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guía práctica para el estudio socio -pastoral de la

P. U. G.. Roma, 1958. * Toulat, Laloux y otros: L'EVANGILE AUX RURAUX. Ed. Du Cerf. París, 1962. * Yinger: RELIGION, SOCIETY AND THE INDIVIDUAL: AN ...
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DOCUMENTACION SOCIAL REVISTA DE SOCIOLOGIA APLICADA

guía práctica para el estudio socio -pastoral de la parroquia (Preparada por José M.a DIAZ-MOZAZ)

CARITAS ESPAÑOLA Cuesta de Santo Domingo, 5 A M O V I - n i r i F M R P P IQftft -

MADRID-13

DOCUMENTACION

SOCIAL

Números previstos para 1967:

5. LA ATENCION DE SUBNORMALES

6. TRABAJADORES ESPAÑOLES EN EUROPA

7. LOS LIDERES SOCIALES

8. CULTURA Y EDUCACION POPULAR

sumario

Presentación ...................................................................

3

Introducción . . ..................................................................

6

I.

Fundamentación teológica del Esquema para el estudio socio-pastoral de la pa­ rroquia ........................... . ... ... ... ... ...

7

II.

Fuentes y medios ...................... ... ...

...

17

III.

La parroquia en la zona ... ... ... ...

...

36

IV.

El acondicionamiento económico-social de la p a rro q u ia ........................... ... ... ... ...

46

V.

Aspectos demográficos ................

58

VI.

El medio

Vil.

...

...

cultural ............................................

67

La parroquia, comunidad eucarística

...

76

VIII. La fe, la caridad y la conducta moral

...

86

Instrumentos y recursos de la pastoral en la p arro q u ia ................... ... ...

94

El ministerio de los presbíteros y e3 carisma de la consagraciónreligiosa ... ...

100

La familia, la acción de los católicos y la acción c a tó lic a ............... ... ................... .

103

Apéndices ...................................................................

107

IX. X. XI.

Notas bibliográficas, por R. E. ... ..........................

Núm. 4

SEGUNDA

EPOCA

114

d icie m b re

1966

consejo de redacción Director: Ramón ECHARREN. Miembros del Consejo: Demetrio CASADO, Antonio DEL VALLE, José María DIAZ-MOZAZ y María Jesús MANOVEL.

Redacción y Administración: CARITAS ESPAÑOLA. Cuesta de Santo Domingo, 5. Madrid (13). Teléf. 248 94 05. Suscripción anual (4 números): ESPAÑA, 160 pesetas. EXTRAN­ JERO, 4 dólares.

Esta colección está preparada por el CENTRO DE ES­ TUDIOS DE SOCIOLOGIA APLICADA de Cáritas Nacional y tiene como finalidad facilitar una serie de números mo­ nográficos que versan sobre temas de acción social y des­ arrollo comunitario. La Dirección solicita, para cada tema concreto, la colaboración de aquellos especialistas que han trabajado en la práctica y conocen a fondo cada una de las materias, presentándolas a través de una visión social.

Depósito legal: M. 6.021 - 1959. ARTEGRAF - Navas del Rey, 34 - Madrid-11. 2—

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presentación

Desde el punto de vista de la Sociología, los trabajos realiza­ dos en orden a esclarecer los diferentes aspectos sociales que acompañan a todo acto religioso, apenas puede decirse que hayan alcanzado un nivel científico suficiente como para constituir un material de base que permita elaborar una Sociología de la Religión. Las preocupaciones, esencialmente pastorales, que han moti­ vado el intenso desarrollo de nuevas técnicas de análisis de situa­ ciones y fenómenos socio-religiosos, han impedido, con frecuen­ cia, superar unos planteamientos sociográficos que en la mayoría de los casos han resultado insuficientes por su misma superficia­ lidad, incluso para una aplicación profunda a la Pastoral. De ahí que en los últimos años asistamos a un replanteamien­ to de la Sociología Religiosa, en un intento de transformar lo que hasta ahora ha sido una sociología confesional, en una Socioogía de la Religión aplicada a una confesión concreta. Por otra parte, este intento de superación de la tradicional So­ ciología Religiosa ha orientado a científicos e investigadores ha­ cia un planteamiento en profundidad de la vida religiosa en lo que de investigable tiene desde el punto de vista de una ciencia po­ sitiva, acudiendo para ello a una serie de ciencias sociales (psi­ cología social, antropología social y cultural, sociología...) para las que lo sociográfico no es más que un elemental punto de par­ tida. Pero cuando se trata de profundizar en el conocimiento de los fenómenos socio-religiosos desde una perspectiva pastoral, acudir al cuadro de referencia doctrinal es una exigencia ineludible y que en modo alguno invalida las conclusiones estrictamente científi­ cas de la investigación. Toda verdadera religión hace referencia a — 3

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la totalidad del hombre y al hombre en comunidad. De ahí que lo religioso se mueva también dentro de unas coordenadas socioculturales cuya referencia exige considerar la religión desde to­ dos sus diferentes puntos de vista, tanto en lo que dice relación a lo intelectual del hombre, como lo que se refiere a su vida afectiva, volitiva y social. Sólo así pueda llegarse a un conoci­ miento plenamente objetivo de los fenómenos socio-religiosos. Por otra parte, los comportamientos religiosos, sean individua­ les o sean colectivos, así como los mecanismos psico-sociales que están en su base, están condicionados por el medio social, tanto en sus formas como en su grado de expresión. Es la razón por la que en todo estudio socio-religioso haya que referirse al ámbito social en el que los fenómenos religiosos se sitúan. No se puede olvidar tampoco la influencia que lo religioso, como factor socio-cultural de indudable importancia, tiene en la vida social de los hombres. La permanente importancia social de lo religioso nos ha llevado a elaborar y a ofrecer, a todos los que se mueven en el campo de lo social así como los que realizan tareas pastorales (sacer­ dotes y laicos), una guía para el estudio socio-religioso de la Pa rroquia. En ella, la religión y la comunidad parroquial se sitúan en la perspectiva antes señalada; es decir se contempla dentro del en­ torno social en el que vive, se relaciona con el conjunto de creen­ cias que constituye la armadura fundamental de la fe cristiana, se examina en orden a una acción pastoral que constituye la dimensión dinámica y social de esa fe y se analiza en la estructura social y demográfica de la población que la integra. Al final del número se ha añadido una extensa bibliografía que recoge diferentes aspectos de los temas tratados y que puede permitir, al que lo desee, profundizar tanto en los conceptos so­ ciológicos, teológicos y pastorales empleados, como en las téc­ nicas de investigación y nociones relacionadas con los estudios socio-religiosos. El número constituye, en su conjunto, un instrumento de tra­ bajo en orden a la investigación social. Contemplar la vida social de los hombres sin hacer referencia a lo socio-religioso, constitui­ ría una grave omisión a la hora de expresar lo que es un pueblo e Intentar comprender su vida social en toda su profundidad. Es 4— o índice

a esta exigencia a lo que intenta responder el número de DOGUMENTACION SOCIAL que hoy presentamos. Esta «Guía» que hoy presentamos ha sido elaborada por JOSE MARIA DIAZ-MOZAZ que a su condición de miembro del Consejo de Redacción de la Revista une una gran experiencia y preparación científica sobre la materia que nos ocupa. Sin pretender herir su natural modestia y sencillez, queremos apuntar para el lector al­ gunos hitos de la acusada personalidad de José M aría Díaz-Mozaz; Licenciado en Ciencias Sociales y en Teología, Director de la O fi­ cina de Información y Estadística de la Iglesia, Director de la Di­ visión de Promoción Social de Cáritas Diocesana de Madrid-Alcalá, Profesor de Dogma en el Instituto Central de Cultura Religiosa Superior, promotor del movimiento cooperativo rural y actualmente asesor religioso de C.O.E.S., autor de múltiples artículos sobre pastoral y sociología religiosa, así como del libro «Teoría y téc» nica de la encuesta religiosa.» ~ Con ello queda reflejada la indiscutible autoridad científica del autor, así como su experiencia y capacidad práctica para tratar de temas como el del presente número de DOCUMENTACION SOCIAL.

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INTRODUCCION

Las parroquias en España son piezas de un mosaico variado y rico: parroquial rural y urbana, suburbial o inmersa en el corazón de la gran ciudad, dispersas en aldeas minúsculas o los caseríos del norte o densamente agrupadas, en las llanuras de Castilla la Nueva o Andalucía, abiertas a las corrientes del turismo de las nue­ vas ideas o dormidas en su secular aislamiento. Es difícil por tanto ofrecer un cuestionario normalizado y válido para todas. Existen, sin embargo, datos básicos comunes a todas. Esos son los que pretendemos buscar. Nadie quiera encontrar aquí un exhaustivo, tecnicista y farra­ goso directorio para un estudio socio-económico de la parroquia. Los interminables y difíciles cuestionarios sobre situación econó­ mica, laboral, de la cultura, que llenan la primera parte de muchos esquemas de investigación religiosa, suponen en el investigador, más la vocación y preparación de economistas, sociólogos, urba­ nistas, que de pastores al servicio del pueblo de Dios. Indudable­ mente que todo aquello puede ser útil, a veces preciosísticamente útil, a veces también necesario en algún campo concreto para entender una situación especial; casi siempre, sin embargo, impo­ sible de llevar a la práctica sin la preparación, medios y tiempo su­ ficiente, con el que no cuentan la mayor parte de nuestros sacer­ dotes o investigadores. Unicamente se pretende presentar un instrumento sencillo que se ajuste al múltiple quehacer de cuantos desean una pastoral más eficaz y quieren sentarse un poco, antes de obrar, para meditar, se­ gún la parábola evangélica, dónde están y cuántos son los que vienen contra nosotros y en qué punto se halla esta torre siempre en construcción, hasta que Cristo vuelva, y que es Casa de Dios: La Iglesia. 6—

