan de un poder notablemente infenor al de otras más favorecidas por las políticas gubernamentales o las demandas del mercado, podn'a transformarse en un recorte perjudicial para el derecho del estudiante a una formación integral, que lo habilite para desempeñarse como un profesional competente, pero también con una mirada abierta y crítica frente al contexto social en el que se desarrolla el ejercicio de su profesión. De acuerdo con la doctrina de la Corte, la función de la Universidad es la de generar conocimiento. Por esto, "instituciones que fundamentan su quehacer en objetivos distintos, por ejemplo la mera profesionalización, no pueden proclamarse como universidades". Los magistrados hablan también del trabajo universitario en función de! perfeccionamiento de la vida y del fomento de la ética, la ciencia y la estética, los tres pilares de la cultura. Sentencia de la Corte C-220/97. Por mi parte, creo sin embargo que la Universidad no debería subvalorar la función profesionalizante, que se traduce además, en el caso de la Universidad pública, en una opción para algunos ciudadanos con escasos recursos de acceder al ejercicio de una profesión y por consiguiente a una vida digna. El énfasis exclusivo en el pape! crítico, imperante en algunas universidades públicas, ha contribuido en muchos casos a acentuar el divorcio entre Universidad y sociedad, con consecuencias perjudiciales para los propios egresados en cuanto a su derecho al trabajo.

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tre Facultades debería canalizarse hacia formas de integración y proyectos investigativos de carácter interdisciplinario, de los que saldrían beneficiados los estudiantes y el propio desarrollo de las diferentes disciplinas. Una actitud análoga debería imponerse en las relaciones conflirtivas entre estamentos: dejando de lado la pregunta por la mayor o menor "dignidad" de un gremio específico, todos a su manera indispensables para la marcha y el desarrollo de la Universidad, habría que propiciar una actitud construdiva que aceptase de manera realista la presencia de intereses encontrados y la legitimidad de determinadas formas de lucha para defenderlos, pero sin perder nunca de vista el interés general de la Universidad y de manera más específica el derecho de profesores, estudiantes, empleados y trabajadores de sentirse a gusto y no padecer violencia en un espacio vital para su existencia. c. Conflictos relacionados con la función social de la Universidad Siguen las disputas entre quienes defienden el espíritu eminentemente laico y no confesional de la Universidad moderna, y quienes reivindican, por el contrario, ia necesidad de una educación sustentada en valores religiosos para enfrentar la corrupción y la violencia, o apelan a la libertad de enseñanza para cuestionar ei monopolio del Estado y justificar la presencia de instituciones universitarias controladas por órdenes religiosas18. Es objeto de polémica lo relativo a la naturaleza y función social de la Universidad, que ve enfrentados a los abanderados de la Universidad de corte napoleónico, interesados en ia necesidad prioritaria de formar profesionales en función del mer8 En ei caso de Colombia el conflicto aflora ya con fuerza en la edad republicana, cuando empieza la lucha por desmantelar el modelo universitario propio del régimen colonial y la hegemonía mcontrastada de la Iglesia en cuanto al control de ios escasos centros de educación superior El conflicto se alimenta a su vez de las luchas enconadas acerca del papel dei intelectual y de su nivel de autonomía frente al poder político o religioso, una controversia que atraviesa los siglos XIX y XX, y se conserva viva en la actualidad. Es suficiente mencionar los debates enardecidos acerca de la inclusión de las teorías utilitaristas de Bentham en los estudios de derecho, política y filosofía. Promovidas e incluso impuestas por Santander como contrapeso a la tradición tomista dominante, las teorías utilitaristas fueron, en cambio, objeto de duras críticas por parte de quienes veían en ella una perversión de los auténticos principios morales sustentados en una cosmovisión religiosa y por consiguiente un peligro para la formación de los universitarios y para la misma sociedad.

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cado, y a quienes -inconformes con la reducción de la universidad a una fábnca de profesionales leales al régimen y funcionales para el sistema productivo- subrayan como tarea pnoritaria la formación integral de sujetos humanos interesados en retribuir a la sociedad con sus conocimientos y con su trabajo investigativo, más que en escalar posiciones en un mercado siempre más competitivo. Es muy común también que se presenten conflirtos de caráder generacional, que ven enfrentados a los estudiantes con parte del profesorado, con las directivas universitarias y con la misma estrudura de la Universidad, a su vez cuestionada como reflejo de un orden extemo considerado injusto u opresivo19. Una ética centrada en derechos ofrece indicaciones valiosas acerca de la manera de enfrentar esta clase de conflictos, El ethos de los derechos ofrece argumentos adicionales a favor de quienes vienen promoviendo una universidad laica, a tono con el mundo moderno, libre de hipotecas religiosas y sólo ligada por vínculos de lealtad con el desarrollo del conocimiento y con la necesidad de formar personas responsables, sobre la base de una ética ciudadana. Sin embargo, este mismo ethos nos obliga a cuestionar por igual otras clases de fundamentalismos, de corte laico, muchas veces igual de sectarias e intolerantes, Nadie olvida, en la experiencia de las últimas décadas, la sacraiización de textos bien profanos, pero venerados como infalibles so pena de ser marginados o condenados como infieles o herejes; el juramento de fidelidad a un credo político como condición de acceso a la Universidad, los juicios inapelables emitidos sobre determinadas 9 Es suficiente mencionar la lucha por la renovación de la Universidad iniciada en Córdoba en 1918 -de gran trascendencia para las universidades latinoamericanas en el siglo X X - que cuestionaba ei sectarismo religioso, el carácter clasista y excluyente de la educación superior las estructuras autoritarias y los contenidos curriculares obsoletos; el mayo francés, una bocanada de entusiasmo y vitalidad, que si bien no alcanzó a modificar el orden social existente -lo que pregonaban algunos de los líderes más radicales- le inyectó nueva vida a una universidad anquilosada y dejó entrever la posibilidad de formas nuevas de convivencia; el movimiento estudiantil colombiano de! 71. que pagó a un precio relativamente alto en vidas humanas la reivindicación de nuevas relaciones de poder en el interior de la Universidad y en la sociedad en general; o los movimientos más recientes de carácter antiimpenalista. En todos estos casos las nuevas generaciones irrumpen con ideas innovadoras contra lo establecido, y con propuestas en cuanto al gobierno de la Universidad, los contenidos curriculares, la forma de enseñanza e incluso los valores y estilos de vida de una sociedad y cultura determinada.

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tendencias científicas, condenadas sin más como burguesas o reaccionarias. Los derechos humanos imponen por igual ciertas normas al conflirto generacional que enfrenta a estudiantes y profesores, o a jóvenes docentes e investigadores con los de mayor trayectoria y experiencia. El principio de la dignidad humana obliga al respeto para quienes han entregado una vida entera a la Universidad, abriendo espacios de investigación, organizando nueva cátedras o diseñando nuevos planes de estudio; pero les exige, también a quienes han logrado consolidar cierto poder académico al final de una carrera exitosa, la obligación de no cerrarse a nuevas propuestas y aceptar que las nuevas generaciones de intelectuales que se van formando están casi condenadas al parricidio intelectual -obviamente en sentido figurado- si quieren superar la condición de minoría de edad y no conformarse con repetir, como epígonos, lo realizado por la generación anterior Respeto, más que tolerancia pasiva, para quienes han forjado un camino, y que ahora son percibidos como una carga o un obstáculo incómodo para que otros más jóvenes puedan surgir y ocupar posiciones de mando; pero también actitud receptiva y respetuosa frente a cierta osadía juvenil, un ingrediente indispensable para evitar el peligro de que el trabajo intelectual acabe pon osificanse. El respeto por la dignidad humana les impone también unas restricciones fuertes a los movimientos de protesta que se expresan por medio de paros, huelgas de hambre, marchas y otras clases de manifestaciones de inconformidad, por fuera o en el interior de la Universidad. El derecho sagrado de cada miembro activo de la comunidad universitaria a expresar su protesta frente a determinadas políticas gubernamentales, no legitima el recurso a toda clase de medios violentos. La toma en serio de la dignidad o valor intrínseco de quienes resultan en diferente grado afectados por la acción de protesta obliga a los actores del movimiento a limitar el uso de la fuerza para que no perjudique derechos básicos de terceros a la vida, a la integridad y a determinadas libertades básicas. En un clima envenenado por la violencia y por la sobrevaloración del poder amenazante de las armas, sería deseable que en la universidad se implementasen formas distin146 I

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tas y no violentas de lucha, y estrategias novedosas para expresar la inconformidad o presionar para la aprobación o abrogación de determinadas leyes. En estos mismos principios debería inspirarse una movilización general contra políticas gubernamentales orientadas hacia la negación de la autonomía universitaria y, en últimas, hacia la crisis permanente o el cierre de las universidades públicas. Me refiero en especial al decreto ley 955, inspirado en una lógica de corte Neoliberal, que propone la financiación de la demanda como una estrategia para reducir de manera paulatina ia obligación financiera del Estado con la universidad pública y la obliga a buscar en un mercado competitivo los medios financieros para asegurar su supervivencia. En caso de prosperar esta ¡dea del subsidio a la demanda, la universidad pública recibiría un golpe mortal y se incrementaría de manera progresiva la tendencia expansionista de la universidad privada20. Es necesario e ineludible cuestionar y denunciar el carácter regresivo de un decreto de esta naturaleza, que pretende desconocer la función prioritaria del Estado social de derecho en cuanto a ia satisfacción de un derecho social básico como la educación en todos sus niveles21, La renuncia del Estado a honrar un compromiso fijado por el texto cons20 A juzgar por algunas afirmaciones sueltas (el documento habla de "ampliar la cobertura y mejorar la equidad, como instrumento para el acceso equitativo a la educación superior"), este decreto parecería impulsado por la intención de afianzar y ampliar el derecho de acceso a la educación superior para un número mayor de colombianos, a tono con los preceptos de la Constitución. Sin embargo, resultaría ilusono creer que en este nuevo escenario saldrían favorecidos los derechos de los estudiantes a una formación integral en términos de equidad. Los menos favorecidos quedarían excluidos de todas formas del acceso a las universidades privadas más prestigiosas, y les quedaría la opción de elegir entre instituciones de educación superior que no merecen el nombre de universidades, o entre diferentes clases de confesionalismos, religiosos o laicos, en el interior de universidades creadas en función de intereses gremiales o al servicio de una cosmovisión religiosa específica. Se perdería así un rico capital cultural, ético y científico, acumulado por décadas en el interior de ¡a universidad pública, gracias a una modalidad de investigación y docencia no hipotecada al servicio de intereses específicos, y solo comprometida por deberes de lealtad con el avance del conocimiento, el desarrollo de las artes y la consolidación de una ética civil. 21

Ei texto constitucional obliga al Estado a velar por la satisfacción de necesidades, derechos y bienes primarios, y en su artículo 67 consagra de manera específica la educación como un derecho básico de la persona El decreto desconoce por igual lo establecido en la Ley 30 que, en consonancia con la función social dei Estado, establece "la prioridad del gasto social público" frente a otros rubros del presupuesto nacional. Cfr Bejarano, P J.. "Plan nacional de inversiones públicas (decreto 955): breve mirada a la constitución política colombiana", Universidad Nacional, 2000,

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titucional implica la entrega de ¡a educación superior a la lógica dei mercado, con efedos perjudiciales para el derecho a una educación integral y para la misma sociedad, que se obligada a pagar un costo muy elevado por la renuncia a la investigación y en consecuencia por una dependencia siempre mayor en cuanto a la producción de conocimientos y tecnologías. Sin embargo, esta lucha hacia la declaratoria de mconstituoonalidad de este decreto ley debería expresarse en formas y estrategias no violentas, eventualmente en coordinación con otros actores y movimientos sociales igualmente golpeados o amenazados por una política que desconoce la letra y el espíritu de la nueva Constitución de Colombia. Estas son apenas algunas indicaciones para una posible transformación progresiva de la Universidad en espacio y taller de paz. N o de la paz de los cementerios, ni de la paz igualmente aburrida de un sistema social armónico, sin roces, manipulado y organizado desde amiba, sin espacios para la protesta y la crítica, sino de una paz concebida como una modalidad de relaciones sociales que propician el desamollo integral de la libertad, en el marco del respeto por la dignidad y la autonomía de todos. Nos queda, a pesar de todo, la confianza en estos diques aparentemente frágiles, elevados por la humanidad para detener la barbarie y la violencia aniquiladora; y la confianza en la universidad, el espacio más apropiado para que el compromiso con estos valores de civilidad adquiera un nuevo impulso y se extienda de manera progresiva ai conjunto social,

BIBLIOGRAFÍA Bejarano,J.,"Plan nacional de inversiones públicas (decreto 955): breve mirada a la constitución política colombiana", Universidad Nacional de Colombia, 2000, Bobbio, Lo dudo y ia elección. Intelectuales y poder en la sociedad contemporánea, Barcelona, Paidós, 1998. Correa de Andreis, A./'Aproximaciones de una relación: participación y paz", en Primer congreso universitario porta paz, Bogotá, Icfes, 2000. Pisas,V,"El estudio de los conflictos", en Introducción al estudio de la paz y de los conflictos, Barcelona, Lema, 1987,

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Habermas,J, Factiadad y validez. Madrid.Trotta, 1998 Hoyos, G„ El ethos de la Universidad, Bucaramanga, UIS-Humanidades, I 998, Maquiavelo, N., / Discorsi, I, 4, Tutte le opere. Firenze, Sansoli, I 97 i, Ortega y Gasset, J.,"Misión de ia Universidad", citado de Universidad. Utopía, Medellín, Icfes-Edmaico, 1994, Sánchez Vásquez, A.,"Universidad, sociedad y política", en Universidad. Utopía, Medellín, Icfes-Edmalco, 1994. Silva, H.y Sonntag, H. R., Universidad, dependencia y revolución, México, D.F., Siglo XXI Editores, 1976,

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Antropólogo Grupo de estudios aírocolombianos (CES) Profesor de la Universidad Nacional de Colombia

La disidencia é t n i c a a n t e la nueva díáspora El estudio de la nueva diáspora afrocofombiana tendrá que figurar con más ahínco en las agendas de investigación que diseñen los profesores de la Facultad de Ciencias Humanas, Dilucidar su naturaleza es consecuente con las metas de los programas estratégicos que la Universidad Nacional de Colombia ha escogido para desarrollarse y proyectarse hacia la nación, en particular con el que se ha denominado Poderes étnico-terñtoñales. También urge originar globalizaaones disidentes que formen enturónos alternativos de solidaridad transnacional alrededor de ias soluciones que es necesario crear ante la actual violación de derechos humanos en Afrocolombia. Los afrocolombianos tan sólo comenzaron a ser visibles en espacios de derechos políticos a partir de la frma de la constitución que en 1991 reconoció y legitimó hacia el futuro el carácter plunétnico y multicultural de ia nación colombiana1. Arocha, Jaime, "Inclusión of Afro-Coiombians: Unreachable National Goal?", in Roce and National identity in the Américas. Latín American Perspectives. issue 100, mayo 1998, pp. 70-89. Arocha, Jaime, "La inclusión de los afrocolombianos: ¿meta inalcanzable?", en Maya, Adriana (ed.), Los afrocolombianos. Geógrafo humana de Colombia, Tomo Vi, Santafé de Bogotá, Instituto de Cultura Hispánica, 1998, pp, 333-395,

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Defino como globalización disidente al conjunto de redes transnacionales de carácter político, social, ambiental, religioso o comunicativo que pueden crearse alrededor de filosofías, espiritualidades, míticas, poéticas, estéticas, luchas étnico-territoriales y demás características y reivindicaciones que -dado su etnocentrismo- los sistemas hegemónicos someten a la invisibilidad, estereotipan y desdeñan. Formularé opciones de aglutinación disidente alrededor de raíces mandingas, bantúes, lucumíes, akanes y carabalíes, según las interpretaciones que los afrodescendientes están evolucionando, luego de haber sido expulsados de sus territorios ancestrales y relocalizados en ámbitos metropolitanos, como el de la capital del país.

D e s p l a z a m i e n t o f o r z a d o y afrícanízacíón u r b a n a En Colombia, el desplazamiento forzado es más visible en las áreas rurales del país, Consiste en uno de ios efectos perversos de la guerra que desde hace cuatro decenios máquinas bélicas de izquierda y derecha libran contra la población civil2. A partir del decenio de 1990, esos aparatos armados afianzaron su expansión sobre buena parte de los territorios ancestrales de los afrodescendientes3. Sus comandantes respondían, primero, a la competencia por las riquezas minerales, vegetales y animales de amplios segmentos del litoral Pacífico, la llanura caribe y los valles interandinos del Cauca y Magdalena4. Y en segundo lugar, reaccionaban a la importancia estratégica y geopolítica que espacios como el del valle del ríoTruandó adquirieron desde que el entonces Presidente de la República, Ernesto Samper, enunciara en 1996 la fartibilidad de construir un nuevo canal interoceánico modifi2 Comité Universitario Francés para Colombia. Llamado por Colombio, París, Encuentro internacional, 27 y 28 de noviembre, 2000. 3 Arocha, Jaime, "Etnia y guerra", en Arocha, Jaime, Fernando Cubides y Miriam Jimeno (Eds,), Las violencias: inclusión creciente, Santafé de Bogotá, Centro de Estudios Sociales, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia, 1999, pp. 205-234. ^Arocha,Jaime,"Redes polifónicas desechas y desplazamiento humano en el Afropacífico colombiano", en Cubides, Femando y Camilo Domínguez (Eds.), Desplazados, migraciones y reestructuraciones territoriales, Santafé de Bogotá, Centro de Estudios Sociales, Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Colombia, 1999, pp. 127-148.

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cando el cauce de aquel afluente el río Atrato 5 . Selvas y riberas que sobresalían como refugios de paz, pasaron a ser ámbitos de terror. Frente a esta infortunada coyuntura, es explicable el que durante los dos últimos lustros ciudades como Cali y Medellín ostenten una afrocolombiamdad que antes permanecía implícita. En el caso de la capital del país, a los bogotanos los ha tomado por sorpresa el aumento de afrodescendientes, conforme lo refleja en su título el primer estudio sistemático sobre la presencia de ellos en ese ámbito urbano: Acá antes no se veían negros6. La ciudad no podrá seguir estereotipándose como espacio frío, taciturno y gris7, porque los nuevos inmigrantes la han llenado de calores, colores, aromas y maneras de celebrar la cotidianidad que aún no son bien conocidas. Para explorar esos cambios serán indispensables observaciones y conversaciones8 acerca de permanencias y rupturas en la afncanía que cimienta las dentidades de los inmigrantes, ias maniobras de inserción en la ciudad, y la convivencia con personas de otras afiliaciones étnicas. El concepto de africanía se refiere a aquella identidad que los afrodescendientes fueron moldeando para resistirse a la esclavización, aun antes de que a los cautivos se les forzara por la ruta transatlántica9. De ahí que se haya fundamentado en memorias mandingas, bantúes, yorubas, akanes, y carabalíes, para remodelarse en respuesta a la apropia•Wocha, Jaime, "Ananse y el porvenir de los afroamericanos", en Trans, No, 0, Sober y Conficto, Santafé de Bogotá, Dirección Académica, Universidad Nacional de Colombia 2000, pp, 17-25, 6 Mosquera, Claudia, "Acá antes no se veían negros": estrategias de inserción de la población negra en Santafé de Bogotá, Santafé de Bogotá, Observatorio de Cultura Urbana, Instituto Distrital de Cultura y Turismo, Alcaldía Mayor de Santafé de Bogotá, 1998 7 Gamboa. Santiago, Vida feliz de un ¡oven llamado Esteban, Barcelona, Ficcionano, 2001, p. 3 I. 3 Observaciones y conversaciones son la esencia de las llamadas metodologías de investigación cualitativa. Las primeras pueden consistir en miradas agudas a un ritual fúnebre, inscritas mediante notas rápidas y luego transcritas con paciencia en el estudio del observador. Las conversaciones pueden ir desde ia entrevista temática a la de profundidad o a las historias de vida. Clifford, James, "Notes on (field)notes", en Sanjek, Roger (Ed,), Fieldnotes. Ithaca, Cornel University Press, 1990, pp, 47-70. 9 Munanga, Kabenguele, "Origen histórico del quilombo en África", en América Negra. No. i I, Santafé de Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, jumo, 1996, pp, I 1-22. Serrano, Carlos HL'Ginga, la rema quilomba de Matamba y Angola", en América Negro. No. I I, Santafé de Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, junio, 1996, pp. 23-30,

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ción de los vínculos, objetos, plantas y animales que les ofrecían los nuevos sistemas sociales y ambientales de América10. Partiendo de esta ¡dea, se podrán formular preguntas sobre cambios en los rasgos característicos de las áreas de origen -familias extendidas y troncos del litoral Pacífico; carnavales caribeños, yfiestaspatronales y santos venerados en ei Afropacífico; celebraciones de retorno periódico a los territorios natales del Chocó, o retención de competencias lingüísticas en el criollo que se habla en el Palenque de San Basilio, cerca de Cartagena o el que se usa en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina- Para trazar continuidades y discontinuidades de africanía en ámbitos metropolitanos ha sido útil reflexionar sobre la interacción entre "rutas" y "raíces" que experimentan las sociedades tradicionales a media que se afianza ia globalización.

"Ruts" A James Clifford le vino como anillo al dedo que en inglés routes (rutas) yroots (raíces) se pronuncien igual, ruts.Jugó con un solo sonido para condensar los dos sentidos contrapuestos de las transformaciones culturales que -en su opinión- hoy recorren el mundo". El mercado laboral, el conflicto armado, la velocidad de las comunicaciones y las aspiraciones individuales figuran entre los impulsos que volvieron a los viajes eventos cotidianos, agentes de dinámicas que hasta ahora los estudiosos de la cultura comienzan a descubrir y describirTal es el caso de las convivencias y competencias de lo ancestral con y contra aquellos estilos de vida megalopolitanos que las máquinas digitalizadoras reducen a fenómenos locales. No obstante los estímulos de la variación, aún son innegables las raíces, y Clifford se pregunta si en esa persistencia hay un factor de género: en las narrativas etnográficas, los varones deambulan y las mujeres habitan. 0 Beltrán, Luis, "La africanía", en Segundo coloquio internacional de estudios afro-iberoamericanos, discurso inaugural. Abidján-Costa de Marfil, Unesco-Umversidad de Alcalá de Henares-Universidad de Cocodí, 1998, 1 Clifford, James, Rouíes, Cambridge, Harvard University Press, 1997,

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No obstante, las afrocolombianas circulan tanto como los hombres. Mientras recorren ei país y trabajan en diversos oficios, dejan a sus hijas e hijos con las abuelas, y ellas y ellos crecen con sus primas y primos, amigas y amigos. Entonces, en este caso la persistencia de la raíz de africanía tendría que ver con la intervención de dos grupos de edad, el de las madres de las madres, y el de los niños y niñas. Los grupos de edad en sí mismos son huellas de africanía. De ellos hablan varios autores; sin embargo en Afrocolombia, los cuagros del Palenque de San Basilio son los más formalizados12. Puerto de salida. Camino sin regreso anotó Nina de Friedemann en su diario mientras visitaba la isla de Coreé. Se refería aun aviso fijado en "el umbral que miraba al mar y por donde eran conducidos los cautivos con destino a los barcos [que los llevaban a la construcción de América]". Conmovida, minutos antes, ella había leído docenas de letreros de papel pegados a una pared. Entre ellos transcribió el que decía: "La gente senegalesa ha querido mantener la presente Casa de los Esclavos con el fin de recordarle a cada africano que una parte de él mismo pasó por este santuario"13. La diáspora en América fue el efecto más dramático de la ruta transatlántica por la cual fueron obligados a transitar los doce millones de africanos capturados a la fuerza14. Para algunos estudiosos, las raíces africanas desaparecieron debido a los rompimientos demográficos, sociales, políticos y espirituales que acarrearon ese camino obligado y las otras rutas que condujeron a los esclavizados desde los puertos de desembarque, hasta las explotaciones coloniales de azúcar, oro, made2

Friedemann, Nina de y Carlos Patino, Lenguo y sociedad en el palenque de San Basilio, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1985. 13 Arocha, Jaime, Ombligados de Ananse: hilos ancestrales y modernos en el Pacífico Colombiano, Santafé de Bogotá, Centro de Estudios Sociales, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia, 1999, pp, 39, 40, M Esta cifra proviene de Encarta Africana, la enciclopedia digital de Microsoft. Sin embargo, ias últimas pesquisas de Inikon hablan de nueve millones (véase, Inikori, Joseph E., "Les aleas méconnus de la traite négnére transatlantique: sources, causes et implications histonographiques", en Diene, Doudou (Ed.), Le cha'ne et le lien, une visión de la traite négnére, Pans, Editions Unesco, 998, p. 130-151. Friedemann, Nina de y Jaime Arocha,, De sol a sol: Génesis, transformación y presencia de los negros en Colombia, Bogotá, Planeta Editorial Colombiana, 1986, pp. 33-35)

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ras, perlas y ganado15. También porque -una vez abolida la esclavit u d - los libres anduvieron y por lo tanto, ejercieron aquella autonomía de movimientos que por siglos les había impedido la sujeción. Entonces, el contacto y el consecuente mestizaje con criollos e indios habrían acicateado aún más el olvido. Dentro de esa manera de raciocinan la metamorfosis cultural debida a la presencia creciente de afrocolombianos en las metrópolis colombianas debe estudiarse en el marco de la hibridación 16 . Sin embargo, al fijarse en Bogotá, surge el interrogante acerca de la preponderancia de africanías culinarias, musicales y corporales en la creación de espacios inéditos. Hay restaurantes que ofrecen bollolimpio n , orepehuevo18 y encocao e p/anguo19; discotecas con bandas de chirimía 5

Almario, Osear "Territorio y minería colectiva de los grupos negros del Pacífico sur colombiano: de la leyenda de Carlos Olaya a la conciencia étnica", en Wade, Peter (coord.) /vlonchesíer 99: Black Populotions, Social Movemenls and Identity in Latín America, Manchesten University of Manchesten I 999. Restrepo, Eduardo, "Afrogénesis y huellas de africanía: anotaciones para la discusión", en IX Congreso de la Asociación Latinoamericana de Estudios Afroasiáticos, Cartagena, 1997. Restrepo, Eduardo, "Afrocolombianos, Antropología y proyecto de modernidad en Colombia", en Uribe, María Victoria y Eduardo Restrepo (comps.), Antropología en la modernidad, Santafé de Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 1997, pp. 279-3 19. Wade, Peter Gente negra, nación mestiza, Medellín, Universidad de Antioquia, Instituto Colombiano de Antropología, Siglo del Hombre Editores y Ediciones Uniandes, 1997. " "[...] operación conducente a la producción artificial de seres híbridos [...]". "Híbrido, -a [...] Se aplica a los seres orgánicos que son producto del cruce de dos individuos de distinta raza, especie o género [...] Se aplica por extensión a cosas en que se advierten procedencias o naturalezas distintas (VtMezclar")" (véase, Moliner María, Diccionario del uso del Español, H-Z, Madrid, Credos, 1992, p. 38). Las ciencias sociales han tomado esta idea para elaborar la metáfora que se refiere a mezclas y sincretismos de rasgos provenientes de culturas disímiles, presumiendo que la característica resultante difiere de las progenitoras. Alberto Da Costa Silva considera que para el caso afroamericano, esta metáfora es inconveniente por cuanto oculta la fortaleza de la raíz africana. Por su parte, Susana Delvalle la objeta considerando que la mayoría de los híbridos son estériles, y que et traslado mecánico de ese concepto a la antropología arrastra significados e implicaciones contraevidentes en el ámbito de la transformación cultural (véase, Da Costa Silva, Alberto, Los estudios desvinculados del África, Conferencia magistral, Santafé de Bogotá, Universidad de los Andes, I 994. Delvalle 5usana, "Nuevos Desafíos para las Ciencias Sociales", en Estudios de Asia y África, Vol, 3 I, No. I, México, D.F, El Colegio de México, 1996, pp. 43-61). 7 Alimento característico de la llanura caribe consistente en una masa blanca de harina de maíz, poco aliñada, que se cocina envuelta en las hojas de la mazorca. 8 Alimento de la llanura caribe consistente en una arepa de maíz que se frita con un huevo en su interior 5 Alimento del Pacífico sur consistente en un molusco que las mujeres extraen de manglar, y el cual cocinan en una salsa espesa de coco

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(conjunto de vientos muy propio de! departamento del Chocó) que también tocan salsa, y jóvenes que rapean en barrios como Santafé, así como tas peluquerías y salones de belleza -para hacerles y cuidarles las trencitas a las niñas o alisarles el peto a las jóvenes-. Identidades muy definidas que sobresalen en la constitución de los nuevos escenarios de afrobogotanidad. Para entender esos ámbitos, es pertinente fijarse en la interacción de caminos y raíces. Las instancias que aproximo aquí tienen en común que la resistencia a la esclavización se haya ejercido a partir de la africanía, Por ello, planteo la hipótesis de que - e n el caso de ¡os afrodescendientes- la raíz también debe su persistencia a la insumisión.

Africanía En Áfnca hay afncanidad, pero no afncanía. Reafirmo que esta última palabra designa la reconstrucción de la memoria que -con muy diversas intensidades- tuvo lugar en América a partir de los recuerdos de africanidad que portaban los cautivos20. Remembranzas que podían ser limitadas, debido a la naturaleza de la trata. Ésta no involucraba pueblos enteros, sino personas jóvenes, muchas de ias cuales estaban en proceso de adquirir competencias productivas, artísticas y espirituales21, No obstante, entre ellas también hubo iniciados como Mateo Arará, uno de los curanderos que utilizó plantas americanas a partir de los conocimientos que tenía de la botánica africana22. Él figuró entre aquellos conocedores de la tradición akán que jugaron papeles importantes en la reedificación personal de los cautivos, además de ios que desempeñaron la reagrupación con otros afncanos de afiliaciones étnicas comparables, y tos diálogos con españoles e indígenas23. Avivado el recuerdo colectivo, ios cautivos se volvieron o cimarrones armados, capaces de construir aldeas fortifi20 Beltrán, Luis, "La africanía", en Segundo coloquio internacional de estudios afro-iberoamericanos, discurso inaugural, Abidján-Costa de Marfil. UNESCO-Universidad de Alcalá de Henares- Universidad de Cocodí, 1998. 2! Mintz, Sidney y Richard Pnce, The Birth ofAfrican-American Culture, an Anthropological Perspective, Boston, Beacon Press, 1995, pp. 42-51 '" Maya, Adriana, "Legados espirituales en la Nueva Granada, siglo XVII", en Historia Crítica. No. 12, Santafé de Bogotá, Departamento de Historia, Universidad de los Andes, 1996, pp. 29-4 i 23 Maya, Adriana, Los afrocolombianos frente al cristianismo: brujería y reconstrucción étnica en el Nuevo Reino de Granada, siglo XVII, París, Universidad La Sorbona, tesis doctoral, 1999

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cadas -palenques- o cimarrones del espíritu, aptos para sabotear las minas y haciendas de ios amos mediante embrujamientos y hechicerías24. La retaliación colonial no se hizo de esperar; y consistió en balas y dogmas. Durante la primera mitad dei siglo XVII, con diligencia, el tribunal inquisitoria! de Cartagena persiguió y enjuició a brujas, hechiceros y curanderos africanos y afroamericanos25. Esta insidia particular en parte explica el que hoy en día los afrocolombianos no ostenten expresiones tan nítidas como la santería cubana, el vudú haitiano o el candomblé afrobahiano26. En consecuencia, Nina de Friedemann propuso complementar ia noción de africanía con la de huellas27. La unión de ambas palabras permite precisar los efectos de otras fragmentaciones de ia afncanidad: el poblamiento disperso y aislado de las minas de oro, destino final para ia mayoría de quienes fueron esclavizados en la Nueva Granada28; ia formación de haciendas de trapiche carentes de esos barracones propios de las plantaciones de caña de azúcar; donde a diario se concentraban cientos de trabajadores forzados29; la disminución significativa que - a partir de 1750- tuvo lugar en la oferta de cautivos bozales o africanos en el mercado de Cartagena de Indias, cuando también creció la disponibilidad de cautivos criollos en el mercado de Popayán30.Y por último, la importación masiva de muleques -niños y adolescentes- que los ingleses metían de contrabando por el río Atrato en tales números, que el gobierno colonial prohibió el comercio por ese río durante cien años contados desde el penúltimo decenio del siglo XVII31 74 Maya, Adriana, "Las brujas de Zaragoza: resistencia y cimarronaje cultural en las minas de Antioquia", en América Negra, No. 4, Santafé de Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 1992, pp, 85-100, 25 Maya, Adriana, op, cit. 1999. 26 Arocha, Jaime, op, cit, 1998, pp. 350-354, 27 Friedemann, Nina de, La saga del negro: presencia africana en Colombia, Santafé de Bogotá, Instituto de Genética Humana, Facultad de Medicina, Pontificia Universidad Javeriana, 1993, 28 Friedemann, Nina de, Minería, descendencia y orfebrería, litoral Pacífico colombiano, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, ¡971 29 Colmenares, Germán, Cali: terratenientes, mineros y comerciantes, siglo XVIII, Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1980. ic Sharp, William, Slavery on the Spanísh Frontier: the Colombian Chocó: 1680-1810. Oklahcma, Oklahoma University Press, 1976, " Jiménez, Onán, El Chocó: vida negra, vida libre y vida parda, siglos XVII y XVIII, Medellín, tesis de maestría, Departamento de Historia, Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, Universidad Nacional de Colombia, 2000,

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{Leones en B o g o t á ! En Afrocolombia hay gente que aún lleva aquellos apellidos que aparecen en ios documentos coloniales sobre las minas de oro, y con los cuales fueron bautizados los cautivos africanos, antes de que se les forzara por la ruta transatlántica32. El que sobrevivan los nombres Mandinga, Congo, Mina, Lucumí y Carabalí da cuenta del éxito que tuvieron quienes escaparon de la esclavización. De haber permanecido en cautiverio, hoy se llamarían Caicedo, Arboleda, Ibargüen, Hinestrosa o Mena, según fuera el apellido del amo a quien tenían que homenajear; después de que él les extendiera la carta de libertad que ellos le habían comprado o él les había otorgado por gracia. La permanencia de esos etnónimos es afortunada porque habla de los grandes ámbitos de procedencia desde África que expertos como Nicolás del Castillo Mathieu33 han identificado mediante análisis de documentos de los archivos coloniales: Sahel u orilla del desierto del Sahara para mandingas; valles y costas adyacentes a las desembocaduras de los ríos Senegal y Cambia para yolofos, branes, zapes y bijagos; Congo y Kwanza para congos, ngolas, y ándeos, y Níger, Calabar y Volta para lucumíes, carabalíes y minas. Entre los pueblos de la región sudano-saheliana, a los cautivos de Malí se les llamó mandingas, y su mayor aflujo tuvo lugar entre 1530 y 1580, durante el período de "las licencias"34. Se trataría de contingentes que incluyeron devotos de credos animistas, como los branes y zapes de la alta Guinea, así como gente de Senegal como los yolofos y balantas, entre otros miembros de naciones sujetas a la influencia islámica, Por lo tanto, personas quizás letradas, cuyo nivel educativo habría estado por encima del de sus amos -conquistadores y clérigos- quienes traían a los cautivos como parte de su "menaje doméstico". 32

Jiménez, Orián, op. cit., 2000. Del Castillo, Nicolás, Esclavos negros en Cartagena y sus aportes léxicos, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, LXII, 1982, 34 Maya, Adriana,"Demografía histórica de la trata por Cartagena, 1533-1810", en Maya, Adriana (Ed.), Los afrocolombianos. Geografía humana de Colombío.TomoVI, Santafé de Bogotá, Instituto de Cultura Hispánica, 1998, pp. 18-23. 33

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En África, la gente mande aún reverencia a los gñots, juglares y músicos, genealogistas e historiadores orales, quienes actuaron y actúan como consejeros de mandatarios. Entre ellos, sobresale el nombre de Bala Faséké, griot de Suandiata Keita, el niño parapléjico, hijo de una mujer sabia que tenía la capacidad de transformarse en ciertos animales como el hipopótamo. Gracias a los consejos de Bala Faséké, ya en la adolescencia, el tullido superó sus impedimentos físicos y, a mediados del siglo XIII, se convirtió en el guerrero y político sabio que consolidó el imperio de Malí35. Como musulmán, Suandiata Keita se opuso a quienes trataban con sus correligionarios por la ruta transahariana. Entonces, no es extraño que sus subditos lo admiraran y que sus descendientes sigan recitando una epopeya dentro de la cual él es venerado en calidad de Son Jara, Rey León36. A miles de kilómetros del Sahel, leones de melenas densas todavía pueblan las selvas que rodean al río Dubassa, afluente del río Baudó. Ningún biólogo ha reportado la presencia física de esos animales africanos en ei Chocó. Sin embargo, gente de allá no sólo considera que los leones hacen parte de su vida diaria, sino de los orígenes de sus propios linajes familiares. El que aún hoy haya afrochocoanos quienes perciban su entorno como ámbito natural de un animal que no ha existido en América, el cual -además- respetan como originador de su estirpe, sugiere que quizás existieron cautivos mandingas, quienes en la clandestinidad pudieron haber reverenciado a Son Jara, enemigo de la esclavitud. No obstante, el que la ruta transatlántica haya causado una diáspora tan profunda se evidencia en el fragmento de una raíz cultural que une a los dos continentes y cuya terca persistencia histórica dejó una huella en el Chocó. Ante semejante prodigio de una memoria que fue cautiva por tantos años, ¿cómo no imaginar conversaciones con afrocolombianos de Bogotá acerca de míticas y poéticas sobre leones melenudos como los que marcan la descendencia del empera35

Wisniewski, David, Sundiata. Lion King of Mali, Nueva York, Clarion Books, 1992, Sisókó, Fa-Digi y John William Johnson. The Epic of Son-jara, a West African Tradition, Bloomington, Indiana University Press, 1992. 36

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dor Sundiata Keita? ¿Cómo no ilusionarse con una investigación que pueda potenciar el orgullo étnico de sus sujetos de estudio?

Botánica, medicina y herrería Con respecto a la memoria bantú, la historiadora Adriana Maya recuerda un mito luba sobre el origen de las estatuas: Después de que el cielo se hubo separado de la tierra, la gente se instaló en ella aún desierta [...] Su desobediencia le había acarreado males y sufrimientos de toda clase: enfermedades, hambrunas, homicidios, querellas entre parientes y robos. Viendo todo eso, Ngoyel Gran Genio, fue a buscara Nkulu, Genio Primordial, con la intención de interceder ante él a favor de la gente. Éste lo escuchó debido a que Ngoy-como su nombre lo indica- era quien "terminaba con las imperfecciones". Nkulu se sumergió en el lago Kisaie donde habitaba, y reapareció con una estatuilla tallada en madera que le entregó a Ngoy, diciéndole: -Lleva contigo este objeto. Es el "bwanga", es decir, el remedio que espera la gente para curar sus males. Dile que esculpa muchos ¡guales y tú me los traerás aquí [...]. Ngoy partió con la talla y la confió a un sacerdote y adivino, con el fin de que hiciera otras. Este último trabajó sin descanso, días y noches, y al cabo de un tiempo, le entregó a Ngoy muchas tallas distintas. Ngoy se las llevó al Genio Primordial, quien entonces le reveló a Ngoy las palabras mágicas susceptibles de animar las tallas y dotarlas de poder curativo, Además, Nkulu le enseñó las virtudes de las plantas y la naturaleza de los ingredientes con los cuales era necesario impregnar ias estatuillas para mantener contacto con los otros genios del cosmos [...] Esta es la razón por la cual, desde tiempos inmemoriales, la gente fabrica estatuillas para curar sus sufrimientos y para estar en contacto con Nkulu, su benefactor. 37

37

Maya Restrepo, Adriana, £/ orte bantú, Santafé de Bogotá, Presentación de la exhibición Bertrand, Museo Nacional, 1998,

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En Colombia, el litoral Pacífico es por excelencia un espacio de talladores de madera. Friedemann reseñó la difusión de los calados que adornan los balcones de las casas de ciudades comoTadó en el valle del río San Juan y describió los detalles de las canoas de moro que albergan a nenes y nenas hasta que comienzan a caminar38. En el valle del río Baudó, los carpinteros también hacen calados y sobresalen en la talla de los rayos, mediante los cuales las mujeres se apoyan dentro de sus canoas y restriegan la ropa tomando el agua del río. Se trata de profesionales de ia madera quienes transmiten a las nuevas generaciones mitos que rememoran los rayos y centellas de Changó, como el de £/ diamante de Nauca, además del saber acerca de los poderes curativos de las plantas. Sin embargo, son los cholos, indígenas embera y waunan, y no los afrodescendientes quienes hacen aquellas tallas que usan de forma muy parecida a la prescrita por el mito luba. Etnógrafos como Henry Wassen han recalcado ia memoria africana que evidencian los patrones estéticos y estilísticos de ias tallas embera y waunan39. ¿Por qué los afrodescendientes parecerían haber perdido la creencia de que la madera tallada puede manipularse para hacerla encarnar poderes curativos? ¿Será posible que -más bien- ellos hayan hecho clandestinas sus prácticas de sanación mediante tallas? Para responder estos interrogantes será necesario explorar los efectos que ha podido ocasionar el terror que se difundió muy temprano -desde los comienzos del siglo XVII- debido a ia persecución y castigos que elTribunal del Santo Oficio de Cartagena de Indias instituyó contra los cautivos africanos que osaban practicar sus religiones ancestrales. Entre los acusados, perseguidos y condenados, sobresalieron los curanderos de la familia bantú, a quienes nunca fue necesario torturar para que confesaran el haber sido iniciados en el conocimiento de las plantas y sus poderes espirituales40. Habrá que averiguar si 38 Friedemann, Nina de, Críele, críele son: del Pacífico negro. Bogotá, Planeta Editorial Colombiana, Colección Espejo de Colombia, 1989, pp. 101-105, 39 Wassen, Henry, "An Analogy Between a South American and Oceanic Myth Motif and Negro Influences in Darién", en Ethnologiska Studier, No. 10, 1940, pp. 69-79. 10 Maya, Adriana, op. cit.. 1999, pp. 126-140.

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una forma de poner a salvo toda esa sabiduría pudo haber consistido en la estrategia de entregársela a quienes no eran perseguidos por los inquisidores, ios cholos. Hacia 1640, los inquisidores de Cartagena de Indias comenzaron a perseguir a Antonio Congo. A éste y a otros curanderos de la familia bantú, los acusaban de hacer sanaciones mediante plantas americanas que hallaron parecidas a las que habían conocido en África41. Los inquisidores opinaban que para alcanzar éxito en sus experimentos, estos curanderos tendrían que hacer pactos diabólicos. De la rabia por la libertad perdida dependió el que gente como Antonio también se valiera de sus conocimientos para perjudicar a los amos. Paralizándolos, embrujando sus casas de habitación o maldiciendo sus minas y haciendas. Hoy en día, a estas prácticas de libertad se les da el nombre de cimarronaje simbólico, a fin de contrastarlas con las más abiertas de la rebelión armada42, que habían sido experimentadas por muchos de los embarcados a la fuerza. Porque en ei valle del Congo la reina Ginga y los imbagalas se habían alzado contra la captura43. La insumisión reiterada, junto con los saberes botánicos y médicos, también son huellas de africanía que para congos, ánzicos, tekes y ngolas coexistieron con los conocimientos de la metalurgia del hierro, indispensables para llevar a cabo la minería del oro. Entonces, ya en el ámbito bogotano, las plantas para sanar dolencias, las epopeyas de libertad y las imágenes del hierro forman materias primas para conversar sobre las raíces que pueden persistir, no obstante los caminos recorridos desde África, pasando por valles andinos o por los ríos del Chocó y por las costas del Cauca y Nariño,

"" Maya. Adriana, op. cit., 1999, p. 129. 42 Maya, Adriana, op. cit. 1992. 13 Munanga, Kabengue!e,"Ongen histórico del quilombo en África", en América Negra, No. I i, Santafé de Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 1996, pp. I 1-22, Serrano, Carlos K, "Ginga, la reina quilomba de Matamba y Angola", en América Negra, No. I I, Santafé de Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 1996, pp. 23-30.

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Un P r o m e t e o a f r i c a n o en la c a p i t a l Si los Mina hubieran podido escoger cómo llamarse, quizás tendrían los apellidos Akán, Fanti o Ashanti 44 . Los tratantes les pusieron el nombre del sitio desde donde fueron embarcados, el Castillo Elmina, cerca de la desembocadura del río Volta, donde también se almacenaban las "cargas" inhumanas45. Ya en ei Caribe continental e nsular, se empeñaron en mantener vivas ¡as historias que sus abuelos les contaban sobre la araña Ananse46, un héroe mítico a quien aún veneran por embaucador, anárquico, travieso e insumiso, gracias a cuya astucia triunfa sobre seres de mayor tamaño y poder. Es tan autosuficiente que va tejiendo su casa con un hilo que saca de su ombligo, mediante el cual también hace las telas que servían para fabricar personas47. Por si fuera poco, Ananse robó la sabiduría para entregársela a los humanos: Nyamien, el dios todopoderoso mantenía el conocimiento guardado en un cántaro que escondía en una habitación, de cuya hasta entonces legendaria invulnerabilidad dieron buena cuenta la perseverancia y los trucos de la araña48. Pero este Prometeo africano no fue castigado por su desafuero, y en América su personalidad se engrandeció al encarnar la rebeldía contra la esclavización. La admiración por la independencia de Ananse llega al extremo de que muchos padres hermanan con ella a sus hijos e hijas recién nacidos. Para lograr su cometido, les curan la herida que deja el ombligo al 11 La enciclopedia digital Encarta Africana identifica a los minas con los popoes de Benín, Esta última denominación se ha encontrado en Condoto como apodo que heredan los varones de la familia Rentería, Resulta interesante pensar que un sobrenombre que en Colombia tiene asociaciones escatológicas haya podido usarse para esconder una afiliación étnica. 45

Maya, Adriana, op, cit., 1998, pp. 41-43, •" El nombre de este héroe mitológico presenta ¡as variaciones Ananse (Costa de Marfil y Ghana), Anonse (Costa de Marfil, Ghana, litoral Pacífico colombo-ecuatoriano),Anonsi (litoral pacífico colombo-ecuatonano) y Anancy, Ates Nancy breda Nancy (Caribe continental e nsular) 47

Dagó-Dadié,Albert, Ananse. el hilo y el ombligo. Biojó, Esperanza, Encuentros de africanía. texto para la etnoeducación y la cultura, Santafé de Bogotá, Fundación Cultura! Colombia Negra, 2000, pp, 125-141, 48 Dagó-Dadié, Albert, op. cit, 2000, p. 130,

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caerse mediante sustancias que preparan ya sea macerando el pequeño saco que envuelve los huevos de la araña o con telas de araña, C o m o en África y en ei Caribe, nunca le hacen daño al animal49. De hacerlo, al infractor y a su familia le sobrevendrían desgracias. Será interesante saber si en barrios bogotanos donde viven muchos afrodescendientes, como La Candelaria y Britalia, hay quienes les repiten en criollo sanandresano a sus hijos las historias que sus abuelos les contaron a ellos sobre la diosa araña.También averiguar si ellos saben que esa tradición de contar cuentos sobre el héroe de los trucos, la astucia y ia libertad existe en América desde 1640, cuando comenzaron a llegar los fantis y los ashantis desde Ghana hasta el Caribe -isleño, continental y barbaconao, porque al fin y al cabo el río Atrato hace del Afropacífico una tierra caribeña-; y si en esa tradición aún participan los afrodescendientes de Jamaica y San Andrés; de Providencia y Limón (Costa Rica); de Santa Catalina y Surinam; del Baudó y Abidján (Costa de Marfil, África). Esa costumbre ancestral atestigua la existencia de una red global y disidente formada por rutas marítimas, fluviales y terrestres, a la cual Bogotá tendrá que integrarse.

Los mellizos y Changó Como los Minas, los Carabalíes tampoco adoptaron ese apellido. Se lo impusieron los tratantes, quienes denominaron con una sola palabra a los cautivos de los ríos Calabar y Cross -Ibos y Efiks50-. Estas personas comparten con los Lucumíes del Níger la creencia de que los mellizos idénticos son seres especiales51. Esta convicción dejó huellas de ¡ucumía o yorubía en lugares del río Baudó, como Boca de Pepe. Allá hay quienes sostienen que los mellizos sietemesinos, nacidos en viernes santo tienen poderes sobrenaturales52.

49 50 51 52

Dagó-Dadié, Albert, op, cit. 2000, pp. 1 34, I 36, Maya, Adriana, op. cit, i 998, pp. 41-43, Mintz y Price, op, dt, 1995, p, 10, Arocha, Jaime, op. cit, 1998, p. 378.

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A los mellos los tratan con deferencia en los velorios, que también son ámbitos de cimarronaje espiritual53. Han reunido colectividades para despedir al muerto entonando versos que esconden maneras familiares e íntimas de adorar a los santos y de acariciar y de sobar las imágenes de ellos. Estas conductas, por lo general, chocan con la ortodoxia católica. Los alabaos se caracterizan por unas repeticiones rítmicas sin acompañamiento de instrumentos que -salpicadas de alcohol y café y aromatizadas con tabaco- estimulan catarsis y trance54. Estos dos son los desenlaces que los creyentes de ia santería cubana o el candombe brasileño esperan de ritos que pueden celebrarse alrededor de altares ricos en la simbología del oricha Changó. Dos triángulos isósceles, unidos por sus vértices agudos representan et hacha doble que caracteriza a esa deidad55. En Colombia aparecen en forma de un lazo anudado en tela que se pega a la pared del altar y desde el cual bajan velos que llegan a la mesa sobre la cual se pone el ataúd. En ocasiones una mariposa tallada en madera sustituye al moño de género56. Es probable que el cuito a Changó se haya deslizado de manera clandestina hasta las tumbas o altares de velorios y novenarios, y que - p o r su condición oculta- el sentido del símbolo se haya desdibujado. En la capital, la persistencia de esta huella de africanía estaría en riesgo a medida que los difuntos dejan de velarse en sus casas. Las funerarias también pueden ser lugares hostiles al canto de alabaos y a la expresión libre dei dolor que desemboca en trance. De ahí la pertinencia de observar cómo se llevan a cabo estos ritos en ios barrios de Bogotá, y de preguntar sobre la forma como los afrodescendientes asumen el cambio debido al camino recorrido hasta la metrópoli. 53 Serrano, José Fernando,"'Hemo de morí cantando, porque llorando nací". Ritos fúnebres como forma de cimarronaje", en Maya, Adriana (Ed.), Los afrocolombianos. Geógrafo humana de Colombia, tomo VI, Santafé de Bogotá, Instituto de Cultura Hispánica, 1998, pp. 241-262, 5i Arocha, Jaime, op. cit, 1998, p. 373 55 Thomson, Robert Farrís, Fcce ofthe Gods: An and Altors of África and the African Américas, New York,The Museum of African Art, 1993 56 Arocha, Jaime, op. cit, 1998, p. 372.

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Inserción en la ciudad Hay afrobogotanos descendientes de quienes fueron esclavizados en la Santafé colonial, y afrocolombianos que llegaron el año pasado, desde el bajo Atrato, víctimas del desplazamiento forzado. Para los primeros, esta ciudad es su casa. Para los segundos, un sitio de paso del cual aspiran salir tan pronto el gobierno les garantice la seguridad de sus territorios. En medio de estos dos grupos se despliega una enorme variedad de situaciones. El momposino que llegó a desempeñar un cargo oficial y ya lleva diez años porque ha ocupado otros puestos. Ei estudiante guapiseño que entró a una facultad de derecho, terminó, le apostó a litigar, tuvo éxito, se casó con una muchacha del mismo pueblo y formó una familia que tan sólo va a Guapi si acaso una vez al año, de vacaciones. El adolescente baudoseño que se jugó sus ahorros, se metió en la línea57, luego en un bus y después de albañil; hoy ya es maestro de obra, pero no ha dejado de añorar los partidos de fútbol con y contra compañeros embarrados de pies a cabeza por las lluvias torrenciales. Pese a las diferencias, estas historias tienen un hilo en común: la gente se arriesga a viajar luego de cerciorarse de que en la metrópoli habrá parte de sus raíces, que en buena parte de los casos están hechas de redes de familias extendidas o de troncos familiares del litoral pacífico. Las reglas que guían el funcionamiento de los últimos, en el contexto de la minería del oro, son claras en cuanto al reclutamiento de parientes se refiere: quien pueda demostrar ser descendiente del miembro fundador del tronco, tiene derechos latentes en la mina que explota toda la parentela58. Para activar esos derechos es indispensable trabajar en la mina. El caso del Baudó, donde no hay oro, es parecido. Los derechos se activan trabajando en alguno de los predios que hacen parte de la propiedad de la familia extendida. 57 Bus con carrocería de madera que hace el recomido entre Quibdó, la capital del Chocó, y los puntos para descender la serranía del Baudó. Véase Arocha, Jaime, "Pensamiento afrochocoano en vía de extinción", en Revista Colombiana de Psicología, No. 5-6, Santafé de Bogotá, Departamento de Psicología, Universidad Nacional de Colombia. 1998, pp. 216-222. 58 Friedemann, Nina de, op. cit, 1971,

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Sin embargo, no es clara la forma como esta reglamentación se aplica en una ciudad sin minas de oro ni colmos"', ni montes biches60. Parece que las normas de solidaridad obligan a ofrecer techo y comida, a condición de que el recién llegado dé muestras de estar buscando algo que hacer Se dice que una vez conseguido el trabajo, esa misma persona puede seguir viviendo por un tiempo con sus anfitriones. La duración de ese período debe depender del grado de consanguinidad. ¿Serán comparables los casos de los afrocanbeños y afrovallunos? Las observaciones y conversaciones que permitan resolver estas incógnitas requerirán aproximaciones regionales, según la orientación que ofrezcan ias redes de afrocolombianos en Bogotá, Además del papel que pueda desempeñar la afiliación familiar en la ncorporación a ¡a vida metropolitana, son primordiales las pertenencias políticas y sindicales -en especial las del sector educativo-. Las O N G que gerenoan protocolos étnicos y particípativos son fundamentales para el caso de los desplazados. En este sentido, ta iglesia Católica se ha involucrado con la formación de comunidades de paz como antídotos del desplazamiento forzado, Cuando éste ha tenido lugar también se ha envuelto en programas asistenciales y en trámites de titulación, afianzamiento y defensa temtonai, así como correctivos de la situación de nesgo por la amenaza del desplazamiento. Otras iglesias que se mueven más en el ámbito dei socorro, pueden servir de puente entre origen y destino61.

Convivencia i n t e r é t n í c a Los Congos son una de las comparsas más coloridas del carnaval de Barranquilla. Nina de Friedemann halló que los altos penachos adornados con flores de papel y tas capas de sus disfraces rememoraban 39

En el litoral Pacífico, lote de cultivo, por lo general sembrado con plátano. En el Baudó, monte biche es aquel donde comienza a recuperarse la vegetación selvática, después de cultivar un colino (véase), y donde siembran frutales. Monte alzao es aquel cuya cobertura boscosa ya es prominente y los frutales están allí sembrados en plena producción Y monte bravo el que ya se ha recuperado y es similar a la selva virgen, donde los campesinos tan sólo se aventuran a cazar de día, tomando ¡as precauciones necesarias para evitar los ataques de los espíritus habitantes de esa franja incierta, 60

61 Véase Éxodo, el boletín bimensual publicado por el Grupo de Apoyo a Organizaciones de Desplazados, URL: éxodo.org.co.

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tos trajes que cronistas del siglo XVI describían para los mandatarios kicongos62. Están emparentados con el baile de Negros del carnaval de Mompox en calidad de documentos coreográficos y musicales sobre el cimarronaje reiterado que tuvo lugar en la llanura caribe63. Como sucede en el resto del bajo Magdalena, e inclusive en el Magdalena medio, los estribillos musicales que cantan los miembros de danzas y comparsas incluyen el desenmascaramiento de políticos corruptos, repasos de las carencias de servicios, crónicas de quienes viajan a Venezuela en busca del empleo que no consiguen en su tierra o de las desventuras de las mujeres que ellos dejan atrás64. Fuera de un escarnio público, matizado con colores y notas de tambor, quizás el carnaval no inflija castigos adicionales, y es posible que, más allá de la vergüenza, ¡os culpables no paguen otras penas. N o obstante, como para esas fiestas la impunidad es desconocida, su papel catártico va más allá de la risa e involucra el alivio por el conflicto dirimido mediante la teatralidad musical. De lasfiestasque los quibdoseños celebran en honor a su patrono San Pacho, se dice que son los carnavales más largos del mundo65. Su apogeo tiene lugar durante la segunda semana de octubre, y está precedido por cuatro semanas de celebraciones barriales, mediante la puesta en escena de lo difrá, equivalentes de las comparsas de la llanura caribe. Sobre carrozas motorizadas en forma de góndola, miembros de cada barrio montan escenarios que replican hitos de tas historias locales, regionales y nacionales. Con segundad que ni el proceso de paz que el presidente Andrés Pastrana inició con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, ni las alzas en los combustibles y la canasta familiar quedan por fuera de la imaginación de escenógrafos, sastres y maquilladores. Las bandas de guerra de los colegios y de los militares son impensables en muchos contextos carnestoléndicos. Sin embargo, en 62

Fnedemann, Nina de, Carnaval en Barranquilla, Bogotá, Editonal La Rosa, 1985, pp, 82, 93. Arocha, Jaime, op. ot, 1999. pp. 41-43. 64 Arocha, Jaime, op, ot., 1999, pp. 43-50, bi Fnedemann, Nina de, con fotografías de Jeremy Homer Fiestas celebraciones y ritos en Colombia. Santafé de Bogotá Villegas Editores, 1995, pp. I 12-125, Fnedemann, op. ai. 1989, pp, 127-156, 63

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el de San Pacho siempre desfian. Claro está que los músicos y los uniformados que los siguen poco marchan. Más bien contonean sus cuerpos con cierta discreción poco exenta de sensualidad. Si en Quibdó la gente consigue afectar la raíz militar de las marchas mediante corporalidades de africanía, también logra convertir a la ciudad en un enorme tablado de baile al cual confluyen paisas66, libres67, cholos68, chilapos69, turistas de los países del norte y devotos de quien en la santería cubana encarna ai oricha Orula, Espacios de convivencia mterétnica como el descrito para Quibdó se multiplican p o r t o d o el Afropacífico a media que se aproxima cada fiesta patronal. A los santos, la gente los balsea por los ríos, los viste de joyas, los emborracha y en el atrio de ia iglesia de Boca de Pepe le cantan a la virgen de ia Pobreza acerca de la forma como ella menea sus caderas bailando con San José70. La imagen de una María que hace explícita su sensualidad ha estremecido a muchos de los curas que han visitado la Boca, Algo parecido parece suceder con la mojigatería del altiplano ante la champeta criolla de Cartagena71. Para muchos de quienes la originaron, recrea el sentido de la rebelión palenquera, Pero en Bogotá, su erotismo y violencia simbólica figuran como piedra de los conflictos raciales deTibabuyes, un barrio de la localidad de Suba. Corporalidad y gestualidad siempre han sido señaladas como vehículos ¡dóneos para tramitar desavenencias personales, familiares y colectivas72. La teatralización y ritualizacíón de ellas encauzan frus66 En el litoral Pacífico, etnónimo para denominar a quien no es cholo (véase) ni libre (véase), sea antioqueño o no. 67 Etnónimo que adoptaron los africanos y sus descendientes tan pronto obtuvieron su libertad. En el Baudó, sinónimo de persona negra 63 Indígena embera, waunan o cuna, " En el Afropacífico, etnónimo para nombrar a los inmigrantes de los valles de los ríos Sinú y San Jorge, 70 Arocha, Jaime, op. cit. 1999, p, 154, 7; Mosquera, Claudia y Marión Provansal, "Construcción de identidad caribeña popular en Cartagena de Indias a través de la música y ei baile de champeta", en Aguaita, No. 3, Cartagena, Observatorio del Caribe Colombiano, 2000, pp. 98-1 14. 72 Bateson, Gregory Posos hacia una ecología de la mente. Buenos Aires, Ediciones Carlos Lohlé, 1992, pp, 427-498.

