Inquietud sobre el patrimonio del Colón

cortejada a su vez por un fabricante de miel, que no es otro que Plutón, el dios de los infiernos, y donde. Júpiter, sólo para penetrar en la habitación de la da-.
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Espectáculos

Página 8/Sección 4/LA NACION

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Jueves 20 de agosto de 2009

MUSICA CLASICA Opinión

Sorpresa en Internet: el espejo de una puesta, en subasta

Inquietud sobre el patrimonio del Colón José Onaindia, presidente de la Asociación de Amigos de la Biblioteca de la sala, considera que la situación es “calamitosa” Durante anteayer y parte del día de ayer estuvo en venta en Mercado Libre un espejo que se habría usado en una puesta de La traviata que tuvo lugar a fines de la década del 50. Durante la tarde de ayer, el vendedor de Don Torcuato retiró de la venta el espejo con marco de bronce que tenía como precio base apenas unos 50 pesos. Pedro Pablo García Caffi, director del Teatro Colón, hizo la denuncia ante la Procuraduría General del gobierno, en la que solicitó el esclarecimiento del hecho. Paralelamente, inició un sumario interno para confirmar si el citado espejo perteneció realmente al Colón y, de ser así, deslindar responsabilidades y actuar en consecuencia. El caso, más allá de la entidad que pueda tener, vuelve a poner sobre la mesa el estado en que se encuentra el patrimonio del Colón sobre el cual, desde hace tiempo, hay una variedad de informaciones cruzadas, denuncias, rumores y los peores cuentos. Con el ánimo de poner luz sobre el tema, los trabajadores de la sala presentaron un recurso de amparo a principio de este mes en el cual, entre otros puntos, hacían eje en el cuidado del patrimonio del teatro en término de materiales de vestuario, zapatería, objetos de utilería (como el mismo espejo que estuvo en oferta), muebles, objetos de arte, libros incunables y piezas donadas. Todavía no hay novedades en relación con ese recurso. A lo sumo siguen circulando fotos que dan cuenta del penoso estado en el que se encuentra (¿o encontraba?) parte de ese patrimonio que desde hace un tiempo está bajo custodia del directorio del Ente Autárquico Teatro Colón. Desde otra óptica, personas que trabajan en la obra también hablan de haber encontrado objetos de valor artístico en recovecos de la sala desde el comienzo de los trabajos de infraestructura.

La situación en la biblioteca José Onaindia, conocido gestor cultural y ex director del Incaa, en diciembre constituyó la Asociación de Amigos de la Biblioteca del Colón con el ánimo de velar

El espejo de la discordia Durante un día y medio estuvo en venta en Internet un espejo que había formado parte de una puesta de La traviata de 1957; sobre el asunto, la dirección del teatro inició un sumario interno; a la derecha, material de tapicería del Colón, en un depósito

por el valioso material que se encontraba en el ala izquierda del hall central. Consultado sobre el tema, Onaindia no duda en afirmar que la situación es “calamitosa porque la biblioteca no está funcionando y porque la denuncia por desaparición de bienes (como el bastón de Puccini, por ejemplo) no tuvo ningún avance”. “A Pedro Pablo García Caffi le pedimos audiencia y no la concedió –explica–. Horacio Sanguinetti [el anterior director de la sala] sí lo había hecho, nos brindó información sobre el estado de las denuncias y tuvo una actitud más colaboradora con la formación de la institución y

su función. Hay expedientes administrativos en trámite, pero desconocemos el estado de conservación de los bienes que quedan”. Claro que uno de los problemas que tiene la Asociación de Amigos de la Biblioteca del Colón es que la demora administrativa en su constitución estrecha los márgenes de acción. La desaparición de algunas piezas de enorme valor artístico de la Biblioteca había sido reconocida ya por el mismo Sanguinetti antes de su abrupta partida. Durante esta gestión, poco se ha sabido sobre el tema. A lo sumo, se han visto fotos de materiales arrumbados en depósitos con goteras o materiales envueltos en las peores condiciones para su preservación. Por eso, que en este contexto haya aparecido un espejo de La traviata en Internet parece posible.

Huésped de honor N “Es un gran honor esta distinción, pero la noticia más feliz para mí es la promesa de que el Teatro Colón estará abierto el año próximo”, dijo ayer el director de orquesta Zubin Mehta al recibir la distinción que lo declara Huésped de Honor de la Ciudad de Buenos Aires, por decisión de la Legislatura porteña. Este emblemático músico reconocido en todo el mundo dirigió anoche, en el Gran Rex, a la Orquesta Filarmónica de Israel, en el primero de los tres conciertos que tiene programado dar en la ciudad. El concierto de esta noche, en el que la orquesta interpretará la Sinfonía N° 9 en Re mayor, de Mahler, será transmitido en directo por Radio Nacional Clásica (FM 96.7). La visita de Mehta concluirá con la presentación del domingo, en el Luna Park.