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I. Fundamentación teológica del esquema para el estudio socio-pastoral de la parroquia Conviene precisar las funciones pastorales de la parroquia, antes de adentrarnos en el árido campo de las cifras, de las en­ cuestas, de las observaciones sobre los factores que pueden con­ dicionar el crecimiento del reino de Dios, que es el grano de mos­ taza evangélico sembrado en el mantillo de la calidad humana y te­ rrestre. El pueblo de Dios, injerto vivo de Cristo, participa en todos sus miembros del sacerdocio, de la realeza y del profetismo de su cabeza. En el reflejo de esta condición de Cristo en sus miem­ bros está la verdadera vitalidad de la Iglesia. La parroquia en escala reducida presenta el modelo de la Iglesia: «La parroquia presenta el modelo clarísimo del apostolado comunitario, reduciendo a la unidad todas las diversidades hufnanas que en ella se encuentran e insertándolas en la Iglesia Uni­ versal.» (1). Las tres grandes funciones pastorales de la Iglesia y por tanto de la parroquia son: — La ofrenda del sacrificio sacramental eucarístico de Cristo y del espiritual de los hombres. Esta ofrenda contiene fundamen­ talmente el sacerdocio de todos los cristianos, pues constituye el sacrificio del Cristo total. — El ejercicio de la realeza de Cristo, por el dominio del pe­ cado y del mundo. — La proclamación y enseñanza viva de la palabra de Dios. Ampliemos un poco estos gozosos conceptos.

COMUNIDAD SACERDOTAL. OFRENDA DEL SACRIFICIO CRISTIANO Mientras dura la peregrinación del pueblo de Dios, los elegidos al sacerdocio jerárquico ofrecen para el pueblo el sacrificio sa­ cramental. Su complemento necesario, el sacrificio espiritual, de­ ben realizarlo los fieles todos: — 7

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a) b) c)

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porque el ser del cristiano y, por tanto, su vida está con­ sagrada. porque la ofrenda del Cuerpo y la mortificación completan lo que falta a la pasión de Cristo, al sacrificio del Cristo. porque todas las obras del cristianismo tienen una respon­ sabilidad y trascendencia espiritual no sólo para sí, sino para todos los hombres. porque, por la familia cristiana, donde se funden la función natural y el sacramento, los cristianos se convierten en células de crecimiento de la Iglesia. Los padres son sacer­ dotes en el culto e Iglesia familiar, formadores de nuevos cristianos. Por la mutua entrega de los esposos, como en­ tre Cristo y la Iglesia, se efectúa un sacrificio, una muerte al propio yo. Porque los que se han consagrado a Dios por la práctica de los consejos evangélicos, se unen como hostias vivas al sacrificio total de sí mismos, realizado con Cristo Sacer­ dote. porque todos los cristianos en la ofrenda sacramental eucarística participan activamente y completan la acción mi­ nisterial del sacerdocio jerárquico con la ofrenda de sí mismos. porque todos los cristianos reciben, en raíz, la posibilidad de conferir en nombre de Cristo, el sacramento del bau­ tismo, por el cual los hombres participan de la vida de Cristo y son salvados al unirse al pueblo de Dios.

REALEZA DEL CRISTIANO. LA PARROQUIA COMO DIACONIA O SERVICIO El cristiano es rey, porque es dominador del pecado, de la car­ ne, gobierna su cuerpo y su alma. Cuando el hombre restablece el orden de la naturaleza, se acerca a Dios y al acercarse a Dios, se cobra el dominio de lo inferior. Servir a Dios es reinar; sin em­ bargo el Dios de los cristianos no es el Dios de los filósofos sino el de Cristo; por el cual este reinado interior se diferencia sus­ tancialmente de las teorías filosóficas, principalmente estoicas que aparentemente defienden lo mismo. Es, por tanto, necesario someterse a los planes salvífícos de Cristo sobre nosotros, los demás hermanos y el mundo: a) En primer lugar el cristiano, rey como Cristo en la Cruz, debe proceder a la ejecución del propósito de Dios en el 8—

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mundo, ejecución que será penosa y laboriosa. Por este dolor y trabajo e! cristiano, como en Jesús es fie! a su misión de amor. El sacrificio es a la vez el aspecto dolo­ roso del sacrificio y del compromiso cristiano y signo de acto regio por lo que implica dominio. b) Por otra parte, Cristo que vino como Señor «está a la me­ sa y sirve»; no obstante, estar «sentado sobre e! trono de la majetad de los cielos», es ministro de! tabernáculo y «siendo igual a Dios, tomó forma de siervo», Por esta razón para el cristiano su poder real, implica necesidad de servicio, y tanto más servidor, siervo ha de manifestarse, cuanto mayor participación tenga del poder real de Cristo. c) El cristiano es rey como Cristo, pero sujeto a las mismas leyes de Cristo «que se manifestará a! final de los tiempos con todo poder y majestad», Pero en las condiciones de este mundo es necesario manifestar la realeza cristiana, como Cristo en la Cruz. La Iglesia se estructura jerárquicamente, pero la vida de la Iglesia implica la necesaria cooperación de los fieles. Una declaración del magisterio, un decreto del gobierno de la jerarquía eclesiástica, así como la consagración eucarística, valen en el plano estructura! sin la participación de los fieles, pero ne­ gar la presencia, la cooperación, el consentimiento de éstos, a quienes aquéllos actos se dirigen, es desconocer el orden de la vida. Por esta razón en el cristianismo el axioma «servir a Dios es reinar» no es suficiente. Reinar es servir a Dios y al hermano.

PUEBLO DE PROFETAS Y DE APOSTOLES. LA PARROQUIA C O M U ­ NIDAD DE FE Y DE ESPERANZA. Los miembros del pueblo de Dios, la Iglesia, participan tam­ bién del profético de Cristo. Es un pueblo de profetas.

Este don lo ejercitan: —- Por el ejercicio de las obras, la fe, la esperanza y la cari­ dad; que requieren, para ser vividas, la gracia de Dios; por medio de estas obras se conduce el mundo a Dios. —■ Por el ejercicio de la palabra, en la cual pone su virtud so­ brenatural Dios. Esta palabra puede ser la alabanza y ora­ 9

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ción dirigida á Dios, o la «mediación de la palabra» por la cual el cristiano, esencialmente apóstol también, comunica el conocimiento de Dios. — Por la asistencia del Espíritu Santo en la fe indefectible de su pueblo. Le comunica el nuevo sentido de la fe, por el cual capta la verdad, que si es asentida por los miembros de la Iglesia, «desde el Obispo hasta los últimos fieles se­ glares», hacen regla de fe. De esta forma no sólo el Vicario de Cristo, sucesor de Pe­ dro, o los Obispos con él, pueden ser intérpretes infalibles de la verdad, sino también el pueblo unido a los pastores. Por esta razón la coincidencia de la totalidad moral de los fieles, y no sólo de la tradición y la Escritura, son regla infalible para deducir las verdades en que infaliblemente debemos creer. — Por la concesión a cada uno de los miembros, según quiere, de dones y gracias extraordinarias y comunes, para la re­ novación de la Iglesia. Dones y gracias (profecía, milagros, inspiración para determinadas empresas, cooperación deci­ dida en ellas, formación de opinión, etc.), que le son envia­ dos a los fieles (clérigos o laicos) para utilidad de la Igle­ sia. La jerarquía que preside la Iglesia juzgará la autenti­ cidad de estos dones especiales; pero no podrá apagarlos. SIGNOS DE VITALIDAD CRISTIANA EN UNA PARROQUIA De cuanto hemos dicho se deduce que para vislumbrar la vita­ lidad de la parroquia es preciso examinar en la medida en que ello es posible: — La participación verdadera en la vida litúrgica, por la que el cristiano realiza principalmente su sacerdocio. — La conducta, el trabajo, el dolor de los fieles de la parro­ quia en sus manifestaciones históricas y presentes, reflejan el orden querido por Dios. Este dominio sobre sí y sobre el mundo no se obtiene sino mediante una actitud de servi­ cio en el que la norma suprema cristiana para ordenarse a sí mismo en las manifestaciones éticas y las cosas del mundo, es la caridad. — La forma en que se proclama, enseña y recibe la palabra viva de Dios. El Mandamiento de Cristo, que sirve de señal a sus seguidores y que, por tanto, resume toda la vitalidad de la parroquia, es la 10 —

