Instituto Mexicano para la Excelencia Educativa, A.C.
La resiliencia, factor clave en tiempos de crisis.
En estos tiempos de profundos cambios, de retos a vencer, de elecciones y renuncias, que muchas veces implican pérdidas significativas, es necesario hablar de la fortaleza que se requiere para afrontarlas, la cual va más allá de la entereza: la resiliencia. La resiliencia es un término que surge en la Física, y se refiere a la característica que tienen ciertos materiales que pueden doblarse, extenderse, dilatarse, etc., sin quebrarse, sin perder sus propiedades. El factor de resiliencia es muy importante por ejemplo, en la construcción de casas habitación, en donde es fundamental calcular perfectamente, cómo responderán ciertos materiales al embate de los movimientos telúricos, las vibraciones, las ráfagas de viento, etc. El cálculo de comportamiento de estos materiales, no sólo se queda en la capacidad para resistir, sino que también es sustancial, la capacidad para mantener sus propiedades esenciales para seguir cumpliendo con eficacia sus funciones. El concepto de resiliencia ha sido adoptado por las Ciencias Sociales, para definir la característica del ser humano para resistir los sucesos dolorosos, y no solo salir airoso, sino fortalecido. La resiliencia humana es entonces, la capacidad de preservar la entereza frente a los efectos de enfermedades, fallecimientos, frustraciones, dificultades existenciales, económicas, y en general adversidades, que ponen a prueba la capacidad para enfrentarlas y la flexibilidad para encontrar soluciones y caminos de recuperación.
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Los principales sucesos que ponen a prueba nuestra resiliencia pueden ser de dos tipos: 1.- Sucesos inesperados que llevan a situaciones de estrés extremo, como por ejemplo: ‐
Un trabajo que requiere un cambio de ciudad y que implica tal vez que parte de la familia permanezca en la ciudad de origen, generando la separación temporal o definitiva de la familia.
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La violencia, que puede ser externa, desarrollándose en la comunidad en donde se vive o se transita para realizar las actividades cotidianas; o violencia dentro de la misma familia.
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Las relaciones sociales frecuentemente tensas; la discriminación,
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Los efectos de las contingencias ambientales o geográficas, como inundaciones, sequías, derrumbes, temblores...
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Enfermedades.
2.- Situaciones que son parte del desarrollo natural del ser humano como por ejemplo: ‐
Los cambios propios del crecimiento biológico, estado civil, nivel escolar, lugar de residencia, el advenimiento de un nuevo miembro en la familia, etc.
Un punto importante para fortalecer la resiliencia es reconocer que la crisis es parte de la vida humana, acompaña a la persona a lo largo de su desarrollo y que por ello es fundamental fortalecerla desde la edad temprana, a través principalmente, de la forma como la familia va enfrentando los problemas que se le presentan que puede ser de: aceptación o evasión. Si enfrentamos las crisis con aceptación, estaremos dispuestos a encontrar herramientas que nos permitan protegernos y proteger a los otros, buscar soluciones en conjunto, teniendo como objetivo: el afrontamiento de la situación, como un reto, que requiere acciones de solución y de recuperación, redundando en el fortalecimiento de la persona y del grupo familiar o social. Si por el contrario, la posición es de evasión, parcial, o total, esto nos hace más débiles, quedamos vulnerables frente al problema, lo que nos lleva a reacciones pasivas o agresivas, que incrementan innecesariamente la crisis y pueden llevar, entre otras cosas, a la destrucción de las relaciones familiares, mayor dolor en quienes están involucradas en el problema, quedando éste sin solución y permanentemente latente. Página 2
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Recordemos que en la familia se modelan los principales aprendizajes para desenvolvernos con una emocionalidad sana, la resiliencia es un elemento fundamental de esta emocionalidad. Frente a la adversidad el camino sano reside en la empatía, la comprensión y la solidaridad, estos elementos constituyen la base de una especie de “escudo”, que esgrimimos frente a las crisis que se nos presentan a lo largo de la existencia, ¿cómo construimos nuestro “escudo familiar”? Haciéndonos compañía. Celebrando los acontecimientos relevantes. Compartiendo con optimismo y agrado, rutinas, tradiciones, tiempo. Solidarizándonos con quienes requieren apoyo. Dialogando. Entendiendo y respetando los sentimientos del otro y los nuestros. Consolándonos cuando se necesite. Siendo flexibles… Reparando las relaciones familiares a través del perdón y la reconciliación.
El “escudo familiar” se hace más fuerte cuando se realizan las labores en equipo, se tienen valores compartidos, se reconoce la diferencia entre lo posible y lo inevitable, cuando el deseo de trascender y el pensamiento crítico orienta la actuación de todos. Pero, ¿cómo construirlo desde la niñez? Los estudios de Psicología sobre este tema nos dicen que los niños y los adolescentes resilientes tienen en común un punto fundamental: reconocen que existe en su vida una persona que los ama incondicionalmente, por lo tanto tienen la confianza de poder recurrir a esa persona en caso necesario. Así que la recomendación a los padres de familia es amar incondicionalmente a los hijos y además demostrarlo con aceptación, afecto, cuidados, formación en valores, establecimiento de límites, comunicación asertiva, firmeza y flexibilidad cuando sea necesario y… ejemplos de comportamiento frente a cualquier situación de la vida, gozoso o doloroso. Frente a la adversidad recordemos las palabras de Frida Kahlo: “Pies para que los quiero, si tengo alas para volar… (finalmente)… nada es absoluto, todo cambia, todo se mueve, todo gira, todo vuela y desaparece”… nunca nos descubrimos más fuertes que cuando la situación requiere fortaleza. Página 3