La memoria del Holocausto, grabada con orgullo en la piel

7 oct. 2012 - nazis en Auschwitz. Casi 70 años más tarde, Sagir se hizo tatuar en un negocio de moda en el centro luego de un viaje de la secundaria a.
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| Domingo 7 De octubre De 2012

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Carolina Duek, las nuevas formas de jugar Edad: 33 años Perfil: doctora en Ciencias Sociales, investigadora del Conicet y docente en la carrera de Comunicación de la UBA Su tema: infancia, juegos y medios

El mundo infantil puede ser una reveladora entrada a la sociedad contemporánea, a sus contradicciones, a sus fantasías y a sus miedos. Lo sabe Carolina Duek, doctora en Ciencias Sociales de la UBA, que en la última década se ha especializado en investigar las relaciones entre juegos y medios de comunicación –acaba de publicar El juego y los medios (Prometeo)–, con metodologías que combi-

nan analizar programas de televisión infantiles, entrevistar a chicos y sus padres, observarlos jugar y hacerlo también. En su actual proyecto de investigación, dirige un grupo que analiza “si los nuevos dispositivos tecnológicos están desplazando a los juguetes tradicionales y de qué modo están conviviendo”, según cuenta. Durante un año, con su equipo analizaron contenidos de programas y canales para niños, para ver cómo se representan los

Un orden resquebrajado

juegos o qué tipo de acciones se objetivan como tales; además, estudiaron juegos y jugaron (a la wii, a la PlayStation, en Mundo Gaturro y en Club Penguin, por ejemplo), e hicieron entrevistas a chicos de entre 6 y 9 años y sus padres. Dos resultados aparecen claros hasta ahora. Por un lado, “hay una hiperpedagogización de la oferta televisiva. Disney Channel, Discovery kids y Cartoon Network, por ejemplo, han hecho un viraje hacia contenidos pedagógicos y educativos. La TV dejó de

Título: El ocaso de la República oligárquica Autor: Martín O. Castro Editorial: Edhasa

ser una amenaza y les hace un guiño cómplice a los padres. El peligro pasó ahora del lado de las consolas y los juegos. Hay chicos que pueden ver TV todo el día, pero sólo jugar a la Play dos horas”, comenta Duek. A la hora de jugar, mientras tanto, en las habitaciones de los chicos conviven pelotas, muñecas, juegos de mesa y tecnología, pero, para ellos, jugar, lo que se dice jugar, es usar la wii o la Play. “Hay una redefinición de lo que significa jugar y nuevas formas de hacerlo; sobre todo se ve un cambio hacia un juego poco colaborativo y más competitivo”, apunta la investigadora. ß Raquel San Martín

El mundo

Un recorrido por la trama político social de la Argentina entre 1898 y 1912, años marcados por las disputas internas en la élite oligárquica y las presiones de la oposición radical hacia la incorporación de nuevos actores a la vida política.

El desafío de ser República Título: La encrucijada argentina Autor: Carlos Gabetta Editorial: Planeta

El periodista y ex director de Le Monde Diplomatique del Cono Sur ofrece un retrato preocupante del presente argentino, que hunde sus raíces en una historia de desencuentros y desemboca en el populismo peronista, que hoy prolonga el kirchnerismo.

anticipo

La memoria del Holocausto, grabada con orgullo en la piel

Mitos y verdades de la crisis griega

Símbolo de la deshumanización, los números de prisioneros son llevados hoy por una nueva generación como un recordatorio del horror nazi

En La espada de Damocles (Tusquets), el escritor griego Petros Márkaris reúne sus artículos sobre la debacle en su país. Aquí, una pieza de 2010