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caridad en su más amplio sentido cristiano. Puesto que la caridad es: — La puesta en común de las cosas y sobre todo de los ristía participamos del mismo pan que es Cristo, y por él recibe una misma vida la familia de Dios. Esta unión de familia origina la sujeción real y afectiva a los mismos ór­ ganos de administración y gobierno, la jerarquía. Así la eucaristía realiza a la Iglesia y la Iglesia hace la eucaristía. — La puesta en común de las cosas y sobre todo de los servicios y «talentos», según el evangelio, de las personas. — La puesta en común de la fe, a través del testimonio de la vida y de la palabra, esto es, por el apostolado. PLANES PASTORALES Y COMUNIDAD PARROQUIAL «La pastoral de conjunto no es otra cosa que señalar el carácter unitario y eclesial de las tres grandes funciones pastorales de la Iglesia: la liturgia, la caridad y la palabra.» Los planes pastorales de conjunto, palabra que habría de cam­ biarse por pastoral de comunidad (ya sea parroquial diocesana, etcétera.), derivan de los presupuestos teológicos anteriores de! pluralismo de instituciones y recursos que el devenir histórico ha creado dentro de la sustancial unidad de la comunidad cristiana, de la condición y sesgo nuevo que han tomado los hombres, la sociedad y el mundo de nuestros días. Los planes pastorales de la comunidad vienen a ser una mode­ rada y legítima socialización de la pastoral en una época en que los individualismos de las personas o de las instituciones son insu­ ficientes. El plan pastoral de la comunidad parroquial consistirá por tanto en activar orgánicamente a todos los fieles, instituciones y re­ cursos de la parroquia, para que mediante el reavivamiento de la fe y del apostolado: de la vida cristiana o de la caridad y de la vida litúrgica o participación en el sacrificio mediador del Cristo Total, encarnen y extiendan el reino de Dios en las condiciones actuales del mundo, teniendo como vínculo de unidad de todos los esfuerzos el ministerio del párroco, representante o vicario del Obispo. PASTORAL DE TODA COMUNIDAD. FUNCIONES DEL MINISTERIO Y DEL LAICADO ECLESIASTICOS «Los seglares tienen su papel activo en la vida y acción de la

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Iglesia como partícipes que son del oficio de Cristo, sacerdote, profeta y Rey. Su obra dentro de las comunidades de la Iglesia es tan necesaria que sin ella el mismo apostolado de los pastores muchas veces no puede conseguir plenamente su efecto. Nutridos con la participación activa en la vida litúrgica de la comunidad, cumplen solícitamente en las obras apostólicas de la misma; conducen hacia la Iglesia a los que quizá andaban aleja­ dos; cooperan resueltamente en la comunicación de la palabra de Dios, sobre todo con la instrucción catequética; con la ayuda de su pericia hacen más eficaz el cuidado de las almas e incluso la administración de los bienes de la Iglesia.» (2). En la edificación del cuerpo místico de Cristo, de la comunidad del pueblo de Dios, pueden distinguirse dos direcciones fundamen­ tales. Los que construyen de arriba a abajo y los que van de abajo arriba. La jerarquía eclesiástica ha recibido del divino Fundador de la Iglesia, el ministerio de regir, enseñar y santificar. Esta última función la realiza principalmente por los sacramentos y en espe­ cial por la Eucaristía, sacramento de la Iglesia. El ministerio je­ rárquico, en los aspectos que no requieren el sacramento del Or­ den, puede ser también delegado a los seglares, que de esta forma cooperan en el apostolado propio de la jerarquía. Pero el seglar tiene su puesto propio principalmente en el mundo. Santificar las estructuras humanas, haciendo que se aco­ moden a la voluntad del Creador, es construir la Iglesia desde abajo, pero igualmente construir Iglesia. Quien se esfuerza por construir la comunidad humana, la familia de los hombres, está poniendo la base sociológica, el punto de conjunción, que animado y perfeccionado por la caridad cristiana, la convertirá en la sobre­ natural familia de Dios. Ninguna actividad humana es indiferente para la edificación de la Iglesia. Y la parroquia es célula y proto­ tipo de toda la Iglesia. LA ACCION PASTORAL, ANIMACION DIVINO-HUMANA DE LA COMUNIDAD Esta animación comunitaria se realiza desde arriba: — Por la consciente celebración de los sacramentos, sobre todo de la Eucaristía, sacramento de la Iglesia, que une así todos sus miembros en un solo Cuerpo espiritual con su Cabeza Cristo. — Mediante la catequesis de los misterios del Cuerpo Místico de Cristo. 12 —

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— Por la orientación doctrinal de asociaciones y obras que emprenden los seglares. La pastoral comunitaria se realiza desde abajo: — Sintiéndose un solo corazón y una sola alma. — Realizando, mediante su puesto en el mundo, su vocación cristiana, por el apostolado, el servicio de caridad y la ofrenda del sacrificio con Cristo Mediador y Sacerdote. — Haciendo mejores y más humanas las realidades del mundo. En estas dos direcciones, de arriba a abajo y de abajo a arriba, han de realizar su acción pastoral tanto el iaicado como el ministe­ rio eclesiástico. Ninguno encama sólo ¡o de arriba o lo de abajo.

LA PARROQUIA EN SU MUNDO CIRCUNDANTE Todo plan pastoral de la comunidad parroquial lia de ajustarse necesariamente al molde físico, humano y social de la misma pa­ rroquia. La parroquia es su propia naturaleza (descrita por la teo­ logía y el derecho) y su circunstancia. Habrá que estudiar esta circunstancia geográfica, demográfica, social, económica y cultural de la parroquia, no sólo para que toda pastoral sea pragmáticamente eficaz, sino para guardar el princicipio «católico» de una Iglesia, que como su Señor, ha de encar­ narse en cada pueblo y cada cultura. «Si volvieran a nuestra sociedad quienes la dejaron hace cin­ cuenta años, creerían encontrarse ante un mundo asombroso y nuevo: desconocidas las ciudades que abandonaron Gomo burgos familiares; los valles y aldeas que se vuelven desiertos humanos; la técnica que se ha enseñoreado de la vida y le pone un ritmo nuevo material y espiritual; los valores políticos, morales y hu­ manos transmutados y unos útilísimos pero tupidos hilos que tejen un entramado de grupos y afinidades en gran parte inéditos entonces. Pues bien, hace cincuenta años se redactó el derecho parro­ quial que aún rige. Mejor dicho se codificó, porque el hilo, aunque fuerte y concienzudo, venía hilándose desde más allá del medi­ oevo. Si la hilaza deberá seguir siempre la misma, porque el de­ recho parroquial sigue y seguirá basándose en bases teológicas inconmovibles, la estructura social ha cambiado y las medidas no —

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pueden seguir siendo las mismas. Hace falta algo más que re­ miendos.» (3). PORTE SOCIOLOGICO DIVERSO DE LAS PARROQUIAS Las parroquias de la ciudad se han perdido en el bosque de los rascacielos, en el ruido del tráfico, entre luces de neón, que nos recuerdan constantemente la llamada de la tierra. Una muche­ dumbre nueva o renovada acampa dentro de los artificiales lin­ deros parroquiales. Una gran parte de los que acuden a la pa­ rroquia para «hacer sus papeles» han de buscar la dirección por­ que jamás estuvieron antes. Con bautizar, asistir a los matrimo­ nios y administrar burocráticamente, el clero llena la mayor parte de sus horas; insensible y aún inevitablemente se le amarra a una profesión administrativa y cultural. Por el contrario, muchas parroquias rurales se desmoronan de­ mográficamente cada año para ser sombras del pasado. Más de doscientas parroquias en el año 1964 entraron a formar parte en España de la ya larga lista de las que tienen menos de veinte fa­ milias. Y lo malo es que de allí se fueron los jóvenes, los más arriesgados; sólo quedó el pesimismo en la triste rutina humana. La parroquia puede concebirse principalmente, en su aspecto sociológico (no teológico), como comunidad, puesto de servicio o misión. — La parroquia entre las demás parroquias, es la casa propia sobrenatural, entre las casas de los demás hermanos. Estamos en la época del hombre colectivo; pero la progresiva y anónima so­ cialización amenaza la individualidad de la persona. La parroquia es para los fieles el lugar de refugio; el cristiano no está solo en una colectividad sin alma, está en la comunidad de Dios. Esta idea y realización de la parroquia-familia tiene su expre­ sión fontal en la mesa común del altar, pero fluye en natural cascada, a otros estratos humanos, no puramente religiosos: la mutua ayuda, la solidaridad, la promoción cultural, económica y social emprendida por la vecindad cristiana. — La Iglesia no puede parcelarse ni teológica ni sociológica­ mente. La parroquia pertenece a todos los cristianos, que hoy tie­ nen domicilio distinto para pernoctar, trabajar y divertirse. Los cristianos encontrarían a la parroquia como refugio y lugar donde recostar sobrenaturalmente en la ruta de su peregrinación hacia Dios. Los límites parroquiales no sirven o pasan a segundo tér­ mino. 14 —

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Habrá de cuidarse por tanto la especialización pastoral de cada una de las parroquias: celebración de matrimonios, bautizos, confesiones, predicación, liturgia esmerada, etc. La parroquia ser­ viría de centro de reclutamiento a las asociaciones que desbordan todo límite geográfico artificial; la parroquia sería escuela de for­ mación comunitaria, pero no verdadera comunidad. — Si la religiosidad habría de medirse por el viejo metro del cumplimiento dominical, la ciudad se habría descristianizado; así hablan las estadísticas con raras y honrosas excepciones. Si la medida ha de buscarse en la valoración más o menos cristiana de la vida, de las actitudes de los hombres, en la caridad, en la mo­ ralidad externa, la conclusión pesimista se reafirmaría en la ma­ yor parte de los casos. La parroquia debe ser, por tanto, según algunos, un puesto de misión: son mayoría, aún en países de vieja cristiandad, los alejados prácticamente de la Iglesia o de los valores y actitudes cristianos. No vamos a tomar partido exclusivo por ninguna de las des­ cripciones ni soluciones anteriores. Lo tomamos por todas. Sucede en nuestra visión parroquial como en la litúrgica: estábamos acos­ tumbrados a un molde uniforme, rígido y por ello causa extrañeza, farisaica a veces, las mínimas diversidades de interpretación de las nuevas rúbricas por cada sacerdote; también estábamos acos­ tumbrados a ver funcionar la parroquia bajo uniformes moldes canónicos en cualquier medio religioso o social. No debiera extra­ ñarnos que fuera de otra manera (4). CONCLUSION. ESQUEMA PARA EL ESTUDIO SOCIO-PASTORAL Consecuencia del esquema anteriormente expuesto sobre:

— las funciones pastorales de la parroquia y la pastoral de conjunto. — los planes pastorales de comunidad parroquial y su nece­ sario condicionamiento por la situación concreta de los hom­ bres, de la sociedad y del mundo ambiental. — la necesaria intercorrelación entre la parroquia (unidad-mi­ cro) y las unidades pastorales en las que se engarza y de las que recibe freno o impulso (zona, arciprestazgo, dió­ cesis). — 15

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Trazamos el siguiente plan de estudio: 1. Estudio de la parroquia dentro de la unidad pastoral inme­ diatamente superior: la zona pastoral. No se puede entender el texto sin el contexto, la parroquia sin su zona ambiental. Se trata, como en uria lectura, de una ojeada rápida y general del sentido de cuanto rodeg al núcleo parroquial que deseamos analizar. El estudio dete­ nido de la zona vendría después, desde todas las parroquias, de abajo a arriba. A este intento corresponde el capítulo III. 2. a) El medio físico y económico-social, en que ha de ger­ minar la semilla del reino de Dios (Capítulo IV ). b) El acondicionamiento humano: demografía, familia, co­ munidad, etc. (Capítulo V) c) Clima general de la cultura (Capítulo V I). 3. Constituye este apartado el centro del estudio. El anterior es premisa, como cuerpo y soporte de éste. a) Participación, por la vida litúrgica principalmente, en el sacerdocio de Cristo (Capítulo V il). b) Actitud cristiana en orden a «restaurar todas las cosas en Cristo» y formar una auténtica comunidad de caridad y servicio (Capítulo V III). c) Sentido de la fe, criterios y valoraciones cristianas de la feligresía que recibe de Cristo el carácter de pueblo de profetas (Capítulo V III). Es preciso completar esta visión socio-religiosa del pueblo de Dios en la comunidad parroquial, con el estudio del «ministerio» (Servicios y servidores de la comunidad: clero, escuelas y maes­ tros de la Iglesia, personal afecto laboralmente a la parroquia, Acción católica como tal, etc) y de los carismas (vida religiosa, santidad extraordinaria, organizadores de movimientos religiosos dentro de la parroquia, etc.) (Capítulos X y X I). 4. El último apartado es sólo un apéndice sobre la forma de graficar los resultados y los criterios a seguir para interpretarlos.

(1) Decreto del Vaticano II sobre el Apostolado de los Seglares, número 10. (2) Obra citada, núm. 10. (3) J. M, Díaz Mozaz. «La parroquia animadora de la vida comuni­ taria.» Perspectivas Sociales, núm. 6, pág. 3. (4) Obra citada, pág. 5. 16

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II. Fuentes y medios

Fuentes de información accesibles a todo investigador para realizar el estudio socio-pastoral de una parroquia son: 1.

La observación directa.

2.

Los datos contenidos en el censo o fichero de familias o individual de la parroquia.

3.

Las encuestas sobre cumplimiento del precepto dominical o sobre actitudes u opinión.

4.

Los archivos diocesanos, parroquiales, municipales y judi­ ciales y literatura monográfica.

LA OBSERVACION DIRECTA La observación directa, como venero científico para el estudio socio-religioso ha sido tan menospreciada por unos (normalmente tecnicistas) como sobrestimada por otros (casi siempre hom bres de acción directa). La verdad se mantiene en el justo medio. El párroco, el cristiano, el tiano escucha y acompaña a y hermanos en sus trabajos, das, juicios u observaciones investigador frío.

prójimo que con devoto interés cris­ lo largo del tiempo a sus feligreses gozos y tristezas puede em itir medi­ socio-religiosas más certeras que el

No conviene, sin embargo, fiarse demasiado de la intuición cor­ dial, tejida con datos desmazalados, que nos han impresionado a veces. 17

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Los juicios y conclusiones sacados de la intuición pueden ser valiosas hipótesis, que se han de confirmar o corregir por medio de una investigación más sistemática. Es preciso, por tanto, confirmar, ampliar o corregir tales hipó­ tesis o presupuestos con los instrumentos de investigación que describiremos.

EL CENSO PARROQUIAL

Los datos contenidos en el censo o fichero familiar o individual de la parroquia. Todas las parroquias, por mandato canónico, han de llevar el fichero de la feligresía o el libro «de statu animarum». El celo encomiable por modernizar la organización de la labor pastoral y nuestro temperamento francotirador y personalista produjo casi tantas clases de fichas para los censos como parroquias. Aquí, sin embargo, obligadamente nos vamos a referir sólo a la Ficha Nacional para Censos Parroquiales, editada por la Oficina General de Información y Estadística de la Iglesia y elaborada por CESA (Centro de Estudios de Sociología Aplicada) de la Sección Social de Cáritas Nacional. Esta ficha es fruto del examen de los modelos anteriormente existentes, así como de la aportación per­ sonal de varios párrocos, pastoralistas y sociólogos. Aparte de su valor intrínseco, la ficha es utilizada por millares de parroquias de suerte que podemos calcular un tercio de la población española censada según dicho modelo de ficha nacional. Se va logrando así una normalización a escala nacional de los fi­ cheros parroquiales, lo que nos permite poseer abundante mate­ rial homogéneo. Reproducimos la ficha nacional y las instrucciones para su em pleo:

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FICHA NACIONAL (Anverso)

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FICHA NACIONAL (Reverso)

LLENADO DEL ANVERSO MARGEN SUPERIOR HORIZONTAL: Calle o plaza.—Escríbase la calle y ordénense las hojas por orden alfabético de calles, haciendo caso omiso de las denominaciones siguien­ te s :. Avenida, calle, callejón, callizo, camino nuevo, camino viejo, carre­ tera, gran vía, pasaje, partida, plaza, senda, travesía, etc., denominacio­ nes que se podrán añadir luego, si hiciesen falta, para evitar confusio­ nes. Número, piso, puerta, teléfono: Una vez ordenadas las hojas por calles, ordénense por números y luego por pisos. Anótese el número del teléfono si lo hubiere. Casillas a-o . a) Número de miembros de la familia: Escríbase el número de ellos. Caso de haber criados o servidores u otras personas que no pertenez­ can a la familia, escríbase igualmente con número, separado por un guión del anterior (Ejemplo: 6-2). b) Años domiciliado en la parroquia: Anótense los años que lleva domiciliado en la parroquia el padre de familia, en el caso que sea «n migrante. Si es natural de ella, no se anote nada. c)

Oración en familia: SI o NO.

d)

Tipo de vivienda: . Lujosa. : Confortable. :. Mediana. :: Insuficiente. ".Infrahumana. e)

Ayuda dada a la parroquia: . Extraordinaria. : Normal, atendiendo a su condición y la situación de la pa­ rroquia. :. Por debajo de lo deseable, dada su condición.

f)

Ayuda recibida de la parroquia. . Extraordinaria. : Normal. :. Por debajo de lo normal en la parroquia.

g)

Bulas: Póngase SI o NO, según el caso. (*)

h)

Prensa que lee la familia: . Católica. : General, profesional, etc. :. Ninguna. :: Anticatólica u hostil a la Iglesia.

(*)

La ficha fue redactada antes del nuevo régimen penitencial. — 21

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i)

Condición económica de la familia: . Muy acomodada. : Holgada. Mediana o justa. :: Escasa y necesitada. Mísera.

Apellidos familiares y apodo: Primeros apellidos del padre o de la madre y el apodo, si son conocidos por él. COLUMNAS VERTICALES: Del I al IX: Para cada miembro de la familia. En el caso de que haya más de nueve miembros, empléese otra hoja. X, XX, XXX: Para servidores u otras personas sin parentesco familiar. Apellidos y nombre: Padre, madre, hijos, por orden de edad, parientes y, por fin, los no familares. Tratándose de los hijos, basta anotar el nombre de pila. Parentesco: Indíquese su relación con el cabeza de familia, escribien­ do la inicial de las palabras siguientes: Esposa (E); hijo o hija (H); padre (P); madre (M); sobrino o sobrina (S); nieto o nieta (N); cu­ ñado o cuñada (C); suegro (PP); suegra (MP); tío o tía (T); servicio (SR); pupilo o huésped (H), etc. Estado: S (soltero), C (casado), V (viudo). Nacimiento/Bautismo: Nacimiento: Lugar: entidad y provincia en el renglón N. Fecha: Así: 5/3/54, en el renglón N. Bautismo: Como en nacimiento, pero en el renglón B. Confirmación: SI o NO. Matrimonio: Lugar y fecha. El mismo procedimiento que en el naci­ miento. Instrucción: General:

. :

Superior. Medía. Profesional. Primaria. Nula.

22 —

O

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R el i g i o s a : . Excelente. : Buena. Regular. :: Deficiente. Nula. Ocupación y categoría profesional: Póngase NO activos en los siguientes casos: Retirado o pensionista. Propietario o rentista. Ancianos o impedidos. Sin profesión. Mujeres dedicadas a sus labores. Escolar (menos de catorce años, que estudia). Estudiante (más de catorce años, que estudia). (En caso de que trabajen y asistan a clase se indican las dos cosas.) Cuando se trate de personas activas hay que indicar la rama de pro­ ducción a que pertenecen y la categoría laboral que ocupan dentro de dicha rama, conforme al cuadro que establecemos a continuación: Ramas

Categorías

SERVICIOS

Admón. Pública (funcionarios públicos). Transportes y comunicaciones. Servicios financieros (banca y similares). Profesionales. Públicos no administrativos (Guardia, Policía, etc.). Religiosos. Doméstico. Varios.

