¿HACIA UNA EUROPA SIN JUDÍOS?

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La violencia antisemita motiva a Israel a llamar a un ‘nuevo éxodo’

¿HACIA UNA EUROPA SIN JUDÍOS? En el Informe sobre incidentes relacionados con los delitos de odio, presentado recientemente por el Ministerio del Interior, su titular, Jorge Fernández Díaz, contó en 2014 hasta 24 casos identificables como estrictamente antisemitas. Pese a que se han multiplicado por ocho respecto al año anterior, dos docenas de casos pueden parecer pocos, sobre todo en vista de la preocupación que reina en la comunidad política europea a la hora de preservar la seguridad de la población de cultura hebrea. Ésta viene siendo víctima en Europa de un antisemitismo creciente que se ha expresado con mediatizados ataques terroristas. Esta violencia –aunque no única y exclusivamente– explicaría, en buena medida, que haya judíos que lleguen a plantearse dejar el suelo europeo y que Tel Aviv haya incrementado sus llamadas a una ‘vuelta a casa’.

Por Salvador Martínez (Berlín)

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uando a principios de año el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu se dirigió a los judíos de Francia para recordarles que Israel era su “casa” y algo más que “la dirección en la que rezaban”, hubo en las autoridades galas quien se vio obligado a responder. Porque ese mensaje muchos lo interpretaron como una tentativa de querer sacar provecho demográfico de un repunte del antisemitismo en el Viejo Continente que se ha visto exacerbado por la comisión de atentados. En cualquier caso, en París, ese mensaje no sentó del todo bien. “Francia no quiere vuestra marcha”, llegó a decir a los judíos galos Manuel Valls siendo el primer ministro de una Francia aún bajo las consecuencias emocionales de los atentados de París. Éstos incluyeron el secuestro de clientes en un supermercado judío en el que perdieron la vida cinco personas. “Francia os manifiesta de nuevo su amor,

“Francia no quiere vuestra marcha”, dice el primer ministro Valls, pero algunos judíos galos se plantean abandonar la que ya no consideran su casa. nº 1108. 4–10 de mayo de 2015

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su apoyo y su solidaridad”, un “amor que es que los ciudadanos de cultura hebrea en más fuerte que los actos de odio”, añadió Europa vuelvan a “casa”. Así, tras el ataque Valls, que también decía “lamentar” las pa- en la sinagoga de Copenhague, Netanyahu labras de Netanyahu. fue aún más claro que tras los atentados de En circunstancias muy parecidas, la jefa París, y habló de una “ola de ataques que del Gobierno danés, Helle Thorning-Schmidt, continuará”. recalcó el pasado mes de febrero que “un “Los judíos merecen protección en cualataque a la comunidad judía es un ataque a quier país, pero nosotros decimos a los jutoda Dinamarca”. Ese fue el mensaje de la díos, a nuestros hermanos y hermanas, Israel primera ministra socialdemócrata después es vuestra casa” y “estamos preparando y hadel ataque de un hombre armado en acto en ciendo planes para la absorción de masas de favor de la libertad de expresión celebrado inmigrantes provenientes de Europa”, según y en una sinagoga de Copenhague. En esas los términos del primer ministro israelí. Seacciones murieron dos personas. mejante escenario preocupa en Europa. TanValls y Thorning-Schmidt no son los úni- to es así que en la Comisión Europea se procos que se han pronunciado en este sentido nuncian desde principios de año con no podesde que comenzara 2015. También ha ma- ca consternación al respecto. “En algunos nifestado preocupación por la situación de países, la mayoría de los miembros de la colos judíos en su país, por ejemplo, el primer munidad judía no está segura sobre su futuministro británico, David Cameron: “Me rom- ro en Europa”, de acuerdo con el primer vipería el corazón que la gente en la comuni- cepresidente de la Comisión, el holandés dad judía pensara que el Reino Unido ha de- Frans Timmermans. Él, como también han jado de ser un lugar seguro para ellos”. En expresado muchos otros responsables con2013, la canciller alemana, Angela Merkel, dando cuenta de cuánto puede preocupar la seguridad de la minoría judía en suelo germano, ya manifestó su repulsión ante la violencia antisemita. “Cualquiera que pegue a alguien por llevar una kipá nos está golpeando a todos. Cualquiera que dañe una tumba judía está deshonrando nuestra cultura. Quien ataque una sinagoga está atacando las bases de una sociedad libre”, dijo en su día la canciller. Los actos violentos de los que hablaba Merkel sólo representan una fracción del conjunto de agresiones antisemitas que se registran anualmente en Europa. Sin duda, la escalada vivida en los últimos doce meses –está a punto de cumplirse un año del atentado que dejó cuatro muertos en el Museo Judío de Bruselas–, sirve de oportuno argumento en Tel-Aviv para llamar a La buena gestión de Hollande y Valls de los atentados de París no ha sido suficiente. 52