E

Jodi Rudoren

THE NEw YORk TIMES

JERUSALEN uando Eli Sagir mostró a su abuelo, Yosef Diamant, el nuevo tatuaje en su antebrazo izquierdo, él inclinó la cabeza para besarlo. Diamant tiene el mismo tatuaje, el número 157622, marcado con tinta indeleble en su brazo por los nazis en Auschwitz. Casi 70 años más tarde, Sagir se hizo tatuar en un negocio de moda en el centro luego de un viaje de la secundaria a Polonia. A la semana siguiente, su madre y hermano también se hicieron inscribir los seis dígitos en sus antebrazos. Este mes su tío hizo lo mismo. “Mi generación no sabe nada del Holocausto”, dijo Sagir, de 21 años y que lleva el tatuaje desde hace cuatro. “Una habla con gente que cree que es como el Éxodo de Egipto, historia antigua. Decidí hacerlo para que mi generación recuerde. Quiero contarles la historia de mi abuelo y la historia del Holocausto.” Los descendientes de Diamant se cuentan entre numerosos hijos y nietos de sobrevivientes de Auschwitz que han dado el paso de marcar la memoria de los días más oscuros de la historia en sus propios cuerpos. Dado que el número de sobrevivientes está cayendo a alrededor de 200.000, de 400.000 hace una década, instituciones e individuos debaten cómo recordar mejor el Holocausto –parte integral de la fundación y la identidad de Israel– cuando los que lo vivieron desaparezcan. Los ritos de iniciación, como el viaje a los campos de la muerte que hizo Sagir, son ahora algo estándar para los estudiantes de secundaria. El memorial del Holocausto Yad Vashem, en Jerusalén, y otros museos están tratando de hacer más accesibles las muestras, utilizando historias individuales y efectos especiales. Hay duros debates acerca de si ese enfoque trivializa símbolos que se han considerado sagrados por mucho tiempo y si el mensaje primordial debe ser acerca de la importancia de un Estado judío que se baste a sí mismo para prevenir un futuro genocidio o si debe ser otro, más universal, respecto del racismo y la tolerancia. “Estamos pasando de la memoria de lo vivido a la memoria histórica”, señaló Michael Berenbaum, profesor de la Universidad Americana Judía en Los Ángeles, uno de los principales estudiosos de la memorialización del Holocausto. “Estamos en esa transición y ésta es una manera descarada de tender el puente.” Berenbaum, que es hijo de sobrevivientes, dijo que “replicar un acto que destruyó su nombre y los convirtió en números no sería mi primera ni mi segunda ni mi tercera elección”. Pero agregó: “Sin duda es mejor que algunos de los otros tatuajes que alguna gente joven se hace”. Es por cierto una decisión inten-

c

Las visitas a Auschwitz, otra forma de evitar el olvido. samente personal que a menudo provoca interacciones feas con extraños ofendidos por la reapropiación de lo que es quizás el símbolo más profundo de la deshumanización de las víctimas del Holocausto. El hecho de que el tatuaje esté prohibido por las leyes judías –algunos sobrevivientes temieron por mucho tiempo, incorrectamente, que sus números les impedirían ser enterrados en cementerios judíos– hace que el fenómeno sea más inquietante para algunos, lo que puede ser parte de la razón por la que se hace. “Es shoqueante cuando uno ve el tatuaje en la mano de una niña muy joven”, dijo Sagir. “Es muy shoqueante. Uno tiene que preguntar por qué lo hizo.” El tatuaje fue introducido en Auschwitz en el otoño de 1941, según la Enciclopedia del Holocausto del Museo Memorial del Holocausto de Estados Unidos, y en el adyacente Birkenau en marzo siguiente. Fueron los únicos campos que emplearon esa práctica, y no está claro cuánta gente fue marcada, en algunos casos en el pecho y más comúnmente en el antebrazo izquierdo. Sólo se tatuaba a los que se consideraba en condiciones de trabajar, por lo que, pese a la degradación, algunos llevaban los números con orgullo, en particular los más bajos, que indicaban haber sobrevivido a varios inviernos brutales. “Todos tratan con respeto a los números del 30.000 al 80.000”, escribió Primo Levi en su memoria Supervivencia en Auschwitz, donde describe el tatuaje como parte de “la demolición del hombre”. Tras la guerra, algunos sobrevivientes de Auschwitz corrieron a hacerse quitar los tatuajes por medio de cirugía o los ocultaban bajo mangas largas. Pero a lo largo de las décadas otros jugaron sus números a la lotería o los usaron como claves. Dana Doron, médica de 31 años e hija de un sobreviviente, entrevistó a alrededor de 50 sobrevivientes con tatuajes para un nuevo documental israelí, Numerado, que dirigió junto al fotógrafo Uriel Sinai. Cuando les preguntó a los sobrevivientes si los amantes besan el número como si fuera una cicatriz, Doron dijo que algunos la miraban “como si estuviera loca” y otros dijeron “por supuesto”. “Para mí es una cicatriz”, dijo Doron, que se interesó por los números cuando le extrajo sangre a un hombre con el brazo tatuado en

