Hannah y Lolita

es imposible girar antes de chocar”. Por eso mismo, porque el pronombre relativo debe construirse de acuerdo con la función que cumple internamente, en esta.
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NOTAS

Lunes 27 de julio de 2009

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UN MERCADO QUE INCENTIVA ARTIFICIALMENTE EL EROTISMO EN LA INFANCIA

El adiós a Augusto Morello

Hannah y Lolita NESTOR TIRRI PARA LA NACION

FELIX LOÑ

E

I

PARA LA NACION

L pasado 21 de abril, murió Augusto Mario Morello. Trabajador infatigable, solamente se entregó al descanso cuando el final se impuso con la dureza de lo inevitable. Nada escapaba a su curiosidad. Su mente lúcida siempre estaba oteando el horizonte del futuro. Fue jurista de nota, profesor encumbrado, escritor tan prolífico como profundo y periodista apasionado. Su intensa vida y su vasta obra constituyen un legado de sabiduría y rectitud inconmovible que, sin duda, perdurará y será un ejemplo para las generaciones venideras. Su mensaje estuvo, precisamente, destinado sobre todo a la juventud. Estimulaba a los jóvenes no para que se dedicaran a tener más sino para ser más. Precursor en el campo de las ideas, con fineza se adelantaba a los tiempos. Sus aportes al conocimiento jurídico son imperecederos. Concebía al Derecho como un sistema de normas abierto y dinámico, al servicio del progreso de la humanidad. También otorgaba al juez, en tanto intérprete cabal de la ley, el rol de una pieza esencial en el proceso de adaptación de la norma al ritmo arrollador de la evolución para satisfacer las nuevas demandas de la sociedad. La lucha contra la injusticia siempre lo tuvo entre sus valerosos soldados. Para él, la justicia era como el pan de cada día: un bien codiciado al que se debía dedicar el mayor esfuerzo. Consideraba que era imprescindible potenciar el acceso a la justicia como una necesidad vital, porque sin ella el ser humano sufría una mutilación irreparable. Nunca se detuvo en la abstracción y en la mera crítica paralizante. No cesaba de advertirnos que dejáramos atrás los rencores del pasado y que miráramos, sin tregua, hacia adelante con propuestas constructivas. Cultivaba la amistad como un bien supremo. A quienes tuvimos el privilegio de compartir con él almuerzos sabáticos solía repetirnos: “Qué sería la vida sin amigos”. De esos encuentros nos queda un enorme racimo de recuerdos imborrables. Fue una persona humilde y generosa que practicaba con tesón el diálogo y la concordia. Nunca cayó en una demasía. Supo ganarse el respeto de todos porque se apreciaba en él al intelectual honesto, que derramaba optimismo en el futuro del país, al que quería entrañablemente y le dedicaba el mayor ardor y coraje cívico. Antidogmático por convicción sostenía que la imaginación no tenía fronteras. Fervoroso defensor de la democracia creía que para consolidarla debía levantarse el estandarte de la libertad, la igualdad de oportunidades y la solidaridad. Augusto Mario Morello, en realidad se fue para no irse. Haberlo conocido fue un verdadero regalo de la vida. © LA NACION

El autor es abogado constitucionalista.