AGRICULTURA

Bracero. Aparcero. Arrendatario. Cultivador directo.

MINERIA

Peones. Obreros especializados. Técnicos. Empleados. Dirigentes.

PESCA

Marinero o pescador. Especialista. Patrón.

INDUSTRIA

Peones. Obreros especializados. Empleados, — 23 o índice

Técnicos. Dirigentes. Artesanos. COMERCIO

Empleados. Dirigentes. Artesanos.

Empresa, colegio o lugar donde trabaje: Dése el nombre. Ultimos Sacramentos: Póngase SI o NO. LLENADO DEL REVERSO MARGEN SUPERIOR HORIZONTAL: Apellido o apodo, como en el anverso. Referencias: Aquí puede constar la referencia a otros ficheros o cua­ dernos particulares del Párroco. Incluso dentro del mismo fichero parro­ quial, si uno se casa, puede tener la referencia a la ficha familiar de donde procede. Casillas 1-25: Para señalar datos de carácter familiar. Observaciones generales: — La barra transversal separa la parte superior izquierda, dedi­ cada a las personas del género masculino, de la parte inferior derecha, para los del femenino. — En estas casillas se escribirá la cifra que corresponda de per­ sonas interesadas en cada caso. Si no hay nadie de alguno de los dos sexos, no se anota nada. — En la primera etapa de la utilización, llénense las casillas 1-22. En la segunda se pueden ir rellenando las demás, a medida de las necesidades y posibilidades. Caso de que algún párroco considere conveniente utilizar alguna otra casilla, le rogamos se ponga en contacto con la Oficina General de Información y Estadística de la Iglesia, como antes se ha dicho. Detalle de su utilización.— (La clasificación de profesiones que sigue, no está basada en un criterio económico como la anterior, sino más bien, en un criterio pastoral, centrado sobre dos bases: Profesionales que plantean algún problema especial y profesionales que pueden prestar algún servicio al párroco.) 1. Profesiones liberales (abogado, catedrático, farmacéutico, ingenie­ ro, juez, médico, maestro, notario, químico, veterinario, etc.). 2. Grandes propietarios (comercio, industria, agricultura, seguros, transportes, etc.). 24 —

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3. Artesanos y pequeños propietarios. 4. Cargos públicos (Ejército, Guardia Civil, Policía, alcalde, alguacil, etcétera). 5. Empleados y funcionarios (Oficinistas, viajantes, corredores, ven­ dedores, etc.). 6. Obreros industriales (Maestro, especialista, oficial, ayudante, peón, etcétera). 7. Trabajadores del campo. 8. Pescadores. 9. Sus labores. 10. Estudiantes universitarios. 11. Estudiantes de Enseñanza Media o Profesional. 12. Escolares. 13. Domésticos y servicios varios (chófer, jardinero, doncella, etc., que vivan en la casa particular donde prestan el servicio). 14. Personas de influencia o de prestigio en su medio ambiente. 15. Católicos, según se entiende en la casilla «Vida religiosa». 16. Católicos practicantes. 17. Católicos indiferentes. 18. Católicos alejados. 19. No católicos. 20. Católicos que comulguen al menos semanalmente. 21. Católicos que comulgan menos de una vez al año. 22. Católicos que habitualmente van a Misa los domingos y fiestas de guardar.

QOLUMNAS VERTICALES: Del I al XXX,-—Deben corresponder a las mismas personas que en el anverso. Las columnas siguientes están subdivididas en seis casillas que co­ rresponden a los años 0 y 5 a partir de 1960 hasta 1985. • Los años escogidos se han acomodado a los de los Censos y Padro­ nes Municipales, a fin de poder relacionar estos datos religiosos con los civiles de esos años. Sería de desear que cada cinco años se rellenara la casilla corres­ pondiente a fin de poder apreciar la trayectoria seguida por los fieles. Si los datos no se recogen en año 0 ó 5, se anotan en la casilla del año más próximo. Así, por ejemplo, datos del año 1964, irían en la casilla 65; y datos del año 1962, en la casilla 60, etc. M i s a : Si Si . : :. :: ::.

está impedido, póngase NO. no está impedido: asiste todos los días, asiste algunos días entre semana, asiste todos o casi todos los domingos, sólo las grandes fiestas, nunca o casi nunca. —

25

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Comunión: Si Si . :

no la ha recibido, póngase NO. la ha recibido: a diario, a la semana, al mes, :: algunas veces al año, una vez al año, ::: menos de una vez al año.

Vida religiosa: Católicos activos, que no sólo creen en la Iglesia y cumplen ha­ bitualmente, sino que también participan en las actividades apostólicas como dirigentes. :

Igual que el anterior, pero sin llegar a dirigentes.

:. Católicos prácticos, que creen en la Iglesia, cumplen Jiabitualmente, pero no participan en las obras apostólicas. ~~ :: Católicos indiferentes, que creen en la Iglesia y cumplen irregu­ larmente. Se acercan a la Iglesia algunas veces. Ni están abier­ tamente dentro, ni fuera. Católicos alejados, que creen en Dios, pero no en la Iglesia; no practican nunca, excepto quizá en los actos tradicionales (Bau­ tismo, primera comunión, matrimonio, sepultura eclesiástica, etcétera.). ::: No católicos; no están bautizados, o están adscritos a otra reli­ gión. Vida moral: (Prescindiendo de su actitud frente a la Iglesia.) .

Integridad moral.

::

Notas positivas de moral cristiana (caridades secretas, haberse prestado desinteresadamente a transfusiones de sangre varias veces, visitas a hospitales, actitud respecto a las vocaciones de sus hijos).

:. Buena, pero sin ningún rasgo positivo sobresaliente. :: Notas morales contradictorias: Ser dadivoso con determinados pobres y cerrado con la Iglesia; protector insigne de un con­ vento y cerrado con la Parroquia; generoso con la Iglesia y mal cumplidor con sus obreros; blasfemo, pero jamás falta a Misa; deshonesto, pero caritativo; honesto, pero egoísta, etc. ::. Defecto o vicio sobresaliente: blasfemia, embriaguez, etc. ::: Perverso moral. 26 — O índice

Vida social: Persona influyente o prestigiosa en su medio ambiente. :

Persona que participa en la vida social de su medio ambiente. (Asiste a reuniones, es miembro de alguna Asociación.) Persona aislada.

Asociaciones: .

Escríbanse las iniciales o siglas de las Asociaciones a que perte­ nece (ejemplos: JOC., AC., Ad. Noc., H. María, etc.).

Ejercicios y Cursillos: .

Escríbase la fecha (basta el año) de la última vez que ha asistido a Ejercicios, Cursillos de Cristiandad, Ejercitaciones, etc.

Observaciones individuales: .

Las que el Párroco crea de interés y no consten ya en el fichero.

Observaciones familiares: .

Lo mismo que el anterior, pero referente a la tónica general de la familia.

:

Sería útil anotar en este apartado los cambios de vivienda, ayuda de la o a la Parroquia, Prensa, etc.

Datos sociológicos que pueden elaborarse de las fichas fam iliares Elaborado el censo parroquial, según la ficha descrita, pueden extraerse de él datos muy abundantes para el estudio socio-reli­ gioso de la parroquia. De la copiosa serie de correlaciones de datos, que sin acudir a otro lugar que a la ficha, podrían establecerse, se exponen a continuación algunos ejemplos: 1) Interesa localizar el número de feligreses correlacionan­ do barrios y calles con la categoría profesional, ocupación, origen y vida religiosa. Se elabora un pliego para el vaciado de datos, según nos interese clasificarlos para nuestros fines pastorales. Pongamos por caso éste: 27

o

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Se separan las fichas por los barrios o calles que vamos a estudiar. Dos personas del equipo colaborador se encargan de clasificar los datos de la siguiente forma: Una de ella dicta sucesivamente: la profesión de los miembros adultos de la familia (anverso I a XXX: Ocupación); procedencia (anverso I a XXX: Nacimiento); vida religiosa (Reverso I a XXX). Mientras la lectura, el segundo colaborador localiza, sin señalar hasta la lectura del último dato, la casilla donde ha de ser consig­ nado finalmente. Las primeras fichas llevarán algo de tiempo; después será tarea rapidísima y casi mecánica. 28 —

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Conviene que en el pliego de vaciado demos mayor amplitud a las columnas reservadas a conceptos que preveemos se han de repetir más frecuentemente, v.g.: en el estadillo propuesto a la columna de autóctonos. Impedirá que la columna se sature pronto de signos. 2) Ayuda a la parroquia y condición económica. (Anverso: pes­ tañas e y h.) 3) Condición económica — número de hijos— moralidad. (An­ verso: pestaña i; familiares I a XXX; reverso: I a XXX moralidad). 4) Instrucción - grupos de edad - religiosidad. (Anverso: I a XXX instrucción - 1 a XXX fecha de nacimiento - reverso: I a XXX vida religiosa.) 5) Tipo de vivienda, origen, años domiciliados en la parroquia. ' 6) Misa - Comunión - vida religiosa. 7) Ejercicios y cursillos - vida religiosa - profesión. Observaciones. La encuesta por muestreo en el censo parroquial. Hemos puesto estos seis ejemplos de las múltiples correla­ ciones que pueden realizarse. Pero es preciso hacer tres advertencias importantes: 1. En las parroquias muy grandes (dos, tres o cuatro mil fa­ milias), si se quiere realizar un estudio exhaustivo, se hará ne­ cesario un cuadro de tabulación realizado por técnicos y el uso de sistemas de ficha perforada y la clasificación por máquinas elec­ trónicas. En las parroquias más pequeñas este procedimiento por fuerza costoso y complicado no es necesario. Basta con los procedimien­ tos manuales indicados y llevados a cabo por un equipo que no requiere larga preparación. 2. Aún en las parroquias grandes se puede optar por un mues­ treo, según las correlaciones que se desean efectuar: puede bastar para muchos casos elegir para su elaboración una ficha entre este sistema de selección, cuando se procura hallar «muestras» real­ mente representativas, permite extender a todos los representa­ dos, con una gran aproximación, las conclusiones obtenidas con unas pocas fichas. 3) Se puede objetar que el llenado concienzudo de cuantos datos pide la ficha es difícil de conseguir en parroquias grandes. Tampoco es necesario. Las fichas pueden cumplimentarse con los datos más someros y generales. Pero de un determinado número de familias, cuidadosamente elegidas para que sirvan de «mues— 29

