Javier Valenzuela: “El PSOE y la socialdemocracia, a la hora de la verdad, están con los poderosos” by Cuaderno de Lluvia Antonio Liberato De las paredes cuelgan las huellas de su época como corresponsal en Oriente Medio. Al final del pasillo, donde nos aguardan casi tres horas de entrevista, se encuentran algunos de los libros que abrigan sus más de cuarenta años en el oficio. Nos habla con entusiasmo de la novela que está escribiendo, y de Tánger, su pequeña Ítaca, donde se marchará una temporada. Nos sirve café más tarde llegará el tequila, se remanga el pulóver y, sentado en el sofá, espera a que caigan las preguntas. Usted ha estado en varios países como corresponsal: Líbano, Marruecos, Francia, EE UU ¿Cómo se habitúa un periodista a cambiar de escenario? En la concepción misma del periodista está el variar de escenario. El periodista es aquel señor o señora que un día es experto en deuda soberana y al otro en armas de destrucción masiva. Nuestro oficio es la movilidad temática permanente. El que aspire a estar concentrado en un solo tema, que no escoja el periodismo. Si sólo te interesa la literatura gallega del siglo XIX, no seas periodista, sino profesor de Literatura Gallegadel siglo XIX. Precisamente, lo que más me gusta de este oficio es la movilidad, ya sea geográfica o temática. En mi despacho en Washington, tenía una caricatura de un gran humorista de The Washington Post en la que se veía una redacción con un periodista que tenía un juego de dardos en los que ponía: economía, política, sociedad, nuclear, arte, cultura… Entonces decía: hoy voy a ser especialista en... y tiraba el dardo; cada día era especialista en una cosa. El periodismo es estupendo porque en un tiempo corto e intenso te metes en una historia y sabes mucho de ella, y a la semana siguiente estás en otra. ¿Cuál ha sido su motivación para ejercer durante todos estos años la profesión? Vengo de familia de periodistas, mi padre era periodista y mi abuelo también. Pero la curiosidad y la búsqueda de la verdad son las claves del periodismo. Cuando llegas a un sitio, escuchas la versión oficial, pero si eres mínimamente periodista, te dices a ti mismo: espera, siendo oficial no puede ser verdadera, voy a ver qué hay detrás. Ahí es cuando empiezas a visitar los lugares y a hablar con la gente, y es cuando descubres que la verdad oficial puede ser un 20, un 30 o un 40% de la realidad; pero hay otras verdades, y éstas son las de la gente a la que no dejan hablar. La visión que tengo deeste oficio quizá se esté perdiendo, ya no es, desde luego, la que se enseña en las universidades, pero fue la que me impulsó a mí y a mi generación, a gente comoMaruja Torres, Enric González, Ramón Lobo o el pobre Javier Espinosa, que ahora está secuestrado en Siria. Esta visión se resume en que los poderosos ya tienen bastantes lugares y medios para expresarse. Nosotros, los periodistas, vamos por el mundo dando la posibilidad a los que no son poderosos de contar sus historias. Al margen de Mandela, de todas las personalidades a las que ha entrevistado, ¿ha habido alguna que le haya sorprendido de manera especial, que le haya dado una imagen diferente de la que tenía formada antes de conocerlo?
