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EXTERIOR
I
Martes 26 de julio de 2011
EL ESCANDALO SEXUAL s NUEVAS REVELACIONES DE LA DENUNCIANTE
CLAVES AMERICANAS
El peligroso legado del caso Murdoch
La mucama del caso Strauss-Kahn temió por su vida
ANDRES
OPPENHEIMER
En una entrevista, contó que se había asustado cuando supo que su agresor era el director del FMI NUEVA YORK.– “Quiero justicia. Quiero que vaya a la cárcel, que sepa que uno no puede usar su poder cuando quiere hacer algo así.” Entre lágrimas y crudas descripciones, la mucama que denunció haber sido atacada sexualmente por Dominique Strauss-Kahn en una habitación del hotel Sofitel de Nueva York explicó ayer en su primera entrevista televisiva por qué decidió romper el silencio. Además, reveló haber temido por su vida minutos después de la supuesta agresión y llamó a la fiscalía neoyorquina a profundizar la investigación y defenderla en la causa contra el ex director del FMI. La irrupción de la guineana Nafissatou Diallo en la cadena ABC fue precedida por una entrevista con la revista Newsweek, lo que parece un claro cambio de estrategia de la defensa para presionar al polémico fiscal de Manhattan, Cyrus Vance, para que no abandone el caso luego de que su oficina filtrara a la prensa inconsistencias en el relato de la víctima. Durante la entrevista, Diallo contó con lujo de detalles del momento del supuesto ataque sexual en la lujosa habitación del Sofitel. Pero la empleada de limpieza se quebró totalmente cuando contó que había descubierto en los noticieros la identidad de su agresor y admitió sus temores a ser asesinada. “Estaba mirando las noticias, cuando dijeron que [Strauss-Kahn] iba a ser el próximo presidente de Francia, y entonces dije: «Por Dios, ellos me van a matar». Sé que si eso ocurriera en mi país, con un hombre poderoso como ése, me matarían antes de que alguien se enterara”, contó Diallo. Robusta, de cara redonda, ojos grandes y voz suave, la empleada de hotel dijo que Strauss-Kahn la forzó a practicarle sexo oral. “Dios es mi testigo. Digo la verdad. Quiero justicia. Quiero que vaya a la cárcel”, dijo a la ABC. Su relato coincidió con el que pu-
blicó ayer la revista Newsweek, que difundió una extensa entrevista con la denunciante. En ella, Diallo afirmó que el ex director del FMI la atacó “como un loco” en su suite del hotel de Manhattan el 14 de mayo mientras ella le imploraba que se detuviera y decía que temía perder su empleo. “Dije: «Señor, detenga esto. No quiero perder mi empleo», y él dijo: «No perderás tu empleo»”, señaló Diallo a Newsweek. “Lo empujé. Me puse de pie. Quería asustarlo. Le dije: «Mire, ahí está mi supervisor»”, le dijo Diallo a la revista. Pero StraussKahn respondió que no había nadie que los oyera. De acuerdo con el relato, StraussKahn trató de arrancarle el uniforme; le bajó la ropa interior y agarró con fuerza sus partes íntimas y su cabeza para obligarla a practicarle sexo oral en el baño. Newsweek calificó el relato de Diallo de intenso y atrapante, pero dijo que en varios puntos de la entrevista de tres horas la empleada del Sofitel se mostró evasiva y que incluso en algunos tramos su llanto pareció forzado.
FOTOS DE AFP
La tapa de la revista Newsweek, con la entrevista
Estrategia Las entrevistas se difundieron en momentos en que la causa contra Strauss-Kahn se encuentra estancada luego que de los fiscales de Manhattan admitieron que tienen dudas sobre la credibilidad de Diallo. El 1° de julio, la fiscalía reconoció que la denunciante mintió sobre algunos aspectos de su vida en Guinea y dio descripciones contradictorias de lo que hizo tras el presunto ataque. La reacción de los abogados de Strauss-Kahn no se hizo esperar. “Se trata de la primera acusadora en la historia que conduce una campaña mediática para persuadir a los fiscales de que mantengan los cargos contra una persona a la que ella le quiere sacar dinero”, atacaron ayer los abogados de Strauss-Kahn. La decisión de Diallo de hablar
“La historia de la mucama”, el título de la nota en la revista con la prensa es un paso inusual y riesgoso para un acusador en este punto del proceso, según los expertos legales. A pesar de que le proporciona una gran oportunidad de contar su versión de los hechos y despejar las dudas de la fiscalía, también abre un nuevo frente, ya que los abogados de la defensa pueden examinar en detalle su relato en busca de discrepancias con su testimonio original. “Cualquiera que fuere el resultado final, es un giro extraordinario que ella lance una campaña pública para
lograr que se llegue a un juicio”, dijo el profesor de leyes de la Universidad Pace y ex fiscal Bennett L. Gershman. Por lo general, los fiscales se oponen a que potenciales testigos en casos criminales se presenten ante el público.
