La “creación” de refranes en el Quijote - Centro Virtual Cervantes

la enunciación en la obra es: “Con la Iglesia hemos dado, Sancho” (II, 9: 696)2. Pero ... Tres veces más lo enuncia al finalizar el gobierno de la Ínsula. ..... absurdo de la guerra pueblerina y de los lemas que la encabezan, obedece a fórmulas.
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La “creación” de refranes en el Quijote

Nieves RODRÍGUEZ VALLE Universidad Nacional Autónoma de México [email protected] Recibido: 14-04-2008 Aceptado: 12-05-2008 Resumen: En este artículo se presenta un grupo de refranes del Quijote que no aparecen registrados ni en los refraneros ni en las obras literarias que fueron anteriores a su publicación; por lo cual este artículo parte de la hipótesis de que estos refranes son creaciones de Cervantes. Presentes tanto en la primera como en la segunda parte, estos refranes aparecen en el habla de personajes muy variados y cumplen funciones también distintas. Se analiza las funciones que cumplen así como la estructura que los acerca al género paremiológico. De dicho estudio, se deduce el buen conocimiento de la sabiduría popular por parte de Cervantes y la importancia de su aportación al refranero. Palabras clave: Paremiología. Refrán. Miguel de Cervantes. Quijote. Titre : « La ‘création’ de proverbes dans le Quichotte ». Résumé : Dans cet article on présente un groupe de proverbes du Quichotte qui ne sont transcrits ni dans les recueils de proverbes ni dans les œuvres littéraires qui précédèrent sa publication ; c’est pourquoi cet article part du principe que ces proverbes furent créés par Cervantes. Présentes tant dans la première partie de l’œuvre comme dans la deuxième, ces proverbes apparaissent dans le parler de personnages très variés et accomplissent, aussi, différentes fonctions. On analyse les fonctions qu’ils accomplissent comme la structure qui les rapprochent du genre parémiologique. De cette étude, l’on déduit la connaissance de la sagesse populaire de Cervantes et l’importance de son apport au recueil de proverbe. Mots-clé : Parémiologie. Proverbe. Miguel de Cervantes. Quichotte Title : “The ‘Creation’ of Proverbs in the Quixote”. Abstract: In this article we present a group of proverbs of the Quixote which do not appear neither in the previous proverb collections nor in the previous literary proverb collections; that is why this article starts from the hypotesis that these proverbs are Cervantes' creations. These proverbs, present both in the first and in the second part of the book, appear in the speech of a great variety of characters and also perform very different functions. The functions they perform are analyzed, together with the structure which brings them closer to the paremiological genre. From this study we can deduce the good knowledge of popular wisdom Cervantes demonstrates and the importance of his contribution to the proverb collection. Keywords: Paremiology. Proverb. Miguel de Cervantes. Quixote.

El gran corpus paremiológico del Quijote se ha reconocido como “uno de los mayores monumentos folclóricos” (Menéndez Pelayo, 1956: 116). Sin embargo, ha sido poco estudiado cómo se enuncian los refranes en el Quijote, cuáles son las modificaciones que Cervantes realiza sobre los refranes tradicionales, así como la aportación cervantina al refranero. Como resultado de una investigación más amplia que abarca la enunciación de dichos refranes y sus variantes, en este artículo propongo presentar un grupo de ellos que no aparecen registrados ni Paremia, 17: 2008, pp. 143-151. ISSN 1132-8940.

