En el sur del Sudán Aiedo, nuestra invitada en esta ocasión, nació sudanesa pero desde hace apenas dos años, se convirtió en sudanesa del sur. Sin embargo esta joven, estudiosa y combativa mujer, ha pasado la mayor parte de su vida como refugiada en Kenia. No es para menos. Sudán lleva casi medio siglo en guerra consigo misma y la cosa a día de hoy parece no tener fin. Con Aiedo hablamos de las causas de esta situación de caos, que como suele suceder en África, tiene su origen en otras geografías. Comenzando por su nombre, Sudán, viene del árabe y significa tierra de negros. Y es que fueron los árabes quienes llegaron en su tiempo a esta tierra para ocuparla. Una tierra atravesada por el Nilo y que guarda en Meroe, pirámides que en nada envidian a las de su vecina Egipto. “Ésta fue la primera colonización a nuestro pueblo y su gente. Se impuso la religión y las leyes islámicas sobre las tribus originarias, los Nubios, nómadas del Sahel.” Tiempo después unos nuevos invasores echaron a los viejos y así los ingleses expulsaron a los árabes y se asentaron para formar junto con el entonces reino de Egipto, el llamado imperio británico del este. Monarcas y caciques locales se aliaron entonces con los ingleses. Sin embargo los colonos británicos no se adentraron en la selva donde la resistencia contra ellos resultó muy violenta y se estableció de este modo una frontera artificial entre el norte y el sur, cuyas consecuencias bien pueden verse hoy en día. “El norte se desarrolló al estilo del colonialismo inglés industrial y urbanita. El gobierno se centró casi exclusivamente en el desarrollo del Jartum como metrópoli lo que provocó problemas en las periferias del país.” Es en 1956, al tiempo que en el Egipto de Nasser, cuando Sudán logra su independencia y el país vuelve a colocarse en la órbita del mundo musulmán. De nuevo los árabes tratan de imponer un estado teocrático igualmente centrado en el norte, lo que provoca una nueva crisis de identidad que se venía incubando tiempo atrás. “La cuestión de la identidad es un gran problema del país. En Sudán hay más de 500 tribus y diferentes religiones destacando los animistas y los cristianos.” La independencia termina por desembocar en una guerra civil que durará más de 15 años (1956-1972) y que finaliza con un armisticio firmado en Addis Abeba en el que el sur recibe un cierto grado de autonomía. “Ese mismo año, a las vísperas de la crisis mundial del petróleo, se descubren reservas de crudo al sur del país. El presidente esconde la información y pacta en secreto con la multinacional Chevron la extracción y comercialización del petróleo.” A penas una década después, una nueva oleada islamista vuelve a contraatacar. En 1983 el presidente Yaffar al-Numeiry, intenta instaurar la ley islámica de la Sharia lo que deriva en una nueva guerra civil. Se crea entonces el Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (ELPS), de carácter laico y con apoyos de los gobiernos socialistas de Etiopía, Libia y Cuba. “El ELPS lucha por un sistema secular como brazo armado del MLPS (Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán) al frente del cual se coloca John Garang. Su ejército reunió a gente no sólo del sur sino de cualquiera que aspirara a un gobierno secular. Sin embargo el tema de la religión, no es ni mucho menos, el germen de todos los problemas sino más bien la excusa. La imposición religiosa implica una marginación social y económica y acentúa el ya mencionado problema de la identidad sudanesa.” Esta segunda guerra civil se prolonga durante más de veinte años, hasta 2005. El ejército del sur se debilitó a partir de la desaparición de la Unión Soviética y el ELPS sufrió una escisión en 1991, donde una de las partes firmó acuerdos de cooperación
con el norte. Cuando este periodo de guerra acabó, se suponía que la paz iba a traer una solución definitiva, una unidad atractiva para todas las partes y la regularización de las milicias por ambos lados. También se esperaba la inversión extranjera. Sin embargo la llegada de la China Petroleum Coorporation, la compañía con más acciones dentro del estado sudanés, construyó infraestructuras, pozos, y oleoductos en el sur pero para el beneficio del norte del país. “En el sur hay más minas que campesinos, está devastado. La guerra produjo millones de refugiados que se repartieron por todo el continente. Aunque el sur de Sudán es rico en recurso; petróleo, oro, diamantes… carece de desarrollo industrial y urbano que sí tiene el norte donde apenas hay recursos naturales.” Durante la guerra la población del norte quedó aislada, los mediosde comunicación, en propiedad del gobierno, acusaban continuamente al sur como un vivero de rebeldes. También tuvieron problemas con Darfur, al oeste del país, donde hubo una rebelión contra el islamismo reinante que en 2003 tuvo su punto álgido con la masacre de los yanyauid, paramilitares árabes.“En las guerras de Darfur la violación fue un arma que ambos bandos utilizaron contra sus enemigos. La violación es una amenaza a los soldados: no podéis proteger a vuestras mujeres. Es un crimen que marca las futuras generaciones, a día de hoy sigue pasando en Darfur, las cogen cuando van a recoger leña.” Las consecuencias de la guerra son por todos conocidas, aun así no dejan de ser dramáticas. “En las guerras combatieron también mujeres y niños soldado. Muchos de estos son ahora niños perdidos que vagan por las ciudades o huyeron como tantos otros refugiados sin nada y a empezar de cero. El resultado es que tras medio siglo de guerra (1956-2005) tenemos una sociedad totalmente traumatizada.” Finalmente Sudán del sur se separó del norte por referéndum en 2011, con un resultado del 91% de los votos favorables a la independencia. En la frontera actual todavía existen grupos armados y muchos son los refugiados que desde el norte intentan llegar al nuevo estado del sur. Aiedo tiene un reproche y es que durante la guerra, ninguna de las partes tuvo nunca la decisión de apoyar una opción multicultural, multireligiosa para conformar la unidad del país, siempre quisieron imponer su modelo al resto de los sudaneses. Ahora los sudaneses parecen querer retomar ese discurso de la multiculturalidad y separarse del racismo religioso que mantiene el norte. Hoy Sudán del sur está dividido en 10 estados. Sólo en uno de ellos gobierna una mujer. Tratar de cambiar la marcada sociedad patriarcal y conseguir educar a las mujeres son algunos de los retos que Aiedo destaca en este nuevo horizonte. “Si las mujeres eran válidas para combatir en la guerra también lo son para estudiar y participar en la sociedad civil. La referencia es Ruanda donde el gobierno está formado por un 60% de mujeres, más que en EEUU.” “En Sudán del Sur estamos construyendo un país desde cero. Puedes imaginar España hace 200 años? La gente quiere paz después de décadas de guerra pero no es fácil, harán falta al menos dos generaciones para superar todos los traumas. Queda mucho trabajo por delante, tras tantos años de caos, la gente es violenta por costumbre.”