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MODA&BELLEZA
I
Jueves 17 de junio de 2010
HOMBRE VOGUE Escritor y periodista, Javier Arroyuelo puede no ser uno de los nombres que más suenan dentro de la moda argentina, pero en la esfera internacional es un reconocido escritor especializado en moda y cultura. Sus artículos, casi como ensayos oníricos y ostentosos, le han dado forma, color y textura a revistas como Vogue París, Vogue Italia, L’Uomo Vogue, Interview y Vanity Fair. También ha hecho su aporte al universo teatral escribiendo varias obras, algunas junto a su amigo Rafael López Cambil, que se han estrenado en Nueva York y París. Y fue en este ámbito, tras bambalinas, que comenzó el coqueteo con la moda y las letras a mediados de los años 70. Arroyuelo es argentino, pero ha vivido en Francia desde finales de la década del 60, y ha estado muy relacionado con el nacimiento y la consolidación de la firma Paloma Picasso, creada por López Cambil, en los 80 y 90. Pero hay cosas que sólo se saben al conocerlo en persona. “Yo no le presto demasiada atención a los idiomas que uso, me pueden salir palabras en español, francés, italiano, inglés, hasta dar con la que mejor define lo que quiero expresar.” Lo interesante es el conocimiento de causa que le han dado varias décadas observando el espectáculo de la moda desde un lugar de privilegio: dentro del círculo de Karl Lagerfeld, Yves Saint-Laurent, Andy Warhol y Paloma Picasso, a los que Javier llama por su nombre de pila. Desde 2006 tiene su base en la Argentina, aunque aclara que su mundo son las artes y las letras. En este tiempo ha colaborado en algunas ocasiones con la revista Sophia y LA NACION. Ahora estrena la exposición Anunciación del Gentleman, en la Fundación Klemm, junto a su amiga Delia Cancela y otros artistas, donde exhibe una serie de prendas “de escritura pintada o pintura escrita”. Pero también ultima detalles del curso que dictará a partir de agosto en la Galería Miau Miau de Palermo. “Un recorrido a lo largo y a lo ancho del espacio de la moda y por las pasiones y ambiciones de la gente a través de lo que eligen ponerse.”
–¿Por qué elegiste París para establecerte desde joven?
–Porque allí estaba el epicentro de todo lo que me interesaba. Igualmente, yo empecé escribiendo obras de teatro acá en Buenos Aires que se realizaban en el exterior, trabajando en varios proyectos con mi amigo Rafael López Cambil y con gente del Instituto Di Tella. En realidad,
POR CAROLINA PRIOGLIO
Está por exponer sus tintas y dará un curso en agosto
FOTO: MARIANA ARAUJO
Javier Arroyuelo pasa revista y cuenta anécdotas /
las funciones esenciales del mismo que es aspirar a la trascendencia.
–¿A qué diseñadores admirás?
–Son varios. Balenciaga, que es un ejemplo de diseñador universal, porque se vincula desde el boceto del diseño hasta el acabado. Karl Lagerfeld es otro. Lo que está haciendo con su conocimiento enciclopédico es revisar la historia del vestido del siglo XX y, al mismo tiempo, alimentar a la moda de hoy. Porque no hay nada que sea más actual que Chanel. No puedo obviar tampoco a Elsa Schiaparelli y a Givenchy. También soy un gran admirador de Halston, gran modernista, de Yohji Yamamoto y de Alber Elbaz.
–Hoy, el diseño de firmas internacionales está muchas veces en manos de jóvenes recién graduados. ¿Qué sucede con la figura del diseñador en el siglo XXI?
mi mundo son las artes y las letras, pero Francia tiene un significado especial en mi vida.
–¿Cómo empieza tu relación con el mundo de la moda y las letras?
–En los comienzos, en París seguí escribiendo con Rafael varias obras en una época en la que el teatro experimental estaba en pleno auge. Venía a verlas mucha gente de la moda, entre ellos el grupo de Yves Saint-Laurent. Así comenzó el acercamiento con ese mundo en el cual me sentí cómodo inmediatamente. Fuimos armando un grupo de amigos entre los que estaba Karl Lagerfeld, YSL, Paloma Picasso. Y al poco tiempo estaba escribiendo para Vogue Francia. Mi relación con Vogue Italia comenzó a fines de los 80. Y en estos años hemos revisado todos los aspectos de la moda.
–¿Cómo fueron esas dos experiencias?
–Cada Vogue refleja un estado de ánimo. Para mí fueron dos experiencias diferentes porque, en sí, proponen diferentes estéticas y están pensadas para distintos públicos. Para Vogue Francia hice de todo: notas y hasta tuve una columna propia durante varios años. Hasta que me llamó Franca Sozzani, editora de Vogue Italia, para que comenzara a escribir en la revista. En cualquier caso, la idea es proponer una mirada diferente y renovada acerca de la moda.
–¿Y qué es esa moda de la que hablás?
