TEMA 9.-CREO EN JESUCRISTO, QUE MURIÓ Y RESUCITÓ
3- Reflexión y Diálogo
¿Encuentro sentido al dolor y a la muerte como camino elegido por Cristo? ¿Comprendo su sentido en mi vida y en la de los demás? ¿Qué significa para mi fe que Cristo ha resucitado?
4.- Desde la Fe respondemos 4.1. PROFESAR LA FE Repasamos juntos el Regina Coeli, la oración que rezamos al mediodía, en comunión con toda la Iglesia, en lugar del Ángelus durante el tiempo de Pascua.
4.2. HACER VIDA NUESTRA FE
Meditar y contemplar la Resurrección de Cristo como núcleo de nuestra esperanza. Recordar esta esperanza en la dificultad y en la debilidad: “Confiad: Yo he vencido al mundo”(Jn 16, 33)
1.- Nuestra experiencia 1.1 NUESTRAS PREGUNTAS Incluso entre los que no conocen o no creen en Dios, la persona de Jesucristo goza de gran consideración. Jesús como hombre coherente, adelantado a su tiempo, preclaro, inteligente, sincero y misericordioso. Libre de obra y de pensamiento, su vida es un referente para innumerables líderes de la historia y sus palabras calan en las personas más allá de su fe. Pero ¿cambia Jesús nuestras vidas concretas? Su presencia en aquellos días, ¿tiene algún efecto en los nuestros? ¿Colma nuestras esperanzas la vida de un “hombre bueno”? El Crucifijo por sí mismo, no parece salvarnos del poder de nuestra debilidad, del mal y de la muerte. 1.2 EL TESTIMONIO DE LA PALABRA Y DE LA IGLESIA “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna” (Jn 3, 16) “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado” (Lc 24, 5-6)
“La Iglesia mira ahora a Cristo Resucitado. Lo hace siguiendo los pasos de Pedro, que lloró por haberle renegado y retomó su camino confesando, con comprensible temor, su amor a Cristo: “tú sabes que te quiero” (Jn 21, 15-17). Lo hace unida a Pablo, que lo encontró en el camino de Damasco y quedó impactado por Él: “para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia” (Flp 1, 21)
4.3. CELEBRAR LA FE Personalmente, y con nuestro grupo, nos implicamos en la celebración de los Misterios Pascuales junto con toda nuestra parroquia o comunidad, construyendo el Reino, haciendo presente a Cristo en la tierra. 4.4. ORAR CON LA FE
Juan Pablo II, Novo Milenio ineunte, 28
“Señor Dios, que en este día nos has abierto las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte. Concede a los que celebramos la Resurrección de Jesucristo ser renovados por tu Espíritu, para resucitar en el reino de la luz y de la vida”. Misal Romano, oración colecta del domingo de Pascua
2.- La propuesta de la Fe 2.deJESÚS la Fe Y SU ENTREGA VOLUNTARIA 2.1.La ELpropuesta JUICIO DE Las acusaciones que se vertieron sobre Cristo eran falsas. Jesús fue fiel al pueblo de Israel y respetó la Ley hasta el final. No la abolió, sino que la perfeccionó, dándole su interpretación definitiva. “Jesús nunca contradijo la fe en un Dios único, ni siquiera cuando cumplía la obra divina por excelencia, que realizaba las promesas mesiánicas y lo revelaba como igual a Dios: el perdón de los pecados.” Compendio 116
El pueblo judío no es responsable de la muerte de Jesús. “Todo pecador, o sea todo hombre, es realmente causa e instrumento de los sufrimientos del Redentor.” Todo pecado supone rechazar a Dios. Jesús aceptó voluntariamente su Jesús ofreció libremente su vida en muerte. Se ofreció a sí sacrificio expiatorio, es decir, ha reparado mismo como sacrificio por nuestras culpas con la plena obediencia de los pecados de los su amor hasta la muerte. Este amor hasta hombres. Lo anunció varias veces, lo anticipó el extremo (cf. Jn 13, 1) del Hijo de Dios en la última Cena y lo aceptó en la agonía del reconcilia a la humanidad entera con el huerto de