La crisis (interna y externa) - Recursos Escuela Sabática

10 oct. 2015 - res más eficaces. Los que pertenecen a esta clase y que son aptos e inteligentes servirán como cebo para atraer a otros a nuestros anzuelos.
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COMENTARIOS DE LA LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA IV Trimestre de 2015

Jeremías Lección 2 10 de octubre de 2015

La crisis (interna y externa) Prof. Sikberto Renaldo Marks Versículo para Memorizar: “Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Jehová” (Jeremías 2:3).

Introducción En nuestra vida pueden surgir cambios por dos vías: por la racional o a través de una crisis. Así ocurre en las organizaciones, entre las cuales se incluyen el pueblo de Dios y su iglesia. Mediante la vía racional, percibimos que hay algo que está mal en nuestra vida y que debe cambiar. Entonces recurrimos a Dios, y su Espíritu Santo obra en nosotros. Somos perdonados y gradualmente transformados. Esta es la mejor manera, la santificación sin sufrimiento intenso. La segunda vía, es a través de las crisis. Éstas pueden ser, enfermedades, deudas, una quiebra, alguna desgracia o pérdida, un accidente, la muerte, y la lista sigue. A veces Dios permite cosas que de otro modo no sucederían en nuestra vida, que Él las evitaría, y que suceden para que seamos conmovidos y nos dimos cuenta de que necesitamos cambiar algo en nuestra vida. No debiera necesariamente ser así, pero con frecuencia es así que dejamos de perder la vida eterna. Menos mal… Eso es lo que ocurrió con el pueblo hebreo. Ellos tuvieron que sufrir una amarga derrota a manos de los babilonios, un pueblo levantado por Satanás, vieron cómo era destruida su capital, los muros de la ciudad derribados, y el Templo completamente desmantelado. En el caso del Templo, eso ocurrió en dos ocasiones. ¿Y quiénes fueron los culpables de la degeneración del pueblo judío y su caída espiritual y política? Fueron los sacerdotes y los reyes. El último rey decente fue Josías. Pero antes de él ya se había instalado la corrupción política y religiosa, la idolatría se manifestaba, y siempre retornaba luego de algún reavivamiento. Para que el pueblo de Dios aprendiera que la idolatría era una práctica satánica ineficaz, tuvo que sufrir durante setenta años en el exilio entre un pueblo pagano. Solo así algunos decidieron aferrarse a Dios, y los demás, cizaña de la peor especie, permanecieron entre los paganos para siempre. Eso no quiere decir que todos los que no volvieron luego de los setenta años fueran malos (dieron un buen testimonio en el extranjero). Pero la nación tuvo que pasar por la prueba para retornar a su patria y a Dios. ¿Y qué pasa entre nosotros en nuestra iglesia? ¿Será que Satanás ahora está más calmado y ha resuelto dejar en paz al pueblo de Dios? ¿Podremos concluir la predicación del Recursos Escuela Sabática ©

evangelio sin ser estorbados por el enemigo? ¿No habrá más persecución? ¿No tenemos entre nosotros la debilidad de la idolatría? Satanás se recicla. Él actualiza sus métodos. Seamos inteligentes, y estudiemos bien este tema durante esta semana.