No con políticos. Los políticos en una entrevista suelen mantenerse bastante fieles a su imagen oficial y a su argumentario. Es difícil sacarles el más mínimo elemento desinceridad. Mitterrand era así, Felipe, Aznar o Arafat también; eran como estatuas oficiales. Mandela ha sido el único político que me sorprendió. Mi primera hora con él fue una entrevista oficial, pero entonces él detuvo el reloj y empezó a preguntarme por España, Franco, mi madre, mis hijas, las mujeres en España… Sostuvimos una conversación, que es lo interesante. Los escritores sí que dan más juego a la hora de la entrevista. Una buena entrevista con un escritor termina siendo una conversación, porque siempre hay un momento en que empieza a preguntarte a ti también, posiblemente porque quiere recopilar información para su trabajo. Me pasó conMargarite Duras. Ella era difícil de entrevistar porque tendía trampas a los periodistas para ver si conocían su obra. Yo fui a verla porque había sacado un libro y me habían advertido de que me lo leyera bien porque te preguntaba, por ejemplo, ¿qué le parece a usted el personaje tal de mi novela? Pues me parece magnífico. Pues no existe tal personaje, te decía ella, lárguese de mi casa. Si eso lo hicieran ahora los escritores tendrían que salir muchos periodistas corriendo. Exacto. Pero yo me leí bien el libro y además llevé una buena botella de vino español,de Ribera del Duero, conociendo su afición al bebercio. Y eso le gustó mucho. Charlamos, me hizo las preguntas trampas y vio que me había leído el libro. Nos liquidamos la botella y empezó a traer vino francés. Una conversación que estaba prevista para una hora se extendió a doce horas de charla. Hablamos de todo: delLíbano, de hombres, de mujeres, de amor, de sexo, de política, de socialistas,
comunistas,
revoluciones, y al final terminamos como enamorados. Serían ya las once o doce de la noche y nos abrazamos borrachos perdidos, nos toqueteamos levemente. Ella era una señora mayor, una septuagenaria y yo tenía unos treinta y tantos. Luego seguimos siendo amigos. He tenido muy buenas conversaciones con otros escritores: con John Le Carré, con Juan Goytisolo, con Orhan Pamuk en Estambul. En el caso deDuras, cuando fui a transcribir, me pregunté qué hacía, ya que era una conversación larga y disparatada. Entonces cogí un trozo al azar y, cuando tenía escritos seis o siete folios, corté y mandé el texto a El País. Cuando lo leyeron, me dijeron que aquello no era una entrevista, sino el trozo de una conversación, y les contesté que así era, en efecto. Tuvieron una reunión y decidieron publicarla. Si la lees hoy, puedes encontrar aMargarite Duras preguntándome por mis hijas y cosas así. Son unos 35 minutos deuna conversación que había durado 12 horas y una borrachera. ¿Cuál es la salida laboral para un periodista del siglo XXI? El periodismo de fondo, el de historias bien investigadas, bien contadas y bien escritas, no importa el soporte, impreso o digital. Ahí hay un terreno fértil para los jóvenes periodistas que quieran hacerse notar. Porque los grandes medios están promocionando la instantaneidad, la inmediatez y el low cost. También está la fórmulade que los periodistas creemos nuestras propias pequeñas empresas. La ventaja que tiene internet es que requiere poca inversión. Cuando me preguntan cómo vaInfoLibre, tengo que contestar que bien. Somos muy pocos, con sueldos muy precarios que nos hemos puestos nosotros mismos. Mileuristas todos. El director gana 1.500 euros y el redactor junior 1.000, y además no tenemos ni departamento deadministración, ni de publicidad, ni de marketing, ni de informática. Y, sobre todo, no tenemos consejo de administración y altos directivos que se lo lleven crudo. Entonces, claro, a poco que
