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SÁBADO
| Sábado 11 de mayo de 2013
Vínculos
La lenta despedida a “mamá y papá” La irrupción de nuevos modelos familiares trae consigo cambios hasta en el lenguaje de la comunidad educativa que busca, de modo incipiente, adaptarse para contener y educar a partir de la diversidad
La escuela funciona como lugar de resguardo El análisis Miguel Espeche PARA LA NACION
Viene de tapa
Para que esos chicos tengan el apellido de ambos padres y gocen de los mismos derechos que tienen los hijos de familias heterosexuales, en 2012 se dictó un decreto de necesidad y urgencia que les permitió acceder a la igualdad tan ansiada. “El hecho de presentarnos a las reuniones, mal llamadas «de padres», ya que son de familia, hizo que nos identificaran las autoridades y los docentes como «los papás de Oki». Jamás hemos sentido o experimentado ningún tipo de discriminación. Quizás, a partir de nuestro casamiento, surgió la curiosidad de saber cómo funciona una familia con este estilo”, describe Julio. María Abate es maestra de primaria en la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas Mariano Acosta. Tiene 38 años y, como muchos docentes de la institución, ha vivido la experiencia de tener alumnos de hogares homoparentales. “El cambio en mí se dio en forma personal, trabajando con los prejuicios. Cuando me recibí en 1995, no se hablaba sobre estas posibilidades. Hoy es una realidad que vivimos en las aulas y los docentes debemos formarnos para estar a las alturas de esta evolución.” En el año 2005, Olivier Vécho,
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a incorporación a los colegios de chicos provenientes de familias con parejas parentales homosexuales ahora tiene un marco legal que obliga a profundizar en ciertos aspectos de la cotidianidad de las instituciones educativas. La educación siempre debió tener en cuenta la singularidad de cada chico, no dar por sentado nada en lo que a estilo familiar respecta, para respetar el núcleo de amor que cobija a esos chicos, independientemente de la forma que este núcleo tenga. La familia muta en sus formas, pero los chicos no mutan en lo que hace a la necesidad de respeto y amor que requieren. El hecho educativo es inclusivo, es una manera de obrar desde el amor social. Será difícil, sobre todo, al pensar en la convivencia de las familias de “nuevo formato” con las que, por diversos motivos, no acuerdan con la naturalización de situaciones que surgen del matrimonio homosexual. Se deberá profundizar en posturas que habiliten a la convivencia de criterios contrapuestos. Un abordaje válido al respecto es el que focaliza en el hecho de que ningún chico debe sentir indigna su situación vital, o sentir en riesgo los valores de su familia por causa de que existan otro tipo de valores en la misma comunidad. No es fácil predecir cómo podría llegar a ser la reacción por parte de las diferentes comunidades ante la posibilidad de incorporar parejas homosexuales en su paisaje cotidiano. Sí es esperable que no sea un camino siempre fácil. Por eso es tan importante que cada chico viva la certeza de que la escuela funciona como lugar de resguardo de la singularidad de cada uno, no un espacio de homogenización automática y forzada de las experiencias vitales. Las polémicas, los desacuerdos, las teorías, los juicios negativos, se diluyen ante las personas de verdad, esas que forman parte de la vida comunitaria. Cuando un chico entra a la escuela tiene nombre y tiene también padres a quienes siente como sostén y fuente de vida. Por esa razón, sin dudas, aceptar esa realidad es una oportunidad para ampliar y ahondar en los valores vitales, esos que son el corazón mismo de toda sociedad viable porque, sin ellos, no hay ni educación ni comunidad posible.ß
Los trillizos de Silvina Maddaleno y Andrea Majul asisten a una escuela pública de Buenos Aires
Lo que antes era Reunión de Padres ahora es reunión de familias Es de gran ayuda para los docentes adquirir el vocabulario y la metodología para tratar estos temas Este nuevo contexto social impacta en instituciones con distintas orientaciones profesor de Psicología de la Universidad de París, presentó una tesis sobre el desarrollo socio-afectivo de niños y adolescentes, de entre 6 y 16 años, criados en familias homoparentales en Europa y Estados Unidos. Sus conclusiones muestran que estos niños no se convierten en homosexuales con más frecuencia que los otros, que su identidad sexual es tan sólida como la de los demás y que sus comportamientos sexuales son semejantes a cualquier joven de su edad. La única diferencia que Vécho registró en su investigación es que los niños criados en estos hogares tienen