GIFFONI VALLE PIANA (Italia) OBRE señor Humbert Humbert. Si el personaje que Vladimir Nabokov inmortalizó en Lolita diera un salto desde la ficción de los años 40 a la realidad actual, se volvería loco, no sabría hacia dónde mirar ni a quién elegir: su amada ninfita Dolores Haze, multiplicada ad infinítum y remasterizada, se le aparecería por todas partes. En los Estados Unidos, en América latina y en Europa (y en Italia, particularmente) se advierte la inquietud que está provocando el avance de un fenómeno que, por medio de enfoques sociológicos y en los laboratorios psicopedagógicos, recibe una carátula tan simple como amenazante: sexualidad precoz. No es para menos: una iconografía de cuerpos explícitos, actitudes gestuales e indumentaria porno soft se ha convertido en dominio normal de niños y niñas. Así, no es casual que para la edición de este año, el encuentro internacional de niños y jóvenes, ahora denominada Giffoni Experience, que se celebra en esta pequeña ciudad del sur de Italia, haya elegido como tema central “El tabú”, con el fin de explorar las zonas oscuras del erotismo y de las relaciones entre chicos que van dejando de ser chicos con el mundo de los adultos. Y viceversa. Una muestra competitiva de arte erótico de pintores jóvenes, algunas películas en competencia (como la canadiense Summerhood, para chicos mayores de 10 años) y dos series de cortometrajes fuera de concurso pusieron en foco esta problemática en términos genéricos. En varios casos, lo más candente explotó por ahí, por ese enclave de difícil abordaje y que averigua a qué altura del desarrollo infantil despierta la fantasía erótica y, además, cómo se podría proteger a los chicos de los embates de un marketing que estimula temerariamente esa fantasía a una edad cada vez mas temprana. De acuerdo a lo que se escribe y se difunde acerca de este espinoso territorio, es necesario distinguir entre lo evolutivo (cómo de una generación a otra la sexualidad despierta cada vez más temprano) y lo que el mercado empuja artificialmente con miras al consumo. En la primera época estadounidense de Nabokov, el “caso” de la precozmente insinuante Dolores Haze era algo excepcional para el ámbito provinciano de entonces, regido por criterios divididos entre un conservadurismo apenas liberal y la más acerba restricción puritana; las mismas muñecas con las que “todavía” se entretenía Lolita

P

Scott– comprendí que yo y la cultura porno estábamos batallando por el alma de mi hija.” Otra ensayista estadounidense, Lyn Mikel Brown, apunta a la influencia de la publicidad en los adolescentes y afirma que los medios instauran jerárquicamente en las niñas la imagen de “muchachitas sexies, divas, devoradoras de hombres; usan expresiones como girl power [el poder a las chicas], para impulsarlas a comprar determinados atuendos y accesorios”. En Italia, también se siente la invasión de las tentaciones eróticas anticipadas; publicaciones de circulación regular, como Ragazza moderna, ingresan en hogares con niñas de 9 años, con su bagaje de consejos para vestirse y arreglarse como “una cabal Lolita gótica” (otro disgusto para Humbert Humbert: su diablita escolar ahora tiene una version hard) e incluyen tests para que las chiquitas chequeen si son fashion girls o no. El ensayo La sindròme Lolita (Rizzoli), de la psicóloga italiana Anna Oliverio Ferraris, evalúa el avance de este desafío: para asegurarte de que estás al día –parecen insinuar esos tests–, verifica si cumples con estos requisitos, propios de una bad girl. Aquí, en Giffoni, hemos visto los espectaculares shows rockeros de las giras de Miley Cyrus, filmados en 3-D: Hannah Montana. The Movie 3-D Concert. Fenómeno complejo el de esta muchachita que hace furor en todas partes con su serie televisiva (que los chicos ven en You Tube) y con la película argumental, que parafrasea ficcionalmente su propia carrera, avalada y estimulada por su padre, rockero old fashion que la acompaña en los dos films. Icono de niños/

Avanza un fenómeno que sociólogos y psicopedagogos caratulan, de manera simple y amenazante, como sexualidad precoz en su intimidad rezumaban la inocencia de los juguetes tradicionales. Hoy, hasta la coqueta Barbie luce ingenua frente a su avasallante adversaria, la Bratz. Esta muñequita de ojos insinuantes y largas pestañas, busto restallante, tacos altos y minifalda, en los últimos tres años ha desplazado a la desactualizada Barbie en el mercado. Dos ensayistas estadounidenses, Carmen Sarracino y Kevin Scott, acometieron un ensayo, The porning of America, que parte precisamente de una experiencia familiar con las muñecas: la hija de ambos, de cinco años, pidió como regalo de cumpleaños una Bratz. Se la negaron por considerarla inadecuada a la edad de la pequeña, pero ahí empezó un tironeo. “Entonces –declara

niñas que deliran en sus conciertos, ella canta y corre por los monumentales escenarios mientras se quita parte de la ropa y se descalza, hasta que cuatro “monos” la sostienen sobre sus hombros, luego la arrojan al aire y uno de ellos la recoge en sus brazos. Algo ambiguo planea en estos shows, un aire entre camp y erótico. Pero esa ambigüedad subyace en la naturaleza misma del fenómeno: mientras la Disney explota el look de Hannah Montana en tanto chica ingenua y no contaminada