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en los refraneros ni en las obras literarias que fueron anteriores a la publicación del Quijote. Para fines de este artículo los llamo “creados”. Una vez establecido que el parámetro consiste en no haberlos encontrado en la amplia selección de fuentes consultadas, se debe considerar que futuras investigaciones pueden develar que alguno o algunos de ellos aparecen registrados en otra fuente anterior, pues el cotejo es perfectible y el alcance de las conclusiones está basado en una muestra que, aunque significativa, no es completa; pero, mientras no se encuentren otros datos que contradigan la afirmación de que son de Cervantes, podemos pensar que lo son. Esta muestra abarca obras literarias desde el Libro de Alexandre (ca. 1200) hasta el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán (1599, 1604); los refraneros desde Romancea proverbiorum (ca. 1350) hasta el refranero de Luis Galindo (1659-1668), entre otras obras.1 Pocos son los críticos que han afirmado, aunque sea de pasada, que sentencias del Quijote se han convertido en refranes (Castillo de Lucas, 1996: 43 y González Martín, 1997: 286). Del mismo modo que se han señalado las influencias de diversas obras sobre Cervantes también es sabido que el Quijote influye en sus lectores, no sólo desde el punto de vista literario sino también desde el puramente lingüístico, como lo documenta el Diccionario de Autoridades en cuanto a la lexicografía. Asimismo, ha influido en el uso de lugares concretos como enderezar entuertos o Con la Iglesia hemos topado, frases que se han hecho famosas con un sentido que no les había dado Cervantes porque ni siquiera aparecen así en la obra (Madroñal, 1995: 161). Esta última frase ha traspasado la intención cervantina, convirtiéndose en un refrán anticlerical por cuenta del pueblo: “Con la iglesia hemos topado”. A pesar de que se tiene claro que este no es un refrán, se incluye en varias compilaciones porque el uso le ha dado un lugar y por ser, como afirma Calero: “uno de los dichos más conocidos del Quijote” (2000: 29), aunque la enunciación en la obra es: “Con la Iglesia hemos dado, Sancho” (II, 9: 696)2. Pero, sí hay frases que parecen tener la intención de funcionar como refranes dentro de la obra. Cervantes contó con la complicidad de sus receptores y, como sucede con la génesis de los refranes, se borró su nombre; éstos pasaron a ser de dominio común y se pensó en ellos como más antiguos. La inercia la encontramos a veces en las ediciones modernas que apuntan que “son refranes” o remiten al registro de Correas3. Además de la identificación que tuvieron los lectores-oidores con el texto cervantino, se puede considerar la emergente fuerza de la autoridad de lo escrito como un factor por el cual los refranes creados por Cervantes se popularizaron, pues, si alguna frase con sabor a refrán se leía o se escuchaba en el Quijote, para el receptor, como tantos refranes de la obra, era uno más. Por ello, en especial, hay que considerar el dominio que Cervantes tenía de los mecanismos, estructura y funcionamiento de los materiales tradicionales y de los refranes en particular que le permitieron crear frases que contenían tal cercanía al 1

Las obras consultadas son las siguientes: Libro de Alexandre; Libro de Apolonio; El caballero Zifar; Ruiz, J.: Libro de buen amor; D. Juan Manuel: Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor e de Patronio; Rojas, F.: La Celestina; Delicado, F.: Retrato de la Lozana andaluza; Lazarillo de Tormes; Alemán, M.: Guzmán de Alfarache. Los refraneros: Romancea proverbiorum, Biblioteca de la Real Academia de Historia, ms. Colección Salazar, A-2, ff. [13]r-[14]v; Seniloquium; López de Mendoza, Í.: Refranes que dicen las viejas tras el fuego; Refranes famosísimos y provechosos glosados; Vallés, P.: Libro de refranes copilado por el orden del abc.; Núñez, H.: Refranes, o proverbios en romance; Mal Lara, J. de: Filosofía vulgar; Horozco, S. de: Recopilación de refranes y adagios vulgares y comunes de España. Biblioteca Nacional de España, ms. 1849; Horozco, S. de: Teatro universal de proverbios; Horozco, S. de: El libro de los proverbios glosados; Rosal, F. del: La razón de algunos refranes. Otras obras: Valdés, J. de Diálogo de la lengua; Covarrubias, S. de: Tesoro de la lengua castellana o española. Así como el resto de la producción cervantina. 2 Todas las citas al Quijote corresponden a la edición de F. Rico, Barcelona, Crítica, 1999. 3 Francisco Rico es más cuidadoso en sus ediciones y en sus notas toma como referencia a Sebastián de Horozco. Paremia, 17: 2008, pp. 143-151. ISSN 1132-8940.

