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HEGEMONÍA Y COMUNICACIÓN ALTERNATIVA: RESISTENCIAS, IMPUGNACIONES Y CONSTRUCCIÓN DE PODER Por Tina Gardella “La operación de códigos naturalizados revela no la transparencia y naturalidad del lenguaje, sino la profundidad del hábito y la casi universalidad de los códigos en uso; ellos producen reconocimientos aparentemente naturales y esto tiene el efecto ideológico de ocultar las prácticas de codificación que están presentes.” (Stuart Hall1-“Codificar-decodificar”, Culture, Media y Lenguaje)
Un planteo inicial En el marco de una serie de conferencias brindadas en la Universidad de Illinois2 en 1983, Stuart Hall se refiere al concepto de hegemonía y a su importancia en la configuración de las sociedades modernas, toda vez que el establecimiento real de su dominación se produce cuando se tiene la capacidad de contener, educar y remodelar activamente a las fuerzas opositores, de mantenerlas en sus lugares subordinados. “En la hegemonía es más el trabajo de subordinación que el logro de una incorporación total” –dice Hall-, que como muchos otros autores, compila los escritos de Antonio Gramsci3. Es precisamente a Gramsci a quien se debe el abordaje y los primeros estudios iniciáticos y novedosos para su época acerca de la hegemonía; sus conceptos atraviesan desde el principio hasta el final este capítulo. Este pensador italiano afirmaba que una política hegemónica opera en los aparatos culturales, en el discurso de los lenguajes morales, en la lucha económica, en el espacio político; todos y cada uno, resortes insustituibles para modificar la relación de fuerzas que configuran y construyen poder. Desde ese lugar es que hablar de hegemonía en la comunicación y particularmente en la Comunicación Alternativa, es hablar de poder. De quienes lo producen, de quienes lo resisten, de porqué se lo lucha y como es que se lo construye. En una palabra: de lo alternativo como la dimensión política de la comunicación.
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Teórico cultural y sociólogo jamaiquino, afincado en Inglaterra desde 1951 hasta su muerte. Junto a Raymond Williams, Richard Hoggart y E. P. Thompson, es uno de los principales referentes de los Estudios Culturales. 2 El Simposio se llamó “El marxismo y la interpretación de la cultura: límites, fronteras, contornos”. Las 8 conferencias fueron publicadas con el título de Estudios Culturales 1983. Una historia teorética (2017) por Editorial Paidós. 3 Antonio Gramsci nació en la isla de Cerdeña, Italia, en 1891. Participó en la fundación del Comité Central de Partido Comunista Italiano. Siendo diputado, fue detenido por el gobierno fascista de Mussolini en 1926. En 1929 comienza a escribir su obra fundamental “Los cuadernos de la cárcel”, donde su principal planteo es la hegemonía.
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Comunicación Alternativa Lic. en Ciencias de la Comunicación FFyL-UNT En su texto “Hegemonía, un concepto clave para comprender la comunicación”, Jorge Huergo4 presenta un panorama esclarecedor sobre esta relación, en tanto es a partir de desentrañar el concepto de hegemonía como nos acercamos a una cabal comprensión de los alcances constitutivos de lo político y de la comunicación. Huergo traza un camino para entender el concepto de hegemonía desde sus inicios y de cómo este concepto fue re-significándose en la historia del pensamiento político y de las prácticas socio-culturales. Pero lo más importante de su propuesta es la ubicación del concepto de hegemonía como abordaje clave para mirar los procesos políticos relacionados con el sentido y la manera en que la comunicación actúa en esa construcción, contrariamente a aquellos abordajes que relacionan a los procesos políticos con la fuerza y/o dominación que se ejerce hacia los sectores subalternos. Por eso la Comunicación Alternativa tendrá, como una de las particularidades sobresalientes, el trabajar para de-construir esos sentidos naturalizados, las verdades impuestas del orden establecido, la negación y/u omisión de los intereses y derechos de quienes no están incluidos en ese orden… al menos no desde sus propios intereses y derechos. La hegemonía como proceso Esta frase es una propuesta de Raymond Williams 5 para quien la hegemonía es un complejo entrelazamiento o articulación de fuerzas políticas, sociales y culturales diferentes, con el fin de constituir y sostener la conducción de una sociedad, sin necesidad de hacerlo por el dominio coercitivo o por la fuerza. Incluso también es un proceso el mismo concepto de hegemonía. En el texto mencionado, Huergo presenta ese proceso del concepto al señalar que el término hegemonía ya lo utilizaban los griegos antes de Cristo. Para ellos significaba la conducción o dirección de otros, el poderío o la preponderancia para gobernar un grupo o una sociedad. También se lo relacionaba con la teoría de la guerra y con las teorías del conflicto en las relaciones sociales en general. En la historia del pensamiento político han existido -hasta los aportes de Antonio Gramsci- dos significados prevalecientes del concepto de hegemonía:
La hegemonía como dominio, como coacción, como la fuerza ejercida por los poderosos sobre los subordinados, como la sumisión política en lugar del consenso cultural.
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Ficha de cátedra de Jorge Huergo, referente en el campo del eje comunicación/educación. Facultad de Periodismo UNLP (1998). 5 Williams R., novelista, dramaturgo, comunicólogo inglés de la Escuela de Birmighan, uno de los padres de los primeros Estudios Culturales.
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La hegemonía como capacidad de dirección intelectual, moral y cultural en virtud de la cual una clase dominante o aspirante al dominio logra acreditarse como legítima alcanzando el consenso como clase dirigente.