ingreses ya estás cubriendo los gastos. Además, eres independiente, y el placer de la independencia es algo que no tiene precio. Yo me he pasado treinta enEl País y era Javier Valenzuela de El País. Ahora soy libre. ¿No tenía independencia en el periódico? Cuando estaba en El País, contaba la verdad, pero no la contaba toda. Había muchas cosas que te tenías que callar, te autocensurabas. Sabías que lo grandes bancos, especialmente Emilio Botín, El Corte Inglés, las compañías telefónicas, las grandes empresas energéticas, la Casa Real, el Partido Socialista, y ya no digamos Felipe González y sus amigos, eran temas tabú por razones comerciales, publicitarias o ideológicas. Porque eran accionistas o prestamistas importantes. O por amistad, porque los dueños de la cosa, don Jesús Polanco o Juan Luis Cebrián, iban a cenar con Rodrigo Rato, por ejemplo. Antonio Liberato ¿También en materia de política internacional? Con Israel te tenías que morder mucho la lengua. Son un gran lobby y a poco que te deslizaras con una palabra, ya te llegaba la carta de protesta del embajador y doscientas cartas al director tachándote de antisemita. Tenías que empezar con la fórmula: "Proclamado el derecho de Israel a la existencia, condenado el Holocausto, expresada la admiración por el pueblo y la cultura judíos…". Sólo después de todo eso, que ya te llevaba medio artículo, podían insinuar que matar a unos niños en Gaza te parecía que estaba muy mal. ¿En Marruecos sentía la censura? No. Ahí podía decir lo que quería. El poder marroquí no tiene el suficiente peso internacional como para meterle miedo a un dueño o un director de un periódico deMadrid. Si les llama el embajador de Marruecos para protestar, no pasa nada; ahora, si lo hace el de Israel, cuidado. Los israelíes son un lobby muy militante y muy bien organizado, un grupo de presión muy activo. Sus embajadores, además, son muy agresivos, son casi los únicos diplomáticos extranjeros que salen en las cadenas detelevisión. Usan y abusan del antisemitismo para ponerle el sambenito a cualquier crítico. Si hablas de un ataque israelí desproporcionado, te acusan de antisemita. Pero si no he dicho nada de los judíos, dices defendiéndote. Hay israelíes a los que eso no les gusta, dicen que sus autoridades están banalizando el Holocausto, porque cuando haces una crítica, ellos lo comparan con algo que fue real, algo que existió y que fue espantoso. El Holocausto me parece un horror. Y al pueblo judío le tengo una gran admiración. Lo judío es una de las raíces de nuestra cultura, y admiro extraordinariamente su sentido del humor, su capacidad de reflexión intelectual, la intensidad de su autocrítica. Por eso me parece fatal que las autoridades israelíes cada vez que criticas su acción política y militar concreta, identifiquen la parte, ellos, con el todo, el pueblo judío. Si un extranjero le hace una crítica a Rajoy, yo no me siento ofendido como español, me parecería absurdo salir diciendo que es un ataque al pueblo español. No, es una crítica a usted, al señor Rajoy. Por todo ello, cuando tienes que escribir sobre Israel, sientes la presión. No es lo mismo hacerlo sobre Corea del Norte, que dices lo que piensas, que sobre Israel.
A veces ha reivindicado que la izquierda renueve el concepto de seguridad que desde hace años ha estado en manos de los conservadores. Siempre ha habido una riña libertad vs seguridad, ¿se han invertido los papeles? Creo que lo progresista es reivindicar las dos cosas. En primer lugar, la libertad, los derechos individuales, que no tienen otro límite que el de la libertad del otro. Y en segundo lugar, la seguridad. Puesto que vivimos en sociedad y delegamos parte denuestra libertad en la pareja, el barrio, la ciudad, la comunidad autónoma, la nación, la Unión Europea y las Naciones Unidas, a cambio de esa renuncia me tienen que garantizar seguridad. ¿En qué me tienen que garantizar seguridad? En lo que se está perdiendo: la seguridad en el trabajo, la seguridad ciudadana frente al robo y la violencia, la seguridad para cuando esté enfermo, parado o viejo, la seguridad jurídica, para que el dinero que ponga en un banco no se lo lleve un financiero tiburón. La derecha, que se llena la boca con la palabra seguridad, resulta que, en su actual forma neoliberal, está introduciendo la máxima inseguridad en nuestras vidas. Está reivindicando la ley del más fuerte en la jungla, y ya nadie tiene garantizada esas seguridades primarias. Yo no tengo seguridad en mi trabajo, no sé si el dinero que tengo en el banco desaparecerá un día, tampoco sé si