Dado que el número de sobrevivientes está cayendo, se debate cómo recordar mejor el Holocausto Los descendientes tatuados quieren estar unidos de manera estrecha y eterna con sus parientes

Foto: CZAREK SoKoLoWSKI/AP

una sala de emergencia. “El hecho de que gente joven decida hacer el tatuaje es para mí señal de que seguimos llevando la cicatriz del Holocausto.” Numerado sigue a Hanna Rabinovitz, una mujer madura que se tatuó el número de su padre en el tobillo cuando murió su padre. La película también cuenta la historia de Ayal Gelles, un programador de 28 años, y su abuelo, Avraham Nachshon, de 86 años, que llevan los dos el número A-15510 en sus brazos. “Es como una herencia”, dijo Gelles de su tatuaje. “Es provocador. Todos se siente impactados al principio, como shoqueados.” Afirmó que tuvo una epifanía viendo vacas marcadas en una estancia en la Argentina, lo que lo llevó a hacerse el tatuaje y adoptar una dieta vegetariana. No le contó a su abuelo de su plan. “Si hubiese sabido antes te hubiera dicho que no lo hagas”, le dijo el abuelo hace poco. “Sueño todas las noches con ello”, dijo Nachshon al contar su historia del Holocausto, que incluye varios meses en Birkenau, donde fueron asesinadas su madre y hermana en la cámara de gas. “Muchas veces estamos escapando de los alemanes. A veces corro toda la noche. Quizás esta vez no logren agarrarme.” El israelí que tatuó el número de Ivia Ravak, el 4559, en su hijo Oded Ravak y su nieto Daniel Philosoph, lo hizo gratis. Fue un viernes, Ravak, un artista del vidrio de 56 años que vive en Ottawa y estuvo de visita para ver a su familia cuando le hicieron el tatuaje hace dos años, trajo flores del Shabat a su madre. “Al principio estaba molesta”, dijo. “Cuando le expliqué los motivos por los que lo hice, lloramos juntos.” Los descendientes tatuados entrevistados para este artículo compartieron sus motivaciones: querían estar unidos de modo eterno y estrecho con su pariente superviviente. Querían vivir el mantra “No olvidar” con algo que provoque constantemente preguntas y conversaciones. Sagir, cajera en un mercado en el corazón turístico de Jerusalén, dijo que le preguntan por el número diez veces al día. Un hombre le dijo que era “patética” y que trataba de “ser su abuelo y tomar su sufrimiento”. Y una agente de policía le dijo: “Dios crea el olvido para que podamos olvidar”, recordó Sagir. Yo le contesté: “Por gente como tú que quiere olvidarlo lo sufriremos nuevamente”. ß

l primer ministro griego, Georgios Papandreu, anunció desde la idílica isla de kastellorizo que Grecia había solicitado el paquete de ayuda de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional y preparó a los griegos para el inicio de una «nueva Odisea». Al día siguiente un periodista le recordó que, al fi nal de la Odisea, sólo Odiseo alcanza Ítaca, pues ninguno de sus acompañantes sobrevive al viaje. No pasó mucho tiempo hasta que las profecías del periodista se hicieron realidad: los tres primeros compañeros de camino murieron ya el miércoles 5 de mayo de camino a Ítaca, es decir, de regreso a los años setenta, que es donde nos encontramos ahora. No sé por qué el primer ministro no eligió Ítaca para anunciar la nueva Odisea. Quizá porque sospechaba que lo que Grecia está viviendo en la actualidad no se asemeja mucho a una epopeya. Más bien recuerda a una tragedia. Goethe afirmaba que las epopeyas relatan grandes acontecimientos históricos. Sin embargo, hoy en Grecia no se desarrollan grandes acontecimientos, sino que nos hallamos ante una realidad miserable, que está muy lejos de pasar a la Historia. Si los griegos buscasen un poco en la tragedia clásica no les costaría mucho encontrar un coro adecuado para su situación. Sería el coro de Las troyanas, de Eurípides, que alzan su lamento ante las ruinas de Troya. Un director ingenioso incluso podría añadir al coro a algunos griegos, preferiblemente jubilados. Sin embargo, la tragedia que se representó en Atenas el miércoles 5 de mayo fue Los siete contra Tebas, de Esquilo, un texto en el que dos hermanos, Eteocles y Polinices, se dan muerte brutalmente. La tragedia que sigue a Los siete contra Tebas y que constituye, por así decirlo, su segunda parte es Antígona, de Sófocles, en la cual Antígona trata de enterrar a su hermano Polinices y se encuentra con la oposición de Creonte. En un principio, los griegos esperaban que la señora Merkel adoptase el papel de Antígona. Sin embargo, Merkel eligió el papel de Creonte e impidió a los griegos, forzados a ponerse la máscara de Antígona, que enterrasen a sus hermanos o, en este caso, que enterrasen sus montañas de deudas, porque la relación de los griegos con sus deudas se ha convertido últimamente en una relación fraternal. Yo, no obstante, tengo mis dudas de que la señora Merkel sea una fi gura trágica. Tampoco George w. Bush lo era, aunque sí que desató más de una tragedia. Las fi guras trágicas no se caracterizan por su dureza, sino por su sufrimiento y su ruina. willy Brandt sería un buen ejemplo. La señora Merkel me recuerda más bien a la Lisístrata de Aristófanes. Como Lisístrata, empeñada en poner fin a la guerra entre Atenas y Esparta, también Angela Merkel parece, por lo menos desde los últimos días, empeñada en detener el descalabro del euro. Todavía no sabemos si tendrá éxito, como Lisístrata, ni tampoco si sobreviviremos a la crisis. Sólo si fra-