mayor preocupación por la mirada ajena. “Nosotros hablamos de todo –dice Julio Pasquarelli– como por qué hay más nenes con mamás y papás, por qué hay varones que se visten de mujer, por qué muchos papás y mamás viven separados, por qué algunos tienen hermanos y otros no, por qué si a él le encantan los autos de carrera a otros no les gustan. Hay que acompañar las palabras con mucha coherencia y afecto. Poner de relieve la importancia de amar bajo cualquier forma o modo.” Un nuevo concepto Sin dudas, el concepto de “familia” se ha revolucionado en las últimas décadas. Los chicos hablan de la novia del papá, de los hijos del marido de la mamá, de sus dos papás o mamás sin escandalizar a nadie. Ricardo Sobrón es director de la Escuela Pública N° 13 Raúl Scalabrini Ortiz, en Colegiales, y en su comunidad escolar también cuentan con casos así. “La sociedad evolucionó y las familias ya no son de un solo formato: hay familias tradicionales, familias ensambladas, familias monoparentales, homoparentales. Los docentes debemos adaptarnos a los cambios sociales –explica–. Ningún docente me planteó nunca nada ni tampoco lo hicieron los padres. Están quienes aceptan este tipo de cambios sociales sin ningún problema y estarán los que no los aceptan interiormente, pero no dicen nada ni ofenden a nadie.” ¿Y hay que preparar a los hijos de padres del mismo sexo para enfrentar alguna situación en particular? “En realidad, los niños criados en este contexto suelen ser algo sobreadaptados, por la necesidad de mostrar al mundo una imagen respetable –opina la licenciada Irene Meler, coordinadora del Foro de
En las reuniones de familia, los docentes identifican a Julio y a Sergio como “los papás de Oki” Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires [APBA]–. Por lo demás, los homosexuales serán tan buenos o malos padres como los heterosexuales, según el caso. Hasta es posible que en las primeras generaciones de parejas del mismo sexo que crían niños en conjunto se registre un especial esmero en la crianza, con el propósito de ganar reconocimiento y legitimidad.” Meler destaca, eso sí, la necesidad de instituir un espacio para la sensibilización y capacitación de los docentes sobre este tema. “La tarea debería encararse permitiendo que todos expresen sus percepciones y valores sobre la cuestión”, dice. En efecto, las escuelas ya están trabajando en estos temas. En el caso del Mariano Acosta, hay un programa de Educación Sexual Integral, adaptado a los tres niveles de enseñanza, que permite abordar estas realidades con mucha más preparación. Los docentes de todo el país buscan dónde formarse en esta materia y uno de los lugares más
Claves que llegan a las aulas Algunos ejes de la actual formación docente Alejarse del clásico modelo nuclear Desligar la idea de la función materna en la figura de la mujer o la paterna en la figura del hombre Preservar al alumno Trabajar los prejuicios que pueden llevar a dejar de lado al niño o a la ruptura del vínculo con el docente Cuidar el lenguaje Revisar el vocabulario por utilizar a la hora de hablar de la familia y los modelos institucionales
demandados para ello es el Centro de Pedagogías de Anticipación (CePA), un espacio público creado con ese fin. Es de gran ayuda para los maestros adquirir el vocabulario y las metodologías para tratar estos temas en la medida en que, muchas veces, ellos pueden trasladar sus propios prejuicios sin darse cuenta. “En mi formación como maestra, la familia era mamá-papá-hijos. A lo sumo había abuelos, tíos o un perro. Armábamos títeres o hacíamos dibujos con ese modelo. Hoy, eso ya no está y tengo colegas a los que les cuesta mucho este cambio de mentalidad, porque no es un conocimiento nuevo, es una forma de ver la vida. Por eso es bueno que nos preparemos para estar a las alturas de estos cambios”, sostiene María Abate, quien luego de un doble turno de trabajo en la escuela, se dedica a perfeccionarse. Mamá y mamá Eliana y Gabriela tienen 35 y 36 años, respectivamente, y sorprenden cuando cuentan que hace casi
fotos de gustavo bosco
dos décadas que están juntas. En 2007 nació Juan, el hijo de ambas, que va a la escuela desde los 2 años. “En el primer encuentro con madres, padres y/o familiares de la sala, nos presentamos ambas como las mamás de Juan y nunca fue un obstáculo en la socialización de nuestra familia ni de nuestro hijo con sus pares –relata Gabriela–. El acompañamiento del equipo docente estuvo siempre, como el hecho de adaptar las notas y comunicaciones a un lenguaje inclusivo. Y de nuestro lado también, al compartir con ellos la evolución en la obtención de derechos para nuestra familia, como cuando nos casamos o cuando Juan cambió su partida de nacimiento porque fue reconocido legalmente como hijo de ambas en 2012.” Hace cinco meses que se mudaron a Córdoba y allá viven la misma experiencia que vivían acá. Dicen que están contentas con el lugar que la sociedad les ha dado como familia. Aunque el camino para estos cambios sociales está allanado, no todas