Antonio Gramsci: del dominio al conformismo A este político y pensador italiano se le debe el mayor aporte para la construcción de una teoría de la hegemonía. Para Gramsci, una clase ejerce su primacía y dominio sobre los grupos antagonistas, a través de la coerción de aparatos propios de la “sociedad política”, pero también lo hace mediante la hegemonía, en cuanto articula y dirige a los grupos sociales aliados o neutrales, a través de los aparatos hegemónicos de la “sociedad civil”. Según el teórico italiano, un grupo concreto ejerce la dirección del conjunto social integrando en forma subordinada a la mayoría, aislando a los menos y encarnando con éxito el interés general. La hegemonía se despliega siempre naturalizando en tanto que “sentido común”, un determinado orden, integrando en él en forma subordinada al mayor número posible de grupos sociales subalternos, y fragmentando, neutralizando y aislando a los potenciales desafiantes de ese régimen.6 Para Iñigo Errejón (2011) -quien aporta nuevas lecturas sobre el concepto de hegemonía- no hay que olvidar algo tan sencillo como que Gramsci entendía que la diferencia fundamental entre la política en los Estados “orientales” y los “occidentales” estribaba en el carácter del poder político de unos y otros. Mientras que en los estados tradicionales el poder de los grupos dominantes estaba sostenido fundamentalmente por la coacción y la represión, en los estados modernos se sostienen en primer lugar por su capacidad de integración y articulación de la sociedad civil y sus instituciones (educación, iglesia, ocio, prensa, etc.) a favor del régimen existente. Para Gramsci, las prácticas hegemónicas tienen por objeto la formación del conformismo cultural en las masas; este conformismo cultural se manifiesta como una serie de actitudes, de comportamientos, de valores y de pensamientos que permiten a una clase ejercer su supremacía y articular, para los fines de su dominio, los intereses y las culturas de otros grupos sociales. Es decir que este proceso -que es fundamentalmente cultural- les permite a los grupos dominantes, hacerse también dirigentes de la sociedad. Para esta finalidad, los grupos dominantes trabajan el interjuego entre hegemonía y consenso a través de la educación, el derecho, los partidos políticos, la opinión pública, los medios de comunicación. En este caso, ha sido muy estudiado en comunicación el rol de la televisión como modelo de lectura en tanto herramienta que construye realidad a través del entretenimiento fundamentalmente; construcción de
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Estos conceptos, escritos desde su observación y análisis en sus años de cárcel, se encuentran en los Cuadernos V, 1929-1937.
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Comunicación Alternativa Lic. en Ciencias de la Comunicación FFyL-UNT realidad en tanto el poder de decir es el poder de leer la realidad, es decir, de poner y situar las cosas y las personas en algunos lugares y no en otros. Uno de los referentes político/intelectual latinoamericanos que re significan a Gramsci es Álvaro García Linera7. Al reflexionar sobre el proceso que llevó a Bolivia a tener un presidente indígena, García Linera produce siempre conceptualizaciones significativas en relación a la construcción de hegemonía como construcción de sentido común, al que se refiere como esos preceptos íntimos, morales, lógicos con los que la gente organiza su vida. Al preguntarse sobre lo que se entiende por revolución, suele afirmar en sus variados discursos públicos, que en lo más íntimo de cada uno, organizar lo bueno y lo malo, lo deseable y lo indeseable, lo positivo y lo negativo, no son sólo temas de discurso, sino que se trata de los fundamentos íntimos y de cómo nos ubicamos en el mundo. En este sentido, lo cultural, lo ideológicos, lo espiritual, se vuelve decisivo. Para García Linera, no hay revolución verdadera, ni hay consolidación de un proceso revolucionario si no hay una profunda revolución cultural. Desde la teoría política, Danieldo Campione,8 también hace referencia a la realidad latinoamericana: Preguntarse por la vigencia para la realidad latinoamericana de hoy de la problemática gramsciana de la hegemonía, es comenzar por registrar los enormes cambios que esa realidad (y la mundial) han sufrido en estos últimos años. Ese proceso de cambio de las últimas décadas se ha manifestado como una contraofensiva de las clases dominantes. Parte de su dinámica se extrajo de la voluntad consciente de revertir, por medio de transformaciones estructurales, ‘orgánicas’ y no con medidas de coyuntura, el ascenso en la movilización y las luchas sociales de los años ’60-’70, apoyada en una reformulación económica, social y política del capitalismo a escala mundial, pero ha tenido un efecto paradójico: al destruir las organizaciones de las clases subalternas, ‘descabezar’ a su dirección, promover el ‘transformismo’ de sus intelectuales orgánicos, ha minado también su propia capacidad (la de las clases dominantes) de ejercer una ‘dirección intelectual y moral’, ha disminuido la posibilidad de erigir indispensables ‘bases materiales’ para esa dirección, y ha desmantelado las herramientas organizacionales (partidos con capacidad de organización y movilización de masas, sindicatos reformistas y burocratizados) que le permitieran en su momento construir esos ‘equilibrios inestables’, esa capacidad para las ‘soluciones de compromiso’ que Gramsci sitúa como cimiento de la transformación de una clase en ‘dirigente’[1]. Al derrotar a su adversario de clase, los capitalistas latinoamericanos han disminuido paradójicamente su potencialidad de construcción hegemónica. (Campione, 2003, p. 15) Por lo tanto, la hegemonía no es un mero proceso de dominio, sino que debe visualizarse a través de las vinculaciones entre la cultura y lo político. La cultura misma, como lo expresa Martín Barbero, (2008, p. 15) es un espacio de hegemonía puesto que la dominación, lejos de ser un proceso de imposición desde el “exterior” de lo social y de la cultura, es un proceso en el que una clase se hace hegemónica en la medida en que logra representar intereses diferentes de las clases populares y, además, en la medida en que los sectores populares se reconocen “adentro” del proceso hegemónico. Para este estudioso de los procesos culturales y comunicativos, es vital la manera en que estos sectores populares se relacionan 7
Sociólogo e intelectual boliviano. Fue vicepresidente de Bolivia acompañando al presidente Evo Morales desde 2006. 8 Profesor de Teoría del Estado y de Evolución del Estado Argentino en la UBA, del comité editorial de la revista "Periferias" y de la conducción de la Asociación Antonio Gramsci.