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traciones por la vía de diálogos estéticos entre ejecutantes y espectadores73. Sin embargo, el sentido de ambas conductas depende del contexto dentro del cual se celebran; cuando el público no entiende el significado de muecas y contorsiones, la representación puede ocasionar efectos contrarios a los que vaticinaba el intérprete. Hoy no se duda de que la identidad étnica asimismo se pone en escena74. En los ámbitos del transcurso diario también hay significados que se han originado en contextos particulares. Por fuera de ellos, pueden ser objeto de traducciones opuestas. En Bogotá hay quienes envidian la elegancia con la cual visten muchos afrocolombianos. Otros la detestan por la forma como combina colores o porque no disimula atributos físicos. Unos llaman a la policía por lo alto del volumen de la música que la gente negra toca en sus celebraciones familiares; otros añoran ser invitados a uno de esos bailes que duran hasta la mañana siguiente, cuando la dueña de casa ofrece un sancocho de gallina. Hay gente que repudia la forma como muchos afrocolombianos se tocan al saludarse o al visitarse. Otras personas sueñan con expresar su afectividad sin inhibiciones. Hay muchachos blancos que se peinan con dreadlocks, cuyos compañeros acusan de "sucios". Consonancias y disonancias como las enumeradas aparecerán en los catálogos de lo que se tendrá que observar y conversar. Porque la convivencia interétnica no sólo consiste en los mecanismos para resolver conflictos de discriminación implícita o explícita. Sin duda el lenguaje que la gente emplea para nombrar la diferencia - o los chistes que inventa para resaltarla- tensiona o distensiona. Sin embargo, por espontáneo e inconsciente, el discurso de la comunicación no verbal tendrá que ser abordado de manera creativa.

Para mañana Si hace diez años había quienes decían que en Bogotá no se veían negros, hoy no sólo pesa la opinión contraría, sino la conciencia de 73 71

Benítez, Antonio, La isla que se repite, Madrid, Casiopea, 1999. Ibid., p. 40.

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que ellos han asumido sus nuevas vidas con una valentía y optimismo desconocidos entre otros pueblos étnicos desplazados por la fuerza. No obstante la adaptabilidad de los afrodescendientes ai ámbito metropolitano, es necesario mantener viva la memoria sobre las causas y gravedad de la expulsión territorial mediante la violencia. Considerando que hasta hace muy poco t i e m p o a los afrodescendientes se les reconoció su calidad de pueblos étnicos, la percepción de su drama no equivale a la que muchas O N G tienen acerca de la desterntonalización de los indígenas colombianos. Así, me parece necesario no sólo contribuir a enriquecer el expediente étnico de los afrocolombianos, sino a deletrear huellas de africanía mandingas, bantúes, yorubas, akanes y carabalíes como cimientos de futuros diálogos Sur-Sur Esos diálogos son indispensables para lo que aquí he llamado globaiizaaones disidentes. El que éstas lleguen a ser antídotos contra el aniquilamiento cultural y físico de heterodoxias nistórico-culturales, dependerá del pape! que en su difusión y consolidación desempeñen programas estratégicos de investigación, como el que la Universidad Nacional de Colombia ha planteado alrededor de los Poderes Étnico Territoriales.

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Jaime Arocha

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Conflictualidad latente y convivencia abierta. El caso de San Andrés FRANCISCO A V E L L A Instituto de Estudios Caribeños Universidad Nacional de Colombia, sede de San Andrés

Introducción En este texto se buscan analizar las figuras más persistentes de una conflictualidad latente1, que a pesar de ella, permite la convivencia abierta de dos comunidades afrocoiombianas: la raizal, originaria de las islas, de religión predominantemente protestante y angíófona, y una comunidad negra inmigrante originaria de la costa caribe, de religión católica y lengua española, que tiene muy poca unidad interna a pesar de su gran identidad caribe. Al margen de estas comunidades existen grupos de inmigrantes del país de diferentes departamentos, especialmente del Valle, Antioquia y Cundinamarca, también muy poca cohesión interna. Frente a estas comunidades nacionales aparece una comunidad extranjera: la sirio-libanesa, que habla árabe y Se define como el campo semántico de la "doxa" en donde se contrapone o choca el sentido de los discursos, es decir es una contienda de discursos. Por el contrario la conflictualidad abierta es definida como el campo concreto del interés, de la pasión, de la política, en donde los actores buscan excluirse mutuamente, sea mediante la violencia (en el sentido webenano, tanto legítima como instrumental), sea mediante la guerra (a oartir de la definición amigo-enemigo)

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es de religión musulmana, dedicada ai comercio que prácticamente maneja ia economía de la isla, que se ha integrado desde el punto de vista político y social, pero cuya característica principal consiste en no mezclarse con la población de cultura Caribe.

El c o n f l i c t o l a t e n t e Un breve análisis de algunos escritos históricos del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina muestra que, además de las denuncias reiteradas sobre ia deplorable situación en la que el gobierno nacional ha tenido prácticamente a todas las regiones periféricas del país, se agrega la amenaza recurrente de la secesión. Con una diferencia importante: que a diferencia de la fábula del pastorcito mentiroso, el lobo nunca ha aparecido y no ha pasado nada, Hasta ahora... Pues las islas, como anota Parsons2, han seguido siendo colombianas, aunque no por la tradición centralista de! Estado de unir por la fuerza io que la Nación no ha podido unir por la voluntad de sus gobernados. La visión predominante en las islas es que ha sido por la libre determinación de los isleños, que adhirieron voluntariamente a la Constitución de Cúcuta desde 1 823. Esto constituye una de las particularidades más importantes de la historiografía regional del Caribe colombiano, pues diferencia radicalmente a la Costa del Archipiélago, En el primer caso la historiografía de la Costa Caribe deconstruye volens nolens los mitos de unidad nacional y saca a la uz pública un "enemigo simbólico" que la historia patria siempre ocultó: el Estado centralizador 3 . Su problema ha sido la imposi2 "Su posición indica que debieran pertenecer más bien a Nicaragua; sus afinidades culturales han sido históricamente con las Indias Occidentales inglesas y con Norteamérica; pero la realidad política es que aún continúan siendo, después de casi dos siglos de asentamiento permanente, parte integral de la República de Colombia.,.", han continuado con un radical proceso de "transformación de la sociedad". Parsons, J„ San Andrés y Providencia. Una geógrafo histórica de las islas colombianas del Caribe. Bogotá, El Ancora Editores, I 985, p. I 5. 3 Muñera A.. El fracaso de la Nación. Banco de la República, Bogotá, El Ancora Editores, 998,

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ción de Bogotá sobre Cartagena desde los tiempos del Virreinato, y la contienda se prolonga hasta el día de hoy4. En el caso del Archipiélago, por el contrario, la adhesión voluntaria tiene más que ver con un "contrato social" que con una imposición o la conquista de un territorio por la fuerza. Por lo tanto, según los escritores isleños5, también se puede deshacer voluntariamente. Por ello para los nativos de tradición inglesa es tan natural romper un contrato voluntariamente como contraerlo pues, como dicen, no hay que olvidar que fue Enrique VIII quien inventó el divorcio, El Archipiélago también ha permanecido unido a Colombia por tratados internacionales gestionados por la Cancillería, que fueron reconocidos pero que actualmente son contestados, como en el caso especial de Nicaragua.También por la acción del Estado, pues desde 1821 figuran en los primeros decretos constitutivos de la República de Colombia, en la que formaban parte integral del Estado de Cundinamarca6. Según la historiografía analizada, ei Estado ha sabido responder a través de casi dos siglos a todos los intentos de desconocimiento del utis possidetisjuris de 1810 hechos por gobiernos extranjeros, por lo cual "el problema de San Andrés no es el dominio de Colombia sobre las islas[...]"7.

4

Calvo, H, y A. Meisel (eds.), El rezago de la costa caribe colombiana. Bogotá, Banco de la República. Fundesarrollo, Universidad del Norte, Universidad Jorge Tadeo Lozano, 1999. 5 "Desde los años setenta propuse y gestioné la separación del Archipiélago del resto de Colombia. Para tomar esta determinación me basé en la historia de nuestro pueblo y sus derechos. Si un grupo adhiere a una nación voluntariamente, como es nuestro caso, también se puede desadherir de la misma forma [...] Nosotros libremente solicitamos hacer parte de la Nueva Granada en la Convención de Cúcuta [...] Nosotros no estábamos satisfechos con el tratamiento de segunda que nos daban y dan como colombianos, por lo mismo no queríamos seguir perteneciendo a un país que nos maltrataba y al que sólo le interesaba nuestro territorio para ejercer soberanía internacional". Livingston, T„ "Opinión cívica", en Horizontes, San Andrés, agosto de 1999, p. 4. 6

Cabrera, W „ San Andrés y Providencia. Historia, Bogotá, Editorial Cosmos, 1980, p. 89. López Michelsen, A.,"El problema no es limítrofe", en El Tiempo, Bogotá, septiembre 26 de 1999, p, 5. 7

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El enemigo externo Sin embargo desde mediados dei siglo XIX Francisco Javier Vergara8 señalaba al enemigo externo, mostrando arbitrariedades como a del arriendo de las Islas Mangle a! "conocido aventurero Peter Shephard" por parte del cónsul británico en Bluefield (que en ese tiempo era Colombia y hoy es Nicaragua), hacia I 852. Actividades que persistían con las acciones de ios capitanes de buques americanos para apropiarse de los cayos, como sucedió con Roncador y Quitasueño que fueron reclamados por Estados Unidos9, En 1890 el general nicaragüense José Bonilla ocupó Corn Islands alegando la pertenencia de todas las islas de la Mosquitia a su gobierno10. Y en la época del gran auge exportador del coco, a comienzos del siglo XX, se decía que mandaba más un capitán de barco americano que el propio gobierno en las islas, pues al intentar imponer una sanción un intendente encontró que no tenía policía, ni armas, ni fuerza para aplicarla. 8 Encontró en su visita al Archipiélago, para escribir la "Nueva Geografía de Colombia" que para esa época la soberanía estaba amenazada por una serie de extranjeros que habitaban ¡a isla de San Andrés, y que respaldados por algunos isleños "...apoyan para formar un círculo reducido de torcidas intenciones, que secundan el mal proceder de ciertos capitanes americanos deseosos de anexar la isla a su país [.,,] Con este objeto y aprovechando la ignorancia de algunos infelices, mdúcenlos a desobedecer a la autoridad, a dar escándalos, a elevar quejas contra todo empleado nacional que trata de cumplir con sus deberes". Vergara, F. J„ El Archipiélago de San Andrés. Noticia geográfica e histórica (como porte de ia Geografía General de Colombia), Bogotá, I 888, p. 27, ' J.W., Jemmett, en 1869, "convencido de que había descubierto Roncador y Quitasueño pidió a su gobierno permiso para extraer de ellos el guano y los huevos de aves marinas" oor lo que "dio asidero al gobierno de los Estados Unidos para declarar esa porción de tierra colombiana como de su propiedad. Colombia sin marina, sin servicios de información, embarcada en guerras intestinas, no estuvo en condiciones de presentar protesta sino en ¡891 [...]". Cabrera, W., op. cit. p. 106, 10 "La respuesta de nuestra patria ante este hecho fue únicamente verbal", Ibid., p. 109, En 896, Colombia propuso un arbitraje al gobierno de Nicaragua pero éste fue rechazado "llegando el atrevimiento de Nicaragua a sustentar pretensiones de pertenencia no sólo sobre Mosquitia sino sobre todo el Archipiélago de San Andrés y Providencia", En marzo de I 897 "se había dirigido a Londres una solicitud de ayuda para que se estableciera allí un protectorado británico" (p. I 10). En 914"los Estados Unidos confirmaron con Nicaragua el tratado Bnand Chamorro mediante el cual esta nación arrendó por 99 años, renovables, no sólo las islas Mangles, sino el mismo golfo de Fonseca, para que los Estados Unidos construyeran allí una base militar para la defensa del canal de Panamá. Naturalmente Colombia protestó y así lo hicieron El Salvador y Honduras, llevando el asunto hasta la Corte Centroamericana de justicia" (p. I I 6).

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Luego, en I92711, se logra delimitar la frontera entre Nicaragua y Colombia, que fue reconocida hasta el triunfo de la revolución sandinista cuando la Junta de Reconstrucción (en I97912) niega la legitimidad de este tratado. Pero en 1997 ei Canciller nicaragüense Emilio Alvarez Montalbán (extrema derecha), insistiendo en que el tratado Esguerra-Bárcenas había sido firmado bajo presión de Mr Kellog, Secretario de Estado americano, argumento que según el expresidente López Michelsen ya habían utilizado la Junta de Reconstrucción Nacional (marxista), ia presidenta Violeta Chamorro (centrista), declara que su gobierno desiste "...de su pretensión sobre el archipiélago en cuanto a su aspecto territorial, pero reservándose el derecho de desconocer el carácter de delimitación marítima delTratado Esguerra-Bárcenas para acogerse a las disposiciones de la Convención de Jamaica sobre el Derecho del Mar"13.

El enemigo i n t e r n o De este modo la amenaza de secesión, al menos en los últimos años del siglo XX, no parece venir de fuera, pues según el expresidente López Michelsen14 los derechos de Colombia sobre el 1 "[...] se firma un desafortunado tratado entre los doctores Manuel Esguerra a nombre de Colombia y José Barcenas Meneses de Nicaragua [...] por medio del cual se le cedió a esa nación los derechos que teníamos los colombianos sobre las islas Mangles o del Maíz, tan vinculadas a San Andrés y la Costa de Mosquitos, territorios que habíamos heredado de España y que desafortunadamente estuvieron mal administrados y aun abandonados por Colombia, razón por la cual los perdimos. En compensación (!) Nicaragua reconoció la soberanía colombiana en el resto del Archipiélago a tenor del Artículo I". Ibid., p. 20. 12 "[...] en diciembre, otra vez más, Nicaragua, desconociendo elementales compromisos consignados en tratados ratificados por los congresos respectivos, expone sus pretensiones de pertenencia sobre las islas de San Andrés y Providencia. Así lo pretende la Ley 10 de la Junta de Reconstrucción de Nicaragua, que declaró sin más su jurisdicción marina sobre las 200 millas, las cuates, lógicamente abarcan todo el Archipiélago colombiano. Se suscita en Colombia una airada respuesta y el gobierno central establece el día 27, un Comando Superior Naval en San Andrés, la Fuerza de Tarea I I, con integración de todas las fuerzas armadas para proteger la integridad de nuestras islas". Ibid., p. 152. 3

El expresidente piensa que "Colombia puede esperar confiadamente en que sus diferencias con Nicaragua quedarán resueltas antes del tercer milenio: pero queda pendiente el problema del Departamento de San Andrés y Providencia". López Michelsen, A., "Nicaragua no tiene razón en reclamar", en El Tiempo, Bogotá, junio de 1997, 11

Ibid.

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Archipiélago a ia luz del derecho internacional son "incuestionables", lo que contribuye a que la Cancillería no crea en la fábula del pastorcito mentiroso, Pero según la historiografía analizada lo que tranquiliza a la Cancillería parecía no dejar dormir al antiguo Ministerio de Gobierno, ni al actual Ministerio del Interior y evidentemente tampoco a las Fuerzas Armadas -garantes de la soberanía de la Naciónpues la amenaza de separación parecía venir del interior de las islas desde hace muchos años. Para 1999, el expresidente López ya no estaba tan tranquilo ante el hecho de que un movimiento de carácter étnico hubiera paralizado la isla durante cinco días por primera vez en su historia15. Este artículo tiene el mérito de señalar que hay un problema interno en San Andrés, y no un enemigo interno que ha tratado de ubicar la historiografía reciente, al menos sus dos versiones más importantes: la de los inmigrantes y la de los nativos, cada una de las cuales tiene diferentes registros. Por comodidad primero analizará las visiones del enemigo interno, para, contrastarlas después con la del problema interno. 5 López afirma: "desde mi condición de Canciller de la República y por haber pertenecido a la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores por más de 35 años, tengo una información bastante completa sobre la situación del Archipiélago de San Andrés y Providencia, elevado a la categoría de Departamento por la Constitución de 199!", Y agrega "Ojalá el problema del Archipiélago consistiera en una disputa legal, susceptible de ventilarse pacíficamente [...] El problema de San Andrés no es el dominio de Colombia sobre las islas, sino el de los habitantes nativos y continentales sobre una superficie desproporcionada para mantenerlos en condiciones normales", A renglón seguido hace un análisis con los datos a su disposición sobre una serie de situaciones sociales, económicas y políticas como la inmigración incontrolada en la época del Puerto Libre, la apertura, la corrupción política (dos gobernadores en la cárcel), la inseguridad, el robo a mano armada, y en breve la imposición del "pañaman" (o continental) y el desalojo del raizal. Señala que "...un sentimiento anticolombiano, que no es en modo alguno pro nicaragüense, se va adueñando de la isla, agobiada por sus propias contradicciones. Parecería un problema pequeño frente a la gravedad de la situación total del país en materia de orden público, de economía y de desempleo". Pero señala que hay un factor adicional "...porque lo que está en juego es nuestra soberanía sobre el Archipiélago, y mal podemos desentendemos de las consecuencias que traería un levantamiento masivo en contra de las autoridades, sin meta ni programa, totalmente anárquico. ¿Qué tal un conflicto estilo Timor Oriental, en donde se enfrentarían dos ethias: angloafricanos de habla inglesa y de religión protestante, y continentales de estirpe española y sino-libanesa? ¡Dios tenga a Colombia de su mano!". López Michelsen, A„"San Andrés y Providencia. El problema no es limítrofe", El Tiempo. Bogotá, septiembre 26 de 1999, p, 7A,

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a. El "traidor a la Patria" Esta es la primera figura dei enemigo interno o el "separatista" y difiere de la que analizaba Vergara para su tiempo16. Esta figura aparece con claridad en uno de los textos de Cabrera (I980)17, quien también consigna en su Historia de San Andrés y Providencia que en 970 las Naciones Unidas no consideraron esta actitud ni tan descabellada ni tan demente, pues enviaron un delegado, que era el Alto Comisionado para los Refugiados18, o sea la segunda Jerarquía después del Secretariado, y ai que Cabrera no identifica como tal19. Otra visión de ¡a misma figura, y ésta por parte dei supuesto "invasor", la señala Cabrera20: para 1977, a raíz de una serie de denuncias en la prensa bogotana sobre que los "separatistas" habían llegado al poder en la cabeza del nuevo intendente Zacarías Williams, la Secretaría Ejecutiva Permanente del Consejo Supenor de la Defensa Nacional de la Presidencia de la República realiza un estudio RE16 Pues señalaba que había isleños que -más por ignorancia que por interés- se dejaban "inducir" por los extranjeros a desobedecer la autoridad, pues éstos sí tenían claros sus intereses: "mandar en la isla y disponer a su antojo de las pocas rentas públicas". Vergara, F„ op. cit. p. 27, 7 Para 1962 señala que a raíz de "...la gestión de un providenciano residente en Nueva York, Marco Polo Archibold Britton, de un separatismo encaminado a la formación de un minúsculo Estado: "Federa! Repubüc of Oíd Providence", aprovechando unos pocos descontentos en la Zona del Canal de Panamá, Miami, Baltimore.Tampa y en el mismo Nueva York, su descabellado intento fue presentado ante la O N U y aun directamente al gobierno norteamericano [...] Ante la denuncia de este hecho insólito, el general José María Matallana recordó a los instigadores el artículo I 16 del Código Penal, que impone penas de presidio de 20 a 24 años para todo "aquel que menoscabe la integridad territorial de la República. El señor Archibold Britton invocaba la necesidad de "separarse de la tiranía colombiana". Las personas sensatas juzgaron la actitud de este caballero no sólo como altamente desleal y antipatriótica, sino descabellada y un tanto demente...". Cabrera, W „ op. cit. p. 140, 18 Secretaría Ejecutiva Permanente del Consejo Superior de la Defensa Nacional, intendencia especial de San Andrés y Providencia. Presidencia de la República, 1977, p. 24, 15 "[...] tratando de comprobar el fondo de unas demandas elevadas [...] sobre el descontento nativo contra Colombia [y] después de investigar en todos los sectores sociales, pero especialmente dentro de! elemento nativo o isleño, el problema que traía entre manos, comprobó que el tal resentimiento, si existía, era debido únicamente a la poca participación que el gobierno central daba a los isleños, tanto en la administración pública como en otros sectores". Y halló, según Cabrera,"[...] en el fondo... el profundo amor hacia Colombia y el orgullo de la mayoría de pertenecer a esta nación". Cabrera, op. at, p. 140. 20 "La penetración católica se ha realizado sin menoscabo de ninguna de las tradiciones antenores como ha querido presentarse, sin menosprecio del idioma, el folklore, la música primitiva pero sí añadiendo la nota patnótica del amor a Colombia, la nqueza del idioma castellano y la bondad de una religión que es ia oficial aunque no la obligatona, en el gran conjunto colombiano". Ibid.

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SERVADO llamado simplemente "Intendencia Especial de San Andrés y Providencia"21 y enfocado a definir "el problema separatista" en las islas. Como se puede ver en este texto, la figura del "enemigo interno" pone al "nativo" en el lugar de "desplazado", situación ante la cual se ve obligado a protestar pero que, como en el caso de Vergara, también puede ser aprovechada por agentes separatistas extranjeros. Sin embargo, al caracterizar "el problema separatista en la isla" siempre aparece la figura del "extranjero" que "empuja" al nativo ai separatismo, como se deduce dei análisis que hace este texto sobre las declaraciones del Ministro de Relaciones Exteriores de Jamaica en noviembre de 1973, o sobre las declaraciones confidenciales de la Embajada colombiana en Jamaica, en ias que se hace ver una especie de complot en la política de reorganización del Commonwealth del Caribe que propugnaba el Primer Ministro Michael Manley como política exterior jamaiquina. Sobra decir que estos indicios fueron "confirmados" por las Fuerzas Militares22. 21 "En San Andrés y Providencia no existe unidad social sino que conviven en un pequeño espacio tres grupos sociales que no han podido integrarse, lo cual ha empezado a producir enfrentamientos [...] El 'nativo' se siente desplazado, el costeño se siente en tierra extraña, mientras los inversionistas colombianos y extranjeros se sienten dueños de la isla. Esta situación facilita la germinación de ¡deas separatistas entre la población isleña. La existencia de diferentes idiomas, especialmente el 'patois', facilita la ejecución de reuniones para tratar estos temas sin que puedan ser detectadas fácilmente. Sin embargo la presencia del grupo de 'costeños', que inicia a asentarse en la isla y a aumentar considerablemente la población 'continental', es un factor de mucha importancia para la incorporación del Archipiélago a la nacionalidad colombiana". Secretaría Ejecutiva Permanente, op. dt., p. i 8,

Y señala además como un factor económico que pueden influir sobre el "separatismo" el hecho de que "la concentración de la mayoría del poder económico en comerciantes y hoteleros nacionales y extranjeros ha hecho sentirse aún más marginados a los nativos, lo cual puede constituir un nuevo fermento para las ¡deas separatistas" (p. 21). Además señala que la ubicación privilegiada del Archipiélago en medio dei Caribe "puede llamar la atención de poderosos intereses supranacionates (bancos, casinos, mafias internacionales, etc.) que estén interesados en hacerse a una base de operaciones segura y bien localizada que ofrezca facilidades tnbutarias y que para esto fomenten y apoyen cualquier movimiento índependientista" (p. 22). 22 "[...] tuvieron información, hacia finales de 1974, de que con frecuencia individuos de habla inglesa, al parecer de nacionalidad jamaiquina o norteamericana, efectuaban reuniones clandestinas en el sector de La Loma con nativos de la región en las cuales se dictaban conferencias y discursos con temas separatistas e mdependientistas". El Embajador colombiano ante la ONU, manifestaba en enero de 1977 que "El origen del movimiento separatista tiene su fuente de inspiración en las actividades proselitistas que en la intendencia colombiana desarropan religiosos extranjeros (protestantes estadinenses) abusando del amparo y de la protección de las leyes y autoridades colombianas".

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O t r o de los aspectos que el informe señala como contribuyente al "separatismo" fue el naufragio de la goleta Betíy Bee con 62 personas a bordo, Éste fue atribuido "al abandono en que Colombia tiene a esa región" (p. 27), pues los medios de transporte que ei gobierno había prometido para mejorar las comunicaciones entre las dos islas nunca se habían conseguido en la realidad. Hubo un gran movimiento de protesta de gran repercusión en la prensa nacional, que buscaba atraer la atención de! gobierno para obtener ayuda a las víctimas y mejoras en los sistemas de transporte, pero que finalmente sólo fue entendido por el gobierno como una manipulación de los separatistas. Sobra decir que las conclusiones del informe finalmente "prueban" la existencia del "traidor a la patria"23. Y agregan que entre las posibles soluciones al problema del separatismo está, por ejemplo, la de crear un "frente interno" puesto que "no se ha logrado ¡a incorporación de! Archipiélago a la nacionalidad colombiana ya que ésta implica la eliminación paulatina de la "diversidad para la constitución de un cuerpo homogéneo" (p. 32) Como se puede ver hoy, este proceso de "homogeneización" es lo que el grupo nativo denuncia como una pérdida constante de sus valores y sus costumbres, pues lo que ellos han querido conservar justamente es su diferencia cultural. Otra solución es ésta: "En vez de convertir a San Andrés y Providencia en un Centro de Divulgación del patois debe buscarse a "[...] confirma la existencia de un movimiento separatista en San Andrés y Providencia, que si bien no está organizado ni está guiado por principios bien fundamentados ni unánimes, representa una amenaza que es necesario eliminar desde sus comienzos",Y agrega como comentario explicativo: "Más peligroso es dicho movimiento cuando se ha tomado como medio de presión al gobierno central cada vez que se presenta un problema o se quiere hacer una exigencia, sin tener en cuenta los grandes esfuerzos que el país hace por dar al Archipiélago toda la atención que se merece" (p, 31)

El informe agrega que "Existen tres grupos que no han podido ser coordinados. Generalmente la vocería del Archipiélago ia llevan los detentores del poder económico y últimamente los representantes de los "nativos" sin que hayan podido concillarse. El grupo grande de "costeños" se tiene poco en cuenta y nadie lo representa, siendo que juega papel importante en la ntegración total del Archipiélago a la nacionalidad colombiana. Este grupo debe recibir todo e apoyo gubernamental para que logre su asentamiento definitivo en la isla" (p.33)

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convertirlo en un Centro de Divulgación de la Cultura Colombiana [...] El desarrollo de los medios de comunicación colombianos operando en las islas es de suma importancia. Su transmisión debe hacerse en español y por ningún motivo autorizar las emisiones en inglés"24, En este texto no se insiste sobre las posibles soluciones, pues la mayoría de ellas son las que han contribuido a dar al problema su forma actual. Sin embargo es necesario aclarar que en el período en el que se escribió este informe las condiciones del país no eran las mismas que las actuales, por lo menos al nivel de la legislación, En esa época la idea de "colombianizar" era una ¡dea "patriótica" de obligatorio cumplimiento, pues era la forma de asegurar la soberanía, que en última instancia era la preocupación fundamental del Estado. El modo de hacerlo, al parecen ha cambiado con el tiempo, pues a pesar de los avances políticos alcanzados con el Decreto 2762 de 1991, el artículo 310 de la Constitución de 1991 y ios desarrollos posteriores de la legislación sobre Comunidades Étnicas, Etnoeducación, Cátedra Afrocoiombiana, etc., el objetivo a alcanzar seguirá siendo ia conservación de la soberanía. Y las posibles maneras de conservarla se transforman en problemas que contribuyen más bien a perderla, ya que dan origen a otras figuras conflictivas en el campo nativo como la del "invasor". b."EI invasor" Esta figura es el corolario a ia del''traidor a la patria" pues radicaliza a los nativos en el sentido de que la mejor manera de defender su identidad avasallada por la"colombianización", que se denuncia como una cruzada contra sus valores culturales, es la de dejar de ser colombianos y conseguir su autonomía. Los textos de esta historiografía son un poco más difíciles de conseguir porque sus autores fueron perseguidos como "traidores a la patria" en los años 70, lo que también implicaba el riesgo, corriente en el continente, de perder la vida. Por ello la mayor parte 14

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lbíd.t p, 37,

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de los escritos de la época no se conocieron y muy probablemente no se guardaron. Sin embargo ¡os materiales de esta figura historiográfica empiezan a ser abundantes a partir de 1984, año en el que se crean organizaciones como SOS (Sons ofthe Solí), que se opone a la construcción de viviendas del Instituto de CréditoTerritonal y posteriormente del Inurbe, para solucionar los problemas de los barrios marginales de la isla en el área tradicional de San Luis, compuestos en su mayor parte por inmigrantes de la Costa Caribe colombiana, Esta figura del invasor ve lo que normalmente sería una solución de vivienda para sectores marginados en cualquier ciudad del continente como una manera de asentar población continental, es decir; de "invadir" la parte que los nativos consideran "su territorio". El análisis que hace este movimiento es que hace parte de la ¡dea de "colombianizar", de acuerdo con las políticas señaladas en el texto de la Presidencia de la República ya citado. Bajo el título "El grito de una etnia despojada", el padre Giraldo publica en la revista Controversia el manifiesto del Movimiento S.O.S. en el cual muestra cómo el "puerto libre" fue una estrategia para "colombianizar" las islas, pues no se nombraron gobernantes "raizales" (hay que anotar que en la literatura revisada es la primera vez que aparece este concepto), ni se atendieron las peticiones que se hicieron. Señalan también que fue un modelo de desarrollo 25 que no le sirvió ni a los isleños ni al país. Analizando los objetivos del movimiento se puede ver que prácticamente todos están destinados a luchar contra la invasión, aunque la figura del "invasor" sólo aparece en el numeral 726. 25

"[...] inconveniente para las islas, pero también es negativo para toda la nación [...] El "desarrollo" a que ha sido sometido el archipiélago en los últimos 32 años es medible sólo en términos de metros cuadrados de construcción de carreteras, almacenes y hoteles, pero, por el deterioro notable que ha sufrido el hombre en sí, moral, cultural, física e intelectualmente, sabemos que ha habido un retroceso en la calidad de vida". Giraldo, J., Controversia, No. 138-139, Bogotá, Cinep, 1987, p, 131, 26

"Salvar a nuestro territorio de las invasiones de colonos y de las calamidades ocasionadas por la superpoblación y evitar la ruma de nuestras islas por parte de sus explotadores", Ibid,, pp. 129-135.

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A partir de la acusación del movimiento como "subversivo", éste se define más claramente en un comunicado del 17 de septiembre de I98527.Y a pesar de ser radical en sus principios, ofrecía en la época alternativas para superar la "invasión" mediante un programa político en el que el Estado concentre sus acciones en los nativos, pero incluyendo sólo a la población residente durante más de diez años. Hoy, la "figura del invasor" se está revirtiendo pues tiene un estatuto jurídico que es el de la reubicación "voluntaria y en condiciones decorosas de la población inmigrante", según el acuerdo CONPES. Pero hay expresiones aún más radicales contra esta figura, siempre a partir de una resistencia pacífica que no utiliza la violencia física. Más tarde, en 1995, otros movimientos nativos luchaban contra la presencia de policía continental en las islas y pedían una policía nativa, ante los constantes abusos de la Policía Nacional28, luego de las manifestaciones realizadas por los hechos ocurridos en el Big Pond el 25 de mayo. Debido a una serie de hechos sucedidos en el mes mayo de 1999, nuevamente se hacen protestas contra la actitud del DAS, esta vez acusado de realizar allanamientos sin la respectiva orden judicial. En lugar de responder con explicaciones, una junta de sacerdotes y pastores reciben amenazas directas (en forma de sufragios como los que se utilizan en el interior del país). A partir de este momento se empieza a generar una serie de marchas contra la arbitrariedad de la autoridad, que coincidieron con el paro de los funcionarios de la gobernación, pues se les adeudaban 12 meses de salarios, y originaron el paro total de la isla (ei primero en su historia) durante la última semana de julio de 1999.

27 Aunque "[...] acepta el título de 'subversivo' en el sentido en que tal es nuestro primer objetivo: trastornar destruir sin uso de violencia, el sistema opresor corrupto, antinativo y colonialista que se ha impuesto a nuestras islas y a nuestro pueblo por parte de Colombia". Ibid,

28

González; op, cit, p, 8,

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A partir de ese momento las manifestaciones contra ei invasor se vuelven cotidianas29. Tal vez el texto más claro y más reciente sobre el invasor es el que plantea abiertamente la independencia como solución30.

El p r o b l e m a i n t e r n o Frente a este conflicto interétnico latente, como lo señalaba el expresidente López Michelsen, ¿será posible un discurso que plantee otra alternativa diferente a la de "la solución es el problema", como en las figuras del "traidor a la patria" y del "invasor"? Porque, como se sabe, en las imágenes especulares^1 no es posible saber cuál es la real y cuál la virtual, ya que a fuerza de estar una metida en la otra, termina por aparecer la solución como problema y no el problema generando una solución, como se ha visto en el análisis de algunas de estas figuras del conflicto (existen otras que aquí no se analizan, como las que generan una paradoja imposible de desmontar desde el análisis del problema interno que proponía el expresidente López). Para superar la paradoja, se requiere cambiar de lógica del discurso. Es decir; pasar de la lógica de la necesidad (hay que hacer; tienen que ser) a la lógica de la contingencia, (qué es posible hacen 29 "Ninguna persona que estime su libertad y sea consciente de sus derechos humanos y constitucionales, desea ser extranjera en su propia tierra, esto sería como estar sometido a la esclavitud o sufrir una invasión" (Mitcheil, en Horizonte, agosto, 1999, p. 12). Y como crítica a la defensa a ultranza de la soberanía, que es la respuesta frecuente del gobierno nacional, se pide "anteponer los beneficios de los pobladores a los de la nación" (Macariz, en Horizonte, agosto 1999, p. 7), 30 "Actualmente sopla un viento índependientista en las islas, ya que muchos clamores no han sido escuchados y mucho menos respetados. El pueblo raizal, cansado de esperar una respuesta que nunca llega, izó una bandera de protesta exigiendo al gobierno, ahora sí, no solamente el respeto por nuestra dignidad sino abiertamente el rompimiento de ese vínculo de soberanía y de sumisión libre que aceptamos en el pasado,'¡Estamos cansados!','¡Ya no más!', '¡Fuera Colombia!', eran los gritos de un pueblo saturado de mentiras y engañado por un gobierno que cada vez que escucha el clamor del inconformismo, pretende con paliativos, lisonjas y somníferos adormecer nuestras conciencias, mientras continúa su política desvastadora sobre nuestras comunidades [...] Seguiremos izando una nueva bandera, porque es nuestro sentir dado que la bandera tricolor de Colombia ha llegado a simbolizar para los raizales la lenta y sigilosa destrucción y marginación de un pueblo, estamos dispuestos como un hijo mayor a regir nuestro propio destino" (Hudgson, 2000. p. 6). J Son figuras de la "doxa" o del discurso, que tienen la particularidad de aparecer como en un juego de espejos reflejando continuamente las imágenes hasta confundirse,

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qué quieren ser); pasar de lo absoluto a lo relativo a fin de romper el círculo vicioso solución-problema que produce la paradoja. Pues se hace evidente que las soluciones planteadas por el Estado central a los problemas de la soberanía nacional se vuelven los problemas sin solución de la comunidad étnica raizal. Y en esa posición es imposible cualquier diálogo. Este escenario se puede caracterizar como el de un conflicto latente, es decir; que sólo se manifiesta en los discursos pero que todavía no ha pasado a las acciones que designen la relación amigo-enemigo, o sea el conflicto abierto.

La convivencia abierta ¿De qué manera puede contribuir la comunidad académica, en primer lugar a entender el conflicto, puesto que entender y explicar es su misión fundamental, y en segundo lugar a superarlo, puesto que ia Universidad también es sociedad civil? Creemos que inicialmente es necesario ser consciente de que los términos en que se ha planteado tanto la problemática de ia comunidad raizal como la de los inmigrantes, no admite solución. Que se requieren otros términos diferentes, incluso diferentes a los del sistema clásico:"aquí hay un problema, ésta es la solución", Se requiere, por ejemplo, entender la soberanía (tanto la que reinvindica la comunidad nativa como la de los que la interpretan del lado del Estado) de otro modo, y estar de acuerdo en que ia solución de los problemas étnicos pasa por la igualdad para los ciudadanos que viven legalmente en la isla. Evidentemente se debe tener como eje de cualquier acuerdo la aceptación del carácter central de la cultura nativa para los demás grupos étnicos, pues así lo ordena la Constitución de 1991 que define un país multiétnico y pluricultural. Para ias ciencias sociales este es un tema actual32, El despertar de los grupos étnicos, especialmente en Europa con la guerra de la antigua 32 Ver la discusión en Schnapper, D„ La communauté des citoyens: sur l'idée moderne de Nation, París, Gallimard, 1994. Schnapper, D., La relation a l'autre, Paris, Gallimard, 1998, Además los textos que Schnapper comenta de Taylor, Ch,, Multiculturalism and the "Politics of Recognition", Princeton University Press, 1992, y de Kymíicka W „ Multicultural Citizenship. A Liberal Theory of Minority Rights. Oxford University Press, Oxford, 1995.

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Yugoslavia, los balcanes, o la misma ETA en España y los corsos en Francia, o el caso de los kurdos en Turquía e Irak, ha permitido a la filosofía política repensar el tema de los derechos "comunitarios" dentro de las sociedades nacionales de carácter multicultural. Este viejo debate fue promovido en los años 60 en Estados Unidos por ta antropología cultural y la black sociology, que buscaba la igualdad racial y por esta vía la igualdad política. Pero no sólo de los grupos negros sino de los diferentes grupos étnicos que conformaron "las comunidades históricas" que construyeron la nación americana; esto generó un debate de filosofía política entre "comunitaristas" y liberales "republicanistas" por los años 70, especialmente en Berkeley, que aún continúa en otros países. En los últimos años el debate se ha renovado en Francia a raíz de las demandas de inserción en la sociedad de las comunidades de inmigrados y de orígenes étnicos (judíos, pied noirs, criollos del Caribe y Polinesia, etc.), ante la extrema presión y estigmatización a que ios había sometido la extrema derecha de Le Pen en I 998. Pero también es el tema central en Colombia, que a partir de la Constitución de 1991 da un pie de igualdad política a las diferentes comunidades indígenas y negras del país, reconociéndolas no sólo como partes de él, sino como "comunidades históricas" a partir de las cuales éste se había fundado. Por eso este debate teórico no es extraño a la situación que viven las islas, y su conocimiento contribuye a esclarecer los caminos de la convivencia. N o insistimos en las tesis de este debate, pues no son el tema de esta intervención. Pero es en ellas en donde se espera enmarcar el conocimiento empírico y directo, además de las vivencias que se tienen en las islas, pues lo que aparentemente es fácil de percibir en el discurso filosófico-político, es muy difícil de reconocer en la práctica; como sucede actualmente, no sabemos de qué se está hablando cuando el "comunitarismo" (reconocimiento de ios derechos étnicos y de las minorías) emerge contra el "republicanismo" (reconocimiento de una ciudadanía para todos en lo público, y de unas pertenencias comunitarias en lo privado), I 91 I

C o n f l i c t u a l i d a d latente y convivencia a b i e r t a

Queremos insistir en al menos dos formas de entre las muchas a través de las cuales emerge la figura de la convivencia abierta33: el respeto mutuo de las comunidades de base étnica y religiosa, y las uniones interétnicas. Estas formas siempre se han dado en la realidad de las islas a través de los mecanismos que el Caribe ha estructurado para hacer convivir lo múltiple y lo diverso en un esfuerzo por aceptar la diferencia. Es lo que hemos llamado la matriz étnica, o sea, el proceso por el cual las diferencias se encuentran finalmente reconocidas por la pertenencia a un área cultural común: el Caribe. Y ello a pesar de las diferentes pertenencias a comunidades de origen étnico, político o religioso. Es esto lo que ha permitido que las diferentes comunidades de Curazao, de Trinidad, de Haití y Santo Domingo vivan actualmente sus conflictos latentes, temperados por una convivencia abierta. Estos conflictos, en el caso de la isla, se atenúan también por las relaciones interétnicas a través de ia familias mixtas, o lo que en las islas se llaman los fifty-fifty. Este intercambio permanente de sangre es otra de las características principales del Caribe, pues son aún sistemas de parentesco "elementales" en el sentido de Prct-Rivers3"1, es decir que aceptan el intercambio de mujeres, a diferencia de las sociedades complejas como las del Mediterráneo, que rechazan el intercambio y cuya idea del honor es completamente diferente de la del Caribe. Estas estructuraciones sociales comunes en el Caribe funcionan también en el Archipiélago, haciendo que las reivindicaciones comunitarias35 y étnicas que engendran diferencias sean atenuadas por la uniones interétnicas, que si bien no son una solución a la problemática étnica y 33

Convivencia en el sentido de "convivialidad". Ilich.Y, Lo convívialité, París, PUF, 1984, "Para que los pueblos quieran dar sus mujeres fuera de su propia parentela, es necesario que ellos se conciban como iguales o al menos equivalentes humanamente. Cuando una sociedad es jerarquizada quiere conservar una progenie pura". Pitt- Rivers, J„ Ant/iropologie de l'honneur, Paris, Hachette-Pluriel, 1997, p. Iv, 34

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Comunidad en ei sentido de grupo no escogido al cual los individuos delegan su destino personal de manera automática, global e irreversible. Las comunidades étnicas que se encuentran en diferentes sociedades reposan sobre cinco principios de identidad (biológica, territorial, religiosa, estatal y monetaria). Levy, J„ Europe. Une Géographie, Paris, HachetteSupérieur p. 273.

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racial, como lo demuestran los estudios de la black sodo/ogy36,sí permiten la convivencia con la diferencia en el núcleo familiar; con todos los problemas de identificación que la situación pueda engendrar

A m a n e r a de conclusión El intendente Jorge Tadeo Lozano señalaba desde 1927 "que tenía la certeza de que las condiciones de paz y convivencia existentes a este momento iban a desaparecer progresivamente, si las autoridades centrales no escuchaban a los habitantes de las islas, si no lograban gobernar y administrar con inteligencia a "La Arcadia feliz y deseada", como él mismo llamaba a las islas de San Andrés y Providencia37, Setenta años después, al finalizar el siglo XX, los problemas son aún más agudos: existe una disputa creciente por un "Estatuto Raizal" que algunos residentes del continente consideran lesivo a sus derechos y algunos movimientos isleños han pasado a la acción desfilando con banderas americanas y solicitando su anexión a los Estados Unidos, paralizando además la isla durante cinco días consecutivos, lo que nunca había sucedido en toda su historia, Las razones: ios empleados de la gobernación no habían sido pagados durante más de una año, se habían despedido a más 800 trabajadores de la Gobernación, dos gobernadores elegidos popularmente se encontraban presos y en el lapso de 4 meses, hubo 4 gobernadores encargados de los destinos del Departamento. Sin embargo, al contrario de lo que sucedía en el continente, no se había producido ni un solo hecho de sangre imputable a este estado de conflictualidad latente. Al contrario, aunque la gobernabilidad había prácticamente desaparecido, el archipiélago continuaba dando el mismo ejemplo de convivencia abierta desde 1823, fecha en que las islas adhirieron voluntariamente a la Nación. ¿Hasta cuándo? 36 BlackweilJ. y M.Janowitz, (eds.), Black Sociology. Historical and Contemporary Perspectives, Chicago, The University of Chicago Press, 1974. 37 Eastman, J. C. "Las amenazas a la "Arcadia feliz y deseada": el archipiélago de San Andrés y Providencia en 1927, Visiones desde las islas", en Sotavento,Vol. I, No. 2, Bogotá, Universidad Extemado de Colombia, 1988, pp. 26-38.

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BIBLIOGRAFÍA Blackwell, J. y M. Janowitz (eds.), Black Sociology. Historical and Contemporary Perspectives, Chicago.The University of Chicago Press, 1974. Cabrera, VV., San Andrés y Providencia. Historia, Bogotá, Editorial Cosmos, 1980. Calvo, H. y A. Meisei (eds.), El rezago de la Costa Caribe colombiana, Bogotá, Banco de la República, Fundesarrollo, Universidad del Norte, Universidad Jorge Tadeo Lozano, 1999, Eastman, J. C.,"Las amenazas a la"Arcadia feliz y deseada": el archipiélago de san Andrés y Providencia en 1927.Visiones desde las islas", en Sotavento, vol. I, No. 2. Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 1988. Giraldo, J., "El grito de una etnia despojada. El Movimiento Sons ofthe Soil (SOS), Hijos Raizales, describe su situación", en Controversia, No. 138-139, Bogotá, CINER 1987. Livingston.T,"Opinión Cívica", en Horizontes, San Andrés, agosto, 1999. López Michelsen, A.,"El problema no es limítrofe", en EITiempo, septiembre 26, 1999. López Michelsen, A.,"Nicaragua no tiene razón en reclamar", en £/Tiempo, junio, 1997, Muñera, A., El fracaso de la Nación. Banco de la República, Bogotá, El Áncora Editores, 1998. Parsons, J. San Andrés y Providencia. Una geografía histórica de las islas colombianas del Caribe, Bogotá, El Áncora Editores, 1985. Vergara, F. J., El Archipiélago de San Andrés. Noticia geográfica e histórica (como parte de la Geografía General de Colombia), Bogotá, 1888.

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U n i v e r s i d a d y escuela: p o r una paz a c t i v a NICOLÁS BUENAVENTURA

Pedagogo Ministerio de Educadón Nadonal A l participar en este diálogo, d e p a r t e del Ministerio d e Educa-

ción Nacional, quisiéramos ocuparnos de dos temas. Al primero podríamos llamarlo,tentativamente,"La pesadilla de Panamá", mientras el segundo lo presentaremos, también de manera provisional, como "Algo sobre el mito del no más".Vamos al grano.

Primer tema: la pesadilla de Panamá Hace ya mucho tiempo leí un aviso grande que publidtaba un almacén de música en la ciudad de Cali. La leyenda decía así textualmente: "Colombia se salvará si Wilson le devuelve a Panamá en conciencia".Además decía:"es francés un armario que tengo para la venta y otros enseres musicales, en mi tienda de Enrique Umaña".También hace ya rato le pregunté a un amigo escocés, aficionado por demás a las etimologías, por qué en inglés la palabra pesadilla, nightmare, quiere decir "yegua de la noche". Entonces el tipo me contó una leyenda según la cual los aullidos o relinchos nocturnos de las bestias anuncian los malos espíritus que convierten en pesadilla los mejores sueños, De esa manera vine a atar cabos en el sentido de que Panamá se nos convirtió a los colombianos en la pesadilla colectiva del siglo pasado, I 95 1

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debido a que ese país y su canal fueron nuestro gran sueño durante todo el siglo; el sueño fatalmente interrumpido en la Guerra de los mil días por los malos espíritus de Norteamérica. El cuadro se vino a esclarecer totalmente cuando nuestro dramaturgo Jorge AlíTriana montó, ya en los años ochenta, ia obra / took Panamá, en la cual se oyen patentes los aullidos del primero de los dos Roosevelts anunciadores de la tragedia. Pues bien, todo esto viene al caso porque estoy seguro de que uno de los logros de este simposio será empezar a pensar la paz desde la Universidad, quitándonos de encima la pesadilla de Panamá y otras similares, propias del ya lejano "siglo corto", como lo llamara, en justicia, Eric Hobsbawm; un siglo que realmente empezó con la primera guerra mundial y terminó con la caída del muro de Berlín. La pesadilla de Panamá nos ha llevado hasta el absurdo de pensar que los diferentes países -regiones- que componen esta nación, están condenados a morir juntos en una guerra sin fin, como castigo por el pecado original del federalismo del siglo XIX que, se supone, desmembró al país y de esa manera nos impidió ser los "arbitros" en el comercio mundial, al unirse los dos océanos. Un absurdo que se concreta en el hecho de que nosotros no hacemos (o nos espanta hacer) federalismo político real, ahora, cuando sí corresponde porque conviene a la economía del país, con su mercado nacional; cuando tenemos claro que es la "tabla de salvación" en el actual conflicto armado. Aún más absurdo en la realidad dado el hecho, por demás digno, de haberlo intentado o ensayado prematuramente como utopía, cuando no era posible pues no existía el amarre nacional del mercado. El mapa de la constitución de 1863, que no es liberal sino de nombre, ya que su mejor usufructuario fue el conservador Pedro Justo Berrío, sigue siendo sin duda el primer diseño general del POT1 realista hoy.Todos sabemos ya que la única posibilidad de mantener el Caguán de la Orinoquia y la Amazonia, es creando un "Caguán", con autonomía para negociar; en el "país caribe colombiano" y otros cuatro en los cuatro países más de la Colombia andina, Plan de Ordenamiento Territorial.

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países cuyos linderos ya todos conocemos bien porque han sido hechos por la ecología, la economía y la cultura de casi dos siglos de vida republicana. Ahora bien, está por demás claro que la federalización de la nación, como salida negociada de la guerra, ya no es hoy una tarea puramente política; no es cosa de sentarse a esperar el milagro de una nueva constituyente o del Congreso o de un referendo. Hoy está claro que se trata de intentar aquella vieja definición de los griegos según la cual la política no es otra cosa que pedagogía de ia ciudad. Un primer paso pedagógico será el que vienen proponiendo Lucho Garzón y su Frente Social: federalizar ya en Colombia, con plena autonomía de las gobernaciones, el asilo o el refugio nacional de los exiliados de la guerra. Que vuelvan Pizarra, Santos, Molano y tantos otros a ponerse al frente de esas nuevas "zonas de convivencia" en las cuales ia única "fuerza pública" sea la policía al mando de los alcaldes. No es cosa dei otro mundo; podría realizarse con la ayuda de Europa y el mismo Plan Colombia, cambiando la orientación bélica que tiene actualmente. Lo que sí es definitivamente claro es que resulta necesario repartir las cargas, federaíizando ya, de hecho, una parte del proceso de paz. Hay algunas preguntas pedagógicas inmediatas a propósito de esto: Primera: ¿A dónde irían a parar los niños adolescentes que están fingiendo ser guerreros con ia msurgencia o ios paras, los que están de guardas del secuestro, los que trabajan como raspachmes o muías del narcotráfico? ¿No es ésta una tarea inmediata del Plan Colombia7 ¿Cuántos y cuáles de estos niños son del país Caribe Colombiano? ¿Cuáles son del país Andino, del Pacífico Sun que en siglo XIX llamáramos el Cauca Grande 7 ¿Cuáles del país Andino del Pacífico Norte, de esa Antioquia la Grande de hace ya siglo y medio? Segunda: ¿Cómo es posible negociar desde el centro una desmovilización gradual de la guerra si en la periferia no hay quién recoja a los desmovilizados? Tercera: ¿Por qué las zonas de refugio federalizadas no pueden integrarse al Plan de Educación Rural del Ministerio de Educación, cons-

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tituyendo granjas experimentales piloto con apoyo y orientación de la Universidad? Finalmente, para completar este tema, quisiéramos hacer una reflexión bien pertinente. De niño e incluso joven conocí una nación colombiana en paz; aquella que permitía pescar de noche, como dijera el maestro Echandía.Viví ese tiempo cuando tres generaciones sucesivas de colombianos, abuelos, hijos y nietos, no conocieron la guerra. Ahora bien, es un hecho conocido que esta historia de la primera mitad del siglo pasado coincide con el surgimiento y el rol preponderante en la política nacional de la Universidad pública y muy particularmente de la Universidad Nacional. De otra parte, no nos cabe duda de que, como lo explican los historiadores, tos determinantes de esa paz duradera en nuestra República fueron económicos y culturales, pero lo más probable es que el diálogo entre la nueva universidad de entonces, laica y pública, y la universidad fundante de ia nación, la católica, haya sido el medio que facilitó entonces a los partidos tradicionales el cambio de la alternación guerrera, predominante en el siglo XIX, por la alternación pacífica electoral. Ahora parece que se crea una coyuntura semejante, una opción en la cual la Universidad colombiana puede jugar un papel similar Sin embargo esta posibilidad está muy ligada al segundo tema de nuestra comparecencia en este diálogo.

S e g u n d o t e m a : algo s o b r e el m i t o d e l " n o m á s " La protesta pacífica del "no más", que ha venido movilizando a millones de colombianos en los últimos años sólo con las armas del silencio y la palabra, tiene como causa inmediata la degradación del delito del secuestro, hasta el punto de haberse convertido en un tráfico humano que no dista mucho de la barbarie de la "trata de negros" en los tiempos de la colonia española; en este tráfico, por lo general, la delincuencia común cobra la pieza y la guerrilla ia compra para revenderla so pena de muerte. Esta forma de protesta cívica toma entre nosotros el carácter de un ritual mítico, en

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cuanto va más allá de su casual inmediato y se proyecta, casi con vocación suicida, como un desafío inerme a todos los agentes de la guerra. Si recordamos que el mito no es otra cosa que el lenguaje propio de la utopía, podemos ver las cosas más claras. Así, cuando diez millones de colombianos marchamos el mismo día al unísono del "no más", lo que estamos haciendo, por encima del causal inmediato, es traer a la ciudad actual, a ta vida moderna, urbana, de hoy, la vieja utopía cívica aldeana de una comunidad sin armas, algo así como el sueño de un anarquismo civilista. Porque nuestro "no más", a diferencia del rechazo masivo español a ETA, significa la renuncia total de la comunidad a toda señal o presencia militar o de autoridad armada, sea ella ilegal o legal, sea oficial o privada. Es algo que no tiene relación alguna con lo que viene ocurriendo hoy en cualquier país de Latinoamérica, en Chile, Perú o Argentina, por ejemplo, con lo que significa el difícil proceso de reconstrucción de la confianza de la población en su propia "fuerza pública". Gabriel García Márquez lo aclara mejor cuando nos cuenta cómo en Macondo los soldados de la República fueron llamados "bandoleros de trabuco" nada menos que por el fundador del pueblo, y tuvieron que marcharse para que la gente pudiera vivir en paz. Se trata del célebre episodio de Gen años de soledad cuando el gobierno central manda un corregidor a Macondo y este funcionario ordena pintar de azul todas las casas del pueblo. "Muy bien, amigo -dijo José Arcadio Buendía-, usted se queda aquí, pero no porque tenga en la puerta esos bandoleros de trabuco, sino por consideración a su señora esposa y a sus hijas. Don Apolinar Moscote se desconcertó, pero José Arcadio Buendía no le dio tiempo a replicar. 'Sólo le ponemos dos condiciones', agregó.'La primera: que cada quien pinta su casa del color que le dé la gana. La segunda: que los soldados se van enseguida. Nosotros le garantizamos el orden1. El corregidor levantó la mano derecha con todos los dedos extendidos. -¿Palabra de honor? -Palabra de enemigo -dijo José Arcadio Buendía.Y añadió

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en un tono amargo:- Porque una cosa le quiero decir: usted y yo seguimos siendo enemigos. Esa misma tarde se fueron los soldados"2, Ahora bien, el mito macondiano del "no más" no ha sido otra cosa que una suerte de refugio inevitable para nuestra anomalía histórica civilista en la familia de los pueblos latinoamericanos, Anomalía que consiste en que, a partir de la Independencia y durante ya casi dos siglos de vida republicana, nos hemos negado sistemáticamente al expediente de los "gobiernos fuertes", o al camino más antiguo y trillado hacia la construcción de una democracia o "estado de derecho": el de los tiranos o caudillos militares vitalicios, tan celebrado por la novelística y conocido en nuestra región latinoamericana. Hemos llevado esta utopía nuestra hasta tal preciosismo cívico y por ende constitucionalista, que las contadas "dictaduras" colombianas nunca han durado un tiempo mayor del periodo constitucional vigente. Así, por ejemplo, en tiempos de la constitución de I 863, el general Mosquera hacía sus golpes de Estado sólo por dos años, acogiéndose al bienio de ley; el general Reyes hizo sólo cinco años de dictadura porque la Constitución del 86 permitía seis y Rojas Pinilla renunció una semana antes de cumplir el cuatrienio que permitía la Reforma Constitucional entonces vigente. Es un hecho que este rasgo cultural dominante en la formación de la nacionalidad colombiana nos ha costado y nos sigue costando el que la guerra no civil o incivil no nos haya dado, en casi 200 años de vida republicana, sino una sola tregua valedera, la de la primera mitad del siglo pasado, cuando el surgimiento y auge de la Universidad pública le permitió, como lo hemos visto, jugar un rol decisivo en la problemática de paz en el país. También es un hecho que esta "anomalía" colombiana nos ha costado el retraso peligroso en la formación de un Ejército moderno realmente nacional, y que seamos hoy el país pánico de la región, donde ia "fuerza pública" no cuenta con el carácter de monopolio de las armas por un Estado elegido democráticamente. Sin embargo, nosotros los colombianos seguimos diciendo siempre "no más"; no más armas, cualesquiera que sean. Seguimos rindiéndole cul2

García Márquez, Gabriel, Gen años de soledad, Bogotá, Edrtonal Norma, 1997, pp. 64-65.

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to a la utopía de la entrega macondiana, ingenua e incondicional de armas, encabezada con el M-19, por Carlos Pizarro y que diera origen a la Constitución actual del país. Permítannos ahora completar este primer tema de la participación en el debate, buscando ubicarlo en el espacio propio de acción de la Universidad. Nosotros consideramos, desde el Ministerio de Educación Nacional, que quizás ha llegado el momento en que una oportuna intervención de la Universidad colombiana pueda reorientar los actual procesos de paz, superando las crisis que ha atravesado, Fxiste un punto de apoyo de carácter general para esta consideración: el rol que juegan la educación en la política y la economía contemporánea. Nuestra anomalía histórica utopista de hacer democracia sin pasar por las "horcas caudinas"del militarismo o del caudillismo, tiene mucho que ver con la propuesta pedagógica actual de una participación ciudadana tan tupida que no deje hueco alguno donde tenga cabida la intervención de la violencia armada. Pero hay en esto un apoyo o un engarce, ya no general sino inmediato y concreto, y es el rol que actualmente puede desempeñar la Universidad en la mejor elaboración teórica y en la construcción real de una "sociedad civil", prácticamente ausente en el país. Estamos hablando, como es obvio, del concepto moderno de"sociedad civil"/ de su deslinde con"población civil". Porque precisamente "sociedad civil" es ese momento cuando la comunidad coloca el monopolio de las armas en manos de una pequeña fracción suya en la cual confía y a la cual controla, previniendo prácticamente casi toda violencia, gracias a los medios de comunicación existentes.Todo esto significa que existe ia posibilidad real de cumplir esta tarea por medio de un programa, tanto teónco como práctico, de construcción de sociedad civil, realizado conjuntamente por las dos modalidades de educación superior del Estado colombiano, la universidad pública y la universidad militar Un programa que necesariamente exigiría la asesoría de la Universidad no estatal y además del sistema de tele educación a cargo de los medios. Parece que el primer resultado de un programa de esta I 1011

naturaleza podría ser la garantía real de nuestra utopía del "no más" en el campo universitario; no más armas allá - n i ilegales ni légalesresultado seguido de una garantía real del PEÍ como "territorio de paz" en la escuela básica y media,

BIBLIOGRAFÍA García Márquez, Gabriel, Gen años de soledad, Bogotá, Editorial Norma, 1997,

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La paz y los organismos internacionales. Experiencia en la Unesco: Consejería para los Asuntos de la Mujer G L O R I A CUARTAS Trabajadora Social Profesora ocasional Universidad Nacional de Colombia

"Tenemos la obligación moral de fomentar en nosotros/as y en nuestros hijos/as la capacidad de oponernos a que un sinfín de cosas parezcan normales, cotidianas y aceptables en el entorno tanto natural como social... Debemos luchar contra la pereza y la tendencia al conformismo y el silencio que la sociedad fomenta". Mayor Zaragoza, exdirector general de la Unesco

I. I n t r o d u c c i ó n Hablar de paz en Colombia nos lleva a reclamar ¡os Derechos Humanos para poder vivir y construir democracia. La paz está lejana porque la sentimos atravesada por ios efectos de las diferentes violencias, porque cada día estamos más afectados y perdemos la capacidad de ver otras formas de vivir ios derechos humanos, que se pueden expresar en las formas alternativas de ejercer ei poder relaciones Estado-sociedad más armónicas, mayor nivel de integración entre sectores sociales, o en el reconocimiento de la indivisibilidad de los derechos civiles, económicos, sociales y culturales. Hablar de la paz está siendo motivo de reflexiones, propuestas, I 103

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de esfuerzos de organizaciones sociales, de mujeres, de jóvenes, del movimiento de niños/as por ¡a paz, de los grupos económicos, grupos populares, comunidades religiosas, universidades y de numerosas personas. Pero no siempre estamos hablando de lo mismo cuando hablamos de paz, existen diversas posturas frente a tópicos como conflicto social, armado y procesos de paz, violencias domésticas, cultivos de coca, sustitución de cultivos, medio ambiente, reforma agraria y desarrollo regional, derechos humanos, DIH, crímenes de ¡esa humanidad e ncumplimíento de acuerdos regionales. Y es mucho más difícil la reflexión en medio de la más cruel de las guerras que amenaza con agudizarse a cuenta del "Plan Colombia o empresa Colombia", Sin embargo están las voces de mujeres y hombres que en resistencia activa están construyendo desde la cotidianidad formas de liderazgo alternativo que exigen justicia sociai porque valoran la libertad, quieren vivir y escoger su suerte; por eso construyen hechos de convivencia y negociación local que no pueden estar desarticulados de la lucha de los movimientos sociales. Siento que nunca como hoy es tan necesario abrir las oportunidades, democratizar los sueños, no adueñamos de las iniciativas. Debemos aprender a ser militantes convencidos/as de una causa común y comprender que tenemos mucho que compartir sobre la necesidad imperiosa de buscar salidas que nos ayuden a transformar esta realidad excluyente, que margina y empobrece cada día más, para que la vida tenga su real valor y podamos protegerla colectivamente. Es preciso que el saber esté puesto ai servicio de la promoción del desarrollo humano y ia realización de los derechos humanos, para resaltar la libertad, el bienestar y la dignidad de las oersonas. No hacer de! saber un recurso para ia guerra, que las organizaciones no gubernamentales escuchen las voces de los sectores populares y sumen conocimiento y activismo para fortalecer una causa común, no desarticular el proceso social vendiendo el conocimiento al mejor postor Se deben respetar los derechos de ios pueblos, reconocer y valorar nuestros recursos naturales, nuestra diversidad étnica y cultural, el territorio, la soberanía y ante todo ser consecuentes con los desafíos de una educación para la equidad y la igualdad de oportunidades, 1104

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¡Desde qué lugar h a b l o de la c u l t u r a de Paz! Quiero compartir algunas ¡deas que me ayudarán a tejer una reflexión frente al tema "los Organismos Internacionales piensan la Paz".Y tengo que explicar el lugar desde donde hablaré. Mi experiencia como trabajadora social y como alcaldesa de Apartado en situaciones concretas de conflicto armado; mi ruptura con ¡os modelos tradicionales de reconocer a las mujeres y los hombres en el marco del desarrollo local; la forma de concebir la administración pública y el apoyo decidido de un equipo de gobierno me permitieron un encuentro con ios Organismos Internacionales. Poder acceder a la información fue el paso trascendental para mí: me puse en la tarea de municipalizar las Naciones Unidas. Quiero decir, hacer cercana su tarea, su función, socializar el tesoro de información y reconocer en las conferencias, documentos, declaraciones, guías para la acción local, el resultado de la lucha mundial y permanente por la defensa de los derechos humanos. Mi paso por la Unesco fue breve y muy intenso. Asumí la tarea de ayudar a consolidar la Red Unesco Ciudades por la Paz y, tal vez lo más significativo, contribuir con la experta colombiana Gloria Ayala a estructurar la Consejería para los Asuntos de la Mujer de ia Unesco, No podía ver los esfuerzos de los Gobiernos locales sin descubrir el rostro y los intereses de los ciudadanos/as; no era posible un pueblo sin rostro, sin pensamientos, sin deseos, sin sentimientos. Se debe conocer el espacio que nos pertenece a hombres y mujeres, y profundizaren los derechos que tenemos cuando hablamos de la ciencia, la cultura, o del papel trascendental de reconocer en ia diversidad la riqueza de nuestras culturas y los consecuentes desafíos en un mundo que quiere uniformar el pensamiento. Por esto, la opción de mirar la paz desde una perspectiva de género marca para mí un punto de partida en esta hora de Colombia, para tejer desde la diversidad de intereses; miradas a una agenda básica para no perder de vista que la paz, ia seguridad y el desarrollo humano no se pueden dividir; que 105

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podemos buscar nuestra identidad como un derecho pero no polarizar la construcción de objetivos, y trabajar por el respeto, la prevención y la protección a los derechos humanos. Establezco una línea en mi trabajo y en mi vida, y poder ver estos derechos para la paz desde la relación de hombres y mujeres lo hace diferente, Las Naciones Unidas a través de sus diversas agencias reconoce la perspectiva de género como una condición para ia construcción de la paz. Por esto, en el caso colombiano, retomar esa mirada podrá ayudarnos a comprender ios aportes de las mujeres y hombres que construyen cotidianamente hechos de paz y la urgencia de construir en el país una negociación política y social para ser reconocidas y reconocidos desde la diferencia que nos habita a MUJERESY HOMBRES, que merecemos iguales oportunidades al decidir la suerte del país y no ver sometidos nuestros derechos, ni nuestras reivindicaciones a ias amenazas de los fusiles.