cobraré la pensión. ¿Qué cree que le hace falta a la izquierda socialdemócrata para liderar un cambio político? Olvidarse de ese papel de auxiliar, de segunda fuerza o marca blanca delestablishment. La socialdemocracia, en los últimos 30 o 40 años, ha sido una gran defensora del libre mercado, del capitalismo, solo que con un poquito de protección social. A la hora de la verdad, ha defendido a los banqueros frente a los desahuciados. Si la socialdemocracia quiere tener algún papel en el siglo XXI, si quiere recuperar a su electorado potencial, que es amplio, debe transmitir una idea clarísima de que en un conflicto entre el banquero y el desahuciado, estará con el desahuciado. Por eso hablode la idea de seguridad, tiene que garantizar a las clases populares y medias unas seguridades básicas. La socialdemocracia tiene que transmitírnoslo, pero no lo hace. El último acto de Zapatero en la Moncloa fue el de indultar a Alfredo Sanz, vicepresidente del Santander. Después de eso, millones de españoles hemos llegado a la conclusiónde que el PSOE y la socialdemocracia, a la hora de la verdad, están con la gran empresa, con los bancos, con los poderosos. Aunque después nos metan rollitos en los programas. El problema es que ya no nos lo creemos. Pero usted estuvo trabajando dos años para el gobierno ZP. Sí. Fui su director general de comunicación internacional. Era la época de la guerra deIrak, la pelea con Bush, la reconciliación con Francia y Alemania, con México, Brasil, Chile y Marruecos, el combate contra el yihadismo… ¿Cómo vivió todo eso en primera línea? Lo viví muy bien, la verdad que estoy muy contento con esos dos años. Primero porque estuve al otro lado de la trinchera, y eso me permitió mirar desde la distancia a los medios y a los periodistas. Aumenté mi visión crítica con el periodismo tal y como se practica hoy. Cuando estaba al otro lado, sabía que las
cosas habían sido de una determinada manera y, en función de sus intereses ideológicos, económicos o empresariales, veía que los medios las reflejaban de otra manera. ¿Pidió una excedencia en El País? Sí. Yo estaba entrevistando a John Le Carré por un libro que había publicado que se titulaba Amigos absolutos. Estaba en su villa en Suiza y recibí una llamada al móvil para decirme que me iban a pasar a Zapatero. Era la época en la que acababa de ganar las elecciones y estaba preparando su equipo de gobierno. Yo no lo conocía todavía. Cuando me pasaron con él, me dijo que quería que me fuera a la dirección general decomunicación internacional para lidiar con los asuntos internacionales, tanto con la prensa extranjera como con la española. Entonces le respondí que no, que yo era periodista y que nunca iba a ir al otro lado, que si la independencia y tal y cual. Y me dijo “mira Javier, es que te necesito, se me va a echar encima la prensa neocon española y mundial porque pienso retirar las tropas de Irak”. Y yo le dije "tú no retiras las tropas de Irak ni de coña, no tienes cojones para retirar las tropas de Irak." Entonces me dijo que lo mantuviera en silencio, pero que era lo primero que iba a hacer y sabía que se le iban a tirar encima. Me quedé impresionado y le pedí que me dejara pensarlo, que le respondía en un rato. Entonces cuando volví a la entrevista, Le Carré me vio demudado y me preguntó que qué me pasaba, y yo se lo conté. Él sabía quién era el nuevo presidente español y me preguntó qué le había respondido. Le dije que en principio había dicho que no, que no quería irme al otro lado, y Le Carré me dijo que eso era una tontería, que en el mundo americano era muy normal que los periodistas pasasen a la administración, después a la publicidad y volvieran otra vez a un medio decomunicación. Además, Le Carré me dijo que Zapatero era un tío estupendo. Precisamente en su libro era muy crítico con Tony Blair y la guerra de Irak. “Sólo te voy a dar un consejo”, me dijo, “di que sí pero pon una limitación temporal, porque si no acabarás convirtiéndote tú mismo en un político”. Entonces cogí el teléfono y llamé a Zapatero para decirle que aceptaba, pero sólo durante dos años. Hay muchas cosas deese periodo que reivindico: la retirada