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género que parece haberlas creado para que cumplieran esa función dentro de su discurso literario. Esta creación puede dividirse en dos tipos: aquella en la cual la inventiva cervantina toma un tópico conocido y enuncia con él un refrán estructurado como tal, y aquella que no parte de ninguna idea conocida. En los primeros, la formulación parece ser de Cervantes, pero se ajusta a tópicos ya existentes; es decir, sobre una base que proviene desde una fuente bíblica hasta un pensamiento renacentista, Cervantes formula una frase estructurada de tal manera que muy pronto se popularizó como un refrán. Comienzo con el refrán favorito de Sancho: “Desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano”. Lo enuncia cinco veces; cuatro de la misma manera y una con una ligera modificación. Esta formulación aparece por primera vez en la Primera parte en la sarta con la cual discute con don Quijote acerca de la interrupción del relato de Cardenio. Con el refrán, Sancho reitera su indiferencia ante el comportamiento de los demás y con él remata la sarta para salir del conflicto y cerrar la discusión: “Cuanto más, que desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano. Mas que lo fuesen, ¿qué me va a mí?” (I, 25: 273). En la Segunda parte, esta frase se convierte en su refrán personal, cuyo aplicación se va matizando; lo enuncia saliendo de la aldea rumbo al Toboso mientras don Quijote y él conversan acerca de “la historia que anda impresa de sus hazañas”; en este caso, Sancho expresa la tranquilidad de su conciencia pues es cristiano viejo: “Pero digan lo que quisieren, que desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano; aunque por verme puesto en libros y andar por ese mundo de mano en mano, no se me da un higo que digan de mí todo lo que quisieren” (II, 8: 689). Tres veces más lo enuncia al finalizar el gobierno de la Ínsula. El sentido del refrán se va a literalizando, se va aplicando a la tranquilidad de su conciencia en lo que respecta a su comportamiento como gobernador, especialmente a su honradez, muy poco común entre los gobernadores. En la caballeriza, montado en el rucio y con explicación de por qué lo utiliza dice: “Vuestras mercedes se queden con Dios y digan al duque mi señor que desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano; quiero decir que sin blanca entré en este gobierno y sin ella salgo, bien al revés de cómo suelen salir los gobernadores de otras ínsulas” (II, 53: 1065). Sancho lo enuncia con una ligera modificación cuando regresa al castillo de los duques: “Yo, señores, porque lo quiso así vuestra grandeza, sin ningún merecimiento mío, fui a gobernar vuestra ínsula Barataria, en la cual entré desnudo, y desnudo me hallo: ni pierdo, ni gano” (II, 55: 1082); y, al despedirse del duque reitera: “En efecto, yo entré desnudo en el gobierno y salgo desnudo dél, y así podré decir con segura conciencia, que no es poco: Desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano” (II, 57: 1090). Este refrán, que ha aparecido en la Primera parte, parece que Cervantes lo tiene en mente en la Segunda para conformar el carácter de Sancho y su espíritu como gobernador, pues en el capítulo cinco del Quijote de 1615 aparece el tópico en voz de Teresa cuando advierte a Sancho sobre su intención de irse con don Quijote para obtener la ínsula: “vivid vos, y llévese el diablo cuantos gobiernos hay en el mundo; sin gobierno salistes del vientre de vuestra madre, sin gobierno habéis vivido hasta ahora y sin gobierno os iréis, o os llevarán, a la sepultura cuando Dios fuere servido” (II, 5: 665). Si bien este es un tópico que se remonta al libro de Job: “Y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. El Señor me lo dio; el Señor me lo ha quitado; bendito sea el nombre del Señor” (Job: I, 21), y varios refranes se acercan por su contenido, la formulación de Sancho es única, además de conseguir la rima; sin embargo, no expresa una generalización, más bien expresa, como lo hace Job, una postura personal. En los refraneros existen dos tipos de refranes que encierran cada uno una parte del de Sancho: los referentes al tópico de la igualdad pues “Todos nacen desnudos”, “Todos nacemos desnudos y así habemos de volver”; y, con respecto a la terminación “ni pierdo, ni gano”, refranes que tratan sobre el juego: “Ni pierdo, ni Paremia, 17: 2008, pp. 143-151. ISSN 1132-8940.

