la torre de tandil no está en la de marfil

el español Rafael. Nadal, número. 2 del ranking, adversario en un metegol o en la. PlayStation. La vida detrás insoportable, sin que lo admiren por ver- lo tomar ...
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El perfil

Por Maximiliano Boso De la Redacción de LA NACION o va a cambiar mi forma de ser, mi forma de vivir. Solamente cumplí un gran sueño que tenía, pero sigo teniendo los amigos que tuve toda la vida, algo muy importante para seguir manteniendo los pies sobre la tierra. Ellos, mi grupo de trabajo y mi familia son muy importantes.” Juan Martín del Potro tiene razón, pero sólo en parte. Hay cosas esenciales en su vida que no se modificaron porque sus sentimientos se mantienen firmes ante los inexorables embates de tres recién nacidos que pueden hacer tambalear a cualquiera, crecen rápidamente y atropellan: la popularidad nacional, la fama internacional y el dinero. Esa es la parte que sí cambió. Hoy, ser Juan Martín del Potro es mucho más que ser un muchacho tandilense que a los 20 años consiguió un título que ningún otro tenista sudamericano había conseguido a tan temprana edad: el Abierto de los Estados Unidos, uno de los cuatro torneos del Grand Slam, la elite entre los certámenes internacionales de este deporte. Hoy, ser Juan Martín del Potro es haber pasado de soñar a ser el protagonista del sueño de muchos otros pibes que desde ahora y por varios de los años que vendrán –eso dependerá de su éxito futuro– tendrán su imagen interminablemente espigada pegada con chinches o cinta adhesiva en alguna pared o puerta de sus habitaciones. Ahora es el nombre por el que dos chicos se pelean cuando entran en una cancha: “Yo soy Del Potro”, dirá uno; “No, me toca a mí ser Delpo”. Probablemente ésta sea la parte más sencilla de sobrellevar de su nueva vida, porque no lo tocará directamente. Pero Juan o Palito –así lo llamaban de chico, no Delpo ni el ambicioso La Torre de Tandil con el que hoy lo conoce el mundo– tendrá que asumir que ya no podrá ir al cine con alguna conquista o a bailar con los amigos sin llamar la atención hasta lo

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Domingo 20 de septiembre de 2009

insoportable, sin que lo admiren por verlo tomar agua mineral o que lo cuestionen por tomarse un vaso de cerveza. Del Potro tendrá novia o amante siempre desde ahora: si es una de verdad, tendrá que protegerla; si no, se la inventarán. Formas de juzgar bien argentinas, en definitiva. Tan genuinas como puede ser el miedo de una familia que ve que el progreso económico puede ser un peligro latente. A Del Potro lo espera un aislamiento que empezó a practicar su familia desde hace tiempo, sobre todo de un año a esta parte, cuando el varón de la familia sorprendió al mundo ganando sus primeros cuatro títulos seguidos, algo que nunca antes había hecho nadie en la era profesional. Del Potro es el tenista argentino más exitoso del momento y el de mayor proyección. Ya ganó siete títulos del ATP World Tour, más de cinco millones y medio de dólares por premios de torneos y podríamos decir que deberían quedarle algo así como diez años más de carrera. Pero esa quizá sea la historia más difícil de escribir, porque los sudamericanos con carreras rutilantes no toleraron, en general, las exigencias del medio, y se volvieron temprano a sus casas. “Lo mejor es que todavía no llegó a su techo”, suele decirse. Curiosa afirmación sólo si se la coloca al lado de su estatura de 1,98m. La vida no le cambió a Del Potro porque todavía sigue teniendo a su lado a la banda de amigos de siempre, como dice él, la del Colegio San José, allí donde terminó sus estudios secundarios rindiendo materias libres porque las giras le impedían asistir a clases. Gonzalo Fernández, Manuel Mallo, “El Tanque” Rodríguez Amenábar, Tomás Aramburu, José Osa y Winy Ferraro, los que, vestidos con remeras especialmente diseñadas por Nike –la marca que luce el jugador–, lo alentaron durante la frustrante final de la Copa Davis del año pasado ante España, en Mar del Plata. En una corta carrera profesional, Del Potro ya acumula, también, una gran frustración. En el circuito también está su círculo inalterable: Juan Mónaco, Mariano Zabaleta y Máximo González, tres tandilenses como él, surgidos de la cantera de Independiente