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tinentales, piensa que “sin futuro para los judíos de Europa, no hay futuro para Europa”. Suena alarmante esa afirmación, pero también los indicadores que señalan la pérdida europea de ciudadanos de cultura hebrea. Así, por ejemplo, el Pew Research Center, prestigioso think tank afincado en Washington D.C., subrayaba en su último estudio que la población judía en Europa se ha visto reducida hasta alcanzar los 1,4 millones de personas. En 1939, había 9,5 millones de judíos en el Viejo Continente. Indudablemente, la pesadilla del Holocausto, la creación de Israel y la emigración masiva de judíos de países excomunistas al Estado que lidera hoy día Netanyahu está detrás de la pérdida de miembros de la comunidad hebrea en Europa. Sin embargo, ahora se habla de “nuevo éxodo”, un fenómeno que tiende a asociarse a la violencia antisemita en el Viejo Continente. “Después del genocidio de aproximadamente seis millones de judíos vivido en Europa en 1945, hoy sólo quedan algo más de un millón” y “si los ciudadanos y gobiernos de Europa quieren que la comunidad judía siga siendo parte de su espacio, entonces tienen que garantizarle su seguridad”, según afirmaba en las páginas del semanario germano Die Zeit el mediático historiador y politólogo judío Rafael Seligmann. La sensación de amenaza creciente sobre la comunidad judía era precisamente lo que hacía decir al intelectual francés de origen judío Alain Finkielkraut, en unas declaraciones al mensual estadounidense The Atlantic Monthly: “No deberíamos irnos pero tal vez a nuestros hijos o a nuestros nietos no les quede otra opción”. J En este contexto de marcada preocupación, “la cuestión es”, según ha formulado Ruben Vis, del Consejo Central Judío de Holanda, “¿Podemos seguir viviendo aquí como judíos a largo plazo?”. Por lo pronto, ya se ha hecho habitual en Europa que los centros culturales o de culto judíos presenten dispositivos de seguridad reforzados. Dada la marcada presencia policial –o del Ejército– con la que se está respondiendo a las demandas de ofrecer mayor seguridad a las comunidades hebreas del continente, el influyente semanario británico The Economist ha señalado con perspicacia que “los judíos europeos se sienten

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asediados”, e “incluso ya parecen estar bajo asedio”. Otras circunstancias, más allá de la violencia, explican que haya judíos que estén dejando Europa, especialmente con destino a Israel. Por ejemplo, las perspectivas económicas en el pequeño Estado situado a orillas del mar Mediterráneo pueden resultar especialmente interesantes. En 2013, la economía israelí creció a un ritmo del 3,3%, porcentaje envidiable si se compara con el 0,2% que se expandió en ese tiempo el PIB francés. “También los hay que enfatizan en que se da el paso de ir a Israel por razones

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A pesar de la apelación al retorno, Netanyahu tampoco podría garantizar la seguridad de los repatriados.