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gano, y harto de jugar”, “Álzome a mi mano, ni pierdo, ni gano”, “Ni pierdo ni gano, levántome a mi mano”; o sobre los negocios: “Mercader soy que ando, ni pierdo, ni gano”. La enunciación tal como la de Sancho aparece ya en el refranero de Galindo: “Desnudo nací, desnudo me hallo, / ni pierdo, ni gano” (1659-1668: VI, [101]v). Lo mismo ocurre con el tópico: “las obras hacen linaje” que don Quijote y Sancho enuncian como: “Cada uno es hijo de sus obras” (I, 4: 65; I, 47: 546) [o “Dulcinea es hija de sus obras” (II, 32: 898)]. El tópico remite al Nuevo Testamento (Mateo: VII, 16), lo encontramos así en el Conde Lucanor: “Por las sus obras los cognosceredes” (Juan Manuel. 2004: XLII: 244), y también con conexión al linaje: “E tovo que más de preciar era el omne por las sus obras que non por su riqueza, nin por nobleza de su linaje” (XXV: 174); en Seniloquium: “Sus obras dicen cada uno quién es” (Cantera y Sevilla, 2002: núm. 453) Se retoma en el Renacimiento con gran vigor; los lugares comunes “Las obras hacen linaje” (Rojas, 2002: IX, 229) y “todos somos de una masa” eran populares especialmente entre conversos en la España del siglo XV (Severín en Rojas, 2002: 229n.)4.

Es el primer refrán de la obra, en la primera aventura de don Quijote, el cual, ya armado caballero, defendiendo al débil, exige a Juan Haldudo que pague a Andrés lo que le debe. Haldudo da su palabra y don Quijote, sin atender a la advertencia de Andrés de que su amo no cumplirá su promesa, enfatiza, por medio del refrán, que el hombre crea su linaje por su comportamiento (I, 4: 65). Así inicia don Quijote las obras de las que será hijo. En su ideal, este refrán será su motivación, pues él no tiene linaje para ser caballero pero lo será por sus obras. Más adelante lo enuncia Sancho (cuyo linaje consiste en ser cristiano viejo), sin haber oído a don Quijote, cuando de regreso a la aldea sabe que los “encantadores” que llevan enjaulado a su amo son el cura y el barbero. El barbero le dice que está tan loco como don Quijote y que cree todo lo que se le dice sin razonar. Sancho responde: “aunque pobre, soy cristiano viejo, y no debo nada a nadie; y si ínsulas deseo, otros desean otras cosas peores; y cada uno es hijo de sus obras; y debajo de ser hombre puedo venir a ser Papa, cuanto más gobernador de una ínsula, y más pudiendo ganar tantas mi señor, que le falte a quien dallas” (I, 47: 546). Así, las obras de Sancho serán servir a su señor, que finalmente será el que obrará para que él sea gobernador. Parece entonces que el tópico no sólo se extiende al linaje del cristiano nuevo, sino al linaje del pobre. Vuelve este refrán en la Segunda parte, pero ahora modificado en una personalización del general “cada uno” por el particular “Dulcinea”; lo enuncia don Quijote respondiendo a la malicia del Duque, quien afirma que el bajo linaje de Dulcinea no iguala al de las heroínas de las novelas de caballerías. Las obras de Dulcinea son su belleza y su virtud, por lo que, en los parámetros del caballero andante, está incluso sobre el Duque: –A esto puedo decir –respondió don Quijote– que Dulcinea es hija de sus obras, y que las virtudes adoban a la sangre, y que en más se ha de estimar y tener un humilde virtuoso que un vicioso levantado; cuanto más que Dulcinea tiene un jirón que la puede llevar a ser reina de corona y ceptro; que el merecimiento de una mujer hermosa y virtuosa a hacer mayores milagros se estiende, y, aunque no formalmente, virtualmente tiene en sí encerradas mayores venturas (II, 32: 898). 4