Enseñarles el respeto por lo diferente El EscEnario Martín Canevaro PARA LA NACION
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as familias de lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGTB) con hijos e hijas en el sistema educativo siempre estuvieron presentes, no son nuevas, lo novedoso es que ahora están legitimadas para hacerse visibles. El matrimonio igualitario permitió la inscripción de hijos de parejas del mismo sexo reconociendo a sus dos madres o padres. En la actualidad, los niños y niñas nacidos en familias comaternales antes del matrimonio igualitario (que fueron anotados sólo a nom-
bre de una de ellas, como soltera) están siendo reconocidos por sus dos madres. En la inmensa mayoría de los jardines o escuelas, la presencia de nuestras familias se vive con absoluta naturalidad. Los niños y niñas identifican una composición familiar diferente, pero no necesariamente abren un juicio de valor, que un compañero tenga dos mamás o dos papás es meramente descriptivo. Sí corresponde al mundo de los adultos, en cambio, la reproducción de la violencia simbólica y discursiva (entre otras mucho peores) contra las mujeres y la diversidad sexual. En las escuelas, además de los hijos e hijas de la llamada “fami-
lia nuclear” están presentes otras composiciones familiares, entre las que se encuentran las de parejas del mismo sexo. Esto les ha planteado el desafío de modificar el lenguaje y las conmemoraciones. Por ejemplo, ahora hay que conmemorar el “Día de las Familias”, en plural, ya que no hay un único modelo válido, y no el Día del Padre o de la Madre, entendiendo que esa nomenclatura puede no legitimar todas las realidades familiares de la institución. La crianza en un marco de respeto y valoración de la diversidad permite que los niños y niñas crezcan educados para respetar lo diferente, para no temerle, para no dejar que le inculquen el miedo.
Y eso, a su vez, nos va construyendo a nosotros como una sociedad mejor. Obviamente que la cultura heterosexista, aun dominante, se hace presente en niños y niñas, y se expresa en un llamado a cumplir con un mandato social: “Tenés que tener un papá y una mamá”. Pero lo cierto es que ante el contacto cotidiano con la diversidad familiar la diferencia se naturaliza diluyendo el mandato de la heterosexualidad obligatoria. Así nos vamos acercando a un modelo educativo en el que todas las familias sean visibles, legales, elegibles y socialmente valoradas.ß Presidente de 100% diversidad y derechos
El autor es psicólogo y psicoterapeuta
son rosas y muchas instituciones educativas aún tienen mucho para hacer. Si bien las escuelas tienen que asegurar el derecho a la educación a todos los niños del país, este tipo de realidades impactan en instituciones con distintas orientaciones y aún no saben cómo resolver el dilema. “Si bien a nosotras no nos pasó –advierte Gabriela–, hay escuelas en las que una familia oficializada no ha sido bien recibida ni integrada. Hay mucho para trabajar aún.” La Argentina se encuentra entre los primeros países en el mundo en reconocer los derechos de las familias homoparentales y en aceptar socialmente su inclusión en todas las áreas de convivencia. La psicóloga Nora Steindl lidera gabinetes de orientación en varios colegios y cree que lo más importante es trabajar los prejuicios del docente para que no se transformen en actos de estigmatización y discriminación del niño. “No hay fórmulas exactas: hijos de padres separados tienen tales conductas, hijos de parejas homosexuales presentan tales características. No, no es así. Cada alumno es una singularidad en su contexto y generalmente son plásticos y abiertos a la convivencia con lo diferente. Lo que se aconseja transmitir a los chicos es lo que hablamos en las reuniones docentes: la diferencia no es desigualdad.” El respeto a la diversidad es un hecho, según la experiencia de estas familias. La discriminación no dejará de existir, pero la educación argentina está repensándose ante la irrupción de estos nuevos modelos familiares para poder contener y formar a sus hijos en un contexto de igualdad. Silvina Maddaleno lo resume muy bien: “Si nuestros hijos crecen con la idea de la diversidad como valor, lo chocante será ver una familia en la que los integrantes no se quieran, se violenten, no se cuiden entre sí. No será chocante ver a una familia compuesta por dos papás o dos mamás”.ß