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Comunicación Alternativa Lic. en Ciencias de la Comunicación FFyL-UNT con los intereses de la clase hegemónica, es decir que los asumen, los hacen propio, son conformistas con ellos. Para Martín Barbero es importante el estudio de estos temas en tanto interpela a no desconocer la conflictividad de los procesos comunicacionales porque es imposible entenderlos desde la armonía y la transparencia, puesto que al hacerlo se eliminan los factores políticos, en tanto lo político es la asunción de la opacidad de lo social en cuanto realidad conflictiva y cambiante. En ese proceso, la cultura como espacio de hegemonía, es algo que se transforma permanentemente: se transforman las culturas y las identidades dominantes y se trasforman también las culturas e identidades populares, conformando entre ambas, articulaciones muchas veces insospechadas. Este es un abordaje muy importante para el estudio de lo popular. Para Alberto Cirese9 lo popular no es lo original, lo folclórico, lo puro, lo esencial o lo sustancial, sino que lo popular siempre está en proceso de conformación o de transformación, visible a través de los usos y de las relaciones que la cultura popular establece con otras culturas. Las culturas populares sobreviven a través de estratagemas, de tácticas cotidianas frente a las estrategias hegemónicas, de manera de poder materializar sus modos de vivir y de pensar. A través de estas tácticas y estrategias, las culturas populares logran filtrar, apropiarse y reorganizar lo que viene de la cultura hegemónica: productos de mercado, producciones artísticas, modos de pensar y de vivir, etc. En la cultura de masas, precisamente, es posible observar que las culturas populares logran articular lo que viene de su memoria con lo que viene del mercado burgués. Agrega Martín Barbero al respecto: La necesidad de repensar la mirada desde la cual se piensa a la comunicación se vincula con el imperativo de cuestionar como se puede pasar tanto tiempo intentando comprender el sentido de los cambios en la comunicación, incluidos los que pasan por los medios, sin referirlo a las transformaciones del tejido colectivo, a la re organización de las formas de habitar, trabajar y jugar. Y cómo podríamos transformar el “sistema de comunicación” sin asumir su espesor cultural y sin que las políticas busquen reactivar la experiencia creativa de la gente, esto es, su reconocimiento como sujetos sociales. (Martín Barbero, 2008, p. 6) Uno de los libros más importantes de los 90, Culturas híbridas de Néstor García Canclini (2005)10 está fundado en la cuestión de la hegemonía. Esa fusión entre poder, identidad y discurso que permite el concepto, fue seguido en sus otros textos que dan cuenta de la complejidad de fenómenos entramados de cultura, política y comunicación. Para García Canclini, en la circulación y sobre todo en el consumo, los bienes y mensajes hegemónicos interactúan con los códigos perceptivos y los hábitos cotidianos de las clases subalternas. Al analizar los conceptos de lo culto, lo popular y lo masivo, este autor afirma que 9
Mario Alberto Cirese fue un antropólogo italiano estudioso de la cultura popular. Sus reflexiones aportan acerca del movimiento social de los hechos culturales y de las relaciones hegemónicas de la cultura y la cultura subalterna, sobre todo en los textos de tradición oral. 10 Su reedición en 2005, actualiza la problemática abordando la hibridación en tiempos de globalización.
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Comunicación Alternativa Lic. en Ciencias de la Comunicación FFyL-UNT el repertorio de bienes y mensajes ofrecidos por la cultura hegemónica condiciona las opciones de las clases populares, pero que éstas a su vez seleccionan y combinan los materiales recibidos -en la percepción, en la memoria y en el uso- y construyen con ellos, como el bricoleur, otros sistemas que nunca son el eco automático de la oferta hegemónica. Para Alejandro Grimson, cuando los maestros, los mineros, los indígenas, los campesinos, o quien fuera, logran que una parte de quienes no integran su colectivo comprendan que en esa lucha se encuentran en juego otras luchas, comienza el carácter específicamente hegemónico y no estrictamente corporativo de la disputa. Y agrega: Si una hegemonía es siempre un proceso abierto, es porque niveles de conflictividad le son inherentes y exigen redefiniciones en el tiempo, impidiendo clausuras que no sean momentáneas. Pero además, una hegemonía contempla la habilitación de lugares políticos de enunciación, posiciones de sujeto que, incluso concediendo aquello que no sea esencial, permitan perpetuar las desigualdades principales. Conviene anotar que dada la complejidad de los procesos latinoamericanos, “hegemonía” o “poder” nunca fueron palabras malditas, sino elementos constitutivos de la vida social y hegemonías y poderes de diferentes tipos. (Grimson, 2013, p. 5) Barbero y sus estudios de la comunicación de masas y su desplazamiento de los medios a las mediaciones, García Canclini y el uso que las clases sub alternas hacen de la cultura, Grimson y la cultura como política de las diferencias, abordan la construcción de hegemonía en tanto es lo que constituye a los sujetos políticos en sus luchas y negociaciones por el sentido. Pero es Ernesto Laclau11 quien ofrece una reflexión acerca de las preguntas sobre cómo funciona la capacidad de crear consenso y legitimidad y en particular, cómo y bajo qué condiciones los de “abajo” son capaces de darle la vuelta a la subordinación y conformar un bloque histórico que dirija y organice la comunidad política. Ernesto Laclau: la articulación en el proceso hegemónico La articulación es un elemento condicionante del proceso hegemónico según el aporte de Laclau12: para que exista hegemonía debe existir una práctica de articulación. La articulación significa que dos elementos -dos identidades, dos culturas- se ponen en relación, y al relacionarse cada una contribuye a la formación de una situación cultural diferente a ambas, que sin embargo no anula a ninguno de los dos elementos. Esta comunidad política supone pensar a la política como disputa de sentido, en la que el discurso no es lo que se dice verdadero o falso, desvelador y encubridor –de posiciones ya existentes y constituidas en otros ámbitos como el social, el económico, etc.- sino una práctica de articulación que construye unas 11
Ernesto Laclau fue un teórico político argentino pos marxista, profesor en la Universidad de Essex y Doctor Honoris Causa en varias universidades argentinas. Dirigió la revista Debates y Combates. 12 Los principales aportes son fruto de la elaboración articulada con Chantal Mouffe, en el libro Hegemonía y estrategia socialista.
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Comunicación Alternativa Lic. en Ciencias de la Comunicación FFyL-UNT posiciones u otras, un sentido u otro, a partir de “datos” que pueden recibir significados muy distintos según se seleccionen, agrupen, y sobre todo, contrapongan. Este proceso de articulación en el proceso hegemónico es simbólico y puede adquirir distintos significados, según los intereses políticos que le otorguen sentido. El ejemplo de la aparición de la Virgen de Guadalupe en México en el siglo XVI da cuenta de estas tensiones13. Como todo símbolo popular, la Guadalupana es polisémica. Su capacidad de condensar múltiples significados y de constituirse en punto de convergencia sociocultural es indudable. Por un lado el Papa Juan Pablo II y Televisa utilizaron su imagen en 1990 para quitarle legitimidad a la corriente teológica de la liberación. Por el otro, los chicanos y zapatistas también la relacionan con la movilización y resistencia en la lucha contra la discriminación e injusticia de sus hijos por parte de EE.UU.14 De alguna manera, Laclau remite a algunos abordajes de Raymond Williams que si bien no hablan de “articulación”, plantean que la hegemonía es un entrelazamiento de fuerzas políticas, sociales y culturales diferentes con el fin de constituir y sostener la conducción de una sociedad sin necesidad de hacerlo por el dominio coercitivo o por la fuerza. De manera que debe existir cierta internalización práctica de los valores, la ideología y las prácticas de los sectores dominantes. Pero también, es imprescindible tener en cuenta la articulación o entrelazamiento de diferentes formas de luchas culturales y sociales y no sólo de diferentes grupos políticos. La hegemonía como proceso de formación discursiva Laclau considera que la sociedad es una gran configuración discursiva: nada de lo que en ella ocurre carece de significado. Desde este lugar, el lenguaje configura, es decir, no sólo hace posible o impide la experiencia sino que también la expresa y la interpreta. Los significantes y significados que conforman la sociedad como configuración discursiva, son históricos, es decir, que son variables, abiertos, contingentes -no necesarios- y procesuales -no esenciales-. Esto es importante tenerlo en cuenta para comprender los dos sentidos en los que trabaja la hegemonía con la finalidad de construir y sostener el orden social:
La producción de un imaginario de orden, coincidente con los propios intereses de los sectores dominantes (el orden, también es contingente, variable, abierto aunque la historia lo
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La Virgen de Guadalupe se constituyó más que en un mito, en un símbolo de dominación y resistencia a la vez. Fue enarbolada por Hidalgo contra la Virgen de los Remedios de los realistas al iniciarse la etapa final del movimiento de independencia. Ha sido el símbolo de diferentes momentos de la historia mexicana, en las luchas por la independencia y por la hegemonía. Los zapatistas la llevan también como estandarte y en sus sombreros, al reclamar tierra y libertad. 14 Una muestra de ello es que los acompañó en las huelgas de 1965, en California y en las marchas de campesinos en Texas.