I I . U n a m i r a d a a las N a c i o n e s U n i d a s Dar una breve mirada a la Carta de las Naciones Unidas1, y el Legado Ético a los pueblos del mundo, luego de 50 años, los resultados prácticos de la declaración y el ideal de un mundo más humano, nos muestra un panorama desalentador La Carta de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional entró en vigor el 24 de octubre del mismo año. El Estatuto de la Corte internacional de Justicia es parte integrante de la Carta. Hay I 85 países miembros. Declaración: Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas resueltos A preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles, a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas a crear condicíowww.un.or

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nes bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y ei respeto a las obligaciones emanadas de ios tratados y de otras fuentes de derecho internacional, a promover el progreso social y a elevar ei nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad, Y con tales finalidades A practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos, a unir nuestras fuerzas para el mantenimiento de la paz y la segundad internacional, a asegurar mediante la aceptación de principios y la adopción de métodos, que no se usará ta fuerza armada sino en servicio del interés común y a emplear un mecanismo internacional para promover el progreso económico y social de todos los pueblos, Hemos decidido aunar nuestros esfuerzos para realizar estos designios. Por lo tanto, nuestros respectivos Gobiernos, por medio de representantes reunidos en la ciudad de San Francisco que han exhibido sus plenos poderes, encontrados en buena y debida forma, han convenido en la presente Carta de las Naciones Unidas, y por este acto establecen una organización Internacional que se denominará las Naciones Unidas,

III. Propósitos y principios Artículo I Los propósitos de las Naciones Unidas son; I. Mantener ia paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a ia paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos y de conformidad con los pnncipios de justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz. I 1071

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2. Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de libre determinación de los pueblos, y tomar otras medidas adecuadas para fortalecer la paz universal. 3. Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, 4. Servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones por alcanzar estos propósitos comunes. El Consejo de Seguridad, órgano principal de las Naciones Unidas, está compuesto por 15 miembros, 5 permanentes y 10 que están por periodo de dos años; las decisiones del Consejo son obligatorias. El Consejo Económico y Social está encargado de la cooperación económica y social, con el fin de lograr condiciones de estabilidad y bienestar reconocidas como esenciales para las relaciones pacíficas entre las naciones; incluye agencias encargadas de trabajo, la educación, la salud, la agricultura, el desamollo. Recordemos que los resultados de las conferencias internacionales, que dependen de la voluntad de los Estados Miembros para aceptarlas, financiarlas y que se han desarrollado desde los años 60, son espacios para tomar decisiones sobre políticas nacionales e internacionales sobre temas que afectan la humanidad. A partir de la conferencia de Río de Janeiro en 1992 se hizo realidad la participación más amplia de las O N G ; asimismo han conquistado un lugar en el marco de las conferencias internacionales y su acción constante ha permitido ios avances en los derechos humanos. Existe la Federación Mundial de Asociaciones pro Naciones Unidas, con sede en Ginebra, Suiza, que se encarga de promover y educar en la doctrina de los derechos humanos, promover la organización social y la participación ciudadana para lograr un desamollo integral del país. Movilización desde la sociedad civil para estar al tanto dei papef de las Naciones Unidas y de articular acciones para lograr los objetivos propuestos. Inclusive de poder 1108 I

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Y en C o l o m b i a Creo que es oportuno hacernos algunas preguntas y pensar qué sabemos en Colombia del sistema de las Naciones Unidas2 y de ias prioridades de la cooperación. La misión e intervenciones de las diferentes agencias y cómo se articulan con las políticas nacionales y ¡ocales, ¿Conoce la ciudadanía el plan de desarrollo Cambio para Construir la Paz que plantea: "La sociedad colombiana tiene problemas estructurales como la inequidad en ia distribución de! ingreso, la pobreza y la violencia, que nuestro sistema político ha sido incapaz de resolver.Tan profunda crisis nos ha llevado a una perdida del interés colectivo por lo público, a un debilitamiento del imperio de la ley, y a una extensión de las prácticas armadas y de la intimidación como métodos políticos [,,,] El modelo ha propiciado un ordenamiento basado en la exclusión social, que mega oportunidades a hogares y personas para realizar plenamente su potenciai humano que el desarrollo y ¡a tecnología ponen a su alcance [...]"? Planteo esta reflexión porque la cooperación de la Naciones Unidas se basa en tas políticas públicas que se estipulan en la nación y tos mandatos internacionales, y para el caso de la Unesco y la contribución a una cultura de paz, siento que es muy útil entretejer estos diversos tópicos,Ya no se trata sólo de una agencia ni de un sistema ajeno a la Nación; funciona por la contribución de los Estados parte y 1 Organismos del Sistema de Naciones Unidas representados en Colombia: ACNUDH Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los derechos humanos; Acnur: Alto Comisionado de las Naciones Unidas para ¡os Refugiados: Banco Mundial; Cepal: Comisión Económica para América Latina, FAO; Organización para la Alimentación y la Agricultura; OLM Organización Internacional de Migraciones; OMS-OPS Organización Mundial y Organización Panamericana de la Salud: Onusida: Programa conjunto de ias Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA; Onudr Organización Nacional para el Desarrollo Industrial; PMA: Programa Mundial de Alimentos; PNUD: Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo; UNDCP Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización Internacional de Drogas: Unesco: Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura; Umcef: Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

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en esa medida los ciudadanos y las ciudadanas estamos en el deber de conocer estos espacios internacionales y de articularlos en la vida cotidiana para impulsar y movilizar las sugerencias que son emitidas y que dependerán no sólo del Estado sino de la sociedad; somos responsables de la presión que se ejerza para la aplicación y reconocimiento de estas iniciativas internacionales y de articular ios esfuerzos de las diferentes Agencias3 para hacer - c o m o sociedad- veeduría a este proceso. La rendición de cuentas y la medición del impacto de ias actividades que se realizan es para las Agencias y las contrapartes una tarea aún muy incipiente que hace la sociedad. La experiencia de Naciones Unidas en otros procesos nos ayuda a comprender la importancia de mantener esta iniciativa de reconocer lecciones en procesos anteriores (espacio que se ha explotado en el país). Creo que es importante hacer memoria del proceso vivido en Centroamérica en la construcción de paz o la negociación política, caso que ha merecido interés. Ocho años después, seguramente, las lecciones dejadas por este proceso dan vueltas en fa mente de académicos/cas, activistas, militantes de la revolución; si lo miramos por el cese al fuego, vale la pena también mirarlo desde los cambios estructurales en la economía, la participación política, la vinculación en igualdad de oportunidades a las mujeres, que en tiempos del conflicto armado movilizaron la sociedad,y la participación activa en la consolidación del proceso.Valdría la pena revisar, después de fa firma de los acuerdos de paz, qué ha pasado con su participación, cómo la sociedad reconoció desde la diversidad de pensamientos su contribución para reconstruir política, económica y socialmente el país. Esta reflexión es para todo Centroamérica y sus procesos. El proceso de hacerlo ha sentado el precedente de tareas hasta ese momento inéditas por parte de las Naciones Unidas.4 N o se trataba 3 Proceso que se inició en 1997, a partir de la aprobación de la Asamblea General de las Naciones Unidas de la propuesta que hizo el secretario general mediante el documento Renovación de las Naciones Unidas. 4 Nikken, Pedro, Las Naciones Unidas y los derechos humanos en la construcción de la paz en América Central. Caracas, Academia de Ciencias Políticas y Sociales, 1999,

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solamente, ni era viable lograrlo de manera aislada, de detener los combates militares, sino de atacar las causas profundas de las guerras que se libraban. La historia de los países afectados estaba signada por el autoritarismo, ia persistente y grave violación de los derechos humanos. Hablar de paz seguramente pasa por el modelo económico, la tenencia de la tierra, la participación ciudadana, por la consolidación de las instituciones democráticas, el fortalecimiento a la justicia, por la erradicación de las prácticas atentatorias contra los derechos humanos y por el fortalecimiento de los medios para respetarlos y garantizarlos, Ese hecho sin precedentes abrió nuevas perspectivas a ia O N U para la obtención de sus fines, según la Carta que le dio origen. Como plantea el autor; esta experiencia no sólo es importante para el caso de El Salvador; recordemos que también se firmó para Guatemala el 29 de diciembre de i 996. Boutros Boutros-Ghaii, ex secretario General de las Naciones Unidas, en la firma de los acuerdos de paz en San Salvador; afirmaba que se iniciaba así "una operación multidisciplinaria de mantenimiento de la paz, a diferencia de las operaciones anteriores de las Naciones Unidas, de corte más tradicional, que se habían encargado de la observación y supervisión de treguas". Continuaba afirmando que no era "exagerado decir que, en su conjunto, y dadas su envergadura y alcance, estos acuerdos (de paz) constituyen una fórmula para la revolución a través de la negociación". Estas experiencias, que son válidas para poder vivenciar de forma cercana a las Naciones Unidas, nos ayudarían a tomar una postura política y social, y a tener voz propia en un país diverso como el nuestro. Podemos aclarar qué significa esta experiencia de la construcción de la paz a la luz de la realidad colombiana. Cómo entender el papel de las Naciones Unidas a la luz del Plan Colombia, cómo se aplica la diplomacia para la paz. Estamos a tiempo de rodear desde la sociedad civil las iniciativas de concertacíón para buscar salidas a nuestro país; rodear las propuestas del Paz Colombia y poder tener derecho a disentir con los modelos de guerra impuestos. No ser voceros de las armas; ser ante todo consecuentes con la búsqueda de alternativas I 1111

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que no continúen polarizando la sociedad. Finalmente, dejo consignada mi duda respecto de si los Estados Unidos como miembro permanente dei Consejo de Seguridad apoyan "financiera y técnicamente el Plan Colombia y de todos es de conocimiento ias implicaciones en la región". ¿Cómo hablar de paz y apoyar con recursos la intensificación de un conflicto? ¿Cómo se cumple con este caso una de las funciones del Consejo de seguridad que dice "mantener la paz y la seguridad internacional de conformidad con los propósitos y principios de las Naciones Unidas"?5 La realidad de las operaciones contra el narcotráfico no acaban de ser comprendidas por la comunidad nacional e internacional, especialmente por quien trabaja por la defensa del medio ambiente, los derechos de los pueblos indígenas, los derechos humanos, IV. Los d e r e c h o s h u m a n o s , bases p a r a c o n s t r u i r la p a z Partamos de reconocer que el ejercicio de los Derechos Humanos potencia a los individuos y a las comunidades, facilita la legitimidad de las instituciones, crea la condición necesaria para que la gente goce de seguridad humana, vida aceptable, y pueda participar de la vida económica y de la construcción de la paz. Se habla del desarrollo humano como la plena realización de los Derechos Humanos ejercidos porTODOS, respetados porTODOS y disfrutados por TODOS. Desde esta afirmación me gustaría complementar lo que estoy tratando de decir. NO es posible hablar de gobernabilidad, de paz, ni transformar las prácticas patriarcales del poder, o hablar de un reconocimiento a un proceso de paz, si no reconocemos las voces e intereses diferentes de mujeres y hombres que habitamos este territorio. La responsabilidad del Sistema de Naciones Unidas es ayudarnos a construir espacios reales de participación política y social, en la medida de las conquistas que históricamente han logrado los movimientos de mujeres en el mundo, en los espacios reconocidos por las Naciones Unidas. 5

www. un.org/spanish/aboutun/orgns/schtm

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a. Reconocer los derechos humanos de las mujeres para const r u i r cultura de paz 6 El problema de las inequidades que sufren las mujeres, los avances en derechos humanos y los distintos enfoques y perspectivas de análisis sobre su condición y posición social, han sido temas difundidos desde el ámbito internacional y muy especialmente por el sistema de ias Naciones Unidas, Por ello cabe señalar muy someramente los principales hechos en lo relativo al ámbito de ia educación, los derechos humanos y las comunicaciones. Sin desconocer avances anteriores, un primer gran hito para las mujeres fue la Declaración Universal de Derechos Humanos que en I 948 prohibió la discriminación basada en el sexo; ésta fue seguida por la adopción por parte de Naciones Unidas de la Convención sobre Sos Derechos Políticos de las Mujeres en I 952, por la Convención sobre la Nacionalidad de la Mujer Casada en 195 I y por la Convención sobre el Consentimiento y ia Edad Mínima para Contraer Matrimonio en I 962Todas ellas prepararon el terreno para legar al tratado más importante: ia Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, acogida por las Naciones Unidas en 1979. Esta Convención se ha convertido en el primer reconocimiento mundial de que fas mujeres tienen derechos humanos diferentes a los de ios hombres y de igual valor. La Convención identifica por primera vez los espacios donde es evidente ia discriminación contra la mujer, como por ejemplo los escenarios políticos, el matrimonio, la familia y el trabajo, y hace un llamado a la igualdad de roles para hombres y mujeres, A esta convención han adherido I 60 países. Han pasado más de diez años de la Convención sobre los Derechos de la Niñez en 1989 y millones de niñas siguen siendo educadas para roles y responsabilidades tradicionales, perpetuando su situación de desigualdad y desventaja para afrontar los desafíos personales y profesionales del mundo de hoy. Pero fue desde la II Conferencia Mundial de Derechos Humanos, ' Ayala G., G. Cuartas, Marco conceptual Consejería para los Asuntos de la Mujer Unesco.

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con su Declaración y Programa de Acción, en Viena, 1993, cuando surgió un movimiento planetario alrededor de los derechos humanos de las mujeres. Pudiera parecer; a la luz de los ideales actuales, una perogrullada, pero el principal avance de esta Conferencia lo constituyó el reconocer que los derechos de las Mujeres también eran derechos humanos, y por ello parte inalienable, integrante e indivisible del sistema de Derechos Humanos universales. La Declaración sobre la Eliminación de la violencia contra las mujeres, seis meses después, en 1993, reveló la magnitud del problema de la violencia de género, la estipuló como una violación a la dignidad humana, y dio paso en marzo de 1994 al nombramiento de la Relatora Especial en Violencia contra las Mujeres. Otros hitos de importancia han sido: la I Conferencia Mundial sobre la Mujer en México (1915), bajo el lema "Igualdad, Desarrollo y Paz"; la II Conferencia Mundial en Copenhague que priorizó las acciones en salud, educación y empleo y dio paso a la III Conferencia Mundial en Nairobi, que analizó los logros desde la 1 Conferencia aprobó de forma unánime el documento "Estrategias de Nairobi orientadas hacia ei futuro para el adelanto de la mujer". Adicionalmente a éstas, hubo otras conferencias que tocaron el tema de la Mujer como la de Población y Desarrollo, en el Cairo en 1994, definitiva en los logros para las mujeres en lo relacionado con los derechos sexuales y reproductivos, y otras como las de Río de Janeiro (medio ambiente) y Copenhague (población). América Latina fue pionera en el Mundo cuando la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos - O E A - adoptó la Convención Interamencana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, "Convención de Belém do Para", el 9 de junio de 1994, concretando así los esfuerzos hechos desde 1990 por la Comisión Interamerícana de Mujeres-CIM de la OEA y por las O N G de mujeres de casi todos los países latinoamericanos. Su aprobación se constituyó en un gran logro hacia la igualdad y la justicia para la mujer; no sólo en el continente americano sino en el mundo entero. Sin duda, y no por lo cercana sino por lo certera, el más grande hito para las mujeres fue la Cuarta Conferencia Mundial 1114 I

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sobre la Mujer de Naciones Unidas, celebrada en Beijing en 1995. Su Plataforma de Acción logra sintetizar y sistematizar los avances de reuniones previas y conferencias posteriores aViena y avanza en nuevas posiciones y concepciones7. Uno de sus mayores aciertos fue el reconocimiento mundial de que la erradicación de la pobreza, el respeto por los derechos humanos, desarme militar y nuclear, el desarrollo sostenible, y la población refugiada o desplazada son problemas que afectan a las mujeres en mayor medida que a los hombres. En relación con el tema de educación y ca n acitacién de la mu'er la Plataforma de .Acción de Beijing es lúcida cuando analiza la educación de la mujer como derecho humano y como instrumento clave para el logro de los objetivos de igualdad y paz. Asegura que la inversión en educación y capacitación de las niñas y las mujeres tiene rendimientos sociales y económicos muy altos, además de ser uno de ios mejores medios para lograr un desarrollo sostenible y un crecimiento económico estable, Reconoce grandes avances en el acceso a la educación de las niñas pero se preocupa por las disparidades de género en los programas de estudio y en el material didáctico, ei cual sólo en contadas oportunidades reconoce las necesidades particulares de las niñas y ias mujeres, lo que termina por ser un grave obstáculo para la participación social en condiciones de igualdad. Señala que la falta de sensibilidad de los educadores de todos los niveles para los asuntos de género es propio para reforzar la discriminación contra las mujeres y un obstáculo para su autonomía y autoestima, Beijing advierte sobre el gran sesgo de género en los estudios de ciencias, cuyos textos no toman la realidad cotidiana, ni el avance de las mujeres y tampoco reconocen a las mujeres científicas. Expresa su preocupación porque, a menudo, a las niñas no se les imparten nociones de ciencias y matemáticas que las deben preparar para su desempeño competitivo en el desarrollo tecnológico e industrial de sus países. 7

Cumbre Mundial sobre Medio Ambiente (Río de Janeiro 1992), Conferencia sobre Población y Desarrollo (El Cairo 1994), Cumbre sobre Desarrollo Social (Copenhague 1995),

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Alienta el uso de los medios de comunicación al reconocer que son importantes medios educativos y estrategias de enseñanza, y enfatiza su creciente importancia en la trasmisión de conocimientos. La televisión, en particular; cada día influye más en las y los jóvenes, y por ello es un medio viable para forjar valores, actitudes y percepciones tanto negativas como positivas, alentando a los educadores y las educadoras para que coadyuven a formar un juicio crítico y no-sexista entre sus educandos. La cara actual de Beijing es la evaluación muchas veces negativa del proceso realizado en todo el mundo a través del proceso denominado Beijing + 5. La realidad es bastante preocupante y como razones para esta preocupación se señalan las reestructuraciones económicas que han llevado -especialmente a América Latina- a un incremento de los niveles de pobreza, afectando más a las mujeres, lo cual también ha incidido en la reducción de presupuestos estatales para programas en su beneficio, y que ha repercutido en limitaciones para ampliar el ejercicio de su ciudadanía y su participación en los procesos y movimientos sociales. El plan de acción de Beijing contempla la realidad de las mujeres en situaciones de desventaja, en zonas de conflicto armado. Además, el gran avance jurídico tampoco ha revertido en una mayor protección o defensa de sus derechos individuales, aunque sí en un más amplio conocimiento de los mismos. b. La cultura de la paz: un camino para superar la inequidad y las desigualdades en las oportunidades ¿Seremos capaces de oponer al autoritarismo y la intolerancia, la democracia y la solidaridad? ¿Seremos capaces de vivir una rebeldía no violenta, la indocilidad creativa? Este ampiio recorrido que he realizado me permite mostrar la importancia de que los colombianos y las colombianas sean incluidos en igualdad de oportunidades y sin discriminación a la hora de definir la suerte del país. Tenemos un marco general e internacional para actuar, para reconocer las luchas históricas que se han dado en el seno de las Naciones Unidas gracias a movimientos de mujeres y movimientos sociales que buscan construir un mundo más justo. 1116 I

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"A los educadores/as muy especialmente, a los padres que tienen la responsabilidad de la formación de sus hijos/as, a las gentes maduras que son ia memoria viva de la violencia pasada, para que se movilicen con el fin de forjar en los jóvenes de hoy el deseo ferviente de buscar nuevas formas de convivencia basada en la conciliación, la generosidad y la tolerancia, en el respeto irrestricto de los derechos humanos, el rechazo a toda forma de opresión y violencia, la justa distribución de la riqueza, el libre flujo informativo y los conocimientos compartidos. En otras palabras una cultura de la paz"8, La Unesco lanza este proyecto transdisciplinario de "Cultura de paz" en 1994, en el marco del Primer foro internacional sobre cultura de paz celebrado en San Salvador Reconociendo que se empieza a hablar de cultura de paz en 1989, pocos meses después de la caída del muro de Berlín, la asamblea general de las Naciones Unidas, en noviembre de 1997, proclama al año 2000, año de la cultura de la paz y encarga a la Unesco de asumir su coordinación. La cultura de la paz presta atención particular a la promoción de la igualdad de las mujeres y los hombres como una condición necesaria para construir una paz verdadera."lgualdad, desarrollo y paz están inextricablemente ligados. N o puede haber paz duradera sin desarrollo, ni desarrollo duradero sin una plena igualdad entre hombres y mujeres", firma la declaración de ias mujeres para una cultura de paz. De la Unesco se afirma en su Constitución:"La Organización se propone contribuir a la paz y a la seguridad mediante la educación, la ciencia y la cultura, la colaboración entre las naciones, a fin de asegurar la paz. La cooperación de las Naciones Unidas se basa en las políticas públicas que se estipulan en la nación y los mandatos internacionales de respeto universal a la justicia, a la ley, a los derechos humanos y a las libertades fundamentales sin distinción de raza, sexo, idioma o religión. La carta de las Naciones Unidas reconoce a todos los pueblos del mundo" 9 . Federico Mayor exdirector general de la Unesco, Movimiento mundial para la cultura de paz y la no violencia, Unesco.

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La cultura de la paz pasa por reconocer la presencia histórica de las mujeres en la consolidación de los procesos, La posibilidad de encontrar ejes transversales que den sentido a la lucha de las mujeres, las comunidades indígenas, negras, los y las jóvenes, los ancianos y las ancianas, en fin, los diferentes grupos de ia sociedad. No es polarizar los debates ni generar posiciones de confrontación; es hacer redes que permitan el movimiento y el reconocimiento de los intereses diferentes. Creo que hablar de cultura de la paz permite reconocer la diferencia y no hablar de la tolerancia, el diálogo, la convivencia y la solidaridad cotidiana en un mundo amorfo, asexuado, en un pueblo sin rostro, sin sentidos ni intereses diferentes. Es una cultura que respeta los derechos de todos y todas. Este principio de pluralismo garantiza la libertad de opinión y de participación que se orienta hacia la prevención de los conflictos. Es una forma de responder a los desafíos no sólo bélicos, sino a los nuevos peligros que se ciernen sobre la paz y la seguridad, la exclusión, la pobreza, la inequidad, el deterioro del medio ambiente. El diálogo, la negociación y la mediación se convierten en instrumentos que facilitan espacios para la construcción de la paz. En 1997 las Naciones Unidas proclamaron ai año 2000, año de la cultura de la paz: "movilizar a la opinión pública en el año nacional e internacional, a fin de establecer y promover una cultura de paz y la función esencial que el sistema de las Naciones Unidas puede desempeñar a este respecto". El movimiento mundial para la paz está involucrando a personas desde su vida cotidiana; implica a las instituciones, asociaciones y gobiernos. "Es el respeto a los derechos humanos, la democracia y la tolerancia, la promoción al desamollo, la educación para la paz, la libre difusión de la información y una mayor participación de las mujeres". Hacer visibles las prácticas de vida de organizaciones y personas que en el mundo hacen objeción de conciencia y no contestan con explotación violenta, c. El manifiesto 2000 por una cultura de paz El manifiesto ha sido redactado por un grupo de premios Nobel de la paz, con motivo de la celebración del quincuagésimo aniversa1118 I

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rio de la declaración universal de ios Derechos Humanos. Es un llamado a hombres y mujeres para plasmar en ia realidad cotidiana los valores, actitudes y comportamientos que inspiran una cultura de la paz; actuar en la familia, en la casa, en el trabajo, barrio y región. Creo que las organizaciones sociales son una presión para exigir: Respetar la vida Practicar la no-violencia activa Compartir su tiempo y sus recursos materiales Defender la libertad de expresión y la diversidad cultural Promover un consumo responsable Contribuir al desarrollo de la comunidad. Sin embargo, éste no es un llamado a los gobiernos u organismos jerárquicos. Creo que la sociedad y las organizaciones comunitarias influidas por esta postura ética inciden en el tipo de gobierno, a través de ia vigilancia de practicas de corrupción. d. Hacia un m a r c o para la participación de las mujeres en la construcción de la paz "La Paz está indisolublemente unida a la igualdad entre las mujeres y los hombres, y al desarrollo"10, Al comenzar el siglo XXI existe en la mayor parte de los países occidentales y del medio oriente en conflicto, un creciente movimiento ciudadano hacia una cultura de paz, promovido ia mayoría de las veces por grupos y organizaciones de la sociedad civil, y en varias oportunidades por mujeres que trabajan la globalización de la esperanza con base en la construcción de una cultura para una paz política y social, cierta y sostenible. N o se trata sólo de la ausencia del conflicto, o de que hombres y mujeres sean ¡guales ante la ley, no violentos entre sí, o que unos y otras tengan acceso equitativo al empleo, a la seguridad social, a los servicios de salud y educación o a cualquier otro tipo de bien o recurso del desarrollo. La perspectiva hacia una nueva cultura de paz se centra en una nueva práctica cotidiana de convivencia 1

Naciones Unidas. Cuarta conferencia mundial sobre la mujer Beijing, septiembre, 1995, p. 70,

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que promueva, no la paz de la tolerancia (donde pasivamente se acepte que el otro sea y piense diferente), sino la paz del profundo respeto por el otro, la paz de la acción, de la creación colectiva, de la solidaridad activa con los menos favorecidos. Una mirada crítica desde la perspectiva de género implica tener en cuenta las diferencias en las representaciones mentales de ambos géneros y cómo ellas afectan la participación de hombres y mujeres en los procesos de paz, qué impacto tiene en cada género la guerra y, sobre todo, cuáles son las respuestas que hombres y mujeres construyen hacia la paz, es decir, qué respuestas existen desde ei manejo de lo público y lo privado, desde las distintas formas de poder y desde las distintas esferas de lo masculino y lo femenino, Nuestra cultura porta un modelo de mujer no violenta, débil y tierna, en tanto que la imagen del hombre macho se asocia con un estereotipo de hombre fuerte, guerrero y valiente. Ambas formas de ver a hombres y mujeres ocultan la participación de las mujeres en los conflictos y las consecuencias de la guerra en sus vidas, El conflicto desde el feminismo es un concepto amplio e integral y va más allá de él mismo y de sus impactos cercanos. La guerra, por ejemplo, hace parte de los fenómenos de violencia social y política; por ello el camino hacia la paz, y por ende hacia un verdadero desarrollo humano, social y sostenible, parte del reconocimiento de las múltiples violencias cotidianas, laborales, callejeras, familiares, sean ellas productos de agresiones físicas, psicológicas, de orden económico, social, político, étnico, histórico, moral, religioso o espiritual. Existe además la certeza de que la violencia, como medio para solucionar las diferencias, es también una actitud ante la vida y una forma de pensar en la que prevalece la fuerza sobre la razón. Según la Constitución de la Unesco: "Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres (y mujeres), es en la mente de los hombres (y mujeres) donde deben erigirse los baluartes de la paz"", El desarme de la guerra en la mente de los seres humanos y en los espíritus de los ciudadanos presupone la activación de procesos 1

' Declaración sobre la contribución de las mujeres a una cultura de paz, Unesco.

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orientados hacia la vida en solidaridad y servicio a otros desde de la primera socialización, es decir, desde los comienzos de la construcción de identidad debe estar presente en todos los momentos del empoderamiento de hombres y mujeres como ciudadanos y ciudadanas, partícipes en la vida pública, sujetos de derechos humanos con responsabilidades ciudadanas claras y definidas hacia sí mismos y hacia sus congéneres. Las mujeres estamos "incluidas" como un todo; las condiciones específicas que afectan nuestra vida o las implicaciones en el desplazamiento, que son hechos diferenciados, merecen atención; los derechos de las mujeres que han sido reconocidos en diferentes cumbres internacionales no son viables, como lo ha ratificado el gobierno de Beijing. Las mujeres en situaciones de conflicto interno merecen especial atendón.Tendremos que profundizar en la propia diversidad étnica y cultural, y realidades pluriculturaies para recomenzar a reconstruir y redefinir mecanismos que nos ayuden a leer detrás de los datos de las estadísticas reales, las posiciones de poder que se desprenden de la situación que viven las mujeres. Para poder potenciar de cara al futuro un trabajo que nos ayude a redefinir valores como la confianza, la verdad, la solidaridad, la ternura, la no-violencia como valores diferentes a la paz, en el marco una convivencia segura, bajo la protección de la justicia social y del desarrollo con equidad social y de género, como componentes primarios de un desarrollo económico, social, cultural, político, religioso, familiar e individual en paz. El proceso de paz no puede ser entendido como la simple creación de condiciones para una mejor entrega de servicios, o para sustituir poderes desde una perspectiva patriarcal; ahora mujeres y hombres necesitan estar en igualdad de condiciones y contar con un mayor acceso a la participación para pensar en modelos sociales que apunten a la seguridad social o la promoción y garantía de medidas subsidiarias, sin que se tenga en cuenta la necesidad de cambios profundos en la estructura de poder y su reorganización en lo nacional, lo regional y lo municipal. Dadas las crecientes relaciones conflictivas y de poderes que concentran riqueza y oportunidades, que invisibilizan I 121 I

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los derechos humanos de las mujeres, se hace necesario apoyar el desarrollo con proyectos participativos tendientes a construir comunidad, que reconozcan la feminidad y la masculinidad desde nuevas relaciones sociales que faciliten la construcción de acuerdos ciudadanos para redefinir las relaciones de poder y materializar en hechos concretos el bienestar social. Es decir estrategias que pongan sobre el tapete la solidaridad, la importancia de las redes sociales, de ayuda mutua, de mantener siempre la verdad, de reconocer la sabiduría, de la aceptación de los rituales y del sentido común de las mujeres.Todo ello dentro de un conjunto orientado al rescate de la dignidad humana y el respeto por sus derechos humanos y a crear capital social (conjunto de valores y esperanzas compartidas) que puedan potenciar su inserción en los desarrollos locales y regionales, Las mujeres pueden participar en la construcción de la paz haciendo visibles sus luchas internas, reconociendo sus derechos, siendo vistas por los poderes locales como sujetas de derechos. Se debe potenciar desde los valores que históricamente ha cultivado dentro de nuestra cultura, como el amor por la vida, el sentido de la responsabilidad, la inmensa capacidad de afecto, ia tenacidad, la fortaleza para realizar eficientemente varios trabajos, la magia y la sabiduría intuitiva, su contribución al diseño de políticas públicas o a derecho de habitar la ciudad.

V. Esferas d e p a r t i c i p a c i ó n d e l a m u j e r e n t i e m p o s de c o n f l i c t o social y a r m a d o . Ideas p a r a c o n t r i b u i r a l a c o n s t r u c c i ó n d e la p a z a. Las mujeres en la guerra "Cómo los roles de género femenino afectan los modos de enfermar de ias mujeres. Entre los roles genéricos más estudiados figuran el rol maternal, el rol conyugal, el rol de ama de casa, el doble rol de trabajadora doméstica y extradoméstica (por la doble jornada). Un factor de riesgo que se denuncia de forma constante es la tendencia 1122 I

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de las mujeres a matemizar todos sus roles, mas allá del rol maternal específico"12. Creo oportuno citar esta frase para continuar llamando la atención sobre la necesidad de involucrarnos en la consolidación de una cultura de paz. Especialmente cuando hablamos de las mujeres las vemos en relación con los roles que la sociedad ha creado como válidos; esto nos oculta socialmente e impide poder reaccionar para hacer valer el derecho de participar como sujeta de derecho en el escenario público y dar vida a las resoluciones de mandatos internacionales. La Resolución sobre la eliminación de ia violencia contra las mujeres enfatiza, entre otros, la obligación de los gobiernos de abstenerse de cometer tal violencia y las exhorta a ejercer ei debido proceso para prevenir investigar y castigar actos de violencia contra las mujeres, ya sea que dichos actos sean perpetrados por el Estado, por personas individuales o por grupos armados o facciones en conflicto. Son innumerables las propuestas que han logrado impulsar las mujeres para abordar la realidad de la violencia contra la mujer Sólo mencionaré la última resolución de las Naciones Unidas al respecto. Es una resolución sobre la eliminación de la violencia contra las mujeres (E/CN.4/ 2000/L60), adoptada por consenso. La Comisión 13 : - Condenó todos los actos de violencia por razones de género contra las mujeres y llamó, en concordancia con la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra ias Mujeres, a la erradicación de todas las formas de violencia de género en la famiíia, dentro de la comunidad en general y donde sea perpetrada o tolerada por el Estado, y enfatizó la obligación de los gobiernos de abstenerse de cometer violencia contra las mujeres y la de ejercer debido proceso para prevenir; investigar y, de acuerdo con la legislación nacional, castigar los actos de violencia contra las mujeres, ya sea que éstos sean perpetrados por el Estado, por personas individuales o por grupos armados o facciones en conflicl2 Burin, Mocaraz Esther y Susana Velásquez, El malestar de las mujeres, la tranquilidad recetada, Editorial Paidós, 1991, 3 La Comisión de Derechos de la O N U de tres resoluciones relacionadas con los derechos humanos de las mujeres. Naciones Unidas, Boletín de prensa. Comisión de derechos humanos, 56a. Sesión 20, 28 de abril de 2000.

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to, así como proveer acceso a remedios justos y efectivos, y asistencia especializada, incluida la médica, a las víctimas, - Afirmó que el término "violencia contra las mujeres" significa cualquier acto de violencia por razón de género que tenga o pueda tener como resultado daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico en las mujeres, incluidas la amenaza de cometer dichos actos, coerción o privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurran en la vida pública o privada; incluye violencia doméstica, crímenes cometidos en nombre del honor; crímenes perpetrados en nombre de la pasión, prácticas tradicionales dañinas para las mujeres, tales como la mutilación genital femenina y los matrimonios forzosos. La resolución sobre violencia contra las mujeres también recomendó la renovación, por tres años más, del mandato de la Relatora Especial sobre Violencia contra las Mujeres. La resolución sobre la incorporación del género en el sistema de Naciones Unidas se refiere al taller organizado por la Oficina de la Alta Comisionada, la División para el Avance de las Mujeres ( D A W ) y UNIFEM con todas/os las/los Relatoras/es Especiales y Presidentas/es de comités de derechos humanos sobre cómo lograr progresivamente una mejor incorporación, en su trabajo.de los asuntos específicos de las mujeres y/o de violaciones. Este informe será publicado en breve y podría ser utilizado para iniciativas de capacitación relacionadas con derechos humanos. La Comisión de Derechos Humanos adoptó resoluciones de consenso dirigidas a combatir el tráfico de mujeres y niñas, eliminar la violencia contra las mujeres e incorporar los derechos humanos de las mujeres en todo el sistema de Naciones Unidas, En el caso colombiano, es importante reconocer la implementación de apoyos en la búsqueda de estrategias de paz. Reconocer la realidad de las mujeres ayudará a verificar el cumplimiento de acuerdos internacionales (Plan de Acción Beijing y su apartado especial de la mujer y el conflicto armado); algunos aportes de las declaraciones nos ayudarán a registrar los llneamientos que señalan caminos para abordar ei tema de la mujer en las agendas de apoyo en Colombia, 1124 I

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- Motivó a los cuerpos y agencias de Naciones Unidas a incrementar la cooperación con otras organizaciones en el desamollo de actividades que enfoquen, dentro de sus respectivos mandatos, las violaciones a los derechos humanos de las mujeres y a promover el pleno goce de ios derechos humanos y las libertades fundamentales por parte de las mujeres, inclusive mediante el desarrollo de actividades con otras organizaciones. - Solicitó a todos los cuerpos de derechos humanos procedimientos especiales y demás mecanismos de derechos humanos de ia Comisión y ia subcomisión para ia Promoción y Protección de los Derechos Humanos, considerar, regular y sistemáticamente, una perspectiva de género en la implementación de sus mandatos. Adicionalmente, la Comisión alentó los esfuerzos de los organismos para monitorear de manera más eficiente, en sus actividades, los derechos humanos de las mujeres, tomando en cuenta ei taller sobre incorporación del género. Reafirmó que es responsabilidad de todos los cuerpos incorporar en su trabajo ia perspectiva de género, considerando también la necesidad de desarrollar iineamientos sensibles a éste para ser utilizados en la revisión de los informes de los estados miembros a fin de elaborar, como un asunto prioritario, una estrategia común orientada a la transversalización de los derechos humanos de las mujeres en su trabajo. Asimismo, hizo visible la necesidad de incorporar un análisis de género e intercambiar información regularmente acerca del desarrollo de comentarios y recomendaciones generales, con miras a la preparación una perspectiva de género; e incorporar la perspectiva de género en las observaciones concluyentes de manera que éstas delineen las fortalezas y debilidades de cada Estado Parte en lo que se refiere al goce de derechos por parte de las mujeres. b. La participación ciudadana de las mujeres En tiempos violentos o de guerra, caso colombiano, y retomando algunos aportes del informe de Naciones Unidas sobre 1 1251

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los derechos humanos en Colombia, se puede observar que se hace urgente dar mayor interés al reconocimiento de ia realidad de las mujeres. N o se ha hecho mayor énfasis en esta verdad que ocupa un porcentaje considerable en las violaciones a los derechos humanos. Reseño sólo dos numerales de este informe: 24. Las infracciones al Derecho Internacional Humanitario, en el marco del conflicto armado interno colombiano, son acciones u omisiones contrarias al artículo 3 común a los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, al Protocolo II adicional de 1977 a éstos y al derecho consuetudinario, cuya autoría sólo corresponde a quienes participan directamente en las hostilidades. En Colombia, el Derecho Internacional Humanitario se aplica al Estado, a las guerrillas y a los grupos paramilitares, I 34. La Oficina saluda la aprobación de la ley, pendiente de sanción presidencial (ya aprobada), por la cual se reglamenta la adecuada y efectiva participación de la mujer en los niveles decisorios de las diferentes ramas y órganos del poder público, destinando ai desempeño femenino 30% de esos empleos. Colombia suscribió el 10 de diciembre de i 999 el recientemente aprobado Protocolo Facultativo a la Convención sobre ia eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer A finales de ese año se presentó una propuesta de plan de igualdad de oportunidades para las mujeres, previsto en el Plan Nacional de Desarrollo. No obstante, las políticas de promoción de la mujer y de perspectiva de género no han sido suficientemente desarrolladas, Desde nuestro punto de vista (dicen los defensores de derechos humanos) los aspectos a destacar son14: a) La importancia que se da a la impunidad. b) La responsabilidad del Estado en ias garantías dei respeto a ios derechos humanos y a la aplicación de la ley. c) La responsabilidad del Estado frente al fenómeno de las organizaciones criminales paramilitares y del exterminio de población civil •" O N U , Informe Derechos Humanos, año 2000,

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d) La importancia del fenómeno de los desplazados forzosos en lo que denominamos una "contrarreforma agraria" y que cada vez queda más claro que su causa principal es el lavado de dinero del narcotráfico y otros delitos en la propiedad de la tierra, e) La responsabilidad de los militares frente al Derecho Internacional Humanitario. f) La responsabilidad de las organizaciones beligerantes en el respeto a las normas del Derecho Internacional Humanitario y el reconocimiento de que el conflicto existente es una guerra civil y como tal ha.v que tratarla. Si observamos esta realidad es difícil reconocer en el informe, y en la vida cotidiana, la condición real de las mujeres como afectadas directas en el conflicto. Mirar de forma disgregada la realidad de ia violación a los derechos humanos de las mujeres en Colombia es una necesidad impostergable para ampliar las investigaciones y seguir no sólo profundizando y contextualizando la realidad sino más bien propiciando elementos que nos ayuden a comprender las realidades. No pretendamos respuestas únicas a realidades diversas; la desaparición,el desplazamiento y la muerte han propiciado una herida en Colombia, en su tejido social que no se olvidará y se mantendrá abierta demandando justicia y verdad, determinando la forma como se reconozca para hombres y mujeres la "igualdad y la diferencia" en una situación de guerra; determinará la sostenibilidad o no de los acuerdos de paz porque aún se mantienen de forma débil los datos y tímidamente nombran a la mujer La participación de las mujeres en condiciones de igualdad, y la igualdad de oportunidades para su participación, es todavía una situación pendiente en Colombia, puesto que aún nos falta potenciar su lugar en los espacios actuales reconocidos por la Constitución. Este propósito implica integrar la perspectiva de género y, con ello, el diseño y prueba de instrumentos efectivos de análisis de los problemas y de mecanismos adecuados para involucrar efectivamente a las mujeres en la solución de los conflictos armados o de cualquier otra índole I 1271

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que conlleven la desintegración política y social violenta de poblaciones, comunidades, organizaciones, partidos o grupos de interés. Animar estrategias y acciones orientadas a reforzar la función social y política de las mujeres, así como garantizar su representación paritaria en todos los niveles de adopción de decisiones, son esferas alentadas por casi todas las conferencias intemacionaíes para el desamollo y retomadas también por la Plataforma de Acción de Beijing, como estrategia para formular políticas claras y efectivas que den sostenibilidad a los procesos de desamollo y paz, y para que se active lo que se ha llamado la diplomacia preventiva. Se pretende que tanto las políticas como la diplomacia preventiva a favor de las mujeres estén presentes en todos los momentos de mediación de conflictos o de negociaciones de paz, y que para ello se tomen en cuenta las recomendaciones del Secretario General de las Naciones Unidas en su Plan de Acción para el mejoramiento de la Condición de la Mujer en la Secretaría I995-2000.15 En consecuencia, se alienta la diplomacia, la negociación y el ameglo pacífico de las controversias, de conformidad con la Carta de Naciones Unidas, en particular con los párrafos 3 y 4 del artículo 2, Es de resaltar ia importancia de la participación de las mujeres desde los ámbitos locales para la construcción de la paz. Es allí donde se gestan las talentosas y competentes experiencias de paz positiva realizadas por mujeres; es también allí donde se fortalecen los grupos y organizaciones de mujeres, de manera que se demande por mejores servicios, mayor cumplimiento de planes o políticas nacionales, y donde mejor se ejercen las veedurías ciudadanas. Finalmente, la cercanía con el gobierno municipal hace del espacio local el escenario ideal para ei fortalecimiento del liderazgo político de las mujeres y para el empoderamiento de su ciudadanía. c. La participación de las mujeres durante el conflicto armado o de otra índole En los momentos más duros de violencia y combate, la participación de las mujeres siempre ha sido decisiva; por ello es necesario 15

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Naciones Unidas, A/49/587, sección IV, 1995. p. 76,

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pensar en los posibles aportes que las mujeres puedan realizar en estos momentos. Éstos son: a) La búsqueda de solidaridad internacional, haciendo visibles ios pormenores del conflicto, de manera que se puedan proteger a personas o grupos en inminente peligro. En ocasiones, visibilizar los hechos ha significado la diferencia entre la vida y la muerte para muchas personas. La solidaridad internacional puede expresarse de muchas maneras; una de ellas puede ser la gestión para acompañantes internacionales en determinadas ocasiones; otra, el financiamiento de emergencia para proyectos especiales o el apoyo para el potenciamiento de redes de solidaridad tanto locales como internacionales. b) La creación de observatorios para la paz animados por mujeres o la inclusión en ios asuntos de las mujeres y de género en los grupos de vigilancia o veedurías ciudadanas existentes, de manera que se protejan sus derechos y se demande el cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario para hombres y mujeres, y se revise, además, el texto desde ias miradas de ias mujeres. Estos puestos de vigilancia deberán adoptar todas ias medidas necesarias para proteger a las mujeres, y a las niñas en particular, contra la violación, la prostitución forzada o cualquier otra forma de agresión con carácter sexual, c) En ios momentos más duros de peligro y desorden social, las mujeres se han distinguido porque, como anota el texto de Naciones Unidas, "procuran mantener el orden en medio de los conflictos armados y de otra índole" 16 . Este hecho es de fundamental importancia por las repercusiones que tiene en aminorar la desintegración social en medio del fragor y el desconcierto. d) Levantar estadísticas disgregadas que den cuenta de la situación de la mujer y las niñas en las zonas de conflicto armado y en los municipios receptores de desplazados/as.

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ibid, p. 73.

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d. La participación de las mujeres en la animación y consolidación de una cultura y una pedagogía para la paz Dentro de esta esfera podemos encontrar varias oportunidades de intervención para las mujeres: a) En la socialización primaria. La consolidación de una paz duradera y sostenible no es asunto sólo de una generación; por ello, para el logro de una paz permanente e integral que abarque todas las esferas de la vida humana, es necesario que desde los primeros procesos de socialización de niños y niñas se forjen comportamientos y se brinden ejemplos de vida y enseñanzas orientadas a cimentar una cultura de paz en las mentes y corazones de la niñez y de los adultos; una cultura que respalde y potencie valores, actitudes y comportamientos hacia la tolerancia, la solidaridad, la compasión, la justicia, la no-violencia, la verdad, ia acción recta y la equidad social para y entre todas las naciones y pueblos. b) En el desarrollo de instrumentos para la paz. Una educación que incluya formas adecuadas de manejo y mecanismos para la convivencia pacífica, la solución de conflictos, la mediación, el bilingüismo, la aceptación y el respeto hacia la diversidad étnica y la pluriculturalidad. c) Lo educadón en valores y la formación del carácter. La educación en valores ha ido tomando importancia como alternativa potente y factible ante la creciente violencia y descomposición social. Las mujeres, al tener prácticamente solas la responsabilidad de la educación y crianza de los hijos e hijas, al menos durante los primeros años de los pequeños, son el primer ejemplo y modelo para la formación de valores de las nuevas generaciones. Ei hogar, si bien no es el único, es el espacio primario donde comienza ei adiestramiento para la vida, para la formación dei carácter y por lo tanto, para la cimentación de los conceptos de paz, no violencia, valor de la verdad, la acción recta y ia solidaridad en las mentes de ia niñez actual. d) Educación para la ciudadanía y los derechos humanos. La educación para la democracia como medio para potenciar la solidaM30 I

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ridad, la integración social y en ella el respeto por la dignidad humana debe acompañarse de la alfabetización jurídica, o sea, en derechos humanos y en especial en los derechos de las mujeres y de la niñez. Esta formación sólo ha sido recientemente reconocida como pilar de la "cultura de paz" por algunos Estados democráticos. La educación para la paz debe acompañarse de una educación en valores no sólo democráticos, sino que cambien actitudes, comportamientos y tendencias sociales peligrosamente crecientes como la indiferencia social, el odio hacia otros, muchas veces heredados de contiendas entre partidos políticos, el rechazo étnico, la violencia o el recelo y menosprecio por valores y actitudes como la compasión, la rectitud, la verdad, la compresión, la solidaridad o el servicio a los demás. e) En el desarrollo de habilidades y destrezas para animar desde la lúdica y el arte otra forma de expresión social que desencadene procesos de elaboración de la pérdida, ayude a dinamizar la comprensión de la realidad y den sentido desde una perspectiva de género a sus realidades local y nacional. En los países de Occidente, inmersos en ia cultura patriarcal, la mayoría de estos valores relacionados con la solidaridad y el apoyo mutuo no son objeto de mayor interés educativo o de una clara política educativa oficial, dado que pertenecen al ámbito privado; esto deja el mayor peso de la formación de los menores a discreción de la educación religiosa provista por la familia. Los valores mencionados son considerados como parte de la cultura femenina y por ende subvalorados, reducidos al ámbito de lo privado y ajenos al manejo público. Cabría preguntarnos qué pasaría si se incorpora al sistema educativo y a las formas masculinas de poder actuales valores como la compasión, ia ternura, la espiritualidad, la comprensión, ia confianza, la solicitud y el servicio al prójimo, la solidaridad y desde luego la responsabilidad con el medio natural. Sin ei aporte de ias mujeres no es viable la construcción de una cultura de paz, porque no se puede pensar en una paz que excluya a la mitad de la población. Es impostergable ahondar en la educación como condición para lograr un espíritu de conI 131 |

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cordia entre hombres y mujeres que permita organizar esta aldea planetaria en pro de la construcción de un mundo habitable y en paz para las generaciones futuras. La voluntad de vivir juntos hombres y mujeres se ha señalado como un factor básico de cohesión social, de identidad nacional y de paz, así como la necesidad de ser incorporadas en los procesos de negociación política y social y no seguir acumulando violaciones sistemáticas a los derechos alcanzados por las mujeres históricamente. En tiempos de guerra estos derechos son desconocidos.

V I . S u p u e s t o s e d u c a t i v o s q u e s u s t e n t a n la i n i c i a t i v a Una investigación que integre el enfoque de género y la perspectiva de las mujeres en los procesos de paz y que pretenda aportar en la consolidación de una iniciativa que no sólo diga datos sino que permita que ellos se expresen, debe tener en cuenta: - Los derechos específicos de las mujeres y de la niñez, definida como "Alfabetización Jurídica", y enfocada tanto para hombres como para mujeres, - Una orientación que anime la solidaridad de género. Se busca involucrar a los hombres en las responsabilidades familiares y a ias mujeres en las esferas públicas. - La diversidad de formas de pensamiento y culturas de los grupos u organizaciones de hombres y mujeres como factor de cohesión y no de exclusión. - Que el respeto por el pluralismo debe llevar también a una educación íntercultural y lingüística con enfoque de género que profundice en ei conocimiento de las condiciones específicas de las mujeres indígenas, negras o de otros grupos étnicos o locales específicos. - Potenciar a cada niña y a cada mujer para que realice su propio proyecto de vida, de manera que pueda participar con actos y voces de mujer en la realidad social, económica y del conflicto actual. - Representar una nueva oportunidad para ias mujeres que abarque todos los campos de competencia profesional y técnica. 1132 I

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- Contribuir con el fortalecimiento de un nuevo humanismo que integre el componente ético, que busque ampliar la visión de culturas, valores morales y espirituales, en contrapeso con la actual globalización que tiene prioridad en aspectos económicos, técnicos y tecnológicos, - Reconocer que la enseñanza de la tolerancia, del respeto por el otro, y demás valores, no pueden ser objeto de una charla o conferencia, sino de un proceso o una política educativa permanente. La enseñanza y la práctica de la tolerancia y la solidaridad cotidiana es una garantía de armonía social, un incentivo para la construcción de un diálogo democrático y, de hecho, un agente de paz, - Que las mujeres no son una población homogénea; reiteradas veces incurren en problemas de competencias y desconocimiento de la diversidad étnica y cultural que comparten desde el género. Un esfuerzo en este sentido es importante para incrementar lazos de cohesión social, integración de género, solidaridad y, por io tanto, para potenciar el tejido social entre grupos y organizaciones de mujeres. - Dotar a las mujeres de información actualizada sobre los procesos y mecanismos de descentralización para que desde su visión de mujeres puedan contribuir con las soluciones y desafíos actuales que tienen las comunidades locales y municipales ante ios procesos de globalización. De otra parte, debe ayudar desde ia perspectiva de género a formar una "ética de la convivencia" que permita construir a unos capital social y a los otros, la práctica de la tolerancia y el respeto por la diversidad. - Que la educación de niños y niñas debe orientarse a prepararlos para una ciudadanía activa, que genere conocimientos y actitudes en pro de la justicia social, los valores democráticos y la defensa de tos derechos humanos de las mujeres y la niñez. En este marco cabe una educación que niegue toda salida violenta o autoritaria a las disputas entre ciudadanos y que sustituya la tolerancia pasiva por la discriminación positiva de ias minorías, I 1331

Estos supuestos plantean la posibilidad de sinergias educativas y la complementariedad de las distintas formas de educación y prácticas pedagógicas que pueden darse para potenciar la construcción de la paz desde las mujeres. Esta es una oportunidad concreta de despertar una conciencia de los derechos y deberes y activar ia participación decidida que movilice la participación ciudadana hacia la construcción de la equidad y la justicia social. Pedagogías para la paz que permitan escuchar fas voces de los/as ciudadano/as a ia luz de un estado social de derecho y generar redes que potencien resistencias civiles transformadoras. "¿Y cómo podríamos ser neutrales, cuando estamos jugándonos la vida, nuestras posibilidades personales?" María Subirats

BIBLIOGRAFÍA Ayala, Gloria y Gloria Cuartas,Marco conceptual. Consejería para losAsuntos de la Mujer, Unesco, 1999 Bunn, Mocaraz Esthery SusanaVelázquez, El malestar de las mujeres, la tranquilidad recetada, Editorial Paidós, I 99 I. Naciones Unidas, Boletín de prensa, Comisión de derechos humanos, 56a. Sesión 20, 28 de abril. 2000. Naciones Unidas, Cuarta conferencia mundial sobre la mujer, Beijing, septiembre, 995. Nikken, Pedro, Los LJaciones Unidas y los derechos humanos en la construcción de la paz en América Central, Caracas, Academia de Ciencias Políticas y Sociales, ¡999. ONU, Informe derechos humanos, 2000 Unesco, Declaración sobre la contribución de las mujeres a una cultura de paz.

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De la guerra a la alianza CARMEN LUCÍA DÍAZ

Psicoanalista Profesora de la Universidad Nacional de Colombia

Cual la naturaleza de lo que forma parte y es fiel copia, el alma humana tiene ocultas fuerzas, silencios luces, músicas y sombras. José Asunción Silva

La o b s t i n a c i ó n de la g u e r r a y la inaccesibilidad de la paz La insistencia de ia confrontación bélica que se vive en Colombia lleva al auge de muchos discursos que expresan la urgencia de ponerle fin a la guerra. Una gran mayoría de sus habitantes desea que el país sea habitable sin zozobra y pueda ser recorrido y disfrutado; que sea posible en él una vida con oportunidades, promisoria y digna, en la que primen actos distintos de aquellos que implican terror, amedrentamiento y ruma, es decir, desea un lugar donde se privilegie la vida sobre la muerte, la creación sobre la destrucción. Pero los actos de aniquilamiento se repiten y también las voces que propenden por ia lucha armada. I 135

D e la g u e r r a a la alianza

La guerra, el terrorismo y las masacres son algunas de las formas que toma la violencia, las más estruendosas y devastadoras a gran escala. Poner diques al aspecto destructor que existe en el vínculo establecido entre los hombres exige un concierto de acciones diversas, siendo a ia vez necesario reconocer los límites de esas búsquedas de límites, ya que éstas chocan con los puntos irreductibles de la violencia. Es decir algo de la violencia se escapa al control y ello da cuenta de ia tendencia pulsional mortífera que como real1 ominoso se atraviesa en las relaciones entre los hombres para imposibilitar su armonía plena. La magnitud de la guerra, su rccurrencia, su expansión y sobre todo sus efectos de desolación cultural, social, económica, física y psicológica, entre otros, imponen la necesidad de hablar de su detención y confieren sentido a tantos discursos en los que con apremio se demanda la paz. Esta se constituye para los pobladores de Colombia, y los del mundo que ponen sus ojos en nuestro país, en un ideal. Ideal huidizo que toma diversas formas, que

nombra y significa concep-

ciones y deseos tan diversos como posturas existentes frente a los conflictos y a las relaciones entre los hombres. Hablar de paz, pensar en ella como una urgencia social, exige nterrogarla y, en contraste, precisa hacer lo mismo con la guerra. Al preguntar por la paz y por la guerra, por su significación para la cultura y más precisamente por aquello que del sujeto interviene allí, vanas vías se abren, lo que hace posible que las sendas recorridas puedan entrelazarse y enriquecer las posibilidades de análisis de algo que se muestra tan complejo. La urgencia social de acudir a la palabra se hace inaplazable, tai como ocurre en los momentos críticos de un sujeto; se busca encontrar asociaciones entre significantes que permitan apaciguar pero más que eso nombrar y desenmarañar lo que se presenta de manera tan confusa, Dará encontrar verdades de algo que se antoja sinrazón al perder el hilo Concepto psicoanalítico que junto con lo simbólico y lo imaginario hacen parte de los tres registros que conforman, la realidad. Lo real se refiere a aquello que inevitablemente está ahí, en este caso en la condición humana: aquello que insiste y se repite.