Una historia intensa Los hijos de Israel tuvieron todo para ser una gran nación en la tierra, más aún, la mejor de todas. La tierra que se les había prometido abarcaba la actual Iraq, Turquía y el norte de Arabia Saudita, Siria, Jordania, Líbano, la parte de Egipto hasta el canal de Suez, y tal vez parte de Irán. Eso para empezar. El pueblo de Israel en su época no lo sabía, pero bajo sus pies estaba el mayor tesoro de la tierra, el petróleo más barato y de mayor calidad del mundo. Bendecidos como lo hubieran sido en caso de ser fieles, hoy serían la mayor y más poderosa nación del mundo, la que dictara las reglas. Aún más de lo que sucede hoy, tendrían los científicos más inteligentes, que controlarían la ciencia y la tecnología mundial, aún más de lo que hoy ocurre con los Estados Unidos. Si esa era aproximadamente el área asignada al pueblo de Dios en los tiempos antiguos, imagina lo que podría ser esa nación en la actualidad. En el reinado de David, seguido por el de Salomón, la nación llegó a tener su máxima extensión geográfica. Con el hijo de Salomón, por culpa del padre y del hijo, la nación se dividió en dos, y con ello se debilitó, hasta terminar cayendo bajo la opresión de Babilonia, eterna enemiga del pueblo de Dios y del propio Dios. En realidad, aquél pueblo de Dios tuvo pocos momentos en los que de hecho fue pueblo de Dios. Volviendo hacia los orígenes, Abraham fue el padre de la fe y el padre de la nación, y fue fiel. Con algunas fallas, lo que es aceptable para un ser humano pecador, conformó con su esposa Sara, el pueblo de Dios. El hijo de Abraham, Isaac, también fue muy bendecido por Dios, pero indujo a Jacob a engañarlo, habiendo escogido como hijo favorito a Esaú, quien no demostraba interés por Dios. Jacob fue un hombre mentiroso y engañador. Sus hijos se peleaban, mataban y en líneas generales eran malos como para ser seguidores de Dios. Sus descendientes, en Egipto, se convirtieron a la idolatría. Y sólo se liberarían de ella en el cautiverio babilónico. A lo largo de la historia del pueblo de Dios, unas diez tribus se separaron en el Norte, y se mantuvieron durante algunos siglos para terminar desapareciendo para siempre. Esa era la nación de Israel. La nación de Judá permaneció durante más tiempo, pero fue sometida por el poder de Babilonia. Esta nación era la obra prima de Satanás aquí en la tierra. ¡Qué victoria debe haber cantado el enemigo en sus campamentos demoníacos al dominar al pueblo de Dios! El pueblo de Dios, que dejó de serlo, sólo retornaría a la tierra prometida a un pedazo bien pequeño de tierra, luego de la Segunda Guerra Mundial, y se ubicaría allí sin tener nunca paz, sino amenazas, odio y guerra, todo el tiempo. ¿Qué pasó con el pueblo de Dios? ¿Qué ocurrió con los descendientes de Abraham, que debían ser una bendición para todas las naciones? Este pueblo, a través de sus líderes políticos y religiosos, siempre prestó oídos a Satanás, apartándose de Dios. Lejos de su fundador Abraham, fueron degenerándose a lo largo de los siglos hasta que hoy, como una pequeña nación, ya no son el pueblo de Dios. ¡Qué desastre!

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Los dos reinos Como sabemos, el pueblo de Dios, que debía ser una única nación, se dividió en dos. Con esto en sí mismo ya demuestra que Satanás estaba obteniendo el éxito sobre este pueblo. Es obvio que, al ser el pueblo escogido por Dios, Satanás no los dejaría en paz. Por ello este pueblo debía aferrarse a Dios con ambas manos, y no soltarlas jamás. Al dividirse, se debilitaron ante las demás naciones, y aún peor, se pelearon entre ellos, yendo a la guerra unos contra otros. Y con eso, Satanás se divertía. Tales cosas sucedieron porque la nación tuvo malos líderes. Acostumbro decir que el pueblo existe para ser engañado, y pareciera que las masas gustan de ser engañadas. Y eso se traslada especialmente al pueblo de Dios. Cuando aparece alguien que dice tener este o aquél cargo, y con ello la facultad de decir o sugerir cualquier cosa a los miembros de la iglesia, generalmente todos –o casi todos– lo aceptan. Si apareciera un pastor y sugiriera que en determinado culto los miembros traigan a sus mascotas para ser bendecidas, los miembros lo harían, lo más bien. Sólo unos pocos, un porcentaje mínimo, no lo harían. Y los que los lleven, pensarían: “¡Qué cosa linda!”. Por ello, como en todos los tiempos, y en todas las épocas, por favor, no seas “pueblo”. La lección menciona los malos reyes, pero sabemos que el sacerdocio también se volvió malo, también se degeneró, sediento del poder, así como lo hicieron los padres de la iglesia en la Edad Media, así como aún existe hoy el hambre de poder en nuestra iglesia. Este problema sólo será resuelto en el zarandeo. “Satanás procura constantemente engañar a los hombres y les hace llamar pecado a lo que es bueno, y bueno a lo que es pecado. ¡Y cuánto éxito ha tenido su obra! ¡Cuántas veces se crítica a los siervos fieles de Dios porque permanecen firmes en defensa de la verdad! Hombres que sólo son agentes de Satanás reciben alabanzas y lisonjas y hasta pasan por mártires, en tanto que otros que deberían ser considerados y sostenidos por su fidelidad a Dios, son abandonados y objeto de sospecha y de desconfianza”. “La falsa piedad y la falsa santificación siguen haciendo su obra de engaño. Bajo diversas formas dejan ver el mismo espíritu que las caracterizara en días de Lutero, pues apartan a las mentes de las Escrituras e inducen a los hombres a seguir sus propios sentimientos e impresiones en vez de rendir obediencia a la ley de Dios. Este es uno de los más eficaces inventos de Satanás para desprestigiar la pureza y la verdad” (El conflicto de los siglos, p. 204). El rey Jeroboam, primer mandatario del Reino del Norte, completamente ignorante en lo que respecta a la responsabilidad de mantenerse ligado a Dios, temiendo perder poder, instituyó la idolatría en ese reino, creando centros de adoración para que la gente no vaya a adorar y hacer ofrendas a Jerusalén. Temía que por ello perdería poder y, transcurrido algún tiempo, los reinos se reunificaran, bajo el poder del reino del Sur. En su precaria inteligencia, e influenciado por Satanás, creó un sistema religioso tal como el que tenían los gentiles, uno de los principales motivos por los cuales éstos habían sido expulsados de la tierra. Algunos siglos más tarde, el Reino del Norte también desaparecería, y para siempre. El mal ejemplo de los pueblos que ellos debían haber expulsado y ocupado su lugar, no les sirvió de advertencia acerca de lo que les podía pasar a ellos también. Los profetas, como Elías, no pudieron revertir la tendencia de este desastre nacional. De todos los reyes que tuvo el Reino del Norte, ninguno de ellos sirvió al Señor. Recursos Escuela Sabática ©

