la fotografia aerea en la arqueología argentina

incorporación en la disciplina arqueológica y la repercusión que tuvo esta técnica en la República. Argentina. Palabras claves: fotografía aérea, arqueología, ...
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  Revista Arakuku (2009) – Año 1 – Número 1 (33 – 40)  ISSN 1853‐3337                              FACULTAD DE CIENCIAS NATURALES  UNT 

     

LA FOTOGRAFIA AEREA EN LA ARQUEOLOGÍA ARGENTINA Sampietro Vattuone, María Marta Laboratorio de Geoarqueología y Cátedra de Antropología Biológica – FCN – UNT - CONICET Email: [email protected]

Resumen El presente trabajo es una síntesis sobre el surgimiento de la fotografía aérea a nivel mundial, su incorporación en la disciplina arqueológica y la repercusión que tuvo esta técnica en la República Argentina. Palabras claves: fotografía aérea, arqueología, Argentina.

Abstract This contribution is a synthesis about the rise of aerial photography in the world, its incorporation on archaeological researches, and the use of this technique in Argentina. Keywords: aerial photography, archaeology, Argentina.

ALGUNAS DEFINICIONES La aerofotografía es un híbrido entre dos técnicas, la aviación y la fotografía. Esta combinación ha probado ser muy útil en un amplio rango de campos tales como científico, militar y artístico. Se trata de una técnica donde se realiza la toma de fotografías de la superficie terrestre desde una posición elevada. El término normalmente se refiere a imágenes en las cuales la cámara no es sostenida por una estructura anclada a la superficie terrestre, pueden ser tomadas por un fotógrafo, accionadas de modo remoto o automáticamente. Las plataformas utilizadas para fotografías aéreas incluyen dispositivos fijados a las alas de aviones, helicópteros, globos, dirigibles, cohetes, cometas y paracaídas, entre otros.

El resultado obtenido, las fotografías aéreas, pueden ser oblicuas, que dan por resultado una imagen más descriptiva de tipo pictórico, o verticales, produciendo representaciones lineares útiles para la construcción cartográfica. En el momento en que se inventó la fotografía ya existía la tradición de representar paisajes aéreos denominados “vistas de ojo de pájaro”, comunes en Francia en el S XVII, probablemente basadas en observaciones realizadas desde torres o colinas, estas “vistas” incorporaban datos cartográficos y pictóricos. El siglo 20 fue testigo de una expansión dramática de la fotografía aérea con propósitos militares, prospección aérea, y arqueología. Las imágenes color e infrarrojas sirvieron de soporte para estudios geológicos, ecológicos (por la identificación 33

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de diferencias en contenidos de humedad y vegetación), planeamiento urbano y manejo del espacio, proveyendo a los especialistas con información relativa a densidad poblacional, patrones de desplazamiento, toxicidad de los sitios y otros factores de uso del suelo. HISTORIA DE LA AEROFOTOGRAFÍA Y SU APLICACIÓN EN ARQUEOLOGÍA La aerofotografía nació en 1858 cuando Gaspard-Félix Tournachon, autodenominado Nadar, tomó la primera imagen aérea de Petit Bicêtre, una villa próxima a Paris, desde un globo de aire caliente anclado al suelo, localizado a unos 80 metros de altura (Colwell 1997; Doty 1983; Newhall 1982). Desde ese momento la fotografía en globo se volvió gradualmente más corriente, ayudada por el desarrollo del gelatinbromuro, consistente en el empleo de una placa de cristal sobre la que se extiende una solución de bromuro, agua y gelatina sensibilizada con nitrato de plata. Este procedimiento no necesita mantener húmeda la placa en todo momento, lo que pone fin a uno de los grandes inconvenientes de los primeros métodos (figura 1) (Doty 1983; Newhall 1969, 1982). Pero no fue sino hasta Junio de 1899 que Giacomo Boni tomó las primeras fotografías del foro de Roma desde un globo aerostático (Ceraudo 2005; Piccarreta 2003) (figura 2). Aunque el meteorólogo inglés E. D. Archibald (Colwell 1997; Hart 1982; Velthuisen y Van Der Loo 1988) declara haber tomado las primeras imágenes aéreas desde un cometa alrededor de 1882, la falta de imágenes que lo prueban permite presentar a A. Batut como el pionero de lo que después se denominó fotografía aérea desde cometas (Kite Aerial Photography) (Newhall 1969; Velthuizen y Van Der Loo 1988). En 1888, Batut tomó las primeras fotografías aéreas usando una gran cometa

Figura 1. Fotografía de Paris tomada desde globo aerostático por Nadar (tomada de http://aikun.wordpress.com/2008/12/02/ fotógrafos -famosos-gaspard-felix-tournachon-nadar/).

