EN CURSO LEGAL
JOSÉ ANTONIO ESCUDERO, presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación (RAJYL) primeros de año José Antonio Escudero fue elegido presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación en sustitución de Luis Díez-Picazo. El jurista aragonés repasa para En curso legal su dilatada trayectoria académica y profesional y expone las líneas maestras de esta centenaria institución que ha contado entre sus presidentes con lo más granado de la Historia del Derecho español: Castán, Cánovas, Canalejas, Maura, Alcalá-Zamora, Silvela, Dato, Lavilla, Albaladejo, JOSE MARTÍNEZ CARRASCOSA Vallet….
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«Sin los notarios no hay seguridad jurídica y sin seguridad jurídica no hay Estado de Derecho» –¿Qué supone para usted presidir esta institución? ¿Cómo ha cambiado la RAJYL desde su fundación en 1730?
–Supone un gran honor por la dignidad del cargo y la significación de quienes lo han desempeñado. Y, por supuesto, un motivo de agradecimiento a los compañeros que han confiado en mí. Los cambios en la Real Academia a lo largo de casi tres siglos han sido muchos en lo organizativo y funcional, pero se ha mantenido siempre un nivel de alta cualificación profesional y un sentido de responsabilidad social.
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–Entre sus fines se encuentra el “perfeccionamiento de la legislación”. En un país en el que el año pasado se dictaron 706 normas, ¿es posible alcanzar la excelencia en la redacción de los textos legales?
–Vivimos un tiempo de profusión normativa y reglamentaria, lo que tiene por lo menos dos consecuencias: la minusvaloración de las leyes, porque siempre se deprecia lo que abunda, y la rebaja de su calidad material y formal. Convendría practicar la austeridad normativa y cuidar más el fondo y la forma de lo que se hace. Cuando uno recuerda la excelencia literaria del viejo Código Civil francés, no puede por menos de sonreír.
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«Convendría practicar la austeridad normativa y cuidar más el fondo y la forma de lo que se hace»
– Desde su experiencia docente –como catedrático de Historia del Derecho–, ¿cómo valora el nivel de enseñanza de los futuros juristas en nuestro país? ¿Cree que se podría incorporar el conocimiento práctico de algunas leyes básicas en la enseñanza preuniversitaria?
–La Universidad ha sufrido un proceso de vulgarización y de igualitarismo corrosivo (de igualitarismo por abajo, se entiende), lo que ha ido en detrimento de las escuelas científicas, de la investigación y de la enseñanza de los grandes maestros. Hoy día todos son “enseñantes”, los que saben mucho y los que saben menos. En todo caso creo que es difícil llevar a cabo la alta investigación en la Universidad de hoy, pendiente de carguitos, minucias extravagancias
para acreditar a los profesores. Hay que buscar otras instituciones: Institutos de Estudios Avanzados, Reales Academias, etc. –En Estados Unidos –país donde ha impartido clases como profesor asociado en Wisconsin y Dallas– la crisis está produciendo una migración de los licenciados en Derecho a otras profesiones “paralegales”, como lobbista, detective privado, consultor…, ¿qué salidas profesionales tienen hoy día los estudiantes que salen de la facultad?
–Yo estuve un año en Estados Unidos invitado por la Fundación Ford, estudiando el régimen de gobierno de las universidades. Allí la Universidad, como la sociedad, es muy abierta y está lejos de la titulitis imperante en el sur de Europa y en España. El que sabe de algo es contratado y enseña lo que sabe. Y el titulado universitario se proyecta a veces a otras tareas distintas según las leyes de la oferta y demanda social. Yo conocí en la Universidad Metodista de Dallas a un licenciado en Lenguas Clásicas que, al tiempo que enseñaba griego, actuaba como gerente de compañías petrolíferas. Aquí, en el Derecho, vivimos un mundo más atado a las oposiciones, aunque en los últimos años se ha abierto algo el panorama.
glés de common law (basado más en la jurisprudencia que en las leyes, al contrario que el sistema proveniente del Derecho Romano)?
–Las mayores diferencias que encontré fueron la complementariedad en la enseñanza a base de seminarios, y la asistencia personal de tutores para quienes se iniciaban en la investigación. Eso era compatible con la asistencia masiva de estudiantes de cualquier procedencia a las clases de los grandes maestros. Recuerdo –por ejemplo– haber asistido en Múnich, sentado en el suelo junto a estudiantes de otras facultades, a algunas clases, siempre abarrotadas, del gran teólogo Karl Rahner. Y es que es prefiero oír a un genio sentado en el suelo que oír a un don nadie sentado en una butaca.