El Reino del Sur fue un poco mayor. Tuvo altibajos. Algunas veces algún rey escuchaba a un profeta, y se volvía a Dios. Así, según como el rey se vinculara al profeta de Dios, también la nación se volvía a Dios, y progresaba. Por eso permaneció algunos siglos más como nación, y de ellos nació Jesús, nuestro Salvador. No fueron tan malos como para desaparecer, tanto que pasadas algunas décadas, muchos judíos se reunieron de nuevo en su lugar y refundaron la nación, bajo el nombre de Israel. Pero tampoco fueron lo suficientemente buenos como para mantener el estatus de “pueblo de Dios”. El pueblo de Dios es ahora la Iglesia, liderada por el Rey y Señor Jesucristo, que pronto volverá por segunda vez. Mientras tanto, el que una vez fue pueblo de Dios, todavía aguarda la primera llegada del Mesías.

Dos males Israel estaba destinado a ser la nación líder del mundo. Lo fue, durante algunos años, en tiempos de Salomón, y no más. Esta nación siempre se dejó influenciar por el poder del demonio. Si hubieran sido fieles a Dios, los hubiera transformado en la nación líder del mundo, por lo que eliminaría a sus eventuales enemigos. Por cierto, Dios haría de Israel una nación tan poderosa que ninguna nación se atrevería a desafiarlos, a no ser algún aventurado incauto, y al comienzo. La derrota de los primeros enemigos sería tan espectacular que las naciones no se atreverían a enfrentar a Israel. Pero lo que realmente sucedió fue lo contrario. Israel se dividió, fue menguando, hasta dejar de ser el pueblo de Dios. Hoy, la iglesia de Dios enfrenta una situación semejante. Satanás no ha cejado en sus esfuerzos, ataca a la iglesia con la mundanalidad, con la moderna idolatría, y con música espantosa, también debidamente profetizada. Pero, no habrá otra iglesia. Esta Laodicea se levantará con el poder del Espíritu Santo, y a través de ella, Dios concluirá la obra establecida por Él. “¿No tiene Dios una iglesia viva? Él tiene una Iglesia, pero es la iglesia militante, no la iglesia triunfante […] Aun cuando existan males en la iglesia, y los habrá hasta el fin del mundo, ésta en estos últimos días ha de ser la luz de un mundo que ha sido mancillado y desmoralizado por el pecado. La iglesia, aunque es débil y defectuosa, y necesita ser reprobada, amonestada y aconsejada, constituye el único objeto en la tierra al cual Cristo otorga su suprema consideración” (Testimonios para los ministros, pp. 41, 46). Con respecto a esto, no nos engañemos, ninguna organización sustituirá a la iglesia de Cristo, así como ésta sustituyó a la nación del Señor en el año 34 d. C. En tiempos de Jeremías, los ataques de Satanás fueron bien exitosos. Sacerdotes, pastores y hasta profetas falsos surgieron, para llevar a la nación a la derrota. Fueron eficientes agentes de Satanás en acción. Esta clase de agente debe ser identificado en nuestra iglesia, pues en este mismo momento está actuando con poder, y pareciera que pocos son los que se están dando cuenta de ello. En aquellos días terribles, el pueblo corrió detrás de los ídolos, pensando que hacía lo correcto. Y no prestaron atención a los profetas de Dios, los verdaderos. Miles murieron sin esperanza, a causa de la dureza de sus corazones. Hoy nos corresponde identificar dónde Satanás ataca nuestra vida personal, y dónde ataca la iglesia, para mantenernos firmes y enfrentando con eficacia esta situación.