Figura 2. Fotografía del foro de Roma tomada por Boni en 1899 (tomada de http://archeoroma. beniculturali.it/ada/storia/archeologi/boni.html).

(Batut 1890) (figura 3), seguido dos años más tarde por el francés E. Wenz. A pesar de los diversos sistemas de cometas 34   

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manipulados a mano el más espectacular fue el ideado por S. Franklin Cody (Hart 1982; Newhall 1969; Reese 2006; Robinson 2003) (figura 4).

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exitoso que el de L. Rahrmann en 1891 y las primeras fotografías tomadas en 1897 con el pequeño cohete diseñado por el sueco A. B Nobel (figura 6) (Newhall 1969; Velthuizen y Van Der Loo 1988).

Figura 5. Cohete diseñado por A. Maul en 1903 (tomado de http://rocketry.wordpress. com/2007/01/08/cameras-inmodel-rockets-a-shorthistory/). Figura 3. Cometa utilizada por Batut para realizar las tomas aéreas (tomada de http://arch.ced.berkeley.edu/kap/background/histo ry1.html).

Figura 4. Cometa diseñada por S. Frankling Cody (tomada de http://www.design-technology.org/ cody2.htm).

A fines del S XIX y principios del XX se propusieron otras soluciones para adquirir imágenes aéreas. Un año notable fue 1903, cuando además del primer vuelo de lo que se llamó “máquina más pesada que el aire a motor” construida por los hermanos Wright, el alemán A. Maul aplicó y patentó su invención consistente en una cámara lanzada con un proyectil propulsado con pólvora (figura 5), que parecía ser un método más confiable y

Figura 6. Fotografía tomada por A. B. Nobelen 1897 (tomado de http://rocketry.wordpress.com /2007/01/08/cameras-in-model-rockets-a-shorthistory/).

También en 1903, el ingeniero alemán J. Neubronner experimentó con cámaras montadas en palomas, utilizando temporizadores para tomar fotografías a lo largo de la línea de vuelo del ave (figura 7) (Newhall 1969; Velthuizer y Van Der Loo 1988). Aquellas técnicas se desarrollaron aún más, una contribución notable son las imágenes de San Francisco desbastada por el terremoto de 1906 tomadas por G. R. Lawrence utilizando un conjunto de cometas para izar una cámara de formato panorámico 35 

 

Sampietro Vattuone, M. M.   (figura 8) (Baker 1994; Newhall 1969), antes de que en 1908 L. P. Bonvillian tomara la primera fotografía verdadera (la cual es de hecho un cuadro de una figura en

 

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gran impulso al desarrollo de nuevas cámaras, lentes, montajes y técnicas de reconocimiento. Hacia el final de esa guerra no se iniciaba ningún movimiento militar de importancia sin primero obtener e interpretar fotografías aéreas del terreno. En esta época se comenzó a reconocer el potencial valor de estas técnicas para uso civiles como la prospección de minerales y petróleo. Las técnicas sistemáticas para análisis del terreno y producción de cartografía fueron desarrolladas en los 40's y en los 50's mientras diferentes profesiones reconocían las contribuciones de la interpretación de fotografías aéreas (figura 9) (Papetti 2006).

Figura 7. Palomas con dispositivos fotográficos ideadas por J. Neubronner (tomado de http://rocketry.wordpress.com/2007/01/08/camera s-in-model-rockets-a-short-history/).

movimiento) desde un aeroplano de W. Wright mientras volaba cerca de Le Mans en Francia (Doty 1983; Newhall 1969).

Figura 9. Imagen de Colonia (Alemania) tomada después de un bombardeo (tomado de http://www.flickr.com/photos/kt/sets/112384/ detail/).

Figura 8. Imagen panorámica tomada por G. R. Lawrence tras el terremoto que asoló San Francisco en 1906 (tomado de http://memory.loc.gov/ammem/collections/panora mic_photo/pnphtgs.html).

Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la fotografía aérea se utilizó de forma sistemática para guiar los movimientos del ejército, tanto sobre tierra como en el aire. Desde el principio, en las zonas desérticas y semiáridas de los bordes del Mediterráneo oriental, los soldados ingleses, alemanes y franceses detectaron antiguos monumentos arqueológicos. En Siria, el jesuita Poidebard obtuvo extraordinarias fotografías entre 1925 y 1942 (Deuel 1973). Durante la segunda guerra mundial se dio 36   

En la arqueología europea, el reconocimiento aéreo desde los años ’30 se caracterizó por la toma de imágenes realizada por individuos que colectaban sus propios datos desde pequeñas cabinas en vuelos de baja altura con cámaras convencionales fijadas al ala de los aviones, normalmente utilizando un formato de 135 mm. Las imágenes se adquirían manualmente y eran fundamentalmente de naturaleza oblicua. Aunque el valor de tales fotografías aéreas de pequeño formato es obvio y estuvo sujeto a mejoras durante años (p.e. el uso de cámaras digitales, aproximaciones multiespectrales, muchos métodos geocodificados, la combinación con imágenes satelitales, etc.), los medios iniciales para transportar las cámaras en lo alto también se fueron perfeccionando en cuestiones tales como comodidad de

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operación, capacidades, costo y/o poder de resolución. En algunos países los aeroplanos para la adquisición de imágenes aéreas está simplemente prohibido por los militares (p.e. Anderson 1980). Aunque si es permitido, este método convencional de adquisición de imágenes puede ser poco conveniente y/o logísticamente difícil dadas las condiciones climáticas, rasgos topográficos, restricciones de vuelo, calificaciones requeridas u otros factores pueden dificultar el vuelo sobre las regiones de interés a una altura apropiada o la calidad de la imagen captada por el sensor. En algunas ocasiones, para las fotografías de gran escala (p.e. 1:5000) o imágenes de banda ancha (p.e. de 520 nm a 570 nm), el movimiento del aeroplano es muy rápido con respecto a la velocidad de toma de las fotografías dando por resultado imágenes borrosas. Rentar un aeroplano puede ser también muy costoso cuando se necesitan unas pocas imágenes de un área limitada. Otro problema es que la distancia de muestreo entre dos tomas adyacentes para la fotografía aérea de pequeño formato es generalmente muy grande (expresada en decímetros más que centímetros) para resolver los pequeños detalles que son necesarios en investigaciones arqueológicas tales como fotografías de excavaciones, registro de restos antiguos o capturar marcas de rasgos en suelos y cultivos. Para tratar con este tipo de inconvenientes y obtener aun así imágenes arqueológicas de calidad se utilizan medios que permiten vuelos lentos de baja altura tales como helicópteros (agregar alguna foto de Tafi) (p.e. Forseth 2007; Kennedy y Bewley 2004), globos (p.e. Capper 1907; Whittlesey 1971, 1974, 1975), paracaídas propulsados (p.e. Hailey 2005), planeadores, paracaídas motorizado y aviones ultralivianos (p.e. Agache y Bréart 1983; Bourgeois et al. 2007; Walker 1985) y otros dispositivos como cometas, aviones a control remoto (Rossetto 1999, 2003) y dirigibles. Aunque hay excepciones en ambas aproximaciones los últimos sistemas generalmente permiten el uso de cámaras obturadas por radiocontrol, con temporizador o incluso videocámaras ubicadas de modo más o menos estático sobre puntos específicos de interés a altitudes específicas, dificultando o haciendo imposible acceder a plataformas tripuladas.

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Adicionalmente la mayoría de las plataformas no tripuladas también permiten la altura operacional muy baja (p.e. 30 m), permitiendo realizar reconocimientos de baja altura y gran escala o fotografías aéreas de baja altura para adquirir imágenes que permitan resolver detalles finos (Schlitz 2004). Sin embargo, estos sistemas tienen también una gran variedad de costos, condiciones operativas, flexibilidad y alturas máximas de trabajo. LA AEROFOTOGRAFIA APLICADA EN ARGENTINA En nuestro país existen datos de reconocimientos aéreos durante la guerra de la Triple Alianza. S. Thompson describe la primera ascensión en globo en 1867. El mismo ascendió amarrado hasta los 156 m manteniéndolo fuera del alcance del fuego enemigo. Esta ascensión permitió contabilizar el armamento paraguayo y conocer su disposición (Pappetti 2006). En lo relativo a la aplicación de las técnicas de relevamiento aerofotográfico aplicadas a arqueología en el país, González (1956) menciona los reconocimientos y fotografías pioneras tomadas en Trenque Lauquen por el Dr. J. Mayo, quien pudo reconocer la vieja línea de fortines y rastrilladas indias. Con posterioridad, entre 1952 y 1955, el Dr. A. R. González realizó una serie de vuelos con el apoyo de la Fuerza Aérea Argentina sobre el NOA. La misma incluía el valle de Catamarca, el Bolsón de Andalgalá, el sur de Aconquija y los valles de Haulfín, Santa María y Tafí y zonas intermedias (González 1956). En su trabajo, además de presentar descripciones claras y concisas de las observaciones realizadas con esta técnica, destaca aspectos tales como la ventaja que supone su aplicación para realizar una cartografía precisa y rápida de la distribución de los rasgos observados en el terreno. Destaca que el avión proporciona un conocimiento de la topografía que no puede brindar ningún otro medio. Por otra parte, reconoce que existen detalles de conjunto que sólo son apreciables desde el aire, incluyendo no sólo el reconocimiento de restos arqueológicos superficiales sino también las características fisonómicas de los espacios sobrevolados (González 1956). 37 