Una iconografía de gestos explícitos, actitudes e indumentaria porno soft se ha convertido en dominio normal de niños y niñas por las deformaciones de la sociedad circundante, Miley Cyrus, su intérprete, ha posado semidesnuda para Vanity Fair (por supuesto, la Disney reaccionó severamente: en el marketing, los perfiles confusos perjudican el negocio). La Comisión Europea, organismo de la UE, ha dado a conocer en Giffoni su programa de siete puntos para proteger a la infancia, el primero de los cuales apunta al manejo del sistema bancario, para bloquear el uso de las tarjetas de crédito en el trafico de la pedopornografía. Sin embargo, ese negocio sigue adelante, aun sin tarjetas, y sólo excepcionalmente hay un control proteccionista en el marketing: circula un modelo de corpiño abultado con relleno,

talla siete años (¡!), con el correspondiente minislip (tipo tanga), lanzados por la firma Abercrombie & Fitch; fue retirado de la venta en las tiendas de Londres, pero no se sabe en cuántos países de distintos continentes estos productos pululan con distribución regular. Y legal. Las consecuencias de esta circulación de indumentaria y de objetos eróticos destinados a niños pueden ser serias. La American Psychological Association está tratando de salir al paso de esta proliferación (los Estados Unidos son el país con más desarrollo de la tendencia). Su presidenta, Eileen Zurbriggen, advierte: “La sexualización precoz tiene efectos en los campos cognitivo, físico y psíquico y en el desarrollo sexual. Más se concentra la atención en el cuerpo y en el look, más se perturban el raciocinio, la actividad expresiva y el cálculo matemático. Además, existe una correlación entre erotización precoz y desórdenes en el comportamiento alimentario, baja autoestima y depresión”. Los adolescentes agrupados en este encuentro de Giffoni en el sector internacional, Generator + 18, al cabo de la exhibición de cortometrajes provenientes de siete países que conformaban la sección “Taboo in shorts”, en el forum de discusión admitieron que las nuevas generaciones de niños se ven expuestas a un bombardeo que induce a confusiones: una cosa es consumir imágenes y adoptar investiduras porno soft y otra muy distinta es comprender y sentir de verdad la experiencia del sexo. Algo que, por cierto, la fisiología prevé para otra etapa de la vida. © LA NACION

DIALOGO SEMANAL CON LOS LECTORES

De pez a pescado: un instante crucial “¿C

UANDO un pez deja de ser tal para pasar a ser un pescado? O, en todo caso, cuando pescamos un pez, este sigue vivo y lo ponemos en una pecera, ¿dicho animal dejó de llamarse pez para llamarse pescado? ¿Hace diferencia que esté vivo o muerto, que viva en cautiverio o libremente?”, pregunta Francisco Crespo Sarrabayrouse. Un pez no deja de ser pez cuando se convierte en pescado. Cuando lo llamamos pescado, simplemente hacemos referencia al hecho de que ha sido pescado. No llamamos pescados a los peces que viven en cautiverio, sino sólo a los que se pescan para comerlos. Para concederles esa categoría, no es necesario que se presente certificado de defunción con fecha y hora del deceso, aunque no estaría mal que las pescaderías lo tuvieran, para darnos seguridad de que el pescado es fresco.

Un verbo poco usual Escribe el arquitecto Luis Angel Benveduti: “Este correo no tiene como objetivo realizar una crítica o señalar un error: simplemente desearía que me explicara si es correcto escribir «La industria marítima se resquiebra», título del artículo de tapa del suplemento Comercio Exterior del martes 14, o si, por el contrario, debería haberse escrito que «se resquebraja»”. Eugenio Palopoli, en cambio, considera que el título sí es un error y Juan C. Gargiulo opina que “está horriblemente mal”, aunque después agrega: “Pero es tan grande el título que ya me vinieron dudas”.

El título no es incorrecto. Podría haberse usado el verbo resquebrajarse, pero resquebrarse existe y significa ‘empezar a quebrarse o a resquebrajarse’. Eso sí, es muy infrecuente y pocas personas lo conocen.