En el circuito de tenis, amigo, entre los archifamosos, es el español Rafael Nadal, número 2 del ranking, adversario en un metegol o en la PlayStation

de esa ciudad –como él– y formados bajo la mano moldeadora del Negro Marcelo Gómez –como él–. Pero, siguiendo con esto de los cambios, ahora esos muchachos no son los únicos con los que Juan Martín se da. El dice que cuenta entre sus amigos a quien era un ídolo personal, Martín Palermo, el legendario delantero de su amado Boca, el equipo que va a ver sin falta, como cada una de las contadas veces que el Tour le permite recargar energía en el país. Emanuel Ginóbili lo saluda y reconoce sus logros. Lo mismo hizo el norteamericano Andy Roddick, hombre acostumbrado a irse con la cabeza gacha ante el tandilense. Pero en el circuito de tenis, amigo amigo, entre los archifamosos, está el español Rafael Nadal, número 2 del ranking, adversario en un metegol o en la PlayStation cuando las giras dejan tiempo libre. Para Delpo, el barrio Falucho, de Tandil, será siempre un refugio. Pero ahora también lo es, quizá más todavía, el campo familiar muy cercano, allí donde su poderoso saque o la derecha cruzada no tienen ningún tipo de importancia. Es donde manda el capitán, Daniel del Potro, su papá, un médico veterinario volcado al campo que marcó el camino de la discreción hace ya mucho tiempo, cuando se dio cuenta de lo que vendría si los pronósticos sobre su hijo se hacían realidad. Esos augurios se cumplieron y hoy cuentan que a los Del Potro casi no se los ve, ni siquiera por Tandil. Para Daniel, la fama es de Juan Martín, no de ellos. Nada tienen para decir porque –piensan– no son ellos los que ganan o pierden los partidos y los torneos. Las notas son para el jugador de tenis. Si Delpo quiere mostrarse con sus amigos, nada tienen para objetar, pero Daniel, mamá Patricia y la hermana menor, Julieta, no serán iluminados ni un segundo por la luz de una cámara. El que más expuesto quedó por estas horas es Don Lucas, el abuelo materno, que todos los días se levanta temprano para atender su carnicería de la calle Sáenz Peña y Pasteur. Don Lucas no pudo impedir que alguna cámara indis-

creta se metiera en el local para registrar los cuadros de su nieto y algunos recortes periodísticos que cuelgan en las paredes, aunque tampoco de su boca salió una palabra, fiel al pacto familiar. Tampoco se pudo evitar que por estas horas trascendiera la razón del gesto de Juan Martín, un secreto que durante años el propio jugador sólo confesó con cuentagotas y a condición de que no se diera a conocer. Cada vez que termina un partido, sobre todo cuando gana, Juan hace la señal de la cruz y lanza un beso mirando al cielo. Un accidente automovilístico en Lobería se llevó hace más de 15 años la vida de su otra hermana, dos años mayor. Una licenciada en psicología explicó que este tipo de traumas son tan difíciles de superar que se pueden silenciar por años, casi al borde de la negación. Tal vez ésta también sea una de las razones por las que Juan siente adoración por su hermana menor, Julieta, para quien el primer título del Flaco en Stuttgart, el año pasado, ya era suficiente regalo para sus 15 años. Sin embargo, Delpo no dudó un instante luego de vencer al francés Richard Gasquet en la final: anunció que el MercedesBenz SLK 350 blanco que se había ganado sería para July. Es, sin dudas, su debilidad, su protegida durante las contadas jornadas en su tierra, cuando disfruta de las comidas de mamá –las mejores del mundo, claro– y cuando se sienta a conversar con papá la dirección de los próximos pasos. La popularidad de Juan no tomó por sorpresa a la familia Del Potro. Hace mucho tiempo que Daniel se ocupa de los contratos de su hijo, que hoy cuenta con cuatro grandes compañías que asociaron su imagen a la del larguirucho tenista. Dos de ellas tienen una vinculación larga, a pesar de que el miércoles próximo Del Potro cumplirá recién 21 años. La empresa de indumentaria Nike lo contrató cuando este chico, campeón a los 14 años del Orange Bowl –uno de los torneos más prestigiosos del mundo para juniors–, ganó también el Nike Junior Tour, un certamen internacional para chicos de hasta esa edad que lograron, entre otros, Rafael Nadal y Maria