Alejandro Cruz

Por Pola Suárez Urtubey

Los mitos dan para todo Es cierto. Los mitos dan para todo. Para crear con ellos obras literarias o artísticas, sean plásticas, musicales, cinematográficas; para amarlos, para reír, para llorar, para entretener a los niños o para manipularlos al antojo de un autor, una época histórica y hasta algún gobernante desaprensivo. Un ejemplo es el mito de Orfeo, el cantor solitario, el amante desolado que pierde a su esposa Eurídice y desciende a los infiernos para recuperarla, con resultados que todos ustedes conocen. De él se sabe mucho antes de la época de Homero, en tiempos prehistóricos, cuando amansaba a las fieras con su lira, detenía el curso de los ríos o el soplo de los vientos... Fundador de los misterios órficos al revelar a un grupo de iniciados lo que vio en el Hades, dio lugar a tragedias que van desde Esquilo hasta el siglo XXI, porque nadie podría asegurar que en este mismo instante no exista un creador inspirado por su invariable hechizo. Es explicable entonces que la música lo tenga como protagonista dilecto, y ni hablar de la ópera, que a poco de nacer, “La música y por obra del genio de Monteverdi, glorifica en lo tiene a 1607 a esa alma ardiente, de apasionada tristeza y Orfeo como sensualidad. Luego vendrán Schütz, que inicia protagonista la serie de ballets (1638), Louis de Lully, hermadilecto” no de Jean-Baptiste, que en 1690 lo introduce en la ópera francesa; Gluck, Christian Bach, Hadyn, Liszt, que le confiere ropaje sinfónico o, entre tantas más, y ya en el XX, Krenek con texto de Kokoschka. Y no faltan por cierto las parodias, como la de Offenbach, Orphée aux enfers, que París conoció en 1858 (modificada en 1874) donde Orfeo aparece como un mal sujeto que detesta a su mujer Eurídice, cortejada a su vez por un fabricante de miel, que no es otro que Plutón, el dios de los infiernos, y donde Júpiter, sólo para penetrar en la habitación de la dama, se transforma en una mosca. Sátira feroz al segundo imperio, nuestro amado Orfeo navega entre cancanes y vertiginosos “galops”. * * * Siendo la ópera un género que refleja sensiblemente los gustos de cada época es natural que en el curso de los siglos se hayan dado distintas soluciones a esta historia de amor y muerte. Y así, mientras en Monteverdi Eurídice retorna a la muerte y su amado Orfeo es invitado a contemplarla desde las estrellas, en la ópera de Gluck, que dará el Teatro Colón desde el martes en el Coliseo, se deja para otra ocasión la catástrofe (o la sugerencia de Ovidio de que el desdichado cantor habría iniciado las prácticas homosexuales), y se agrega el episodio del Amor, que, como verdadero deus ex machina, reúne felizmente a los esposos. Para no perdérsela.

(Acordes) N Sangriento Don Giovanni. VIENA (AP).– Sangre. Vestuario deslumbrante. Voces magníficas. Ingeniosa dirección escénica. Sumando estos elementos, se obtiene un excelente Don Giovanni de Mozart. Con la dirección escénica de Keith Warner, este Don Juan –presentado el viernes en el Theater an Der Wien de la capital austríaca– es algo más que un casanova neurótico que ha seducido a más de 2000 mujeres. Es gracioso, tierno, amenazante y finalmente patético al morir en una caja de plexiglás manchada con su propia sangre. El mérito corresponde en gran medida a Erwin Schrott. Este barítono, con la apostura de un dios y una voz que le hace juego, cautivó a la audiencia que atestó el teatro. Hanno Mueller-Brachmann fue la contraparte perfecta de Schrott como el lacayo Leporello. Los dos barítonos se complementaron a la perfección.

Hanno Mueller-Brachmann y el uruguayo Erwin Schrott, en Don Giovanni AP

(Allegro)

Por Pablo Kohan

Debussy y sus tiempos de composición Hildegard Behrens EFE

Murió Hildegard Behrens. TOKIO (AFP).– La soprano alemana Hildegard Behrens, célebre por sus interpretaciones de heroínas wagnerianas, falleció anteayer en Japón a los 72 años, anunciaron los responsables del festival donde tenía previsto participar. Behrens murió de un aneurisma cardíaco en un hospital de Tokio. Poco después de su llegada a Japón, el domingo, Behrens dijo que “no se sentía bien y fue trasladada inmediatamente al hospital”. Sus restos serán incinerados hoy en Tokio y sus cenizas serán llevadas al festival, donde se hará un concierto en su honor. La soprano había trabajado a las órdenes de grandes directores, como Leonard Bernstein y Herbert von Karajan, y también había ganado numerosos premios. Llegó a actuar en la Metropolitan Opera de Nueva York y grabó un número considerable de álbumes. N

Según las peculiaridades formales y genéricas de una obra musical, los tiempos insumidos en su realización son disímiles. No es lo mismo escribir una canción de cuna que una ópera ni un nocturno para piano que una sinfonía programática. Pero, además, también están los tiempos individuales. Hubo compositores cuya velocidad de escritura era proverbial y otros que transcurrían eternidades en sus trabajos. Y las calidades de unos y otros no tienen necesariamente relación con ese tiempo de inversión. Basta recordar que Schubert, que murió a los treinta y uno, dejó una creación de casi un millar de obras o que Mozart, en treinta y cinco, hizo lo que hizo. En el otro extremo, entre muchísimos más, Beethoven, Wagner o Mahler dejaban jirones de vida hasta alcanzar el producto final. En realidad, hay otros factores, no estrictamente individuales, que inciden en las velocidades de composición. Cuanto más un

músico se aparta de los modelos o de las propuestas establecidas, menos son las certezas, mayores los riesgos y, por lo tanto, mayor el detenimiento ante las nuevas encrucijadas. Debussy, por ejemplo, está entre aquellos compositores que avanzaron, consistentemente, en el establecimiento de nuevas pautas idiomáticas y estéticas. Y sus tiempos no eran, ni por asomo, los de aquellos que escribían obras maravillosas casi sin tener que modificar lo que les brotaba con total espontaneidad. Después del suceso de Pelléas et Mélisande, un emisario del Metropolitan Opera House de Nueva York llegó hasta París para solicitarle un nuevo título. Debussy preguntó de qué tiempo dispondría. La respuesta fue precisa: “Hasta la inauguración de la temporada, tres meses”. Debussy se horrorizó y se sonrió: “¿Tres meses? Bueno, ése es, más o menos, el tiempo que necesito para decidirme entre dos acordes”.