LUCILA CASTRO LA NACION

Bicentenario Desde San Bernardo del Tuyú, escribe Virginio Viarengo: “Se dice «el centésimo nonagésimo noveno aniversario de la Revolución de Mayo», pero ¿cómo designaríamos el 200º aniversario?”. Ducentésimo. Los ordinales correspondientes a las centenas no son muy conocidos porque en su lugar suelen usarse cardinales (un uso correcto). Y no son fáciles de recordar porque no provienen de los cardinales españoles, sino de los ordinales latinos. Aprovechemos, pues, para repasarlos: centésimo, ducentésimo, tricentésimo, cuadringentésimo, quingentésimo, sexcentésimo, septingentésimo, octingentésimo, noningentésimo.

La acción de revisar “Quisiéramos que nos aclarara cuál es el término correcto, si revisión médica o revisación médica, ya que muchas veces hemos leído que los futbolistas se someten a «revisión médica» y no suena muy bien”, escriben Violeta Saquilán y Jorge Salinas. La palabra revisión es correcta, pero “no suena muy bien” porque en la Argentina, en esos casos, lo usual es decir revisación.

Si los lectores encuentran a menudo la expresión revisión médica en textos periodísticos, es porque, o bien los autores creen que revisación “no existe” o es incorrecta, o bien son los correctores los que lo creen y les cambian revisación por revisión. Es que la palabra revisación no está en el Diccionario de la Real Academia Española y sí está revisión, definida como ‘acción de revisar’. Pero revisación debería figurar, pues cumple con creces los requisitos para ser aceptada: está bien formada y se usa. Es gracioso que la Academia haya incorporado en el DRAE la voz chequeo, que viene del inglés, y no revisación, que viene… del español. El sustantivo revisión significa ‘acción de revisar’ y nosotros lo usamos en relación con otras cosas, pero raramente cuando se trata de revisar a las personas para determinar su estado de salud. En esos casos

usamos revisación, que es justamente el sustantivo derivado del verbo revisar. En cambio, revisión no viene de revisar, sino de un sustantivo latino que a su vez proviene de un verbo del que también deriva revisar. Son todas palabras de la misma familia (la familia del verbo ver) y etimológicamente revisión y revisación significan lo mismo, aunque el proceso de su formación ha sido diferente. Por eso, si en la Argentina el uso ha preferido revisación, no hay razón para rechazarla. Y si no está en el diccionario, la culpa es del diccionario, no de los hablantes que la usan.

Omisión “En un artículo titulado «La reacción de un hombre desesperado», se lee: «Los afligidos y unánimes empresarios, y no pocos peronistas, creen que Kirchner es así no más: un tren que avanza por una vía y que, por lo tanto, le es imposible girar antes de chocar». La forma correcta es «Los afligidos y unánimes empresarios, y no pocos peronistas, creen que Kirchner es así no más: un tren que avanza por una vía y al que, por lo tanto, le es imposible girar antes de chocar». Por otra parte, considero que debería haberse escrito «nomás» en una sola palabra”, escribe Cecilia Mosteiro. Puede escribirse nomás, en una sola palabra, o no más, en dos. Pero el otro error que señala la lectora es grave y es frecuente: a menudo se omite la preposición con el pronombre relativo y se suple su falta

indicando la función con un pronombre personal átono (aquí, el le). Los pronombres relativos cumplen dos funciones al mismo tiempo: introducen una proposición y cumplen dentro de ella una función de sustantivo, adjetivo o adverbio. Si la proposición es adjetiva, el pronombre relativo representa dentro de ella al sustantivo modificado por la proposición (llamado antecedente). Aquí tenemos dos proposiciones adjetivas coordinadas entre sí, que modifican al antecedente tren. La segunda significa: “A ese tren le es imposible girar antes de chocar”. En la proposición adjetiva, tren está representado por el relativo que, que debe construirse como a ese tren, sin omitir la preposición: “un tren… al que le es imposible girar antes de chocar”. Por eso mismo, porque el pronombre relativo debe construirse de acuerdo con la función que cumple internamente, en esta oración hay dos proposiciones adjetivas, cada una con su pronombre relativo. El primer que no puede valer para la segunda proposición porque, al tener cada relativo una función diferente, le corresponde a cada uno una construcción diferente. En la primera, el que funciona como sujeto y no lleva preposición porque significa: “Ese tren avanza por una vía”. © LA NACION

Lucila Castro recibe las opiniones, quejas, sugerencias y correcciones de los lectores por fax en el 4319-1969 y por correo electrónico en la dirección [email protected]