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de su lógica. Ante la oscuridad que sume al sujeto en la angustia por la perplejidad de los excesos y el descontrol que acamea la presencia de lo insoportable o por el desasosiego dei retorno de io reprimido, la palabra da luz. El poeta nos dice: "El prestigio de ia palabra nunca está cancelado. Resucita de las tumbas y de su viaje por las tinieblas, y regresa a la luz del sol, fiel a su misión de comunicar lo incomunicable, y dar sentido a lo inexplicable"2; también ella desentraña verdades a veces escabrosas e inaceptables por ir en contravía con valores e ideales de la sociedad o del mismo sujeto, ideales morales, éticos, estéticos o lógicos para nombrar algunos. Reconocer esas verdades que vuelven, no acallarlas, produce efectos: principalmente descubre caminos posibles de transformación, así como obstáculos infranqueables. Asumir las sendas descubiertas da potencia al sujeto; reconocer lo imposible y aceptarlo, ofrece coordenadas que apaciguan los conflictos. Hago la reflexión que presento en este texto desde una visión particular que cobrará su justa dimensión al ser complementada con trabajos que analicen otros determinantes como los históricos, políticos, socioeconómicos, culturales, ele. Hago este aporte teniendo como marco de referencia la disciplina psicoanalítica, para que en el entramado de las explicaciones logradas por los diversos saberes contribuya a dar luces para la comprensión conjunta del problema que nos convoca, y así avanzar en el encuentro de elementos que permitan vislumbrar caminos que hagan más viable a Colombia, Estas reflexiones quizás ayuden a pensar en la construcción de una sociedad que dé cabida a sus distintos pobladores resaltando sus diferencias vitales, fuente de gran riqueza, y a la vez atenúe otras desigualdades que hablan de Injusticia; en ¡a construcción de una sociedad que se permita reconocer sus conflictos, aceptarlos, hacerles frente sin que para ello sean necesarios la desaparición, el daño o la muerte del semejante. Aceptar ia diferencia y la diversidad implica asumir ta vida; "la uniformidad es ia muerte" 3 . 2

Gonzalo Arango, Providencia, Barcelona, Plaza & Janes Editores, 1972 ' Benjamín Constante, citado por Luis Yepes y Enrique Yepes, en Destellos de luz Medellín, Editorial Centauro, 1988

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De la guerra a la alianza

La c o n d i c i ó n c o n f l i c t i v a del ser h u m a n o Hablar de ¡a importancia de aprehender y asumir los conflictos devela y hace énfasis en una premisa propia de la condición humana: ei carácter conflictivo. El hombre tiene contradicciones e incoherencias; en su aparente constitución integrada se enfrenta con diversos aspectos que exponen cierta desintegración de su ser, en ocasiones reconoce extrañezas y se enfrenta con momentos en los que parece desconocerse, revelándose en esto el dominio incompleto que ejerce sobre sí. Es la división subjetiva, ia división que lo habita, que le impide ser dueño absoluto de sí mismo. Como ser de lenguaje, el sujeto está abocado al conflicto ya que sus tendencias puisionales son limitadas a través de las prohibiciones emanadas por la cultura, lo que produce en él una tensión interior Al tener que armonizar su deseo con la ley, tarea generalmente fallida, se producen, justo allí, en la falla, quiebres que introducen ei conflicto. Y si el humano en ei interior de su ser es conflictívo ¿qué esperar entonces de su encuentro con el otro? Aparece el malentendido, la discordia se instala, se anidan las querellas. Se expone la condición conflictiva del ser humano en razón de la existencia de las pulsiones y de la fuerza ordenadora de la cultura que busca domeñarlas. Ante todo, por la presencia en él de ta pulsión de muerte; pulsión muda pero reconocida en sus efectos, pulsión que busca dañar responsable dei sadismo, del masoquismo y de ia culpa que se genera en el sujeto, culpa que en ocasiones incita a delinquir. Con la pulsión de muerte se introduce la tendencia a perjudicar al semejante, a injuriarlo, a ofenderlo, a matarlo, a apoderarse de sus bienes. Los ideales atenúan en cierta medida la acción de esta pulsión pero a la vez, y de forma paradójica, ia reactivan o despliegan por la función instigadora que poseen en su nexo con el superyó. Además, tos apetitos del sujeto no se conquistan en su totalidad: no todos los objetos logran obtenerse. Más aún, en la eventualidad utópica de tenerlos todos, ninguno podrá satisfacerlo plenamente; 138

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el sujeto se enfrenta siempre con la irremediable pérdida dei objeto y con su perenne insatisfacción. Estos son aspectos vitales que introducen la dimensión del deseo y lanzan al sujeto a la conquista de diversos mundos. Por otra parte, ei hombre siempre quiere io que su semejante anhela o posee, cree que es el otro quien tiene el objeto que sí produce satisfacción y lo envidia al reconocer esos modos externos de disfrute, haciéndosele intolerable por contrastar ese goce con su propia insatisfacción. Este aspecto no se corresponde ni se reconoce de la misma manera en todos los sujetos; cada cual lo organiza y lo reprime de modo propio, cada uno ubica el campo de objetos valorizados que despiertan envidia del otro según los determinantes de su propia historia. Los objetos motivo de envidia, en su amplia gama, pueden ser para algunos el poder para otros ciertos bienes, para unos el saben otros envidian ia belleza dei semejante, sus destrezas. Cada momento histórico y cada sociedad, con su discurso dominante, señalan el valor de ios objetos a envidiar y la forma de goce a obtener con ellos. Lo cierto es, en palabras de Safouan,"que no hay objeto alguno, bien alguno, que sea de naturaleza tal que conduzca a los hombres a ponerse de acuerdo en preservarlo o a impedir que uno lo destruya y destruya al otro que lo quiere o lo posee, no se ve cómo por su propia voluntad llegarán los hombres a ponerse de acuerdo sobre algo, sea lo que fuere" 4 . Es necesario que algo externo venga a regular para que ¡os nombres, e incluyo aquí a las mujeres, no se despedacen entre sí. Esa es la función de la Ley,"Un lobo no mata a un lobo (sólo en circunstancias extremas), pero un hombre sí mata a otro hombre" 5 , lo cual hace evidente la inexistencia de una regulación instintiva que ponga freno al ser humano. Esa es la función de ia cultura que con su normatividad coarta las satisfacciones pulsionales, impone diques y señala las vías aceptadas del goce de las pulsiones sexuales y mortífe4 Moustapha Safouan, La palabra o la muerte ¿Cómo es posible uno sociedad humana?, Buenos Aires, Ediciones La Flor 1994, p, 114. 5 ibid.

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ras. Introduce tres prohibiciones básicas: ¡a dei incesto, la de dar muerte al semejante y la antropofagia. Esta última prohibición, la antropofagia, es en general la menos transgredida por la fuerte repulsión que causa su incumplimiento. Con respecto a las otras dos no hay consistencia; existen radicales contradicciones y éticas en colisión en los discursos que promulgan los ordenamientos y en los códigos que hacen circular las prohibiciones y las permisividades. Esas inconsistencias refuerzan las del sujeto haciéndolo aún más contradictorio. Por ejemplo, se obliga al cumplimiento de la prohibición del homicidio a la vez que se instiga a su quebrantamiento, ya que se considera inaceptable matar al semejante que pertenece al mismo grupo pero se autoriza y se apoya la muerte dei enemigo o adversario, condición en ¡a que se puede situar a cualquiera: quien porte un rasgo distintivo, quien se ubique en el lugar de la oposición o de la discrepancia, o aquel que en su igualdad se constituya en alguien que genera peligro Se mata al otro o se incita a su muerte en nombre de los ideales, considerando este acto como heroico. Caben aquí las palabras de un guerrerof'En nombre de la Patria y de cosas hermosas les he dicho que destruir al enemigo (o aquellos a quienes sucesivamente vamos denominando enemigos, que acaso mañana denominaremos amigos) es derecho y deber del soldado. Les he inculcado ese principio, sí. Directa o indirectamente fes he contado que matar de paisano es un delito por el que se acaba en Sa cárcel y acaso en la horca, matar de soldado es una virtud por la que se reciben medallas de oro y plata, coronas de laurel. Les he hecho creer en una palabra que existen dos modos de juzgar el Bien y el Mal"6, Es ésta la sin salida de la cultura en su función de regular las relaciones entre los hombres. Se enarbolar discursos de respeto, de amor de compasión al prójimo para moderar tos excesos contra el semejante, para detener su explotación, su humiliación o su aniquilamiento. Pero al mismo tiempo se producen discursos que impelen a la destrucción o al 6

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Orlana Fallad, Inshallah. Buenos Aires, Emecé Editores, 1990, p, 674,

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usufructo del otro y de ias sociedades; se introducen modos de producción en los que el ser humano es colocado como un objeto más en ia sene de objetos de compraventa, privilegiándose su explotación y su sometimiento y, además, de manera importante se construyen modos de destrucción casi más valiosos que los de producción, lo que incita al aumento de! uso de las armas en la resolución de los conflictos que cotidianamente se generan en los grupos humanos.

Los excesos de la g u e r r a ¡Pienso que la guerra enloquece y que, como dice Nina, desfigura la vida!'

A lo largo de la historia de la humanidad se ha reconocido la guerra como una forma privilegiada para resolver los conflictos entre os hombres. La historia de las sociedades está determinada por la historia de sus guerras para dirimir sus desavenencias y en ese punto Colombia no es la excepción; es más, las guerras han sido parte fundamental y permanente de su historia. "La guerra es un acto de fuerza y no hay límite para la aplicación de dicha fuerza""; con ella se busca doblegar la voluntad del enemigo, su rendición. Como acto, la violencia alcanza niveles de paroxismo: exalta la discordia, ia confusión y el tumulto 9 , el aumento de •a capacidad autodestructiva impera, así como el triunfo de la fuerza ciega10; la pasión de destrucción se intensifica, aunque "se impone a sí misma ciertas limitaciones imperceptibles" 11 .

Éstas constituyen las

regias morales, las regulaciones en los campos de batalla, surgidas ge7 Margot Leongómez de Pizarro, madre de guerrilleros. En Patricia Lara, Los mujeres en la guerra, Bogotá, Editorial Planeta, 2000, p. 287, 3 Karl von Clausewitz, De in guerra. Barcelona, Labor, 1992, p. 33 J Joan Coraminas, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Madnó, Credos, 996, p. 309, 0 Jean Chevalier y Alan Gheerbrant, Diccionario de los símbolos, Barcelona, Hender, 1986. ?, 545. Karl von Clausewitz, op, oí,, p, 42

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D e la guerra a la alianza

neralmente de acuerdos, de asambleas nacionales o internacionales pero fundamentalmente derivadas del "código de honor de los guemeros"12. Sin embargo estas regulaciones con frecuencia se incumplen. El furor de la guerra introduce ios excesos,"Basta de hipocresías y de fusiones: no siempre, pero con frecuencia los soldados se manchan de culpas atroces. No siempre, pero con frecuencia, y ya vayan desnudos o cubiertos con piel de animal, ya lleven los uniformes con galones de un ejército regulan ya lleven los rudimentos de un ejército rregular, cometen delitos tremendos. [...] De nuevo en nombre de la fe, de Dios, de Alá, de Jehová y naturalmente en nombre de la patria, [,.,] o en nombre del capitalismo, del fascismo, del comunismo, dei socialismo, del nazismo, del liberalismo, dei conservatismo, detendrán a sus hermanos y hermanas. Los y las desnudarán, los y las atarán, torturarán, violarán, sodomizarán. Los y ¡as fusilarán'"3. Siempre habrá razones lógicas para producir un grito de guerra. Éstas se instalan buscando resolver conflictos, borrar diferencias, proteger a los pueblos, lograr justicia, libertad; pero siempre habrá una búsqueda de dominio y de venganza. La guerra se produce con la certeza de someter al contrincante, o al menos con el deber y la misión heroica de hacerlo. El sometimiento conlleva la apropiación de sus bienes, de sus territorios y ta imposición de su ideología."La profesión del soldado no consiste sólo en proteger el sueño de la tribu propia, impedir a las fieras que entren en la caverna dentro de la cual la tribu se aloja. Consiste también en la ampliación det territorio de dicha tribu, el aumento de su potencia, la imposición de su fe; cometido que hay que cumplir recordando lo que te han enseñado, es decir, que quien no quiere ceder su territorio o renunciar a su fe es un enemigo, que el enemigo es algo que hay que destruir que destruirlo es derecho y deber de todo soldado, así como un privilegio concedido por la impunidad que el oficio de soldado garantiza"14. Se advierte acá lo 1 Michael Ignatieff, El honor del guerrero Guerra étnica y conciencia moderada. Madrid Taurus, 1999, pp, 1 14 - 115. 1 Onana Fallad, op. ot, p. 530 " Ibid.

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nsoportable de la diferencia y la avidez de poder que alberga el corazón humano No hay guerra sin derramamiento de sangre, sin muertes ni destrucción. Es necesario someter al enemigo, desarmarlo, aniquilarlo. El enemigo es el objetivo y, como tal, se apunta hacía su cuerpo, objeto desdeñado para producir su muerte y a la vez valorizado al máximo por cuanto es el blanco. Actuar sobre el cuerpo del otro, destrozarlo, dejarlo merme, impotente, humillado o aniquilado recupera el poderío de quien efectúa la acción I a sangre derramada, los cadáveres desperdigados, los cuerpos masacrados, las cabezas contadas simbolizan el triunfo y la victoria con su correlato de goce indescriptible. Por eso la guerra fascina al homrjre. Saberse dueño de la vida o de la muerte del otro es algo que genera en el hombre que lleva a cabo tales actos, una situación de goce máximo, goce que generalmente es limitado en situaciones donde se permite la presencia y la existencia del otro. El verdadero desafío es con ia muerte. En la guerra, la lucha es con la muerte, se busca derrotarla."Porque el atroz juego de la guerra es fa caza de las cazas, ei desafío de los desafíos, la apuesta de las apuestas. La caza al Hombre, el desafío a la Muerte, la apuesta con laVida. Excesos que el verdadero soldado necesita"15. En la guerra ei hombre recupera la omnipotencia perdida en la cotidianidad de la vida. El poderío que produce el arma es singular; es un instrumento que potencia al cuerpo, que hace viable aquello que el hombre no puede lograr sólo con su cuerpo. La exaltación que producen el colectivo y el ideal también cuentan. Toda guerra exige una colectividad de base que ia sostiene y proclama el ideal que se hace imperioso conquistar. Ser uno con el todo fortalece al individuo; luchar en pos de un ideal produce una fuerza vital sorprendente, ampara al sujeto de su vacío, le disuade su soledad16. Por ello las organizaciones y ias acciones bélicas, los colectivos guerreros son protectores 5

Ibid., p, 129, María Clemencia Castro y Carmen, Lucía Díaz, Guerrilla, remseroón y lazo social Santafé de Bogotá, Almudena, 1997, 6

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De la guerra a la alianza

del sujeto, io defienden de sus propias angustias, organizan su vida y la ordenan: a través de las órdenes a ejecutar pero también señalando ideales, trazando nortes y rumbos al sujeto que en su soledad a veces se extravía."Ei ejército ofrece raíces a quienes no las tienen. Es el club más hospitalario del mundo, el refugium peccatorum de todo aquel que busque un albergue en el que alojar sus mcertidumbres o sus fracasos, [...] Les proporciona una cama para dormir un comedor para beber un amigo para charlar. Pero sobre todo decide por ti. Administra tu noy, organiza tu mañana. [...] Ei futuro deja de constituir un dilema, en ei ejército, el cuartel se convierte en tu patria"' 7 . Se dice que la guerra es un festín de muerte y de odio, una orgía de sangre. Así como el carnaval significa quitar el ayuno de la carne y, por extensión, levantar cualquier restricción que impida la satisfacción del cuerpo y por lo tanto de las pulsiones sexuales, en la guerra se suprimen las restricciones a la pulsión de muerte, ios diques mpuestos por las regulaciones culturales a esa pulsión se quebrantan; estos son los privilegios de la guerra. Es la cita con la muerte; sea ejecutada o expuesta, la muerte se convierte en goce18 extremo, en tanto la satisfacción pulsional es ilimitada. Y no al azar se compara a la guerra con ia fiesta, pues "una fiesta es un exceso permitido más bien obligatorio, la violación solemne de una prohibición. Los hombres no cometen esos excesos norque algún precepto los ponga de talante alegre, sino que ei exceso mismo está en ia esencia de la fiesta" 19 . La verdadera fiesta y la guerra comportan una dimensión de sacraiidad por su relación con ia muerte y su misterio, así como con el sacrificio, pues "en el centro de ia fiesta la invitada de honor es la muerte, por cuanto su razón de ser es el sacrificio. Este último es un acto sa7

Onana Fallad, op. cit., pp. 99-100, Goce es un concepto psicoanalítico que hace referencia a la satisfacción pulsional no regulada por las prohibiciones culturales. Es decir, esa satisfacción que escapa a la regulación a pesar de la existencia de los límites. Es ésta una tendencia de la pulsión, gracias al componente mortífero que la constituye 8

:9

Sigmund Freud,"Tótem y tabú", en Obras comp/etos.Tomo XII!, Buenos Aires, Amorrarte Editores, 1976, p 142.

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grado por excelencia, [....] El sacrificio adquirió el sentido de ofrenda a la divinidad para aplacar sus furias o influir en su voluntad y conseguir sus favores" 20 . Ofrenda o sacrificio que en sus orígenes psíquicos deriva de los componentes de la pulsión anal con el correlato de ambivalencia que le es propio Podrá decirse que en ¡a guerra, en tanto desafío a la muerte y apuesta a la vida, hay una búsqueda de acercamiento a los dioses en la persecución de su omnipotencia; también en ocasiones se la ha planteado como un acto de desagravio a aquellos. Sin embargo, la verdadera sacralidad radica quizás en la vitalidad que conlleva. La fuerza vita! asociada a la guerra es inefable, se vislumbra en los rostros y en la crueldad de las acciones; la aventura se impone, las sorpresas son enormes. Paradójicamente en ese llamado descomunal a la muerte, quienes participan en la guerra encuentran de manera excepcional la vida21. "El verdadero soldado [...] ama profundamente la guerra. Y no porque sea un hombre particularmente salvaje, sediento de sangre, sino porque ama la vitalidad que entraña la guerra, Y con la vitalidad, el desafío y la apuesta y el misterio de que se alimenta, [...]Todo es una incógnita en ella, una interrogación que se mantiene en suspenso, pero precisamente por eso vibras con una vitalidad exasperada" 22 . Confluyen aquí el misterio y la incógnita, lo desconocido, lo innombrable, lo sagrado.Y en esa sene hace nexo el inconsciente, el deseo inconsciente interviene en esa búsqueda; su carácter es enigmático y se aloja allí ta sacralidad, teniendo en cuenta que "lo sagrado es cifrado, hay algo de misterioso, incomprensible y escrupuloso, algo se escapa a la nominación como el deseo inconsciente"23.

20

Mano Elkín Ramírez, Apodas de la cultura contemporánea. Medellín, Editorial de la Universidad de Antioquia, 2000, pp, 147 - 148 21 María Clemencia Castro, El fin de la guerra, texto inédito. 22 Onana Fallad, op. cit, p. 128. 23 Gerard Pommier, En qué sentido el psicoanálisis es revolucionario, Santafé de Bogotá, Aldabón, 1997, pp. 153 •- 154.

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De la guerra a la alianza

La alianza y la v i t a l i d a d de los actos c r e a d o r e s El hálito vital despierto en el hombre el anhelo de lo trascendente, cuanto más toma el hombre de él. más crea Proverbio chino

No es claro el referente que se tiene cuando se habla de paz. Algunos añoran la paz con la ilusión de erradicar los conflictos de la sociedad, postura ilusoria por la imposibilidad que acarrea. No hay que olvidar además, el valor mismo del conflicto; éste convoca al sujeto y a las sociedades a transformaciones que pueden ser logradas si hay deseo de hacerlo y disposición para asumir los cambios que la transformación exige. La cotidianidad muestra que no hay nada más difícil que afrontar un cambio. La clínica psicoanalítica nos enseña que puede ser mayor el dolor de desprenderse del síntoma que el sufrimiento que éste conlleva, pues en la base de todo síntoma está el goce sosteniéndolo. Renunciara! goce obtenido en ias diversas circunstancias y particularmente a aquel expuesto en la guerra y en la violencia, es algo a lo que el ser humano se resiste; sustraerse a esa satisfacción adicional que puede extraer de las situaciones puede confrontarlo con cierto vacío nsoportable o con cierta incertidumbre que confunde. Por eso renunciar a la guerra, al camino trazado por ella o a un colectivo guerrero exige renuncias vitales importantes; conmina a desprenderse de la emoción, de la sorpresa, de la trascendencia y de los beneficios que la guerra contiene. Unos se niegan a elegir otra vía distinta de la guerra por no ceder a las exigencias de la renuncia; otros lo hacen pero retoman de otras formas el camino guerrero o de las armas y de los colectivos, a veces adhiriéndose a grupos antes enemigos. Hay también, por supuesto, quienes logran realizar esas renuncias. Diversas circunstancias sitúan al sujeto en un camino distinto, unos hastiados de la barbarie, otros desilusionados por algún punto que implica la guerra, por ejemplo con respecto al líder, al ideal, al discurso que se promulga, a la postura de sumisión que la guerra y la relación con el colectivo requieren. Ellos se separan de ¡146 I

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esa vía; se permiten tomar distancia del goce de los excesos de la guerra y al terror que estos actos producen. Situados en un lugar diferente al de la vía de la destrucción por el cansancio de la violencia, por tanto daño y muerte al otro, se encuentran en Colombia y en el mundo personas que habiendo apostado a la guerra como única forma de transformación social, se convierten en militantes de la paz, generalmente izando los mismos ideales anteriores, pero ahora por otras vías, por vías pacíficas. Las renuncias exigidas no solamente comprometen a los actores de la guerra; demandan de muchas formas a todos los sujetos y al colectivo social en su conjunto. Para que la transformación sea viable es necesario definir la ganancia social a partir de la pérdida derivada de las renuncias individuales o de grupos particulares. Conmina a desprenderse de las prebendas y al poder que establecen al semejante como un objeto que se puede aniquilar, explotar, desconocer. Exige relaciones de reconocimiento, de legitimidad y de pertenencia, relaciones opuestas a aquellas que han caracterizado al pueblo colombiano entre sus diferentes grupos sociales. El fin de la guerra, en las sociedades que han logrado trazar un nuevo comienzo histórico superando la guerra misma, se funda en nuevos símbolos despojados del carácter mortífero y criminal que los ha antecedido24; símbolos ligados a la fiesta y a la exaltación como aquello que sustituye: a la guerra y la muerte en su ímpetu de dominio y venganza para tomar la dimensión significada como sacrificial. "¿Por qué entonces Colombia no ha podido exorcizar y sublimar sus demonios, ni estos le han servido de fundamento para una nueva época de paz?"25. Si aún el pasado insiste, es porque allí no hay pasado sino presente, "el pasado y el presente forman un magma ¡ndiferenciado, de fantasías, distorsiones, mentiras y mitos"26. ¿Qué no ha logrado elaborarse en Colombia y qué insiste en la repetición de la violencia, permi21

Carlos Mario Perea, Porque la sangre es espíritu, Santafé de Bogotá, Editorial Santillana IEPRI, 1996. 25 Ibi'd.. p. 13. 26 Michael Ignatieff, op, cit. p, I 77,

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D e la g u e r r a a la alianza

tiendo reconocer en su historia elementos que soportan el discurso27 y a! Otro 2 8 constitutivo de ia subjetividad de los pobladores de Colombia, de su inconsciente? El inconsciente es el pasado hecho presente y es el soporte de la repetición. La consolidación de un lazo social que no excluya o no requiera aniquilar al otro, dándole muerte en lo real, no se ha logrado aún. Es difícil asumir las renuncias requeridas debido a la fragilidad de los pactos y del O t r o que debe operar como mediador, señalándose en éstos la exacerbación del engaño.A la imposibilidad de lograren Colombia un vínculo social apaciguante y justo, reconocido en la preponderancia de las acciones bélicas y violentas que han caracterizado su historia, se suma el efecto de! discurso que impera en la época actual a nivel mundial, cuyo distintivo está signado por el encono de la violencia y ei desafío a la muerte. En la construcción de los pactos que hacen los pueblos y en la puesta en escena de ese camino de reconciliación, además de las intenciones de legitimación del Otro y del semejante, de los propósitos de justicia, de las intenciones de respeto y de reconocimiento, parece entrar en juego la explicitación, de modo claro, de un punto: el reconocimiento y la asunción de la verdad. Es necesario enfrentar con veracidad en la guerra, la asunción de ios muertos y la aceptación de la responsabilidad histórica de los crímenes se hacen necesarias. Hago referencia a las verdades sociales, jurídicas e históricas que los puebíos y los grupos implicados en el conflicto buscan ocultar y negar pero más específicamente llamo la atención sobre la verdad dei goce implicada en esos actos de búsqueda de poder y de venganza a través de la guerra, verdad que de modo más radical y a toda costa se tapona con la racionalidad. Se sabe que la verdad no puede ser dicha toda, pero será necesario que en la constitución de los pactos se 27 El concepto de discurso se refiere a la extructura que subyace el tipo de lazo social dominante, que se expresa en et pensamiento sobre los ordenamientos sociales, 28 Otro, escrito con O mayúscula se diferencia del semejante (otro). Su estatuto en psicoanálisis es denso y refiere al conjunto simbólico de códigos, de discursos y de regulaciones culturales. El lenguaje y la Ley fundante de lo humano se ubican en un lugar preeminente

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realice un esfuerzo por permitir que surja ia verdad, esfuerzo que mplica a las partes comprometidas pero que cada sujeto involucrado en lo bélico no podrá ya escamotear Reconocer la verdad del goce exige a cada uno interrogarse por éste e intervenir en el empeño de develarlo pues la verdad del goce es singular. Se dice que más allá de admitir la verdad son nesesanos el compromiso y los actos de arrepentimiento y perdón. ¿Dirá esto, justamente del requerimiento singular de enfrentar el goce desplegado allí y de buscar ponerle límites en aras de permitir ia consolidación de los pactos y de las alianzas? Estos son actos de reconocimiento que resultan ser los más difíciles de realizar para los dirigentes en cuestión pues implican doblegamiento y humillación narcisista para un sujeto que ha estado obnubilado por la omnipotencia y el poderío. El psicoanálisis ha descubierto que para lograr la pacificación del sujeto consigo mismo, con los otros y con el mundo debe justamente enfrentarse a su verdad, que es la de su deseo y su goce, ¿Podrá decirse esto mismo frente a la subjetividad en juego en el encuentro con el colectivo? Por otra parte, el mayor impedimento para sellar nuevas alianzas es el deseo de venganza; también se huye a la renuncia de este deseo. La reconciliación que puede romper el circuito de la venganza es aquella que se hace posible sólo a condición del respeto por los muertos, por su nombre, por su cadáver, por su recuerdo, por su tumba. Ellos, los muertos, deben ser situados como víctimas sacrificiales.Todo esto configura el mapa de las alianzas. La alianza se asocia con la posibilidad de crear nuevos lazos, ataduras con mutuos compromisos. La alianza pone el énfasis en tos pactos y en los compromisos efectuados entre personas o colectividades, con los consecuentes actos de sacrificio o renuncias para las diversas partes comprometidas. Estos sentidos se encuentran en ¡as diferentes lenguas que cuentan con este vocablo. La alianza es un movimiento que realizan las sociedades buscando mantener a raya el desorden que causa lo pulsional con la tendencia a! exceso. I 1491

D e la g u e r r a a la alianza

El concepto de alianza deja entrever esos nuevos pactos que portan el sentido de lo sacro, al aparecer trascendentes por la creencia allí instalada y por la cuota de engaño disminuida29. El hecho de romper ciertos pactos o alianzas se ubica en las culturas en un nivel similar al de rechazar un juramento, profanar un templo, cometer un homicidio o violar un cuerpo; produce una contaminación comparable a ello. En la historia de las sociedades, en sus mitos y en sus religiones, se encuentra que toda alianza está sellada con actos sacrificiales que implican renunciar a algo propio y valioso, para que algo más valioso surja en esa relación. Toda alianza, en el sentido de un nuevo pacto social, se produce para lograr superar situaciones de discordia. Así comprendida la alianza, ésta toma el carácter de un acto de reconciliación. En la búsqueda de superar la guerra, otra vía de análisis se abre al considerar ia vitalidad que en ella se juega. ¿Cómo despojarse de esa expresión tan fuerte de la vida, de esa pasión vital que, como ya se dijo, acarrea la guema? ¿Renunciar a esa vitalidad le implicará al sujeto quedar situado en el vacío? Es inevitable la confrontación con la pérdida del exceso de goce vivido durante la guerra en una sociedad pacífica, es decir en una sociedad impulsada por sus alianzas efectuadas. Se podría decir que la castración se compromete de manera radical en esa renuncia a ia guerra para lograr respeto frente a la atondad y la libertad dei semejante, permitiendo incorporar el límite pulsional frente a la Ley, derivada de esa nueva alianza, y buscando conciliar con ella ei deseo30 ¿Podrá decirse que esa fuerza vital, fuerza contenida en las acepciones de la violencia31, puede situarse en otro lugar? Es importante decir esto porque en determinados contextos fa paz se asocia con la pasividad, con la quietud de la vida, con la simplicidad. Se define por ' 9 Todo pacto contempla el engaño por los malentendidos que arrastra el lenguaje mismo. Es el engaño y el malentendido un aspecto estructural del sujeto por su condición de ser de lenguaje. De esa manera no existen pactos puros e infalibles; su existencia se sitúa en el lugar de la ilusión y del ideal. 30 Es necesario plantear que la situación se hace más compleja al reconocer la tenacidad de la tendencia del ser humano a rehuir la castración. Jl María Clemencia Castro, La violencia. Un recorrido por sus acepciones en las diferentes lenguas, texto inédito.

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ejemplo la paz con el estado edénico, de armonía social y perfecta serenidad, librado de todas las agitaciones. En tiempos de paz o también de guerra, ¿podrá esa pasión destructiva de ia guerra transformarse en pasión creadora? También ella va acompañada de una gran fuerza, produce emoción e imprime vitalidad a quien ¡a vive. La pasión creadora, en la vía de los actos sublímatenos, no puede equipararse a la pasividad; es también, como la guerra, una defensa contra el vacío subjetivo pero sin los efectos de destrucción que ésta lleva. La pasión creadora da cuenta de esa fuerza vital que es, en últimas, la fuerza del deseo, y bien sabemos de las posibilidades de creación que posee su despliegue. Para terminan dejemos de nuevo hablar al literato: "Lo admirable es que el hombre siga luchando a pesar de todo y que, desilusionado o triste, cansado o enfermo, siga trazando caminos, arando la tierra, luchando contra los elementos, y hasta creando obras de belleza en medio de un mundo bárbaro y hostil"32. BIBLIOGRAFÍA Arango, Gonzalo, Providencia, Barcelona, Plaza & Janes Editores, 1972, Castro, María Clemencia, El fin de la guerra, texto inédito. La violencia. Un recorrido por sus acepciones en las diferentes lenguas, texto inédito. Castro, María Clemencia y Carmen Lucía Díaz, Guerrilla, remseraón y lazo social. Santafé de Bogotá, Almudena, 1997, Clausewitz, Karl von, De la Guerra, Barcelona, Labor 1992, Coraminas, Joan, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Madrid, Credos, I 996, Chevalier Jean y Alan Gheerbrant, Diccionario de los símbolos, Barcelona, Hender 1986, Ignatieff, Michael, El honor del guerrero. Guerra étnica y conciencia moderada, MadndTaurus, 1999. Ernesto Sábato, Hombres y engranajes. Heterodoxia, Madrid, Alianza Editorial, 1983

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Fallad, Onana, Inshallah, Buenos Aires, Emecé Editores, 1990, Lara, Patricia, Las mujeres en la guerra, Bogotá, Editorial Planeta, 2000, Perea, Carlos Mario, Porque la sangre es espíritu, Santafé de Bogotá, Editorial Santularia - fEPRI, 1996. Safouan, Moustapha, La palabra o ¡a muerte. ¿Cómo es posible una sociedad humana7, Buenos Aires, Ediciones La Flor I 994. Freud, Sigmund,"Tótem y tabú", en Obras completas.Tomo XIII, Buenos Aires, Amorrortu Editores, I 976, Yepes, Luis y EnnqueYepes, Destellos de Luz, Medellín, Editorial Centauro, I 988.

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Retos de ia educación para la paz en Colombia: ¿De qué estamos hablando cuando hablamos de paz? C L A U D I A MOSQUERA

Trabajadora Social Excoordinadora PIUPC Profesora de la Universidad Nacional de Colombia En este escrito desamollaré algunas ¡deas sobre las distintas acepciones del concepto de paz para ubicar las definiciones que han desarrollado ios Peace Studies en los últimos tiempos. Luego retomaré la afirmación según la cual la nación colombiana fue pensada sobre ¡a base de la cultura de la exclusión. Sostendré que por este motivo los estudios de paz en el país deberían trabajar en la construcción de una nación pluriétnica y multicultural a través de pedagogías de ia alteridad que concreticen la política del reconocimiento consignada en la Constitución de 199 I, Por ello antes que trabajar la paz como la ausencia de guerra, dichos estudios deben contribuir a vislbilizar, entre otros, los conflictos y relaciones de poder ocultas en los actos de habla de los cuales hacen parte prejuicios, estigmas y estereotipos. Este artículo insiste en una perspectiva de paz ligada a los cambios culturales, pues la construcción de este tipo de paz es a menudo subvalorada, dejada de lado dado ya que se considera intrínseca a los cambios sociales1. 1

Es probable que para algunos países occidentales este tipo de reflexiones estén agotadas; no

obstante, en un pa's extremo occidental como Colombia este debate aún no se ha abordado ni puesto como prioritario en la agenda pública de paz pese a las enseñanzas de las revoluciones nicaragüense o cubana

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¿De qué estamos hablando cuando hablamos de paz?

Mostraré cómo los estudios de paz relievan la importancia de transformar los ámbitos de la vida cotidiana por ser éste ei escenario donde se naturalizan y perpetúan las relaciones de poder entre géneros, etnias, clases sociales, opciones sexuales, adscripciones religiosas, generaciones y culturas regionales, las cuales cuando se cuestionan generan conflictos. Para finalizan ilustraré con algunos ejemplos esquemáticos cómo operan ios conflictos resultantes de los círculos de espejo en la cotidianidad, como corolario para responder a la pregunta "¿Qué es ¡o "novedoso" en la propuesta de la educación para la paz?".

I . Las d i s t i n t a s acepciones del c o n c e p t o de paz En ei momento actual el concepto de paz posee varias acepciones; basta con escuchar noticias en la radio, leer periódicos o simplemente prestar atención a lo que se dice en calles, oficinas, supermercados, manifestaciones, huelgas, marchas, talleres, coloquios, foros, discusiones, para darse cuenta de la engorrosa polisemia que envuelve al concepto. La primera acepción concibe la paz como un asunto de arreglos entre Estados y que, en caso de guerra, se obtiene y garantiza gracias a los buenos oficios de la diplomacia internacional en las respectivas cancillerías de dichos países, la real politics. Por ello, cuando los Estados no pueden llegar a acuerdos se pide la presencia de organizaciones supranacionales como la ONU como última instancia para dirimir situaciones de guerra. La segunda acepción es la que asocia la paz con los diálogos entre grupos armados y Estado. Conversaciones en países amigos, mesas de negociación, audiencias públicas, pronunciamientos de la sociedad civil hacen parte de esta forma de entender la paz. La paz así entendida se refiere a todas aquellas búsquedas de salidas políticas negociadas a situaciones de guerras civiles o de guerras en contra de la sociedad2, producto de situaciones 2

Este es el caso de la sociedad colombiana. Remito a la entnevista realizada al profesor Daniel Pécaut de la Escuela de Altos Estudios de Ciencias sociales -EHSS- de París, concedida a Nelson Vallejo. En Colombia no hay una guerra civil sino una guenra contra la sociedad, UN Periódico. Bogotá, No. 3, octubre 10, 1999.

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bélicas3. Por ello se buscan fórmulas que superen ¡as dificultades que obstaculizan el encuentro de las partes en la confrontación, se promueve para ello el respeto y la garantía de los Derechos Humanos, y se exige que ajusten sus conductas y sus acciones a las normas del Derecho Internacional Humanitario. La tercera acepción del concepto de paz se concreta en la llamada diplomacia paralela de tas O N G internacionales, las cuales han establecido que algunos problemas sociales, económicos, políticos, culturales y medioambientales son de interés mundial y que el cumplimiento de los Derechos Humanos es un asunto que incumbe a los Estados, así como a la sociedad civil; por lo tanto, su salvaguardia y veeduría garantizan la paz en el mundo. Estas O N G son activas en la creación de! concepto de humanidad como un grupo social constituido por ciertas normas y reglas comunes'1; por ello apuntan a discutir situaciones socialmente problemáticas de interés global, ya que sus consecuencias tendrían nefastos efectos sobre las distintas culturas en un mundo visiblemente mterdependiente,"lo que sucede en un rincón del globo puede tener y con frecuencia tiene, fatales consecuencias para la vida de los ciudadanos de todas ias demás culturas"5. Estas organizaciones, casi todas pertenecientes a países occidentales y representantes por excelencia de ta sociedad civil en movimiento, señalan que la resolución de los graves problemas medioambientales garantizaría la paz mundial; denuncian la deslocalización de basuras nucleares en el Tercer Mundo; se oponen a las formas de neocolonización en las relaciones Norte-Sur; cuestionan los efectos nocivos del modelo neoliberal, de la globalización, dei consenso de Washington y el consiguiente empobrecimiento de amplios y vanados grupos de población que este modelo económico ha traído consigo hasta en sus propios países; critican ei armamentismo y la hipo!

Para una mirada renovada de las causas y consecuencias de las guerras civiles, sugiero el provocador texto de Paul Collier Director de Development Research Group World Bank, Economic Causes of Civil Conflict and their Imptications for Policy. jumo, 2000 1 Mellen A., Más allá de la justicia, Barcelona, Editorial Crítica, 1990. 5

Ibid., p. 65.

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cresía de sus Estados, pues en muchos casos éstos son vendedores legales de armas. Finalmente, estas organizaciones abogan por el desarme, han obligado a sus países a pronunciarse en contra del uso de minas antipersonales; coordinan o hacen parte activa de las más grandes cumbres mundiales para denunciar todas las intolerancias. La cuarta acepción de paz la difunde la Nueva Era, por medio de eficaces narrativas sobre la paz como un estado mtimista. Esta dea ha venido cobrando fuerza y aceptación en amplios grupos de la sociedad colombiana. Al parecer, cada día la adopción de variopintas vías espirituales transforma vidas, prácticas cotidianas y maneras de ser, de estar, de amar; de relacionarse emocionalmente con los/as otros/as.

2. La paz desde los e s t u d i o s de paz Estas son las cuatro acepciones de paz que más difusión tienen hoy en la sociedad colombiana. No obstante, existen otras formas de ver la paz que es preciso poner en circulación en diversos escenarios para darles un mejor posicionamiento. Los estudios de paz han sido definidos como Ciencia Social aplicada y como tal comparten con las otras ciencias sociales el mismo objeto, es decir, los seres humanos en tanto seres relaclonafes. Sin embargo, se centran en el origen, dinámicas y mecanismos de los conflictos6. Dichos estudios han desarrollado diversos conceptos de paz y todos coinciden en afirmar que ésta no es sólo un asunto de la diplomacia entre Estados, de corrientes espirituales, de diálogos o de O N G . Existen otras formas de ver la paz que es preciso ofrecer tanto a la crítica académica como a los distintos grupos sociales cuyas acciones colectivas propenden por cambios culturales. En la actualidad existen tres perspectivas de paz en el interior de estos estudios, no excluyentes entre sí: la perspectiva minimalista, la maximalista y la de convivencia social.Todas redescubren el Estado de Derecho y creen en el Estado social de Derecho. No obstante lo 6

Fisas. V, "Educar para la paz implica sustituir el poder de la autoridad", en Revisto Bitácora. No, 4r Bogotá, Programa para la remserción, 1997

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anterior brilla por su ausencia una perspectiva de paz que insista en cómo mitigar las relaciones sociai-personales asimétricas que ímpactan de manera negativa al mundo de la vida. La perspectiva minimalista insiste que la paz es la ausencia de guerra. La perspectiva maximalista de la paz implica una reflexión ética independiente de los ideales de realización o de perfección que buscan los individuos. Lo ético expresado en términos de deberes que posibiliten que todos los seres humanos sean respetados/as y considerados/as como iguales7. I Jn ¡mnnrtantc representante de esta corriente es |ohan Galtunp: este autor afirma que la paz es más que la ausencia de guerra, y no es un concepto vacío, angelical o etéreo. El autor advierte que no existe y no puede existir una sola conceptualización de paz, por cuanto ésta es distinta según ia cultura8. Sin embargo, para no caer en un relativismo cultural extremo, no podrán considerarse como relativas a la paz las acciones que atonten contra de la vida y la libertad de ios seres humanos. Hacen parte del repertorio de la paz las acciones colectivas de rechazo a lo establecido, a la injusticia y desigualdad social; por ello, no es sinónimo de resignación. La paz son aquellas acciones colectivas que conducen a desenmascarar la explotación, la marginación, la carencia de poden y el imperialismo cultural a través del apoyo al ejercicio y concreción de la ciudadanía en los grupos altamente visibles9; poreiío se relaciona tanto con cambios sociales como estructurales y culturales. Galtung muestra también que el enfoque de contraposición a la paz no se busca en la guerra, sino en la violencia, por lo cual hay que eliminar o disminuir la violencia estructural, directa y cultural10. En su sentido origina!, la violencia estructural es aquel fenómeno que se produce cuando Sos grupos sociales ven obstaculizado su de7 Yáñez, J„ "Debates en la Psicología del desarrollo moral", Revisto Diálogos, No, I, Discusiones en la Psicología contemporánea. Departamento de Psicología, Universidad Nacional de Colombia. 8 Galtung, J., Sobre la paz, Barcelona, Editorial Fontamara, 1985. 9 Young, M., La justicia y ¡a política de la diferencia. Feminismos, Madrid, Ediciones Cátedra, 2000, 10 Galtung, J., Investigaciones teóricas. sociedad y culturas contemporáneas, Ed.Tecnos, 1995

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sarrollo debido a limitaciones que provienen de las estructuras sociales mismas, esto es, debido a la existencia de relaciones acentuadas de desigualdad -pobreza, explotación, injusticia social y/o un sistema de dominación autoritario y opresivo que se refleja en la ausencia de democracia, ausencia de participación, ausencia de libertades públicas y discriminación". La violencia directa se refiere a la violencia física, a aquella que genera lesiones, muertes o destrucción de bienes que afectan la integridad personal. La violencia cultural es aquella que margina a ciertos grupos sociales cuyas formas de expresión cultural están asociadas a atributos, imágenes y esencias negativas que se consideran inconvenientes para el ideal de progreso de dicha sociedad. Según este autor la violencia se presenta cuando los seres humanos involucrados en ella, sus realizaciones efectivas, somáticas y mentales están por debajo de sus realizaciones potenciales, es decir; la violencia se entiende como la diferencia entre lo potencial y lo efectivo12. La ausencia de guerra es paz negativa y la ausencia de violencia es paz positiva, justicia social, satisfacción de necesidades básicas, solidaridad, cooperación y altruismo entre otros. La paz positiva es un fenómeno dinámico, amplio y complejo que implica una comprensión multidimensional; ella afecta todas las dimensiones de la vida13. No se asocia sólo al plano internacional o al conflicto armado interno en un Estado, sino que exige a la sociedad equidad en lo económico, reconocimiento y reciprocidad en las relaciones sociales. Para desamollar la paz positiva se requieren condiciones de vida deseables para la mayoría. Para otros/as autores/as la paz es la interacción, en suma, del desamoilo, los derechos humanos, la democracia y el desarme en los niveles micro y macrosociales, La tercera perspectiva entiende la paz no sólo como la ausencia de violencia, sino también como ausencia de un sistema de amenazas a la convivencia social14. Los trabajos de un autor como V Pisas Bejarano, J. A. Lino agenda para la paz. Bogotá, TM Editones, i 995, p. 12. Galtung, S„ op, cit, p. 3 I 4. 3 Tuvilla, J., Derechos humanos. Propuesta de Educación para la Paz basada en los derechos humanos y del niño, Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía, 1989, 1 Bejarano, J. A„ op. cit. p. I 8, 2

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adoptan esta perspectiva en ¡a que la paz se genera "en ias dinámicas que permiten superar todas ¡as expresiones de violencia, sea ésta directa, estructural o cultural" 15 , es decir, el contexto en que las sociedades han acordado y aprendido a transformar sus propios conflictos sociales16, sin el uso de la violencia física, a través del diálogo, del acuerdo, del consenso, en últimas, de un contrato de convivencia que vea a los conflictos como necesarios para permitir cambios sociales y culturales17. N o obstante, los estudios de paz han prestado poca atención a las relaciones asimétricas de poder que se desarrollan en la vida cotidiana; relaciones que generan conflictos que pueden a su vez ser la expresión de violencia cultural. Explicarían las dimensiones históricas y las razones por las cuales en realidades sociales como la nuestra se crean, recrean y perpetúan conflictos que impactan de manera negativa ias relaciones social-personales. Pero no sólo teorizarían sobre estas violencias, sino que plantearían que se actúe sobre los conflictos generados, puesto que estos estudios poseen imperativos éticos que defender realidades a transformar El hecho de que los conflictos que se generan se encuentren naturalizados en la vida cotidiana, en las representaciones sociales, hace que pocos/as sean conscientes del daño que causan. Plantean que frente a los estragos, malestares, infelicidades e insatisfacciones tan banalizados que dichos impactos ocasionan, se hace necesario aprehenderlos, objetivarlos, denunciarlos, aprender a encararlos, a falta de poder extirparlos de raíz. Los estudios de paz plantearían que 15

Pisas, V„ op, cit, La idea subyacente en los trabajos de Pisas es que la violencia debe diferenciarse del conflicto y entenderse como un caso particular de éste. La obra de Marx, Weber, Simmel, Arendt y Coser lo amplían. Randall, C , Cuatro tradiciones sociológicas, México, D.F., Universidad Autónoma Metropolitana, 1996. 7 Las casas de justicia, las unidades de mediación y conciliación, los consultorios jurídicos, los jueces de paz, hacen parte de esta perspectiva en el nivel institucional. Así también el decreto 1818 de 1998 por medio de! cual se expidieron los estatutos de los mecanismos alternativos de solución de conflictos; ia ley 446 de 1998 en la cual se aclaran los mecanismos de resolución de conflictos; la ley 20 de 1996 sobre la administración de justicia; la ley 23 de 6

991 sobre la conciliación con equidad son avances jurídicos que respaldan estas iniciativas,

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los conflictos generados por la violencia cultural deben ser transformados sin el uso de la fuerza física. La antropóloga F. Héntier, para hablar del poder de la conciencia, refuta algunas reflexiones que hiciera George Picard en su texto Histoire de I "¡Ilusión en el que afirma que "la adhesión ciega al mundo" continúa siendo una constante en las relaciones sociales, y por ello adopta una salida desesperanzada al concluir que sería "inútil rehacer las cosas cuando están hechas en nosotros". Hérítier interpela con tino esta desafortunada afirmación y dice que si bien "los elementos principales que constituyen nuestro mundo nunca se ponen en duda puesto que, al no percibirlos como prioritarios, al no percibirse del todo, no admiten objeción ni pueden ponerse en tela de juicio, hace un llamado a despertar la conciencia, si no la razón, pues ella es un poderoso resorte para hacer que las cosas cambien" 18 .

3. Los e s t u d i o s de p a z : {hacía la c o n s t r u c c i ó n de una sociedad inclusiva! Existe una afirmación que se ha venido formulando de manera recurrente en nuestro país en distintos escenarios y desde distintas disciplinas sociales y humanas, sin que se reflexione sobre las implicaciones que dicha afirmación contiene en la comprensión de situación de deterioro de los tejidos sociales en el país. Esta ¡dea nsiste en ver el origen de los conflictos sociales colombianos en la cultura de la exclusión, que ha estado enquistada y promovida desde la Colonia, y fortalecida en la creación del Estado-Nación. Desde este proyecto se configuró una "ciudadanía excluyente", por paradójico que parezca. El naciente Estado moderno colombiano en vez de encarar ios retos de crear una sociedad para todos/as los/ as ciudadanos/as, se convirtió en patrimonio de una clase dirigente conformada por un puñado de familias, incapaces de demostrar su legitimidad como élites.

18

Hérítier F„ Masculino/femenino; el pensamiento de la diferencia, Barcelona, Ariel, 1996, p. 8,

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La cultura de la exclusión inscrita en nuestros cuerpos, mentes, maneras de ser, atraviesa de un modo permanente y cotidiano nuestras vidas; está en las representaciones sociales. Es así como encontramos hombres y mujeres desconocidos por la Historia, con mayúscula; diversos grupos étnicos y culturales han hecho aportes y éstos han sido ¡nvisibilizados, menospreciados, ridiculizados, estigmatizados. ¿En qué manual escolar aparecen estos/as constructores/as de Nación?Y si aparecen, ¿qué imagen trasmiten? La cultura de la exclusión tiene profundas raíces históricas y se ha transmitido de manera legítima a través de procesos de socialización y sociabilidad inscritos en la "mentalidad colombiana". Esta cultura de la exclusión ha cambiado de piel a través del tiempo; pero es posible aprehenderla en el lenguaje, en dichos, coplas, refranes, proverbios y canciones populares. Ella se perpetúa a través de estereotipos, prejuicios y estigmas que se convierten en referentes de nuestras relaciones sociales. Las imágenes "con las cuales se pretende fijar comportamientos y prejuicios para regir colectividades se denominan estereotipos, los cuales en su proceso de construcción y legitimación se van convirtiendo en modos de ser de los pueblos, etnias, clases, edades y géneros. Los estereotipos dan lugar a la configuración de etiquetas o tipologías que caricaturizan o distorsionan el ser y el quehacer humano. Gestado en el devenir histórico, su primera y más evidente característica es su capacidad para introducirse en la vida cotidiana"' 9 . Podríamos preguntarnos si ia denuncia de los estereotipos, prejuicios y estigmas con los cuales nos guiamos no debería convertirse en una prioridad en todas las instituciones sociales. Es posible realizar un listado de los mismos en un ejercicio público que nos haga sentir vergüenza. Poco se ha analizado esta dimensión, relacionada de manera directa con los cambios culturales, es decir, aquellos que buscan instalar nuevos valores, normas y símbolos más acordes con los principios de la modernidad. 9 Barreto, J„ Los mujeres en la historia de Colombio, Santafé de Bogotá, Norma -Consejería presidencial para la política social-, Presidencia de la República de Colombia, 1995, p. 362,

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La cultura de la exclusión en Colombia se perpetúa a través del sistema educativo, la familia, las instituciones estatales, privadas, los medios masivos de comunicación, el lenguaje con el que nos relacionamos, sin que se tomen en seno el impacto negativo que tienen en el tejido social, los procesos de cohesión social y la autoestima social de los grupos implicados. No es posible crear una sociedad inclusiva si no se trabaja este aspecto vital para construir personas que se sientan valoradas desde sus diversidades, La política del reconocimiento que contiene la Constitución de 1991 insta a que se desarrollen acciones colectivas que repercutan en la sociedad para presionar a todas las instituciones sociales, incluyendo la familia y todas/os los/as ciudadanos/as, a asumir el compromiso de cimentar los valores de la aceptación del otro, a darle legitimidad a una coexistencia pacífica en la que los conflictos tengan cabida y a crear espacios de legalidad y legitimidad donde todos/as ocupemos un lugar respetuoso desde las diferencias, sin necesidad de ser eliminados/as o ridiculizados/as. El reconocimiento apunta hacia la valoración de las diferencias de todas las identidades culturales y busca darles respuesta a las relaciones sociales, valores y estructuras institucionales de las cinco caras de la opresión: explotación, marginación, carencia de poden imperialismo cultural y violencia20, Ei no reconocimiento o el reconocimiento equivocado pueden ser una forma de opresión que encierra a las personas en un modo de ser falso, distorsionado, reducido. Más allá de la simple falta de respeto, puede infligir una herida grave que agobia a las personas con un menosprecio de sí mismas que las inhabilita. El reconocimiento no es simplemente una cortesía, sino una necesidad humana 2I . Por ello, Fraser insiste que la política de reconocimiento incide en el desmonte de las injusticias culturales o simbólicas que existen en 20

Young, M„ op. cit. Fraser, N„ lusíiílo mterrupto. Refexiones críticas desde la posición "postsocialista", Bogotá, Siglo del Hombre Editores, Universidad de los Andes, 1997. 2 ' Taylor C„/v1u(t/cu/íuralism and the Palmes of Recognition, Princeton, Princeton University Press, 1992, p. 25.

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una realidad social determinada - e n este caso la injusticia- y que están arraigadas en los patrones sociales de representación, interpretación y comunicación. La dominación cultural, es decir, la sujeción a patrones de interpretación y comunicación asociados a otra cultura, el extrañamiento u hostilidad hacia lo propio; el no reconocimiento de prácticas representativas, interpretativas y comunicativas de la propia cultura; el irrespeto, ser calumniado o menospreciado en las representaciones culturales públicas estereotipadas o en las interacciones cotidianas22. Las diferencias culturales pueden ser elaboradas con libertad y mediadas democráticamente, sólo sobre la base de la equidad social. No hay reconocimiento sin distribución 23 . En Colombia no habrá una paz sostenible si no nos comprometemos con un proyecto de sociedad en el que ia redistribución y el reconocimiento constituyan la base de un nuevo pacto social sobre la redefinición de nuevos valores sociales y culturales inclusivos y omnicomprensivos.

4 . Los c o n f l i c t o s r e s u l t a n t e s d e los c í r c u l o s d e e s p e j o : f o r m a s de a p r e h e n d e r la c u l t u r a de la exclusión Los ejemplos que se exponen a continuación son más complejos de lo que aquí se muestra; no obstante sólo se desea ¡lustrar qué tipo de conflictos se generan y deben ser objeto de atención desde los estudios de paz, con base en realidades como la familiar, la convivencia interétmca, la vida barrial o la segregación urbana en una ciudad como Bogotá. Pero también se busca hacer evidente que frente a este 22

Fraser N„ op. cit. p, 22, Ibid. Fraser entiende por redistribución "al conjunto de respuestas de las demandas de justicia social a través de bienes materiales tales como bienes de consumo, recursos, ngresos, riqueza y distribución de posiciones sociales como puestos de trabajo conforme a méritos. Aunque también la redistribución se refiere a bienes no materiales como ¡os derechos, las oportunidades y la autoestima. La redistribución intenta responder a las injusticias socioeconómicas, arraigadas en la estructura político-económica de la sociedad. Estas injusticias incluyen ia explotación, es decir la apropiación del usufructo del trabajo propio en beneficio de otros; la margmación económica (la confinación a trabajos mal remunerados o indeseables o la negación de la posibilidad de acceder al trabajo remunerado) y la privación de los bienes materiales indispensables para llevar una vida digna", p. 21. 23

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tipo de conflictos no se sabe cómo intervenir; existen pocas herramientas que rompan los círculos de espejo que se forman. El análisis de los discursos sobre conflictos intrafamiliares en estos barrios muestra que hombres y mujeres han sido sociaizados/as para verse como enemigos, para percibirse mutuamente como un peligro. Los mujeres son muy malas y los hombres perversos. Si la desconfianza se instala entre los géneros, ¿cómo construir relaciones equitativas que involucren ios intereses de hombres y mujeres? En estas condiciones el conflicto intrafamiliar aparece porque la cultura ha dado valores distintos, y ha establecido qué es ser hombre y qué es ser mujer El estudio de las maneras de ser padres o madres en estos sectores revela que ni el uno ni el otro quiere ser visto desde estas identidades fijas sustentadas en relaciones de poder desencarnadas e impositivas, pero estos sujetos poco saben sobre cómo renegociar nuevas maneras de ser hombre o mujer ¿Quién tiene la fórmula?, puede preguntarse con cierta ironía, sobre t o d o cuando se cree que las relaciones hombre-mujer siguen siendo demasiado importantes en nuestras vidas como para renunciar a seguir pensando en ellas. Los señalamientos aparecen cuando las mujeres se oponen al maltrato físico; ios hombres llaman a estas oposiciones histeria, locura, mal genio, amargura. Cuando los hombres desean ser padres nuevos, menos proveedores y más próximos afectivamente a su progenie, se les tilda de tener poca hombría, de [aitones. Los golpes, las palabras soeces, los agarrones, materializan estas diferencias que se agravan y son una fuente de sufrimientos en contextos de extrema pobreza; de carencia de oportunidades, de empleos precarios y de bajas tasas de escolaridad. Los conflictos interétmcos entre colonos mestizos y población afrodescendíente se han caldeado tanto en el Pacífico colombiano como en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Estos conflictos tienen como fondo un desconocimiento voluntario y sistemático de la cuítura de los afrodescendientes. En el 1164 I

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Chocó biogeográfico, los llamados paisas1* consideran natural la pobreza en que viven ios afrocolombianos aduciendo que es una situación merecida ya que son perezosos y estúpidos, y por esto no merecen esos territorios. Estos paisas no cuestionan las razones estructurales para que en esta región existan los indicadores de calidad de vida más preocupantes del país, ni cuestionan ei rol del Estado, o el proyecto de Nación. La naturalización de estas desigualdades hace que sea normal que ios afrocolombianos sean pobres, que no puedan satisfacer sus necesidades sociales básicas. Las desigualdades se naturalizan a través de estos discursos, manejados por ciertos grupos en un proceso de interacción social. Los paisas creen encarnar el espíritu dei progreso e investidos de una misión civilizadora, por ello se apropian de las zonas en donde han vivido ancestral mente los afrodescendientes para levar a ellas la civilización, En el archipiélago de San Andrés y Providencia se llama continentales, hlspanishman o pañas al grupo social que se comporta como los paisas en el litoral Pacífico. Éstos han construido sin respetar las normas urbanísticas, han comprado cantidades de tierra, controlan el sector de servicios, son empresarios de grandes y pequeños negocios de la empresa turística y, hasta hace poco, ocupaban los cargos más importantes en la administración loca!, excluyendo de cualquier beneficio - d e manera intencionada y prejuiciada- a la población raizal.Todo esto ha causado el arrinconamiento y empobrecimiento de la etnia raizal afrobritánica. En ambas situaciones los conflictos interétnicos se concretan en posiciones atrincheradas, en exclusiones mutuas, en la perpetuación de estigmas y prejuicios, en la ausencia de diálogos culturales, lo que hace más compleja cualquier iniciativa de convivencia intercultural o multicultural. ¿Qué propuesta de convivencia interculturat es posible en situaciones de este tipo? Ambos casos muestran prácticas en las cuales la opresión ha sido perpetrada por una conceptualiza21

Esta denominación es utilizada de manera genera! para nombrar a los foráneos y a los extranjeros. Se distinguen de los chilapos quienes son migrantes de Córdoba y Sucre.

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ción de la diferencia de grupos en términos de naturalezas inalterables y esenciales que determinan lo que los miembros dei grupo merecen o aquello de que son capaces; esto hace que los grupos sean de tal modo excluyentes entre sí que no puedan tener similitudes ni atributos comunes25. Los conflictos barriales ofrecen la posibilidad de analizar la complejidad de otros juegos de espejos. En los barrios donde el Departamento de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Colombia realiza numerosas intervenciones sociales26, los pobladores pobres - q u e en ocasiones pueden mostrarse solidarios- han establecido tipologías de vecinos para relacionarse entre ellos mismos; el agente externo desprevenido sólo observa la pobreza y la marginalidad como algo homogeneizante y no ve diferencias entre unos/as y otros/as. Una de estas tipologías es la de los establecidos, es decir las familias de los líderes de vieja data, los que poseen un trabajo más o menos estable, Del otro lado están los marginados27, quienes son colocados en el rango de la infrahumanidad. Estos son los desplazados, inmigrantes pobres representantes de culturas regionales no hegemónicas y desvalorizadas ante sus ojos. Los conflictos barriales aparecen cuando los establecidos reclaman que los marginados permanezcan en las adscripciones propias de ias tipologías que están establecidas de manera informal, para garantizar el orden. Pero sucede que los marginados realizan prácticas sociales y culturales que los establecidos no están dispuestos a tolerar pues son percibidas como señal de caos en la armonía comunitaria. Los conflictos aparecen porque los inmigrantes, por razones políticas o económicas, se consideran representantes de identidades regionales inmóviles, que no pueden entablar diálogos culturales con los otros, ya que esta actitud sería tomada como falta de regionalismo: cuando intentan renegociar las adscripciones fijas de los establecidos 25

Young, M„ op. cit. Barrios de reciente consolidación como La Cristalina, Divino Niño y Altos de la Florida en el municipio de Soacha (Cundinamarca) 27 Retomo las categorías que utiliza el sociólogo Norbert Elias en su ensayo teórico sobre las relaciones entre establecidos y marginados, 26

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no saben cómo hacerlo, Ei "no se metan conmigo", "yo no me meto con nadie", la apatía, la conformidad, la incomprensión cultural, la repetición de estereotipos o prejuicios, el acomodo forzado a ios nuevos códigos lingüísticos y relaciónales cundiboyacenses parecen ser la soución, allí donde deberían impulsarse ejercicios de convivencia mtercultural. En estos mismos barrios populares tanto estableados como marginados legitiman la limpieza social sin considerarla una práctica que atenta contra los Derechos Humanos, Pero también los habitantes de estos sectores se sienten maltratados, mal vistos; por ello circulan discursos que informan un cierto resentimiento frente a otros grupos sociales. Éste se hace evidente al escuchar la valoración que padres y madres le otorgan a la educación formal de su progenie; piensan que si acceden a ella algún día serán tratados como personas. Acceder a ia educación significa hacerse merecedor de un buen trato, de un saludo cordial, de una mirada de aceptación por parte de otro/ a, quien sólo así reconoce que tiene ante sí a un ser humano. La segregación urbana que existe en la capital hace que ios sectores medios y altos bogotanos participen de círculos de espejos que Impiden el reconocimiento de los distintos; éstos ven a los bamos populares como lugares "de perdición, de violadores, nidos de guerrilleros y ladrones", como si ¡os bamios del sur fueran una realidad homogénea. Desconocen así ¡a creatividad y vitalidad de las dinámicas urbanas, desconocen las estrategias de sobrevivencia que se despliegan en un país con graves problemas de redistribución y de baja intervención en política pública social. Para estos sectores, Colombia sería "un paraíso, rico, dichoso, si no fuera por esos choros que dañan la imagen del país ante el mundo". Hablar de educación para ¡a paz también significa creer en una constante pedagogía de la alteridad social y política que ha de permitir que las personas actúen con decisión y responsabilidad para superar conflictos y tensiones. Esta cultura no tiene nada que ver con conceptos como solución, pasividad o quietud, mucho menos en una sociedad tan profundamente injusta y desequilibrada como la nuestra. Tiene que ver en todo caso con el empeño de I 1671

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construir una sociedad con equidad social, con la necesidad de educar y entrenar a las personas para que protagonicen el rechazo hacia un mundo caracterizado por la exclusión económica, social y cultural, y para que lo hagan con instrumentos efectivos. Esto decía V. Físas en su paso por el país28. Para cerrar estas propuestas creo que todas/os necesitamos censar con seriedad lo anteriormente expuesto, así como poner en práctica el Derecho Humano propuesto: ser considerados/as con los otros/as. La consideración por el/la otro/a autónomo/a es un valor mportante para la vida en colectivo, para la sociabilidad. Sólo así se podrá cambiar el hábito, humano por demás, de pensar la vida en sociedad sólo en función de nuestros propios intereses, de querer siempre ganar; que se aprenda a buscar acuerdos gracias a los cuales todas/os salgamos beneficiados/as. Una sociedad en la cual prime la consideración buscará por hábito resolver conflictos, porque la consideración comporta saber escuchar y supone estar capacitado para espantar ¡os prejuicios. ¡Cuánto daño hace a este país la mal llamada malicia indígena, el culto a ser "vivos/as" y "aviones", pensar que todo es cuestión de "aprovechar la papaya"!

