La Biblioteca del Señor Linden

Pérez Santacruz Ariadna Gpe. LEP 500. [Escriba aquí]. La Biblioteca del Señor Linden. Eran las siete de la tarde en el pueblo de Arandas, las calles se encontraban desiertas a causa del frío de invierno que azotaba ese día, y a través de los vidrios se podía ver una cálida luz que emanaba de las chimeneas de aquellos ...
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Pérez Santacruz Ariadna Gpe. LEP 500

La Biblioteca del Señor Linden

Eran las siete de la tarde en el pueblo de Arandas, las calles se encontraban desiertas a causa del frío de invierno que azotaba ese día, y a través de los vidrios se podía ver una cálida luz que emanaba de las chimeneas de aquellos hogares, juntando a familiares y amigos al calor de las llamas. Pero muy en el fondo del pueblo, se encontraba una casa con acabados de la Edad Media, que la hacían parecer aún más antigua, y una enorme puerta que intimidaba a cualquiera que pasara por ahí. Esa casa había pasado de generación en generación a los herederos de la Familia Linden, los cuales guardaban un enorme misterio entre sus puertas, pues ningún habitante del pueblo conocía que era lo que se escondía entre esas paredes. A la mañana siguiente, las calles poco a poco se empezaron a llenar de varias personas, que aprovecharon los rayos del Sol para ir a comprar provisiones para la siguiente noche. Entre la multitud, una joven muchacha acaba de llegar al pueblo, perdida y desorientada, pedía ayuda para encontrar donde descansar, pero siendo ignorada por toda persona a la que le preguntaba. Al pasar las horas, la joven llegó a una inmensa puerta de acero con grabados extraños en sus molduras, pero sin importarle y con su última esperanza, decidió llamar a la puerta, pasaron los minutos y no obtuvo respuesta, decidió intentar llamar una segunda vez antes de irse, sin obtener nuevamente respuesta, resignada, la joven dio media vuelta y emprendió su camino. Pero en eso escuchó una voz seca y aguda desde atrás, a lo que la joven volteó sonriendo inmediatamente. Al dar la vuelta, la joven quedó sorprendida al ver a un señor entre 30 y 40 años, vestido con un traje gris que lo hacía ver muy elegante. La joven aún sorprendida contestó: -

Hola, mi nombre es Sofía, llegué al pueblo esta mañana y estoy buscando un lugar donde descansar.

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A lo que el señor le contestó: -

No sé qué anda haciendo por esta zona, pero más atrás hay un hotel donde se puede quedar.

La joven le respondió: -

No me quisieron atender por el frío que está azotando por las noches, entonces sigo buscando un lugar en donde pasar la noche ¿cree usted que pueda pasar la noche aquí?, le pagaré, y le aseguro que no seré ninguna molestia.

El señor con mal carácter se conmovió de la joven y le contesto: -

Adelante, solo por esta noche, le permitiré quedarse.

Y con una felicidad que irradiaba calor la joven corrió dentro de la casa. Al entrar por aquella puerta, Sofía vio lo inmensa que era la casa, y a la vez, lo solitaria que se sentía, pero al ver al fondo un viejo letrero que decía “Biblioteca” corrió hasta llegar, y le preguntó al señor: -

Emmm señor, quería preguntar, si no es mucha molestia, si ¿puedo leer algún libro para pasar el rato?

El señor con un ligero aire de intriga le contestó: -

Señor Linden, señorita Sofía, y por supuesto que sí.

Sin esperar a que el señor terminara, Sofía corrió y agarró un libro con la cubierta color turquesa, y con letras doradas decía “Nozaoc ut ed oesed le”, fascinada con el libro y dispuesta a abrirlo, llegó el señor Linden y le dijo: -

Como le decía señorita Sofía, le advierto que no todos los libros guardan cosas buenas en su interior, y por ningún motivo se vaya a dormir con este libro.

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Al pasar las horas, Sofía seguía leyendo y leyendo, libro tras libro que le interesaba, pero con la curiosidad de leer aquél libro que el señor Linden le había prevenido, no lo hiciera. Seguía pasando la noche y Sofía dispuesta a ir a dormir, agarró un libro al azar y se fue a su habitación, al llegar a su recámara y ponerse su ropa de dormir, Sofía se dio cuenta que inconscientemente agarró el libro que tanto quería leer. Intrigada por la advertencia del señor Linden, Sofía se puso a leer el libro, y a los pocos minutos empezó a cerrar sus pestañas hasta caer en un sueño profundo. Mientras tanto del libro que se encontraba en sus manos, empezaba a brotar una planta con varias rosas en ella, y debajo de sus hojas se alcanzaba a leer una frase que decía “Te mostraré los más profundos y más desesperados deseos de tu corazón, a cambio de una vida eterna en el mundo de Avalon”. El señor Linden, al acercarse a la habitación, sabía que era demasiado tarde, ya no había vuelta atrás.

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