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Comunicación Alternativa Lic. en Ciencias de la Comunicación FFyL-UNT presenta cada vez como si fuera el único camino posible). Este orden se presenta además, como algo natural.
La elaboración de una serie de equivalencias discursivas por la que determinados significantes tienen un significado fijo y permanente que no debería ser subvertido.
Estas equivalencias van configurando estatutos en tanto se naturalizan determinados significados que son sociales e históricos. El significante “mujer” por ejemplo no siempre o no en todas las culturas, fue identificada como “ama de casa”. Por otra parte, surgen otros significados que alteran la equivalencia y marcan ciertas diferencias; “mujer” también puede significar “trabajadora”. Es decir que en cierto lapso, estos significados pueden ser integrados en los estatutos, en la serie de equivalencias del significante “mujer”. Pero esto dependerá en gran parte de las culturas particulares e incluso de las culturas de las distintas clases sociales. En determinados momentos emergen significados que subvierten el sentido de un estatuto como por ejemplo “mujer”= “travesti”. En estos casos en que los significados se desvían de los significados naturalizados en el estatuto, se produce cierta frontera imaginaria porque quedan del “otro lado” y generan cierto pánico moral.15 Es decir que la formación hegemónica va estableciendo fronteras, límites fijos que pretenden estabilidad con el fin de afirmarse como un orden social: ubicar esas situaciones del otro lado de una frontera imaginaria y ubicarse a sí misma como lo opuesto de esas situaciones; situaciones que pasan a ser objeto de pánico moral, de control y de disciplinamiento. Pero además, la formación hegemónica, con el fin de obtener consenso y legitimidad, trabaja para que toda la sociedad asuma y acepte esas fronteras. Es más: aspira que quienes están del otro lado, deseen y aspiren a pasar las fronteras. Para eso, interpela, es decir, invita a ser de determinadas maneras a los sujetos, a través de la educación, la formación de opinión pública, los medios de comunicación. Estas estrategias de un “deber ser” se visibilizan notablemente en abordajes sexistas y misóginos de medios de comunicación que reproducen estereotipos y naturalizan abordajes prejuiciosos y discriminatorios.16 Esto es central para la relación comunicación/hegemonía, ya que en las culturas se hacen dominantes determinados significados y otros son censurados moralmente, son objetos de pánico moral y los sujetos que los encarnan suelen ser discriminados. En ese proceso, la comunicación tiene un rol preponderante.
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Pánico moral/pánicos morales es un concepto clave de la sociología que se cruza con la comunicación en relación a como se lo construye y/o reafirma desde los medios de comunicación. Un clásico en el tema es Pánicos Morales de Kenneth Thompson, profesor de Sociología del Reino Unido. Reeditado por el Departamento Publicaciones de la UNLP en 2011. 16 Un caso muy elocuente fue el tratamiento del femicidio de la adolescente Melina Romero de 17 años, a quien se presentaba como “una fanática de los boliches que no terminó la secundaria”…Diario Clarín y TN Noticias del 13 de Setiembre de 2014.
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Comunicación Alternativa Lic. en Ciencias de la Comunicación FFyL-UNT Cómo trabaja la hegemonía desde lo discursivo Laclau lo explica así: en una “formación social”, que es la referencia empírica, se construye una “formación hegemónica”, que es una producción simbólica o imaginaria. Como referencia empírica, la formación social está constituida por elementos variables, contingentes -es decir, no necesarios- y procesuales. Como producción simbólica, la formación hegemónica va estableciendo fronteras, límites fijos que pretenden estabilidad. Por ejemplo, ser villero, ser joven, ser militante, más allá de todo análisis sobre las causas de esas situaciones, es una situación variable, contingente y procesual. Lo que hace la formación hegemónica es, con el fin de afirmarse como un orden social, ubicar esas situaciones del otro lado de una frontera imaginaria y ubicarse a sí misma como lo opuesto de esas situaciones, que pasan a ser objeto de pánico moral, de control y de disciplinamiento. Los villeros “cabecitas negras”, los jóvenes “indisciplinados y contestatarios” o los militantes “rebeldes y violentos”, son ubicados así en un lugar marginal, al margen de ese orden social, del otro lado de la frontera simbólica. Lo que trata de hacer la formación hegemónica es afirmar, como deseable, una sociedad ordenada, es decir: burguesa (no villera), adulta, seria (no desordenadamente joven) y que observe las formalidades políticas (no el violento desorden del activismo militante). Pero además, la formación hegemónica –con el fin de obtener consenso y legitimidad- hace que toda la sociedad asuma y acepte esas fronteras; incluso apunta a que la mayoría de los villeros, los jóvenes o los militantes por ejemplo, aspiren a pasar las fronteras, es decir, a responder y asumir el orden para sus prácticas: ser burgués, ser adulto, adecuarse a las formalidad políticas. Para esto, la formación hegemónica interpela –es decir, “invita” a ser de determinada manera-, a los sujetos a través de la educación, la formación de opinión pública y los medios de comunicación. Los pares binarios Para Laclau, es posible observar cómo la formación hegemónica, desde el punto de vista estratégico, organiza el campo social a través de pares binarios, que tienen una fuerte función ideológica al estructurar las percepciones del mundo. El ejemplo del discurso sarmientino típico de “Civilización o Barbarie” es altamente clarificador: la civilización es el espíritu, el progreso, lo deseable, lo racional, la ciudad, etc. y la barbarie es la naturaleza, el atraso, lo indeseable, lo irracional, el campo, etc. En este caso, la estrategia fue “civilizar la barbarie”, ubicando a la barbarie del otro lado de la frontera imaginaria, internalizando y aceptando la