5. iQué es lo " n o v e d o s o " en la educación para la paz! A través de la educación por la paz se vuelve a creer en el papel que debe cumplir la educación en los procesos de integración social, que se resume en esta afirmación: hacer de la educación para la paz un vehículo para la transformación social y cultural. La educación tiene hoy cuatro funciones sociales que cumplir: aprender a conocer aprender a actuar aprender a vivir juntos y a aprender a ser29. La educación de ciudadanos/as será una de las vías privilegiadas para fa paz. De allí se desprenderán nuevos valores, conocimientos y destrezas necesarias para las mismas. Este énfasis en la educación cobra plena vigencia cuando 28 Convensatono en Seminario internacional: Educación para la Paz: reto para una nueva Colombia. Evento organizado por el Convenio Andrés Bello, ta Corporación Fórmulas, la Universidad Central y la Corporación Nuevo Anco Iris, agosto de 2000. 29 Delors, J., La educación encierra un tesoro, Unesco, 1989

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reconocemos que el proceso educativo tradicional tiene una función socializadora, de transmisión y perpetuación de asimetrías, prejuicios y estereotipos de la cultura dominante. Éste transmite valores, roles y cosmovisiones predominantes y en ocasiones dañinas para relacionarnos de manera respetuosa con ei/la otro/a. La educación no es un proceso neutral, sino que tiene una intencionalidad determinada por las condiciones socioculturales, económicas, macro-políticas, y es modelada por los agentes educadores (instituciones, maestros/as). Debido a su importancia, ha estado en la mira de quienes detentan - o aspiran detentar- el poder para convertirlo en su herramienta política e ideológica30. La educación para la paz debe entenderse como un proceso que se perpetúa durante toda la vida y que atañe a todas las instancias de la sociedad; en esa medida supera los objetivos institucionales reconocidos para la educación formal 31 . La escuela y las universidades son algunos de los muchos espacios para llevar a cabo la propuesta de educación para la paz:"la educación puede despertar entre los/as alumnos/as el sentido crítico frente a las actitudes y relaciones sociales dominantes, permitiéndoles tomar distancia respecto a los valores e ideologías establecidas. Puede cooperar en la creación de ciudadanos/as capaces de modificar las relaciones sociales existentes"32. La multiplicidad y complejidad de estas dimensiones muestran que la educación para la paz es un tema transversal, holístico, que no puede ser reducido a una cátedra: "la Paz tiene que ser un tema interdisciplinario, algo que atraviese todo el currículo,tanto el explícito como el oculto, este último referido a las actitudes, la organización del centro educativo entre otras"33. >0

Seminario de Educación para la Paz. Asociación pro Derechos Humanos (autores/as vanos/as), Educar para la paz. Una propuesta posible. Madrid, Ed. Los Libros de la Catarata, 994, 31 No todos los procesos que se dan en la escuela están explícitos en el currículo o en los objetivos institucionales, por eso es necesaria una reflexión sobre el currículo oculto y las prácticas pedagógicas, !2

Francisco Fernández Palomares, catedrático de la escuela de Sociología de la Universidad de Granada. Entnevista concedida a la autora, Bogotá, 2001. 33 Paco Gascón, miembro activo de! Seminario de Educación para la Paz y Asociación pro Derechos Humanos. Entrevista concedida a la autora, Bogotá, mayo de 1998.

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¿De qué estamos hablando cuando hablamos de paz?

En suma, educar para la paz es ejercitarse para ia crítica y la autocrítica, para la búsqueda de alternativas a las injusticias, desigualdades y violaciones de Derechos Humanos fundamentales. El nivel de compromiso que se debe asumir en la educación para la paz se concreta en la capacidad de dar soluciones o, por lo menos, de asumir compromisos personales y sociales que puedan contribuir a la identificación y resolución de conflictos (ser objetores de conciencia, hacer públicas las posiciones personales, ingresar a los grupos heterogéneos que conforman la sociedad civil, liderar movimientos sociales, creer en el potencial emancipatono de ias acciones colectivas, por ejemplo). Educar para la paz sugiere la creación de nuevos sujetos sociales, producto de una renovación pedagógica orientada por ia lógica de la paz positiva, esto es, la paz entendida como un estado sociocultural de no violencia que se manifiesta en la vida, en colectivo, en la forma como se resuelven los conflictos sociales y en las habilidades para implementar estrategias políticas34. Educar para ia paz implica tener en cuenta tanto los contenídos ocultos como el proceso educativo mismo, instancias que determinan el aprendizaje. Por ello se plantean metodologías analíticas y críticas que orientan hacia la acción, que permiten aprovechar los potenciales personales y que proyectan los compromisos a corto y largo plazos en lo social. Una de las propuestas que se ha venido impiementado en este campo es la del Seminario de Educación para la Paz y Asociación pro Derechos Humanos. Los lincamientos que definen y estructuran esta propuesta son la desobediencia y no estar en paz. Educar para la desobediencia parte del supuesto de que la palabra y el argumento son los mejores instrumentos para hacer frente a los conflictos y transformarlos. Es una invitación a acabar con el conformismo que se privilegia en casi todas las instituciones sociales, fomentando la capacidad crítica, especialmente de los sucesos que ocu34 Jares. X,, "Educación para la paz y organización escolar", en Alfonso Fernández Herrería (ed.), Educando para la paz. Nuevas propuestos. Universidad de Granada. 1994, pp. 285-313.

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men a diario, de los textos académicos que trasmiten la historia oficial, de tos mensajes subrepticios que estereotipan identidades de los medios masivos de comunicación. Habilita en la denuncia de relaciones asimétricas de poder que se encuentran naturalizadas, Educar para no estar en paz pretende hacer una reflexión sobre el hecho de que los sujetos y los colectivos obedientes y JUICIOSOS se exponen al abuso del poder Por ello la obediencia, ias lealtades, el cumplimiento y el autosacnficio deben ser revaluados en su calidad de virtudes. Además "ia actitud que fomenta la guerra no es la agresividad sino el conformismo, ia pasividad con que se aceptan los conflictos sociales y culturales y las órdenes del Estado de participar en ellos no pronunciándose" 35 . La educación orientada a acabar con las violencias ha de combinar la capacidad de rebeldía, la disidencia y el espíritu crítico para no aceptar el orden establecido. Educar en valores omnicomprensivos hace también parte de esta propuesta educativa. Los valores sobre los cuates se pueda educar para la paz no están explícitos debido a la amplitud del concepto de paz y a las diferencias culturales. Sin embargo, existen dos contravalores que impiden la paz: el conformismo, que normaliza los comportamientos sociales, y el etnocentrismo cultural. La educación para la paz posee algunos rasgos y características que la diferencian de otras, pues busca soluciones a problemas de injusticia y desigualdad36; por ello es: - Una educación que toma como punto central el problema de la violencia estructural y cultural - Una educación Integral que sublima los instintos de agresividad. Desde esta perspectiva el logro de la paz se daría a partir de una transformación individual pero en el interior de colectivos - Una educación para la liberación de prejuicios, estereotipos y estigmas que llevamos en nosotros, como pertenecientes a un grupo social específico. Es una educación con un alto contenido emancipatorio 35 36

Gascón, P, op, cit, Jares, X., Educación paro la paz. Su teoría y su práctica. Madrid, Editorial Popular I 99 I,

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- Una educación que asimila y concreta metodológicamente los hallazgos y logros de la Investigación de, para y por ia paz (por ejemplo, las causas de la guerra, las violencias, ios valores, la legitimidad del sistema político, ias relaciones de género, el racismo, el sexismo, la xenofobia, el clasismo) - Una educación que rescata los actores y actrices, grupos culturales olvidados/as por la historia Las metodologías y técnicas usadas en la educación para la paz están cimentadas en un enfoque socioafectivo cuya esencia consiste en combinar la transmisión de información con la vivencia personal para lograr la aparición de actitudes efectivas; ésta es una condición para que el sujeto internalice y tome posición ante tos procesos experimentados y los futuros. Puesto que educar para la paz y para ¡os Derechos Humanos es educar para combatir la violencia estructural y cultural - l a cual presupone un nivel reducido de violencia directa y un elevado nivei de justicia social- dicha educación deberá proponerse los siguientes objetivos 37 : - Fomentar de manera participativa, la formación de valores que promuevan cambios sociales y culturaies - Cambiar la concepción del proceso educativo entendiendo al alumno como sujeto mteractuante y válido, asumiendo que no solamente educan las palabras sino también las acciones y los actuares. Se trata de que tas teorías y prácticas confluyan más directamente para que ta educación para ta paz sea integral y menos contradictoria - Generar un cambio institucional acorde con los procesos de cambio social y cultural deseado - Estimular una sensibilización hacia el/la otro/a que favorezca su comprensión y aceptación - Aumentar o crear la compatibilidad entre los currículos implícitos y los ocultos y entre las actuaciones institucionales y las 37

Jares, X,, Educación y Derechos Humanos. Estrategias didácticas y organizativas, Madrid, Editorial Popular, 1999,

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dinámicas de reacomodamiento personal y social que se dan dentro de ias Instituciones escolares y extraescolares que reproducen vejámenes sociales. ca educación para la paz se desarrolla reconociendo lo que tienen de conflíctivo pero no de violento ias relaciones sociales; cree que los valores necesarios para la paz están presentes en todos los niveles de la estructura socia!. En este sentido educar para la paz es realizar un proceso que no se limita a ios parámetros de la escueia, o ¡a universidad; además, convierte a ia paz en un tema transversal presente en todos los niveles de la sociedad y en todas las disciplinas del saber científico. La educación para la paz refleja de manera explícita valores como la resolución de conflictos, la no violencia, la humanidad, la tolerancia, ia participación, la cooperación, el altruismo, la pasión por la acción colectiva, por ¡o público, la crítica hacia la realidad circundante y la autocrítica como sujetos individuales y sociales. Educar para la paz es una invitación a aprender a pensar y actuar de otra manera en la vida cotidiana, a darle una mayor Importancia, y a establecer un compromiso social que se refleje en nuevas formas de ver el mundo, a través de valores inclusivos que mermen la legitimidad de ¡a cultura de la exclusión. BIBLIOGRAFÍA Asociación Mexicana para las Naciones Unidad - A m n u - e instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa -Use-, Manual para ¡a aplicación del programa en educación en los valores de la paz, México, D.F., 1 998, Asociación Pro Derechos Humanos, Seminario de educación para la paz"Educar para la paz. Una propuesta posible", Madrid, Editorial Los Libros de la Catarata, 1994. Barreto Gama,Juanita,"Estereotipos sobre la feminidad, mantenimiento y cambio", en VeiásquezToro, Magdala, et ai, Las mujeres en la historia de Colombia. Bogotá, Consejería Presidencial para la Política Social, 1995,

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S u p e r a n d o las desigualdades desde

la educación para la paz y los D e r e c h o s H u m a n o s GRETA

PAPADIMITRIOU

Psicopedagoga Profesora de la Universidad Autónoma de Aguascalientes Asociación Mexicana para las Naciones Unidas

Parto de la hipótesis central de que la igualdad no existe. Negar la igualdad afirma tanto ta diferencia, como la desigualdad y la discriminación; sin embargo, no toda diferencia implica desigualdad, ni toda desigualdad implica discriminación o exclusión. La educación para la paz y los derechos humanos, sustentada en la resolución no-violenta de los conflictos, en la construcción de la democracia y en la perspectiva de género, tiene como finalidad superar las desigualdades y las discnminaciones en la vida cotidiana pública y pnvada, enfatizando la diversidad como una característica sustantiva de la condición humana, que deberá respetarse si se aspira a una convivencia solidaria.

Situación s i n t á c t i c a En la presentación de este simposio, atinadamente, se señalan cuatro " D " para que las culturas de paz se establezcan: Desarrollo, Democracia, Derechos Humanos y Desarme. A mi parecen las tres primeras necesitan adjetivos calificativos para determinar a qué DeI 1771

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sarrollo aspiramos, de qué Democracia hablamos y a qué Derechos Humanos nos referimos. Para un desarrollo sustentable, son necesarias la democracia genérica, y la lucha por derechos humanos específicos. Las palabras no son neutrales; pueden llenarse o vaciarse de significados ya que son mediatizadoras fundantes en la interacción humana. Humanizan o deshumanizan, pero nunca son neutrales. El lenguaje crea realidades. En este sentido, parto de la relatividad de los conceptos que, más allá de los idiomas y de los modismos, están cargados, de acuerdo con la perspectiva que se les mire, de posturas filosóficas, epistemológicas, políticas y, además, enmarcados por momentos históricos, algunas veces lúcidos y, las más de las veces, oscuros. La lucidez y la oscuridad son hoy, como otros conceptos, más que antagónicos, sincréticos; caractenzan de manera distinta este final de siglo y de milenio donde io tradicional y lo moderno, io público y lo privado, ¡o universal y ¡o específico, lo individual y lo comunitario se entremezclan y se extralimitan, y en sociedades tan desiguales, se visibilizan e invisibilizan. Este sincretismo también se vive entre lo legal y lo legítimo, entre ia norma y la costumbre, ¡o que ha generado nuevos adjetivos calificativos. La igualdad en la norma ha evolucionado tanto en ia esfera privada como en la pública, en algunos aspectos dando mayor peso a io legal que a lo legítimo, otras, mayor legitimidad social que jurídica, con el apoyo de políticas compensatorias o de protección hacia una mayoría que sigue siendo vulnerable en la costumbre. Aspiramos a la justicia porque vivimos la injusticia y se piensa en ia equidad como una justicia compensatoria o un tipo de discriminación positiva.

Situación cultural Se dice que por derecho natural somos ¡guales; de ahí que el artícuo

lo I de la Declaración Universal de Derechos Humanos sustente dicho pnncipio de igualdad. Sin embargo, la discusión cultura vs. natura lleva más de dos siglos. Derecho es también un término sincrético, ya que la construcción de un derecho sólo es posible en ia interacción o en la relación de los iguales/desiguales -seres humanos-; la naturaleza no genera dere1178 I

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cho alguno ni se restringe a ningún derecho u obligación. El derecho es la construcción social que sustituye a la naturaleza ingobernable y caótica. Más allá de las normas y desde una postura histórica y cultural, las diferencias cotidianas están basadas en grandes desigualdades y actos discrimmativos; peor aún, existen teorías que justifican las desigualdades para justificar la esclavitud o la discriminación por sexo, raza, clase, nación o creencias religiosas. Desde la perspectiva de la Educación para la Paz y los Derechos Humanos (EPDH), la paz no trata de suprimir ¡as diferencias, las respeta, a través de la resolución no-violenta de los conflictos, donde el otro, el diferente a mí, tiene cabida. La equidad se fundamenta en la diferencia y su realización reduciría la desigualdad y fa discriminación; la equidad "corrige la ley y toma en cuenta la singularidad de lo real" 1 . La equidad responde a la irreaüzacíón de la justicia; si la injusticia es la costumbre sólo el trato desigual a favor de los desiguales y de los inconfundibles que conviven en mi mismo tejido social, puede romperla, La igualdad, bien dice Celia Amorós, es una asignatura pendiente de la Ilustración, por ¡o tanto, también lo son la justicia, la democracia y la creación de una ciudadanía solidaría. La violencia estructural se masifica en las no personas, en ios no sujetos de derechos. Al respecto, Marcela Lagarde señala que: La exclusión se debe a que los derechos del hombre -transformados en 1948 en humanos para incluir a las mujeres- se apoyaron en la tradición liberal de igualdad. Una creencia falaz ha supuesto que la igualdad jurídica es indicativa de una igualdad esencial entre ias personas. Esta concepción disminuyó y negó ¡as diferencias de género, culturales, raciales y otras más, para favorecer e! pnncipio de la igualdad. Con este velo ideológico, en ¡a práctica ia política real ha excluido a las y los diferentes. El referente simbólico humano ha sido etnocéntnco y androcéntnco, discnmmatono y legitimador de oprobios sociales. Antaki, Ikram, El manual del ciudadano contemporáneo, México D. R, Ariel, 2000.

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La cultura y la práctica de los derechos humanos coexisten con otros sistemas normativos que legitiman la explotación, el abuso, la violencia y la Intolerancia. Es más, (a filosofía de los derechos humanos no específicos se ha posicionado en franca lucha contra quienes reivindican sus derechos humanos específicos 2 . Cualquier plataforma de lucha por los derechos humanos específicos, es decir, por derechos humanos reclamados por grupos mmorizados frente a los grupos hegemónicos, es una plataforma contracultura! que pretende transformar de raíz la realidad vivida por poblaciones vulnerables frente al poder de dominación. Existe la creencia de la humanidad, impuesta por la divinidad o por la naturaleza, aun cuando la historia nos ha enseñado que la humanización es un proceso que le va ganando terreno a la animalidad, a la depredación, a la barbarie. Los derechos humanos específicos son un signo vital de civilidad frente a la barbarie. La conciencia de la diversidad humana tiene que impartan en algún momento de nuestra historia, en la pluralidad ético-política. Cinco generaciones de derechos humanos se reconocen en la actualidad. Se han desarrollado a través de una crítica deconstructiva consistente en la afirmación de los principios éticos que sustentan los derechos humanos y en develar sus faltantes; cada generación implica el aumento de derechos o la profundización de su Influencia. En la actualidad el cambio está en la exigencia cifrada de su real universalidad. A pesar de las ideologías esencialistas que presuponen su inmanencia, los derechos humanos están mutilados porque no abarcan a todas y todos, no son vigentes en todas partes, no son del conocimiento de ia mayoría de las personas contemporáneas en la aldea global y, aun establecidos, son violentados tanto por tas condiciones sociales de vida como por sujetos, 2 Lagarde, Marcela. Educación, género y derechos humanos.Vil Curso /Talleres de Educación y Derechos Humanos, EPDH-UAA, Aguascalientes, documento mecanografiado, 1998.

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fuerzas e instituciones cuyo poder se recrea precisamente en ese atentado 3 .

Situación geográfica La EPDH en América Latina no es igual a la educación para la paz en otros puntos de! planeta; aquí, más allá de la postguerra fría, hablamos de una fractura interna que descalabra, donde las desigualdades hacia dentro y hacia fuera nos ponen en constante desventaja, donde ia globalización nos aprieta. Aspirar a un modelo de sociedad que reduzca los niveles de violencia y eleve los niveles de justicia, como proceso de paz permanente y dignificante, implica un cambio radical, tanto de gobiernos como de economías y de ciudadanías. En América Latina la EPDH ha estado enmarcada por movimientos antidictatoriales y antirrepresivos gestados en organizaciones civiles y clericales que reclaman, todavía, a millones de personas "desaparecidas". En ¡a puerta de un nuevo milenio y de un siglo nuevo, la justicia está lejos de casa. La opresión se ejerce de manera velada; la democracia, en permanente transición, se restringe a elecciones que también transitan por un largo, lejano y peligroso camino hacia la credibilidad. En América Latina ia pobreza extiende su manto de manera apabullante, los levantamientos armados están vigentes, la violencia está explícitamente presente; ias reformas de Estado y ia renovación social deben, como imperativo categórico, extender su manto hacia el inequívocamente otro, hacia las grandes "minorías" oprimidas, cada vez mayores en tamaño y, sí, menores en su ejercicio del poder. América Latina, c o m o el resto del mundo, se enfrenta cotidianamente a una batalla de baja intensidad, a una guerra sucia que mata con hambre y con balas. La violencia nos desborda. Pero, paradójicamente, ia pobreza nos ha llevado a la búsqueda de alternativas y de respuestas no gubernamentales para satisfacer el derecho a la educación. La educación popular tan extendida en nuestra región, es pro3

Ibid.

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ducto de la negación de alternativas y de respuestas para una gran parte de sus pobladores. Es por ello que la educación popular es un ámbito que no pasó desapercibido en el m o m e n t o del diseño metodológico de la EPDH en la educación formal o escolarizada. La pedagogía del oprimido, como práctica liberadora, marcó el camino alternativo y contracultural de la educación en América Latina y en otras partes del mundo. La deconstrucción freirían a de la educación bancaria, desde la educación de adultos, abrió una brecha para cuestionar a fondo los procesos de enseñanza-aprendizaje al interior de las aulas.

La escuela c o m o espacio d e m o c r á t i c o Para el programa de EPDH de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), un ámbito público clave es el escolar ya que, de acuerdo con la perspectiva crítica, la escuela reproduce o se resiste a los sistemas sociales imperantes; así, si en la sociedad las leyes no están respaldadas por comportamientos sociales, en la escuela es posible reproducir o transformar esa distancia entre los marcos legales y la realidad cotidiana, Por otro lado, la construcción de la democracia en México y en América Latina es una tarea pendiente en muchos terrenos y en muy pocos, como en el educativo, está en vías de desarrollo. La EPDH, la educación cívica y ética, la educación ciudadana o la educación no sexista son preocupaciones no sólo de las instituciones educativas, sino de los institutos electorales, de las organizaciones civiles, de los organismos estatales de protección de los derechos humanos, entre otros. Las reformas educativas en México y en América Latina, bajo el impulso mundial de ia Declaración de la Educación para Todos en Jomtien (1990), parten de ia visión ampliada que la misma Declaración propone, pero privilegian a las escuelas como un ámbito público que puede favorecer el ejercicio y el ensayo de alternativas democráticas al interior de las aulas, en sus patios y pasillos; de la calle, como escenario central de ta educación para la democracia, brincamos a las escuelas, 1182 I

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Así, ias plazas pierden fuerza, ias escuelas son ahora las ágoras, los lugares públicos donde se pueden desarrollar vivencias y experiencias que permitan el desarrollo cognitivo, afectivo y moral desde diferentes miradas; ya sea para lanzar al mercado una nueva o moderna ciudadanía que tenga derechos o una moderna ciudadanía que consuma. Decidirnos por la EPDH en las escuelas deja fuera de esta posibilidad a millones de personas que sufren violaciones o arrebatos esenciales y que nunca ocuparán un aula; sin embargo, es el espacio público con mayor posibilidad de universalización, por lo menos dentro de las agendas públicas.

Más allá del aula La educación, desde una mirada ampliada, se entiende como un acto consciente que apunta por determinado modelo de sociedad y de persona; la educación no se restringe a la escolarización sino que se extiende a todos los ámbitos públicos y privados que componen nuestras sociedades. En ella la transformación y la innovación no chocan con lo tradicional o con lo moderno nada más porque sí, sino, de manera específica, con aquello que se conserva o que se cambia injustamente, arbitrariamente, o en beneficio de unos cuantos. Para el Programa queda clara la inserción de la resolución noviolenta de los conflictos en un ámbito más amplio o menos restringido que la escuela, reconociendo que ia lucha y la no-violencia, tal como ias define e! Seminario de Educación para la Paz de la Asociación pro Derechos Humanos de España, forman parte dei espíritu de personas y grupos que aún tienen esperanza. Aquí en América Latina la lucha es fundamenta! como "medio solidario para hacer valer los derechos de ias personas cuando le son conculcados o vioiados. La función de la lucha es crear condiciones de diálogo y establecer una nueva relación de fuerzas que obligue a la parte dominante a reconocer a la otra como interlocutora, si no válida, al menos necesaria para dialogar. Se requiere muchas veces de la lucha, precisamente porque el diálogo no es posible" I 1831

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Entendida ia lucha como parte de nuestras culturas marcadas por la desigualdad, sí es posible proponer alternativas de lucha noviolenta, al menos en las siguientes dimensiones: - Como un estilo de vida basado en los valores de los derechos humanos universales y en la reivindicación de los derechos humanos específicos, desde una perspectiva de género, con la intención de lograr una mayor humanización personal y social, - Como una forma de enfrentar los conflictos que busca, en primer lugar descubrir el conflicto generado por la injusticia, es decm, por la insatisfacción de necesidades básicas, personales y colectivas, La no-violencia en este nivel utiliza la agresividad de fa parte oprimida en el conflicto para llamar la atención de la parte opresora. Esta lucha noviolenta está basada en un absoluto respeto a la integridad de las partes implicadas y hace de la coherencia entre fines y medios la estrategia y condición para su eficacia. Esto significa que desde la no-viofencía se renuncia implícitamente a la violencia como medio, - Como estrategia política de transformación de la sociedad la no-violencia sigue los mismos pasos y principios descritos en la resolución de conflictos, pero les da una dimensión colectiva o social; cuando la denuncia ante la injusticia se vuelve vital, aparece la necesidad de tomar conciencia de la injusticia, para actuar mediante la no cooperación, la desobediencia civil y la creación de alternativas ante la autoridad opresora.

Situación m e t o d o l ó g i c a 4 El programa de EPDH de la UAA se centró desde sus inicios en el diseño y aplicación de metodologías educativas, dentro de la esfera escolanzada, acordes con las dos primeras dimensiones del trabajo noviolento, que se basa en los valores de los derechos humanos y la paz positiva. Se sitúa en una postura crítica, necesaria mas no suficiente, ' La metodología aquí presentada corresponde al trabajo de Paco Gascón Soriano y al Seminario de Educación para la Paz de la Asociación por Derechos Humanos de España, cuyos principios básicos han sido publicados en distintos materiales: uno de ellos es la guía metodológica de resolución de conflictos que se cita en la bibliografía,

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para ir más alia de la escuela tradicional, pero retoma mucho de ia educación liberal, pese a que reproduce y modela desigualdades. Después de doce años y expuesto a constantes revisiones y críticas externas, el Programa ha fortalecido su postura con una práctica que rebasa mucha de la teoría o de los procedimientos contextualizados en manuales y compilaciones. La resolución de conflictos fundada en ias metodologías socioafectiva y problematizadora ha sido, desde hace diez años, parte centrai dei Programa, Con esta propuesta se intenta modificar prácticas de vida personal, de pareja, familiar comunitaria, laboral, educativa, ciudadana, etc. Lo fundamental de la teoría y la práctica de la resolución noviolenta de los conflictos está en ia rebeldía, en la lucha, en la disensión frente a ia injusticia, frente a las desigualdades; el reconocimiento de ia diversidad, ya mencionado con anterioridad, es el segundo, y la creatividad para la transformación y para la convivencia solidaria es el tercero. Educar para el conflicto desde las perspectivas de los derechos humanos, de género y de sustentabiiidad, es vivir con esas perspectivas en todo tiempo y lugar

La p r o v e n c i ó n Suele hablarse de prevención de los conflictos para aludir a ta necesidad de actuar antes de que exploten y se manifiesten en su forma más descarnada. No obstante, este término tiene connotaciones negativas: no hacer frente a! conflicto, evitarlo, no analizarlo, no dejar que aflore todo lo que hay dentro, no ahondar en sus causas profundas; como se explica más adelante, la prevención califica al conflicto de manera negativa. La perspectiva de ia EPDH asume la provención -término usado p o r j . B u r t o n - como el proceso de intervención antes de la crisis del conflicto y que lleva a: - Una explicación adecuada del conflicto, incluyendo su dimensión humana, I 1851

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- Un conocimiento de ¡os cambios estructurales necesarios para eliminar sus causas. - Una promoción de condiciones que creen un clima adecuado y favorezcan un tipo de relaciones cooperativas que disminuyan el riesgo de nuevos estallidos, aprendiendo a tratar y solucionar las contradicciones antes de que lleguen a convertirse en antagonismos, En cuanto a este último punto, educar en e! conflicto va a significar desarrollar una serie de habilidades y estrategias que permiten enfrentar mejor los conflictos, y que se listan a continuación: - Construir grupo en un ambiente de aprecio y confianza - Favorecer la comunicación y la toma de decisiones -Trabajar la cooperación - Aprender a analizar los conflictos, negociar y generar soluciones creativas, Prevenir un conflicto significa, muchas veces, evitarlo e impedir así que afloren sus causas. La provención es un proceso de intervención que hace frente al conflicto e invita a negociar y a buscar soluciones creativas.

Perspectiva p o s i t i v a del c o n f l i c t o Culturalmente se da a ios conflictos una connotación negativa que se basa, fundamentalmente, en los tres siguientes aspectos: 1. La forma en que habitual e históricamente se han resuelto la violencia, la opresión, la anulación y la destrucción, basadas en la competencia de una o de ambas partes involucradas en el conflicto. 2. La intranquilidad vivida durante un conflicto interpersonal, cercano; no es una experiencia agradable, 3. No se educa para enfrentar y resolver conflictos. La EPDH debe considerar las siguientes implicaciones: el conflicto forma parte de la condición humana, ya que ta humanidad conleva la interacción con otras personas; al interactuar con otros y otras, se dan discrepancias y se contraponen intereses y necesidades; e! conflicto se estructura en fases, es cíclico y se mueve en 1186 |

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secuencias parcialmente predecibles y por ello susceptibles de regulación constructiva. Los conflictos son positivos para la construcción de la vida democrática por dos motivos centrales: porque se cree en el valor de ia diversidad, de la diferencia y se cree en los conflictos como palancas de transformación social. Desde la EPDH se considera a la diversidad y a la diferencia como valores básicos para vivir en un mundo plural en el que la diversidad, desde la cooperación y la solidaridad, es una fuente de crecimiento y enriquecimiento mutuo. Convivir en esa diferencia conlleva ei contraste y, portante, las divergencias, disputas y conflictos. Asimismo, se considera que sólo al entrar en conflicto con las estructuras injustas o con aquellas personas que las mantienen, la sociedad puede avanzar hacia modelos mejores; el conflicto es, entonces, la principal palanca de transformación social.

C o n f l i c t o versus violencia Existe la tendencia a confundir y considerar como sinónimos los conceptos de conflicto y violencia. Así, toda expresión de violencia se considera un conflicto, mientras que la ausencia de violencia se considera una situación sin conflicto e incluso de paz. Sin embargo, desde el punto de vista de ia educación para la paz y los derechos humanos, una situación se define como conflicto no por su apariencia externa, sino por su contenido, por sus causas profundas. La primera idea básica es que no toda disputa o divergencia implica un conflicto. Se trata de las típicas situaciones de la vida cotidiana en las que, aunque hay contraposición entre las partes, no existen intereses o necesidades antagónicas. Solucionarlas tendrá que ven casi siempre, con establecer canales de comunicación efectivos que permitan llegar a consensos y compromisos. El conflicto se da en aquellas situaciones de disputa o divergencia en ias que sí hay contraposición tangible de intereses, necesidades y/o valores. Esa contraposición se define como problema: la I 1871

Superando las desigualdades desde la educación para la paz

satisfacción de las necesidades de una parte impide la satisfacción de las de la otra. Con base en esta definición, es posible diferenciar dos situaciones que se confunden con los conflictos reales: los seudoconflictos y los conflictos latentes. En los seudoconflictos no existe un problema -tal y como se ha definido anteriormente- aunque las partes pueden creer que sí. La forma de enfrentarlo será, justamente, a través de una comunicación efectiva, para que las partes visualicen la ausencia del problema. Hacer ver a las partes que no hay conflicto y que sus necesidades no chocan y pueden satisfacerse totalmente, puede ser tan difícil como resolver un conflicto real. En los conflictos latentes, por el contrario, no se utiliza un tono de pelea, ya que una o ambas partes no perciben la contraposición de intereses, necesidades o valores, o no son capaces de enfrentarla, ya sea por falta de fuerza o de conciencia; sin embargo, existen. En la vida cotidiana y en el marco educativo es muy habitúa! encontrar conflictos que muchas veces no se abordan, no se enfrentan o ni siquiera se reconocen como tales porque no han explotado, porque no existe pelea o violencia. La costumbre ha llevado a las personas a enfrentar ei conflicto sólo en el momento de la explosión, en su peor momento, cuando ya se ha llegado a la crisis y el conflicto se vuelve inmanejable, causando incluso la destrucción de relaciones, personas, grupos y sociedades,

A m a n e r a de c o l o f ó n El conflicto no es un momento puntual sino un proceso.Tiene su origen en las necesidades. Cuando éstas están satisfechas no hay problema, pero cuando chocan con las de la otra parte surge el conflicto. El hecho de no enfrentarlo o no resolverlo dará lugar a que comience la dinámica dei conflicto, que contiene los siguientes elementos: desconfianza, incomunicación, temores y malentendidos. En un momento dado, la dinámica llega al estallido, es decir a la crisis, que 1188 I

Greta Papadimitriou

suele tener una manifestación violenta y es lo que generalmente se identifica como conflicto, Ei conflicto y ¡a resolución son procesos que implican tiempo y una agenda amplia de acercamiento a los distintos problemas que constituyen al conflicto mismo; si no se le hace frente a tiempo, continúa su dinámica pues es atgo vivo e ineludible. El reto que plantea la EPDH es cómo aprender a enfrentar y resolver los conflictos de una manera constructiva, no-violenta. Esto implica comprender qué es el conflicto y conocer sus componentes -personas involucradas, desarrollo o proceso y el problema o meollo del mismo-, así como desarrollar actitudes y estrategias para resolverlo. Es importante subrayar que por resolución de conflictos se entiende el proceso que, a diferencia de manejarlos o gestionarlos, conduce hasta sus causas profundas. Sin embargo, la resolución de un conflicto no implica que a continuación no surjan otros; en la medida en que la vida sigue su curso, las personas y los pueblos interactúan y crecen, seguirán apareciendo conflictos que ofrecen oportunidades para avanzar o retroceden de acuerdo con ¡as formas de enfrentarlos y resolverlos. La construcción de una sociedad democrática y participativa desde el trinomio de perspectivas ya señaladas (derechos humanos, género y sustentabilidad) comienza por el apoderamiento de toda persona excluida del poden el ejercicio permanente de la autonomía, la toma de decisiones consensuadas, la resolución de los conflictos de manera no-violenta; en suma, por el ejercicio de nuestros derechos específicos. Pero al mismo tiempo comienza con la deconstrucción de otras perspectivas contradictorias, para que la igualdad, la justicia, la ibertad y la vida ganen terreno, BIBLIOGRAFÍA Amorós, Celia, Feminismo. Igualdad y diferencia, México D.F, Colección Libros del PUEG-UNAM, 1994, Antaki, Ikram, £/ manual del ciudadano contemporáneo, México D, F, Ariel, 2000.

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Gascón, Paco y Greta Papadimitriou, Resolución no-violenta de los conflictos. Guía metodológica, Aguascallentes, El Perro sin Mecate, 2000. Lagarde, Marcela, Educación, género y derechos humanos. VIH Curso yTalleres de Educación y Derechos Humanos, EPDH-UAA, Aguascalientes, Documento mecanografiado, 1998. Ortiz, María Elena y Greta Papadimitriou, Educadón para los derechos humanos. Guía metodológica, Procuraduría de Protección Ciudadana -Universidad Autónoma de Aguascalientes- Amnistía Internacional, Aguascalientes, Sección mexlcana-EI Perro sin Mecate, 2001, Papadimitriou, Greta y Gabriela Barba, Acercamientos a las manifestaciones alrededor del sexo/género de los y las docentes. Una mirada desde el 5o. grado de primaria, Aguascalientes, Universidad Autónoma de Aguascalientes, borrador de tesis para obtener el título de Maestría, 2000,

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Derechos humanos: ¿Una utopía entre los conflictos del país? Luis F E R N A N D O M A L D O N A D O Abogado Profesor Universidad Nacional de Colombia

D e r e c h o s H u m a n o s y C o n f l i r t o es el avance de una investigación de a m p l i o e s p e c t r o en la que se da cuenta de dos grandes debates. El p r i m e r o , s o b r e la globalización y la conceptualización de los d e r e c h o s humanos, t o m a p a r t i d o p o r un c r i t e r i o ético constructivista

de los derechos y t o m a distancia del criterio tradicional del naturalismo, incluso del criterio moderno de dicha corriente, Aquí se toma partido por el criterio de los derechos humanos como un componente cultural y producto del sistema de relaciones interpersonales de las sociedades. Este criterio tiene consecuencias directas en las acciones de promoción, defensa, protección y garantía de los derechos humanos, así como en ias responsabilidades estatales y de las personas en los mismos. Este debate, en el que aún son escasos los aportes, exige una constante reflexión sobre las consecuencias que se originan en él, Ei segundo debate, que tiene como referente inicial ia teoría y comprensión del conflicto, gira sobre las relaciones entre derechos humanos y conflirto, y tiene como finalidad indicar un camino para articular el conflicto -sea individual, grupai o político- con ios dereI 1911

Derechos humanos: ¡Una utopía entre los conflictos del país?

chos humanos como uno de los avances con que cuentan las sociedades civilizadas contemporáneas para asegurar la mejor parte de su sostenibilidad pacífica y de su futuro social, Este artículo fue elaborado por invitación de la profesora Claudia Mosquera, gran activista del Programa de Iniciativas Universitarias para la Paz, trabajadora de lo social y profundamente comprometida con la salida política a la confrontación armada que vivimos en Colombia. Los temas en debate se presentan en el marco de las globalizaciones de los derechos humanos y en el marco de las teorías del conflicto, buscando la desabrida articulación entre unos y otro, y puntualizado en un marco de ¡deas sobre lo que podría ser negociación de los derechos humanos en la confrontación armada. En últimas, todo es una excusa para dar una respuesta a la inquietante pregunta: ¿por qué figura el tema de los derechos humanos en la Agenda de los diálogos entre el Gobierno Nacional y las Pare y en el temario de la Convención Nacional del ELN? ¿Qué se puede negociar allí?

Globalización y derechos humanos Vistos en perspectiva histórica y del pensamiento, los derechos humanos como construcción racional de ia humanidad han vivido varias globalizaciones, de las que destacamos las dos que se dieron en ei siglo XX, pues son las que determinan ia vida presente de las personas y los Estados. Ellas son: la Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada el 10 de diciembre de i 948, y la Declaración y Programa de Acción de Viena, de junio de 1993. La Declaración Universa! de Derechos Humanos, considerada como "hija de los tiempos, de la conciencia histórica de ¡a segunda posguerra mundial", ha sido valorada como la primera propuesta ética de toda ia humanidad, para vivir en paz. La Declaración, que debe ser leída conjuntamente con la Carta de Fundación de las Naciones Unidas, expresa un paradigma de sociedad global, de comunidad cosmopolita, como la viera Kant en su texto La paz perpetua, en tanto es ia demostración de que los derechos humanos están por 1192 I

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encima de ios Estados porque corresponden la búsqueda de la dignidad humana. Recordemos que aunque las armas de destrucción masiva se perfeccionaron luego de l 945, es en la segunda gran guerra del siglo X X donde se produce la mayor destrucción de la humanidad. Si entre 914 y 1918 el 85% de los muertos fueron combatientes, es decir, soldados para la guerna, en la segunda guerra - d e los 45 millones de muertos- 65% fue población civil, hecho aterrador contra la dignidad humana. Declarar que las Naciones Unidas se organizan para buscar ¡a paz y respetar ¡a dignidad es la premisa ética más importante que hasta esa fecha se hubiera reconocido. La guerra que significó el holocausto, las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, los campos de concentración, los asesinatos, desapariciones y exterminios, también arrojó como resultado la construcción de un nuevo orden internacional, como lo comenta el profesor Ricardo SánchezULa democracia se consolidó como sistema político en ¡as potencias vencedoras" 1 y fue ¡levando de la mano, bajo la premisa del garrote y la zanahoria, a los países derrotados, a las colonias y a ¡os países dominados bajo cualquier forma de dependencia. El mundo inició su marcha bipolar con la presencia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, tan triunfadora como los Estados Unidos, con el ejército rojo como agente de cambio y transformación de vanos países de Europa de! Este. En medio de esta bipolaridad,tan riesgosa como la guerra misma, hasta el punto que ese periodo fue denominado de ia "guerra fría", la respuesta ética se fincó en las instituciones políticas de las Naciones Unidas y, en especia!, en ei Comité de Derechos Humanos, De allí partió la larga marcha hasta hacer presencia en una multiplicidad de organismos en los Estados y en la Sociedad Civil. El mismo sistema de las Naciones Unidas, como cualquier organismo político, dejó ver un conjunto de contradicciones en su desarrollo. Mientras el conflicto político internacional consistía en el ' Sánchez, Ricardo, "Cuatro momentos de los Derechos Humanos", en Escritos poro el estudio de los Derechos Humanos, Bogotá, Defensoría del Pueblo, 2000, p, 105

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Derechos humanos: ¿Una utopía entre los conflictos del país!

debate entre las potencias mundiales por consolidar su hegemonía, ios órganos de fas Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los acuerdos económicos de los países más poderosos, expresaban el interés rampante por el capital y se separaban cada día de las raíces éticas, de cooperación, solidaridad y dignidad humana que los vio nacen La autodeterminación de los pueblos, pnemisa de la voluntad colectiva reconocida desde la Declaración de los Derechos del Buen Pueblo de Virginia y guía de conducta ética de los índependentistas estadounidenses, recogida en la Carta de las Naciones Unidas, se ve enfrentada por el mantenimiento de las colonias y las neocolonias por parte de los países poderosos. Las revoluciones anticoloniales, los movimientos de liberación nacional, la autonomía asiática y la revolución China se debaten entre la lucha bipolar-ser aliados de una de las dos potencias- y la ética autodeterminista. Al tiempo, el sistema de ias Naciones Unidas se debate entre hacer que la Carta y la Declaración se conviertan en una realidad mundial y la formación de regímenes dictatoriales secuenciales en distintas partes del mundo. Asia, África, Europa y América vieron cómo en muchos países la dominación política interna se fundaba en el desconocimiento a la dignidad humana. Mientras tanto la Declaración no era más que un instrumento jurídico, lejano a la realidad. En medio de éstas y otras contradicciones, el sistema de las Naciones Unidas continuó en la ruta de hacer posible ia Declaración Universal. En medio de tales luchas, los Pactos de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales sentaban las bases materiales de la dignidad, más allá de las simples declaraciones. Ellos, como la Declaración, fueron hijos de las guerras nacionales y de las revoluciones. A! igual que ias Declaraciones y Convenciones contra la discriminación, fa violencia contra la mujer, el reconocimiento de la niñez, fa preservación del ambiente sano. Todos son una confirmación histórica de que ¡os derechos humanos son un ethos para enfrentar la violencia. Es decir el tema de 194 I

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fondo parece haber sido "siempre" ei conflicto entre violencia y derechos humanos2. Hoy existe una conciencia nacional e internacional de que "el debate sobre el tema de los derechos humanos ha cambiado" 3 ; en el mundo desde la caída del muro de Berlín y en Colombia desde la adopción de ia Constitución Política de I 99 I. En el plano internacional, el debate antes de 1989 estaba determinado por la existencia de la Guerra Fría, lo que impuso las grandes diferencias ideológicas entre ei capitalismo liberal y el socialismo, donde al primero se asignaba una supuesta primacía de los derechos civiles y políticos y al segundo de los derechos económicos y sociales. La polémica se centraba en "el papel del mercado en la organización de la economía y la distribución de los recursos"4. Para los estados socialistas los derechos y los recursos se debían valorar dado que ellos establecieron "un marco superior de derechos, que garantizaba los derechos económicos" a todos sus habitantes, en el marco de garantizar una vida digna, aunque ei ejercicio individual de los derechos no condujera a ias formas tradicionales de la ciudadanía. Para Occidente, o para el resto de Occidente, los derechos y los recursos, además de desatarse en las esferas individuales, tenían ia virtud de fortalecer la cohesión política de la sociedad. En el plano nacional, los líderes del tema se debatían entre la preservación de los derechos civiles y políticos como fuente de los actos del Estado y los reconocimientos de la Sociedad, y ia exigencia de condiciones de vida, económica y social, que superaran las debilidades que en uno y otro campo dejaron los años de colonialismo abierto y las nuevas tendencias de las relaciones internacionales entre los centros y las periferias, Con la caída del muro de Berlín, que fue el hecho significativo del "colapso" de las economías y los regímenes de los estados socialis2 Maldonado, Carlos Eduardo, Derechos humanos, solidaridad y subsidianedad. Bogotá, Editorial Temis, Instituto de Humanidades Universidad de la Sabana, 2000, p. 22. 3 Ghai, Yash, "La globalización y ia política de derechos", en Hewitt, Cynthia y Alberto Menujin (eds.), Globalización y Derechos Humanos, Colombia, Unnsd, Unicef, Santillana, 1999, p. 3 I. 4 Ibid,, p. 31,

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tas, el debate sobre los derechos humanos cambió profundamente. Occidente mostró que los triunfantes fueron "los derechos humanos y la democracia liberal", abrogándose vanas consecuencias políticas: a. Ya no es necesario apoyar gobernantes autoritarios como estrategia de lucha contra el comunismo. b. El sistema de las Naciones Unidas es el mejor terreno para examinar las responsabilidades y cumplimientos de los instrumentos internacionales de los derechos humanos, hasta ei punto que allí se puede trasladar la aplicación de la intervención y la necesidad de alinear a unos y a otros. c. Democracia y derechos humanos son ias nuevas formas de globalización, por lo cual alrededor de ellas se debe tejer la nueva síntesis de mercado, Estado y Sociedad, En el plano nacional5 el debate sobre los derechos humanos, hasta antes de 199 I, estaba preferendalmente determinado porque se los consideraba como una suerte de instrumento político de la sociedad para reclamar del Estado la responsabilidad única, histórica o exclusiva en materna de garantía de ios derechos humanos; de parte de los gobiernos el tema era visible para señalar que quienes cumplían con dicha actividad eran promotores de la guerrilla y enemigos internacionales del país. Con ia Constitución Política de I 99 I el debate de los derechos humanos se vinculó en forma más determinante a las corrientes internacionales y se fundamentó en la delimitación de un conjunto de derechos, expresamente reconocidos, que superó la vieja consideración según ia cual las autoridades y el Estado garantizan los derechos para mcursionar en el criterio de que los derechos los ejercen los ciudadanos.Y con el cambio en el debate, se produjo un cambio en una buena parte de las relaciones entre el Estado y la Sociedad, También hay que decir que cada día crece la comprensión de que no toda globalización es perversa, aunque las consecuencias de to5 Maldonado, Luis Fernando, "Los Derechos Humanos como política pública", en Escritos paro el estudio de los Derechos Humanos, Bogotá, Defensoría del Pueblo, 2000, p. 203.

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das las globalizaciones sean las de redefinir el sistema internacional de las relaciones políticas y sociales. El mercado propuesto como el gran ganador en el debate se convirtió en el riel de transmisión mundial de la aplicación de la democracia y de los derechos humanos. Encontró en la normativa creada por los Estados, en las Naciones Unidas, los principios de legalidad para proponerse y cumplir su nueva misión. Para hacerlo explicó las nuevas condicionalidades de la democracia. La racionalidad económica, como trasfondo, debía manifestarse en el ajuste estructural, los mecanismos de privatización, la liberalización y la supresión gradual de las subvenciones para los bienes de primera necesidad, "en nombre de la expansión del mercado, al tiempo que las reformas políticas hacían hincapié en la democracia y en la protección de los derechos. No obstante en muchos lugares ia agenda política únicamente se pudo cumplir a través de poder coercitivo de! Estado para calmar al descontento del ajuste estructural, haciendo problemático ei cumplimiento de los derechos humanos y la democracia"6. Chai muestra que la salida política a esta nueva característica fue resuelta por Occidente sin traumatismos de ninguna especie. "De forma conveniente, Occidente resolvió este dilema con el desarrollo y promoción del concepto de "gobernabilidad", en ei que puso énfasis sobre la transparencia, la responsabilidad política, la liberalización económica, los derechos de propiedad y el Estado de Derecho, considerados como premequisitos de una economía privada y los fundamentos de la economía global"7. Por esta vía, la globalización del mercado se mezcla con la globalización política (democracia) y social (derechos humanos). A este nuevo mundo los líderes socialistas aportaron, o ai menos revivieron, conceptos que les mantenían con una cierta añoranza del pasado y la adopción de la nueva vida: los derechos humanos son un vehículo progresivo para ei cambio (lo que demanda recursos para el desarrollo) y no puede haber avance nacional sin solidaridad internacional (lo que exige ayuda para el desarrollo). ' Ibid, p. 34, 7 Ghai.Yash, op. cit, p. 34

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El modelo de derechos humanos, en la ayuda exterion es conocido como de "equidad vertical", en contraposición al modelo de "mercados incompletos", que termina siendo de equidad horizontal. El modelo de derechos humanos se "basa en el derecho de ios pobres o grupos vulnerables ai apoyo económico, derivado a su vez de la idea de una humanidad común" 8 . Este argumento surge "de la obligación de aliviar el sufrimiento humano cuando se puede hacer a un costo mínimo, que es una obligación universal con respecto atoóos los seres humanos simplemente en virtud a nuestra humanidad compartida"9, lo cual infiere que la obligación de solidaridad descansa en los individuos, aunque las necesidades puedan ser satisfechas por el Estado, y por lo tanto requiere que los individuos ricos transfieran recursos suficientes para dotar a los pobres con los medios necesarios para sobrevivir Todos los instrumentos internacionales de derechos humanos, en especial los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos, el de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, así como la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, la Convención Internacional sobre la eliminación de t o das las formas de discriminación racial, la Convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujen la Convención de los denechos del niño, y las Declaraciones Universales de Derechos Humanos y la deViena, señalan las obligaciones que tienen los Estados en materia de responsabilidad y garantía, de derechos humanos y de las relaciones internacionales entre sí. La Declaración sobre el derecho al desarrollo, en 1986, reconoce la urgencia de afrontar los problemas económicos y sociales con el fin de garantizar ei derecho al desarrollo, que no es el crecimiento económico sino el fortalecimiento de la vida digna de cada persona. ¿Estas responsabilidades internacionales se pueden interpretar como reflejo de una ciudadanía global? Si nos basamos en muchas de las normas internacionales debemos decir que "probablemente hay Ibid., p. 195, Ibid,

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también un deber colectivo de los Estados miembros (del sistema de las Naciones Unidas) de asumir la responsabilidad de crear un mvei de vida razonable tanto para sus propios ciudadanos como para los de otros estados"'°.T H. Marshail identificó la ciudadanía global como "la gama entera desde el derecho a un módico bienestar económico y a seguridad hasta el derecho a compartir la herencia social en plenitud y a vivir la vida de un ser civilizado de acuerdo con los valores predominantes en ia sociedad"". Desde la Convención deViena, i 993, se proyecta en el mundo una mirada de los derechos humanos que ha permeado el sistema de las Naciones Unidas y avanza a convertirse en una corriente que tiende a modificar la hermenéutica tradicional de ios derechos humanos. De una parte, se trata de que por vez primera los Estados comprenden y asumen que las acciones en derechos humanos son de promoción y protección. De otra parte, fue consenso que la Declaración de Viena proporcionó a la "comunidad internacional un nuevo 'marco de planificación, diálogo y cooperación 1 que permitirá adoptar un enfoque global para promover los derechos humanos y para lograr que haya participación en los niveles internacional, nacional y local"12. Debemos tener presente que en el mandato para la realización de la Conferencia se definió el examen de las relaciones existentes entre el desarrollo, la democracia y los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos, y la evaluación de la eficacia de los métodos y mecanismos de ia Naciones Unidas con el fin de hacer recomendaciones sobre los medios para garantizar los recursos necesarios, tanto financieros como de otra índole, para ¡as actividades de las Naciones Unidas en ei marco de los derechos humanos13. Una de ¡as conclusiones a que llegan las Naciones Unidas es ei reconocimiento de que la interdependencia entre la democracia, el 10

Ibid., p. 198, lbíd.,p. 199, 2 Naciones Unidas, Conferencia mundial de derechos humanos. Declaración y programa de acción de Viena.Jumo 1993. Nueva York, Naciones Unidas, 1995, p. 2. 3 Ibid,, p, 2. :

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desarrollo y los derechos humanos, por ejemplo, allana el camino para la futura cooperación entre las organizaciones internacionales y los organismos nacionales en la labor de promover todos los derechos humanos, incluido el derecho al desarrollo. Así mismo, la Conferencia adoptó iniciativas para promover y proteger los derechos de la mujer los niños y los pueblos autóctonos, con respecto a los cuales aprobó la creación de un nuevo mecanismo -el cargo de Relator especial sobre violencia contra la mujer-, pidió la ratificación universal de la Convención sobre tos Derechos del Niño para 1995 a más tardan y necomendó a la Asamblea General proclamar un decenio internacional de los pueblos autóctonos del mundo. En la Declaración de Viena también se hacen recomendaciones concretas para potenciar y armonizar la capacidad de vigilancia del sistema de las Naciones Unidas mediante la creación del cargo de Alto Comisionado para los Derechos Humanos14, La globalización de los derechos humanos también creó un nuevo marco de contradicciones tanto internacionales como en cada Estado, La satisfacción integral de los derechos en cada persona sugiere la existencia de una ciudadanía global, que debe ser protegida, defendida / garantizados sus derechos en cualquier parte del mundo; en especial en ei país en que se reside. Así, los Estados de países de bajo desarrollo económico, como Colombia, aparecen como violadores de los derechos humanos, toda vez que las Declaraciones o las Constituciones plagadas de derechos no bastan. Ahora es necesario entender que cada persona ejerce los derechos, mterdependientes entre sí, y a la satisfacción de los mismos debe apuntar cada acción del Estado. Esto crea una profunda tensión entre los derechos de libertad económica, agenciados por ei modelo de mercado y valorados desde hace tiempo como "absolutos", y ei cumplimiento del Pacto Internacional de ios Derechos Económicos, Sociales y Culturales, La ciudadanía, entendida como el ejercicio de los derechos, y las responsabilidades internacionales de los Estados llevan a concluir que la globalización, tanto en el mercado como en la democracia y ios dere:4

Ibid., p, 4.

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chos, vincula las posibilidades y responsabilidades nacionales de ios estados con las tendencias internacionales en el marco de lograr un desarrollo internacional relativamente equilibrado y bajo la premisa de que la ayuda exterior debe centrarse en la necesidad de atender las situaciones de derechos antes que la de equilibrios de los mercados. No escapa la Organización de ias Naciones Unidas a esta tendencia. Mientras el énfasis antes de 1993 descansaba en la adopción de medidas para que los Estados cumplieran en forma progresiva con la garantía de ios derechos de la población, ahora toma como punto de partida las recomendaciones para que en ¡a promoción de los derechos humanos se exijan las responsabilidades del Estado y se le advierta a la población que así como tiene derechos, también los puede violar y, por lo tanto, puede ser agente de protección de los mismos.Valga mencionar que en ei Gobierno del Presidente Virgilio Barco, con la creación de la Consejería Presidencial para la promoción, defensa y protección de los derechos humanos, ya se agenciaba una propuesta de compromiso similar Éste se llevó al texto constitucional, en el que se neconocen los derechos humanos bajo la modalidad de compromiso, lo que significó un paso muy grande en el constitucionalismo de compromiso, tanto por el fortalecimiento del derecho a la participación como por la responsabilidad mutua de la garantía de los derechos. No obstante, las anteriores articulaciones, que han pasado de la simple declaración de derechos a la garantía de los mismos para legar a formular la corresponsabilidad entre Estado y Sociedad, han tenido como supuesto fundante que ios gobernantes han propiciado ios espacios de creación y recreación, de conocimiento y reconocimiento de los derechos, que han mcursionado por sí o por sus administraciones en las necesidades de las personas, tanto en los aspectos propios de la formación de persona como en los aspectos de las condiciones de vida de tas mismas. Por esto resulta indispensable abordar las políticas públicas como elemento que da cuerpo a ias posibilidades reales para la puesta en marcha del aparato de Estado en el reconocimiento de los derechos como sentido de vida 201

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prospectiva de la sociedad contemporánea, más allá de ¡as buenas voluntades o de los reconocimientos evidentes. En Colombia, antes de la Convención deViena y de las recomendaciones de fas Naciones Unidas, relatores y organismos internacionales, incluidas las mismas Naciones Unidas, habían presentado vanas recomendaciones referidas a ias actividades de promoción, a los temas de protección y la política institucional, en las cuales se destacan aspectos como el estudio, análisis y elaboración de propuestas políticas generales basadas en derechos humanos sobre temas graves como: a. Erradicación de los grupos paramilitares, t e r r o r i s m o , narcotráfico, violencia armada generalizada, impunidad y corrupción, b. Acentuar como aitas metas de todos los proyectos gubernamentales: la pacificación de la República, el establecimiento del diálogo como método idóneo para dirimir conflictos sociales, la plena vigencia del estado social de Derecho y de la protección de los derechos humanos, el desarme civil por medio de medidas adecuadas para el control de la violencia. c. Mantener la atención prioritaria a los grupos vulnerables. d. Enfatizan la presencia del Estado en zonas rurales y áreas suburbanas y marginales. e. Mantener la potenciación de la presencia y el pape! de las organizaciones de ia sociedad civil y religiosa en todos los ámbitos de la actividad pública15.