los olivos. Padre. El sacrificio pascual de Cristo rescata, por tanto, a los hombres de modo Para los cristianos, la Cruz tiene sentido. único, perfecto y definitivo, y les abre a la Pero no como fin en sí mismo. “Si Cristo no comunión con Dios. (Compendio 122) resucitó, vana es nuestra fe” (1Cor 15,14) La Cruz es el medio que Cristo permitió para amar hasta el extremo, dando hasta la propia vida en rescate de la nuestra. Para mostrarnos que la salvación no tiene otra senda que el amor. Mirar la Cruz nos lleva a reconocer nuestras faltas de amor a Dios y a los demás, nuestro conformismo al amar sólo superficialmente, nuestra falta de entrega total y coherente. Por eso, es necesaria la Resurrección. Sin ella, el pecado sólo es remordimiento. Con la esperanza de la Vida nos llega la esperanza de la renovación y la conversión del corazón. 2.2. LA VERDAD DE LA MUERTE, DE LA RESURRECCIÓN Y DE LA GLORIA DE CRISTO Jesús murió verdaderamente, y “descendió a los infiernos”. Con esta expresión, queremos decir que bajó al mundo de los muertos. Y tras su muerte liberó a los justos que habían muerto antes que Él. Cuando los Evangelios cuentan la Resurrección, hablan de un hecho real y físico: el sepulcro quedó vacío y los discípulos pudieron ver, después de su muerte, a Cristo resucitado, con su cuerpo. Además del signo esencial, que es el sepulcro vacío, la Resurrección de Jesús es atestiguada por las mujeres, las primeras que encontraron a Jesús resucitado y lo anunciaron a los Apóstoles. Jesús después «se apareció a Cefas (Pedro) y luego a los Doce, más tarde se apareció a más de quinientos hermanos a la vez» (1 Co 15, 5-6), y aún a otros. Los Apóstoles no pudieron inventar la Resurrección, puesto que les parecía imposible: en efecto, Jesús les echó en cara su incredulidad. (Compendio 127)
Con su resurrección, Cristo nos libera del pecado, nos abre el camino de una vida nueva, nos devuelve la vida de la gracia y nos hace herederos de la misma resurrección como hermanos suyos. La Resurrección es más que un hecho histórico. Ha quedado para siempre en el centro de la historia humana. Es el gran Misterio cristiano, signo y promesa de perdón y renovación para todos los hombres. 2.3. LA ASCENSIÓN DE CRISTO Y LA SEGUNDA VENIDA (PARUSÍA) « ¿Cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe [...] ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron» (1 Co 15, 12-14. 20). Con la venida de Cristo, el Reino está ya presente entre nosotros. Y tras el Misterio Pascual, los misterios de su muerte y su resurrección, Jesús permanece entre nosotros, como germen y comienzo, en la Iglesia. Después de su Resurrección, el Señor subió a los cielos (Ascensión) y allí reina con Dios Padre (“está sentado a la derecha del Padre”) Un día, según su promesa, volverá en gloria, pero no sabemos el momento. Sentarse a la derecha del Padre significa la inauguración del reino del Mesías, cumpliéndose la visión del profeta Daniel respecto del Hijo del hombre: "A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás" (Dn 7, 14). A partir de este momento, los Apóstoles se convirtieron en los testigos del "Reino que no tendrá fin" (Símbolo de Niceno-Constantinopolitano: DS 150). (Catecismo 664) La segunda venida del Señor, al final de los tiempos, para juzgar a vivos y muertos. A esta venida se le llama Parusía. Al final de los tiempos habrá fuertes persecuciones para la Iglesia. Entonces, Cristo volverá lleno de gloria.
Después del último estremecimiento cósmico de este mundo que pasa, la venida gloriosa de Cristo acontecerá con el triunfo definitivo de Dios en la Parusía y con el Juicio final. Así se consumará el Reino de Dios. (Compendio 134)