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Comunicación Alternativa Lic. en Ciencias de la Comunicación FFyL-UNT dicotomía y naturalizando y disciplinando conductas mediante un sistema educativo que masificaba saberes y formas de acción europeas y norteamericanas. Así es posible entender no sólo cómo es que los significados naturalizados responden a los intereses dominantes y a los procesos de dominación, sino también comprender cómo es que los dominados muchas veces asumen actitudes conformistas, es decir, aceptan como naturales aquellos significados y los asumen como propios, de modo que colaboran en la reproducción social del pánico moral y la discriminación. Las crónicas policiales en los diarios y en los informativos de televisión, dan sobrada cuenta de discursos familiares que en defensa de acusaciones por parte de la policía, naturalizan los estereotipos y prejuicios sociales (“Mi hijo trabajaba, no era un vago…”-dice una madre-, con lo que se supone que si estaba sin trabajo, bien podía haber sido el que haya delinquido…) Lo mismo sucede con las crónicas periodísticas donde las adolescentes que sufren violaciones y hasta son muertas “les gustan los boliches, no estudian, usan polleras cortas…” o con activistas estudiantiles a quienes se identifican como “crónicos estudiantes que no se reciben nunca”… Es decir, una caracterización de los jóvenes como perturbadores del orden social.17 Este tipo de representaciones y significaciones están generalizadas, es decir, son adoptadas y asumidas como propias por vastos sectores sociales e incluso por los mismos sujetos que están al borde experimentar este tipo de situaciones relacionadas con el desempleo, el no estudio o la informalidad. Así es como trabaja la hegemonía en el nivel del lenguaje; y de tal forma el lenguaje configura la experiencia, que muchas veces la imposibilita. En el campo de la educación, esto es claramente visible cuando encontramos docentes o autoridades educativas para quienes los sectores periféricos son “irrecuperables” y por lo tanto no hay que perder tiempo en esos niños o jóvenes que “nunca van a aprender nada”…Excluidos en la práctica, más allá de las políticas públicas de inclusión. En el ámbito universitario y más allá de ingreso irrestricto o no, muchos
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Sobre el tema ver la tesina de grado Construcción y reproducción del imaginario adolescente en los medios de comunicación digital. La Gaceta Online y la perspectiva de derechos: análisis de casos entre los períodos 2015-2017 de Agustina Giménez Villarreal de la Lic. en Ciencias de la Comunicación (FFyLUNT). Otras tesis que dan cuenta de problemáticas similares son: Femicidio y violencia de género en los medios de comunicación. Cobertura mediática y lenguaje periodístico de Noelia Meuli (FFyL-UNT-2016) y Los adolescentes villeros en los imaginarios discursivos de La Gaceta On Line de Daniela Varas (FFyLUNT-2015).
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Comunicación Alternativa Lic. en Ciencias de la Comunicación FFyL-UNT docentes que piensan, y hasta les dicen a algunos que “la Universidad no es para ellos”, logran que los propios estudiantes piensen que efectivamente, “ellos no son para la Universidad”.18 Esto significa que están condenados, que hay una situación “natural” de la que no pueden escapar. La hegemonía trabaja precisamente cuando son los propios estudiantes quienes incorporan este tipo de representaciones, las internalizan, las hacen propias y no pueden vivir experiencias de aprendizaje. Es decir, colaboran con la condena “natural” a la que son condenados; y no pueden vivir experiencias autónomas de esas significaciones. Esto es lo que refuerza, desde el dominado, el poder y las relaciones de la dominación. De manera que la dominación, en términos de hegemonía, no actúa por la fuerza, sino a través del consenso, de la legitimidad y del conformismo. Los sectores populares ofrecen consenso a aquellas representaciones sociales sostenidas por significados: las consienten, las sienten como si fueran propias. Además, las legitiman: consideran o creen que son legítimas, que se sostienen en una especie de legalidad natural, que hace posible el orden social. Finalmente los sectores populares, los estudiantes, los excluidos, pueden ser conformistas, es decir que están conformes con las ideas o representaciones que proliferan sobre ellos, aunque ellas provengan de los dominadores con el fin de sostener su dominación. Los puntos nodales Los puntos nodales son significantes que también organizan el campo social. Según Laclau, son significantes para los cuales son permitidos distintos significados. Esto sucede en determinados períodos históricos. Uno de los ejemplos que aporta es el de “Perón vuelve” porque admitía diferentes significados: la instalación de un gobierno peronista sindical, la constitución de una patria socialista, un gobierno de mano fuerte, etc. Lo mismo con la frase emblemática “Que se vayan todos” que para algunos significaba que se llame a elecciones, o que gobiernen las asambleas populares, o que vuelva Menem, entre tantas otras acepciones. Cada uno de estos significados se ven provisoria y precariamente articulados, amarrados en ese punto nodal. Sin embargo, triunfará aquel que sea capaz de articular a todos los demás. Si no, ocurrirá que los 18
Eduardo Rinesi, doctor en Filosofía, ex rector de la Universidad General Sarmiento, expresa que “encima de insultarlos y humillarlos, los docentes universitarios repiten una y mil veces que los estudiantes vienen con demasiados déficits de la secundaria, es decir, que el problema siempre es de ellos, nunca se les ocurre pensar que quizás, se esté enseñando mal”. En Cuales son las posibilidades reales de producir una interacción transformadora entre Universidad y Sociedad (2012) Documentos para el Debate, Instituto de Estudios y Capacitación, Conadu, CTA.