La amenaza babilónica Si leyéramos los libros de Historia, y sería bueno que lo hiciéramos, tendremos la impresión de que Dios perdió el control sobre los poderes de la tierra. Nabucodonosor entró sin piedad en el poderoso reino de Judá, y en la segunda vez, destruyó la nación, la ciudad, Recursos Escuela Sabática ©

y el Templo de Dios. Nunca más el pueblo de Dios tuvo un Templo tan imponente, tan resplandeciente como aquél, con tantas toneladas de oro. Y Babilonia se convirtió en la capital del mundo occidental, y en una ciudad rica, poderosa, y muy hermosa. Pero Dios sí estaba en el control. Las reprensiones enviadas por los profetas habían sido inútiles. Los malos reyes y los sacerdotes corrompidos actuaron siguiendo sus caprichos, no según los escritos inspirados. Esa fue la razón para el fracaso de un pueblo cuyo poder supremo sería capaz de hacer de él la mayor y más poderosa nación del planeta. Jeremías anticipó que Dios entregaría esas tierras a Nabucodonosor (Jeremías 27:6), por lo que Nabucodonosor no podía vanagloriarse de sus actos, pues por encima de Él el propio Dios de Israel le había entregado su propio pueblo. Nabucodonosor actuaría en las manos de Dios como una vara de azote para corregir a un pueblo que se atrevía a actuar siguiendo su propia voluntad, no la voluntad suprema del Creador. Fueron entregados a Babilonia por setenta años, conforme la profecía de Jeremías (27:22; 25:12 y 29:10). Babilonia también vería su fin, conforme Daniel 2 y Jeremías 50 y 51. Por encima de todo, Dios estaba al comando de la Historia. Lamentablemente, las cosas se dieron de la peor manera, y por medio de los profetas estaba previsto que, desgraciadamente, sería así. Pero podría haber sido diferente, pues no era esa la voluntad original de Dios. Examinemos un poco la historia de Babilonia. Ella era la enemiga secular de Dios, siempre comandada por Satanás, desde los tiempos de Nimrod. Pero, por encima de Satanás, Dios hacía su voluntad con este imperio malvado. Por ejemplo, puso en ella, en un alto puesto de liderazgo, a Daniel, un judío fiel a Dios. Los pocos emperadores que el Segundo Imperio Babilónico tuvo vieron años gloriosos. La capital se transformó en un centro cultural y arquitectónico. Su poder se expandió y sometieron a varios pueblos. Así, acumularon riquezas, y construyeron una gran ciudad-zigurat (piramidal), más o menos en el lugar donde Nimrod, el bisnieto de Noé, intentó construir la primera torre de Babel, pocos siglos después del Diluvio. En su punto más alto, Nabucodonosor construyó un templo para adorar a los ídolos. Aun conociendo al Dios verdadero, esas construcciones nunca fueron destruidas. Esta desatención llevó a que Belsasar, su nieto, cayera ante el nuevo imperio persa, el que mantuvo en el poder al anciano profeta Daniel. Construyó también, con las riquezas de los pueblos derrotados, incluyendo a los judíos, los famosos Jardines Colgantes, una de las maravillas del mundo antiguo. La grande y gloriosa Babilonia hizo grandes hazañas, pero ¿dónde está hoy? Sólo restan unas pocas ruinas. ¿Y dónde está el pueblo de Dios hoy? Está predicando con creciente poder para terminar de anunciar el evangelio a todo el mundo. ¿Está Dios o no al control?