de las tropas de Irak, la aprobación del matrimonio gay, la ampliación de derechos civiles. Zapatero en aquella época era un tipo bastante fresco y progresista, todavía era ZP. Después fue el Zapatero asustado. ¿Por qué dio ese giro? Es el poder, lo que en España se llama el síndrome de la Moncloa. Lo que pasa es que un presidente del gobierno sólo se relaciona con poderosos, los nacionales y los internacionales. Va cada dos por tres a cumbres donde están los jefes de estado y degobierno, los grandes banqueros y los grandes empresarios. Y a su alrededor se va creando una corte que le dice que él es el más grande, el más guapo y el más listo. Zapatero también se fue alejando progresivamente de la calle. Un día se lo dije “no sé si te das cuenta de que ya no pisas la calle, de que ya sólo vas de cumbre en cumbre.” ¿Cómo se lo tomó? (Valenzuela emite un sonido gutural imitando la desaprobación del ex presidente) Se lo tomó mal, y ahí vi un signo de que empezaba a alejarse de la realidad. El último Zapatero, el de la segunda legislatura, es un presidente aterrorizado porque pueden intervenir España, un Zapatero acobardado que obedece lo
que le dicen Merkel, el BCE, la Comisión de Bruselas, el FMI, etcétera. Si hubiera querido tener un último gestode grandeza, lo que tendría que haber hecho aquel día de mayo de 2010 es ir a las Cortes y presentar su dimisión porque la Unión Europea le exigía unos recortes que él no podía aplicar. En Europa hay un ascenso generalizado de la ultraderecha con Le Pen y Amanecer Dorado a la cabeza. En España también hemos visto brotes violentos relacionados con estos movimientos ideológicos. No hace mucho, InfoLibresufrió un ataque. ¿Podría detallarnos qué es lo que pasó y cómo lo vivieron? Primero llegaron unos correos electrónicos advirtiendo del ataque, firmados por el Comando Fascista Internacional o algo así. Pero no les prestamos atención, por lo común que es recibir amenazas en un medio de comunicación. ¿Es algo habitual? Sí. Ocurre todo el rato en todos los medios. En este caso el jaqueo se produjo por la fórmula de piratear a través de un terminal millones de ordenadores; y esos ordenadores, en un momento determinado, entran en tu web y la colapsan. Esclavizan, así lo llaman, todos esos ordenadores sin que sus usuarios lo sepan, y con ellos atacan tu web. La nuestra estuvo varios días caída y tuvimos que cambiar el servidor. Lo denunciamos, la brigada de delitos informáticos lo investigó y detuvo a un falangista en Alicante. Pero la clave del asunto ha sido la tolerancia que ha habido en los últimos años por parte de las derechas tradicionales hacia el discurso de ultraderecha. Sobre todo de sus ideas, como culpar a los inmigrantes de los males de un país. Eso la derecha primero lo ha consentido y luego lo ha ido asumiendo, porque es popular, facilón y funciona electoralmente. Eso ha ido envalentonando a la ultraderecha, y así estamos como estamos, desde Amanecer Dorado que agrede físicamente a inmigrantes, han ido de caza y captura, hasta Le Pen en Francia. ¿Qué tenía que haber hecho la izquierda? Un combate ideológico, mostrar que dicen soplapolleces. Los culpables de la crisis en España no son los inmigrantes, sino los especuladores financieros e inmobiliarios, unos señores con estupendos coches alemanes de gran cilindrada y con aviones privados que se proclaman muy patriotas aunque hacen todo lo posible por evadir impuestos y llevarse el dinero a paraísos fiscales. Los inmigrantes han venido a España a currar en trabajos que nosotros no queríamos. Cuando la ultraderecha hace ese discurso del colapso de la sanidad también es mentira. El Intermedio hizo una pieza magnífica con datos, descubrieron que los inmigrantes usaban mucho menos los servicios sanitarios que lo españoles. Además de que los pagan con su seguridad social, los usan mucho menos. ¿Por qué? Porque son más jóvenes y fuertes. Y porque por regla general no tienen un día de salario que perder yendo al médico por una tos. Esta batalla ideológica es la que se tendría que hacer contra la ultraderecha. ¿Se está volviendo a una España quinqui? ¿Los quinquis de ahora visten dechaqueta y corbata?