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Comunicación Alternativa Lic. en Ciencias de la Comunicación FFyL-UNT significados, llegado el momento histórico determinado, permanecerán en lucha por la hegemonía sobre otros. Una lucha no sólo simbólica, son también material, como lo fue, por ej. la lucha entre la tendencia revolucionaria y el lopezreguismo en los años 70. Por lo general, los puntos nodales operan articulaciones precarias y provisorias. En otros momentos, las articulaciones alrededor de puntos nodales pueden tener mayor consistencia hegemónica. Como por ej. el significante nodal “Democracia”, donde más allá de los diferentes significados, hay cierta homogeneidad. O el significante “Meritocracia” que es festejada por sectores subalternos que reniegan de sus propios orígenes o por las clases altas que concentran dinero y poder que justifican la obscena disparidad entre su riqueza y la extrema pobreza de otros, mediante argumentos perversos que afirman lo que niegan, y rechazada por quienes no ven mérito alguno en exigencias que no tienen en cuenta las desigualdades existentes y el sentido de ser sujetos de derechos.19 Lo importante es tener presente que los significantes nodales están abiertos. El significado que se les atribuya tendrá relación con el proceso de lucha por el significado, un problema comunicacional en la construcción de hegemonía. Y esto ya es un problema no sólo simbólico, sino fundamentalmente material, donde se articula lo cultural y lo político. Los significantes “flotantes” En esta articulación juegan un papel principal lo que Laclau llama “significantes flotantes”, como aquellos símbolos o nombres portadores de legitimidad pero que no están anclados a un sentido determinado y por tanto pueden servir de catalizadores y estandartes de un conjunto de fragmentos o reclamos desatendidos que se convierten en un “nosotros” político con voluntad de poder, lo cual requiere siempre la definición de un “ellos” responsable de los problemas. Estas demandas son las que se van articulando más allá de su contenido particular en demandas más universales que cuestionan al sistema. Ello es posible en un momento determinado, en tanto estas demandas se cristalizan en palabras o consignas en disputa que, por la sobrecarga de significados que se le han atribuido históricamente, dejan paulatinamente de ser conceptos para ser nombres: son significantes tendencialmente vacíos, susceptibles de ser llenados por uno u otro contenido particular, en cuyo caso pasan así a designar la nueva totalidad construida.20
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Para Natalia Torrado, docente de la Universidad del Cine, Buenos Aires, la posibilidad y el impacto de una versión publicitaria de la meritocracia como la de Chevrolet, constituye el síntoma actual de un profundo malestar en la cultura, que bajo el signo de la posmodernidad, cristalizado en un inconsistente discurso que se pretende a favor de la diversidad, no sabe qué hacer exactamente con el problema del “otro”. Agencia Paco Urondo (APU), 21 de mayo de 2016. 20 Para ampliar el estudio de la hegemonía desde las lógicas de constitución de lo político, ver los análisis de E. Laclau y C. Mouffe (1985) en Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, Londres.
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Comunicación Alternativa Lic. en Ciencias de la Comunicación FFyL-UNT Es decir que no es una operación de descripción sino de generación de sentido. “Justicia”, “Patria”, “Libertad” son ejemplos de significantes tendencialmente vacíos cuyo anclaje siempre estará en disputa en una verdadera “guerra de posiciones” en la construcción de una voluntad colectiva, en una articulación política que asegure el consenso de los grupos dirigidos como así también en la construcción de lo que Gramsci llamaba la voluntad colectiva nacional-popular. En relación a estos significantes, Iñigo Errejón da cuenta de su importancia al analizar la irrupción inesperada que significó el movimiento 15-M en España al generar una nueva identidad como los llamados “indignados”: El 15-M consiguió suscitar simpatías de una amplitud inédita en la medida en que fue capaz de operar dentro –no contra- el sentido común de época. En lugar de rechazar de plano los referentes principales que ordenaban las lealtades de los españoles, jugó a re significarlos, interrumpir la cadena que los ligaba con el establishment y re articularlos dentro de una narrativa que, al contrario, los oponía a éste. En lugar de una voluntariosa guerra de movimientos contra el orden existente, emprendió una flexible y ágil guerra de posiciones que aprovechó los núcleos de buen sentido (Hall.1996:432) para re significarlos en su favor vinculándolos al empeoramiento cotidiano de las condiciones de vida. (Errejón, 2011, p. 127) Es decir que para Laclau la sociedad, que nunca logra constituirse como un todo armónico debido a que las posibilidades de relación entre los componentes de un orden político -consignas ligadas a demandassiempre son mayores que las relaciones actuales entre las mismas, es un producto temporal de la acción política y se constituye a partir de la identificación colectiva con algunos "significantes vacíos"; “patria”, “pueblo”, "igualdad", "nación", "raza pura", entre otras, cumplen acabadamente ese papel. Así es como la sociedad, no es más que el producto de una "nominación" aceptada masivamente como el rasgo definitorio de la identidad colectiva. Otras miradas Certificando que aún hoy los estudios sobre hegemonía ofrecen múltiples lecturas dado los contextos cambiantes, existen varios autores que re significan tanto la teoría de Gramsci como los aportes de Laclau. Al analizar los procesos políticos latinoamericanos en su disputa por la hegemonía, Javier Balsa propone ciertos postulados que articulan a Gramsci y Laclau con la realidad de estos países:21 a) No es conveniente pensar la hegemonía en términos de presencia o ausencia, sino entender las situaciones como una permanente lucha por la hegemonía y comprenderlas en términos de grado y de esquemas de relaciones de fuerza.
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Doctor en Historia y Magister en Ciencias Sociales (FLACSO). Pertenece al Centro de Investigaciones sobre Economía y sociedad en la Argentina Contemporánea de la UNQu. Investigador CONICET, sus trabajos investigan cuestiones teóricas y metodológicas sobre la teoría de la hegemonía.
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Comunicación Alternativa Lic. en Ciencias de la Comunicación FFyL-UNT b) La hegemonía, en tanto centrada en el consenso, implica un trabajo eminentemente ideológico en el cual los actores modifican sus identidades. Por lo tanto la cuestión discursiva es central. c) Las luchas por la hegemonía, se dan no solo en términos del conjunto de la sociedad sino también en el interior de cada uno de nosotros d) El lado discursivo de la hegemonía está constituido por una articulación a través de la cual se establece una relación tal entre elementos que la identidad de estos resulta modificada como resultado de esa práctica. e) El discurso no solo articula palabras o ideas sino también ciertos grupos de prácticas, instituciones y organizaciones. Campione, otro autor ya citado, al analizar la realidad latinoamericana a la luz de los conceptos gramscianos, expresa que el bloque en el poder no aspira hoy seriamente a ejercer la dirección obteniendo un consenso permanente y activo, sino más bien a la neutralización y debilitamiento político e ideológico, a la desorganización y parálisis política, al retiro duradero de la esfera pública de las clases subalternas. Y amplía sobre conceptos de gran actualidad: Toda intervención ‘de masas’ (aun las de carácter subordinado, heterónomo) es vista como potencialmente peligrosa para la ‘gobernabilidad’ del sistema. El resultado más auspicioso para la clase capitalista es que, por condicionamiento y por presión, por manejo de ‘aparatos hegemónicos’ en medida mayor que el Estado nacional, los conglomerados empresarios garantizan la aplicación fiel de sus políticas, sin tener que tomar la responsabilidad directa de la misma. Los círculos de la gran empresa suelen, incluso, sumarse entusiastas a la generalizada denigración de la ‘clase política’, ya que ese desprestigio tiene al menos dos consecuencias que les son gratas: a) la ‘despolitización’ voluntaria de amplios sectores sociales, al mantenerse al margen de una actividad a la