La diplomacia de seda: fundamentos y campos de acción de la política exterior de Kazajstán El escaso peso económico y político de las nuevas repúblicas exsoviéticas apuntaba al desarrollo de un papel más bien modesto en la esfera internacional, más allá de ser objeto de los intereses geoestratégicos de las grandes potencias surgidas o consolidadas después del fin de la Guerra Fría. No obstante, el Kazajstán ha demostrado su capacidad para desarrollar una política exterior relativamente dinámica y abierta. El multilateralismo, la cooperación o el fomento de la paz han sido los caballos de batalla que han permitido a este país centroasiático adquirir un perfil propio en la arena internacional. Josep Mañé Chaparro
Estudiante del Máster de Relaciones Internacionales, Seguridad y Desarrollo de la Universidad Autónoma de Barcelona y colaborador del Observatorio de Asia Central de Casa Asia.
En noviembre de 2012, la capital de Kazajstán, Astaná, fue elegida como sede de la Expo 2017, una exposición internacional que, bajo el título “Energía del Futuro”, abordará cuestiones relacionadas con la modernización y transformación del sector energético, del desarrollo de fuentes renovables de energía y, en definitiva, de las nuevas oportunidades, a nivel económico y social, que este sector nos puede ofrecer en un futuro. Pero… ¿Por qué Astaná? Sin duda, la modernización y occidentalización que la ciudad ha experimentado a lo largo de los últimos años, así como la construcción de edificios que hoy en día son icónicos de la ciudad –como podrían ser el Palacio de la Paz y la Reconciliación, diseñado por Norman Foster, o la Torre Bayterek- resultaron elementos clave para hacer que la Oficina Internacional de Exposiciones (OIE) se decantara por la capital centroasiática, en detrimento de la ciudad belga de Lieja. Pero también existe un elemento de fondo que es interesante analizar: el rol que Kazajstán quiere desarrollar en el seno de la comunidad internacional. En el ámbito de las relaciones internacionales, el poco peso económico y político de las nuevas repúblicas exsoviéticas apuntaba al desarrollo de un papel más bien modesto en la esfera internacional, más allá de ser objeto de los intereses geoestratégicos de las grandes potencias surgidas o consolidadas después del fin de la Guerra Fría. Algunos autores, cómo el lingüista e historiador alemán Lutz Kleveman, utilizan el término Nuevo Gran Juego para describir el contexto actual de la región, una clara referencia histórica a la relación de rivalidad que, a lo
largo del siglo XIX, enfrentó al Imperio ruso y al Reino Unido por el control de las rutas comerciales de Asia Central. Hoy en día, la zona sigue siendo un enclave geoestratégico de gran importancia, tanto por su riqueza de recursos naturales –muy especialmente, energéticoscomo por elementos relacionados con la seguridad global. Sin duda, es cierto que la intervención de terceros estados poderosos en la región -sobretodo China y Rusia, pero también la Unión Europea y Estados Unidos- ha condicionado la política exterior de los estados centroasiáticos. No obstante, lejos de asumir el simple rol de peón en el tablero de la geoestrategia, las repúblicas exsoviéticas han mostrado su voluntad de desarrollar un perfil propio en el ámbito internacional. Un ejemplo paradigmático de este hecho lo podemos encontrar en el caso de Kazajstán, que ha tenido capacidad para desarrollar su política exterior gracias, en parte, a su relativa estabilidad económica y política. Podemos afirmar, tal como veremos a continuación, que la República del Kazajstán está trabajando para consolidar mecanismos de influencia que podríamos enmarcar en dinámicas de Soft Power, un concepto acuñado por el politólogo Joseph Nye y que hace referencia, a grandes rasgos, al uso de medios culturales, ideológicos, éticos, etc., para incidir en el sistema internacional. El Soft Power, por lo tanto, representa un contrapunto entorno a la política exterior focalizada en instrumentos de coacción política y/o militar -Hard Power-. La acción diplomática del Kazajstán ha puesto de manifiesto la anteriormente mencionada voluntad de crear su espacio en la esfera internacional. En su acción exterior podemos apreciar una apuesta clara por el fomento y el respeto de la legalidad internacional y los Derechos Humanos, el multilateralismo, la resolución pacífica de los conflictos, el respeto por el medioambiente, el diálogo intercultural, etc. Una serie de valores y conceptos a través