Todos los quinquis de los suburbios de los años ochenta murieron en la calle o en la cárcel, pero sobrevivieron los quinquis de cuello blanco. Algo así me contaba una persona que comentaba mi libro, Crónicas Quinquis, el otro día en tuiter. Los casosde corrupción que ahora salen ya aparecían en las películas de Berlanga. Incluso si uno repasa la literatura picaresca del Siglo de Oro, puede reconocer a gente como Blesa yBárcenas. Son personajes que se repiten en la historia española. Se explica muy bien en la película La Escopeta Nacional. Es la España de los liberales de mamandurria, como Díaz Ferrán, Blesa y Rodrigo Rato. Éstas son personas que han hecho fortuna al amparo de lo público, por medio de recalificaciones de terrenos, de contratas y concesiones administrativas, haciendo negocios con las cajas de ahorros públicas. Ahora, lo que está de moda es el negocio de las privatizaciones de los hospitales públicos. Terminan cayendo en manos de empresas donde están los políticos que los privatizaron. Los liberales de mamandurria españoles han existido siempre, enganchados a la teta del Estado y del contribuyente. Afirma que lo mejor del futuro del periodismo está en su pasado, ¿qué tipo deperiodismo reivindica? Reivindico el periodismo crítico y con voluntad de estilo que defendía Albert Camus. Un periodismo que sea capaz de levantar las alfombras que el poder no quiere que se levanten. Un ejemplo de manual es el caso de The Washington Post con el Watergate. O también el atentado contra el Rainbow Warrior, el barco de Greenpeace que el gobierno de François Mitterand y los servicios secretos franceses hundieron en Nueva Zelanda. El periodista Edwy Plenel, que ahora dirige Mediapart (socio de Infolibre), sacó a la luz esa conexión que hizo caer a un ministro. Todo esto fue gracias a la investigación de Le Monde. Este periodismo auténtico es el que reivindico, el que no soluciona todos los ¿malos? pero sí corrige muchos. ¿Y algo así se hace ahora en España? No en el establishment mediático. Sí, o al menos se intenta, en lo que yo llamo pequeños felinos, o sea publicaciones, digitales o impresas, como InfoLibre, Mongolia, ZoomNews, eldiario.es, o yéndonos a la tele, La Sexta con Jordi Évole y El Intermedio. ¿Por qué el establishment abandonó esta vía que ahora usted reivindica? ¿Dónde se jodió el Perú? Pues a partir del momento en que los periódicos se convierten en grupos multimedia, a finales del siglo pasado. Esto provoca aún más cortapisas para informar sobre determinadas cosas, sobre las cosas donde hay dinero, mucho dinero. Hablo de accionistas, prestamistas y anunciantes intocables. Hablo también de los propios intereses del grupo multimedia: sus cadenas de radio y televisión, sus editoriales, sus librerías, etcétera, sobre las que sólo puedes decir que son estupendas. El gran ejemplo lo tenemos en El País. Tuvo que enfeudarse por los capitales inmensos que necesitaba para sostener todos los proyectos de ampliación deCebrián, y empezó a perder pulso crítico, empezó a dejar de ser sorprendente o interesante. Y con ello empezó a perder lectores, claro. Antonio Liberato
Se está editando en los últimos años la obra de Manuel Chaves Nogales y no hace mucho se recordaba la muerte de Vázquez Montalbán. Aunque cada uno en épocas muy distintas de nuestra historia. ¿Cómo valora la obra de estos periodistas que además son escritores e intelectuales? Siempre usamos como referencia a los periodistas norteamericanos de los 70, pero no nos damos cuenta de que ese periodismo narrativo también se ha practicado en España. Un periodismo que se puede leer veinte o treinta años después porque su mera escritura es ya interesante. Como Chaves Nogales con sus crónicas de la Guerra Civil, o Vázquez Montalbán a través de sus columnas y sus análisis… En España se ha practicado un periodismo de altura, antes con Camba, Pla, González Ruano. Ese periodismo era mejor, mucho mejor, que el que se escribe ahora. Por ejemplo, El País de los años ochenta, más allá de las firmas, estaba mucho mejor escrito que el deahora. Lo puedes