Incidentes por controles en La Salada

16 mar. 2009 - Aires (ARBA), Santiago Montoya, encabezó un amplio operativo de control fiscal sin precedente en el complejo comercial de Lomas de.
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INFORMACION GENERAL

Lunes 16 de marzo de 2009

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LA FERIA DE LA ILEGALIDAD Y EN LOMAS DE ZAMORA

Incidentes por controles en La Salada Montoya encabezó el operativo y alertó sobre evasiones impositivas de marcas de “primera línea”; arrojaron huevos a inspectores MANUEL J. TORINO

“El gobierno nacional nos debería agradecer”

LA NACION La multitudinaria feria de La Salada recibió ayer un visitante que no pasó inadvertido. El titular de la Agencia de Recaudación de Buenos Aires (ARBA), Santiago Montoya, encabezó un amplio operativo de control fiscal sin precedente en el complejo comercial de Lomas de Zamora, considerado un imperio de la ilegalidad. Unos 220 agentes de ARBA junto con personal policial ingresaron en el predio a primera hora de la mañana de ayer con el objetivo de detectar casos de evasión impositiva, aunque se encontraron con la resistencia de algunos puesteros, quienes los recibieron con insultos y huevazos. Pese a los incidentes, igualmente los funcionarios provinciales decomisaron la mercadería de 33 vehículos y labraron actas a aquellos vendedores que no presentaron la documentación fiscal correspondiente. “Es necesario seguir detectando irregularidades en lugares como éste, donde no se conoce la procedencia de la mercadería y se evaden los impuestos, lo que perjudica a todos aquellos ciudadanos que sí pagan”, sostuvo Montoya en declaraciones a la prensa. Según el funcionario de la agencia bonaerense, el operativo incluyó el armado de un anillo de entre 4 y 5 kilómetros alrededor del predio para impedir el traslado de mercadería que no contara con autorización fiscal. Los incidentes se registraron cuando los puesteros de uno de los tres galpones principales de la feria, donde se encuentran los vendedores con mayor antigüedad, no dejaron ingresar a los agentes provinciales. “Por qué nos tratan como delincuentes, si acá somos todos laburantes y pagamos los alquileres”, se quejó un vendedor. El principal reclamo de los feriantes era que los controles no cayeron sobre el sector más grande e informal del complejo: una hilera de puestos de unas 30 cuadras conocida como La Ribera, que creció descomunalmente en los últimos años.

Lo dice uno de los dirigentes de la feria

SANTIAGO HAFFORD

Santiago Montoya discute con uno de los feriantes que se quejaron porque los controles no incluyeron al galpón más importante

Un monstruo al que nadie quiere matar Los diversos Estados involucrados dicen no tener injerencia; cada semana se mueven $ 9 millones SEBASTIAN LALAURETTE CORRESPONSALIA LA PLATA

Marcas originales En medio del tumulto que generó su presencia, Montoya alertó sobre una situación que, según la opinión de los comerciantes, ya es moneda corriente en La Salada: “Estamos previniendo lo que creemos que va a pasar en los próximos meses, que es que muchas empresas de primera línea utilizarán estos puestos para vender sus productos eludiendo el pago de impuestos”, dijo el funcionario provincial. Desde la Asociación Argentina de Lucha contra la Piratería, que agrupa a las marcas líderes más falsificadas, se mostraron sorprendidos con la declaración de Montoya. “Desde ya que no vamos a vender en La Salada. El mercado de nuestras empresas es totalmente formal y además estamos trabajando codo con codo con la AFIP para combatir el problema de la falsificación”, dijo su representante legal, Sergio Vargas. Al respecto, los feriantes deslizaron que no son pocas las marcas originales que “venden remanentes de sus producciones” en alguno de los 8000 puestos que componen la feria, ubicada junto al Riachuelo.

ARCHIVO

La Salada, un “emblema de la ilegalidad”, según la Unión Europea Otra práctica común, sostienen los comerciantes en La Salada, es que las marcas originales confeccionan indumentaria en talleres clandestinos. “El otro día un empresario de ropa infantil vino diciendo que vendíamos prendas truchas de su marca. Al final, resultó que él y el puestero de acá compraban en el mismo taller clandestino”, sostuvo a LA NACION un hombre que conoce el funcionamiento del complejo desde hace más de 15 años.