“Los nuevos cristianos, pese a su no frecuente riqueza material, se ven excluidos de las responsabilidades públicas, de la nobleza, de las órdenes sagradas, del mando militar y de los honores mundanos. Como consecuencia, por un lógico proceso de sublimación, muchos de ellos ponen sus miras en el cielo y buscan en la piedad un género de aristocracia secreta de tejas arriba, que públicamente se les niega. Su gran tesis será la del hombre como hijo de sus obras, la igualdad de todos ante Dios, la falsedad de las grandezas humanas, y la hipocresía de los que basan su honra en la cuna” (Cuevas en De la Cruz, 1987: 8). Paremia, 17: 2008, pp. 143-151. ISSN 1132-8940.

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La formulación tal como la enuncia don Quijote ante Andrés y Juan Haldudo y Sancho Panza ante el Barbero, se encuentra textualmente en Correas ([1627] 2000: 146), y en Galindo con la siguiente glosa, en la que considera el tópico y encuentra otro refrán emparentado: El que nació de padres nobles, si hace obras y tiene las costumbres de plebeyo, plebeyo es. Y si el de padres humildes obra heroica y noblemente, noble justamente es. Ninguno se jacte de ascendientes, si él degenera y pierde esos respectos. Y ninguno se designe por de padres no conocidos, si él sigue la virtud. Este fue el argumento de la Sátira 8 de Juvenal: Nobilitas propria est Virtus, non acta parentu […]. A este modo también se dice que cada uno es padre y fabricador de su buena o mala fortuna, según fueren sus costumbres, y así su buena o mala suerte de cada cual es hija de sus obras. Confirma el sentir de nuestro Castellano otro que dixo: No es villano el de la Villa, / sino el que hace la villanía (1659-1668: VIII, [141]v).

Los dos refranes creados a partir de tópicos corresponden a dos caracterizaciones que los personajes hacen de sí mismos: Sancho, desnudo gobernador, que no queda nada a deber (con un tinte heroico y moral) y don Quijote hijo de sus obras (con un tinte irónico, pues sus obras, en especial la que hace a Andrés, a pesar de su buena intención no logran sus objetivos, ni él alcanza el linaje de su fama). La función que cumplen estas frases articuladas como refranes, con todo su sabor antiguo en el contenido, no son gratuitas en el texto cervantino; y su reiteración en varios pasajes de la obra funciona como refuerzo para lo que se quiere expresar: caracterización y valores fundamentales de los personajes, por lo menos en ciertos momentos de la obra, así como de sus motivaciones. Sancho forma otros refranes a partir de tópicos, como el que atribuye a “algunos desalmados”: “No pidas de grado lo que puedes tomar por fuerza” (I, 21: 233), con el cual Sancho apoya a don Quijote en su resolución de robar a la infanta si el rey se rehúsa a darle su mano por carecer de linaje. La relación entre la fuerza y el grado, es decir, la voluntad, aparece en el Caballero Zifar: “E por ende dicen que más vale ser el home bueno amidos [por fuerza] que malo de grado” (1982: 174); lo registra Horozco: “Más vale bueno por fuerza, que malo de grado” (1986: núm. 1864), cuya glosa indica que el hombre debe responder a lo que está obligado. Sin embargo, según Sancho “algunos desalmados” enuncian, en forma de consejo, el sentido contrario, acercándose al refrán de Núñez: “Do fuerza viene, derecho se pierde” (1555: 47r). Este refrán creado, como los que veremos a continuación, está enunciado una sola vez en la obra, su función principal consiste entonces en apoyarse en la autoridad de los refranes para argumentar en el momento preciso. Otro refrán cuyo contenido es igualmente poco virtuoso es el que se ajusta a la idea de que lo robado gusta más: “Es la caza más gustosa cuando se hace a costa ajena” (II, 13: 728).5 En ambos casos la formulación bajo la estructura de un refrán permite eludir la responsabilidad de lo que se enuncia como un argumento; Sancho entonces puede salir airoso si estructura estas ideas de modo que parezcan otros refranes más de su repertorio, y, por lo tanto, no ideas propias sino de “el pueblo”. También encontramos otro refrán basado en la idea de que la conciencia (el alma) es conocida sólo por el propio individuo: “No sabe nadie el alma de nadie” (II, 14: 739)6, refrán con el que se apela a la vida interior y a la defensa de la conciencia individual como una protección ante el juicio de los demás.