comprobar revisando aquellas crónicas y comparándolas con las actuales. Y es una pena, porque lo que no se va perder nunca es la sed del ser humano por escuchar o leer historias reales que le pasan a otra gente. El periodismo no debería abandonar ese potencial. Es precisamente esto que comenta lo que se viene haciendo en Latinoamérica en publicaciones como el Puercospín, Gatopardo o Etiqueta Negra. Sí, esa nueva crónica latinoamericana con periodistas como Martín Caparros, Alberto Salcedo o Leila Guerriero. Todos reivindican al joven cronista que fue García Márquez y a su escuela de nuevo periodismo de Cartagena de Indias en Tinta Libre hemos publicado a muchos de ellos. Pero lo que solemos olvidar es que en España también se practicaba este tipo de periodismo. Sólo que ahora éste ya no tiene sitio en las grandes cabeceras. Ahora los jóvenes periodistas tienen que pasar una gran cantidad de filtros sólo para enviar el currículum… Yo hago una distinción entre los dos tipos de periodistas que se van a colocar en los medios. Por un lado está la fiel infantería, los becarios que están en las webs para subir incesantemente contenidos, como en una rueda de hámster, y que se van a pasar toda la vida así. Por otro, los mirlos blancos, los periodistas que destacan de los primeros por ser audaces, por tener un estilo y una personalidad reconocibles. Los segundos no deben presentar su currículum a los medios, deben ofrecerles historias concretas, ya realizadas o realizables. Y una ventaja de internet es que puedes hacerte tu book con tus trabajos. Los trabajos ya hechos son la mejor tarjeta de presentación individual. Los currículos son todos más o menos iguales. ¿Cuál fue su relación con Mohammed Chukri? Lo conocí personalmente en los dos últimos años de su vida, aunque antes había leído su obra. En el 2002 se me ocurrió proponerlo como portada de Babelia, después devenderlo como el Bukowsky marroquí. Cuando fui a verlo a Tánger, le entré con una botella de vino de Málaga, un dulzón que sabía que le gustaba. Y ya todo vino rodado. Nos hicimos muy troncos. Incluso fui de las primeras personas a las que contó que tenía cáncer. En Marruecos siempre se le había tomado como un borracho y putero
marginal, hasta que el propio Mohammed VI, cuando se enteró de su enfermedad, pidió expresamente que se le prestaran gratis todos cuidados que necesitara. Me contaba con sarcasmo que sólo cuando se estaba muriendo se le reconocía por fin como escritor marroquí. ¿Qué representa en las letras marroquíes? Para mí, él representa la dignidad, la lucha por el respeto a la dignidad individual. Era también un gran defensor de la lengua española. Y esta historia lo sintetiza. Cuando escribió el Pan desnudo, en árabe coloquial, se lo dictó a Paul Bowles para que publicara la primera edición, que fue en inglés. Le pregunté cómo se comunicaba con Bowles. En español, me dijo. Él traducía en su cabeza del árabe al español mientras que Bowles traducía luego del español al inglés. El castellano era en aquel Tánger cosmopolita la lengua franca entre un arabófono y un anglófono. Por último, ¿qué le parece el saludo de Obama a Raúl Castro en el entierro deMadiba? Es un buen homenaje a su figura, porque Madiba pertenecía a esos dos mundos. Mandela era un rebelde contra la opresión, en sus orígenes era marxista o próximo al marxismo, aunque más tarde evolucionara. Tengo la impresión de estos días se ha dado una imagen demasiado acaramelada y light de Mandela. Él hubiera sido muy feliz con este saludo entre los dos. De hecho, estuvo muy bien escogida la representaciónde los tres personajes que hablaron en su funeral. Barack Obama es el progresista pragmático en el que se convirtió Mandela. Dilma Rousself es la socialdemócrata deun país emergente que también fue Mandela. Y Raúl Castro es el representante deesa izquierda originaria de la que nunca renegó. Él hubiera sido feliz al ver juntos a esos tres oradores, y al ver ese primer deshielo entre Cuba y Estados Unidos. Antonio Liberato @antonioDruiz // David García Martín @cercodavid Cuaderno deLluvia