Turismo
Domingo 16 de mayo de 2010 marles una foto, porque creen que les van a robar el alma, aunque algunas están muy dispuestas a empeñarla por unos bolivianos, dólares o soles peruanos. “No, señora… Tiene que pagar”, suelen decir, mientras ocultan su cara de la cámara. El sur de la isla está preparado para recibir al turismo. En el poblado de Yumani –se llama igual que el puerto– se encuentra la mayoría de los hospedajes. “Gracias al turismo, Yumani hoy tiene 3000 habitantes”, dice Cuba. Casi todas las viviendas son muy austeras y están construidas con ladrillo y paja. La mayoría de las hosterías y hoteles trata de generar el menor impacto ecológico posible. Es común que obtengan la energía de paneles solares y que reutilicen el agua, por ejemplo, para el riego. Con esa misma mirada ecológica son producidos los alimentos, que son simples, pero muy sabrosos. Una vianda típica para ir de picnic por la isla, conocida también como aptapi, puede ser deliciosa: pollo, papa morada, papa arenosa, oca (otro tipo de papa, pero dulce),
chuño (papa deshidratada), queso andino, huevos, habas, ispi (pequeños pescados fritos) y chicharrón de trucha son varios de los alimentos que se pueden incluir, además de los aderezos que se usan para sazonar. El janewaika es uno de ellos y está hecho con cebolla, ajo, zapallo y ají amarillo. Luego, todo se envuelve en los taris, mantelitos cuadrados con motivos típicos de la zona. Cuba explica que en Bolivia hay más de 200 variedades de papas disponibles en los mercados. También es algo muy común encontrar trucha fresca, barata y preparada de varias formas.
Balsas de totora Se puede navegar en el lago en balsas de totora, como lo hacían los pobladores precolombinos y como aún lo hacen sus descendientes. Están construidas con varas de totora unidas entre sí y amarradas fuertemente. Los hermanos Limachi, originarios de la zona, son conocidos en el mundo por la perfección con la que emplean su técnica. El explorador noruego Thor Heyerdahl los eligió,
en 1970, para que lo ayudaran a construir una de esas embarcaciones, que se llamó Ra II. La expedición zarpó del puerto de Safi, en Marruecos, y dos meses más tarde llegó a las islas Barbados. Así probó que las civilizaciones precolombinas podrían haber cruzado el Atlántico. La isla de Coati, también conocida como la isla de la Luna, se encuentra muy cerca de la del Sol. Según Cuba, allí se encuentran las ruinas incaicas más importantes del lago Titicaca, del lado boliviano, aunque admite que en parte están reconstruidas. Se trata del Templo de las Vírgenes del Sol; durante el imperio inca vivían allí las vírgenes de la alta sociedad, donde se las preparaba para casarse con jóvenes incas de la misma clase. Una vez que estaban listas se las llevaba a la isla del Sol para presentarlas en sociedad. Se hacía una fiesta, junto antes del equinoccio de primavera, en la que tenían que interactuar con los solteros que estaban en la reunión. “Para el equinoccio de primavera ya estaban unidos y los casaban. Por eso, el 21 de septiembre es el Día del Amor”, explica Cuba.
La otra Copacabana A orillas del lago, devoción por la Virgen, mercados y mucho color
A
los pies de la península de Copacabana descansan sobre las aguas del lago Titicaca algunos yates, lanchas, veleros y botes de pedal con forma de cisne. Las casas, los hoteles y hostales, pintados de alegres colores, trepan por la ladera ondulada de esa ciudad a 155 kilómetros de La Paz. Copacabana es famosa en Bolivia gracias a la Virgen de La Candelaria, importantísimo centro de peregrinación. Más conocida como la Virgen de Copacabana o la Virgen Morena, por el color de su tez, es la patrona de los bolivianos. Despierta gran devoción entre sus fieles porque dicen que es muy milagrosa, especialmente con los enfermos. Parte de su vida y movimiento también está en el concurrido mercado de la calle 6 de Agosto, en el que hay tiendas callejeras que venden frutas, verduras, cereales, carne, productos de limpieza, ropa, artesanías y la lista continúa. A pleno sol o debajo de precarios toldos, sin ningún tipo de refrigeración, las cholitas exhiben su mercadería. Los olores, unos fuertes, algunos agradables y otros no tanto, sorprenden al viajero a cada paso. Pero la exploración de esas laberínticas callecitas sólo vale la pena hacerla a pie y así descubrir la gran variedad de cereales que se venden o los rarísimos jugos de frutas, que tienen una consistencia parecida a la del almíbar, y están expuestos en vasos de vidrio, uno al lado del otro, en carritos ambulantes. La Virgen de Copacabana llegó allí el 2 de febrero de 1583. Blanquísimo y de estilo morisco, su santuario es el segundo más importante en América latina, luego del de la Virgen de Guadalupe, en México. El arquitecto español Francisco Jiménez de Singuenza estuvo al frente de la construcción de ese templo de cúpulas de mosaicos verdes, marrones, negros y amarillos, que comenzó en
El templo de la Virgen Morena
Sabores autóctonos 1600 y terminó 70 años más tarde. Fue edificado sobre un templo inca que rendía culto al lago; Copacabana significa lugar de culto de lo azul. El interior es muy despojado, salvo por el imponente altar barroco que alberga a la Virgen, hecho de plata 9,25 y pan de oro, madera bañada en oro 18 quilates.
“Los aimaras creen más en la virgencita, en la mamita, que en Dios porque asocian ese concepto con la Pachamama. Es además una Virgen muy rica. En ofrendas y regalos tiene más de dos millones de dólares. La gente le lleva joyas, vestidos de seda y le hacen donaciones para mantener el santuario en buen estado”, explica Cuba. En el caso de que uno tema que los ruegos no hayan sido escuchados, o si se quiere reforzarlos recurriendo a fuerzas alternativas, en la vereda del santuario hay varios puestos que pueden ayudar. Tienen todo tipo de miniaturas; bebes con certificado de nacimiento, casas, camiones, tiendas, dólares, valijas para viajar. ¿Cómo funciona? Por ejemplo, si uno desea conseguir marido hay que comprar un gallito miniatura, llevarlo a casa y colgarlo de un Equeco, muñeco que representa al dios de la abundancia, la fecundidad y la alegría (y que también se puede comprar allí). Pero no alcanza sólo con rogarle día y noche, hay que convidarle cigarrillos y alguna que otra bebida alcohólica.
LA NACION/Página 3