–No estoy seguro de que ningún sistema (el continental, el del common law, etc.) sea de por sí preferible a otro. El del common law es más pragmático que los otros basados en Códigos, y los jueces desempeñan un papel más importante. Yo pasé largas temporadas en Inglaterra trabajando en los manuscritos del British Museum, que ahora están en la British Library, pero al tiempo me matriculé en un curso en la London School para estudiar Historia del Derecho inglés, algo que aquí no era conocido. En Historia del Derecho, los poquísimos españoles que habían salido a formarse a Europa lo habían hecho a Alemania. Entonces de Inglaterra nadie sabía nada.
–A continuación pasó a la London School of Economics. ¿Qué ventajas e inconvenientes encuentra en el modelo legal in-
–Fundador del Instituto de Historia de la Inquisición; su discurso de ingreso en la RAJYL versó acerca de la abolición de es-
ta institución. ¿Por qué le interesa tanto difundir esa etapa tan “oscura” de nuestro pasado?
–Platón enseñó en el Fedón que las cosas proceden de sus contrarios. La tolerancia se aprende de lo que ha sido y es la intolerancia, y de sus consecuencias. Por otra parte, la Inquisición fue un fenómeno histórico de primera magnitud (en España duró tres siglos y medio). Nosotros pusimos en marcha un Instituto de Historia de la Inquisición, ahora ampliado a Instituto de Historia de la Intolerancia e integrado en la RAJYL, tanto para fomentar una convivencia cívica y democrática, respetuosa con los derechos humanos, como para investigar lo que la Inquisición exactamente fue. Porque sobre la Inquisición se dicen muchos lugares comunes y muchas tonterías. La Inquisición fue una desdicha, pero no la mayor ni la única. Cada país ha tenido sus desdichas particulares, y la intolerancia religiosa se ha hecho presente en casi todos los
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–Tras obtener el doctorado en la Complutense con premio extraordinario amplió sus estudios en Colonia y Bonn. ¿Qué diferencias encontró por aquel entonces en la enseñanza del Derecho de Alemania y España?
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sitios y en casi todos los tiempos. Basta leer el periódico ahora. –Académico de Número de la Real Academia de la Historia y premio nacional de Historia en tres ocasiones, ¿cómo prefiere definirse: jurista o historiador?
–Los historiadores del Derecho vivimos el curioso drama de que los juristas nos consideran historiadores y los historiadores nos consideran juristas. Como decía un profesor alemán, Hans Thieme, parece que somos apátridas, gente que en ocasiones no sabe bien cuál es su patria científica. Yo vitalmente me considero más jurista: estudié en una facultad de Derecho; mi padre era abogado; mi abuelo, registrador; mi bisabuelo, magistrado; mi suegro, notario, etc. Pero tengo la pupila histórica, y no puedo dejar de ver, en cualquier problema jurídico, qué ha sido antes y por qué ha llegado a ser lo que es. Es algo así como llevar gafas: uno ve lo que ven todos, pero de otra manera.
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–Fue senador con UCD en la primera legislatura democrática y eurodiputado. ¿Cómo modificó jurídicamente la transición el régimen franquista? ¿Sigue teniendo validez la Constitución o debería –como afirman algunas voces– renovar algunos de sus artículos?
–Sí, fui senador constituyente, formando parte de la Comisión Constitucional, y luego eurodiputado una docena de años. En cuanto a la Transición, como tantas veces se ha dicho, modificó el régimen franquista de ley a ley, sin saltos en el vacío. Y, por supuesto, la Constitución sigue siendo válida, lo que no significa que sea inmutable. Se pueden y deben hacer los cambios necesarios, pero en mi opinión cuantos menos, mejor. Hay gente que habla de cambiar, pero sin precisar qué y por qué. Si se conociera nuestra crispada historia constitucional (y ya me he puesto las gafas de que hablaba antes) se tendría más cuidado en repetir la cantinela de los cambios. Hay que ser prudentes y pedir que se cambie solo
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«Una buena parte de la historia reciente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación ha estado marcada por la figura del notario Juan Vallet de Goytisolo» lo que sea necesario, y tener la seguridad además de que el recambio es mejor que la pieza original.. –Es experto en la obra de su paisano, el notario Joaquín Costa. ¿Qué papel han jugado los notarios en la construcción del Estado de Derecho actual? ¿Cuál es la aportación de este colectivo a la RAJYL?
–Yo no me considero un experto en Costa, aunque lo he estudiado y publicado algo. Costa era una personalidad poderosa y polifacética: notario, pero además otras muchas cosas. En cuanto al papel de los fedatarios públicos, es sencillamente
fundamental. Sin ellos no hay seguridad jurídica, y sin seguridad jurídica no hay Estado de Derecho. En nuestra Academia hemos tenido la suerte de contar con notarios ilustres. Una buena parte de la historia reciente de la Academia ha estado marcada por la figura de Juan Vallet de Goytisolo, y en la actualidad tenemos varios compañeros notarios, de reconocido prestigio, que desempeñan un papel importante en la Corporación y responden dignamente a esa doble condición, propia del notario, de funcionario público y profesional del Derecho.