de los cuales el país vio la oportunidad de construir su identidad e imagen internacionales. Tres meses después de que Kazajstán obtuviera la independencia de la Unión Soviética, pasó a formar parte de Naciones Unidas, una rápida incorporación a la comunidad internacional que pronto le permitiría desarrollar su propia acción exterior. Un año antes, el país centroasiático había cerrado, de manera voluntaria, el centro de ensayos nucleares de Semipalatinsk, uno de los más importantes del planeta. Existen dudas sobre los motivos del cierre, impulsado por el presidente Nazarbayev. La incapacidad técnica del Kazajstán para mantener las instalaciones y el arsenal militar del que disponían (más de 1200 ojivas nucleares que fueron también desmanteladas) es, sin duda, una posibilidad más que plausible, pero también otros motivos de carácter estratégico podían haber influido en el desarme atómico del Kazajstán. Poco más de un año después del desmantelamiento atómico, en la sesión 47 de la Asamblea General de las Naciones Unidas (octubre de 1992), el mismo Nazarbayev presentó una propuesta para convocar la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza en Asia (CICA), foro internacional que finalmente fue establecido en 2002 en la ciudad kazaja de Almaty. Así pues, independientemente de las posibles limitaciones técnicas que propiciaron el desmantelamiento nuclear de Kazajstán, éste también respondió a la voluntad del país de desarrollar el papel de garante de la paz y la seguridad: un rol que ha ido trabajando a lo largo de los años posteriores. Actualmente, la actividad de la república centroasiática en los ámbitos de paz, seguridad y cooperación es relativamente prolífica. Con el fin de proporcionar una imagen general y ordenada de la misma a lo largo de los siguientes párrafos esbozaremos, a través de ejemplos prácticos, algunos de los campos de actuación en los cuales ésta se desarrolla.
En primer lugar, nos centraremos en la actividad del Kazajstán en el seno de las organizaciones internacionales a las cuales pertenece. En este ámbito, la acción exterior kazaja se puede definir como activa y encarada a construir una identidad asociada con el multilateralismo y la paz. A lo largo de los últimos años, uno de los ejemplos más destacados lo podemos encontrar en la presidencia kazaja en 2010 de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Siendo el primer país del espacio exsoviético que desempeñaba dicha función, en un primer momento la presidencia de Kazajstán generaba controversia ya que, por un lado, se consideraba una buena medida para lograr impulsar un mayor acercamiento entre Europa y Asia pero, por otra parte, existían dudas entorno a la capacidad de la república centroasiática a la hora de gestionar los conflictos y tensiones que se percibían en el marco del organismo internacional. Sin intención de profundizar en la valoración de los resultados, el hecho es que Kazajstán mostró capacidad de iniciativa y coordinación. Uno de sus mayores logros de su presidencia fue la celebración de una cumbre, en Astaná, de los presidentes de estado y de gobierno de los 56 países miembros de la OSCE, más de diez años después de que se celebrase la última en Estambul el año 1999. En ella se aprobó la Declaración conmemorativa de Astaná: hacia una comunidad de seguridad, en la cual se expresa, entre otras cosas, la voluntad colectiva de constituir un espacio de seguridad euroatlántico y euroasiático. Otras acciones destacables del Kazajstán como miembro de organismos internacionales, las podemos encontrar en la propuesta kazaja de declarar la década 2013-2022 como Decenio internacional de acercamiento de las culturas, iniciativa aceptada por la UNESCO en el año 2011 o la elección, en 2012, de la república centroasiática como miembro del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, organismo compuesto por 47 estados elegidos por la Asamblea General de Naciones Unidas. El segundo campo de acción que queremos señalar es el papel del Kazajstán como mediador de conflictos internacionales. Se trata de una vertiente de su actividad diplomática que quizás constituye, hoy en día, más bien una declaración de intenciones que una acción con incidencia relevante sobre el terreno. Aún así, su análisis nos puede resultar útil para comprender la concepción y la estrategia que definen las relaciones internacionales del Kazajstán. El desarrollo de una política exterior encarada a romper la dinámica de bloques y centrada en el