que juzgan esencialmente mentirosa y deshonesta; b) la desviación de la aversión que podría despertar la actitud de los grandes capitalistas, hacia quienes cada vez más válidamente se puede considerar su ‘personal subalterno’. (Campione, 2005, p. 31) Para Laclau, el léxico hegemónico orienta la acción colectiva, pues no sólo opera como "metáfora" de las consignas propias de múltiples grupos particulares, sino que, debido al compromiso establecido con él, está directamente ligado a sus prácticas. El lenguaje opera así, no como una dimensión extrínseca a ella pues sólo está vivo en las "prácticas". La lucha por la hegemonía ese modo, la lucha por establecer un léxico monopólico que oriente la acción colectiva. Sin embargo la sociología moderna interpela estos conceptos al plantear que si bien se asume el carácter discursivo de la formación de la sociedad y así da cuenta de una dimensión esencial de la acción política, debilita a la vez el valor político del lenguaje argumentativo-racional, tanto desde el punto de vista descriptivo como del prescriptivo. Para el investigador colombiano de la Universidad Javeriana Carlos Andrés Ramírez, un grupo alcanza la hegemonía o no con independencia de las razones que ofrezca para hacerse a ella: las razones, para Laclau, operan sólo como legitimaciones a posteriori de la identificación afectiva con tesis o consignas 14
Comunicación Alternativa Lic. en Ciencias de la Comunicación FFyL-UNT (Ramírez, 2011, p. 203). Sin embargo es importante tener en cuenta que para los actores sociales las justificaciones son parte esencial de sus acciones; es decir que las creencias pueden ser de hecho entendidas como disposiciones a actuar de cierta forma debido al compromiso con un juicio considerado justificado. Las creencias, en esa medida, implican el ejercicio de la racionalidad. Para estos autores, la teoría de la hegemonía de Laclau puede ser así re-descripta desde un horizonte menos hostil a la razón, entendida aquí como la facultad de justificar los juicios capaces de determinar la propia conducta, sin que se pierda su núcleo: que la acción de los agentes políticos está orientada a priori a la formación de consensos masivos en torno a la identidad común -incluyendo en ella la definición de expectativas comunes, lecturas del pasado, definición de problemas a resolver- de un conjunto de grupos sociales heterogéneos. Para la teoría política, los grupos con proyectos políticos, esto es, con proyectos hegemónicos, buscan siempre persuadir a la población de adoptar sus creencias: Su pretensión, en consecuencia, es que la mayoría de agrupaciones posibles se disponga a actuar en conformidad con su perspectiva particular. Si un grupo de este tipo no ha conseguido aún convertir su proyecto en una formación hegemónica, el propósito de su estrategia argumentativa será generar entonces un cambio de creencias. Ese es el efecto pretendido de su acción comunicativa. No obstante, no es eso siempre lo que consiguen, pero no por ello fracasan; a veces, como diría Lyotard, "la política es la tragedia para la autoridad y la comedia para el pueblo" (Lyotard, 1991: 167), pero, dejando de lado este caso, el éxito de un proyecto político no depende siempre de que alcance el efecto deseado. Si, siguiendo una distinción de R. Pinto, puede distinguirse entre los "efectos directos" y los "efectos oblicuos" de un argumento, en donde los primeros remiten grosso modo a que las personas persuadidas actúen en conformidad con una razón contenida en él y los segundos, más diversos, a cambios en su set de creencias que no conducen sin embargo a tal acción (Pinto, 2010), los argumentos de un grupo político pueden ser efectivos aun cuando no generen efectos directos. Si un grupo logra que no se acojan los argumentos de un adversario, al sembrar dudas sobre ellos, por ejemplo, o al asociarlos a ciertos temores colectivos, está logrando un efecto -aun si la población no hace lo esperado motivada por esos argumentos-. Y muchas veces eso basta para asegurar, al menos parcialmente, su posición hegemónica. El consenso también puede incluir elementos de consentimiento pasivo: grupos que no hacen nada particularmente útil al mantenimiento de una formación hegemónica, pero, debido al influjo de los argumentos dominantes, no obstaculizan su reproducción. Ese es el caso, por ejemplo, de algunos segmentos de la población alemana durante el nacionalsocialismo: no eran nazis comprometidos -como muchos otros-, pero, debido a sus dudas sobre las ventajas de la democracia representativa y el temor al comunismo ruso, que los nazis habían propagado eficazmente, participaron del consenso vigente. (Ramírez 2011, p. 227) Hablar de hegemonía es hablar de relaciones de poder. Y hablar de relaciones de poder es hablar de lo político. Lo político en tanto se diferencia de la política según Jorge Alemán22, como el instante en que el
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Psicoanalista, escritor y ensayista argentino cuyo pensamiento aúna psicoanálisis, filosofía y política. Profesor Honorario de la UBA y de la UNSM. Consejero Cultural España/Argentina. Los conceptos sobre hegemonía y contra-hegemonía fueron vertidos en el Foro del Pensamiento Latinoamericano realizado en la provincia de Tucumán en 2015. Archivo personal.
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Comunicación Alternativa Lic. en Ciencias de la Comunicación FFyL-UNT sujeto adviene, como ese momento ontológico de la constitución misma de esa singularidad, lo que nos hace ser a cada uno lo que somos, irrepetibles. Precisamente a partir de esta distinción y aportando a los debates actuales, Aleman establece la diferencia entre capitalismo y hegemonía al plantear que el capitalismo, por su capacidad de conectar lugares, de carecer de barreras, de absorber las crisis y potenciarse con ellas, de expandirse transversalmente, de expulsar todo lo que sea posible, al ser un movimiento circular, ilimitado, donde lo nuevo llama a lo nuevo para anularse como novedad y no producir acontecimiento, donde lo diferente llama a lo diferente para que nunca surja la diferencia…en ese sentido el capitalismo no es hegemonía sino que es un poder. Aleman, al reflexionar sobre las posibilidades de construir hegemonía afirma que ésta se construye con las singularidades y siempre es vacía, tiene como punto de partida la heterogeneidad, no puede borrar nunca las diferencias. Las propias construcciones hegemónicas no satisfechas de las propias instituciones neoliberales y esas demandas, ingresan a una cadena equivancial. Nunca son borradas en las lógicas de la articulación hegemónica. Así es como opone la estructura del discurso del capital que es un poder, a los proyectos hegemónicos; y llama política al discurso del capital y a su vocación de realizar como voluntad acéfala la conexión de todos los lugares en el circuito de las mercancías. En tanto llama político a lo hegemónico, que es siempre por esencia: fallido, inestable y debe jugar su partido en la brecha de la estructura de emplazamiento del discurso del capitalismo. Para este autor, una cosa es la producción de subjetividad por las lógicas del poder, que es como vivir la propia vida como empresa y otra cosa es la singularidad irreductible que surge en el advenimiento con la lengua en su existencia hablante, sexuada y mortal. Alemán llama político al instante en que el sujeto adviene y política a la producción de subjetividad. Y añade que si se confunde estas dos cosas y se cree que el poder definitivamente capta ese momento de surgimiento del sujeto, entonces sí el crimen es perfecto y entonces sí se puede decir que los medios fabrican sujetos, producen sujetos cuando no es así porque la singularidad no puede ser producida. Desde este lugar alerta a que si se borra ese momento ontológico de la constitución misma de esa singularidad, lo que nos hace ser a cada uno lo que somos, irrepetibles, si se borra y se confunde con la producción de subjetividad, no hay lugar para ejercer resistencia, ni para recuperar los legados históricos, ni para practicar la rememoración y la invención. La política es lo que surge de los dispositivos del poder del capital y lo político es lo inapropiable. ¿Puede entonces la comunicación participar de la constitución de lo político como acto de resistencia y creación? ¿Hasta qué punto es la comunicación la que crea las condiciones de producción para que lo inapropiable no deje de ser inapropiable? ¿Cómo se construye contra hegemonía?