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tra», hágase la ficha completa y sobre esas fichas acabadas puede realizarse el estudio. ¿Cómo se hace la elección de la muestra? Las técnicas son abundantísimas según el tipo y la extensión del estudio. La forma más sencilla de elección de las personas es tomar unas listas en que consten los individuos por profesión, clase so­ cial, edad, etc., y elegir, según la cantidad de testimonios que interese, cada enésimo nombre, así, por ejemplo, el 7, 17, el 27, etcétera. Tengamos presente que en estos números tienen que estar presentes proporcionalmente las profesiones, clases socia­ les, edad, sexo, etc., según el tipo de encuesta. La causa principal del error de algunas encuestas está en el método inadecuado de selección de «muestras». Se efectúa a ve­ ces con la base de la lista de teléfonos, sin advertir que en ella no estaban representadas toda la población de una manera pro­ porcional por edades, sexo, profesiones y clases sociales. LAS ENCUESTAS SOBRE CUMPLIMIENTO DEL PRECEPTO DOMINI­ CAL O SOBRE ACTITUDES U OPINION PUBLICA Análisis de actitudes y valoraciones. Al desarrollar la ficha sobre asistencia a la Santa Misa y re­ cepción de sacramentos, se describirán los métodos de encuesta sobre cumplimiento. Damos ahora solamente unas ideas generales sobre la en­ cuesta. , Un estudio de la parroquia sin el análisis de las actitudes o va­ loraciones sobre la vocación, el pecado, la injusticia, es incom­ pleto. Pero sería sustancialmente defectuoso sin un esfuerzo por medir la hondura de la fe, las deformaciones que ésta pueda su­ frir, los criterios verdaderamente cristianos y los que son resi­ duales de supersticiones, de la magia, del miedo; sin un análisis de la esperanza y de la caridad cristiana, vigorosa o debilitada en el pueblo de Dios que debe caminar guiado por la fe en la espe­ ranza hacia la perfección de la caridad. Por ello es imprescindible dar unas someras nociones sobre la realización de las encuestas. Encuesta de tipo cerrado. En las encuestas por cuestionario se dirige a determinadas per30 —

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sónas una serie de preguntas. Cuando a estas preguntas hay que responder con un sí o un no o subrayar una respuesta entre varias propuestas, se trata de una encuesta de tipo cerrado. Se utiliza principalmente cuando se hacen sondeos extensos sobre puntos muy precisos. Su mayor peligro está en su frecuen­ te insuficiencia. Supongamos que hemos hecho las preguntas siguientes de tipo cerrado: Que tus hijos sientan vocación al estado religioso: — ¿lo deseas?; — ¿te es indiferente y no te opondrías?; — ¿no lo quieres, pero no te opondrías?; — ¿te opondrías con todas tus fuerzas? De esta encuesta podemos deducir el número de los que favo­ recen y obstaculizan la vocación religiosa de sus hijos. Puede, sin embargo, suceder que entre los primeros exista quienes le favorecen por motivos puramente económicos, por despreocupar­ se de sus hijos, motivos que darían una falsa visión deí fervor, vocacional de una región o de personas determinadas. Una manera de paliar esta desventaja de la encuesta cerrada es dejar un lugar en blanco con la advertencia que se destina a libres comentarios. Este tipo de encuestas facilita la catalogación o tabulación de los datos. Encuesta de tipo abierto. En los cuestionarios abiertos se hacen las preguntas de manera que el interlocutor puede libremente describir y comentar su pen­ samiento, por ejemplo: ¿Cuál sería su actitud si un hijo suyo sin­ tiese la vocación religiosa? Estas encuestas a respuesta libre conviene disponerlas en for­ ma escalonada, de modo que primero se propone una pregunta por la que se invita al entrevistado a expresar su idea en forma ge­ neral. La segunda pregunta será una cuestión más concreta den­ tro del campo general, la tercera será un aspecto peculiar de la segunda, etc., hasta llegar al punto directo del que se quiere tener noticia. Por ejemplo: 1. ¿Qué opinas tú del clero? 2. ¿Estás satisfecho de la actuación del clero que tú conoces? 3. ¿Crees que la actuación del clero que conoces es general­ mente desinteresada o, por el contrario, persigue con ella su bien­ estar personal? —

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Todas las preguntas son interesantes, pero sobre todo, la ter­ cera nos da la clave para saber si existe anticlericalismo y si éste es debido a una estimación puramente «profesionista» del clero, o sea, un modo como otro cualquiera de ganarse la vida.

Normas para la redacción del cuestionario.

1. Debe comenzarse por recoger un gran número de preguntas o proposiciones simples, relacionadas con el objeto de la encuesta. Estas preguntas se criban y se ordenan después. Se debe tener presente siempre que esas respuestas sean fáciles de catalogar procurando proponer las preguntas necesarias al fin pretendido. Por ejemplo: queremos saber cuántos componentes de un grupo o sociedad no creen en el esfuerzo social de la Iglesia, cuántos creen, pero lo consideran insuficiente y cuántos, por fin, lo consideran su­ ficiente y se adhieren totalmente a él. Las preguntas deberán ser éstas o parecidas a éstas: ¿La Iglesia trabaja sinceramente por el bien de la clase obrera? Es natural que quien responda negativamente a esta pregunta, hueL ga que responda a las otras, pues va ya clasificado en la primera categoría. ¿Crees que el esfuerzo de la Iglesia es suficiente para renovar el mundo social, o crees que debe pronunciarse más categórica­ mente sobre algunos aspectos sociales y cuáles? La respuesta a esta pregunta determinará la pertenencia a algunas de las otras categorías. Conviene que las primeras preguntas sean claras, de carác­ ter más o menos general y que en el cuestionario pasemos de un extremo a otro, poniendo en la primera y última pregunta las ca­ tegorías opuestas, pasando escalonadamente por las posturas me­ días. 2. Las preguntas deben reflejar que el entrevistador muestra interés por los problemas y la persona del encuestado, a fin de establecer una corriente de simpatía. 3. Es conveniente que las preguntas se hagan directamente sobre hechos, ideas o tendencias fáciles de ser expresados, sin herir la susceptibilidad ni el delicado mundo interior del hombre, pero que permitan conocer indirectamente las causas profundas que las provocan. Así, por ejemplo, si un individuo no está muy conforme con la indisolubilidad del matrimonio, sería muy delicado preguntarle las razones íntimas y profundas por las que así piensa. 32 —

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Equipos y ficheros. E q u i p o . — No es necesario, sino cuando la encuesta es am­ plia o se quiere hacer con minuciosa escrupulosidad. Las obras y organizaciones apostólicas pueden prestar estos colaboradores. El jefe del equipo debe presidir las reuniones del grupo, orien­ tar y animar a los que se desalientan. Deberán, por tanto, poseer una fuerte personalidad, constancia y paciencia. La misión del jefe es decisiva. Los formadores del grupo deben estar animados de un gran espíritu de solidaridad. F i c h e r o . — Debe llevarse un fichero, siquiera elemental, con tres apartados: a) Por personas entrevistadas o visitadas. b) Por documentación de lo leído, libros y monografías. c) Por materias estudiadas: pueblos, escuelas, trabajo, sindi­ cato, etc. Por ejemplo, si hemos visitado una fábrica, de los datos recogidos unos pertenecerán a trabajo, otros a ideas religiosas, familia, etc. Estos datos se incluirán en el fichero por materias y, asimismo, se duplicarán en el fichero por personas a quienes he­ mos preguntado. Algunos aconsejan un doble fichero, uno por unidad geográfica, otro por unidad temática. Es conveniente encabezar las fichas con una sigla (letra, nú­ mero o signo), para indicar el estado de credibilidad del material contenido en ellas. Así: * Superficial. * Poco segura. * Utilizable. * Exacta en casi todo. * Rigurosamente objetiva. Normas para la entrevista personal. 1. ° Elegir bien el lugar y tiempo de la entrevista. A sí un obre­ ro en la fábrica o en una manifestación o mitin, se ve más do­ minado por los apetitos sensitivos y por la imaginación. Una persona no podrá dar un juicio sereno sobre personas e instituciones, si con éstas poco antes ha tenido disgustos, aunque sean pasajeros. 2. ° Se debe observar atentamente el ambiente y el comporta­ miento exterior del entrevistado. — 33