E I ideológicas o religiosas, pero en Israel la gente está convencida de que el viaje se debe al creciente antisemitismo en Europa”, según ha observado Gil Yaron, corresponsal del diario alemán Die Welt en Tel-Aviv. Con todo, hay encuestas según las cuales las opiniones negativas de los judíos no van tan al alza en el Viejo Continente. Con datos del Pew Research Center y del británico Institut for Jewish Policy, el semanario The Economist ha puesto de manifiesto que, en España (donde la población judía no alcanza las 15.000 personas), casi un 20% de la población tiene actualmente una mala imagen de la población judía. En 2008, ese porcentaje casi llegaba al 50%. En Francia, cuya población judía ronda el medio millón de personas, el porcentaje lleva estancado unos años en el 10%, mientras que en Alemania –que cuenta unos 100.00 judíos– se ha registrado una importante mejoría de la imagen de los ciudadanos de cultura hebrea. Hace seis años, aproximadamente uno de cada cuatro germanos tenía una idea negativa de la población judía. Actualmente ese porcentaje está en el 5%. Sin embargo, esos porcentajes están lejos de poder minimizar lo que en ocasiones se califica de “nuevo antisemitismo”, a saber, el de las minorías musulmanas europeas. “El

“Israel no está en una situación en la que pueda garantizar una vida sin ataques terroristas”. Difícilmente se puede responder con más claridad a las llamadas al “hogar” que lanzó a los judíos de Europa el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Quien ha señalado con esas palabras el contrasentido del jefe del Gobierno de Israel no era otro que Josef Schuster, presidente del Consejo Central de Judíos en Alemania. Schuster, consciente de los riesgos que en ocasiones entraña hacer visible que se pertenezca a la comunidad judía germana, aconsejó recientemente llevar algo para cubrir la cabeza que no sea tan distintivo como la kipá, sobre todo, en determinados barrios en los que son mayoría los musulma-

nes. Una concesión así, algunos ciudadanos europeos de cultura hebrea puede que estén dispuestos a aceptarla. Sin embargo, ir a Israel por la amenaza terroristas en Europa que maximizaba Netanyahu es algo que no concibe la mayoría. Así Arie Zuckerman, uno de los responsables del Consejo Judío Europeo, reconocía que en su organización estaban algo “perplejos” por las palabras de Netanyahu. A su entender, “esa llamada es básicamente una llamada a rendirse frente al terror”. Más allá de este argumento se encuentra el lugar esencial que, pese a su trágica historia, sigue ocupando la minoría judía en Europa. Así lo dejaba claro en uno de sus recientes textos la escritora judía de origen italiano Diana

nuevo antisemitismo no está únicamente originado en la idea típica de supremacía neonazi, sino en una fea verdad que muchos en Europa no quieren ver y es que mucha de la animosidad antijudía reside en la población europea de origen musulmán”, según Jochen Bittner, editorialista del semanario Die Zeit. Con esos términos se refería Bittner al antisemitismo en Alemania, país donde nunca ha sido fácil ser judío pese al actual creci-

Pinto. “Nos quedamos porque la Europa en la que vivimos, a pesar de sus defectos, sigue siendo el lugar al que pertenecemos, no sólo políticamente como ciudadanos, sino también lingüística y culturalmente, y en términos urbanos y paisajísticos”, ha escrito Pinto. La autora respondía con esos términos a un reciente y muy debatido artículo del reportero Jeffrey Goldberg en el mensual estadounidense The Atlantic Monthly. El titular de dicho texto preguntaba: “¿Ha llegado el momento de dejar Europa para los judíos?”. Afortunadamente para el mantenimiento de la diversidad europea, la respuesta de Pinto, pero también la de importantes representantes como Schuster o Zuckerman, es un “no” rotundo.

miento de la comunidad hebrea en suelo germano (ver EL SIGLO, nº1078). Ya sea nuevo o viejo, el antisemitismo en Europa está lejos de haber desaparecido y a la sociedad continental, en su conjunto, le toca plantar cara a este fenómeno una vez más. En la comunidad judía europea, muchos lo están haciendo, oponiéndose, por ejemplo, a la idea de Netanyahu de dejar Europa para ir a Israel. ● nº 1108. 4–10 de mayo de 2015

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