Agencias AP, DPA y ANSA Video. La mucama del caso StraussKahn habló en televisión. videos.lanacion.com.ar/video62813-1
MIAMI.– Cuando leí la noticia de que el magnate Rupert Murdoch había cerrado su tabloide sensacionalista británico News of the World, mi primera reacción fue pensar “¡Qué bueno!”. Pero ya no estoy tan contento: el escándalo por los excesos del desaparecido periódico amenaza con darles nuevos argumentos a quienes quieren controlar a los medios en todo el mundo. Ya puedo imaginarme al presidente venezolano, Hugo Chávez; al presidente ecuatoriano, Rafael Correa, o a otros demagogos diciendo: “Si Gran Bretaña está considerando adoptar mecanismos más severos para controlar los excesos de los medios, ¿por qué no podemos hacerlo nosotros?”. Desde que se informó que el diario de Murdoch había incurrido en pinchaduras telefónicas y sobornos para obtener primicias, el premier David Cameron y otros políticos han pedido que se implementen nuevos sistemas para evitar actividades ilegales de los medios. Cameron dijo tras estallar el escándalo que la Comisión de Quejas sobre la Prensa “ha fracasado”. El premier propone reemplazarla por una comisión externa que sería independiente, tanto de empresas mediáticas como del gobierno. Janine Gibson, editora de The Guardian, escribió que la comisión fracasó en gran medida porque “sus financiadores”, dueños de medios, no le exigieron que contratara un ente externo para investigar al periódico de Murdoch. “Hay demasiada concentración de poder en el núcleo de la industria de los periódicos, y también una muy débil motivación, como para que este sistema pueda funcionar”, escribió. Gibson propuso la creación de “un organismo independiente, financiado por el gobierno, pero que de ninguna manera deba responder al gobierno”, para reemplazar a la Comisión de Quejas. Algunos analistas de los medios en Estados Unidos, como Juan Cole, de la Universidad de Michigan,
han apoyado la idea de regresar a la doctrina de la información balanceada, que existió en Estados Unidos desde1949 hasta 1987 y que permitía a la Comisión Federal de Comunicaciones exigir a las empresas de radio y televisión que informaran de una manera que la comisión juzgara “justa”. En América latina, además de Cuba, que no tiene libertad de prensa, Venezuela aprobó en 2004 una ley de medios que le permite al gobierno monitorear el contenido de las emisoras de radio y televisión. Ecuador, a su vez, está a punto de aprobar un proyecto de ley patrocinado por el gobierno que creará una comisión reguladora para supervisar los medios impresos y electrónicos. La legislación propuesta por Correa sería la peor de la región, después de la de Cuba. Correa ha pedido la aprobación de su proyecto de ley “para evitar los excesos de los medios”, después de que los diarios publicaron documentos que mostraban que su hermano Fabricio había obtenido contratos del gobierno por más de US$ 300 millones. Ricardo Trotti, director de libertad de prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), me dijo desde Quito que todo indica que este proyecto será aprobado pronto. La nueva ley creará una comisión reguladora de medios con siete miembros, cuya mayoría será directa o indirectamente designada por el gobierno. “El peligro es que esta comisión podrá castigar a los medios y podría permitirle al presidente interferir con los contenidos –dijo Trotti–. Creemos que la mejor manera de regular los medios es someterlos a las leyes generales que se aplican a toda la población.” Mi opinión: estoy de acuerdo. Si los periódicos de Murdoch intervinieron teléfonos o sobornaron funcionarios, deberían ser castigados con las mismas leyes que criminalizan esas actividades cuando son realizadas por cualquier otro ciudadano. Me temo que la alternativa –crear comisiones especiales reguladoras– puede o no funcionar en Inglaterra y en otros países con largas tradiciones democráticas, pero casi seguramente será utilizada por otros en el resto del mundo para justificar mayores controles sobre la prensa. Sería un precedente peligroso, que produciría mucho daño.