“Emblema mundial” La Salada es la feria ilegal más grande de América latina y fue calificada como el “emblema mundial del comercio y la producción de mercadería falsificada”, según un informe de la Unión Europea (UE). En el predio, que tiene unas 20 hectáreas, se puede conseguir cualquier tipo de mercadería falsificada, desde

indumentaria hasta electrodomésticos, pasando por mascotas, música y películas o productos de limpieza. Por ejemplo, unas zapatillas que en un shopping valen 300 pesos se pagan falsificadas a sólo 50. Según el informe de la UE, moviliza unos 400 millones de pesos por año y emplea a más de 6000 personas, Si bien es el más grande, este predio, donde antiguamente funcionaban piletas públicas –de ahí que los distintos sectores lleven nombres de balnearios marplatenses–, no es el único centro de mercadería ilegal de la provincia de Buenos Aires. Las diferencias con sus competidores radican en que a la feria de La Salada llegan tanto compradores minoristas como mayoristas. Cientos de “tours de compra” arriban cada fin de semana desde numerosas provincias argentinas e incluso desde países limítrofes.

LA PLATA.– Decenas de hectáreas, miles de puestos, millones de pesos: los números de La Salada son muy grandes en todo sentido. El predio en el que ayer irrumpieron Santiago Montoya y sus inspectores es la mayor feria ilegal de América latina, una especie de monstruo que nadie puede –o quiere– matar y que desde su nacimiento hace dieciocho años sólo parece sufrir, ocasionalmente, heridas menores. En efecto, el éxito de los periódicos ataques de la entidad recaudadora bonaerense (hoy ARBA, antes la Dirección de Rentas) es modesto: tras ocho inspecciones en cinco años, contando la de ayer, el nivel de irregularidad detectada desde lo impositivo cayó del 100%, es decir, la informalidad absoluta, al 90%. Y eso es sólo una parte del problema. Porque la evasión fiscal no es el único punto en el que La Salada se manifiesta: el gigantesco complejo de puestos de venta está incluso en la mira de la Unión Europea, que le asignó el título de “emblema mundial del comercio y la producción de mercadería falsificada”. Es decir, un imperio de lo “trucho”. Hace cinco meses, un operativo concretado por personal de la Prefectura Naval por orden judicial derivó en la detención de dos personas y el secuestro de 75.000 discos compactos

copiados ilegalmente y aparatos electrónicos valuados en veinte millones de pesos. Una cifra que impresiona pero que palidece ante las cifras estimadas por la Unión Europea: en las veinte hectáreas de La Salada hay entre 15.000 y 20.000 puestos que mueven alrededor de 9 millones de pesos por semana, más de 400 millones anuales. ¿Quién puede terminar con esto? Voceros del gobierno bonaerense y del municipio de Lomas de Zamora, donde está instalado el complejo de ferias (son cuatro, tres de ellas internadas y una instalada en terreno abierto sobre la ribera del Riachuelo), disienten en cuanto a la responsabilidad de controlar por un tema de jurisdicciones. La Salada crece al calor de esta divergencia. Acaso porque nadie quiere pagar el costo de una decisión que afectaría a tanta gente en un territorio de indudable peso electoral. “Nosotros controlamos lo que tenemos potestad para controlar, que es el cumplimiento de las obligaciones impositivas. El tema de los comercios sin habilitación u otras irregularidades le corresponde al municipio”, dijo una fuente de ARBA. Y un vocero de la comuna lomense, en cambio, argumentó: “La Salada está ubicada sobre terrenos cedidos a la provincia por el Estado nacional en propiedad delegada; nosotros no tenemos poder de policía sobre ese lugar”.