El c o n f l i c t o : un paneo c o n f l í c t i v o Con el final de la segunda guerra del siglo XX emergieron varios temas de estudio de las relaciones entre las personas. La irenología, encargada de los estudios de la paz, le polemología, disciplina dingida al estudio de las guerras, y la conflictología, disciplina que busca analizar y construir medios y mecanismos para la resolución de conflictos. Todas estas discipli5 Naciones Unidas, "Informe de la misión de evaluación del proyecto de apoyo a ia Consejería Presidencial para la defensa, protección y promoción de los derechos humanos en Colombia. Doc. E/CN.4fl 993/61/Add,3. 6 de septiembre de 1993", en Contra viento y marea, Bogotá, Defensoría del Pueblo, 1997, pp. 207 y ss,

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ñas tienen en común el conocimiento de la guerra, de la violencia y de las cnsis, mediante una aproximación racional a estos fenómenos. No fue extraño que dichos estudios se centraran en el tema de la paz, toda vez que ésta se entendía como ta ausencia de guerra. Los estudios giraron en t o m o a las causas y dinámicas de las guemas. Que no se hubiere presentado una nueva guerra mundial, como se previo en muchos campos de la vida internacional, y por ei contrario hubieran prolifierado las guemas de liberación nacional, en las que las causas de las mismas otorgaban legitimidad a un conjunto de acciones que se expandían hasta ias causas de ¡a violencia, amplió el campo de análisis de la paz, A partir de ese momento se entendía la paz como la ausencia de toda violencia, por lo que el análisis de resolución de conflictos ya no se limitó a ios casos en que se generaban conflictos bélicos, sino que abarcó todo tipo de conflictos en los que surgiera la violencia. Este entretejido de la paz, la guerra y el análisis de resolución de conflictos, creado en tos orígenes de cada una de ias disciplinas, dio paso a la gran cantidad de teorías sobre ellas. Aunque no es un objetivo de este escrito presentar un estado del arte sobre las teorías, debemos hacer un reconocimiento a que las disciplinas explicativas o argumentativas han hecho aportes a la comprensión de estos estudios, hasta el punto que hoy no es posible escapar a una intensa literatura interdisciplinaria de la biología, ia psicología, la ciencia política, la historia o la sociología sobre estos temas, Vmcenc Fisas16 define el conflicto como una situación en ia que un actor (una persona, una comunidad, un Estado, etc.) se encuentra en oposición consciente con otro actor (dei mismo o diferente rango), a partir dei momento en que persiguen objetivos incompatibles (o éstos son percibidos como tales), lo que los conduce a una oposición, enfrentamiento o lucha. Por otra parte, Aida Aisenson17 conceptúa que todo conflicto es contradicción, incompatibilidad, discrepancia, antagonismo. 6

Pisas, V. Introducción a los estudios de la paz y los confictos. Madrid, 1987, p. 166. Aisenson, Aída, Resolución de confiaos: un enfoque psicosociológico. México, D.F., -ondo de Cultura Económica, 1994, p. 17, 7

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Si se toma partido por el concepto de Físas, no interesa el rango de los dos opositores y surgen múltiples preguntas: ¿siempre son conscientes los opositores? ¿Es idéntico ei conflicto cuando se trata de perseguir los mismos fines a cuando se trata de percepciones incompatibles? ¿Tiene el mismo fundamento si se trata de un conflicto intenpensonal (dos actores personales), social (dos actores colectivos o comunidades) o político (dos Estados)?Y más allá de lo escrito surge la pregunta: ¿una persona sola puede estar en conflicto consigo misma? Si tomamos el criterio más pragmático de Aisenson18, debemos clasificar los conflictos en intrapsíquicos y de interacciones. En el primero, se contraponen tendencias subjetivas opuestas pero de intensidad similar que nesulta muy posible o muy dificultoso satisfacer simultáneamente; es producido por una tensión interior que llega en ocasiones a volverse angustia, y si ésta se prolonga, es causa de trastornos. En ei segundo se hallan implicados dos o más individuos o grupos que aspiran a obtener o mantener una situación, esto es, un cambio o la preservación de tas condiciones existentes; se trata, según los casos, de privilegios de alguna clase que no se pueden compartir: goce de autoridad o de ventajas materiales, prestigio, segundad. En suma, dos o más protagonistas aprecian y desean disfrutar de bienes que por su carácter o dadas las circunstancias, son o se consideran de pertenencia excluyente de unos o de otros. No es de nuestro interés contar con un concepto perfecto y admisible por todos. Basta con tener una apreciación común de los elementos que implica el conflicto y conocer las construcciones teóricas que pueda haber detrás de alguna de las definiciones,Tomando las propuestas de Dahrendorf Fisas19 concluye que la teoría clásica de los conflictos parte del convencimiento de que: - Los conflictos son necesarios - Constituyen el motor del cambio social -Vienen generados por la incompatibilidad de intereses entre grupos humanos, Ibid., p, 17. Pisas, V, op. cit, p. 168,

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A esta conclusión también llega Aisenson, Pisas20, siguiendo a Galtung, asume la tipología de los conflictos entre estructurales y de actores, y el tratamiento de los conflictos mediante métodos asociativos y disociativos. Los conflictos son estructurales cuando las partes de un conjunto social tienen intereses incompatibles, y no es una situación que se encuentra en el pensamiento de la sociedad. Esto ha sucedido con el conflicto armado colombiano que por tratarse de un conflicto estructural, no necesariamente fue considerado desde su inicio como tal hecho que e^ de reciente visibilidad, v sólo en alpunos sectores de la sociedad, mas no en todos. Un conflicto puede comenzar en la mente de la sociedad y transformarse en uno estructural, como cuando comenzó ia reivindicación de los derechos humanos de la mujer, que se inició bajo la óptica de la conciencia de ias mujeres hasta que buena parte de la sociedad la incorporó a la vida estructural. Sin embargo en nuestro país es bastante escaso el grupo social que lo reconoce como un conflicto estructural. El tipo de conflicto de actores se puede definir como la situación que hay entre actores que persiguen objetivos incompatibles. Es un conflicto donde hay mucha conciencia, objetivos claros y una actividad para organizar el conflicto. Un conflicto estructura! se puede convertir en uno de actores cuando la formación de la conciencia y la organización del conflicto transfionman los intereses (propósito) en objetivos (meta). El tipo de conflicto violento lo es tanto en función de los conflictos verticales, donde se juegan los intereses y objetivos de dominantes y dominados, como en función de conflictos más horizontales, en que ninguna parte domina a la otra, aunque procure conseguirlo. En cuanto al tratamiento de los conflictos, con los métodos asociativos las partes colaboran en la solución del conflicto; por el contrario, con ios métodos disociativos las partes se mantienen separadas y no concurren a la solución del conflicto, ;c

Ibid,, p. 169.

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Esta tipología nos permite reconocen como se verá más adelante, su proximidad con los conflirtos que se viven en el país. Por ahora mencionemos dos tipologías adicionales. Para Aisenson21 los tipos son dos: los interiores (subjetivos o intrapsíquicos), que son los típicos, toda vez que se desatan entre la necesidad o la tendencia a descargar agresividad, o de satisfacer un apetito sexual o codicioso que incita un deseo y un freno interno de índole ética, generador de culpa o vergüenza, que surge por ei temor a la reprobación; y los que dividen entre sí a individuos o grupos distintos, reconocidos luego de la Guerra Fría, toda vez que ampliaron la conciencia de la centralidad del conflicto en los avatares de la existencia social, y desde el análisis de los conflictos tiene como objeto el conocimiento de la guerra, de la violencia y de las crisis, mediante una aproximación racional a estos fenómenos. Otros diferencian los conflictos según vengan generados o se desarrollen en torno a las personas, sociedades o sistemas. Para ellos la tipología sería22: - PERSONAS (uno o más adversarios) - SOCIEDADES (relaciones entre diferentes categorías o grupos) - SISTEMAS (interacciones entre adversarios dentro de un mismo sistema social)

Derechos humanos y paz De las muchas necesidades que tenemos en Coíombia, una que cada día se hace más visible es la de lograr la paz. Sin embargo, muy poco se cuestiona cuánta paz. Esta pregunta debe mantenerse vigente para que no nos pase io que a Pakhom, el campesino de! cuento de Tolstoi, quien, obsesionado con obtener cada vez más tierra, emprendió el esfuerzo que supuestamente lo enriquecería, pero éste fue tan excesivo que lo condujo al agotamiento físico y a la muerte. En ese estado, Pakhom sólo necesitaba la pequeña parcela de tierra en la que se enterraba su cuerpo. La lección que Tolstoi quería dejar Aisenson, Alda, op. cit, p. I 7. • Pisas, V, op. cit. p. 170,

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a sus lectores no era que los hombres necesitamos sólo la parcela en que se entierren nuestro cuerpos, sino que esa es ia cantidad de tierra que tendremos si somos víctimas de una pasión sin límites. Esta anécdota me vino a la cabeza en dos oportunidades la última semana. En una sesión de trabajo sobre ios derechos humanos y la paz un dirigente sindical me sugería que mientras existieran propuestas de privatización, ajuste económico, bajos salarios, problemas en educación, habría conflirto y no habría paz; pero io que más me llamó la atención es que insistía en que mientras una persona no tuviera empleo y se viera obligada a hurtar para conseguir su alimento v el de sus hüos no habría paz. Con sorpresa al día siguiente me encontré en una sesión de trabajo sobre derechos humanos en e! sector rural, con un dirigente campesino, que sostenía que mientras no hubiera tierra para el trabajo, el campesino se desplazaría a la ciudad y terminaría robando el alimento para sus hijos, y así ¿cuál paz? Me llamó la atención que ambos insistían con fervor en que la ausencia de igualdad impedía llegar a la paz. Creo con toda sinceridad que allí se está llevando a una forma extrema de patriotismo la consecución de la paz. En ambos casos se está formulando que la paz es incompatible con el conflicto social.Y muy seguramente, si se hubiera explorado más lo que sugería cada uno de los dirigentes, se habría concluido que sin una ética única, homogénea, no habrá paz en Colombia. Por el contrario, creo que la paz es compatible con el conflicto social, con la escasez, con la pobreza. Que ia única posibilidad de hacer que ta paz sea una realidad es vincularla a ios derechos humanos, como ética individual y social, con lo cual restablecemos o al menos damos origen a un sistema de vida donde el respeto al otro, el reconocimiento del otro, la dignidad mía y de los demás, son las posibilidades reales de convivencia entre todos.

Tópicos de negociación en derechos h u m a n o s Desde que se mencionó por vez primera en Colombia que en el proceso de negociación política de! conflicto se trataría el tema de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, las I 2071

D e r e c h o s humanos: ¡Una u t o p í a e n t r e los c o n f l i c t o s del país?

circunstancias y condiciones de una tal negociación han cambiado en forma altamente significativa. Podemos aventurar que dicho cambio tiene tanta importancia, que quizá lo iniciaimente imaginado ya tiene otro contexto internacional y nacional. En el proceso de negociación que promovió el presidente Belisario Bentacur ei tema era tabú. El mundo no había vivido la caída del muro de Berlín y en Colombia se consideraba que defender o luchar por los derechos humanos era una acción a favor de la guerrilla. Hoy han cambiado tanto el contexto internacional, que delimita y condiciona cualquier negociación en este tema, como los criterios en Colombia, y son muy pocos los dinosaurios que creen que los derechos humanos son criterios de la guerrilla. En el proceso de negociación del M-19, y de las demás fuerzas guerrilleras que aceptaron dicho proceso durante el gobierno del presidente César Gavina, los derechos humanos formaron parte de la negociación en forma parcial, ya que fas propuestas de la guerrilla se dirigían a exigir del gobierno la necesidad de acoger y aplicar ias normas internacionales, en especial las del Derecho Internacional Humanitario23. Hoy no basta con dicha exigencia. Es necesario examinar en qué y cómo se manifiesta la aplicación de los derechos humanos en Colombia, con el fin de saber qué es negociable y qué no. La política de paz formulada durante el gobierno del presidente Ernesto Sampen "paz integral, diálogo útil", fue un poco más agresiva en este tema. Desde el gobierno se asumió que los que los derechos humanos formarían parte de la agenda, se incluyó el Derecho internacional Humanitario en la negociación y además, para aclimatar la negociación con el ELN, se liego a acordar la presencia de veedores internacionales, miembros de la Comisión de Encuesta, con el fin de valorar las violaciones de ia guerrilla y del Gobierno. El avance que se logró en que el Derecho Internacional Humanitario formara parte directa de las negociaciones ha desaparecido de las tareas inmediatas en ios últimos años, aunque durante este tiempo han sido 23

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mayores y más degradantes las violaciones cometidas, y poco a poco han obtenido un lugar en medio de las más aberrantes acciones armadas. Desde el punto de vista de tos efectos que surgen de la necesidad de conservar el Derecho Internacional Humanitario como un tema fundamental de las negociaciones, éste ha sido mantenido en alto con mucha persistencia por ei movimiento ¡No más! Es legítimo preguntarse: ¿en derechos humanos y Derecho internacional Humanitario qué se negocia? ¿Acaso existe un campo especial, diferente de la normatividad vigente o de ios desarrollos que a la misma proponen los organismos de las Naciones Unidas? Y si la pregunta es legítima, es válido intentar algunas respuestas, Al menos cuatro son los posibles enfoques de una negociación en derechos humanos, habida cuenta de procesos de paz en el país y en otros países: . La responsabilidad del Estado en la garantía y protección de los derechos humanos, 2. El juzgamiento de quienes en el pasado y en el presente han sido y son responsables de las violaciones que configuran detitos de lesa humanidad, 3. La moderación de tos actos de las fuerzas militares del Estado y de las fuerzas guerrilleras frente a la población civil y entre ellas. 4. La necesidad de leyes y normas para completar el panorama Internacional en materia de protección legal de los derechos humanos, En cuanto a ia responsabilidad del Estado en la garantía y protección de los derechos humanos, tanto las Naciones Unidas como la comunidad internacional hoy en día consideran que ésta es una responsabilidad compartida en algunos campos; exclusiva del Estado, en otros; y una prioridad del Estado, en los más.Tiene que ver con la ampliación en la consideración de los derechos humanos. Antes se creía que eran responsabilidad única y exclusiva del Estado, dado que eran valorados como un instrumento político de las relaciones entre el Estado y la sociedad. Hoy, aunque se conserva buena parte de este criterio, el hecho nuevo consiste en que ios derechos humanos tam-

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bien son comportamientos individuales, forman parte de la ética y la moral individual, por io que generan responsabilidades de cada uno. Así las cosas, ia garantía del derecho a la crianza de la niñez es responsabilidad de la familia y corresponsabilidad de la sociedad y del Estado, ante la falta de aquella. En materia de acceso al derecho a la salud, ¡a responsabilidad es exclusiva del Estado, a quien le corresponde proponer y promover el sistema de atención de todos los habitantes del país. Conocer los derechos humanos como acción humana y conducta individual y colectiva es una responsabilidad de todos, pues es la única manera de hacer viable la convivencia pacifica en la vida cotidiana. Una negociación de derechos humanos con este enfoque debe atonden a estas tendencias, lo cual supena las fonmas y encuadnamientos tradicionales y lleva a caminos aún no explorados o a definir otros enfoques, así exijan abrir nuevas trochas. En cuanto al juzgamiento de quienes en el pasado y en el presente han sido y son responsables de las violaciones que configuran delitos de lesa humanidad, las posibilidades de negociación son más difíciles. Este es un tema que está atravesado por los criterios éticos y las filosofías contemporáneas. Las éticas fundamentalistas de distintos orígenes consideran que no es posible ia creación de un futuro más amigable si no hay pena o sanción a quienes son calificados como violadores dei pasado. Se basan en algo similar a la propaganda institucional dei Gobierno, según la cual para saber qué está bien primero tenemos que ponernos de acuerdo en io que está mal. Esto hace pensar que mientras nos ponemos de acuerdo sobre lo malo, otras violaciones se pueden producm Las éticas pnagmáticas consideran que es más imponíante un fiutuno de convivencia y neconciliación que juzgar ei pasado, y han promovido el criterio de borrón y cuenta nueva. Para algunos ésta es una posibilidad que tiene experiencia en et país, puesto que la paz del Wisconsin y la de Sitges y Benidorm no requirieron juzgara nadie. Hoy el clima nacional e internacional no está para este criterio. Las éticas 1210 I

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racionalistas ven que el juzgamiento del pasado, en especial de los violadores de ios derechos humanos, puede tener una sanción política y moral, no judicial, sobre todo de las cúpulas políticas que directamente o no participaron de la confrontación, en el entendido que son esas cúpulas las que continuarán por varios años posteriores teniendo un papel especial en la conducción del país.Tal fue ei caso de E! Salvador. En cuanto al enfoque según ei cual se negocia la moderación de los actos de ias fuerzas militares del Estado y de las fuerzas guerrilleras frente a la población civil y entre ellas, parece ser un criterio generalizado y de fácil comprensión. A! menos fue uno de los saludos de fin de año 2000 de Rodrigo Pardo en el periódico El Tiempo. Él planteó que a las Farc les convendría llevar a la mesa de negociación de El Caguán el tema de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, porque en El Salvador le permitieron a la guerrilla exigir un comportamiento especial de las fuerzas armadas, y esto creó límites a su accionar desbocado. En este enfoque existe el trasfondo de que la confrontación armada va para rato, por lo que en la actualidad se trata de moderar las conductas y hacer la vida armada menos lesiva o inhumana. Similar apreciación manifiesta Daniel García Peña en el periódico de la Universidad Nacional. El derecho internacional humanitario en ia mesa de negociaciones es un tema de negociación en el marco de que hay normas de obligatorio cumplimiento tanto para los guerrilleros como para las fuerzas armadas institucionales; hay normas que no son negociables y hay normas a construir entre los actores. Sin querer igualar pensamientos diferentes, es llamativo que Pardo y García Peña tengan como referencia las conductas de los actores, es decin lo que ellos nepontan hacia fuena; pon lo tanto, io posible también está condicionado pon lo que desde afuera se les propone. Creo que ese podría haber sido el terreno en que debatiera el tema de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario en la Convención Nacional y en El Caguán, pues parece ser e! más favorable para unos y otros, 2111

Derechos humanos: ¿Una utopía entre los conflictos del país?

Finalmente, el enfoque de negociación basado en una adecuación legal y normativa para completar el panorama internacional en materia de protección legal de los derechos humanos, parece ser bastante precario. Exige el reconocimiento de la legalidad internacional pasada, presente y futura, y los temas novedosos son debates de grupos académicos o funcionarios internacionales que pueden tener de atractivo mostrar el camino de la llamada modernidad en la cual los conflictos se tramitan por la vía de ia ley, Algunos encuentran en este enfoque la posibilidad de reconstruir el Estado de Derecho, como se propone en ta Constitución Política, revalorar la democracia y definir unas rutas de acción orientadoras de la vida en comunidad. Parece que uno solo de los enfoques mencionados es insuficiente para una negociación que requiere creatividad y posibilidad para los habitantes del país. La hipótesis entonces es ia siguiente: si ios actores del conflicto interno reconocen que los derechos humanos son normas de la vida cotidiana, más allá de las normas jurídicas con las que se reconocen internacional o nacionalmente, se hará posible que los actores formulen formas de vida cotidiana de "adentro para afuera", por decir lo menos. Más sencillo, de lo que se trata es de negociar las formas de vida para los habitantes del territorio nacional, como futuro posible. No es difícil. La Declaración deViena, en 1993, construyó el criterio de que tos derechos humanos son inalienables, universales, interdependíentes y están relacionados entre sí, porque tienen como referente a ia persona. Es decir que todos - p e r o todos somos todos, ciudadanos, guerrilleros, militares y paramilitares- tenemos unos derechos que nadie puede negocian pon io que valen en todo momento y situación, y que sólo son posibles si con ellos es posible la vida de cada uno y, pon io tanto, no pueden entenderse en forma separada, Valga un ejemplo; hoy nadie puede vivir si no cuenta con medios de subsistencia, respira un ambiente sano, tiene posibilidades de acceder a la salud, la educación y tiene el compromiso de autocuidarse tanto en las relaciones sexuales como cotidianas. Aquí se incluyen ciudadanos, guerrilleros, militares, paramilitares, 1212 |

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Este esencialismo de ia vida tiene un valor inmenso, dado que en materia de los derechos humanos, ahora y en el futuro, se trata de reconocer que nadie puede vivir la vida si no la construye con otro. Nadie Duede proveerse solo los medios de subsistencia, ni procurarse por sí mismo un ambiente sano, ni le basta el autocuidado para tener acceso a la salud, y aunque la autoformación le permite ser experto, en la sociedad, con los otros, cuenta lo que la educación formal le reconoce Este simpático proceso de la vida cotidiana es ei que está en juego cuando se habia de lievar a las mesas de negociación el tema de los derechos humanos. Se trata de proponer las formas de vida que nos unan como personas a unos con otros. Allí se vive la posibilidad de hacer y construir la vida de cada uno con los demás. Allí, en los derechos humanos, es donde se define si mi forma de vida es el respeto a los otros, el reconocimiento de que los otros son personas como yo, o si lo que propongo como construcción de todos es que unos sí tienen posibilidad de ser y otros no. El tema de los derechos humanos fue visto en anteriores negociaciones de paz como un problema de "conducta" del Estado, es decir, de los funcionarlos públicos, incluidos los militares, quienes por una rara institucionalidad han querido extender su forma de vida, su forma de convivir a muchas esferas civiles y a otras formas de vida. Pero los actores armados de un conflicto interno, en cualquier país del mundo, son militares. Es decir, tienen una forma de vida soportada en la fuerza externa, otorgada por un arma, que se aplica con sentido ofensivo, dirigida a someter en un proceso donde se niega la posibilidad de consultar al otro.Tiene vaior si impone, domina, acalla, oculta. No quiero decir que quien ia porta no piense, o no tenga sueños, unos de vida amorosa, otros de vida afectuosa y otros de rjoder Sí, quien porta una arma tiene esos y otros sueños, seguro mucho más grandes. Sólo que quienes tenemos una convicción pacífica de la vida cotidiana buscamos construir los sueños con los otros a partir de ¡as posibilidades de ser personas, y quienes tienen la convicción militar buscan construir sus sueños con la fuerza del arma. 213

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Por ello es tan profundo lo que dice Jojoy: "esto es echando plomo... hay que estar dispuesto a morir'.También es profundo lo que dice Carlos Castaño, hablando de las posibilidades del retorno de los desplazados: "el que quiera puede retornar pero nosotros decimos quién tiene tierra y cómo se comporta". Y profundo es lo que han dicho los militares colombianos en muchas oportunidades sobre cómo los derechos humanos no nos dejan ganar la guerra. Ahora no es posible creer que el tema de los derechos humanos es sólo para negociar ia "conducta" del Estado y de los servidores públicos; es la negociación para aconductar a los otros, C o m o dijo Rodrigo Pardo.se pueden negociar las conductas de los demás. N o importa si quien lo propone es el Gobierno, que hasta ahora no ha dicho a la sociedad, con la que puede dialogar sin el porte de un arma, qué es lo que piensa en materia de la negociación de los derechos humanos. Hoy, el componente de los derechos humanos se basa en proponer cuál es la forma de vida que se piensa const r u i r para t o d o s . La que yo, ciudadano, guerrillero, militar o paramilitar, le propongo a los demás para ser todos una posibilidad humana, es decir una persona con voluntad, libertad y criterio, que hace suyos esos valores porque puede vivirlos cada día con los demás y los demás los pueden vivir conmigo. La clave está, entonces, en que esta forma de vida se propone para todos. Porque hay que reconocer que hoy existen formas de vida para grupos que conviven solidariamente entre sí, pero hacia fuera ofrecen formas de vida de dominación, sometimiento, destrucción y poder. Unos por las armas, otros por las más variadas formas de manipulación de los otros, sea de sus deseos, sueños o necesidades. Muy seguramente la vida entre los guerrilleros es de altísimo valor solidario, o entre los grupos de militares o en los paramilitares. Lo que es evidente es que no existe entre los ciudadanos, todos, el mismo nivel de solidaridad. La razón de la diferencia descansa en que cada vez que se hace público lo que se quiere, sueña o desea, existe la posibilidad del consenso, y el consenso es 1214 i

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consenso porque parte de las diferencias. Quizá por esto es legítimo llevar el tema de los derechos humanos a las mesas de negociaciones. Porque quienes allí se sientan son los diferentes y pueden por lo tanto llegar a consensos.Y los consensos son las construcciones diarias de la democracia, Claro que desde las más diversas orillas se propone que los derechos humanos se lleven a las mesas como responsabilidad del Estado, es decir de los otros. Adicionalmente se propone que es imposible negociar ias responsabilidades pasadas, en el entendido histórico de que las acciones desastrosas a la vida diana, a las fonmas de vida, fuenon nealizadas con el convencimiento y el propósito de imponer, dominar, manipular. Soy capaz de decir que las acciones violatonas se hicieron con el criterio militar del poder del arma, sin consideración a quien la hizo. Esto me da la posibilidad de sugerir que existe un fiuturo sin armas, que seguramente será agenciado por quienes hoy las portan, pero que busca hacer de la vida conflictiva y por consenso, la mejor forma de vivir y construir. Claro que me surgen dudas. ¿Qué negocio? ¿La responsabilidad del pasado, que en mi sentir es ia de ias armas? ¿O las formas de vida del futuro que es ia posibilidad de las formas de vida sin ia dominación de las armas? Dejemos aquí por ahora, ya que el tema de los derechos humanos y conflicto, incluida ia negociación en los procesos de paz, está como para alquilar balcón. Sabremos cuál es la capacidad y convicción civilista dei Gobierno, qué tanto silencio ha guardado en estos años de crisis humanitaria. Podremos entender si se conserva en el humanismo solidario la ilusión política de quienes se hicieron guerrilleros. Dimensionaremos si los impulsos a los procesos de paz fueron discursos para manipular el voto o tienen asientos y arraigos tan fuertes como los de los indígenas por la tierra. En fin, sabremos io que nunca supimos, si estos 40 años de muertes y dolor valieron la pena.

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Educar para la paz VERA GRABE

Antropóloga Profesora ocasional Universidad Nacional de Colombia Corporación Observatorio para la Paz

Tantos enfoques como nociones de paz y educación La paz puede ser la paz como fin, como meta, como horizonte, como objetivo, como la felicidad, como el sosiego, la tranquilidad. La no-guerra, un estado interion la justicia social, el cese del fuego, la negociación, el acuendo, ei diálogo, el cumplimiento de los Derechos Humanos, el vencer al enemigo, la paz de los sepulcros, la paz negativa a positiva, la mínima, la máxima, el pacto sobre la derrota del otro, la rendición, la reconciliación, el perdón, la resolución del conflicto, la negación del conflicto o la aceptación del mismo, la paz armada, la no-violencia. La efectividad de los derechos. Puede haber paz cuando se cumple un derecho y una necesidad humana; no hay paz con hambre, paz es entregar salud, paz es justicia social, paz es no impunidad. Si exploramos entre diversas culturas, religiones y entre nosotros mismos, nos encontramos con miles de definiciones y percepciones de paz. Si hiciéramos una encuesta, habría miles de respuestas, unas más cercanas a las otras, dependiendo de ¡a ubicación y de la mirada. Unas condicionadas por ei entorno, el punto de vista político, el momento, la vivencia, y además de la postura oficial, cada cual tendría su I 217

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propia versión íntima de paz. Cuando se siente en paz, como la sueña, la vive, la quiere, la tiene, la añora, la pasividad que detesta. Educar para la paz puede tener tantos enfoques como ¡deas de paz y educación existen. Educar para la paz puede ser formación en Derechos Humanos. Puede ser educar en tolerancia. Puede ser educar en armonía interior Puede ser educar en técnicas de resolución de conflirtos en convivencia ciudadana, en la ¡dea de guerras justas, en defensa de la vida, en respeto a la naturaleza. Puede ser limpiar sentimientos, formar en la armonía del corazón para no desconfian en lo opuesto a no "dar papaya", en la sinceridad, en la buena fe, en el comportamiento de lo justo, del bien común, en no esperar que el otro sea como yo. Podemos hacer énfasis en la paz individual, en el sentido colectivo y social, en la intemelación entre ambas dimensiones, o en las emociones, las razones, el espíritu, los sentidos o sentimientos. Educar para la paz es hacerlo desde el principio de la diversidad y para la interculturalidad, conceptos con vigencia y sentido en un contexto cultural, pero tal vez menos urgentes y apropiados en otro.

C u a t r o olas de educación para la paz El pedagogo gallego Xesus Jares establece cuatro olas en la educación para la paz: - La Escuela Nueva a comienzos del siglo XX, con un carácter intemacionalista que busca pasar de los grandes problemas sociales a una mirada hacia el medio escolan pana ven en qué medida allá se generan o reproducen las conductas bélicas, teniendo en cuenta los efectos de la Guerra Mundial. Una educación hacia lo social como horma para reproducir en la escuela una convivencia armónica como base de la paz. - La segunda ola tiene que ver con ei nacimiento de la Unesco a finales de 1945, antecedida por la contribución que hicieron las asociaciones, los sindicatos de la enseñanza y el movimiento sociopedagógico a la educación. La Unesco comienza a cumplir una labor en ei terreno normativo al impulsar programas, campañas y materiales de educación para la paz, incluyendo la educación para los Derechos Humanos y para 1218 I

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el desarme, y una educación sustentada en la idea y sentimiento de la solidaridad internacional para asegurar la paz en el mundo. - La tercera ola tiene que ver con el aporte de la no-violencia cuyo origen no está en la educación sino en el movimiento político y en ei ámbito religioso. Ella aporta a la educación para la paz un elemento ideológico asentado en su propuesta de lucha no-violenta. La noviolencia, más allá de la mera negación de ia violencia, se puede ver en tres niveles: como un estilo de vida, como forma de resolver conflirtos renunciando explícitamente al uso de la violencia como medio, y como estrategia política de transformación de la realidad, En el primer sentido busca la armonía de la persona, basada en valores de cooperación, respeto a ia diferencia, igualdad, ecología, justicia, la coherencia entre lo personal y el modelo de sociedad que se desea. Para Gandhi la noviolencia es la forma "más activa" de luchar contra la injusticia, sin que esta lucha implique un agravio o un daño a la persona que crea o apoya dicha injusticia. Como forma de solucionar los conflictos, la no-violencia tiene como punto de partida que la realización propia no es posible si niega la de los demás, lo que se expresa en ia confianza, la fraternidad, los esfuerzos por comprender los puntos de vista del otro. A nivel educativo, implica la educación para la autonomía y autoafirmadón personal porque, como lo afirma Gandhi, nadie puede pretender ser libre si no desamolla sus aptitudes con un pensamiento independiente. O como lo señala el movimiento educativo no-violento en Italia, educar para la paz es fomentar la autonomía individual en lugar de la obediencia ciega que favorece el conformismo. - La cuarta ola es la educación para la paz desde la disciplina de ia Investigación para la Paz, surgida después de la Segunda Guerra Mundial. Nace en EE.UU., pero alcanza mayores desarrollos en Europa, con aportes fundamentalmente en el plano conceptual, la revisión de conceptos de paz y la introducción de lo que se llama "ia paz positiva". Podrían ser éstas u otras más las tendencias, porque las búsquedas son infinitas y diversas, lo cual deja claro que de todos modos, salvo la tercera ola, estos modelos están inscritos en una perspectiva I 2191

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europea y racionalista, y - c o m o diría Suzy Bermúdez- con un sesgo cultural para videntes, blancos, sedentarios, oyentes... Lo anterior nos conduce a revisar ios conceptos de paz que subyacen a estas acciones, y en éstas definen sus alcances y limitaciones, La tríada básica conflicto-violencia-paz ha sufndo un tratamiento diverso a lo largo de más de medio siglo de investigación para o sobre la paz, Esta múltiple actividad ha originado diversas corrientes alrededor de especialidades temáticas. En la manera de tratar los conflictos podemos esquemáticamente distinguir dos comentes: la norteamericana, que ha hecho énfasis en las técnicas de resolución de conflirtos con un sentido esencialmente pragmático, y la que podríamos denominar europea -sin desconocer que en Estados Unidos haya búsqueda también por ese lado-, onentada a la paz como objeto de estudio, a establecer unos fundamentos teóricos como cuna y asiento de muchos desarrollos de esta disciplina contemporánea de la Investigación para la Paz (IP), Si nos basamos en Fisas en su libro Cultura de Paz y Gestión de Conflictos, podemos enumerar esquemáticamente las siguientes: la paz como ausencia de guerra, basada en los conflictos entre estados; la paz negativa que significa no-guerra; la paz positiva o no violencia estructural; ia paz como equilibrio de fuerzas en el sistema internacional; la paz con el medio ambiente; la paz holística interna y externa, concebida desde lo espiritual; la paz desde ei punto de vista feminista, que incluye el tema de la violencia desde el ámbito familiar y explica la guerra como manera de resolver los conflictos masculinos, etc, De todo io anterior vale la pena mostrar la evolución desde el concepto de paz negativa, aquella entendida como la no-guerra o noviolencia directa, al concepto de paz positiva. El núcleo conceptual común a todas las vertientes de la IP está constituido por la tríada paz positiva, violencia estructural o indirecta (conceptos elaborados por Galtung) y el concepto re-formulado de conflicto. Violencia estructural es toda aquella situación que impide o dificulta a cualquier ser humano su realización integral al nivel de sus potencialidades. Es la causa "evitable" de esa diferencia entre mis po1220 I

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sibilidades "somáticas y mentales" y mis realizaciones. Este concepto pone ai descubierto ias formas recurrentes, autoproducidas, de desigualdad económica-social, exclusión política y alienación espiritual, por parte de! sistema mundial hegemómco imperante; dinámicas que no pueden atribuirse a la intención de un agente en particular, lo que en parte ias hacía "inobservabas" para la categorización tradicional de las formas de violencia. La violencia indirecta "está edificada dentro de ia estructura, y se manifiesta como un poder desigual y, consiguientemente, como oportunidades de vida distintas. Los recursos están desigualmente distribuidos, como sucede cuando está fuentemente sesgada la distribución de la renta, o está desigualmente distribuida la alfabetización/educación, o cuando ios servicios médicos existentes en determinadas zonas son sóio para determinados grupos, etc. Por encima de todo está desigualmente repartido e! poder de decisión acerca de la distribución de los recursos", Paz positiva, en consecuencia, sería ia ausencia, ya no de la guerra, sino de cualquier forma de violencia, de toda influencia -evitableque obstaculice mi realización efectiva, entendida ésta como la satisfacción de las necesidades básicas materiales y no materiales; la violencia directa o clásica que va de ia guerna al homicidio; la pobreza y ¡as privaciones en el campo de las necesidades materiales; la represión y la privación de los derechos humanos; la alienación y negación de tas necesidades superiores. La paz es entonces "un orden social caracterizado por un elevado grado de justicia y un mínimo de expresión violenta", según Galtung. Reclama relaciones ausentes de dominio y basadas en la igualdad y la reciprocidad, y es "presente de condiciones y circunstancias deseadas". Este concepto enriquece ei sentido de la paz, le da jerarquía, sustenta su elección como valor central, relativiza el significado histórico de ia noción negativa, precario interregno entre las guerras. Asocia otro concepto fiuerte: ¡ajusticia, que a su vez vincula los derechos humanos y el desarrollo, la llamada justicia social. El conflicto, por su parte, ha sido reformulado a pantm de los apontes de la no-violencia y de la IR De su concepción negativa tnadiI 2211

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cional que lo confunde con la violencia se ha pasado a entenderlo y asumirlo como un proceso natural, necesario y positivo para las personas y los grupos sociales. Una mirada panorámica a la Investigación para la Paz nos demuestra que ha estado predominantemente concentrada en descifrar el sentido violento del mundo y el sentido del conflicto expresado violentamente. La tercera parte de la tríada —la paz—, es el horizonte deseable, la estrella guía, de manera que, más que estudios sobre la paz, hay investigación para la paz, una especie de violentología con la paz como fin último. De esta manera, los dos conceptos de paz predominantes en Occidente son resultado de la ausencia de sus respectivas violencias. Ambas concepciones suponen que la violencia, ya sea general o, la más evidente de sus formas, la guerra, es omnipresente y omnipotente.

Por u n a v i s i ó n p o s i t i v a posible El desarrollo de la humanidad se puede leer desde diversas posturas: desde la idea de que somos por naturaleza y genéticamente violentos, hasta la idea de la historia humana desde sus orígenes y por definición marcada por la guerra, afirmando que el oficio más antiguo del ser humano es el de guerrero. Sin embargo, la exploración antropológica ha sido uno de los esfuerzos que ha pretendido aportar a la noción optimista de ser humano. Esta noción positiva de ser humano y el concepto de paz positiva deberían permitirnos hacer ei tránsito de los estudios de ia violencia a los estudios de la paz; deberían permitirnos descubrir la paz existente y posible, más acá de la paz deseada. Sin embargo, aquí es donde ia revisión del concepto de paz positiva se convierte, dados los requisitos que tendría que cumplir en un honizonte utópico inalcanzable.Y cuantos más entonos incluyamos en la definición de paz, menos probable será que encontremos la manera de que exista. Debemos construir un concepto que nos permita operar con "lo que da la tierra", autónomo de la violencia y que deje de ser su eventual resultado. Se necesita un concepto de paz más 1222 i

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humano, que libere a la paz de la definición utópica, inalcanzable, y menos alcanzabte entre más condicionamientos se le apliquen. En este sentido interpretamos el esfuerzo de los profesores de la Universidad de Granada que proponen ia paz imperfecta, entendida como "todas estas experiencias y estancias en ias que los conflictos se han regulado pacíficamente, es decm en las que ios individuos y/o grupos humanos han optado por facilitar la satisfacción de las necesidades de los otros, sin que ninguna causa ajena a sus voluntades lo haya impedido". Experiencias que hacen referencia a las expresiones de afecto, dulzura, amon altruismo, solidaridad. Instancias como, por ejemplo, satisfacción de necesidades, regulaciones desde las experiencias pacíficas, que se interrelacionan a diversas escalas: individual, grupal, regional, estatal, planetario. Según Muñoz, este concepto aporta ventajas epistemológicas y valorativas, Entre las primeras se encuentran una comprensión global, integral, de la paz, en acceso a todas sus realidades, y mejores y mayores posibilidades de investigación. Entre las segundas, "Cambia la percepción que tenemos sobre nosotros mismos, al reconocer que históricamente la mayor parte de nuestras experiencias han sido "pacíficas"; genera esperanza; es movilizadora; hace confluir a los/as distintos/as "trabajadores/as" de la paz al relacionar sus prácticas; etc. Lejos de interpretaciones simplistas de "buenos y malos", nos permite, y obliga, a reconocer en los actores de los conflictos realidades (vivencias, valores, actitudes, etc.) de paz. Por su carácter "estructural" -relación causa! entre unas instancias y otras- la regulación de los conflictos cercanos tiene importancia en sí misma y también para influir en los más globales. Y por último la "imperfección" nos acerca a lo humano, donde es posible la convivencia de aspectos positivos y negativos, de aciertos y errores". Como lo que nos preocupa es la forma de enfrentar la guerra y construir una manera diferente de tratar el conflicto, tenemos que hallar un concepto que permita actúan movilizan, resolver. Podemos proponernos entonces abordar el tema desde el concepto positivo de ser humano -paz imperfecta-, para intentar superar la epistemo-

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logia "violentóloga" que ha "condicionado (hasta ahora) no sólo las percepciones -sobrevalorando su papel (el de la violencia)- sino también las investigaciones, los presupuestos teóricos, y sobre todo la manera de actuar frente a la realidad. La paz se convierte en algo cotidiano, en algo accesible, en algo realizable; deja de ser solamente una meta futura, muchas veces irrealizable, un deseo, una ilusión, y se convierte en algo palpable, especialmente en las relaciones cotidianas. La paz deja de ser algo que atañe exclusivamente a los Estados, a la firma de pactos, de negociaciones; se convierte en vida, es algo que también pertenece e incumbe a las personas en sus distintos niveles de relaciones. Entonces es necesario ir más allá del estudio de las relaciones violentas del ser humano en sociedad, a descubrir también las relaciones pacíficas, manteniendo el punto de partida común, la ubicuidad del conflirto.Y plantear algunos elementos, fundamentos de una nueva manera de pensar y leer nuestra realidad, y en esa medida encontrar nuevas maneras de tratarla. La ¡dea de paz imperfecta surge, según su principal investigador Francisco Muñoz, de la necesidad de encontrar un concepto de paz autónomo, es decin con el propósito de identificar la paz en situaciones donde el conflicto no es palpable. El hecho de ligar la paz al concepto de violencia nos ha llevado a conocer más de la violencia que de la misma paz, por lo que se ha perdido de vista todo su potencial inherente y autónomo. No se niega la relación paz-violencia, paz-conflicto, sino que se plantean búsquedas sobre el concepto paz desde una epistemología no violenta que permite reconocer actitudes de paz que no han sido mediadas por la violencia o por el conflicto. Recibe este nombre de "paz imperfecta" por dos razones. Primero, porque articula todas las experiencias y estancias en tas que los conflictos se han regulado pacíficamente, es decin en tas que tos individuos y los gnupos humanos han optado por facilitar la satisfacción de ias necesidades de los otros, sin que ninguna causa ajena a sus voluntades lo haya impedido. Segundo, porque es reflejo de nuestra realidad en la que conviven las regulaciones de los conflictos pacíficos con los violentos y 1224 I

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porque la búsqueda de la paz no consiste en alcanzar ia "perfección" sino en convivir con la propia "imperfección" de nuestra naturaleza. Esto significa que la paz no es un sueño utópico e inalcanzable, ya que su búsqueda consiste en transformar la realidad a! máximo posible. Desde el punto de vista de la educación, este idea ofrece un camino, ya que es allí donde hace falta que entendamos ia paz como algo más que ia ausencia de la guerra. La paz en sentido negativo es asunto de Estados y no de personas, puesto que consiste en evitar o tratar los conflictos armados en el territorio; de otra parte, el concepto de paz negativa, aunque necesario, es insuficiente porque no critica la violencia estructural en tanto que mantiene ei statu quo interno. La paz en concepto negativo carece también de contenido palpable, desarrolla una imagen pasiva de ia paz, sin dinamismo propio y más bien creada como consecuencia de factores externos a ella. Por ello, afirma Jares, "resulta más fácil concretar la idea de la guerra y ¡o que gira en t o m o a ella que la idea de paz, que parece condenada a un vacío, a una no existencia difícil de concretar y precisar". Si en una idea de la paz positiva se busca la justicia social y mejorar la calidad de vida, una educación para la paz busca hacer énfasis desde este enfoque en el fortalecimiento de factores como el desamolto integral para la persona y ios pueblos, los derechos y deberes humanos, el desarme, la democracia, y una concepción del desarrollo, que para las Naciones Unidas tiene un significado amplio, que rebasa el orden de lo económico e incorpora su dimensión ética, cultural y ecológica. Desde esta perspectiva paz, desarrollo y derechos humanos son conceptos sinónimos e mterdependientes, de tal suerte que la realización de unos exige la necesidad de otros. La paz es entonces algo dinámico, que afecta todas las dimensiones de la vida, que tiene que ver con la armonía del ser humano en la relación consigo mismo, con los demás y con la naturaleza, por lo que exige la igualdad y la reciprocidad en (as relaciones e interacciones. O t r o aporte fundamental desde esta perspectiva es la visión del conflicto, comenzando por la posibilidad de diferenciar entre el

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conflicto (divergencia natural e inherente al ser humano y a las sociedades) y la forma de manejarlo (violenta o no violenta).Y, en la medida en que el conflicto se considera positivamente como inherente a la persona humana y a la sociedad, además de necesario, el reto que se plantea, es cómo educar en el conflicto y hacer de una posibilidad de crecimiento, al ser capaces de transformar los conflictos en cooperación, de forma positiva y creadora, reconociendo los oponentes y utilizando et diálogo. Partiendo de ia divensidad, ei conflicto es entonces un pnoceso natural al realizar una tarea común, y en su resolución está el camino para conseguir la paz. Así se niega también la idea de "paz pasiva", como ausencia de conflictos, y se asume el concepto de "paz activa". Esta visión del conflicto da un carácter dinámico a la paz como proceso, como una manera de abordar realidades conflictivas hacía nuevas construcciones sociales más justas y menos violentas. Nuevamente Jares habla de tres paradigmas conceptuales en educación para la paz: i. Uno es el técnico-positivista, que en el caso de la educación para la paz consiste en transmitir los aspectos observables y cuantitativos de la paz, entendida ésta en sentido negativo como ausencia de guerra. Se orienta a sensibilizar a las personas para evitar la guerra, sin cuestionar las estructuras de violencia o de injusticia. 2. El segundo, hermenéutico-mterpretativo, parte del concepto de paz positiva y se centra en la interdependencia de las personas y de los fenómenos; mezcla enfoques cognoscitivos y afectivos, enfatizando en las interacciones y las relaciones interpersonales, ubicadas en un contexto social y cultural, como objetivo y medio de aprendizaje. 3. El tercero es el enfoque sociocrítico, inspirado en la pedagogía de Freiré. Se orienta hacia la crítica y transformación de las estructuras sociales violentas e injustas. En este caso el profesor además de coordinador y animador del grupo como en el enfoque anterior, es también investigador y sociocrítico. Se refuerza la resolución no-violenta y pacífica de los conflictos, buscando aprender a entrar y salir de ellos sin usar la violencia, 226 I

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Según él, la educación para la paz "presupone no sólo informar sobre la amplia cosmovisión de la paz, sino que paralelamente exige un replanteamiento dei propio proceso de enseñanza aprendizaje, acorde con los valores de la paz",Y es "un proceso educativo, dinámico, continuo y permanente, fundamentado en los conceptos de paz positiva y en el de conflicto, como elementos significantes y definidores, y que, a través de la aplicación de enfoques socioafectivos y problematizantes, pretende desarrollar un nuevo tipo de cultura, la cultura de la paz, que ayude a ¡as personas a desvelar críticamente la realidad, para poder situarse ante ella, y actuar en consecuencia. Realidad que es compleja y conflictiva,y que la entendemos referida a las tres dimensiones relaciónales en las que se desenvuelve el ser humano: consigo mismo y con los demás, con y desde las estructuras sociales por él creadas, y con el medio ambiente en el que transcurre la vida. En este sentido hablamos de educación para la paz como encrucijada de una educación afectiva, una educación sociopolítica y una educación ambiental".

Una p r o p u e s t a de pedagogía p a r a la paz La mayoría de los programas de educación relacionados con la paz hacen énfasis en dos temas: ia convivencia ciudadana y ia resolución de conflictos (armado, familiar, laboral, social, etc.). Sin negar la importancia de las tecnologías para regular los conflictos, la "ingeniería" de la paz tiene un límite y es una solución parcial para un caso como el colombiano si no se asume la construcción de la paz como un cambio de mentalidad necesario, como la elaboración y adopción de nuevos conceptos, y si no nos atrevemos a explorar ia paz como un nuevo paradigma para ver la realidad y desde allí transformarla. Hay que ir más allá de una concepción de paz como negación de la guerra o de la paz como pasividad. Hay que asumir el conflicto, entenderlo, hacer buenos mapas conceptuales del conflicto y divulgarlos. La analogía es la medicina. Hay una investigación médica básica, hay cirugía y hay medicina clínica. En el caso de la paz hay mucha cirugía, algo de medicina clínica (pero con un exceso de "recetismo", la tendencia a I 2271

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escribir recetas, y si son las mismas para todos, peor) y poco de investigación básica: fisiología, inmunología, anatomía, salud pública y todo lo demás. Sin quitar vaior a las otras medicinas, es fundamental trabajar sobre investigación básica (paz, paz imperfecta, paz perpetua, cultura de paz, filosofía de la paz). La pregunta que salta a la vista es: ¿cuál es el impacto y la eficacia real de la acción civil y la educación para la paz en relación con la superación de la violencia y la construcción de una sociedad más armónica y un Estado concebido para la paz? Un abordaje que se abre paso, con modestas pretensiones de contribuir a una conceptualización tanto de la violencia como de la paz, es el cultural. Cultura es manera de sen de relacionarse, de vivir; de pensar; es conocimiento, experiencia, saberes. Se trata de producir y diseminar conocimiento válido y eficaz, es decin que guíe la acción pacífica consciente y nesponsablemente y contribuya a consolidar culturas de paz, entendidas como sistemas de valores compartidos. Creemos que se han agotado ios determinismos económicos y políticos como explicaciones exhaustivas de ia violencia. Si bien son dos aspectos de la violencia estructural -que deben seguirse estudiando-, no son suficiente argumento para dar cuenta de ia respuesta violenta. Prueba de ello es que existen numerosos pueblos pobres y excluidos que no recuecen a ella. Luego se tnata de una nespuesta también ligada al conjunto de pencepciones, saberes, creencias, costumbres, de una sociedad para (sobre/, con/) vivir La dispersión del conocimiento sobre la paz, insumo necesario en ia materialización de una cultura de paz, ha dificultado la construcción de bases sólidas para una pedagogía de paz en Colombia. Esa dispersión es muy notoria en la desarticulación entre conceptualización, tecnologías y experiencia. Si no integramos todo este acumulado, aún disperso, la eficacia, ia rentabilidad y el impacto se minimizan. La dispersión de estos tres campos del conocimiento -la conceptualización, la tecnología y ta experiencia -genera dificultades tales como la repetición de errores, avances muy lentos, y lo que es más importante, la imposibilidad 1228 I

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de transformar ese acumulado en bases sólidas que permitan la construcción de una pedagogía para la paz. Con lo anterior queremos significar la complejidad de este campo del conocimiento de la paz, que traducido al ámbito de una pedagogía ofrece una diversidad de opciones, de preguntas por formularnos e intentar responden ¡a necesidad de genenan un amplio debate con pensonas vinculadas al tema, tanto en ei país como en otros países, ya que se trata de lograr un diseño que responda a las características y ¡as exigencias que nos piantea nuestra reaüdad colombiana, I a paz no es un proceso espontáneo, sino un aprendizaje. Superar y transformar los conflictos a formas mojones de convivencia -y de nuevos y mojones conflictos- es un desafío que requiere instrumentos de navegación, La educación, tanto en sus contenidos como en sus metodologías, la formal y ta no formal, la casera y la académica, es un instrumento muy importante para crear ¡a paz o para perpetuar la violencia. Un programa de educación para la paz tiene sentido si afecta realmente las raíces de nuestra nealidad desgarrada y violenta, la mentalidad y ei comportamiento. No queremos caer en el esquema fácil de decir que somos una cultura de la violencia o que los colombianos somos por herencia violentos. Las rotulaciones esquemáticas no contribuyen a la comprensión ni a descifrar las complejas realidades, y en esa medida, tampoco a soluciones auténticas. Así como somos una cultura mestiza, de igual manera tenemos rasgos tanto de una cultura de paz como de violencia; de otra manera no se explicaría cómo en un país en ei que los actores armados hacen todo por polarizar la situación, por desatar una guerra civil, haya tan formidable resistencia civil y tan innumerables y variadas búsquedas por construir y defender la paz. Un punto de partida es asumir la paz como paradigma desde el cual construir una propuesta pedagógica, en la medida en que es necesario en nuestra sociedad apostarle a una cultura de paz para lograr mirarnos desde otra perspectiva, repensarnos y así actuar de cara a nuestra realidad, ante el agotamiento de las estructuras de pensamiento bipolares y unidemensionales prevalecientes, que también podríamos definir como "lógicas de guerra". 1 229¡

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Construir una cultura y una nueva manera de concebir y enfrentar el mundo demanda la formación o descubrimiento de una nueva mentalidad, sensibilidad, desarrollos de los sentidos, conductas, ética. Es fundamental "refiormatear" una manera de razonar y percibir que responde a formas de actuar marcadas por una lógica de "guerra": una manera de pensar desde la confrontación, la negación la bipolaridad, el juicio, etc. Podemos: I. incorporar la paz como valor central y, en consecuencia, estar en capacidad de "determinar una situación en términos de la presencia o ausencia de paz". Ello reclama definir previamente su concepto, comprender su evolución en las distintas culturas, entender sus múltiples acepciones desde su coincidencia profunda, 2.Trabajar por ta coherencia entre fines y medios, "el fin está en los medios como el árbol en la semilla", dice Gandhi. La reducción de ia violencia sólo es admisible por medios pacíficos. 3Transitar dei conocimiento a la acción, de saber los valores de ia paz a practicarlos, de conocer ia paz a ser pacífico, 4. Promover un ámbito de valores comunes, una "ética mínima" suficientemente amplia como para que sea un sistema compartido, pero sólo hasta lo indispensable para que admita el enriquecimiento desde la diversidad y el disenso y hablar incluso de "paces". Una propuesta pedagógica así toma como eje "hacer de la paz un instrumento de transformación y de la pedagogía un instrumento de paz", con énfasis en la paz como conocimiento, articulada a la investigación y a! reconocimiento de las experiencias prácticas para explorar en ellas diversos sentidos de la paz. Por supuesto, como en toda expedición en terreno aún poco caminado, encontramos cada vez más preguntas y líneas de trabajo que nos muestran todo el campo que hay por explorar en el tema paz. Una pedagogía de la paz para Colombia tiene diversos retos simultáneos: se trata de generar ciudadanos y conocimiento, porque no se concibe una excelencia académica que no se traduzca en ejercicio ciudadano y cotidiano, en compromiso con ei entorno y en incidencia en la comunidad. 1230 i

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Este proceso de formación, en ei que conocimiento, investigación y pedagogía van de la mano, tiene un profundo sentido político y ciudadano, en la medida en que los resultados buscados están determinados por la eficacia que el programa educativo amoje en relación con la capacidad de incidencia en la realidad, de mostrar un camino visible de transformación pacífica a partir de la educación en el entorno social y político. Los desarrollos teóricos y filosóficos nos tienen que ayudar a abrir la mente; el debate, contribuir a que no sigamos pensando sobre los viejos esquemas de confrontación bipo!an"!a guenra fría que todos llevamos por dentro". Convertirlos, ligados y en debate con una realidad conflictiva como la nuestra, en formación, enseñanza y aprendizaje para que desde una nueva manera de pensar y actuar podamos contribuir a asummel conflicto como una realidad creativa; tratanlo y construir sociedad y Estado, Se trata de formar personas -ciudadanos- con óptica y mentalidad de paz, que desde esa perspectiva aporten a la toma de decisiones, al tratamiento del conflicto, a la construcción de sociedad, al planteamiento de soluciones a los problema sociales, al ejercicio político público, a ia reconstrucción de Estado, de la enseñanza, y a la formación de nuevas generaciones. Es decin con una formación política desde una perspectiva de paz, aportar a la gestación de una nueva dirigencia de! país con mentalidad de paz, en reemplazo de los viejos esquemas autoritarios, antidemocráticos, excluyentes, de intolerancia, de guerra y confrontación. Lo anterior vale tanto para los actores armados como para amplios sectores de ia sociedad. La pugna que vivimos como país es el debate entre una cultura de violencia y una de paz. Ambas culturas coexisten y están en lucha. Así como existe una historia construida sobre la guerra, también hay una historia de la paz, mucho menos conocida, por supuesto. Una de las dificultades y una de nuestras búsquedas es precisamente comprender esta condición contradictoria y asumir nuestra identidad múltiple, construir a partir de esta conciencia nuestra identidad rea!. Ambas mentalidades cohabitan en nuestro país y seguramente están en pugna en cada uno de nosotros. Amamos la vida I 2311

pero no la valoramos; somos peleadores pero tremendamente conciliadores; rebeldes pero aguantadores como pocos pueblos; críticos peno conformes; trabajadores pero también proclives al dinero "fácil"; individualmente amorosos y cordiales pero colectivamente individualistas y agresivos.Y desde esta condición tenemos que construirnos como ciudadanos. Desde lo que somos; no desde lo que creemos que deberíamos sen sino desde nuestnas posibilidades y nuestras carencias, Por eso la formación de una cultura de vida y de paz, y por tanto una educación para la convivencia, tiene que contar con esa realidad. Y trabajar con el ser humano como un todo: tanto desde la razón como desde los sentidos, sentimientos, emociones, percepciones, prácticas públicas y privadas, y conductas cotidianas, individuales y colectivas. Esto supone entonces trabajar en una formación en paz desde vanas racionalidades ya que resulta imposible limitarla a una sola: la paz desde ia vivencia, desde la subjetividad, dentro del concepto de paz interior que comprende el arte, la búsqueda de veracidad, de autenticidad, de sinceridad; la paz "objetiva", observable, empírica, que va desde el comportamiento individual hasta los pactos de paz, la resolución pacífica de conflictos, el DIH, cognoscibles desde la perspectiva de la investigación científica en sentido positivo; la paz positiva relacionada con el mundo social, estudiada con mirada sistémica: desde los ecosistemas hasta Gaia; desde las sociedades y los estados hasta el sistema mundial; temas globales como et desarrollo; la paz cultural, referida a las construcciones intersubjetivas en fas que cabrían las culturas, las éticas, los sistemas de valores. La educación no es una varita mágica y en el conflicto colombiano existen otras causas, actores y factores que es necesario tener en cuenta. Sin embargo, es en el campo de la acción cultural y educativa donde nos es más fácil y posible trabajan con el fin de apontar a la transformación de una realidad violenta.

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Educación para la paz: límites y posibilidades. Una aproximación desde una perspectiva de género y equidad SUZY BERMÚDEZ*

Historiadora Profesora Universidad de los Andes

I. Presentación 1 Es mi interés, como se enuncia en el título, aproximarme al campo de la educación para ia paz a partir de cuestionamientos constructivos que puedan ser tenidos en cuenta por los programas actualmente ofrecidos en nuestras universidades, buscando fortalecen entne otnas, culturas que afiancen la paz del país. Realizo este escrito a manera de ensayo, si bien presentando la literatura en la que me apoyo al final, y señalando igualmente que mis reflexiones se basan en el camino recomido durante once años de contacto con la problemática que nos ' Agradezco el apoyo prestado por la estudiante del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes Diana Urbano para la realización de este escrito, al igual que el intercambio de ideas con la doctora Ana Lucía Navia, quien fue asistente del Programa Anpaz de la Universidad de los Andes por unos años y posteriormente del Proyecto "Universidad, paz y desarrollo" de la UÑAD. Recientemente escribí un artículo relacionado con los temas que aquí se exponen. Fue presentado en el Congreso de Historia: "Historia, memoria y convivencia", realizado en la Universidad Nacional de Colombia, segundo semestre de 2000. Será próximamente publicado por la profesora María Himelda Ramírez (editora), del Departamento de Trabajo Social de esta misma institución,

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congregó en el simposio realizado por profesores/as de la Universidad Nacional de Colombia, "La Universidad piensa ia paz". Desarrollaré el escrito en cuatro apartados: II. La educación para la paz en los centros de educación supenor y algunos limitantes acerca de cómo construímos conocimiento en Occidente letrado; III. Experiencias que contrastan con la labor que se realiza en gran parte de los centros de educación superior; IV. Logros y V. Algunas propuestas sobre las que podemos seguir trabajando.

I I . La educación p a r a la paz en los c e n t r o s de e d u cación s u p e r i o r y algunos l i m i t a n t e s acerca de c ó m o c o n s t r u í m o s c o n o c i m i e n t o en Occidente l e t r a d o Considero que al abordar este tema de educar para ia paz, de alguna forma nos estamos preguntando acerca de ia forma como construimos conocimiento. Al respecto se ha escrito bastante en los últimos años, tanto por parte de psicólogos/as, educadores/as, filósofos/as, comumcadores/as, historiadores/as de la educación y de la ciencia, neurolmgüistas, como por parte de comentes interpretativas en esas disciplinas como las feministas, socioconstructivistas, post-estructuralistas, etc, Ne gustaría compartir algunos de los aspectos que considero cruciales en este campo de la educación para la paz, pues al abordar el ámbito de la convivencia (o el de vivir consigo mismo/a, con los/as otros/as, con el entorno, o con lo espiritual -pues para muchas personas éste es también un ámbito sustancial en sus vidas-) lo que enuncio a continuación puede ser recordado (puesto que no es nuevo) y, considero, tenido en cuenta. Sabemos que el conocimiento es un producto cultural, que es histórico; por consiguiente, así mismo son las propuestas de educación para la paz y sus afines (como ta educación para los derechos humanos, ei desarrollo, la democracia, la justicia, el tratamiento de conflictos). En este sentido son, entre otros/as, los/as especialistas en historia de la ciencia quienes han propuesto tener presente que todo conocimiento es "localizado". Con este término se refieren a que, de 1234 I

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una parte, él mismo proviene de contextos geográficos e históricos específicos, siendo por consiguiente limitado, y que en el caso de Occidente, al pensar en el conocimiento letrado, se identifica que se han enfatizado en unos sentidos, en detrimento de otros, como io es la preeminencia del ojo (fortaleciendo la relación sujeto-objeto), de la escucha y del habla. Por ende, algunos/as de los/as estudiosos/as del género y la equidad señalan que no podemos olvidar que la cultura hegemómca es audiovisual y que en parte se reproduce a partir de instrumentos como ia lecto-escritura y, especialmente en los últimos decenios, de los medios masivos de comunicación. Es más, se ha identificado que tai manejo de ios sentidos fortalece el masculino social, y no cualquier masculino, sino el hegemónico. En relación con ¡o anterior se ha podido poner en evidencia que en el conocimiento letrado se valora más lo que se asocia con la metáfora de la luz blanca o solar, en detrimento de la metáfora de la luz oscura; el sonido permanente, en detrimento del silencio (no se piensa en este escrito en el producido por el miedo paralizante, pues éste lo conocemos un poco más); de lo seco, así mismo, en detrimento de las metáforas que refieren a lo líquido o húmedo; y tal como fue señalado en el párrafo anterior, por estos canales se fortalece también el androcentnsmo. Esta afirmación no conlleva a señalar que todo lo relativo a la educación formal sea reflejo pasivo de lo antes expuesto; si así fuera, no nos congregaríamos en espacios que buscan debilitar o acabar con las relaciones de explotación y subordinación que fortalecen la reproducción de las violencias, no sólo en países como el nuestro, sino en otras latitudes. Pero sí creo que estas características se deben poner sobre el tapete, por cuanto en muchos casos los programas sobre educación para (a paz, que se siguen proponiendo con énfasis en el mundo de fa abstracción, de la razón patriarcal y que continúan consultando solamente aproximaciones de tradición eurocéntnca, que tienden a invisibilizar el territorio vivido, y con él, los seres humanos y no humanos que lo habitan, difícilmente podrán fortalecer una conviI 2351

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vencía pacífica, si no se abren a otras opciones, es decin si no consultan otnas pnopuestas culturales que puedan aportar desde los territorios mismos al fortalecimiento de la vida, invisibilizar los conocimientos de diferente índole que se han desarrollado en estos ámbitos y que siguen siendo poco valorados en muchos de los contextos de nuestros centros educativos; no tener en cuenta las propuestas y acciones de convivencia pacífica que se realizan dentro y fuera del mundo académico (pues lo primero también ocurre), van en contra del objetivo mismo de los programas. Considero que lo antes expuesto gana importancia en estos momentos de globalización cuando si bien es cierto que el proceso ha permitido ciertos logros en cuanto a la integración, también ocurre que los mismos son insuficientes; es más, no podemos olvidar que bajo este nombre se sigue identificando en forma clara a! tipo de relaciones que llamaban imperialismo en mis épocas de estudiante. Teniendo en cuenta lo antes expuesto, es importante preguntarnos acerca del origen de los programas que se han venido realizando fuera dei país y que en el presente tienen incidencia en Colombia, así como los que recientemente han abierto las instituciones de educación superior en el país. Es pertinente conocer en ta medida de lo posible su origen, logros y limitaciones (estudiados éstos desde variadas ópticas, teniendo en cuenta que nos encontramos en un país plural, y que lo que puede fortalecer la vida según unos/as, puede no hacerlo desde la óptica de otros/as2). Como lo señalaba anteriormente, también se trata en este caso de conocimientos localizados y por consiguiente con limitaciones, como cualquier otra propuesta educativa. La educación para la paz invita, entre sus logros, a hacer visibles los valores que busca fortalecer para evitar precisamente las presentaciones neutras que son tan peligrosas. Por consiguiente, en los programas que se 2 Pienso en ejemplos sencillos y contrastantes que existen al interior de lo que se ha denominado la sociedad civil, y por qué no, en ciertos casos entre los mismos grupos armados, como ser defensor del medio ambiente o no: ver en el androcentrismo uno de los impedimentos para la convivencia respetuosa o no: considerar que la tradición judeo-cnstiana es la que nos puede iluminar en el fortalecimiento de la convivencia pacífica, o no; etc.