casase se convertiría Angela Merkel en un personaje trágico. Los alemanes creen que dominan la Grecia clásica mejor que ninguna otra nación, mejor incluso que los propios griegos. Una afirmación un tanto exagerada, pero no carente de verdad. Cualquiera que lea la segunda parte del Fausto reconocerá de inmediato el conocimiento de los alemanes sobre la Antigüedad; por no hablar de Benjamin Hederich y su Diccionario mitológico básico o Eduard Zeller y su Filosofía de los griegos. Se podría explicar así por qué la rabia de los alemanes hacia Grecia tiene algo de «clásico». Quieren que bebamos cicuta, como Sócrates, porque hemos desafi ado las leyes. Por desgracia, los alemanes han idealizado de tal manera la Grecia clásica que ésta ha perdido la humanidad y cotidianidad que poseía. Otro vistazo al Fausto resulta sufi ciente para aclarar este aspecto. La Arcadia nunca ha existido en la tragedia de Helena, ni en la Antigüedad ni hoy en día. Y en el personaje de Euforión se revela la diferencia entre los alemanes y los ingleses. Goethe idealiza a Lord Byron como Euforión, pero Lord Byron no deseaba en realidad salvar la Grecia clásica, sino luchar en el bando de los agricultores y de los pastores griegos, sencillos e iletrados, contra los otomanos. Esto es algo que algunos periódicos y revistas, como Bild o Focus, no pueden comprender. Nos reprochan que en los últimos dos mil años no hayamos producido un nuevo Platón, un Sófocles o un Pericles y afirman que, por este motivo, somos un montón de fracasados. Glorifican la antigua Grecia pero su actitud es la de los espartanos. Su idealización les impide ver que la Grecia clásica y la Grecia moderna no convergen en los grandes poetas o en los filósofos, sino en el día a día. El día a día de los antiguos atenienses, su mentalidad, la forma de llevar sus negocios, sus argucias con las leyes, todo eso les resulta a los griegos modernos muy cercano y familiar. Y son éstos también los motivos por los que los espartanos desdeñaban a los atenienses. La vida en Esparta era ordenada, muy disciplinada, pero también muy aburrida. Las cosas eran diferentes en Atenas, tanto en la Antigüedad como, a pesar de la miseria, en la época moderna. En este sentido, también Aristófanes está más cerca de los griegos modernos que los grandes poetas trágicos, aunque aquéllos no lo sepan. No es necesario buscar mucho entre las obras de Aristófanes para encontrar el texto adecuado. Se trata de Pluto («la riqueza»). Aristófanes tuvo la genial idea de retratar a una riqueza ciega. Todos los personajes de la obra tratan de disputarse la riqueza y ésta no tiene más remedio que tolerarlo, porque está ciega y es indefensa. Si vemos al Pluto actual también como un ciego, entonces todo parece encajar: los griegos, los alemanes, la eurozona, los mercados financieros, los bancos, los especuladores. Todo. En la actualidad también se zarandea a Pluto y él, como es ciego, sigue sin poder defenderse. ß