“Nosotros en la feria hacemos un trabajo de contención social enorme. El gobierno nacional debería agradecernos”, sostuvo ayer Enrique Antequera, uno de los hombres con mayor poder dentro del negocio de La Salada. Luego de una mañana agitada debido al operativo de control fiscal dispuesto por el titular de ARBA, Santiago Montoya, en el complejo de Lomas de Zamora, Antequera dialogó con LA NACION y expuso su visión sobre el funcionamiento de la feria de mercadería falsificada más grande de América latina. “Con toda la recesión y la inflación encubierta que hay esto va a seguir creciendo”, afirmó el titular de Urkupiña SA, una de las tres empresas que manejan los más de 4000 puestos registrados que hay en la feria, aunque hay muchos más sin registrar. Según el dirigente, hay unas 150.000 familias que directa o indirectamente viven del negocio de La Salada. “Gracias a la feria hay gente de bajos recursos que puede comprar útiles escolares”, se defendió. El predio de Urkupiña cuenta con seguridad privada, estacionamiento y un gigantesco galpón que aloja unos 1300 puestos, los cuales se alquilan a un promedio de $ 400 por mes. Según Antequera, la mayoría de los inquilinos son monotributistas y el año pasado la empresa pagó $ 4.000.000 en impuestos al fisco. Además, aseguró que ellos alquilan los locales a personas que a su vez subalquilan a otros comerciantes, en su mayoría de nacionalidad paraguaya o boliviana. En cuanto al problema de la falsificación de marcas, sostuvo que ellos alientan a que los vendedores “creen sus propias marcas”, ya que de esa manera “no deberán andar escondiéndose de los inspectores”. Sobre el operativo de ayer, opinó que fue “exagerado” y que “Montoya ya había venido otros años acá sin hacer tanto lío y sin hacer entrar en pánico a la gente”. Este dirigente de Lomas de Zamora, que cerca estuvo de ganar un cargo como concejal en las últimas elecciones y que se reconoce “pejotista”, denunció que uno de los grandes problemas de La Salada es el trabajo esclavo en los talleres clandestinos. “Muchas veces pedimos a los funcionarios provinciales que blanqueen los talleres y los trasladen a La Salada, así se mejoran las condiciones de trabajo, pero no tuvimos respuestas”, dijo. “Acá hay mucha hipocresía –finalizó Antequera–. Vienen políticos y famosos a comprar ropa de tenis barata, porque si no, no les alcanza para pagar la cuota del club a fin de mes.”

Y NUEVA VERSION DEL “CUENTO DEL TIO”

Advierten sobre estafas con falsos escribanos En nombre de un notario, a última hora del viernes envían un cadete a empresas para cambiar un cheque por efectivo Cuando llega la última hora del viernes y los bancos están cerrados, llaman a empresas y a profesionales haciéndose pasar por sus escribanos de confianza. Conocen los nombres de secretarias, contadores y socios. Con absoluta naturalidad, pero con el pretexto de una emergencia, les piden cambiar un cheque que será cobrado por jóvenes mensajeros, que ignoran tanto el ardid como la identidad de sus empleadores. Para cuando alguien percibe la estafa, ya es demasiado tarde y el dinero se ha ido. Los primeros engaños de este tipo comenzaron hace más de un año, pero hoy suman al menos dos casos por semana. Por eso, el Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires decidió alertar a empresas y a profesionales sobre esta modalidad de estafa con cheques falsos, en la que los delincuentes invocan el nombre de escribanos relacionados con las firmas para cambiar documentos fraguados por dinero en efectivo. Rita Menéndez, secretaria de la institución, indicó que las estafas se están volviendo muy recurrentes, por montos que van de los 2000 a los 7000 pesos. “Se repite el mismo modus operan-

di, sin llamadas al azar y con absoluto conocimiento de las escribanías y las empresas: se hacen pasar por secretarias, socios e incluso por el escribano, así como también manejan los nombres de los empleados de las compañías”, relató a LA NACION. Para Menéndez, los delincuentes aprovechan la confianza que la sociedad deposita en la figura del escribano, especialmente los empresarios y profesionales con los que tratan diariamente. “En esos casos, es difícil que las empresas devuelvan la llamada para corroborar el pedido, y no hablo solamente de pymes: también cayeron compañías importantes”, explicó la representante de los escribanos. Un reconocido notario con oficinas en el microcentro porteño relató a LA NACION una de las seis experiencias que tuvo en su despacho: “Un viernes llamaron a uno de mis socios de parte de otra escribanía, para solicitar que les recomendaran algún ejecutivo de confianza en una sociedad de bolsa con la que tuviera trato frecuente. Luego, telefonearon a ese ejecutivo en nombre de mi socio y le solicitaron como un favor si les podían cambiar un cheque por 2000 dólares. Sabían todos los nombres que tenían que