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Hay un aspecto que debemos tener en cuenta: Cuanto más im­ portante y más responsable es la persona entrevistada (o la cues­ tión misma sea más importante y delicada) tanto mayor es la pro­ babilidad de obtener una respuesta insatisfactoria. Serán entonces las reticencias, las reacciones a preguntas puestas a bocajarro, las que nos mostrarán la pista de las ideas o sentimientos. 3. ü Conviene con frecuencia citar textualmente, en parte al menos, las palabras del informante. 4. ° La entrevista ha de realizarse en el tono de una conversa­ ción fluida y normal, que debe dirigir el entrevistador. Cuando la fluidez de la entrevista exija abandonar el orden lógico de las preguntas, debe dejarse sin reparos. Tratándose de encuestas dentro del ámbito reducido parroquial restaría esponta­ neidad e incluso podría resultar extraño tomar notas escritas ante el entrevistado. Estas se tomarán después. Además de los datos recogidos, directa y personalmente, de­ ben buscarse los datos recopilados por otros. Eso tiene gran uti­ lidad para completar la visión de una realidad social, actual y vi­ viente, pero es de absoluta necesidad en los estudios históricos de sociología religiosa. Las fuentes a las que se puede recurrir pueden ser las si­ guientes: 1. Archivos de las curias diocesanas.— En toda curia existen archivos diocesanos a tenor del canon 375. Los documentos secre­ tos están guardados en el archivo secreto, al que no se debe per­ m itir el acceso. * La utilidad del archivo público varía mucho según los fines de la investigación socio-religiosa. En todo caso, allí está descrita la historia religiosa de la diócesis y puede dar una idea del movi­ miento sacramental de los diversos años, ya que los párrocos de­ ben enviar una relación y, en virtud del canon 385, duplicar los inventarios y catálogos parroquiales. 2. Archivos parroquiales.— En virtud del canon 470, «el párro­ co debe llevar un libro de bautizados, confirmados, de matrimonios y difuntos, y procurar con esmero, en cuanto le sea posible, un libro relativo al estado de las almas». Todos estos libros se guar­ darán en el archivo parroquial. Está claro el interés que, para un completo y más científico estudio de los diversos aspectos de la vida religiosa, ofrecen los libros de «estado de almas» en las diversas épocas. También en el archivo de la mayoría de las parroquias se guar­ dan libros de cofradías, asociaciones, etc., relación del movimiento 34 —

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parroquial en los diversos tiempos. Todo esto tiene una importan­ cia, a veces decisiva para la visión actual, en su dimensión his­ tórica, de la religiosidad parroquial. En riqueza histórica, los archivos parroquiales españoles su­ peran a los de cualquier otra nación. 3. Archivos particulares.— Son éstos archivos de Cofradías, Instituciones Benéfico-sociales, Culturales, etc. Los archivos de las Ordenes o Congregaciones darán materia para el estudio, no sólo de la Congregación, sino también de las obras apostólicas a ella encomendadas o por ella realizadas. 4. Archivos municipales o judiciales.— El material es muy di­ verso, según las atribuciones dadas a los Ayuntamientos o la ca­ tegoría de la sede judicial. Puede encontrar el registro, al menos sumario de la propiedad, contribución de cada vecino, cultivos, sa­ nidad y delincuencia, a la vez que nos será posible obtener datos sobre el desarrollo de las diversas obras sociales, benéficas, cul­ turales y administrativas encomendadas al Ayuntamiento. 5. Archivo o Biblioteca Nacional.— Para estudiar un ámbito más extenso el estudio de los archivos nacionales puede ser de gran utilidad, sobre todo el del Ministerio de Justicia, al que suele estar encomendada la sección de asuntos eclesiásticos (1). 6. Literatura y bibliografía.— Geografía, economía, monografías, etcétera, sobre el lugar que se estudia. Es útil también, si se pue­ de consultar cómodamente las noticias periodísticas que sobre el lugar se hayan ido dando. Fuente de primer orden son los anuarios y guías. Conteniendo datos oficiales o privados de primera mano (2).

(1) El Ministerio de Cultos comenzó a publicar en el siglo XVIII las «Guías del Estado eclesiástico». De estas Guías conservadas en la Bi­ blioteca Nacional, la Guía de la Iglesia en España, suplemento 1956, ha resucitado serias estadísticas de subido interés para el sociólogo: Fue­ ron también útilísimas las relaciones de las ordenaciones sacerdotales enviadas al Ministerio de Cultos en el estudio del canónigo Boulard sobre el clero francés. Gracias a ellas pudo describir la evolución del clero francés de un siglo a esta parte. (2) Citemos entre los más útiles: «Anuario Pontificio»; «Guía de la Iglesia Española» y «La Acción Católica Española»; Anuario Estadístico. — 35

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III. La parroquia en la zona

NECESIDAD DEL ESTUDIO SOCIO-PASTORAL DE ZONA Ninguna comunidad es una isla social. La parroquia rural, y mu­ cho más urbana, hay que estudiarla en el entramado más extenso de la zona natural, de la diócesis, del país. Un mismo subsuelo natural, demográfico, económico, cultural, histórico, etc., condiciona las valoraciones, las costumbres, las ac­ titudes humanas en general y, por consiguiente, las religiosas. De la pastoral parroquial debe partirse hacia la pastoral de zo^a, de diócesis y de país, pues la situación religiosa y social circundante contagia necesariamente la situación de cualquier co­ munidad parroquial. Sobre todo es necesario medir la situación y el influjo socioreligioso de la cabecera de zona, por la creciente intensificación del influjo urbano. Cada vez será más necesario este estudio global, por la fluidez de las comunicaciones mecánicas, de los intercambios sociales, etcétera, que han roto las invisibles, pero reales, murallas de otros tiempos. Hoy las distancias se acortan cada vez más. LA CIUDAD COMO «UNIVERSO» Y COMO UNIDAD SOCIAL ¿.ey general de toda evolución es el crecimiento de la comple­ jidad orgánica en los seres que progresan, así como la atomización desintegradora de los que se encuentran en su estadio final. No es una excepción la demografía. El proceso socializador se intensifica en la ciudad. Surge la red tupida de asociaciones, grupos y servicios con los que el hombre se interrelaciona para satisfacer necesidades de toda índole. Pero el peligro de la inflación acecha también aquí, en el campo de lo social, no sólo en el desarrollo económico. Tales grupos y asocia­ ciones no contribuyen generalmente a crear relaciones primarias, verdaderamente entrañables, definitivas para la vida del hombre. Ni siquiera la parroquia, centro donde se «cumple» y nada más. El obrero encuentra una mayor afinidad espiritual con los otros obreros del tajo o de la fábrica que con el anónimo vecindario, 36 —

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compuesto quizás por burócratas y profesionales. El joven se en­ cuentra bien con otros jóvenes de su club, que pueden no ser los del barrio. El tiempo de trabajar y el tiempo de holgar no se re­ mansa en el territorio donde se vive con los que allí viven, sino que se encauza en asociaciones y grupos que discurren a lo largo de toda la ciudad, acrecidos selectivamente por todos aquellos que tienen una misma afinidad laboral, psicológica y humana en ge­ neral. La ciudad como «universo» se convierte en un complejo orga­ nismo social: zonas urbanas que son núcleos de servicios, zonas o poblados dormitorios, zonas de recreo, pulmones de la ciudad. La ciudad, por grande que sea y precisamente cuanto mayor es, no puede cuadricularse sociológicamente; cada zona cumple una misión preferente dentro de la comunidad total. Las unidades de estudio socio-pastoral transcienden por tanto toda base territorial. A nivel de ciudad, por tanto, se deberían estudiar: — los grupos socio-económicos: situación y actitudes religio­ sas del mundo obrero, agricultor, afecto a! comercio, a los servicios, universitario, etc.; — los grupos homogéneos, con mentalidad, sistemas de va­ lores, etc., semejantes; v. g.: aristocracia, los movimientos juveniles más recientes, etc.; — agrupaciones políticas, culturales, etc. LA ZONA URBANA COMO UNIDAD SOCIOLOGICA Y TERRITORIAL La parroquia, en todo caso, en el entramado urbano, forma una zona territorial. Esta zona sociológica ha de coincidir, en lo posible, con la zona pastoral y aún con las divisiones jurídicas de la diócesis. Sólo una atenta observación de las realidades urbanísticas, de­ mográficas y sociológicas, puede darnos los criterios para dife* renciar las diversas zonas urbanas. «En las viejas ciudades medievales, las calles, estrechas y es­ quinadas, señalaban con mayor acentuación las diferencias socio­ lógicas: con frecuencia las mismas profesiones y gremios habi­ taban las mismas calles o barrios. Más tarde los restos de fosos de antiguas edificaciones die­ ron lugar en muchas ciudades, como París, a los Boulevares. Las rectilíneas e interminables avenidas son fenómeno de la ciudad moderna o de la parte moderna de las ciudades viejas. — 37

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Esta gran ciudad moderna o modernizada es un hacinamiento deshumanizante de casas. Las tendencias modernas apuntan pujantemente a desintegrar, a ser posible, el enorme monstruo informe de la ciudad en colo­ nias o barrios. Es lo que han llamado los ingleses «unidades ve­ cinales». De esta forma será más fácil distinguir que forman una zona. Por otra parte, la ciudad se asemeja en la red de sus callejas, calles, avenidas y plazas y lugares de centro, a un complicado sis­ tema hidrográfico. Algunas calles sólo son transitadas por sus moradores a la ida y a la vuelta de sus actividades, estas calles son afluentes de calles más importantes, que suelen desembocar a su vez en las grandes arterias urbanas. Tales arterias confluyen en los puntos neurálgicos de comuni­ caciones, corazones de la gran ciudad que redistribuyen de nuevo a los que llegan. Estas corrientes, demográficas, internas de la gran ciudad, con­ figuran por sí solas las peculiaridades de cada zona.

