Impuesto a las bebidas azucaradas - Anif

8 mar. 2017 - Impuesto a las bebidas azucaradas: ¿Por qué no se discutió en el Congreso? En octubre de 2016, el gobierno radicó ante el Con- greso el ...
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Director: Sergio Clavijo

Marzo 8 de 2017

Con la colaboración de Juan Sebastián Joya

Impuesto a las bebidas azucaradas: ¿Por qué no se discutió en el Congreso? En octubre de 2016, el gobierno radicó ante el Congreso el Proyecto de Ley de Reforma Tributaria Estructural. La propuesta del proyecto contemplaba (en sus inicios) la aplicación de un impuesto de $300/litro a las bebidas azucaradas (BA), aproximadamente un 20% de su valor. Lamentablemente, el fuerte cabildeo ejercido por empresarios del sector impidió que se diera un transparente debate en el Congreso, lo cual era un tema de vital-salud pública para los colombianos. Esto ocurrió a pesar de los esfuerzos del Min-Salud y Min-Hacienda, quienes habían estructurado una propuesta con buen balance entre lo tributario y los aspectos de alimentación más sana. La propuesta del gobierno tenía dos loables objetivos: i) reducir el consumo de las BA, siguiendo lineamientos de organismos internacionales (como la OMS) para aminorar la propensión a la obesidad y sus enfermedades crónicas; y ii) allegar para el sector salud tributos adicionales por cerca de $2.6 billones/año (0.3% del PIB). En efecto, la OMS acababa de recomendar, en 2016, la adopción de impuestos a las BA para reducir la incidencia de enfermedades como la diabetes y la obesidad. Esto debido a que la prevalencia mundial de la obesidad se ha estado duplicando, durante 1980-2014, y ya afecta al 15% de la población a nivel mundial. De otra parte, las presiones del gasto público en salud han ido ascendiendo y, en el caso de Colombia, se han identificado faltantes inmediatos del orden de los $5.3 billones, por múltiples razones (ver Comentario Económico del Día 28 de marzo de 2016). Así mismo, se ha establecido que los costos de los trastornos cardiacos,

muchos de ellos asociados a obesidad, generan un costo de $6.4 billones anualmente (0.8% del PIB). Es triste que Colombia hubiera desperdiciado esta oportunidad de haber adoptado las “mejores prácticas globales” en este frente de lucha contra la obesidad a través de adoptar disuasivos impuestos a las BA, renunciando de entrada a resultados esperanzadores de países vecinos. Por ejemplo, en el caso de México, el impuesto allí adoptado ha estado asociado a la reducción del consumo de BA en un -7.9% durante los dos primeros años de implementación, al tiempo que lograron incrementos en cerca de un 51% en los recaudos de impuestos indirectos sobre ese sector. De forma similar, se ha actuado en Hungría y en California (Estados Unidos), donde las tasas impositivas son aún más altas, obteniéndose caídas en el consumo de BA en un -32% y en un -21%, respectivamente. Ahora bien, es evidente que los resultados de mejoría en la salud pública tan solo se verán hacia el mediano plazo, pero la evidencia científica disponible confirma que ese tipo de impuestos resulta costo-efectivo a la hora buscar reducir la prevalencia de sobrepeso en un 3%-4%. (ver Bemelmans et. al., 2008). En el caso de Colombia, la propuesta del gobierno también avizoraba este tipo de beneficios en salud y en mayor recaudación. Se argumentaba que este tipo de sobre-tasas, del orden del 20% como lo recomendaba la OMS, podría reducir el consumo de las BA en casi un 20% (prácticamente de elasticidadprecio unitaria) y disminuir el sobrepeso en hogares de bajos ingresos hasta en un 5% (ver Notas de Política Uniandes No. 27, “El impuesto a las bebidas azucaradas en Colombia”). Continúa

Director: Sergio Clavijo Con la colaboración de Juan Sebastián Joya

Pero pudo más el “cabildeo” interesado en el lucro que en la salud. De hecho, sorprende que sondeos ante la opinión publica se hubieran mostrado a favor de este tipo de impuestos anti-comida chatarra. Por ejemplo, se encontró que siete de cada diez personas apoyaban la idea de este impuesto a las BA y que nueve de cada diez relacionaban ese consumo de BA con enfermedades y obesidad.

cendía y que les ayudara a prevenir las enfermedades cardiovasculares. Obviamente, además del impuesto, se requiere trabajar desde Min-Salud en pedagogía para reducir el sedentarismo y mejorar los hábitos de alimentación más sana. A nivel de políticas públicas sobre mejor alimentación, no cabe duda sobre la gran amenaza que representa la “comida chatarra”. Así como nos tomó tres décadas luchar contra el tabaquismo, esta reducción de las BA debería ser una cruzada publica a reforzarse en el futuro inmediato. Por ejemplo, hacia el 2050, se proyecta que la incidencia de la obesidad alcanzará un 35% de la población de América Latina (ver The Economist, “Megachange: The world in 2050” en: http://anif.co/sites/default/ files/franklin_y_j._andrews.pdf). La discusión en Colombia tan solo se ha iniciado y la nueva Administración del 2018-2022 tendrá la obligación fiscal y moral de retomarla. De hecho, para entonces debería plantearse un impuesto escalonado a las BA, según el grado de azúcar que contengan. Contrario a lo que se argumenta, seguir promoviendo el consumo de las BA (no naturales) es doblemente regresivo, pues son las clases más pobres las que más consumen las BA y las que mayor deterioro experimentaran en su salud.

Los contradictores de la medida enfocaron sus esfuerzos hacia “demostrar” que con ello se afectaría el consumo de la industria de bebidas (lo cual es apenas obvio, ya que era el objetivo en un mercado con elasticidad-precio cuasi-unitaria). Lo preocupante para la salud de los colombianos ha sido esa rápida expansión del mercado de las BA (ver gráfico adjunto), por su negativa incidencia sobre la salud, tal como había ocurrido en décadas anteriores con la expansión del tabaco. Gómez y Mitchell (2014), en su estudio encargado por la industria de bebidas, concluyeron que los impuestos a las BA no se traducían en mejoras en la salud de las personas y argumentaron la “regresividad del impuesto”. Pero precisamente la idea era que sustituyeran ese bien más costoso (y perverso para su salud) por otros cuyo precio relativo des-

Evolución de la producción: Industria vs. Bebidas (%; var. promedio 12 meses a diciembre de 2016) 15

Prom. histórico

12 9 6

7.2

7.8

5.6

4.9

2.0

3

6.0 Bebidas 4.0 1.5

3.5 1.8

1.3 Industria

-0.3

0 -3

7.6

-1.3 2011

2012

2013

Fuente: cálculos Anif con base en Dane.

2014

2015

2016