Juego simbólico: una forma de crecimiento para los niños A través del juego, los niños desarrollan sus destrezas y se van formando una imagen del mundo. Algunos de estos juegos son simbólicos, esto es, imitaciones de la vida cotidiana de los adultos, de los cuentos que les leen sus padres y de lo que ven en dibujos animados. Desarrollan con ello su imaginación y la capacidad de representación; recrean escenarios y este ejercicio los ayuda a comprender su entorno. Además, al imitar situaciones de la vida real, aprenden también a ponerse en la piel de otros.

“El juego simbólico es un juego de ejercicio, que desarrolla la inteligencia representativa.” - Piaget Y van incluyendo su propia fantasía, a sus amigos reales y a los imaginarios. Una actividad en la que el niño pasa continuamente de lo real a lo imaginario. ¿A qué edad comienza? Generalmente, a los dos años. Luego, poco a poco, el juego simbólico se complejiza y se hace grupal, por lo que pasa a ser un proceso de socialización propiamente dicho. Este cambio se produce a los 4 o 5 años. Así, por ejemplo, la niña que antes jugaba a ser la madre de su muñeca, ahora incluye en el juego a otros pequeños, que asumirán roles de padre, doctor, maestra. Estimular Aunque el juego simbólico es una actividad espontánea, los padres pueden estimularlo. Van acá algunos tips: - Jugá vos también. Aprovechá y disfrutá con tu hijo las situaciones que va recreando. - Asegurate de que tenga juegos de roles. - Facilitale elementos concretos para jugar, no sólo juguetes. Eso lo motivará más. Pueden ser elementos descartables, que se pueden armar en casa. - Ayudale a recrear personajes y situaciones. “En algunas ocasiones, al jugar con muñecos y otros objetos, los niños parecen asociar a aquellos con miembros de sus propias familias y eligen siempre a un muñeco del mismo sexo que el familiar, para representar a este”. (Ps. Catherine Garvey, Universidad de Maine y Universidad Johns Hopkins, Baltimore. Autora de libros sobre el desarrollo en el niño).