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Cf. “Garcilaso de la Vega, en una égloga: Flérida para mí dulce y sabrosa, / más que la fruta del cercado ajeno” (Covarrubias: s.v. hurto). En El licenciado vidriera: “La caza de liebres dijo que era más gustosa, y más cuando se cazaba con galgos prestados” (Cervantes, 2001: I, 434). 6 Correas trae algo similar: “No sabe nadie cómo está nadie en casa de nadie” ([1627] 2000: 586). Paremia, 17: 2008, pp. 143-151. ISSN 1132-8940.

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Otros tópicos ya se hallaban en la tradición a manera de refranes, sin embargo, Sancho crea nuevas versiones. Con el mismo sentido del refrán: “Al buen consolador no le duele la cabeza” (Vallés, 1549: [14]r) enuncia que “Bien predica quien bien vive” (II, 20: 800)7; jugando con los vocablos “mucho” y “poco”: “Muchos pocos hacen un mucho” (II, 7: 681)8; y, con sentido similar al refrán de Vallés “Quien dinero tiene, sabio parece” (1549: [65]v), Sancho enuncia: “Las necedades del rico por sentencias pasan en el mundo” (II, 43: 977). En cuanto a este último, como señaló Abraham Madroñal, los editores no suelen poner nota al pasaje, pero Sancho utiliza la frase como si fuera un refrán, ensartándola detrás de otras expresiones de origen proverbial (1995: 163). Una idea similar hay en el Guzmán de Alfarache: Es el pobre moneda que no corre, conseja de horno, escoria del pueblo, barreduras de la plaza y asno del rico. Come más tarde, lo peor y más caro. Su real no vale medio, su sentencia es necedad, su discreción locura, […] ¡Cuán al revés corre un rico! ¡Qué viento en popa! ¡Con qué tranquilo mar navega! ¡Qué bonanza de cuidados! ¡Qué descuido de necesidades ajenas! […] De todos es bien recebido. Sus locuras son caballerías, sus necedades sentencias (Alemán, 1984: 375-376)9.

En el contexto en que Sancho enuncia este refrán: tendrá una corte de aduladores que alabarán sus necedades como sentencias, equipara la riqueza con el poder; pues como gobernante será rico y podrá dar beneficios. Don Quijote no se queda atrás y después de la aventura de los galeotes concluye: “El hacer bien a villanos es echar agua en la mar” (I, 23: 248). Varios refranes recomendaban no hacer bien al villano, o al malo o al ruin, otros aconsejaban abstenerse de hacer cosas inútiles como: “Al que mucho tiene dar, es echar agua en la mar”, pero la enunciación de don Quijote es única. Lo mismo ocurre con: “Quien está ausente todos los males tiene y teme” (I, 25: 276), que retoma el tópico de la ausencia como enemiga del amor. Teresa Panza propone un refrán opuesto a la idea de Celestina: “Más vale ser buena amiga que mala casada” (Rojas, 2002: XVI, 304) y retoma el tópico de “Más vale casarse que quemarse” (Horozco, 1986: núm. 154), cuyo origen se remonta a San Pablo, al decir: “Mejor parece la hija mal casada que bien abarraganada” (II, 5: 665).10 En todos estos casos los refranes siguen funcionando como argumentos apoyados en la autoridad y veracidad que les da el pertenecer al género, al menos en apariencia. Varios son los géneros que tienen alguna relación con los refranes, tal es el caso de los cuentos o de las narraciones breves de los cuales algunos refranes pueden proceder; Cervantes conoce los mecanismos de generación de refranes, y los utiliza también al tomar el cuento tradicional del pueblo del rebuzno, y decir en el emblema que cuelga del estandarte: “No