Sharapova, otros dos modelos de la marca. Wilson, tradicional fabricante de raquetas, comenzó a proveerlo a los 15 años y, desde hace un par de temporadas, le hizo un contrato de por vida. Hace poco, la gente no paraba de comentar la serie de spots publicitarios que Delpo protagonizó junto con el chiquitín Diego Buonanotte para Pepsi, en la que sus cuerpos cambiaban de dueño y el tenista de la voz grave hablaba con el tono agudísimo del futbolista de River. Desde hace varios días, basta entrar en la Panamericana para encontrarse con carteles enormes donde Juan Martín aparece sacando fotos con un nuevo modelo de teléfono móvil de Sony Ericsson, el mismo sponsor principal del WTA Tour, el circuito femenino, y el Abierto de Miami, un certamen Masters 1000 que es conocido como el quinto Grand Slam. Claro que papá Daniel no es quien lleva adelante las negociaciones con las empresas que quieren usar su éxito para promoción. Son muchos los ofrecimientos que ya empezó a recibir uno de los cuatro tenistas argentinos campeón de Grand Slam. “La imagen de Juan Martín les interesa a muchas empresas en este momento. Tenemos un perfil muy alto, así que buscamos compañías con un perfil elevado”, le contó a LA NACION en Nueva York el italiano Ugo Colombini, un ex tenista profesional que se dedica al management y que conduce en este sentido a Del Potro desde pequeño. Colombini advirtió también los prejuicios que los expertos en marketing tienen con deportistas sudamericanos. “Desde el día en que empecé con Juan Martín les quité de la cabeza este tema a los sponsors porque, para mí, él no es un jugador argentino, es un jugador de impacto mundial.” Eso es justamente lo que empezaron a notar las empresas. Al día siguiente de ganar el US Open, Nike Town, el local que la empresa tiene en la Quinta Avenida, en Nueva York, apareció con la imagen gigante del gigante y la frase: “Game. Set. NYC”. El carisma de Juan Martín no pasa inadvertido, como el

haber ido a chocar las manos con el público de la primera fila del estadio Arthur Ashe luego de ganarle un punto antológico a Roger Federer en la final. Los analistas de marketing le prestan atención a lo que piensa la gente, que en una encuesta efectuada por la ATP en su sitio web eligió al argentino, con el 67 por ciento de los votos, como el que alcanzará primero el número 1 del mundo, en una compulsa compartida con el escocés Andy Murray y el serbio Novak Djokovic. En los Estados Unidos ya empiezan a usar la sigla JMDP, que amenaza convertirse en una marca mundial. En el ámbito local es Rafael Groppo el hombre que cuida la imagen y los negocios de Del Potro. Es quien cuida con celo las entrevistas que otorga el número 1 de la Argentina y el número 5 del mundo. Hace un tiempo hubo que hacer un trabajo con Juan Martín, un chico al que le costaba mucho decir que no cuando le pedían una nota. Hoy, como estrella mundial, no puede ocuparse de los innumerables pedidos, a los que seguirá diciendo gentilmente que sí, pero con un agregado: “Hablá con Rafael Groppo”. El filtro necesario para evitar un desborde. En este sentido, preferirán siempre pecar por no hacer una entrevista que por hacerla. Pero también supieron leer el momento que vivía Juan Martín en estos últimos días y aplicaron el sistema Ginóbili, quizás el primer deportista argentino que entendió en todos sus aspectos la importancia que a veces tiene la prensa. Cuando vuelve a la Argentina, Manu suele tomarse unos días que les dedica a entrevistas y compromisos comerciales pactados de antemano. Sabe que ese espacio no es para los amigos ni para el deporte ni para la familia ni para el ocio, sino para su imagen. Delpo les dedicó dos días a la ansiedad periodística y popular por verlo y escucharlo. Llegó al país, procedente de los Estados Unidos, el miércoles pasado por la mañana y recién cumplió su anhelo de abrazarse con sus padres y su hermana el jueves por la noche, tarde. Todo lo hizo con una predisposición inusitada para los estándares del deportista argentino, que suele ver en la prensa un enemigo o un compañero de ruta prescindible.