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ofrecen, podemos preguntarnos cuáles son esos valores que se buscan difundir cómo se los entiende, y cuál ha sido el proceso para decidir que ése sea el camino a seguir Esto es necesario si buscamos respetar la equidad en ios vanados caminos que existen para afianzar ia paz, pues es parte del proceso de fortalecimiento de la misma. En el presente, creo que los/as educadores/as no estamos seguros/as de conocer las múltiples versiones posibles que existen acerca de lo que se entiende por paz, en territorios tan diversos como tos nuestros.Tampoco estamos al tarto de los distintos caminos que puedan existir para fortalecerla, no sólo ai interior de países como Colombia, sino fuera. Se difunden, sí, algunas aproximaciones que contrastan, que hacen referencia en particular a tradiciones judeo-cristianas, de ia India y orientalistas; pero conocemos menos lo que sucede en Colombia, Recordemos que esta información no sólo se encuentra en los programas de educación para la democracia, los derechos humanos, la paz, la justicia, el desarrollo, los valores, ei tratamiento de ios conflictos o la ética; se los identifica igualmente, por una parte, en espacios académicos como la neurolingüística, la aproximación sistémica, en programas de arte, de literatura, de biología, de ingeniería industria! o de matemáticas; de otra parte, en ámbitos no formales, como los construidos por las mismas comunidades, con apoyo o no de entidades gubernamentales y/o no gubernamentales. Teniendo en cuenta lo antes expuesto, considero que en la medida de lo posible podríamos pensar en que se abran espacios de interlocución con personas de diverso origen cultural, ai igual que con representantes de diversas corrientes religiosas e ideológicas; en amóos casos ietrados/as y no letrados/as, pues esto es fiormativo tanto para nosotros/as, los/as docentes de los pnognamas que se están desannollando o se piensan abrir, como para los/as inscritos/as. Así mismo, propongo incluir la posibilidad de realizar pasantías en experiencias exitosas (locales, regionales, nacionales e internacionales) o "guías" en ei fortalecimiento de la convivencia pacífica, para que la formación no se quede en to abstracto, I 2371

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Es el momento de pensar si las universidades están en posibilidad de dar respuesta a tal tipo de retos, no sólo teniendo en cuenta que el andnocentnismo, y otnos "ismos" estudiados en estos mismos ámbitos, penviven en estas instituciones. Me pnegunto hasta dónde es viable, pon ejemplo, que el conocimiento que transmiten los ancianos y sabedones en los mambeadenos de los indígenas uitotos, o en las sesiones de tejido en las rancherías wayúu, o io que ocurre en los alabados de las poblaciones negras del Pacífico nuestro, pueda ser transmitido en tos centros de educación superior. El espacio es otro pues difiere de lo ietrado occidental, de io urbano, de ios cuadrados y sedentarios salones de clase, con sus contextos que siguen siendo opresores en muchos casos, y cuyas temporalidades difícilmente se ajustan a las necesidades de ias comunidades que se estudian. Las propuestas de educación para la paz que busquen impulsar los centros de educación superior pueden considerar estos aspectos, por cuanto si bien actualmente en nuestro país la mayoría de la población vive en centros urbanos, lo hace no siempre porque ésta haya sido su elección, sino porque "el desarrollo" que impulsamos y nos liega no favorece otras alternativas. Universidad tiende a asociarse con conocimiento citadino. Sin embargo, y contradictoriamente, considero que mucho del conocimiento ancestral de países como ei nuestro consulta precisamente tradiciones rurales y no letradas (aun en las mismas ciudades); esto, rescatado, se podría sumar a los logros que también hacemos desde las instituciones de educación supenor. Quiero aclarar que cuando me refiero a esas tradiciones ancestrales, que bien pueden ser rurales o urbanas (pues es a partir del siglo pasado que esta segunda pauta de poblamiento se empieza a imponer), no creo que todas busquen fortalecer ia vida; es decin, no se trata de una idealización. Considero que a pesar de todos los peligrosos legados de violencia que muchos violentólogos/as del país han denunciado y estudiado, también persisten los de convivencia pacífica, que en momentos como los que se viven, nos cuesta identificar; subsisten en ciertos casos, aun cuando en otros han desaparecido, 1238 I

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Creo que si bien es importante que ios programas de educación para la paz (o afines) analicen las violaciones a los derechos humanos, al DIH, etc., es necesario que no se queden allí, pues sería fortalecer los imaginarios de muerte que difunde el patriarcado en vigencia. Se impone fortalecer las acciones de vida, no sólo difundiéndolas sino aprendiendo de ellas; ésta es otra de las estrategias a seguir por lo menos en el país. En ese sentido se puede proponer a entidades como Colfuturo y Colciencias que se planteen la posibilidad de apoyar las pasantías ya mencionadas, en aquellas localidades y regiones del país en las que se haya podido debilitar la violencia, para que esto se sume a los esfuerzos que realizamos en las universidades, tanto desde los programas de educación para la paz y tratamiento de conflictos (o afines), como desde otros lugares,

I I I . Experiencias que c o n t r a s t a n con la l a b o r q u e se realiza en gran p a r t e de los c e n t r o s de educación superior Deseo compartir un ejemplo, de los vanos que se pueden mencionar en un país como el nuestro, para ilustrar en forma muy sencilla lo descrito en el apartado anterior El caso que voy a relatar está relacionado con el trabajo que realizo como asesora en el campo de la paz en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, U Ñ A D , Ocurre que se está trabajando, entre otras, con el apoyo de algunas O N G para avanzar en programas relacionados con el tema, buscando establecer acciones conjuntas con entidades que hayan dado muestra de fortalecer experiencias de convivencia pacífica en las localidades. En este contexto, en 1999 una O N G constituida por indígenas del Amazonas (uitotos) y por mestizos/as presentó una propuesta para abrir un Diplomado en convivencia pacificaren el que los indígenas ancianos y sabedores serían los maestros, con el apoyo de algunos mestizos. La labor se realizaría en un mambeadero construido en Bogotá, pues llevarlo a cabo en las comunidades de origen en el Amazonas resultaba imposible, dado el costo y

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los posibles peligros (por la guerra) que representaría ese desplazamiento a los/as estudiantes. Además, los mismos indígenas no podían albergar a tanta gente sin que eílo los afectara. Se planteó entonces que lo mejor era congregar a los/as estudiantes en el mambeadero citadino y que el proceso de formación se debería realizar de noche, en torno a las llamas de la fogata que se constituye en el centro del mambeadero, apoyándose en la compañía de plantas sagradas para ellos como el tabaco (y el ambil, o miel de tabaco) y ia coca. Además enfatizaban que en la medida de lo posible las expectativas de los/as inscritos/as no se debían centraren las lecturas que recibirían,sino en la experiencia que buscaban compartir teniendo en cuenta que el conocimiento de ellos no consultaba ia tradición escrita. Manifestaban (por lo menos estas personas) que no entendían por qué se planteaba construir ia paz, pues ésta se vivía o no; identificaban diferencias entre ellos y nosotros, por ejemplo, que los de mayor edad y/o sabiduría entre ellos no vivían en forma tan escindida como nosotros, en lo nefienente a pensan, sentir y actúan hecho que pecosamente nedundaba en la vivencia o no de la paz. Señalaban, entne otros, el problema del afán desenfrenado de riquezas materiales, del consumismo insaciable, del olvido o desconocimiento de las leyes universales e inmutables (a diferencia de las constituciones que cambiaban cada cierto tiempo y cuyo resultado no siempre era perceptible); en fin, otras necesidades, otra cosmovisión para estar en paz, vivir en paz o para construir paz. La existencia de diversos imaginarios, como lo señalaba en párrafos anteriores, no es aigo nuevo, pues ello ha sido expuesto de tiempo atrás por antropólogos/as, y más recientemente por historiadores/as de la cultura y otros/as especialistas del tema; sin embargo, no siempre se tiene en cuenta esta información con la fuerza que se requiere en los programas en cuestión. El otro aspecto que deseo resaltar sobre este caso es que tos maestros indígenas (todos varones), al presentan su hoja de vida como especialistas en el tema, se identificaban como dueños de ciento baile; bailes asociados con aspectos de la natunalezatates como ia lluvia o las

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plantas. Recordemos en este momento la reflexión que presentaba en el apartado inicial sobre el conocimiento localizado; en ese sentido, los/as antropólogos/as ejemplificado formas de socialización alternas a las occidentales que por consiguiente no se apoyan en los mismos sentidos que nosotros/as tenemos, dando resultados cognitivos, relaciónales y de identidad muy diferentes. Por consiguiente me pregunto: ¿Qué buscamos fortalecer cuando se abre un programa de educación para ia paz, para los derechos humanos, para la democracia? ¿Qué tipo de varón y de mujer se espera construir? ¿Qué pautas relaciónales fortalecer? ¿Hasta dónde realmente estamos dispuestos y en capacidad en las "universidades", tan "universales", de afianzar el respeto a la diferencia? ¿Qué diferencias deseamos y estamos en posibilidad de respetar y cuáles no? En síntesis lo que estoy planteando es que sería conveniente abrir espacios de reflexión sobre los programas de educación para la paz (o afines), en los que se enfatice que no se trata de propuestas neutras, puesto que en los mismos se pueden identifican por ejemplo, los grupos de población que van a ser más beneficiados a partir de ellos y los que serán menos favorecidos.

IV. Logros Si bien he expuesto lo anterior es decir que los programas de educación para ia paz surgen de contextos específicos y por ende logran resultados limitados, y aun cuando se trata de un campo de conocimiento relativamente joven (apenas emergen institucionaimente en Colombia), pienso que ha habido importantes avances entre nosotros/as, de los cuales quiero mencionar tan sólo algunos, que a mi parecen son significativos. - Se tnata de otno espacio interdisciplinario, que busca congregara muchos de los"istas"de nuestro medio:feministas,ambientalistas, antirracistas, especialistas en tratamiento de conflictos, etc., para identificar formas de fortalecer la convivencia; lo que para nosotros/as es una ganancia. I 241 I

Educación para la paz: límites y posibilidades

- Es un ámbito educativo que se apoya, en ocasiones, en formas no tradicionales de enseñanza y aprendizaje que consultan la estética (como el arte o el juego), o métodos socioafertivos, los cuales, conjugados con la teoría, permiten más fácilmente en nuestra tradición cultural, "co-construir" y acercarnos a la realidad vivida, - Se abre la posibilidad de reflexionar acerca de cómo hemos manejado los conflictos y de encontrar alternativas no vioíentas para el manejo de los mismos, - Es posible pensar la paz no sólo como resultado de la extinción de la guerra, sino como ei debilitamiento progresivo de ia/s violencia/s, y en ese sentido hacer evidente que lo cotidiano es sustancial para avanzar en el segundo aspecto, - Se ha identificado que el acto comunicativo se puede desarman pues las armas simbólicas son a veces peores que las otras, ciaramente identificadas. - Nos hemos hecho conscientes de que somos más frágiles de lo que nos habían enseñado, lo cual implica que en la medida de lo posible es importante no generar heridas físicas o simbólicas.

V. A l g u n a s p r o p u e s t a s s o b r e las q u e p o d e m o s seguir trabajando - Presentar cursos obligatorios sobre la historia del conocimiento occidental, incluyendo el de la educación para la paz, para contextualizar sus alcances (especificando que la interpretación de la historia se haría desde el mismo Occidente letrado). - Es conveniente identificar y señalar ei modelo de varón y de mujer que se busca fortalecer, pues los programas parecen apoyarse en modelos de pensonas "individuadas", cuyo referente es el "ciudadano" de corte blanco, androcéntrico, antnopocéntnco, adulto, "normal", "sano y saludable"... Este es el tipo de persona que se construye históricamente en Occidente después de la Revolución industrial; sin embargo, no debemos olvidar que en países plurales como los nuestros, aun en el presente quedan rezagos de 1242 I

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culturas que no consultan esta tradición, y que quizás allí conserven su fortaleza en la convivencia, - Es necesario señalar que estos programas de educación para la paz nacen en contextos occidentales - a veces letrados, a veces n o y que quienes llegan a las universidades hacen parte, en la mayoría de los casos, de la primera forma de conocimiento. En ese sentido el saber no letrado queda por fuera, pero en la medida que se pueda, debemos buscar incorporarlo. Por eso, ias experiencias de muchas O N G , de comunidades y grupos rurales o urbanos pueden ser valiosas, porque su trayectoria responde a las necesidades de territorios vividos. - Considero pertinente impulsar la realización de pasantías en este u otros países (y no sólo inscribirse en maestrías o doctorados en estos campos de conocimiento), con las agrupaciones y comunidades que han avanzado en la convivencia pacífica, - La teoría tiene sus limitaciones, como se señalaba anteriormente, pues no siempre hace que el estudiante se sienta involucrado en la problemática estudiada; así mismo el método socioafectivo no siempre suministra suficientes bases al/a la interesado/a en ia problemática para fortalecer su proceso de formación. Por consiguiente, teniendo en cuenta la forma de operar de nuestra cultura, ambas modalidades son necesarias.

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Desarrollo moral y educación valorativa JAIMEYÁÑEZ

Psicólogo Profesor de la Universidad Nacional de Colombia En las discusiones recientes de ia filosofía política y moral existe una infinidad de aspectos debatidos que tienen que ver con las concepciones de libertad, igualdad, justicia, el papel del Estado, la idea de democracia, las políticas de intervención y protección de determinados grupos sociales, ei problema de las minorías, la situación de las identidades y la multiculturalidad social, la clasificación de los discursos prescnptivos, el sentido dado a los principios morales, etc, Muchas de esas discusiones se refieren a tópicos o niveles diferentes e incluso son parte de disciplinas o prácticas singulares. Sin pretender ofrecer ni tomar parte en un debate respecto a una clasificación o una jerarquización de los problemas presentes en las disciplinas que abordan problemas morales, podríamos diferenciar las polémicas referidas a la constitución o fundamentación de lo moral, de aquellas centradas en analizar alguna situación o propuesta determinada para la reglamentación de las instituciones sociales, la implementación de una concepción política o jurídica particular o las propuestas educativas para su desarrollo. Esta diferenciación de niveles de discusión nos permitirá concentrarnos en los debates sobre la constitución del fenómeno moral en el primer apartado de este artículo, dejando para I 2471

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posteriores secciones tas discusiones psicológicas sobre el desarrollo moral y la educación valorativa. En la definición del punto de vista ético, la filosofía moral moderna presenta un fuerte debate entre las teorías cognitivistas y racionalistas de corte kantiano y utilitarista y las propuestas neoarístotélicas y pragmáticas. Para las éticas racionalistas la moral se entiende desde principios propuestos como universales y según algunas reglas de deducción con las que se podría justificar o evaluar como correcta o no una determinada conducta o juicio moral. Siguiendo el modelo kantiano, la ética debería fundamentarse en la capacidad racional del ser humano y con ella posibilitarse ta autonomía y la libertad. Kant, tomando la Geometría como modelo pretende sustentar tos juicios éticos a partir de principios universales que al proponerse como leyes racionales asumirían un carácter prescnptívo en la acción humana. La libertad, expresada en la posibilidad del ser humano de imponerse leyes a sí mismo, garantizaría que el ser humano pueda pensar la moral según unos principios que operarían independientemente de un análisis calculador de consecuencias e intereses particulares1. El ejercicio deóntico de la razón ética propone una defensa de lo moralmente correcto aparte de los ideales de realización o de "vida buena" que existan en grupos o comunidades determinadas. Según esta posición kantiana, y con ella todo el pensamiento liberal2, la preocupación ética debe tener como propósito, en su formulación universal, propender al establecimiento de la libertad y la igualdad de todos los seres humanos3. Para la tradición liberal, la libertad e igualdad se garantizan si la reflexión ética se propone como parte de un tribunal o una sene de procedimientos imparciales y con valor universal. La justicia, expresada según Kant, l„ La crítica de la razón práctica, México D, F„ Alfaguara, 1986. Bajo el término de éticas liberales incluyo posiciones utilitaristas y deónticas del estilo de Kant, Rawls, Nozíck, Dworkm, y otros que tienen como preocupación fundamental la defensa de la libertad y la igualdad, 3 Cortina,A„ Etica mínima. Introducción a la filosofa práctico. MadridJecnos, 1992, y Dworkm, R., La comunidad liberal. Bogotá, Siglo del Hombre Editores. 1996. 2

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este ideal de imparcialidad, se propone para reglamentar las interacciones entre los hombres y posibilitaren cada uno de ellos el libre ejercicio de su voluntad y el desarrollo de sus concepciones personales de realización. En contra de esta posición, las posturas neoanstotélicas y pragmáticas señalan las dificultades de considerar los juicios éticos según procesos deductivos ajenos a ias determinaciones contextúales y los artos de valoración propios de los individuos en las situaciones específicas. S. Benhabib, WalzenTaylor Maclntyre y Rorty, entre otros, han señalado que la perspectiva imparcial de ias posturas racionalistas no permite contemplar los actos de valoración ni los procesos de significación de las diferentes necesidades e intereses que participan en cualquier ditema de tipo moral, Maclntyre, y con él algunos pensadores comumtaristas, formulan que las proposiciones éticas son completamente inconmensurables entre sí y que operan sobre una serie de presuposiciones propias de una tradición que ha perdido sus intenciones teleológicas. Las diferentes posturas ante vanados dilemas éticos parten de premisas que no pueden ser analizadas bajo un procedimiento o formulación imparcial. Cada posición parte de presupuestos que se resisten a su disolución en un proceso argumental o en un análisis procedimental dei tipo que se propone como universa! en las éticas liberales4. Sea en la discusión sobre la justicia5, el aborto, la guerra6, o ei suicidio7, Maclntyre concluye que la discusión ética no puede operar 4

Deberíamos más bien denominar a estas posiciones, para poder establecer alguna forma de diferenciación, éticas tradicionales, ya que dentro del mismo comumtarismo se encuentran autores como Taylor y Walzer que hacen una defensa de las propuestas liberales, Maclntyre es et más radical entre los comumtaristas y el que propone con toda vehemencia a imposibilidad de una defensa racional de cualquier planteamiento ético. 5 Maclntyre contrapone en la discusión la propuesta igualitarista de Rawls al libertansmo de Nozíck para mostrar la imposibilidad de lograr un consenso sobre presupuestos en la discusión sobre la justicia distributiva y las funciones que debe asumir el Estado en la eliminación de las desigualdades. ' Estos dos últimos ejemplos van a ser tratados más adelante. 7 Maclntyre, utilizando los mismos principios del imperativo kantiano, argumenta contra ei mismo Kant para justificar la eutanasia o la muerte digna. Ai mostrar que los mismos principios pueden ser usados para defender posiciones opuestas, Maclntyre muestra tanto la inutilidad de esta propuesta procedimental, como las contradicciones a las que se ve obligado Kant para rechazar el suicidio como posibilidad de conducta ética,

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de manera independiente de concepciones y visiones particulares. La ética sería, según nuestro radical autor parte de una tradición que a pesar de operar por debajo de las conciencias o las teorías explícitas determina lo que todos los sujetos pertenecientes a ella juzgan como razonable, ético, o ai menos digno de consideración. Una tradición opera a partir de infinidad de presupuestos, capaces de generar una dinámica que se expresa de variadas formas en cada oficio, personaje o contexto singular. Aparte del cuestionamiento de las éticas tradicionales que pretenden fundamentar el discurso ético en una supuesta imparcialidad y análisis procedimental, las propuestas comunitaristas y pragmáticas abogan por una defensa de las diferencias y la multiculturalidad de las sociedades, Si las éticas tradicionales, tanto deontológicas como consecuencialistas, abogaban por el establecimiento de la igualdad como objetivo fundamental del debate ético, las posturas neoaristotélicas de corte comunitarista y pragmático propenden a incorporar en el debate ético el discurso de la diferencia. No sería suficiente, se argumenta desde esta última posición8, que los sujetos sean tratados como iguales ante la ley, o que el Estado propenda a eliminar las desigualdades sociales, sino que debe aceptarse que para algunos grupos sociales es imprescindible el reconocimiento de su diferencia y singularidad. Para una cultura minoritaria que ha sido marginada por la historia de algunos espacios de poder y decisión, y que no ha tenido las mismas posibilidades de acceso a ciertos medios o recursos, no basta la aceptación por parte de la sociedad de su igualdad como ciudadanos, sino que es necesario contemplar ia posibilidad de que para esta comunidad su preocupación no sea integrarse a una cultura que no le es propia. El caso de Québec, de los indígenas americanos, de ios vascos u otra infinidad de casos, llevan a pensar la justicia no solamente en términos de igualdad, sino en el reconocimiento de la diferencia. El reco8

Taylor, Ch., Argumentos filosóficos. Barcelona, 1997; y Walzer M., Los esferas de lo justicia. México D. R, Fondo de Cultura Económica, 1993.

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nocimiento no es una preocupación ajena a los derechos individuales ni un peligro para la unidad de una nación, sino más bien una necesidad básica de los individuos. Cuando una población es convertida en minoría y marginada de los centros de decisión, la única posibilidad que le ofrece una sociedad que pretende la uniformidad, para participar como ciudadanos con plenos derechos, es el sometimiento a sus reglas y tradiciones. Este "sometimiento" no sólo aleja a los individuos de su historia de constitución de identidad, sino que los convierte en ciudadanos sin tierra, sin pertenencia, sin completa identificación ni aceptación de su cultura adoptiva... en fin, en ciudadanos de segunda. La tradición particular no sólo facilita la unidad de una comunidad sino que garantiza la identidad y el desamollo de cada uno de sus miembros. Una sociedad que busque la constitución de un proyecto colectivo y una convivencia pacífica, debe incorporar tanto en las instancias políticas, judiciales, como comunales, a la par que en la justicia, el reconocimiento a la diferencia y el respeto a las tradiciones y creencias particulares, Independientemente de los debates que hubieran podido surgir por la manera de entender lo multicultural, y dentro de este concepto la justicia y el reconocimiento, es importante señalar que estas propuestas incorporan en el debate ético la discusión sobre la identidad y el análisis de los presupuestos que llevan a una cultura a considerar al otro como semejante y a evaluar las maneras como se constituye su cotidianidad. La defensa de una tradición o la necesidad de comprender los procesos que determinan la razonabilidad y la eticidad no pretenden apoyar un relativismo, sino abogar por la igualdad y el reconocimiento como propósitos universales. La universalidad no es garantizada por un procedimiento formal, ni por una serie de principios que se propongan como imparciales; la universalidad es tan sólo un propósito que asume una función de guía para recordamos que debemos procurar el entendimiento entre los hombres y para aseguramos que la vida y la dignidad humanas sean una preocupación de ¡a vida cotidiana. I 2511

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Esta discusión, presente en ta filosofía moral, tiene una influencia directa en las disciplinas encargadas de estudiar el desarrollo moral del individuo y su educación valorativa, tal como a continuación habremos de abordarlo.

El d e s a r r o l l o m o r a l y v a l o r a t i v o Tanto en la Psicología como en la Pedagogía volvemos a encontrar las posiciones opuestas que tratamos en el apartado anterior ahora debatiendo sobre el desarrollo y las estrategias pedagógicas. En estas dos disciplinas encontramos propuestas que consideran tanto lo mora! en términos de juicios y procesos formales como aquellas que proponen entenderlo según procesos de constitución de identidades.Veamos algunas formulaciones básicas de estas dos posturas antes de exponer con algún detalle sus estrategias metodológicas y sus propuestas pedagógicas, Lawrence Kohlberg9 podría ser considerado el iniciador de ia Psicología del desarrollo moral, específicamente desde una perspectiva deontológica. Este auton netomando las propuestas cognitivas y formalistas de Kant y Rawls, pnopone una teoría del desarrollo psicológico que da cuenta de las diferentes maneras y niveles como los sujetos comprenden y argumentan sobre los problemas morales. La argumentación moral en términos de justicia sería la expresión de un estadio último de desarrollo que en la teoría de Kohlberg se propone como ideal. El ser humano en su máximo nivel de desarrollo moral habría de ser capaz de pensaren términos de principios universales10 que operan independientemente de fas normas de una sociedad específica o 9

Kohlberg, L, Zur Kogmtiven Entwicklung des Kindes. Frankfurt/Main, Suhrkamp, ¡974, Kohlberg retoma para sus juicios morales el concepto moral de Kant expresado en su imperativo categórico y la justicia como equidad de Rawis. La idea de principio refiere a ciertas normas con carácter universal que posibiliten evaluar las situaciones o acciones de los individuos. Ejemplos de principios pueden ser el "Trata a todo ser humano, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin en sí mismo y nunca como un medio": "Busca el máximo bienestar para el mayor número de personas"; "No hagas a los demás lo que no deseas que te hagan a ti". Dentro de estos ejemplos, Kohlberg -aceptando la argumentación de Kant y Rawls- retoma como principios válidos la libertad en sus vanadas formas (de expresión, de asociación, etc.), la igualdad de oportunidades y e favorecimiento de los más afectados en cuanto a posesión de ciertos bienes sociales. 10

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los intereses de grupos o individuos determinados. Este máximo mvei de desarrollo contrastaría con los niveles de desarrollo más elementales. Si ei último nivel,denominado por Kohlberg"postconvencional",consistiese en que los sujetos habrían de razonar de manera independiente de ias presiones o vínculos sociales o personales, los niveles anteriores de razonamiento moral sí estarían expuestos a múltiples dependencias que afectarían los juicios imparciales y de justicia. Los sujetos de niveles preconvencionales y convencionales mostrarían sus limitaciones en el sometimiento a reglas compartidas por la mayoría (como sería en el nivel convencional), o estarían restringidos a orientar las acciones de acuerdo a intereses egoístas o a la evitación del castigo, Este esquema del desarrollo moral lleva a Kohlberg a proponer como explicación de la conducta moral o amoral de los sujetos el que permanezcan en determinada forma de razonamiento moral. De acuerdo con esto, ei desarrollo de sujetos éticos sólo sería posible si se facilitara que todos los individuos alcancen estadios superiores de este esquema de evolución cogmtivo-evolutivo. Las propuestas educativas de orientación kohlberiana habrían de dirigirse a que los sujetos aprendan a razonar en el terreno moral bajo determinadas reglas de deducción. El proceso educativo debería buscan apante de procurar convertir los medios escolares en comunidades justas, que los sujetos desarrollen su forma de argumentación, su valoración y respeto de aquellos principios que refieren a los derechos y necesidades primarias del ser humano. El pensamiento kohibenano pretende impulsar el desarrollo de los individuos hacia niveles superiores de argumentación moral a través del entrenamiento de éstos en la resolución de dilemas morales hipotéticos". La discusión repetida de dilemas hipotéticos per1

Como lo anotamos anteriormente esta metodología es acompañada de intentos por transformar las instituciones donde los sujetos se encuentren. Así, en las instituciones escolares sería fundamental la constitución de gobiernos escolares y formas transparentes de administración y control democrático. Obviamente este aspecto, que es crucial para toda propuesta educativa y que consideramos de vital importancia, no va a ser parte de nuestro análisis, ya que lo que identifica de manera especial la propuesta kohlberiana es el trabajo sobre la resolución de dilemas hipotéticos de tipo moral

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mitiría, cree Kohlberg, el desarrollo del sujeto y lo llevaría a emitir juicios de carácter imparcial que encierren un respeto al otro y a sus derechos y necesidades básicas.

Ilustremos a través de un dilema

particular la manera como Kohlberg caracteriza el juicio moral y cómo éste habría de ser desarrollado: "En algún lugar de Europa una mujer enferma de cáncer se encuentra cerca de su muerte, Existe un medicamento que podría salvarla; un medicamento que un farmaceuta de su misma ciudad ha inventado recientemente. El farmaceuta cobra 2000 dólares por su invento. Heinz, el esposo de la mujer solicitó a sus amigos y conocidos el dinero prestado para pagar la medicina. Al no obtener la suma requerida, solicitó al farmaceuta que le vendiera más barato el medicamento o que le permitiera pagarlo más tarde. Al recibir del farmaceuta un "no" por respuesta, Heinz, en su desesperación, ent r ó en la farmacia en la noche y robó el medicamento". ¿Debió Heinz realizar el robo? ¿Por qué? Al contestar estas últimas preguntas, la m e t o d o l o g í a kohlberiana sugiere formular nuevos interrogantes del estilo: ¿Qué habría hecho usted en el caso de Heinz?; ¿qué habría pasado si la enferma no fuera su esposa sino un desconocido? Estas preguntas, que Kohlberg hace para recoger la fiorma de argumentación de los sujetos, ejemplifican la estrategia pedagógica dentro de este paradigma teónco. En el dilema expuesto, Kohlberg cree que se presenta un conflicto evidente entre la salvación de una vida y el respeto a la propiedad privada. La preocupación de Heinz reflejaría la necesidad de salvar una vida humana, obligación que contrastaría con el respeto a la propiedad intelectual del farmaceuta. Independientemente de la solución que se le dé al dilema moral, lo importante es que el sujeto, en su nivel más alto de desarrollo moral, dé argumentos sobre cada una de las posibilidades que ofrece el conflicto presentado y sobre cómo cada acción afectaría de manera mediata o inmediata al ser humano, su vida en comunidad y su dignidad. En los niveles más elementales de desa1254 I

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rroilo moral, según el esquema kohlberiano, los sujetos habrán de concentrarse en las consecuencias de la acción, o en la obediencia a reglas sociales, e incluso en ei vínculo que pudiera existir entre Heinz y su esposa. Dilemas como el de Heinz se proponen, en ia teoría de Kohlberg, tanto para descifrar el tipo de razonamiento de los sujetos como para diseñar una estrategia pedagógica. En el proceso educativo habría que atenderá los niveles en que se encuentren los sujetos para no demandar de elíos respuestas que desborden sus niveles o capacidades de comprensión. Obviamente, comprender el nivel propio de desarrollo en que se encuentre un sujeto no implica que la discusión ética se reduzca a aceptar su forma de razonamiento y a presentar la información bajo sus limitados marcos de interpretación. Pantin del estadio de razonamiento monal permite, además de conocer el nivel de elaboración y argumentación de los sujetos, presentar argumentaciones de un nivel inmediatamente superior a la que presenta la persona, para así provocar en ella un conflicto que tendría la función de facilitar su desarrollo, Kohlberg, quien retoma la concepción de conflicto como m o t o r del desarrollo propuesta por Piaget y Mead, cree que las argumentaciones que están por encima de un estadio particular de desarrollo pueden, además de ser comprendidas por los sujetos, generar en ellos una desestabilización que impulse el desarrollo. Contraponer argumentos por encima del nivel argumental de los sujetos llevaría a que éstos se desestabilicen y puedan llegar a considerar perspectivas más amplias y por lo tanto a avanzar en sus formas argumentativas, Kohlberg cree que su análisis sigue una orientación deóntica ya que ¡o que espera como prueba de niveles más elaborados de juicio moral, es que el dilema se evalúe en términos de la prioridad de la vida, la libertad y la dignidad humanas. De esta manera, juicios que harían referencia a contemplar los intereses del farmaceuta, e incluso de la esposa enferma reflejarían niveles más elementales de I 2551

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razonamiento moral. Niveles que se concentran en considerar las consecuencias, o los vínculos que (as personas mantienen entre sí12, Sin necesidad de analizar la manera en que Kohlberg evalúa las respuestas de sus sujetos de investigación, mostremos como sus "historias hipotéticas" reflejan más bien intereses en juego y cómo contienen a su vez un análisis consecuencialista alejado de sus votos deontoiógicos.

Ejemplifiquemos esto con algunas variaciones de la

historia de Heinz. "Enk es un químico que obtuvo un título después de largos años de estudio y trabajo simultáneo. Después de una penosa y larga historia como empleado en firmas farmacéuticas y de recibir un salario despreciable, descubrió un medicamento con el 70% de efectividad contra la hepatitis B. A pesar de ta alta efectividad de su medicamento, recibió poca atención de las grandes firmas farmacéuticas y de la comunidad científica internacional. Debido a los altos costos de su investigación y con el ánimo de continuar su trabajo y elevar el porcentaje de efectividad de su descubrimiento, impuso un alto precio para su venta, Semanalmente debió rechazar varias solicitudes de donación o rebaja del valor de su medicamento, de enfermos de variada procedencia. Después de algún tiempo y con los ingresos por la venta de su medicamento, logró continuar exitosamente su investigación, alcanzando ei 100% de efectividad para su fórmula. Además, Enk descubrió la vacuna contra la malaria. Donó esta última a la Umcefi para que de esta manera los países pobres pudieran acceder a ella. En cambio vendió la medicina contra 12

Kohlberg permanentemente utiliza una estrategia muy piagetiana para argumentar contra sus críticos. Los principios morales propuestos desde posiciones diferentes a aquellas asumidas por él son interpretadas en analogía con niveles inferiores del desarrollo psicológico. De esta manera, ubica los principios utilitaristas e incluso cristianos como expresión de niveles convencionales e incluso preconvencionales. Esta argumentación no es lo suficientemente consistente en la obra de Kohlberg, ya que los argumentos que utiliza para evaluar ciertas situaciones particulares reflejan perspectivas diferentes a las suyas. Por ejemplo, cuando se refiere al intento de asesinato de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial, afirma que "a veces es correcto matan porque puede ser justo. Los alemanes que intentaron matar a Hitler hacían io correcto porque el respeto por el igual valor de la vida demanda que matemos a quien está asesinando a otros, si con ello podemos salvar otras vidas". Kohlberg, L, The Philosophy of Moral Development San Francisco, Nueva York, Harper and Row, 1981, p, 39

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la hepatitis B a un costo alto a una firma farmacéutica". ¿Cómo juzga usted la conducta de Enk?13 En esta historia ei personaje central es el farmaceuta y ios personajes secundarios son los miles de Heinz que demandaron precios favorables o donaciones de la medicina que podría curar la enfermedad. ¿Habríamos evaluar de la misma manera en esta historia de la conducta del farmaceuta y de los miles de Heinz que en la presentada por Kohlberg?14 De la misma manera podríamos cambiar la historia si ésta es narrada desde la perspectiva de ia esposa de Heinz, sobre la que podríamos describir hipotéticamente que ella, amando a su mando, se opondría a que éste arriesgue su vida para salvar la suya; e incluso podría sentir que no desearía ver a su esposo tras las rejas especialmente en estos momentos que ella considera finales, O podríamos, si se quiere, presentar la historia desde una mujer que, tras haber sido desahuciada, no quiere prolongar su vida en el dolon ni generar tnagedias a su familia de la que quisiera despedirse dejándoles segundad y los recuerdos más felices15. Podríamos continuar este ejercicio indefinidamente, haciendo variaciones no solamente sobre los personajes centrales de ia historia sino sobre las preocupaciones que motivaron sus acciones. Podríamos, por ejemplo, considerar como preocupación de la esposa de Heinz su 3 Ejemplo tomado de Yáñez, J„ "Debates en la psicología del desarrollo moral", en Diálogos. Discusiones en la psicología contemporánea. Bogotá, Unidad de Publicaciones, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia, 2000. 11 En los años 60 y 70 Kohlberg y algunos de sus discípulos clasificaban las respuestas de las mujeres, que pedían considerar los intereses del farmaceuta en el dilema de Heinz expuesto, como propia de niveles más elementales de razonamiento moral. Kohlberg, quien partía del esquema de desarrollo ontogenético propuesto por Piaget, siempre consideraba el pensamiento diferente como producto de niveles más primitivos y elementales. La Psicología y el pensamiento feminista cuestionaron esta forma particular de exclusión de grupos minoritarios y se sugirieron otros criterios éticos para entender el desarrollo moral. Éste ya no habría de verse como un proceso de desarrollo hacia la imparcialidad y ia no interferencia, sino hacia el reconocimiento y la solidaridad con el "otro". 5 Es claro que en este caso el dilema se convierte en un caso de eutanasia y de derecho a una muerte digna, dilema que Kohlberg habría de analizar a favor de la paciente y de todos aquellos que prefieren evitar el dolor para sus parientes y para sí mismos, como él mismo lo consideró en su propio caso.

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deseo de sen openada pana corregir un defecto físico, o para mejoran su apaniencia, o para adelgazan u otra infinidad de posibilidades que evidenciarían que todo dilema encierra variados intereses e indefinidas presuposiciones.Todas las posibles variaciones que presentamos ante un determinado dilema nos conducen a mostrar tanto que éstos no pueden ser mostrados de manera ¡mparcial, como que las maneras de evaluarlos no dependen de un ejercicio argumental orientado según principios con carácter universal. Las posiciones opuestas en un dilema o una situación que tenga que ver con la vida y la convivencia humana dependen más bien de presupuestos o valoraciones pnevias que nesultan inconmensurables. Los desacuerdos no pueden interpretarse en términos de capacidades racionales, ni de habilidades comunicativas, sino más bien de presuposiciones que difícilmente pueden hacerse explícitas. Del mismo modo, los acuerdos no reflejan un procedimiento de argumentación compartido, ni la aceptación de principios universales, ni un discurso de asentimiento sobre el significado de los derechos fundamentales, sino más bien un acto de negociación que retoma una serie de presuposiciones y valoraciones propias de una cultura y tradición determinadas16. Antes de desarrollar esta última ¡dea ilustremos de manera más amplia el significado de la inconmesurabilidad de ias diferentes propuestas o posturas éticas. Empecemos con el aborto. Respecto al aborto existen dos posiciones irreconciliables que no pueden llegar a un acuerdo bajo datos científicos o argumentos de autoridad. Una posición podría argumentar, por ejemplo, que el aborto debería ser promovido, o al menos permitido, ya que no se puede hablar de vida humana en un embrión antes de dos o tres meses, y que si se realiza la operación de interrupción dei embarazo durante ese lapso, la salud de la mujer no corre ningún riesgo. La posición contraria partiría de considerar que hay vida humana desde el momento de la concepción y que por lo tanto permitir el aborto es aceptar un asesinato. 'Yáñez, J„ op. cit.

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Cada una de estas posiciones parten de premisas que no pueden ser demostradas de manera concluyeme o definitiva ni por la ciencia, el derecho o una doctrina religiosa o política cualquiera. La decisión sobre el aborto no habría de tomarse con un procedimiento que llevara a sopesar todos los argumentos a favor o en contra y a optar según principios universales, sino que habría de depender del supuesto inicial sobre qué es y desde cuándo se puede hablar de vida humana17. De manera similar podríamos pensar el problema de la guerra y la paz, ya que estas problemáticas también nos conducen a posturas a veces irreconciliables. Por ejemplo, sobre esta problemática podemos encontrar ias siguientes posiciones: una postura pacifista y una que aboga por una guerra justa. La primera posición podría plantear que en los tiempos modernos hay suficientes razones para el no uso de la violencia y el ejercicio de la guerra. Esta postura se sustenta en el alto poder destructivo de las armas modernas y en ¡a imposibilidad de diferenciar a! combatiente de los ciudadanos indefensos; igualmente propone considerar múltiples mecanismos de presión -tanto nacionales como internacionales- para hacer denuncias o evitar que se sucedan acontecimientos atentatorios contra la vida y la dignidad de los pueblos. La otra posición podría justificar el uso de la fuerza cuando una potencia o un país más poderoso invade a otro más débil, o cuando en un país determinado existe un poder dictatorial que impide cualquier forma democrática de expresión o de redistribución justa de los bienes nacionales. Estas dos posiciones podrían utilizar las mismas nociones de justicia y los mismos principios morales para justificar su actitud ante la guerra; sin embargo, sus conclusiones serían diametralmente opuestas y, en muchos casos, directamente irreconciliables. El caso de Heinz, el del aborto y el de la guerra nos llevan a pensar que las diferencias en la comprensión de un fenómeno no residen en los "principios" de los que se parten, ni en los procedimientos 17

Maclntyre,A., DerVerlust derTugend, Zur Mosalischen Krise der Gegrnwart, Frankfurt/

Main, Campus, 1987,

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utilizados para llegar a un acuerdo, sino en ciertos supuestos que llevan a evaluar los hechos comunes de manera diferente. Lo sensato, lo adecuado, lo razonable no proceden de criterios o procedimientos de análisis imparcia!, sino de la sene de implícitos y valoraciones que se comparten en una comunidad o tradición. Esa sene de implícitos y presuposiciones que facilitan el entendimiento son ios que delimitan la pertenencia o no a determinados juegos de identidad. La identidad, entendida como el acto de coherencia y entendimiento consigo mismo y con ios demás, permitiría entender los acuerdos fáciles, los clichés utilizados para vaiorar ciertos eventos, los actos que dificultan o facilitan la comunicación. En fin, ¡a referencia a la identidad nos lleva a cambiar la discusión sobre la justicia, al reconocimiento de ias múltiples valoraciones y presuposiciones que sostienen todo acto de encuentro y desencuentro.

La educación v a l o r a t i v a y la c o n s t i t u c i ó n de la i d e n t i d a d Sin desconocer las campañas educativas sobre los derechos humanos, ni los movimientos de modificación y fiscalización de la labor política, ni los aportes de la Constitución de 199 I y sus nuevas instituciones, el discurso sobre la identidad es una manera de pensar ia educación ciudadana que se ofrece para su estudio y exploración. La identidad de cada pueblo se crea a partir de muchos monumentos, ídolos, instituciones, orgullos, vergüenzas, recuerdos del pasado que generan sensaciones compartidas, sueños o desesperanzas. En el proceso de pensamos a nosotros mismos a través de múltiples formas narrativas habremos de descubrir nuestros juegos, nuestros procesos de reconocimiento y descalificación, nuestras desconfianzas, nuestras oscuras resistencias y tal vez unas más amplias nociones de justicia y soiidandad. En mi utopía, ¡a solidaridad humana no aparecería como un hecho por reconocer mediante la eliminación dei "prejuicio", o yéndose a esconderá profundidades antes ocultas, sino más bien como una meta por alcanzan No se la ha de alcanzan 1260 I

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por medio de investigaciones, sino por medio de la imaginación, por medio de la capacidad imaginativa de ver a los extraños como compañeros en el sufinimiento [,..] Este pnoceso de legan a concebir a los demás seres humanos como «uno de nosotros», y no como «ellos», depende de una descripción detallada de cómo son las personas que desconocemos y de una redescripción de cómo somos nosotros. Ello no es tarea de una teoría, sino de géneros tales como la etnografía, el informe periodístico, los libros de historietas, el drama documental y especialmente la novela [...] En mi utopía libera! [el] reconocimiento sería parte de un giro global en contra de la teoría y hacia la narrativa. Ese giro sería un símbolo de nuestra renuncia al intento de reunir todos los aspectos de nuestra vida en una visión única, de redescnbirlos mediante un único léxico. Equivaldría a un reconocimiento ,.. [del] hecho de que no hay forma de salirse de las diversos léxicos que hemos empleado y hallar un metaléxico que de algún modo dé cuenta de todos los léxicos posibles, de todas las formas posibles de juzgar y de sentir Una cultura histoncSsta y nominalista como la que concibo se conformaría, en cambio, con narraciones que conectan ei presente con el pasado, por una parte y por otra parte, con utopías futuras. Y lo que es más importante, consideraría la realización de utopías, y la elaboración de utopías ulteriores, como un proceso sin término, como realización incesante de la libertad y no como convergencia hacia la verdad ya existente18. En ei ánimo de encontrar ese léxico que marca nuestra historia, podemos referirnos al conjunto de nuestros mitos, historias, leyendas y orgullos que se expresan en múltiples formas narrativas, desde aquellas expresadas en el cine hasta aquellas bromas que invaden la atmósfera de un encuentro casual. En muchos países que han vivido un largo período de colonización y una aún más larga historia de miseria y corrupción y donde se ha arrasado con su pasado, sus tradi8

Rorty, R„ Contingencia, ironía y solidaridad. Barcelona, Ediciones Paidós, 1996, pp. 18 y

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ciones, sus ídolos, con los orgullos de unos tiempos anteriores a la violación y la humillación, parecen presentarse fenómenos comunes. La viveza, el orgullo por la trampa, por el engaño a las formas de poder el humor como acto de dominio, el orgullo por destrezas varoniles, por el sometimiento del otro a través de la fuerza o de la lengua parecen ser parte de los mitos y rituales que podrían encontrarse en muchos países que han sufrido una historia humillante de dominio y un largo proceso de corrupción y abusos de poder. Ejemplos de esto se pueden observar en el orgullo por la astucia, en la actitud ante la trampa, en la ley de la "papaya", en la incredulidad ante la norma, en el engaño como regla del rebusque, en la indiferencia ante la guerra, en el humor como ritual de ofensa, en el odio a la riqueza, en los sueños por distribuir miseria, en la despreocupación por la riqueza y el espacio público, en la violación sistemática de aquellas normas que garanticen una mínima convivencia, en el desconocimiento de los más mínimos derechos y seguridades dei vecino, en las agresiones contra el diferente, en las humillaciones contra el obediente, el débil, el respetuoso de la norma. Son muchas las formas de expresión que empiezan a aparecer en este país con el ánimo de pensarnos a nosotros mismos: las telenovelas costumbristas, las obras literarias de los jóvenes escritores que escriben sobre la vida de los sicarios, sobre la vida de la rumba, sobre las noches de burdeles. Podemos mencionan por ejemplo, las películas de Sergio Cabrera y Víctor Gaviria, los múltiples estudios y narraciones de Alape y muchos intelectuales, la abundancia de cuenteros y artistas callejeros. La imagen creada a través de obras literarias, cuentos, historias cortas, figuras o personajes públicos deben convertirse en una excusa para pensar sobre nuestros mitos, nuestros juegos, nuestras incapacidades para descifrar nuestras maneras de convivencia. Nuestros mitos, nuestras narraciones, no deben ser motivo de indagación veraz, no deben ser desnudadas en recomendaciones o llamados a la convivencia, el optimismo y el respeto. Nuestras narra1262 i

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clones deben ser mostradas a través de otras narraciones, que evidencien lo ridículos, bizarros o autodestructivos que pueden ¡legar a ser nuestros juegos, mitos y autodescripciones. En cualquier narración es irrelevante la fidelidad a los hechos, ya que un mito expresado a través de datos se tnvializa y lleva al distanciamiento de aquellos que lo han construido. Una narración es exitosa sólo en la medida en que pueda impactar ai auditorio, en que cada persona se sienta retratada en su intimidad, en que sienta que ei mensaje de la narración iba dirigido a él personalmente, en que la persona que lo lea sienta que él ha pensado con anterioridad en el mismo mensaje. El humor el ridículo, el absurdo y ia exageración han de ser utilizadas como estrategias escénicas para ilustrar una historia, un personaje, un acontecimiento particular y verídico. Trabajar la temática de nuestra identidad a través de documentales o videos arguméntales buscaría hacer públicas nuestras maneras de hacer ciudadanía, ampliar los espacios de conciencia de nuestras pautas de juego social, hacer de espejo de aquellas dinámicas que por claras se nos aparecen como inexistentes, ¡luminar todo lo que siendo obvio ocultamos en el espacio reservado a lo intrascendente... Las nuevas narraciones generan atención en la medida en que agrega una nueva perspectiva a lo ya conocido y nos sorprenden con lo inesperado. Las narrativas amplían sus espacios de comprensión al sorprender con todo aquello ya conocido. Cada historia debe escaparse a io completamente novedoso para evitar el extrañamiento. Cada narración debe huirle a lo obvio de lo conocido para impactar a! aburrimiento. Las imágenes que se creen deben retomar nuestras historias, nuestros personajes, nuestros ídolos y valores, nuestros temores, nociones dei ridículo, sueños y dolores. Las figuras que se muestren deben serían cercanas que nos lleven a pensarnos como ciudadanos de un país lejano. Lo visible tiene que iluminarse con la llama de lo usualmente impercceptible. Los espejos tienen que convertir las muecas en carcajadas de sorpresa, las risas en juegos transparentes y los mitos en aquello que realmente son: reflejos de nosotros mismos. I 263 1

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El uso de la literatura, de los medios masivos de comunicación, ios cuentos de ios artistas callejeros, los ensayos periodísticos, se proponen como parte de una estrategia para descubrirnos a través de múltiples formas de expresión. La manera como nos encontramos en un evento público, como vitorearnos a los ídolos, como discutimos de política, como valoramos nuestros personajes, como expresamos la impotencia, como analizamos el comportamiento del vecino, como celebramos las victorias y sufrimos las derrotas, como nos solidarizamos ante el dolor ajeno, como nos domina el miedo y como reventamos cuando la indignación se asoma, son formas que expresan nuestras sensaciones partículares.Todas son parte de nuestras maneras de encontrarnos y todas pueden ser tematizadas a través de múltiples lenguajes. El ensayo, el lenguaje audiovisual, las representaciones teatrales, los concursos de cuentos, ias telenovelas, las canciones populares deben ser promovidas en la búsqueda de nuestras maneras de constituir comunidad. De manera opuesta al esquema kohlbenano, trabajar con estrategias narrativas tiene la función de explicitar nuestros múltiples presupuestos para evidenciar aquello que, al no ser parte de nuestro foco de atención, ha tiranizado nuestras más elementales pautas de interacción social. La identidad no se descubre en procedimientos universales, sino en situaciones específicas donde sentimos que somos parte de una fiesta, que nuestros encuentros se suceden sin ningún tropiezo, que el otro se ha hecho parte de un proceso de mutua invisibilídad. La identidad se expresa cuando ias sensaciones de extrañeza no impiden el contacto, cuando el otro se convierte en cómplice de un juego donde ya dejamos de imponer las reglas. La propuesta pedagógica no consiste en representar lo que ya es parte de nuestra cotidianidad; no se propone crear lenguajes narrativos para mostrar lo que todos ya sabemos; no se busca escandalizar con las ya aterradoras imágenes que nos muestran ¡os periódicos y noticieros; más bien se busca mostrar ese lado oscuro de todos los juegos en ios que diariamente participamos. En nuestro humor se 1264 I

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esconden rituales de dominio; en nuestros ídolos ocultamos sueños de esperanza o amarguras permanentemente reeditadas; en nuestras discusiones de política, nuestra frustrada esperanza y nuestra atrofiada capacidad de desengaño; en nuestros rituales religiosos, nuestros deseos más pragmáticos para poner a nuestro servicio las más oscuras fuerzas del destino; en nuestra gloria por la trampa y el rebusque, nuestra eterna desconfianza y la imposibilidad de embarcarnos en proyectos colectivos; en nuestra obsesiva manía por la fiesta y la alegría, nuestros temores por ¡a ausencia de futuro. Como es obvio, esta propuesta no pretende descalificar otros estilos ni maneras de abordar la educación ciudadana, es tan sólo una propuesta que quiere explorar nuevos espacios y participar en la construcción de un foro público donde todos podamos participar con múltiples ¡deas y con un espejo que nos ayude a no olvidar cómo nos reflejamos en ellos. BIBLIOGRAFÍA Benhabib.S., Se/bst/m Kontext, Frankfurt/Main.SuhrkampVerlag, 1995. Cortina, A., Etica mínima. Introducción a la Filosofía práctica, Madrid, Editorial Tecnos, 1992. Dworkm, R., La comunidad liberal, Bogotá, Siglo del Hombre Editores, 1996. Kant, I., Lo crítica de la razón práctica, México D.F., Editorial Alfaguara, 1986, Kohlberg, L„ Zur Kogríitiven Entwicklung des Kmdes, Frankfurt/Main, Suhrkamp, 1974. .The Philosophy ofMoral Development, San Francisco-Nueva York, Harperand Row, 198 I, Maclntyre, A„ Der Verlust der Tugend. Zur Moralischen Krise der Gegenwart. Frankfurt/Main, Campus, 1987. Rorty R„ Hoffnung statt Erkenntnis. Elne Elnfúhrung in die pragmatische Philosophie, Wie, Passagen Verlag, i 994. , Contingencia, ironía y solidaridad, Barcelona, Ediciones Paidós, 1996. Taylor Ch„ Argumentos filosóficos, Barcelona, 1997. Walzen M„ Los esferas de ¡ajusticia, México D.F, Fondo de Cultura Económica, 993.

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Yáñez, Jaime, "Debates en la Psicología del desarrollo moral", en Diálogos. Discusiones en la Psicología contemporánea. Bogotá, Unidad de Publicaciones, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia, 2000,

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Conflicto y escuela: enredos, chismes y camarillas TWIGGY MALENA

ORTEGÓN

Trabajadora Social Investigadora independiente

-¿Pues sabe usted qué inventó la gente? El médico volvió la cabeza -Corrió la bola de que era yo mismo el que entraba de noche a las huertas y les disparaba adentro a los burros metiéndoles el revólver por el culo. El doctor Giraldo guardó en el bolsillo del saco el tubo de cristal con ¡a muestra de sangre. -Esa historia tiene toda la apariencia de ser verdad -dijo. -Eran las culebras -dijo don Sobas, sentado en la cama como un ídolo oriental-, Pero de todos modos, se necesita ser bien pendejo para escribir un pasquín con lo que sabe todo el mundo. -Esa ha sido siempre una característica de los pasquines -dijo el médico-. Dicen io que todo el mundo sabe, que por cierto es casi siempre la verdad. La mala hora, Gabriel García Márquez

Introducción Hace unos años, mientras desarrollaba un trabajo de campo relacionado con la reconstrucción de situaciones de conflicto en un sector popular de Bogotá, los entrevistados solían decirme que no I 2671

Conflicto y escuela: enredos, chismes y camarillas

iban a "sostener" nada de lo que me contaran " p o r aquello de los chismes". Con el tiempo entendí qué querían decir, cuando algunos miembros del equipo de investigación, yo entre ellos, fuimos protagonistas de rumores que pusieron en nesgo el proyecto y además, nuestras vidas. El chisme no era sólo una cuestión de control social, de manifestación de ansiedad o de una divertida comunicación; se trataba de interacciones cuya función involucraba contenidos estratégicos.Y es precisamente este aspecto el que motivó la elaboración del documento. El propósito específico es introducir un análisis de la función estratégica del chisme en la gestión de los conflictos y en la definición de lealtades y alianzas para actuar colectivamente. Se trata de '"experimentar", en el buen sentido, con temas y situaciones que, insertas muchas veces en lo más fino de la interacción social, son potentes para impedir la construcción de estructuras de confianza, convivencia y deliberación en un contexto que exige más y mejores herramientas para desactivar los terribles dilemas sociales que enfrenta Colombia. En la primera parte del artículo se presenta una descripción de las nociones de chisme y de rumor y la función que les asignan la Antropología, la Sociología y la Psicología. En la segunda parte se introduce el análisis de la función estratégica del chisme desde la perspectiva de la elección racional, y finalmente un comentario sobre la construcción de redes de confianza y deliberación.

La n o c i ó n de chisme y de r u m o r Antes de la invención de ta escritura, el único canal de comunicación de las sociedades era el mensaje boca a boca. El rumor era el vehículo de las noticias; hacía y deshacía reputaciones y precipitaba las rebeliones o las guerras. La fuerza de la tradición oral en el enriquecimiento de la memoria y la identidad ha sido objeto de muchas investigaciones antropológicas, cuya indagación ha abarcado multiplicidad de grupos y dinámicas culturales. Así, en cada espacio de relación se recrean reglas 1268 I

Twiggy Malena Ortegón socioimgüísticas particulares y redes de comunicación cuya función permite mantener el sentido de identidad -incluso cuando un territorio desaparece- y los patrones de socialización que ubican temporal y espaciaimente a los individuos. La Antropología ha otorgado especial importancia al rumor y a! chisme como una forma de mantener la unidad de los grupos, y de expresar y afirmar normas sociales. Mediante el rumor se puede sancionar a los disidentes de un grupo; de manera que ei rumor opera como un cohesionador y como una forma de control social,"Se puede también mantener afuera a ios intrusos ya que carecen de conocimientos acumulados sobre las personas y su pasado que son la base del rumor como arte noble"1. Aunque no se ignora ia existencia de intereses y criterios racionales de intencionalidad en la concepción del chisme, no se ha desarrollado una profundización en dicho sentido2 El trabajo que Epstem3 (1953) realizó sobre redes en Ndola logró reconstruir un evento de chisme gracias a una conversación, ajena a esas tareas, que tuvo su asistente con un joven llamado Besa, quien le contó a Ponde - e l asistente de Epstem- ia historia de Charles y Momea, historia que le permitió a Epstem notar que en el intercambio dei chisme existía una cierta comunidad de intereses, la cual definía fronteras de clase y status, articulando a la vez la validez y cambio de normas.Vale la pena citar brevemente el caso: Mónica era ¡a esposa de Kaswende, un joven trabajador que viajaba con frecuencia. Durante su ausencia, Charles tenía encuentros amorosos con Mónica, hasta que fue sorprendido por ei hermano de Kaswende. Este, al enterarse del hecho, tomó represalias contra Charles, quien finalmente tuvo que abandonar el tugar, aspecto que sorprendió a Epstem y a su asistente, ante todo por la velocidad y la dimensión con que se expandió el Hannerz, Ult, Exploración de lo ciudad, México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1996, p, 213, Hannerz trae a colación la perspectiva de Max Gluckman. 2 Paine, Robert,"What is Gossip About 7 An Atternative Hypothesis", en Man.Vol. 2, No. 2, June 1967, En los sesentas, Paine definió el chisme como "un artificio, un mecanismo intencional para adelantar intereses", 3

Epstein, A.L.,"Gossip, Norms and Social Network",en Socio! Networks in Urban Situatlons. Manchester University Press, I 969

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chisme. Era frecuente encontrar a diferentes personas, relacionadas directa e indirectamente con ios protagonistas del evento, hablando sobne el adulterio y haciendo juicios sobre el comportamiento de Mónica en particular Epstein se interesó por la manera en que se había desarrollado el canal de chisme y cómo terminó por alterar las relaciones de un gran número de personas. Buscó la explicación en la manera como estaban organizadas las relaciones y las normas de comportamiento. Por medio del análisis de redes, empezó a seguir los intereses comunes, las vivencias y espacios compartidos que iban tejiendo la red de individuos. Alrededor de la relación de Charles y Mónica fue apareciendo una red, o una sección de ella, que mostró más simpatía por Charles que por Kaswende, debido a la posición social de cada actor Mónica era una mujer de prestigio mientras que Kaswende no. Ella y Charles pertenecían a ia corteza superior de ia sociedad de Ndola, África, por lo cual sus amigos, más que juzgar negativamente a Mónica por su affair, censuraban su matrimonio con Kaswende, Los trabajos antropológicos también permitieron observar que las redes de rumor tienen un carácter informativo, que le permite a la gente obtener un mapa de su entorno social y adaptarse a él. Desde la perspectiva sociológica, el rumor es considerado como un vehículo para resolver problemas de los grupos. Es una forma de promulgar nuevos esquemas de coordinación cuando se presentan desórdenes en los modos de vida establecidos. Se enfatiza en que el rumor es una transacción de carácter colectivo que supone una actividad cognitiva y comunicativa. Desde esta perspectiva, cuando surge un rumor empieza a operar una forma de crítica colectiva, lo cual implica cierto nivel de consenso, retroalimentación y existencia de líderes. Mientras la Sociología hace el énfasis en la acción de los gnupos, la Psicología le dedica especial intenés a ias distensiones de infonmación y a la existencia de tensiones. Por otro lado, algunos trabajos se interesaron por las connotaciones de género del rumor y su relación con la construcción de lo público. Documentos de este tipo mencionan que 1270 I

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ante la imposibilidad de que las mujeres pudieran participar en la vida pública, hacían pública la vida privada a través dei chisme y ei rumor La Psicología, a partir de Ailport y Postman"', se preocupó por el origen del chisme y el rumor estudiando su función en la reducción de la ansiedad y la incertidumbre. Vale la pena echar un vistazo a la naturaleza dei chisme y ei rumor según sus planteamientos y los de Ralph Rosnow5 quien propuso un ciclo de "vida" y una diferenciación entre chisme y rumor. Según estos autores los rumores son comunicaciones públicas que reflejan hipótesis privadas acerca de cómo funciona el mundo. Señalan que los rumores se alimentan de acontecimientos basados en evidencia circunstancia!, por lo cual se tiende a hacer juicios a partir de situaciones inciertas. Desde este enfoque, los rumores están sustentados por la emoción y la tensión de las individuos, de manera que cuando existen situaciones en las cuales no se cuenta con información completa o la que hay es confusa, los actores tratan de reducir la ansiedad e incertidumbre creando historias que en ocasiones pueden ser absurdas. A través de investigaciones de tipo experimenta!, observaron la sorprendente brevedad con que se transmite la información y cómo ésta llega a distorsionarse y expandirse ai modo de un "teléfono roto", fenómeno que denominaron "paradigma de reproducción serial". Desde esta perspectiva ei rumor se entiende como una comunicación construida alrededor de una información no "autenticada" (no verificada); en el rumor se mira el resultado mas no se confronta o verifica la información, se asume acríticamente que "quien repite un rumor está transmitiendo evidencia sospechosa"6. A estas alturas, muy seguramente ha surgido entre otras la pregunta por la singularidad conceptual entre chisme y rumon o incluso 4

Estos autores tienen una abundante producción sobre el tema; los interesados en este enfoque pueden empezar por el clásico: Ailport. G. W. and L J. Postman, The Psychology of Rumor, New York, Holt, Rinehart & Wmston, 1947, 5 Rosnow, Ralph and Gary Fine, Rumor and Gossip, New York/Oxford/Amsterdam, Elsevier, 1976, 6 Ibid., p. 87.