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Para el refranero “Quien vive bien, a nadie ha menester”. Una larga glosa trae Coll y Vehí aplicándola a su propio momento político, cuya esencia sintetiza en “cuánto ayuda a la persuasión el buen ejemplo” (1874: 80). 8 “Con un mucho y dos poquitos, se hacen los hombres ricos” (Núñez, 1555: 28r); “Dos pocos y un mucho hacen al hombre rico”, Mal-Lara (1958: IV, 131-133). Sin embargo la enunciación de Sancho se encuentra en Correas: “Muchos pocos hacen un mucho” ([1627] 2000: 536). 9 Francisco Rico, en su edición de la novela picaresca, recordaba su relación con el Eclesiástico, 13, 2729; y apunta su presencia en el Criticón, de Gracián: “La discreción del pobre es necedad y la necedad del poderoso es celebrada”. Se puede encontrar la relación, aunque no muy cercana, con un lugar de Horacio que dice: Stultitiam patiuntur opes [Epíst., I, 18, 28], es decir “Las riquezas hacen tolerable la necedad”, que de alguna forma ha quedado también como frase hecha (Herrero, 1995: 441b). 10 Los refraneros del Quijote los siglos XX y XXI encuentran en este refrán de Teresa material para hacer una defensa del matrimonio y del orden cristiano. Paremia, 17: 2008, pp. 143-151. ISSN 1132-8940.

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rebuznaron en balde / el uno y el otro alcalde” (II, 27: 857), que Correas registrará en forma afirmativa: “Rebuznaron en balde, el uno y el otro alcalde”([1627] 2000: 706)11. Ahora bien, existen también refranes que no figuran en las fuentes anteriores ni tópicos parecidos; algunos sólo aparecen en el Quijote y textualmente en Correas, como el que enuncia Sancho: “A idos de mi casa y qué queréis con mi mujer, no hay responder” (II, 43: 978) (Correas, 2000: 15). Algunos otros los registrará Correas con ligeras variantes, como: “Quien te cubre, te descubre” enunciado por Teresa (II, 5: 669) y en Correas: “Lo que te cubre, eso te descubre; [o] Lo que te cubre te descubre” (2000: 468); los que enuncia Sancho: “El que larga vida vive, mucho mal ha de pasar” (II, 32: 894), que Correas registrará: “El que larga vida tiene, mucho mal ha de pasar que en ella viene” (2000: 293); “En priesa me vees, y doncellez me demandas” (II, 41: 958), que Correas registrará: “¡En priesa me veis, y virgo me demandáis!; o ¡En priesa nos veis, y virgo nos demandáis!”(2000: 326) y “mas Quiera Dios, torno a decir, que orégano sea, y no batanes” (I, 21: 224). La expresión “¡Plega a Dios que orégano sea!” aparece en la Letrilla XCVIII de Góngora, datada en 1620 (2001:270-272). Correas lo registrará con segunda parte: “Plega a Dios que orégano sea, y no se nos torne alcaravea” (2000: 599).12 Otros refranes no están tampoco en los registros del siglo XVII, como el que Sancho crea en la Ínsula para reñir a la doncella que quería ver el mundo: “La que es deseosa de ver, también tiene deseo de ser vista” (II, 49: 1034). También Teresa crea un refrán para la doncella: “La doncella honesta, el hacer algo es su fiesta” (II, 5: 668). Finalmente, tampoco se encuentra en ningún registro ni anterior ni contemporáneo, la frase que Sansón Carrasco aplica de manera literal a la Segunda parte del Quijote, y que atribuye a “algunos dicen”: –Y por ventura –dijo don Quijote– ¿promete el autor segunda parte? –Sí promete –respondió Sansón–, pero dice que no ha hallado ni sabe quién la tiene, y, así, estamos en duda si saldrá o no, y así por esto como porque algunos dicen: “Nunca segundas partes fueron buenas”, y otros: “De las cosas de don Quijote bastan las escritas”, se duda que no ha de haber segunda parte (II, 4: 658).