Juramento en falso El pueblo de Dios llegó a un punto tal que se apartó de la voluntad divina, creyendo que aun así estaba en paz y seguridad. Cualquier mensaje profético que les fue presentado, fue rechazado de inmediato, pues pensaron que no era necesario, al fin y al cabo, estaban bien. Aun cuando estuvieran casi completamente apartados de Dios, creían que estaban totalmente ligados al Señor. Esta es una situación ideal para Satanás: tener a las personas dentro de la iglesia, pero totalmente perdidas. Así todos creen que son salvos, y todo parecer ir bien, cuando todo está mal. Para eso vendrá el zarandeo, así como en los tiempos de Jeremías surgió el imperio babilónico. El zarandeo actual vendrá también de Babilonia, quien perseguirá al Recursos Escuela Sabática ©

pueblo de Dios con tal intensidad que muchos serán sacudidos hacia afuera de la iglesia. Y los que caerán son los que se sienten contentos de estar en la iglesia, pero no en pertenecer a ella. Aquellos que son parcialmente de la iglesia, y parcialmente del mundo. Los judíos de aquellos tiempos se enorgullecían de su Templo. Amaban la estructura física, pero no amaban al Dios del Templo. Y mucho menos seguían la voluntad divina. Imaginaban al Templo como una especie de amuleto. Los paganos utilizaban amuletos para buscar protección; o al menos eso pensaban. Y es bueno que nos demos cuenta que los judíos de los días de Jeremías vivían en un terreno imaginario. Pero creían que estaban en la realidad. Pero estaban engañados, habían aprendido a vivir en la ilusión. Juraban en nombre de Dios, pero eran deshonestos; juraban falsamente. No se arrepintieron, aun cuando vino un profeta de Dios, portando las debidas credenciales, con orientaciones o reprensiones. El Templo era su seguridad. Decían; “Templo del Señor, Templo del Señor, Templo del Señor es éste”. Confiaban en el poder de las riquezas. “La advertencia no fue tenida en cuenta por el pueblo judío. Se olvidaron de Dios, y perdieron de vista su elevado privilegio como representantes suyos. Las bendiciones que habían recibido no proporcionaron ninguna bendición al mundo. Todas sus ventajas fueron empleadas para su propia glorificación. Privaron a Dios del servicio que él requería de ellos, y robaron a sus prójimos la dirección religiosa y el ejemplo santo. A semejanza de los habitantes del mundo antediluviano, siguieron todos los pensamientos de su mal corazón. Así ellos hicieron aparecer como una farsa las cosas sagradas, diciendo: ‘Templo de Jehová, templo de Jehová es éste’ (Jeremías 7:4), mientras que al mismo tiempo representaban indebidamente el carácter de Dios, deshonrando su nombre y profanando su santuario” (Palabras de vida del gran Maestro, p. 234). En la actualidad, ¿qué es lo que generalmente decimos? “¿En qué consiste la miseria y la desnudez de los que se sienten ricos y enriquecidos? Es la carencia de la justicia de Cristo. Debido a su justicia propia se los representa como cubiertos de andrajos, no obstante lo cual se vanaglorian que están ataviados con la justicia de Cristo. ¿Puede haber un engaño más grande? Tal como los representa el profeta, podrían estar clamando: "Templo de Jehová, templo de Jehová es éste" (Jeremías 7:4), mientras sus corazones están llenos de tráfico impío y comercio injusto. “Los atrios del templo del alma pueden ser antros de envidia, orgullo, pasión, malas sospechas, amargura y hueco formalismo. Cristo contempla apesadumbrado a los que profesan ser su pueblo, que se sienten ricos y enriquecidos en el conocimiento de la verdad, no obstante lo cual no manifiestan la verdad en su vida y en su carácter, y son inconscientes de su condición” (Review and Herald, 7 de agosto de 1894, citado en Cada día con Dios, p. 228). Jeremías habla y profetiza también para nosotros hoy. Mientras permanezcamos en la iglesia, ha esperanzas. Debemos entregarle todo a Dios, no apenas una parte de nosotros.

Resumen y aplicación del estudio I.