–Hoy es todo, incluye gran cantidad de expresiones visuales y vestimentarias que en otro momento hubieran estado absolutamente marginadas. Fue el primer sitio de globalización, el espectáculo que le damos a los otros y, al mismo tiempo, el que los otros nos dan. Pero, sin duda, no es un arte porque no cumple con una de
LEVE SOSPECHA “Todo vuelve, pero hay modas y estilos que no encuentran su momento.” “Los clásicos de la moda son un invento porque cambian con el tiempo.” “El deseo de ser canchero es universal, aunque podemos sospechar que haya nacido en un alma argentina.”
–En realidad no es con la figura del diseñador. Sucedió que cambió el modo de producción de la moda. Antes, las grandes casas y los almacenes estaban manejados por familias. En los primeros desfiles a los que asistí en París en los años 70 no había multitudes, eran eventos chicos. Y luego, en los 80, la moda se puso de moda. El sistema se dio cuenta de que con ella se podían hacer muchas cosas, y así grandes compañías empezaron a absorber firmas importantes. Se globalizó todo. Y dentro de este estado de cosas, los diseñadores y la gente de la moda se mueven como pueden.
–¿Cómo ves la moda argentina?
–Me resulta difícil hablar de la moda argentina porque pasé muchos años afuera. Pero me encantan los diseños de Nadine Zlotogora, Vicki Otero, Vero Ivaldi, Jessica Trosman y los Hermanos Estebecorena. Me da placer que ese tipo de diseño exista en el país. Igualmente cuando se habla de moda argentina no se trata sólo de diseñadores, sino de lo que significa hacer moda acá. Estaría muy bien que la industria textil creciera, pero para eso se necesita gente cumpliendo los roles que complementan al del diseñador. Hay poca gente que quiere invertir en esa industria y puede ser un negocio.
–Y los argentinos, ¿qué tal es su estilo para vestirse?
–El argentino es muy convencional…, correcto. Hay lugares en los que no hay cultura de moda; la calle da cuenta de eso cuando es previsible, sin humor ni ideas. Veo que eso pasa en la Argentina como en España, donde la callee no te sorprende como en otras ciudades. La gente se mira mucho y nadie se anima demasiado al cambio. En 2010 es muy raro que acá no haya más gente combinando rayas, cuadros y flores en cada esquina.
NOBLE Festejo de los 20 años de Loden Haus en la Argentina Con el frío llegó el aniversario de los veinte años de Loden Haus (http:/www.lodenhaus.cl/index.php); sin duda, una buena compañía para la estación invernal. María Silvia Bellucci, directora de la firma, no tuvo mejor idea que festejar con un acertado concierto austríaco en el Museo de Arte Decorativo. Hace unos días, con sala llena, casi 250 clientes y amigos disfrutaron de la performance de jóvenes artistas de Buenos Aires y Rosario sobre obras de Haydn, Mozart, Schubert, bajo el comando del maestro Opitz. Es que el Loden es originario del Tirol. Entonces la elección de la música concuerda perfectamente con el espíritu de la firma. “Tenemos la representación acá en Buenos Aires de todas las casas europeas de buen Loden”, dice Bellucci. “Son cinco generaciones de familias tradicionales europeas: Gisbain, Amadeus, Lodenfrey, Steinbock y Schneider”, enumera. En sí, el loden es una tela impermeable, abrigada, suave, dúctil y liviana; un paño de fibra retorcida que empezaron a hacer los campesinos del siglo XVII para protegerse del frío, la nieve, y para cuidar el ganado en la montaña. Con el tiempo se fue refinando, hasta que Francisco José de Austria lo puso de moda. A partir de ahí, la nobleza europea lo adoptó, y ahora la alta costura se ocupa de él. “Buenas noches a todos, gracias por haber venido; para mí es una alegría muy grande y espero que lo disfruten”, saluda Bellucci. Comienza el espectáculo, y el público, atento, lee las traducciones de las letras mientras comenta de tanto en tanto el talento de los intérpretes. Así como la música de cámara, las prendas de Loden Haus están llenas de detalles, son clásicas y de buena calidad. “Tienen un corte moderno, pero atraviesan la moda y duran para siempre”, comenta Bellucci. Claro que selecciona sus piezas según el gusto argentino, y presta atención al tema de los talles. “Si viene una persona chiquita, encuentra algo. Lo compre o no, se prueba, tiene elección. Viene una persona alta y grandota y también encuentra, porque tenemos los talles del 30 al 46 para mujer, y desde el 44 hasta el 60 para hombres”, agrega. Los modelos son infinitos: hay de lana pura, con poliéster, cashmere, alpaca, angora, abrigos de tela doble, reversibles, con bordes de gamuza, botones de cuero, bolsillos internos, ojales a contratono, bordados… Sobre el final de la noche, Bellucci se dedica a los saludos. “Estoy muy orgullosa de ocupar el lugar que tenemos, porque ser la casa más importante de Buenos Aires era un meta, y la he conseguido”, concluye.
Carolina Pierro