pragmatismo y la consecución de los intereses nacionales es la piedra angular de las relaciones internacionales del Kazajstán. Bajo el término diplomacia multivectorial -concepto también asumido por otros estados, sobretodo del espacio exsoviético- el Kazajstán ha pretendido desarrollar relaciones bilaterales con un amplio abanico de países, desde sus socios tradicionales, como la China o Rusia, hasta la Unión Europea, Estados Unidos, Irán o Turquía. Es en este marco que el país de Asia Central quiere ofrecer una imagen de “neutralidad” o de no alineación con las grandes potencias –si bien cabria discutir si este planteamiento va más allá del aspecto meramente formal, debido al alto nivel de dependencia económica y comercial con algunos países de su entorno, como China o Rusia-. Es también esta voluntad de desvincularse de los círculos de influencia de otros estados el que puede conducir al Kazajstán a desarrollar su tarea de “mediador imparcial” de conflictos. Uno de los ejemplos más recientes lo podemos encontrar en la propuesta del presidente Nazarbayev de ejercer como gestor de las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania. Una propuesta que contemplaba la celebración de una cumbre en Astaná a mediados de enero de 2015 y en la cual, además de Rusia y Ucrania, también debían asistir Alemania y Francia. Finalmente, el encuentro fue suspendido debido a los pocos avances en la aplicación del alto al fuego acordado en Minsk a principios de septiembre del 2014.
Hemos empezado este artículo hablando de la exposición internacional que acogerá Kazajstán en 2017. Esta constituye un ejemplo paradigmático del tercer gran campo de acción exterior del país: el interés y capacidad para ser sede de eventos y organizaciones internacionales. Astaná se ha ganado un puesto en el mapa gracias, como hemos comentado anteriormente, a la modernización y monumentalidad de la ciudad, elementos que también han contribuido a dinamizar su capacidad de celebrar actos al más alto nivel con éxito. A lo largo de la última década, Kazajstán ha acogido todo tipo de eventos, de los cuales podríamos destacar la reunión del Consejo Interestatal de la Comunidad Económica Euroasiática (CEEA) en 2007, la ya mencionada Cumbre de la OSCE en 2010, la Cumbre de la Organización de Shangai en 2011 – en la cual también se conmemoró el décimo aniversario de la institución-, o la Conferencia internacional contra la proliferación nuclear, en 2012, durante la cual el presidente Nazarbayev propuso la elaboración de una Declaración universal para un mundo libre de armas nucleares. Más allá del ámbito estrictamente político, Astaná también acoge el Congreso de líderes de las religiones mundiales y tradicionales, cuya quinta edición se celebró el pasado 2014 en el Palacio de la Paz y la Reconciliación, edificio construido con el fin de acoger el evento. Kazajstán también es sede permanente del Foro de las religiones, institución internacional creada por iniciativa del propio gobierno del país. A lo largo de los anteriores párrafos hemos intentado desarrollar un breve esbozo de la acción exterior del Kazajstán, teniendo en cuenta los elementos estratégicos y conceptuales más destacados de la misma. Así pues, si bien hemos visto la firme apuesta de la república centroasiática por una diplomacia encarada al fomento de la paz, los derechos humanos, el multilateralismo y la cooperación, estos planteamientos responden a la voluntad de desarrollar espacios de influencia en el ámbito internacional. Es por este motivo que en muchos casos podemos encontrar incongruencias o contradicciones entre el discurso del Kazajstán en el ámbito internacional y la aplicación de su política interior. Estamos hablando de un país que ha sido denunciado por organismos como Amnistía Internacional o Human Rights Watch por vulneración de los Derechos Humanos. Su modelo político, formalmente democrático, aún presenta enormes irregularidades y deficiencias, denunciadas por la propia OSCE. Nos encontramos pues, delante de una joven república que ha sabido adaptarse a un nuevo contexto internacional multipolar. Precisamente, la ampliación de la agenda internacional derivada del fin de la Guerra Fría y del surgimiento de nuevos estados con capacidad de incidencia global, ha ofrecido al país centroasiático la posibilidad de crear su personalidad e identidad internacional al margen, hasta cierto punto, de la influencia de las grandes potencias.
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