Boca lo espera para rendirle un homenaje Juan Martín del Potro acudirá hoy a la Bombonera para seguir el partido entre su Boca y Godoy Cruz. Allí recibirá un reconocimiento de la institución xeneize por la conquista del US Open. El número 5 del mundo ya había sido invitado en el partido del miércoles pasado ante Vélez, por la Copa Sudamericana, pero no pudo ir por tener una agenda repleta de compromisos.

Se verá –y no es casualidad– que todos los que rodean a Del Potro tienen un mismo perfil y son parte de una estructura que intenta hacer de la vida privada una fortaleza inexpugnable. Hasta su entrenador, Franco Davin, un hombre que no negocia la tranquilidad ni la cordialidad. “No creo en la fama, me parece que perjudica a la gente y es algo peligrosa. Lo que sucede inmediatamente luego del triunfo es lo que menos me gusta, hay tentaciones… Hasta la política se mete”, analizó Davin, el detonador de la explosión de Del Potro hacia la cima mundial del tenis. Mucho antes, esa concepción familiar tuvo eco en la escuela de tenis del Negro Gómez, en Tandil, igualmente cultora del bajo perfil, que nunca tuvo otra publicidad que el boca a boca o las palabras de agradecimiento que le dedican los tenistas surgidos en ella. Es allí donde los valores del esfuerzo, la superación personal, el respeto y la educación, surgidos en casa, encontraron continuidad. “Acá el sistema es un poco militar. El que llega tarde, el que tira la raqueta, el que habla de más, se va. Deben portarse bien, ser educados, cumplir con los horarios, con los objetivos. Son cosas no negociables. Fijate que es muy raro que Del Potro o Mónaco rompan una raqueta. Y siempre van a intentar ganar el próximo punto”, contó hace unos meses Marcelo Gómez, en Tandil. Es allí, en esas canchas donde el crudo invierno hace que los entrenamientos empiecen con escarcha, que Juan Martín del Potro acuñó los tres objetivos de su carrera, los que hace cuatro años, con 17 recién cumplidos, luego de ganar su primer Challenger y sin haber jugado un solo partido de ATP, contaba con timidez, pero con asombrosa claridad, en su primera entrevista con LA NACION: “Quiero ser N° 1, ganar el US Open y la Copa Davis”. De no haber sido por la frustración de Mar del Plata, antes de la mayoría de edad, a Palito sólo le quedaría llegar a la cima del ranking mundial.

OPINION René Vargas Vera Para LA NACION

LA TORRE DE TANDIL NO ESTÁ EN LA DE MARFIL Alcanzó una de las más altas cumbres del deporte en el Abierto de los Estados Unidos. Ahora está inaugurando sus –apenas– 21 años, y ya es un ejemplo para los deportistas argentinos de toda edad. Del Potro asombra por su portentoso crecimiento y consolidación. Todos saben que es el fruto brillante de un trabajo serio y de dedicación eminentemente profesional. Pero despiertan más admiración, todavía, su madurez, equilibrio, sensatez, naturalidad y modestia al conquistar los reiterados triunfos de su fulgurante carrera. Se lo percibe en su ejemplar comportamiento mesurado y respetuoso frente a sus adversarios, y en sus palabras medidas después de cada victoria. Esta Torre de Tandil ha descartado instalarse en la Torre de Marfil, donde la gloria hace buenas migas con la soberbia. Son pocos los elegidos que han logrado escapar de ella. La Torre de Tandil mide apenas 1,98m. La Torre de Marfil es casi tan alta como quiso ser La Torre de Babel. Y muchos de los que treparon en ella sucumbieron al mareo o cayeron estrepitosamente desde lo alto. Delpo disfruta hoy de su propia torre y no corre peligro de precipitarse en el vacío. Su torre es su propia atalaya para mirar hacia su ancho horizonte. Ella es su corona y estandarte. Si permanece en ella, disfrutará en plenitud su ascenso hacia las altas cumbres. Se honrará a sí mismo y a su propio lugar de origen. Tandil lo recibió con fervor; Del Potro siempre habla con orgullo de su origen en la ciudad de las sierras // MAURO

La vida detrás del campeón En la intimidad y en la vida pública, Juan Martín del Potro adopta un perfil bajo; la importancia de los afectos para llevar adelante una carrera exitosa, con un mundo que empieza a girar alrededor de él

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