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independientemente de ello, el interés podría ser por acuñan, a pantin de las penspectivas mencionadas, un concepto ecléctico. Sobre la distinción entre chisme y rumor existe un debate que llega a tornarse trivial porque más que establecer diferenciaciones basadas en un análisis sistemático de evidencia empírica y teórica, la discusión se ha quedado en especulaciones que conducen a círculos viciosos sobre cuál es más relevante. Sin embargo, para disminuir las posibilidades de interferencia, es importante plantear aspectos particulares de uno y otro concepto con el ánimo de facilitar el análisis, Ei rumor es más personal, habla de ios haceros de desconocidos, mientras que el chisme es una comunicación interna de grupos donde los individuos comparten escenarios y actividades similares, por lo que en momentos determinados de la interacción éstos toman como recurso para la confrontación, por ejemplo, aspectos de lo íntimo y personal que conocen o tienen posibilidad de percibir Con respecto a! factor de motivación de uno o de otro se puede señalar que el rumor está motivado por una necesidad de clarificación, mientras que el chisme depende del ego y la necesidad de status.

Una v e r s i ó n Para la autora, el chisme es una modalidad comunicativa que se sustenta en un difuso grado de fiabilidad y venficabilidad de hechos e informaciones. Su estructura borrosa permite no sólo que surja sino que se extienda a gran velocidad, sin necesidad de contar con un número importante de iniciadores -puede ser una sola persona-, lo que permite la circulación de información comprometedora ante una estructura que descarga ai hablante de responsabilidad7. El concepto implica la puesta en escena de variables que permitan entender su sentido estratégico y esto significa entablar la relación entre racionalidades de tipo instrumental y aprendizajes, valores y tradiciones contenidos en la cultura, los cuales conforman un potente entra7 Durante el trabaio de campo, cuando preguntaba por et autor de una información, la respuesta en muchas ocasiones fue: "No sé, a mí me dijeron", o "¡Para qué! ¿para más chismes?", "¡Y qué, eso no viene a cuento!"

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mado para la acción individual y colectiva. En este caso particular se propone el siguiente esquema, que implica intencionalidad y veracidad.

Intencionalidad Kapferer señala que la veracidad del rumor nace del hecho de recibir la información muchas veces8: "si muchos individuos que no tienen relación entre sí, dicen lo mismo eso significa que es verdad". Así mismo, se asegura que la credibilidad del rumor tiene que ver con un conocimiento previo que se tiene de algo. Afirma además que "los rumores son verdaderos porque creemos en ellos". En el chisme y el rumor se puede trabajar con verdades "a medias" o construcciones de mensajes a partir de hechos observables, pero moldeadas por la activación y apelación a los valores, estereotipos, interpretaciones y otros recursos culturales de los que se valen los individuos para adelantar e integrar sus intereses y para alcanzar sus metas. No todos ios rumores surgen con la intención de dañar a alguien; incluso pueden tener fines altruistas, como proteger un orden institucional de ataques externos o salvar obstáculos no relacionados propiamente con actores de carne y hueso, para conseguir un bien colectivo. De allí que no se pueda echar en un mismo saco la definición de racionalidad y la de intencionalidad; sobre esto quiero detenerme un momento. Desde la perspectiva elsteriana9, no todas las acciones intencionales son racionales: se puede tener la mejor de las intenciones frente a una acción pero los resultados pueden ser irracionales, porque la consecuencia negativa de una cierta acción puede ser provocada por una selección errónea de los medios para conseguir algo. Supóngase el caso de una esposa preocupada porque su marido bebe demasiado, malgasta el dinero y perjudica su salud y la tranquilidad familiar Ella tiene la intención de evitar que esa noche vuelva a salir con sus amigos, por lo que decide darle un somnífero en la comida; lo que ella ignora es que él es alérgico a dicho medicamento. 8

Kapferer J. N„ Rumores, Plaza y Janes. 1989, p. 87. ' Para los interesados en profundizar sobre esta modalidad de explicación, ver Elster. Jon, El cambio tecnológico, Madrid, Gedisa, 1997

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Una conducta racional implica la elección de una acción consistente entre metas y creencias, entre lo que se cree el mejor medio para lograr algo y la coherencia de ese medio con la meta a perseguir De manera que en algunos casos de chisme puede existir intencionalidad sin racionalidad. Por supuesto, también los chismes pueden surgir para entretenerse, divertirse, informan manifiestan sentimientos de celos o prejuicios, disminuir los vacíos en una conversación y recrear la imaginería. Es un impontante elemento cohesionadory hace parte del repertorio cultural comunicativo de nuestra sociedad y su multiplicidad de grupos. Pero, evidentemente, también existen aquellos que buscan alcanzar objetivos estratégicos para la eliminación de un adversario, o lo que pueda representar un '"obstáculo" para el logro de metas tanto individuales como colectivas. Aunque un chisme puede surgir como producto de sentimientos y factores propios del campo de las emociones, y por lo tanto puede no responder a una selección de preferencias para alcanzar una meta relacionada, por ejemplo, con el logro de un mayor status, participación en la distribución de poder o recursos, éste puede evolucionar hacia un carácter estratégico e ir ganando adeptos cuyo interés sí esté relacionado con criterios racionales. Una ilustración al respecto es necesaria. En una institución educativa de Bogotá10, un rector fue retirado de su cargo debido a los rumores sobre su relación clandestina con una profesora, quien posteriormente solicitó su traslado del plantel. El chisme fue iniciado por un grupo de tres profesoras y un profesor algo celosos por la exclusión del grupo que ellos denominaban "la rosca de! rector". Esto degeneró en llamadas a la esposa del rector y al esposo de la profesora, lo que redundó en una separación. Alrededor de esta situación se fueron articulando actores cuyo interés no era propiamente el de socavar las relaciones amorosas del rector sino que, aprovechando el clima generado por esta situación, actores de la institución 10 Este caso, al igual que el tema en su conjunto, hacen parte de una monografía que realicé para la Maestría en Antropología Social de la Universidad Nacional de Colombia en 1998.

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que estaban en desacuerdo con la gestión del rector pusieron a circular otro tipo de rumores relacionados con el manejo del presupuesto y la relación con grupos de pandillas del sector que incrementaron la polarización y desataron un conflicto interno en la institución. De un chisme más bien "apasionado" se pasó a una serie de alianzas con otros grupos de oposición quienes, más que compartir o incrementar el contenido del mensaje, aprovecharon la oportunidad para tratar de manifestar su divergencia o conseguir el logro de sus metas. Aunque el rector se fue dei colegio, los proyectos que algunos grupos de oposición querían gestionar no se desarrollaron; las profesoras que iniciaron el chisme también decidieron marcharse, al igual que el coordinador académico. El colegio entró en un caos institucional; no hay rector ni coordinador académico, la mayoría de los profesores solicitó su traslado y se llega incluso a pensar en el cierre de ia institución. En adelante el clima de desconfianza se extiende: "aquí nadie sostiene nada, todo son puros chismes". Esto se refleja, además, en la escasa participación de los actores dentro de la institución, y hacia fuera en la inhibición de la acción colectiva y el manejo público del conflicto porque se aprende que el chisme funciona.

Veracidad Si se establece un paralelo simple entre chisme y verdad (más como veracidad de hechos que como noción filosófica), se puede notar que la vida del chisme depende de su no comprobación; la verdad, por el contrario, es aquello en lo que se puede creer en tanto es visible a todos, comprobable y con una corporeidad concreta que disminuye la ambigüedad y el erron lo que la constituye en la mayor fuerza explicativa. La verdad se describe como llena de virtudes por impactante que ésta sea". En el chisme existe un contenido valorativo que ataca la privacidad, metiéndose con la persona como sujeto moral; los individuos llegan a perseguir objetivos públicos a partir de estrategias sus1 Cotidianamente se oye al respecto: "es que la verdad duele"; aunque lleva en ocasiones una carga peyorativa, la mayoría de las veces significa certeza de quien la soporta y aceptación de to dicho de quien la "recibe", "es verdad aunque me duela".

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C o n f l i c t o y escuela: enredos, chismes y camarillas

tentadas en lo íntimo. También pueden existir aquellos que por sí mismos activan un chisme tomando su propia intimidad, con ei fin de '"deshacerse" de alguien que por alguna razón se ha vuelto molesto o que en determinado momento dificulta sus objetivos, aprovechando información personal que comparten. Por ejemplo, puede acusarse a alguien de poner en circulación algo que se compartió como un secreto, lo cual lo obliga a "expulsarlo" - d e un espacio, de una relación-, pues ya "no puede confiar en él". Cuando alguien revela un secreto, rompe un lazo, desplazando la relación a otro plano. Se sabe - c o m o diría Paolo Fabri- que "la persona que está más cerca de uno es al mismo tiempo su peor enemigo" 12 . Este aprendizaje invertido estratégicamente refleja de manera potente la fuerza de la combinación entre vincular la racionalidad de los individuos con "la arquitectura" cultural de experiencias. Se abre así un panorama de indagación tan apasionante como el del sentido estratégico y cultural de modalidades de comunicación como el chisme y su funcionamiento en la gestión del conflicto. La verificabilidad o el desciframiento de la verdad ceden el paso al interés por su circulación y el contexto en el cual se da su proceso.

Comentario final El trabajo empírico sobre el rumor y el chisme abre un importante espectro de indagación sobre su evolución, usos y funciones, en el que se puede desarrollar, entre otras cosas, una tipología muy rica por la variedad de contextos 13 en que se puede realizar Estos estudios se pueden constituir en base para futuros trabajos de investigación tanto en Antropología como en comunicación, para ampliar la visión de la gestión o la mediación de conflictos mterpersonales así como públicos. El desarrollo de una categorización dei chisme en contextos socioculturales diversos puede estar ba2

Fabri, Paolo, Tácticas de los signos. Barcelona, Gedisa Editorial, 1995, p. 18. instituciones, organizaciones, grupos y pobladores en ámbitos políticos, académicos, administrativos, son escenarios propicios para trabajos futuros en los que además se puede hacer una discriminación de acuerdo con los contextos socioculturales (según regiones, etc.). J

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sada en la función estratégica, la función comunicativa y la función social, simultáneamente. Sin embargo, en este caso se trató de concentrar la lente en la existencia de una función estratégica que aún está por desarrollar y que posibilitaría la generación de condiciones más afinadas para la creación de climas de confianza y espacios de deliberación. Porque el resultado de modalidades de comunicación basados en el chisme y el rumor no sólo enseñan que es posible eliminar por esta vía al oponente, sino que terminan por socavar la confianza, las normas de reciprocidad y compromiso colectivo, es decir deterioran el capital social. Si las cadenas de chisme y ias camarillas de lealtades construidas alrededor de él son tan potentes, puede pensarse que la construcción de redes de confianza sustentadas en ia gestión pública dei conflicto redunden en un cierto conjunto de destrezas en el que los intereses de ios actores se gestionen en escenarios deliberativos y de concertación. Son pnecisamente ias conexiones que tejen los individuos las que dan forma al "material" con el que cuentan para enfrentar sus dilemas. De esta manera, ia lógica analítica de la interacción en escenarios de conflicto y concertación se debe concentrar no tanto en la"evidenda"-en este caso, por ejemplo, en el mensaje-sino en los aprendizajes que involucra, en la forma como la estructura de relaciones influencia la manera en que se gestionan los conflictos y en ia definición de la confianza y ei sentido de lo público14.

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Los estudios de paz en la U n i v e r s i d a d GEORGE LÓPEZ

Kroc Institute for International Peace Studies University of Notre Dame, Indiana, USA Especificar de qué manera la Universidad puede y debe tratar el fantasma de la violencia y el desorden en la sociedad e identificar ios actores, estrategias y fuerzas para la paz, justicia y derechos humanos es el tema central para las universidades en muchos países. Comprendo por qué en este momento la historia colombiana le da una importancia particular a esta preocupación. El hecho de que me invitaran a presentar mis propias reflexiones sobre los retos para establecer programas de estudios de paz es una oportunidad única y muy especial para mí. Pretendo hablar sobre el lugar que debe tener el estudio serio y sistemático de la paz en la Universidad. He tenido la buena fortuna en mi carrera profesional de representar un papel central en el desarrollo de estudios de paz en varios colegios y universidades en los Estados Unidos. Espero que algunos de estos desarrollos y tendencias sean importantes para la propia discusión y situación, en Colombia, Luego me gustaría hacer algunas generalizaciones sobre los triunfos y críticas de los estudios de la paz en los Estados Unidos para generar principios fundamentales que podrían ser pertinentes para la situación colombiana. Del lado de la crítica, situaré los debates sobre la seriedad de los estudios de paz, I 2791

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como una iniciativa central de la universidad.Trataré de responder a cómo lidiar con los escépticos que le quitan mérito a ios estudios de paz porque los consideran ideológicos y muy cerrados, en el peor sentido de la tradición intelectual. Finalmente me gustaría concluir con las bases fundamentales sobre las cuales podrían ser construidos ios estudios de paz en universidades colombianas. Soy muy consciente de mi posición como alguien que viene de afuera. Mi único deseo, como una persona que ha dedicado toda su vida profesional y personal a los temas de derechos humanos, justicia, y paz, es ofrecer ideas y alguna comprensión sobre el tema, al igual que comenzar a construir solidaridad y un estrecho vínculo entre Colombia y mi país sobre el tema de estudios de paz. Plantearé la historia y algunas tendencias pertinentes en el desarrollo de los estudios de paz en los Estados Unidos. La evolución de las investigaciones y de la educación sobre la paz -estudios de paz- en universidades norteamericanas se sitúa en etapas muy distintas: la primera corresponde a los años formativos desde mediados de la década de los sesenta hasta primera parte de los setenta; la siguiente se caracterizó por la institucionalización de los estudios de paz y comprende desde mediados de los setenta hasta mediados de los ochenta; y la última, era dominada por la especialización en la resolución de conflictos y temas sobre armas y conflictos nucleares, comenzó a finales de los años ochenta y continúa hasta el presente. Discutiré los rasgos importantes de cada periodo y evaluaré su significado para el desarrollo de los estudios de paz en el presente. La mayoría de asesores señalan dos fechas e instituciones importantes durante los años formativos en el desarrollo de los estudios de paz en el ámbito universitario en los Estados Unidos. En el año académico 1948-1949, Manchester College, un instituto de artes liberales en North Manchester Indiana, adoptó un currículo de estudios de paz que fue ofrecido en varios departamentos de la universidad. Casi ocho años después, la Universidad de Michigan creó 1280 I

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el Center for Conflict Resoiution (Centro para la Resolución de Conflictos) bajo la dirección de Kenneth y Elise Boulding. Su propósito era examinar temas críticos sobre la guerra y su prevención. Hasta mediados de ia década de los sesenta, tales iniciativas eran raras en universidades americanas, pero con el desarrollo pleno de la lucha por los derechos civiles y la guerra deVietnam, las universidades americanas se vieron obligadas a discutir estos asuntos de ia sociedad y las críticas decisiones que traían a sus estudiantes. Así, estos dilernas sociopolíticos hicieron evidente la necesidad de obtener una base de información investigativa en las ciencias sociales y también forzaron a la academia a hablar sobre los conflictos desde una perspectiva multidisciplinaria, estudios que a menudo confundían a la sociedad. Los materiales investigativos y las preguntas pedagógicas que formaron en ei principio los estudios de paz eran un poco predecibles. El primer juego de preguntas sustantivas que caracterizó a este programa de desarrollo se enfocó en temas de prevención de guerra y métodos alternos de reparación de disputas entre países sin tener que llegar a ia guerra, Este método surgió, en particulan de los fondos y el pensamiento de organizaciones como War/Peace Studies (Estudios de guerra y paz) y el Instituto f o r W o r l d Order (Instituto para el Orden Mundial) en Nueva York. Las consideraciones sobre métodos alternativos de acuerdos de disputas y temas relacionados como el desarrollo de derechos internacionales y el papel de las organizaciones en ei mundo tenían un lugar destacado en las relaciones internacionales de la mayoría de universidades. Una segunda dimensión sustantiva, que no es sorprendente dado el contexto social de ios tiempos, fije la preocupación por los actos individuales y las bases sociológicas, filosóficas o religiosas que informarían sobre esas acciones individuales en un mundo violento. Los estudios también se enfocaron en la vida y los pensamientos de Gandhi y Martin Luther King, Jr Reexaminaron, además, las obras clásicas de Thoreau,Tolstoy, Dorothy Day, y otros autores que intentaban investigar los niveles de acción individual, las amenazas y las realidades de la I 281 I

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violencia en el mundo. Así que no es sorprendente que las áreas de elección individual también vincularan a los estudios de paz con movimientos sociales y activistas, y otros cambios que se presentaron en algunas disciplinas en ese entonces. Una tercera área sustantiva de preocupación en los programas de estudios de paz apareció en lo que se llamó estudios del futuro o de orden mundial. El desarrollo de esta área sustantiva fue una reacción científica y cuantitativa a los estudios de la prevención de ia guerra. En vez de hacer investigaciones conductuales sobre "lo que es" {what is), este método se enfocó en las selecciones preferidas de ios individuos por la operación de relaciones internacionales cuando la guerra era absoluta y se necesitaba un rediseño mayor y una reestructuración precisamente de esas relaciones internacionales. El primer intento de tal rediseño, después de la Segunda Guerra Mundial, apareció en el trabajo investigativo de Falk, Mendlovitz, y sus colegas en todo el mundo, quienes crearon el contexto y desarrollaron la armazón para cuatro valores básicos del orden mundial: 1) Prevención de la guerra 2) Justicia social 3) Bienestar económico 4) Balance ecológico Dicho rediseño energizó e institucionalizó los estudios de la paz en 1970. En 1971, el Instituto para el Orden Mundial (Instituto f o r W o r l d Order), señalado como una de las organizaciones clave para el apoyo a la educación en estudios de paz, reportó que casi 50 campus en los Estados Unidos tenían alguna clase de aprendizaje sobre los estudios de paz. La información sobre las investigaciones actuales y el contenido de los cursos en estas instituciones fue recogida y analizada por una encuesta patrocinada por la Unesco en la pnmavera de 1971. Esta encuesta recolectó información de 140 institutos y programas universitarios en todo el mundo. Además, en 1978, el Consorcio sobre Investigaciones de Paz, Educación y Desamoílo (Copred) realizó una encuesta en casi 80 institu1282 I

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ciones con programas de estudios de paz en los Estados Unidos y Canadá. Los descubnmientos de la encuesta de la Unesco y ei análisis realizado por Copred, separados por siete años, revelaron equilibrio y estabilidad en ios programas de los Estados Unidos. Al terminar la década, la educación de paz universitaria fue definida como un compuesto de cuatro subgrupos: ) Un método de sistemas de guerra y paz, relacionado con problemáticas de relaciones internacionales sobre la estructura y operación de la situación mundial, 2) Un método de regulación o manejo de conflicto que explora las teorías y métodos de reducción de tensiones de conflicto por medio de las estructuras y sistemas existentes. 3) Un método futurista o de orden mundial basado en sistemas alternativos de diseño que aseguran la paz y una colección de valores del orden mundial para apoyar el sistema. 4) Un método de valores y de estilo de vida no violentos, que se enfoca en dimensiones y soluciones personales. Además, la proliferación de programas, la consolidación de una agenda temática y la crítica pedagógica fueron otros factores clave en el programa de desamollo. El verdadero proceso de cambio en la educación universitaria ha llevado a que nuevos programas, como los estudios de paz, se desarrollaran y sobrevivieran sólo en parte por las iniciativas locales.También mantuvieron su lugar en el currículo debido a la legitimación y los recursos otorgados por organizaciones externas, particularmente nacionales y profesionales. Por eso, la creación de Copred en 197 I y ia inversión hecha por el Instituto de Orden Mundial (institute f o r W o r l d Order) para producir vanas guías de currículo, llevar a cabo talleres, y proveer fondos para el desarrollo de cursos de verano, sirvió como legitimación externa para varios profesores y decanos en campos locales que hubieran tenido curiosidad sobre ia validez de los métodos abocados en sus propias instituciones.También es cierto que en ese momento el trabajo de la Asociación Internacional de Investigaciones sobre Paz y varias secciones asociadas con la Asociación de Estudios I 283 1

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Internacionales y esfuerzos de grupos de acción, como el Consejo Mundo sin Guerra (World without War Council), aumentaron las actividades de otras organizaciones. Sin duda estos grupos dieron legitimación externa en un momento crítico. También fientilizanon los debates pedagógicos y estabilizaron el contenido de los cunsos y la estructura curricular En resumen, ayudaron a institucionalizar ios estudios de paz en los años setenta. Los estudios de paz en los años ochenta crearon una nueva era de especialización. A mediados de los años ochenta, el patrón de las dos décadas previas surgió de nuevo: el tema de guerra y paz en el mundo actual sirvió como catalizador para cambios en el pensamiento sobre la operación de programas de estudios de paz en universidades. Claro está que ese tema era la controversia que surgió en Europa dado el despliegue de misiles de corto y mediano alcance por los Estados Unidos y OTAN, combinado con las discusiones en la administración del presidente Reagan sobre las estrategias para afrontar una guerra nuclear. El impacto de estos eventos en el desarrollo del programa de estudios de paz fue sustancioso aunque controversia!. Compitió con el desarrollo e incrementó el enfoque de los programas de estudios de paz en temas nucleares y en ei manejo y resolución de conflictos. Estas dos tendencias le dieron un empuje a ia investigación y educación sobre paz en las universidades al confrontarse de nuevo con su pasado enfoque en relaciones intemadonales.También llevó a la consideración de temas de especialización que no fueron anticipados en los años sesenta. Estas realidades políticas fueron llevadas a la mente pública gracias a grandes discusiones sobre una variedad de escritos como Pote ofthe Earth [Destino de la Tierra] de Jonathan Schell y la Epístola Pastoral de los Obispos Católicos de los Estados Unidos, The Challenge for Peace [El reto por la paz] y presentaciones cinemáticas como The Day After [El día después] y Testament [Testamento]. Estas obras crea1284 I

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ron un clima en el cual estudiantes y maestros podían hacer presión sobre las instituciones académicas para que reexaminaran el tema nuclear. Hubo muchos seminarios entre profesores y estudiantes, autoenseñanza colectiva, y actividades por el estilo. Sin embargo, este fervor no iguala el de los años sesenta porVietnam. Esto, como se podría esperan llevó a ciertos colectivos de profesores a decir que el desarrollo de cursos para la paz, en esta etapa sobre la era nuclear enan debates de una persuasión política en particular o sea, en contra de ia administradón Reagan, y por eso no debían tener lugar en la universidad. Si no hubiese sido por la larga historia de los programas de estudios de paz, en la cual el estudio del tema nuclear constituyó una subárea viable, aunque con menos investigación en muchos programas, esta declaración hubiese ganado. Pero la evidencia claramente muestra que no fue así. Lo más relevante en la primera parte de la década es la manera como la educación nuclear se impregna de una mayor preocupación sobre paz y seguridad. Inicialmente, hubo un gran número de convocatorias con el propósito de educar estudiantes en temáticas nucleares, y éstas dieron vida a organizaciones internacionales importantes y bien financiadas que estimularían el desamollo de currículos y mantendrían una red de educadores involucrados en tales actividades. Las más sobresalientes fueron Educators for Social Responsibility (Educadores para la Responsabilidad Social), United Campuses for the Prevention of Nuclear War (Campus Unidos para la Prevención de la Guerra Nuclear) y Union for the Concemed Scientists (Unión de Científicos Preocupados). Además, asociaciones profesionales de primera clase empezaron a hablar sobre las posibilidades de enseñar e investigar más sobre estas áreas, Fue por eso que el trabajo de la Fundación Sloan en el desamollo de películas y convocatorias relacionadas con lo nuclear y la suma de seminarios que tenían que ver con el tema de armas y seguridad en las reuniones de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, dieron legitimidad y mucha atención pública que no había sido posible durante etapas previas del desamollo del área. Este I 2851

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desarrollo fue inferior en relación con los fondos que otorgaron varias fundaciones interesadas en ampliar las investigaciones y la educación en los campos de estudios de paz y segundad. Mientras que empezaba el diálogo sobre las relaciones estadounidenses-soviéticas, el debate sobre el uso de fuerza por parte de los grandes poderes mundiales también se consolidó. Esto llevó a muchos, en universidades y en ciertas fundaciones como Ford y MacArthun a la oportunidad de vincularse de nuevo con áreas bien establecidas de relaciones internacionales, estudios de seguridad y estudios de paz.También, en particular en la Fundación MacArthun se cneó una agenda pana vincular diferentes campos de estudio y estimular nuevas ¡deas que no eran consideradas parte tradicional de la comunidad de estudios de paz o segundad que se desamollaba de manera paralela al crecimiento de ia educación nuclear; estas temáticas constituyeron una segunda subárea de estudios de paz que se relacionaba con el auge de materiales disponibles sobre mediación, negociación y reconciliación en disputas domésticas, generándose una agenda de investigación y enseñanza en el nivel universitario.También alcanzaría varias disciplinas que antes estuvieron menos vinculadas con los estudios de paz y que estimularían su desamollo en este campo. Existen muchas explicaciones sobre por qué este desamoilo tuvo lugar durante esta era, pero la diferencia entre ellas fue la creación y la dispersión en todo el currículo de conceptos, resultados y métodos que trataban los problemas de vanos tipos de violencia en la sociedad humana. Los estudios de paz proveen un análisis a gran escala de la problemática global al vincular disciplinas y movimientos entre niveles de análisis social que son relevantes para la vida universitaria. Por otra parte, esta educación también ha enfocado su atención en temas de responsabilidad individual y acción para apoyar la no-violencia o la resolución de conflictos, lo cual ha dejado lecciones sobre el desarrollo de estudios de paz en los Estados Unidos. Tanto los triunfos como los obstáculos y críticas a los estudios de paz durante su desarrollo en universidades americanas produjeron algunas lecciones para otras regiones. 1286 I

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Entre las lecciones que debemos tener en mente se encuentran: 1) Los programas de estudios de paz con mayor éxito fueron los que encontraron una manera de organizar un profesorado muy diverso pero con intereses comunes, que asumía con comodidad los estudios interdisciplinarios, 2) Los programas con éxito alcanzaron una conclusión metodológica y pedagógica sobre cómo entrenar a los futuros pacificadores. 3) Aunque acusados de tener un enfoque demasiado abierto, cuando se trataba de la violencia política y social en el tiempo de la postguerra fría, los educadores de estudios de paz se dieron cuenta de que su enfoque sobre temas violentos era influenciado por su propia experiencia. También las críticas contra los estudios de paz fueron serias y algunas, como las siguientes, aún existen en los Estados Unidos, 1) La paz no es un estado normal ni es el estado más codiciado. Es por eso que los estudios de paz están demasiado separados de la realidad y es irresponsable enseñarlos. 2) Aquellos que enseñan y hacen investigaciones sobre estudios de paz no son muy abiertos, por lo que su actitud es;"La paz es la respuesta; ¿cuál es la pregunta?". 3) Las investigaciones y el estudio de paz están orientados hacia ia acción. Esto es una violación de ias normas generales de la vida universitaria que requiere estar abierta a varios puntos de vista e interesarse por las ideas. Me gustaría examinar estas lecciones y críticas como una sugerencia sobre dónde debe proceder el estudio de paz en Colombia. Sobre los logros me gustaría decir lo siguiente: a pesar de que muchos en la universidad ven los estudios de paz como demasiado difusos o como una actividad multidisciplinaria, éstos desarrollaron un esquema y un grupo de áreas de investigaciones importantes que dependen de las ciencias sociales y a veces de las humanidades. Los estudios de paz en los Estados Unidos se han tornado en al menos I 2871

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uno de los siguientes temas sustantivos: las causas y consecuencias del conflicto violento; teorías y métodos de manejo, reducción y resolución de conflictos; el desamollo de normas, valores e instituciones que construyen paz. Hemos estudiado estos temas en tres niveles diferentes de acción humana: individual, intranacional e internacional. Sin embargo, no es muy fácil entender racionalmente cómo han podido contribuir las vanadas disciplinas de las ciencias sociales a investigaciones, enseñanza y aprendizaje en estas áreas, Hay otras realidades que surgen del trabajo de muchas universidades que están construyendo programas de estudios de paz. Este trabajo, que atraviesa las disciplinas, también movió las fronteras de esas áreas del saben así como de las umvensidades,y los llevó a separarse de viejos debates sobre la pertinencia de los problemas reales del mundo. Nos hizo muy conscientes del peligro de dicotomizar o separar la investigación y la enseñanza. Cuando la gente nos pregunta qué constituye un programa de estudios de paz exitoso, yo diría io siguiente: primero que todo, en un nivel sustantivo, un buen programa de estudios de paz es más que un estudiante pensando y pasando horizontalmente por un currículo organizado verticaimente. O sea que si un estudiante es suficientemente afortunado de poder tomar cursos como La sociología de la violencia y la paz, La política de las guerras civiles, La ética de la guerra y de la construcción de paz, en tres departamentos diferentes, entonces uno podría confiadamente decir que estos cursos son al menos en parte el resultado de un colectivo de profesores que ha intercambiado y se ha interrogado sobre el contenido de sus cursos y que ha tomado en serio el proceso de desarrollar juntos ios cursos. La segunda dimensión de un programa de estudios de paz triunfante es la presencia de un "profesorado con fuego en los ojos", o sea, gente dedicada a juntar la sofisticada esencia y métodos de la disciplina con la accesibilidad a los problemas del mundo real, que importan a los estudiantes. Para mí es muy claro que la presencia de un profesorado que conduzca seminarios y comparta con los practi1288 I

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cantes experiencias de interés, indica ¡a presencia de un profesorado que tiene fuego en los ojos. El éxito del estudio académico de la paz en relación con el estudio de la realidad consiste en haber involucrado dos conclusiones a las que se llegó en la primera parte de los años ochenta. La primera consistió en que así fuera el estudio de cómo prevenir la guerra o el proceso de crear soluciones a conflictos comunitarios, nuestro trabajo debía trascender ios resultados de nuestras investigaciones y nuestra disciplina. Esto no es para minimizar ia importancia de traer a nuestros estudiantes lo mejor que hemos aprendido en nuestros campos particulares, pero la realidad de construir la paz nos hizo saber que los resultados de los estudios investigativos en conflictos pasados siempre serían pertinentes independientemente de todas las circunstancias que nuestros estudiantes vivieran. Así, ios programas de estudios de paz exitosos se dedicaron a entrenar estudiantes no sólo en métodos deductivos que dependían de los resultados en el campo particular de las investigaciones actuales y que fueron aplicados a estos problemas. Entonces la labor de construir la paz no era aplicar los viejos resultados a nuevos problemas sino la invención de nuevas soluciones a problemas que serían informados por los resultados en el campo. En resumen, íbamos a equipar a los estudiantes con una caja de herramientas que serían escogidas y combinadas para cada situación particular En las ciencias sociales, esto ha significado reconocer que el modelo de ingeniería para entrenar estudiantes era una analogía más conveniente para el entrenamiento de pacificadores que para el entrenamiento de politóiogos o sociólogos. En segundo lugar, hacer parte de estudios de paz en la academia significa estar en et proceso de reconocer la importancia de aprender por medio de un sistema de tanteo, es decin pasar de la experiencia a la evaluación y a la revaluación. El gran salto metodológico para ¡as ciencias sociales interesadas en estudios de paz ha sido que necesitamos dejar a nuestros estudiantes pasar de la protección del salón de clase a modelos de aprendizaje

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más activos por medio de pasantías y trabajos con organizaciones, operando en las esferas sociales y políticas. Pero entonces no sólo tenemos la obligación de proveer estas experiencias sino también de proporcionar mecanismos dentro de nuestras clases y dentro del programa de estudios de paz para permitir a los estudiantes un poco de distancia y así evaluar y construir nuevas dimensiones de pensamiento sobre invenciones necesarias en el futuro. Este desafiío es el más difícil en la academia donde la mayoría de nosotros en los Estados Unidos comenzamos programas de doctorado y de enseñanza académica, precisamente porque no estamos eligiendo ser parte de la acción mundial. La distancia entre la academia y la praxis en otros países, especialmente en Europa, es a menudo menos significativa. Es vergonzoso reconocer que nuestro enfoque en violencia social y política ha estado volcada en gran escala hacia cierta dirección en particular. Además, el cambio de violencia bruta e interna por paz es un área donde los resultados de nuestro campo son menos útiles de manera inmediata para la política. Ahora voy a contestar algunas de fas más serias críticas que confrontamos en los estudios de paz. Antes expresé que para algunos los estudios de paz no representan el mundo real de ¡os estudiantes.Trabajando bajo el disfraz de estudios de segundad, este grupo -compuesto más que todo por politóiogos y especialistas en relaciones internacionales- ha señalado que ei contenido apropiado para quienes estudian sobre la paz son las investigaciones y los temas de la guerra. Estos redamos son tanto empíricos como normativos. En el primer caso, han creído que los verdaderos antecedentes históricos han sido el exceso del conflicto Nación-Estado, pasando a la muy militarizada violencia entre Estados. La habilidad de los que toman la decisión de mantener sus Estados sin guerra ha sido una crítica en función de entender cómo éstos habían escogido o caído en la guerra en tiempos pasados. Este grupo expone que si los estudios de paz enseñaran únicamente las condiciones en las cuales la paz puede surgir se ignorarían las fuerzas históricas que continuamente han motivado a los Estados a competir y pelear 290 I

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En los últimos quince años, una de tas más refrescantes realidades en las ciencias sociales ha sido la gran legitimación para entender y enfocar las condiciones de cooperación desde la Psicología hasta las Relaciones Internacionales. Esto nos ahorra el "criticar la crítica", de acuerdo con mi redamo de que el profesorado de las ciencias sociales y las humanidades quizá tenga la responsabilidad de educar a la ciudadanía sobre las condiciones en las cuales le gustaría vivin es decir, en situación de paz y no en la condición de guerra y violencia que algunos campos ya han declarado como la historia predeterminada que vivirán los humanos. La dimensión normativa de esto es muy perturbadora, pues al concentrarse en la guerra como una condición normal de los acontecimientos y al presentar los resultados de estudios investigativos, en los cuales quienes tienen el poder de tomar decisiones están trabajando para prevenir tales calamidades, se expresa un sentimiento esencialmente antidemocrático sobre la prevención de guerra y las condiciones de paz. Serán déspotas que al mejorar la comunicación sociológica, manejar las carreras armamentistas, o al crear condiciones económicas que promoverían el comercio y bajarían las hostilidades, se convertirán en los héroes de la paz porvenir. Básicamente no habría necesidad de las comunidades que trabajan para traer unidad local y evitar que las divisiones locales se convierten en violencia. N o habría lugar para las realidades empíricas de fijarse en cómo la gente muere de violencia local, no global. Ni tampoco habría ninguna buena voluntad de legitimar lo local dentro de lo nacional o global. Y más importante aún, había un rechazo implícito a la ¡dea de que un enfoque en la dinámica cultural e interna como la militarización, la xenofobia, la ausencia y mecanismos de resolución de conflictos ¡ocales sean tan importantes y sofisticados como las teorías sobre carrera armamentista. Sobre ¡a crítica final, según la cual ¡os estudios de paz violaron una de las principales regias de la academia, al promover la actividad mental o intelectual más que la de acción en el mundo, yo estoy encantado con nuestra respuesta. Pocos seriamente involucrados en los I 291 I

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estudios de paz en los últimos 20 años han tratado de convertir la academia en un foro político o una O N G . Mas entrenando a aquellos que irían a una O N G y al mundo de la política, nos dimos cuenta de que trabajar sólo en el mundo de las ideas no es suficiente y que es nadecuado para la labor de entrenamiento. Reconocer la importante separación entre el mundo de ideas y el mundo de ia acción es una contribución de la universidad. Pero los buenos programas de estudios de paz ayudan a nuestros estudiantes a pensar en nuevas formas de acción, y les ayudan también a ver patrones de acción que darán el empuje a nuevas ideas muy necesarias. Este es ei resultado lógico y complementario de estar abiertos a permitir que nuestros estudiantes tengan la experiencia de otras dimensiones de la vida, trabajo con O N G , trabajo con organizaciones populares, y luego traer esta experiencia a ia clase. Ellos deben mover o empujar nuestras fronteras intelectuales y nosotros debemos ayudarles de manera adecuada a procesar sus experiencias, entendiendo que no son el único factor por medio del cual se pueden encontrar soluciones para los problemas reales. Nuestra labor repito, es pensar en nuevos modos de actúan y actúan de tal modo que pensemos de nuevas maneras. Esto puede aportar algo para los estudios de paz en universidades colombianas; son, finalmente, algunos pensamientos de un extranjero sobre la realidad de la vida colombiana, mientras que ustedes luchan por ei desarrollo de los estudios de paz en sus propias universidades. Vanos temas en particular están vinculados con los resultados en nuestro campo; la importancia del momento presente y la unicidad de su situación se combinaron para crear estas preocupaciones. La realidad y la tensión percibida entre el reforzamiento de ia viabilidad dei Estado y estructuras estatales comparadas con ia construcción de la capacidad de grupos para sostener ia sociedad civil. Esto se parece a los estudios de segundad comparados con los debates de estudios de paz que caracterizaron nuestra experiencia en el Norte y en Europa, Una parte ha creído que la solución a la violencia que vivimos radica en el fortalecimiento de la capacidad del Estado a través de

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sus instituciones normalizadas, particularmente la policía y el ejército. Otros creen que ¡a violencia sobre ei terreno representa la caída y el deterioro no sólo de las instituciones primarias sino también de las secundarias y tercianas, que se entregan a la labor de construir nuevas instituciones para dar poder a los victimizados por la falta de mecanismos institucionales, Y claro está, en esta tensión se encuentra ia pregunta sobre si un Estado más fuerte, sin frenos de las instituciones de la sociedad civil, no siempre se cae o falla por el peligro ante la destrucción del Estado, buscando salvarlo por medio dei uso inmenso de fuerza y de un llamamiento a las preocupaciones de segundad. Una segunda pregunta que ven ustedes en su situación es el tema de la militarización de la sociedad. En el contexto de la camera armamentista en mi propia cultura, nos ha preocupado la formulación de la doctrina de segundad nacional, que sirve como sustituto de cualquier política viable y es la disuasión nuclear Esto quiere decir que ias teorías de negociación han estado sesgadas hacia la negociación desde una única posición de fortaleza y no desde la construcción de intereses compartidos. También esto dice un poco sobre las teorías de guemas secundarias y tercianas y el despacho de armamentos a Estados, sin reconocer que allí está la semilla de la relación entre ayuda militar y los abusos de los derechos humanos, investigadores de paz, especialmente europeos, documentaron muy bien ¡a relación entre una doctrina muy localizada de segundad nacional, militarización, y la ocurrencia de violaciones de derechos humanos. Este resultado tan dramático y consistente sugiere precauciones para los que vemos una militarización de cualquier sociedad. Pero también crea un dilema para los que toman en seno las investigaciones sobre paz en el contexto colombiano, y nos trae de nuevo al tema de la viabilidad del Estado y ia capacidad de ia sociedad civil. Yo no pretendo decir cómo deben lidiar los colombianos con las realidades y tensiones que encaran. Pero sí está claro que estas preguntas tan centrales sobrepasan su propia experiencia y hacen viaI 293 1

bles las investigaciones sobre la paz como un método para mover las fronteras del pensamiento y la acción en su propio contexto. Hay dos generalizaciones que me gustaría ofrecen Primero, la lucha en su propio país tiene que ver no sóio con las dimensiones de la guerra civil tradicional sino también con la criminalidad de la violencia y el deterioro general de los frenos en el uso de la violencia por parte de ciudadanos contra otros ciudadanos. Las investigaciones sobre la paz no son muy útiles para tratar estas vanadas dimensiones de violencia interna en un solo país. Así que se encuentra uno en el caso clásico de poder derivar ciertas generalizaciones de! campo sobre diferentes dimensiones de la situación actual. Pero no hay una solución deductiva para el dilema actual: requerirá investigaciones y, particularmente, entrenamiento. Lo último es lo que los estudios de paz hacen mejor: inventar nuevas soluciones para las cuaies no hay ningún precedente; finalmente, la búsqueda de ia paz en Colombia toca un nervio muy sensible y vulnerable en los estudios de paz. Esto tiene que ver con la creciente tensión entre la perspectiva de resolver conflictos violentos y la de asegurar y nealzar los derechos humanos.Tradicionalmente.el profesorado y los practicantes de los estudios de paz han creído que las cosas buenas deben ir juntas. O sea que la paz y los derechos humanos nunca estarían compitiendo o en tensión el uno con el otro.

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D e s a r r o l l o y paz: perspectivas políticas de las t r a n s f o r m a c i o n e s económicas del c a m p o D A R Í O FAJARDO

Antropólogo Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, IICA, Bogotá

En qué estamos Nos reunimos cuando buena parte dei país y de sus observadores estamos sumidos en una densa niebla de duda sobre el futuro de ia paz y de la guerra en el país. A la dramática incapacidad del gobierno para dirigir una política consistente y de largo plazo, encaminada a ganar la legitimidad del Estado en todos los ámbitos que le corresponden, se añade la polarización de los sectores más recalcitrantes en la defensa de los privilegios, enfrentados a una opinión pública que se ha convertido en la caja de resonancia de los medios de comunicación y su tarea sistemática de desinformación. No es por inconsistencia que ante la "congelación" de los diálogos de paz, los dueños de los medios de comunicación y sus amanuenses se rasguen las vestiduras, aun cuando durante meses han lanzado sus voces agoreras contra el proceso. De tiempo atrás los vemos "preocupados por la paz" a! tiempo que fabrican o difunden "pruebas" de asombrosa fragilidad para desprestigiarlo, o burdos montajes fotográ-

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Desarrollo y paz: perspectivas políticas

fieos con los que periódicamente alimentan su tarea o, peor aún, montan sus campañas de maquillaje para los señores de la guerra. Desafortunadamente estas acciones dejan poco espacio a los analistas más mesurados que prefieren sopesar los hechos sin entrar a calificarlos, examinar los elementos del contorno teniendo en cuenta las tendencias, y hacer previsiones cautelosas a la luz de las posibilidades reales más que a la de los deseos de quienes atizan las brasas del conflicto. Dentro de esta línea de análisis intentaremos examinar algunos problemas, de manera que podamos contribuir a allanar ei camino de una convivencia estable y duradera, construida sobre el bienestar de todos los ciudadanos y no sobre ei de unos pocos, camino que ha seguido el país hasta producir la "guerra sostenida" que hoy nos azota. En los diversos escenarios en los que se han construido la sociedad y la economía coiombianas se mueven variados intereses que logran imponer orientaciones a la política económica en mayon o menor grado según su poden Me referiré al ámbito de la agricultura y las relaciones sociales y políticas en las que se desenvuelve, y pretendo sustentar algunos elementos de análisis que sirvan de base a una propuesta acorde con las realidades del país, las necesidades de sus gentes y ias posibilidades de su espacio.

Un d e b a t e relevante En estos días se discute si ei conflicto que azota al país puede caracterizanse como una "guerra civil" o si se trata de "otro tipo de conflicto". Algunos académicos, apoyados en definiciones de autores especializados, sugieren que, para aplicarle el primen calificativo a la situación que nos afecta, se necesitarían declaraciones explícitas de los contendientes, alienaciones banderizas inconfundibles, campos de batalla demarcables, en fin, indicadores precisos que cornespondienan a las abstracciones de sus autores preferidos, Pero las guerras - y en particular las guerras civiles- no siguen un patrón preestablecido: manifiestan, de una u otra manera, la pérdida

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de viabilidad de los acuerdos sobre los que se sostiene esa sociedad; sus desequilibrios reales, expresados en las relaciones económicas, políticas, mterétmcas, regionales, espaciales, etc., se hacen insostenibles y se hace realidad aquello de que ni los unos los aceptan ni los otros los pueden mponen En una sociedad en la que estos desacuerdos no tienen cauces para expresanse, en la que se criminaliza la protesta y se liquidan las vías de trámite político de los desacuerdos, en la que, como en Colombia, ni siquiera tiene espacio el "delito político", el desbordamiento sigue los múltiples cauces que ha tomado entre nosotros, llegando gradualmente a ia polarización que advertimos, pero cuva renesis tiene sus raíces más profundas en nuestro ordenamiento social, político y económico, como tardíamente lo ha reconocido el ex ministro de Hacienda Rudolf Hommes en alguno de sus artículos periodísticos. Las caracterizaciones de las dinámicas sociales tienen validez relativa, son guías y referentes para la interpretación y aun para la predicción, pero no anulan la riqueza de la realidad: cada sociedad construye, a su modo, sus relaciones, sus conflictos, sus alternativas y sus instituciones, Los "modelos" tienen un valor indicativo, referencial, pero no pueden aplicarse como cartabones inflexibles; por esta razón los intentos mecánicos de aplicación de recetas, como las "exportaciones de revoluciones" (incluidas las neoliberales), no solamente fracasan sino que conducen a las sociedades a tensiones y desarrollos impredecibles. En Colombia uno de los temas en que se manifiestan estos desacuerdos sin trámite poiítico es el agrario, al que pasamos a referirnos.

Significados económicos y p o l í t i c o s dei c a m p o y de la a g r i c u l t u r a Como lo han señalado muchos analistas, nuestro país comparte con varias naciones de la región algunos rasgos de su desarrollo económico, de la constitución de las instituciones políticas, de la configuración social de los espacios (regionalidad), peno aun en estos ámbitos Colombia ofrece particularidades. Uno de estos rasgos, desafortunadamente advertido por pocos analistas, entre ellos Jesús

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Antonio Bejanano, es la apáñente contnadicción entne la pérdida de importancia económica de la agricultura y del campo, en contraste con su innegable trascendencia para la política. Estos hechos parecen guardar relación con la sarcástica observación del dirigente gremial ("a la economía le va bien pero al país le va mal") y con los vínculos entre lasfiasesde agudización de ia guerra y las de mayor crecimiento económico. Pero, todavía más inquietante, cuando estas tendencias se rompen, el "modelo" entra en crisis y se reduce su viabilidad. Desde ia década pasada los analistas económicos han puesto un énfasis especial en los cambios en ia participación de los sectores económicos, la composición del Producto Interno y la distribución espacia! de la población. Las tendencias confirman la pérdida de importancia de la agricultura en la producción, en el empleo y en la organización del espacio. No obstante, detrás de estos "hechos gruesos" concurren diferentes circunstancias que deben desglosarse para ser plenamente comprendidas en su significado para el desenvolvimiento del país. En un reciente estudio de CEGA, se ilustra cómo la participación esperada sobre la observada del PIB agropecuario pasó de 32.5% en 1960 a I 4.0% en I 997 y la del empleo agropecuario descendió de 52.0% a 23.5% en el mismo período. La tendencia coincide con lo ocurrido en otros países con condiciones de desarrollo similares a las nuestras, pero las divergencias que vivimos frente a ellos, y más concretamente, ei conflicto que nos envuelve y que hace perder viabilidad al país, nos obliga a ubicarlas, a considerar las condiciones en las que se producen estas tendencias en nuestro caso. Efectivamente, la agricultuna, como fase de la producción directa, pierde rentabilidad, pero ¿cómo ocurre esto en Coiombia? El empleo agrícola se reduce frente ai generado en otros sectores, pero ¿cómo se produce esta tendencia en Colombia? La población se traslada masivamente del campo hacia las ciudades medianas y grandes, pero ¿cómo y en qué circunstancias se da este proceso en el país? 1298 I

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¿Qué diferencias implica el que estos procesos sucedan en un país cuyo ordenamiento espacial haya cerrado sus fronteras agrarias o en uno como Colombia, en donde se ha configurado una "frontera abierta", en la cual toman lugar desarrollos que abren y cierran ciclos económicos de mayor o menor importancia para ¡as regiones y para el país (petróleo, oro, cultivos ilícitos, etc.) y en donde, por la misma razón, los mercados iaboraies no se circunscriben a los ámbitos "terminales" y combinan ia informalidad urbana con la rural y las migraciones fronterizas? Ei primer punto, la perdida de rentabilidad de la agricultura, está necesariamente relacionado con las diferencias en la productividad de los sectores que compiten con la agricultura, pero también es importante observar que la coyuntura en la cual se comenzó a hacer más marcado el descenso de la participación dei sector agropecuario coincidió con la aplicación de las decisiones que condujeron a ia apertura económica. Con ella entró a exponerse al mercado nacional no solamente ante la producción de bienes manufacturados procedentes del exterior sino también a bienes agrícolas que han competido con ia producción nacional. Desde comienzos de la década de 1990, la política comercial de Colombia se enrutó hacia la apertura de los mercados, en particular del sector agropecuario, decisión que ha tenido efectos diferenciados por regiones y por cultivos. Las evaluaciones realizadas hasta el presente evidencian pérdidas en las áreas sembradas, en la producción y en el empleo, si bien se registran diferencias que beneficiaron la mayor parte de los cultivos permanentes y afectaron negativamente los cultivos de ciclo corto, correspondientes básicamente a la agricultura campesina. Este balance se ha traducido en la creciente importación de alimentos, no compensada con ias exportaciones. Ahora, ¿qué hace competitivos a los bienes importados frente a la producción nacional? Diferencias en la productividad resultantes del desarrollo tecnológico, variaciones importantes en los costos de producción inducidas por la renta del suelo, las tasas de interés, preI 2991

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cíos de la mano de obra y de la tecnología, los procesos de poscosecha, los costos del transporte, por condiciones climáticas y también por la protección brindada a su producción, como ocurre con los cereales y los lácteos, entre otros, en los países de la Unión Europea o en los Estados Unidos. Al iniciarse la aplicación de las políticas de apertura en Colombia a principios de los noventa, se argumentó a su favor el impacto que había tenido en los niveles de protección asignados a la agricultura en su baja competitividad, traducidos en aranceles, transferencias y subsidios. No obstante, el análisis del destinofinalde estos beneficios no fue la masificación de tecnologías accesibles o la reducción de las tasas de nterés o de la renta del suelo. Estos subsidios y transferencias se desviaron hacia otro tipo de inversiones (especulación financiera, bienes urbanos, etc.) y la agnicultura, salvo algunos renglones, mantuvo bajas condiciones de competitividad en términos de costos, precios, volúmenes y calidad. Incidieron en estas condiciones de la oferta agrícola la persistencia de las condiciones de la producción y de la comercialización, así como también de los mercados: altos costos de la tierra, dei capital y de la tecnología con efectos en los costos de la mano de obra, elevados precios de los fletes y de la intermediación, todo ello dentro de una economía cuya distribución del ingreso ha generado mercados estrechos que no jalonan la oferta, A su vez, los recursos asignados a través de las políticas subsectoriales (crédito, asistencia técnica, comercialización) resultaron insuficientes o fueron desviados por efectos de las decisiones de ia política económica, por efectos de la corrupción o por ambos. La renta del suelo y su comportamiento se reflejan directamente en los costos de la producción. La tendencia dominante de la propiedad territorial rural en Colombia continúa apuntando hacia su concentración, evidenciada en un índice de Gini supenor a 0.85; por otra parte, la espacialidad de la concentración de la propiedad se expresa con mayor fuerza en determinadas regiones, principal, pero no única1300 i

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mente, en las tierras de mejor calidad. Ai considerar los efectos de la tendencia hacia la concentración de ia propiedad no sobra señalar que precisamente en los departamentos donde hay una mayor monopolización de la propiedad, es donde ocurren los mayores desplazamientos forzados de población campesina. El comportamiento de esta tendencia guarda relación con las características de los suelos y con la organización social predominante, ua distribución de la propiedad está ligada con ¡as características productivas de los suelos; así, en el interior de la frontera agraria predominan las pequeñas unidades (minifundio y micrommifundio) en áreas con suelos de calidad inferior, en tanto que las propiedades medianas y grandes son dominantes en las regiones que contienen las mejores tierras En ios bordes de la frontera agraria, en áreas que ofrecen menor interés a! desarrollo del capital, la concentración de la propiedad, a ¡a par que limita ei acceso a los mercados y a la tierra a colonos y campesinos, responde a la búsqueda de rentabilidad con menores inversiones como las que se aplican con la ganadería extensiva. En uno y otro caso, la tierra también continúa cumpliendo su papel en el lavado de dineros procedentes del narcotráfico. Además de ia pérdida de rentabilidad de la agricultura, resultante de las transformaciones de los distintos sectores de la economía, en Colombia el conflicto armado tiene una incidencia creciente por causa de las pérdidas por muerte, heridas, desplazamientos forzados, secuestros y extorsiones, destrucción de bienes, restricciones a la producción y al acceso a los mercados, etc.Todos estos factores han conducido a la relocalizaaón de inversiones y ai traslado obligado de la población hacia ámbitos diferentes de los rurales, sin que ello implique mejores posibilidades de ingreso o mejoramiento de la calidad de vida, dadas las características de la oferta de empleo, vivienda y servicios en ias ciudades, en donde predomina el empleo informal y los asentamientos "subnormales" como ámbito de articulación para la población con menores recursos. I 3011

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Los análisis sobre la articulación de la población con la economía agraria demuestran que en Colombia la"desagncultunzación" de la población ha ocurrido a una velocidad mayor que en otros países, en la medida en que para descender del 50 al 30% de ia asignación de la mano de obra de la agricultura a otros sectores, nuestro país se tomó dieciocho años en tanto que en Argentina transcurrieron 77 años, 32 en Ecuadon y 21 en México. Sin embargo, mientras en otros países los campesinos salen del campo a las ciudades pana participaren los mercados de trabajo formales o informales, acá muchas veces se trata de las víctimas del desplazamiento forzado, cuyas opciones se reducen a engrosar las filas de la guerrilla, el narcotráfico o del paramilitansmo. Acá conviene detenerse para examinar los factores planteados. Uno de los resultados más críticos de ¡a expansión del conflicto armado ha sido el desplazamiento forzado de poblaciones, básicamente rurales, motivado por la búsqueda del control de tierras para grandes proyectos mineros, agroextractivos o de infraestructuras, para fines especulativos o por propósitos estratégico-milrtares. Este factor ha coincidido con la tendencia hacía la concentración de la propiedad rural, profundamente arraigada en las relaciones políticas y económicas del país y que va en contravía de las condiciones que han favorecido el desarrollo económico y social en otros países. Las perspectivas de las inversiones en la agricultura se han restringido por efectos de las tendencias en el desarrollo, que incrementan ¡a valorización de la producción en ios eslabones del procesamiento y la disminuyen en la producción primaria. El resultado ha sido, por una parte, fa disminución de las áreas en producción, asociada a la concentración de la propiedad, y por otra, el afianzamiento de sistemas agroindustriales que se apoyan incluso en la importación de las mátenlas primas (como ha ocurrido con el trigo, la yuca o et tomate) o ia transformación de la organización de la producción, asignando a las pequeñas y medianas explotaciones las fases primarias (como se intenta hacer parcialmente con la palma africana, a través de las publicitarias "alianzas productivas") 302 I

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El primer efecto se advierte en la composición de ios usos del suelo según el tamaño de las explotaciones: de acuerdo con la Encuesta Agropecuaria de 1996, las explotaciones de más de 200 hectáreas, que en 988 tenían 32.4% del área y el 7.5 de ella destinada a usos agrícolas, en 996 pasaron a controlar 43.1 % con sólo el 1.7% en usos agrícolas. Los estudios sobre el comportamiento reciente del sector agropecuario evidencian que, por efectos de la apertura económica y de las tendencias en los mercados nacionales e internacionales, se han afianzado los cultivos permanentes (plantaciones), en detrimento de los temporales, más propios de ias economías campesinas. Si bien esta tendencia opera de manera diferenciada por regiones y cultivos, se percibe su consolidación en uno de los renglones considerados como más promisorios como es la palma africana, que de I 70 mi! hectáreas plantadas se proyecta incrementar en 50 mil adicionales. Este propósito, loable como perspectiva productiva y de inserción en los mercados internacionales, ofrece, sin embargo, aspectos que deben considerarse a la luz de las tendencias de los precios y de los problemas de la organización social de la producción Con respecto a las primeras y siguiendo la tendencia de los precios internacionales de los exportables de origen agrícola, en I 999 las cotizaciones dei aceite de palma crudo cayeron 25% entre enero y marzo, obteniendo ia menor cotización de los últimos 10 años.Y ¿cómo se plantea entonces expandir su producción? Los hechos muestran que estos propósitos coinciden con la tendencia hacia la concentración de la propiedad, pues en las regiones productoras ocurre de manera marcada y también en donde se producen importantes desplazamientos forzados de población; y es allí mismo en donde se busca implantan en medio de ia crisis social creada por el terror paramilitar, el modelo de las "Alianzas productivas" del "80-20". ¿En qué consiste esta propuesta? Según sus promotores, se trata de "ceden" en aparcería a los campesinos, por cinco años, 20% de ias grandes plantaciones, para ser renovadas; una vez en producción estas explotaciones, se titularían a los aparceros a discreción, I 303)

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Obsérvese que se trata de renovar plantaciones bajo aparcería, modalidad en la cual el campesino correría con los mayores costos, sin contar con la propiedad de la tierra y sujeto a perder su trabajo si no recibe el título. Si lo recibe, entra a participar en ei nivel de menor rentabilidad, pues el procesamiento y la comercialización, en los mercados internos y externos, es monopolio de los grandes palmicultores. No se concibe acá una"pancelización" de tas plantaciones ni la implantación de formas artesanales para el procesamiento y ia comercialización, sino ia apertura a la participación en los beneficios de todos los que actúan en ei proceso productivo y en su realización. Ahora bien, éste es un tipo de organización para un producto determinado y en una región particular Cabe examinan de la misma manena, otros productos con requerimientos técnicos diferentes y ordenamientos sociríregionales distintos, orientados ya sea hacia mercados internacionales, ya nacionales, ya regionales, y frente a los cuales sería preciso examinar la adecuación de los suelos y ia organización de la propiedad e impulsar la dotación de infraestructuras físicas y sociales,

¡Tiene a l t e r n a t i v a s n u e s t r o d e s a r r o l l o ! Los problemas examinados podrían entonces centrarse en estos tres factores: por una parte, la conformación de modaíidades de organización de la producción y la comercialización, que no satisfacen las necesidades del desarrollo dei país, en términos de volúmenes, precios y calidades, y en lo cual también incide la distribución del ingreso. Por otra parte, un patrón de creciente concentración de la propiedad territorial que encarece la producción, desarraiga las poblaciones rurales y empuja ia ampliación de ia frontera agraria hacia ecosistemas frágiles, implantando sistemas insostenibles de producción dentro de los que se incluyen los cultivos ilícitos. Finalmente, la ruta impuesta al desarrollo agrícola plantea una costosa convergencia entre las tendencias dominantes del capital nacional vinculado al campo y capitales transnacionales que refuerzan aún mas la profundización de los factores de crisis estructural del país, 1304 I

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Cabe preguntarse si hemos de descartar la agricultura como factor estratégico en el rediseño de nuestra economía. Las perspectivas de ia producción dan señales complejas, pues si bien se abren nuevos mercados, están sujetos a ias tendencias conocidas y que requieren mayores avances en el procesamiento, en las cadenas hacia los consumidores finales. Podemos explorar renglones agrícolas pero planteados en términos de "cadenas agroindustnales", con mayores participaciones en los eslabones más avanzados de la comercialización. Por otra parte, el acceso de campesinos sin tierra y de asalariados agrícolas a los beneficios derivados de un diseño más eficiente de esta "agroindustria" solamente puede lograrse con la exclusión de la violencia y de la manipulación patronal y con desarrollos que contemplen empresas de tipo asociativo, con participación accionaria y regulada de los distintos sectores sociales que intervienen en la cadena. El replanteamiento de nuestra agricultura, de sus articulaciones con la industria y los mercados, nos ha de conducir a pensar de nuevo en el conjunto de nuestra organización económica y a reorientar los esfuerzos de la nación. Hasta el presente, la capacidad de ahorro nacional ha sido absorbida por un sector financiero parasitario y dispuesto para la exportación de capitales. Será necesario dirigir esta capacidad al aprovechamiento racional de nuestros recursos, incluidos suelos, aguas y bosques, a la ocupación del espacio de acuerdo con su vocación y posibilidades y a la articulación de la población con la producción en función de su bienestar No debemos olvidar que la paz va de la mano del desarrollo y de la distribución equitativa de la riqueza producida.

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