Refrán que, en este caso particular no se cumple. Cuando Cervantes crea refranes les da una estructura claramente reconocible, que permite al receptor reconocerlos como refranes e ignorar que es una creación del autor. En los 14 refranes ausentes en los registros consultados anteriores a la publicación del Quijote hay constantes de estructura en la inventiva cervantina, entre ellas, la estructura bimembre cuyas partes están más o menos equilibradas y rimadas; por ejemplo: “La doncella honesta el hacer algo es su fiesta” (II, 5: 668); la primera parte corresponde al sujeto, presenta la exposición, la segunda, la conclusión, y entre las dos partes la rima es consonante gracias al hipérbaton de su construcción. Lo mismo ocurre con “Quien está ausente todos los males tiene y teme” (I, 25: 276), aunque en este caso la rima es asonante. Incluso uno de los refranes es trimembre, pues plantea dos situaciones que se resuelven en la tercera: “A idos de mi casa y qué queréis con mi mujer, no hay responder” (II, 43: 978). La estructura resulta aún más perfecta en “No rebuznaron en balde / el uno y el otro alcalde” (II, 27: 857), al ser dos octosílabos con rima consonante. En este caso el hipérbaton no produce la rima, sin embrago está presente, siendo la primera parte el complemento de la segunda. La forma negativa del refrán, además de funcionar como un elemento cómico en el contexto 11

Del romancero proviene, en voz del Narrador: “No hay amigo para amigo: las cañas se vuelven lanzas” (II, 12: 721), registrado después por Correas ([1627] 2000: 570). 12 En la Primera parte Sancho dice: “Y plega a Dios que lo pueda descubrir mañana” (I, 17: 177). En la Segunda parte, la duquesa utiliza la expresión pero en forma negativa: “no querría que orégano fuese, porque la codicia rompe el saco, y el gobernados codicioso hace la justicia desgobernada” (II, 36: 932). Paremia, 17: 2008, pp. 143-151. ISSN 1132-8940.

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absurdo de la guerra pueblerina y de los lemas que la encabezan, obedece a fórmulas estructurantes de los refranes; así también en “No sabe nadie el alma de nadie (II, 14: 739) y “no hay amigo para amigo: / las cañas se vuelven lanzas” (II, 71: 721). Otras fórmulas tradicionales de inicio de las que se sirve Cervantes son el absoluto “nunca” y los relativos “quien, el que, la que”; los cuales ofrecen una marca significativa en la estructura de los refranes: “Nunca lo bueno fue mucho” (I, 6: 86), “Nunca segundas partes fueron buenas” (II, 4: 658), “Nunca la lanza embotó la pluma, ni la pluma la lanza” (I, 18: 197), juego de palabras que facilita la memorización, así como la asociación de los aparentes contrarios lanzapluma; “Quien te cubre, te descubre” (II, 5: 669), “Quien está ausente todos los males tiene y teme” (I, 25: 276), “El que larga vida vive, mucho mal ha de pasar” (II, 32: 894), “La que es deseosa de ver, también tiene deseo de ser vista” (II, 49: 1034), que a pesar de no rimar presenta la conexión ver-ser vista como final de las partes que integran al refrán. Como se puede observar, este recurso está presente desde la Primera parte, en voz del cura y de don Quijote. En la Segunda es más abundante y está repartido en diversas voces: Teresa, la duquesa, Sancho, don Quijote, el bachiller, el Narrador, e incluso, como hemos dicho, el estandarte. Así, Cervantes se vale del género paremiológico conociendo los mecanismos que lo configuran para crear los propios según su conveniencia para caracterizar a los personajes, generar autoridad, argumentación, comicidad, y, por qué no, para expresar las convicciones de los personajes como si hablara por ellos una comunidad y una tradición de la que el autor se apropia y a la que aporta materiales como un instrumento que se considerará anónimo, verdadero y transmisible para las siguientes generaciones. Así lo percibieron Correas y Galindo, y así la comunidad lingüística se apropio de ellos sellándolos con el “visto bueno” de vox Dei. Del dei de la lengua que fue Cervantes.

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La “creación” de refranes en el Quijote

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