saber y se manejaban con absoluta naturalidad. En la sociedad de bolsa, que trabaja permanentemente con mi escribanía, nunca dudaron de que se trataba de una urgencia, y le entregaron el dinero a una joven que vino con el cheque. Sólo se dieron cuenta del engaño cuando nos llamaron para saber si habíamos recibido la plata”.

Argumentos Las excusas para describir la urgencia son variadas. Según Menéndez, el supuesto empleado explica que el escribano está de viaje, sufrió un accidente o un robo, o que no puede utilizar el teléfono. “A veces dan un celular que nunca atiende las llamadas, lo que queda

explicado por la emergencia. Otras, hasta puede llegar a atender un falso escribano disfónico”, graficó. En los casos en que se pudo descubrir la maniobra, los delincuentes no fueron hallados. Sucede que los jóvenes que van a cambiar el cheque son contratados de manera informal, a través de un aviso en Internet o en los diarios, y desconocen el delito en que quedan involucrados. “Los supuestos empresarios que los contratan les dicen que no tienen su oficina en la ciudad y acuerdan un pago semanal para que gestionen trámites”, dijo el escribano, a partir del relato de uno de estos jóvenes que fue aprehendido in fraganti. Una vez contratados, a los gestores les encargan trámites ordi-

Antes, la misma táctica, pero a la inversa Años atrás, la estafa se hacía en sentido opuesto. Los delincuentes llamaban desde las empresas para solicitarles a sus escribanos, también ante una urgencia, que les cambiaran cheques. Tras los primeros casos, el Colegio de Escribanos alertó a sus miembros y la situación fue controlada. Hoy les resulta difícil advertir a todas las empresas. Sucede que la maniobra denunciada tiene variantes y los operadores, en el fragor diario, no advierten el engaño. Además, nunca se repiten los nombres ni las caras de quienes cambian los cheques porque generalmente son chicos que no conocen el delito.

narios, como la búsqueda de formularios en la AFIP o en la Anses, hasta que, generalmente un viernes, modifican la rutina y los citan en algún bar para entregarles el cheque que deberán cambiar. Una vez que cumplen la tarea, los vuelven a llamar para obtener el dinero, esta vez en otro lugar.

Bien cubiertos “Seguramente, los siguen durante este último encargo, porque cuando hemos dado aviso a la policía los supuestos empresarios no se presentaron a recibir la plata”, relató el escribano. Si bien la labor de los cerebros de este tipo de estafas se puede hacer artesanalmente, averiguando uno por uno los nombres de empleados de escribanías y de las empresas que trabajan con ellas, el peor de los escenarios sería si alguien hubiera accedido a las bases de datos del Consejo de Escribanos. Menéndez negó que eso hubiera podido ocurrir y sugirió como hipótesis que los delincuentes han intervenido las líneas telefónicas de los escribanos o empresarios.

Marcelo Veneranda

Cómo operan Horarios: las maniobras generalmente se planean para los viernes a última hora o cuando los bancos ya están cerrados. La llamada: todo empieza con una llamada supuestamente de parte del escribano de la empresa o de su secretaria, en la que piden, como un favor urgente, cambiar un cheque por efectivo. Un emisario: luego mandan a un cadete, que generalmente no conoce el trasfondo de la cuestión, a cambiar el cheque. Estructura: en algunos casos la policía fue advertida y se llegó a detener a alguien, pero hasta ahora nunca dieron con las personas organizadoras del ilícito. Siempre cayó solamente el emisario. Montos: en general, el falso escribano solicita el cambio de un cheque de montos pequeños, de entre 2000 y 7000 pesos. Sin embargo, hubo casos de estafas con cifras más grandes. Excusas: quien llama para solicitar el favor siempre aclara que el escribano se encuentra en una urgencia o que se encuentra de viaje para evitar preguntas y dejar el camino liberado para el emisario.