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Comunicación Alternativa Lic. en Ciencias de la Comunicación FFyL-UNT Tema no menor toda vez que situamos a la comunicación como el centro de un proceso dialéctico que abarca –como dice Mata- el pensar y el hacer y por lo tanto, la experiencia de vida y el trabajo específico. Comunicarse, desde lo experiencial, es vincularse, poner en común, compartir, intercambiar. Pero también la comunicación suele transformarse en una tarea y un desafío laboral en distintos ámbitos de la actividad social, cultural y pública. Tanto a la dimensión experiencial como a la laboral, las atraviesa tensiones, luchas, conflictos, oposiciones, negociaciones, fusiones e integraciones que van re configurando prácticas sociales como procesos comunicacionales que construyen hegemonía…a la que siempre será posible resistir con procesos contra-hegemónicos. Añade Mata: El terreno del discurso social, el terreno de la cultura y la comunicación es un terreno de modelación social, y por ende, terreno de disputas y negociaciones, conflictos y acuerdos del orden del sentido. Reconocer lo que hegemoniza ese campo no impide proponer alternativas, emprender el camino del cuestionamiento. Construir contra-hegemonía. (Mata, 2003, p. 14) A modo de conclusión La hegemonía se despliega siempre naturalizando en tanto que “sentido común”, un determinado orden, integrando en él en forma subordinada al mayor número posible de grupos sociales subalternos, y fragmentando, neutralizando y aislando a las potencias desafiantes de ese régimen. No obstante, la hegemonía es un régimen siempre incompleto e inestable, en la medida en que se base en un juego de inclusiones y exclusiones en la coalición de poder que depende de una disputa y una redefinición de los grupos en tensión constante, así como de la capacidad del sistema político para representar y tramitar eficazmente un número significativo de reclamaciones. En relación a qué es la hegemonía y cuál es la lógica política que la sustenta según Ernesto Laclau, Alemán propone partir del momento básico de su constitución como concepto fundamental de una “ontología política”. Primero: la realidad está constitutivamente construida por discursos; los afectos, los cuerpos, las pulsiones, están atravesados por el discurso, marcados por sus significantes, determinados por una retórica y una gramática que suspende toda idea de una “fuerza original e inmanente” que se puede representar directamente. Segundo: estos discursos que constituyen la realidad lo hacen de tal manera que no pueden nunca representarla en su totalidad. El discurso constituye a la realidad, no la puede representar de modo exhaustivo, y sin embargo, se tiene que hacer cargo de intentar representarla de un modo fallido. Esta brecha “ontológica” entre discurso y realidad es irreductible e imposible de ser suturada. La representación vehiculizada por el discurso es estructuralmente fallida, existirá siempre una “heterogeneidad” que impide que la representación se produzca como totalidad. Por último, en este límite del discurso al representar la realidad, frente a esta heterogeneidad irreductible, frente a esta “diferencia” imposible de cancelar, se articula el momento político al que se llama hegemónico. La hegemonía remite entonces a lo político, como la necesidad insustituible de articular y generar imaginarios que aúnen y movilicen. Esto es precisamente el poder. Poder que significa -como lo estudia 17
Comunicación Alternativa Lic. en Ciencias de la Comunicación FFyL-UNT Laclau- la capacidad de un actor político para presentar su proyecto particular como encarnando el interés general. Es decir que no se trata sólo de liderazgo ni de mera alianza de fuerzas, sino de la construcción de un sentido nuevo que es más que la suma de las partes y que produce un orden moral, cultural y simbólico en el que los sectores subalternos e incluso los adversarios, deben operar con los términos y sobre el terreno de quien detenta la hegemonía, convertida ya en sentido común. Pero la hegemonía no se reduce a pensar cómo actúa la dominación, distribuyendo y reproduciendo discursos, significados, ideologías y prácticas favorables a los sectores dominantes; es decir: cómo se configura el conformismo política, social y culturalmente. Si la dimensión consensual del poder político pasa por procesos de comunicación, en los cuales se transfieren enunciados de un grupo a otros como componentes de sus argumentos, y no sólo como significantes vacíos, es sólo asumiendo los límites de su eficacia como pueden ser incorporados consecuentemente para comprender que la hegemonía también implica percibir los modos en que los sectores populares se resisten a los significados dominantes y los impugnan. Pero esa impugnación y esa resistencia no es sólo una oposición a los significados dominantes. También es una práctica bien concreta que consiste en saltar las fronteras imaginarias y luchar por los espacios sociales donde los sujetos puedan lograr mayor autonomía y encarnación de otros significados posibles para la vida y para las relaciones sociales. La hegemonía, en definitiva, tiene que ver con una serie de prácticas y subjetividades para crear una voluntad colectiva, un nosotros. Y presenta siempre la interpelación acerca de cómo convertir el descontento y sufrimiento de mayorías en nuevas hegemonías populares. De cómo expandir el horizonte de lo posible para que la política sea creación, tensión y apertura. Desde la comunicación, es la dimensión en la cual se juega el conformismo o la resistencia, donde se juega la posibilidad de ser más libres, más autónomos y más humanos; donde se juega la posibilidad de luchar por una sociedad y por unas condiciones de vida más justas, que superen los mandatos, las prescripciones y las interpelaciones dominantes. Para los comunicadores, estos abordajes nos permiten reconocer a la Comunicación como parte del campo de lucha por el significado de la experiencia, de la vida y del mundo. Y precisamente por estar articulada con lo Cultural y lo Político, la comunicación no puede ser reducida sólo a estrategias, instrumentos o herramientas a implementar, sino a las estrategias para ampliar el horizonte a los modos y formas de escribir la experiencia y el mundo, es decir, a las prácticas comunicativas en su capacidad de alterar las posiciones políticas dadas y de transformación del orden hegemónico imperante.
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