LA ZONA CONFIGURA LA PARROQUIA

La parroquia, según se halle situada en una u otra zona, tendrá fisonomía diversa. Podemos distinguir la parroquia del centro ur­ bano, la situada en el cogollo donde se aglomeran los organismos administrativos, grandes comercios, oficinas, etc. El número de fieles generalmente es menor, y su liturgia, su predicación y sus servicios deben dirigirse a «los huéspedes» que concurren la zona. No se pueden caracterizar por su espíritu comunitario y atraen, sobre todo, por su especialización en los diversos servicios pasto­ rales y litúrgicos. La parroquia de zonas residenciales goza de la estabilidad de los fieles y la vida comunitaria debe ser intensa y solidaria con el resto de la ciudad. Por otra parte, son parroquias de feligresía rica económicamente, sus servicios sociales suelen ser pocos o nin­ guno. Las parroquias de suburbio, por el contrario, se distinguen por la peculiar intensidad que debe darse a los servicios sociales. Con frecuencia, las escuelas, dispensarios, locales de recreo, etc., tie­ nen un movimiento y ocupan una actividad pastoral que supera con mucho a la estrictamente religiosa. La movilidad domiciliaria de las familias suele ser muy grande. 38 —

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ZONAS RURALES Boulard propone así la delimitación de la zona rural: 1) Será primero de gran utilidad delimitar la zona de relacio­ nes humanas más frecuentes. Así, por ejemplo, en el mapa de líneas regulares de viajeros, el de las comunicaciones telefónicas más frecuentes, etc., delimitarán la gran región dentro de la que debemos determinar las «zonas humanas». 2) Sobre un mapa así anotado, un observador competente, co­ nocedor profundo de! terreno y de las gentes, traza sin dudar las «zonas». ¿Qué criterios se requieren para el trazado? Pueden ser varios: la producción agrícola, la actividad profesional predominan­ te, la densidad demográfica, el relieve geográfico, la emigración diaria o frecuente a otros centros. 3) Hecho esto, es conveniente someter al juicio de personas responsables, sacerdotes de la región o seglares competentes, las delimitaciones hechas. Esta zona aparece así como el verdadero nudo de la actividad apostólica. En ella, de común acuerdo y colaboración entre todos los sacerdotes, deben procurar vigorizar la Acción Católica, la formación litúrgica, la solidaridad de las gentes, las reuniones pastorales entre los sacerdotes y, sobre todo, fomentar la amis­ tad y contacto entre ellos. Si se trata de pequeñas aldeas que se desintegran, es necesa­ ria la planificación económica, social y cultural, y también pastora!, para que siga subsistiendo un latido de vida y de vigor.

LA UNION MICRO-MAGRO Una etapa del estudio socio-religioso, tanto en el campo como en la ciudad, es la unión micro-macro. Este término es ininteligi­ ble para muchas personas, pero corriente en el lenguaje de la in­ vestigación socio-religiosa. Por análisis «micro» se entiende el estudio de unidades peque­ ñas: parroquias, comunidades, asociaciones, arciprestazgos, etc. Por análisis «macro» el estudio de unidades o movimientos de gran amplitud. Existe, por ejemplo, la mentalidad o atmósfera masónica, libe­ ral, comunista; movimientos culturales o sociales de grandes di­ mensiones que conviene estudiar para ver su influjo en las uni­ dades «micro». —

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Estas corrientes de pensamiento unen o dividen, influencian países, naciones, continentes, clases sociales. Es necesario un co­ nocimiento preciso de su origen, evolución y fuerza de atracción. CARACTERISTICAS DE LA ZONA Estudiaremos las siguientes características de la zona: 1. Demográficas. 2. Producción económica: — Agricultura. — Industria. — Comercio y servicios. 3. Socio-económicas. 4. Culturales. 5. Valoraciones morales. 6. Actitudes religiosas. 1.

Demográficas. 1.1. 1.2.

1.3.

1.4.

2.

Indíquese la magnitud, distancia y características princi­ pales de los núcleos de población de la zona. Observaciones generales sobre la curva de natalidad. In­ troducción, si existe, de métodos restrictivos de natali­ dad, en algunas poblaciones cercanas o niveles sociales, tratándose de ciudad. Observaciones sobre el envejecimiento o rejuvenecimien­ to medio en la pirámide de la edad de la población. Indi' quense sus causas: migraciones, menos o más nacimien­ tos o defunciones, etc. Nótense Vas tendencias emigratorias o inmigratorias de la población de la zona, núcleos de población que emitan o absorban mayor número de población migratoria. Cau­ sas de estos fenómenos. Observaciones sobre la inten­ sidad diversa, si existe, entre la emigración de la mujer y del hombre. Causas de la diferencia, si existe. Países, provincias y poblaciones de donde principalmente pro­ vienen los inmigrados a la zona o a donde van los emi­ grados de la zona.

Producción económica. 2.1. Agricultura. Indíquese, en líneas generales y en lo más aproximado posible, la población dedicada a la agricul­

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tura, cultivos predominantes, régimen de la propiedad (minifundio, latifundio). Problemas planteados por una economía eminentemente agraria o viceversa. Situación técnica y productividad de la agricultura y ganadería. Núcleos de población característicos por su inmovilismo económico-social o, por el contrario, por su desarrolli dentro de la zona y muy diferenciados del resto, etc. 2.2. Industria. Núcleos industriales. Características de esta industria: de transformación agraria, pequeña industria, grandes empresas. Predominio, si existe, de una actividad industrial característica de la zona. Situación expansiva o regresiva de la industria. Población industrial en cifras aproximadas. Indíquese si alternan el trabajo industrial con el agrícola. Hábitos, costumbres y actitudes: indíquese si éstas siguen siendo las características de la población agrícola, aún en los obreros de la industria, si se diferencían claramente de los de la población agrícola o dedicada a los servicios. Problemas y tensiones laborales, etc. Indiquense, como se hizo en 2.1., las localidades de la zona que resalten alguno de estos fenómenos. 2.3. Comercio y servicios. Complejo comercial de la zona. Indíquense los núcleos de población a donde acuden de otros localidades de la zona a realizar compras. Si existen lo­ calidades que habitualmente realizan las compras no dia­ rias y alimenticias en otras localidades, y, a su vez, los centros donde éstas y aquéllas acuden para el comercio más importante o especializado; v.g.: maquinaria, moda, librería, etc. Situación da los pequeños comerciantes, ten­ dencias, si existe el agrupamiento comercial y la crea­ ción de grandes almacenes. Ferias y mercados comarca­ les. Nótense los centros o el centro de los servicios es­ pecializados: médicos especialistas, clínicas, servicios ju ­ rídicos, gestorías, bancos, etc. Poblaciones donde predo mine la población dedicada a los servicios en la zona. Jui­ cio general sobre la situación en la zona de los servicios de transporte de viajeros y mercancías, de comunicación telefónica, telegráfica y correos, sanitarios, municipales, policía, etc. 3.

Características socio-económicas. Observaciones generales sobre la composición de la población — 41

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agrícola de la zona: jornalera, clase media agrícola, labradores acomodados, terratenientes. Indíquese si entre estos diversos estratos existe clasismo y separación en las costumbres, en el trato, en la frecuentación de distintos lugares de esparcimiento y diversión; si existen en la zona rastros de caciquismo; si se han establecido grupos familiares oligárquicos de presión económico-social, con acaparamiento fre­ cuente de los cargos directivos en los municipios y en la zona. Del mismo modo obsérvese la diferente composición de la po­ blación dedicada en las empresas industriales, el comercio y los servicios. Tensiones sociales y políticas existentes, entre los diversos estratos sociales. Tendencia a la asimilación o al distanciamiento de los status sociales. 4.

Cultura.

Manifestaciones comunes del folklore; celebración de fiestas locales; romerías; tradiciones más arraigadas. Grado de instrucción: analfabetismo en la zona; grado de receptibilidad en la población a las nuevas ideas y costumbres; los adelantos técnicos, la moda o, por el contrario, pervivencia de métodos rutinarios y aversión a lo nuevo. Diferentes actitudes se­ gún grupos de edad. Núcleos de población más abiertos o más cerrados. Su influjo en el resto de la zona. Centros de cultura de la zona que ejerzan mayor influjo; transformaciones notorias. Indíquense las causas principales de estas transformaciones culturales: mayor movilidad de la población, turismo, migración, medios de comunicación social (televisión, prensa, etc.), campañas de promoción cultural, cambios en el nivel económico, etc. 5.

Valoraciones morales.

Cambio de actitudes ante la injusticia; ante las diferencias mo­ rales; control social y actitudes en la moral sexual; criterios am­ plios y actitudes que cohonestan ciertos vicios y pecados; cri­ terios estrechos ante otros vicios y pecados duramente reproba­ dos. Deformaciones de conciencia más habituales socialmente. Di­ ferencias de valoraciones morales entre generaciones. 6.

Breve descripción de las características religiosas de la zona. Situación diversa, si existe, entre grupos de pueblos dentro de

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la misma zona y causas de este dimorfismo. Estas causas suelen adentrarse en tiempos pasados: se da con frecuencia el caso de pueblos contiguos con diferente comportamiento religioso, debido a una difarnte pastoración o a la introducción o no de factores económicos, sociales o culturales, cristianizadores o descristianizadores.

OCASIONES Y FORMAS DE MUTUA RELACION VECINAL Mutua dependencia en lo económico si existe: — fábricas que absorben la producción agrícola de la zona, mercados comunes de la zona; — centros industriales que absorben mano de obra de otros núcleos de población en l