Síntesis de los principales puntos de la lección 1. ¿Cuál es el principal enfoque? El ser humano tiene la tendencia de pensar que su comportamiento, correcto o equivocado, siempre es el correcto. Sigamos la recomendación de Elena G. de Recursos Escuela Sabática ©

White de llamar al pecado con el nombre que le corresponde. Quien mira telenovelas, eso a sus ojos está bien. Quien consume yerba mate, como es frecuente aquí en el sur de Brasil, piensa del mismo modo. Quien es fanático hincha de un equipo de fútbol, también. Y el que se maquilla, lo mismo. Quien gusta o utiliza música a alto volumen, con batería, con ritmo para danzar, del mismo modo. Quien copia en los exámenes, también. Quien evade impuestos, igual. Quien idolatra a artistas, o así mismo, también. Quien cultiva pecados secretos, los racionaliza. Y la lista sigue. Les falta a estas personas una entrega completa. Debemos entregarle a Dios nuestros pecados, Con el tiempo corremos el riesgo de ya no considerarlos pecados, sino como cosas que Dios tolera, hasta el día en el que veremos caer el templo. 2. ¿Cuáles son los tópicos relevantes? El mal se instala gradualmente. Llega de una manera que lo hace imperceptible. Su penetración en la iglesia no enfrenta oposición. Con el apoyo de líderes respetados por el pueblo, se fortalece y conquista a las personas. Así casi todos, como en tiempos de Jeremías, son llevados a una derrota completa por Satanás. Pero atención, el enemigo no va a derribar la iglesia, sino que logrará zarandear a muchos hacia afuera de ella. Hoy la cuestión no es si la iglesia permanecerá o será derribada, tal como fue con la nación hebrea. La cuestión es si tú o yo quedaremos dentro o seremos sacudidos hacia afuera de la iglesia. 3. ¿Has descubierto otros puntos que podrías añadir? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ II. ¿Qué cosas importantes podemos aprender de esta lección? Es importante que entendamos que el enemigo es muy astuto. Se llevó con él a un tercio de los ángeles del cielo. Logró acabar con el Reino del Norte, el de Israel. Logró derribar al reino del Sur, Judá. No logrará abatir a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, pero sacudirá a muchos hacia afuera de ella. Su deseo es que todos sean zarandeados afuera. Pero si humildemente somos fieles a Dios, obedientes, prestos en escuchar la voz del Espíritu Santo, no caeremos. 1. ¿Qué aspectos puedo agregar a partir de mi estudio? ________________________________________________________________ _________________________________________________________________ 2. ¿Qué medidas debemos tomar a partir de este estudio? Debemos leer más la Biblia y el Espíritu de Profecía, y comprobar cuáles son nuestros pecados. Al descubrirlos, debemos tomar inmediatos recaudos a través de la oración, para vencerlos sin demora. 3. ¿Qué es lo bueno en mi vida que me propongo a reforzar y lo malo para cambiar? _________________________________________________________________ _________________________________________________________________ 4. Comentario de Elena G. de White Recursos Escuela Sabática ©

A continuación una advertencia acerca de la mala influencia que podemos ejercer sobre otros, o de recibirla. Esto es trágico en el caso de las personas recién convertidas, que fácilmente pueden caer por la influencia negativa de miembros más antiguos, pero que no sirven como ejemplos. “Dice el gran engañador: […] Usando a los que tienen una forma de piedad pero no conocen el poder, podemos ganar a muchos que de otra manera nos harían daño. Los amantes del placer más que amantes de Dios serán nuestros ayudadores más eficaces. Los que pertenecen a esta clase y que son aptos e inteligentes servirán como cebo para atraer a otros a nuestros anzuelos. Muchos no temerán su influencia, porque profesan la misma fe. Así los induciremos a sacar la conclusión de que los requerimientos, de Cristo son menos estrictos de lo que una vez creían, y que conformándose con el mundo podrían ejercer una mayor influencia sobre los mundanos. Así se separarán de Cristo; entonces no tendrán ninguna fuerza para resistir nuestro poder, y antes de mucho estarán listos para ridiculizar su primer celo y devoción. "Hasta que sea dado el gran golpe decisivo, nuestros esfuerzos contra los observadores de los mandamientos deben ser incansables. Debemos estar presentes en todas sus reuniones. Especialmente en sus grandes asambleas nuestra causa sufrirá mucho, y debemos ejercer gran vigilancia, y emplear todas nuestras artes seductoras para impedir que las almas escuchen la verdad y se impresionen con ella” (Testimonios para los ministros, pp. 482, 483). 5. Conclusión general Satanás es más inteligente que los innumerables seres humanos pecadores. Es tan poderoso que engañó incluso a los ángeles. Sin comunión y una estrecha relación con Dios, perderemos batalla tras batalla, hasta perder la guerra. 6. ¿Cuál es el punto más relevante al que llegué mediante este estudio? _________________________________________________________________ _________________________________________________________________

Prof. Sikberto R. Marks Traducción: Rolando Chuquimia RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © [email protected]

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