 

Sampietro Vattuone, M. M.   Entre las dificultades relativas a la aplicación de la técnica en el NOA menciona que los sitios arqueológicos importantes se hallan en lugares topográficamente complejos de modo que es difícil sobrevolarlos. Otra dificultad, en la época, fue la falta de bases de reabastecimiento, por lo que se requieren muchas horas de vuelo para llegar a los objetivos. La toma de fotografías requiere condiciones de luz especiales que a veces sólo se obtienen al atardecer y no pueden ser aprovechadas por la lejanía de las bases. Finalmente, destaca la necesidad de utilizar aviones medianos de fácil maniobra que por lo tanto no tiene capacidad para sobrevolar zonas de gran altitud como la Puna (González 1956). La implementación de un plan de relevamiento aerofotográfico sistemático con fines geológico-mineros proveyó de un acervo aerofotográfico escala 1:50.000 de gran calidad y fácil acceso en los años ‘70. Con posterioridad al mismo se registran los primeros trabajos arqueológicos con la aplicación sistemática de esta técnica (Cigliano y Raffino 1973; Albeck y Scattolin 1984, 1991; Albeck 1984, 1988, 1993). Albeck y Scattolin (1984) destacan que la técnica de la fotografía aérea aplicada a la arqueología es un recurso de reconocido valor aunque no es utilizada con la frecuencia que se debería en el país. Especialmente considerando que es de gran eficacia para el análisis de áreas extensas de trabajo y se trata de una técnica sencilla de bajo costo en relación a la gran cantidad de información que puede proveer. En ese momento era normalmente utilizada sólo como técnica prospectiva inicial aunque su alcance, de acuerdo al criterio de las autoras, puede ser mucho mayor. En su trabajo abordan aspectos relativos al aprovechamiento del medio natural vigente en épocas prehispánicas en la región de Laguna Blanca (puna catamarqueña). Entre los usos básicos actuales de la aerofotografía en el país se destaca su aplicación para la protección y documentación de monumentos y sitios arqueológicos, donde el objetivo es el monitoreo sistemático de áreas de interés, la detección y registro de rasgos que documentan la actividad en asentamientos humanos del pasado, así como la ulterior documentación de tales rasgos (tanto en detalle como en sus 38   

 

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contextos paisajísticos). La documentación producida mediante estos proyectos a menudo abarca monumentos históricos y arqueológicos que están preservados en forma más o menos visible. La fotografía aérea sirve tanto para averiguar el estado de preservación de los monumentos como cambios a lo largo del tiempo mediante la identificación de rasgos superficiales. Todos estos procedimientos hacen más sencilla y práctica la protección legal de los sitios. La prospección aerofotográfica es una parte inseparable de los proyectos denominados “de paisaje”. Por ejemplo investigaciones cuyo objetivo es reconstruir la historia ocupacional de áreas específicas, el estudio de la dinámica de asentamientos (continuidad en el uso de los espacios), la densidad y dispersión de asentamientos en el paisaje y rasgos en áreas específicas, la identificación de nodos importantes en las redes de asentamientos tales como nodos en el paisaje prehistórico. Los datos obtenidos mediante esta técnica en tal tipo de proyectos son almacenados en formato digital e integrados en bases de datos computarizadas que permiten su procesamiento espacio-analítico mediante el uso de Sistemas de Información Geográficos (SIG) permitiendo la generación de mapas arqueológicos de gran escala para interpretaciones regionales. REFERENCIAS Agache, R. y B. Bréart 1983. De merveilleux jouets au service de l’archéologie: les ULM. Archéologia 175:28–31. Albeck, M. E. 1984. Riego prehispánico en Casabindo (Provincia de Jujuy). Nota preliminar. Revista del museo de La Plata (N.S.), Tomo VIII Antropología 60: 265-278. Albeck, M. E. 1988. Agricultura prehispánica en la quebrada de Humahuaca y Puna. Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales 1:5-17. Albeck, M. E. 1993. Contribución al estudio de los sistemas agrícolas prehispánicos de Casabindo (Puna de Jujuy). Tesis doctoral inédita. Facultad de Ciencias Naturales, UNLP. Albeck, M. E. y C. Scattolin 1984. Análisis preliminary de los asentamientos prehispánicos de Laguna Blanca

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