Georg Gänswein, el hombre fuerte del Papa que ahora

16 ene. 2013 - Selva Negra alemana, el 30 de julio de 1956, antes de entrar en el semi- nario obtuvo una licencia de piloto. Además, trabajó como cartero y ...
2MB Größe 6 Downloads 47 vistas
el mundo | 5

| Miércoles 16 de enero de 2013

Georg Gänswein, el hombre fuerte del Papa que ahora deslumbra en Vanity Fair

sorpresiva tapa. Lo llaman el “George Clooney” de la Santa Sede; poco a poco se fue ganando la confianza de Benedicto XVI, y hoy es considerado la persona más influyente del Vaticano Elisabetta Piqué

CORRESPONSAL EN ITALIA

ROMA.– “Ser lindo no es pecado.” Así dice el título de la última edición italiana de la revista Vanity Fair, que hoy sale a la venta con su tapa dedicada a Georg Gänswein, el apuesto secretario privado del Papa. Ordenado por Benedicto XVI arzobispo el 6 de enero pasado, monseñor Gänswein, también llamado el “George Clooney” del Vaticano, para muchos se convirtió en la persona más influyente de la Santa Sede. Vanity Fair, biblia de la moda y del gossip de los famosos, al adelantar su excepcional tapa sobre alguien que de joven llevaba el pelo largo y escuchaba a Pink Floyd y hoy tiene

Alemania: juicio con clima de Guerra Fría proceso. Una pareja de

espías, acusada; él tiene pasaporte argentino

Laura Lucchini PARA LA NACION

BERLÍN.– Él era un ingeniero que trabajaba en el suministro de autopartes, mientras su mujer se ocupaba de la casa. Una familia como tantas, discreta y trabajadora, que criaba con esmero a su única hija… si no fuera porque eran espías al servicio de Moscú y filtraban secretos militares. Más de un año después de ser arrestados, los dos agentes empezaron a ser juzgados ayer en un tribunal de Stuttgart, en el mayor juicio por espionaje ruso desde la Guerra Fría en Alemania. En caso de ser condenados, les esperan diez años de cárcel. La máscara cayó el 18 de octubre de 2011, cuando la unidad antiterrorista GSG9 del ejército alemán irrumpió en la casa de Andreas Anschlag, un ruso que se hacía pasar por austríaco y que además viajaba con un falso pasaporte argentino. Al mismo tiempo, otra unidad del ejército hacía lo mismo en Earburg, en el estado de Hesse, con su mujer Heidrun. Ella también era una falsa austríaca y alegaba una segunda ciudadanía, en este caso peruana. Fue sorprendida in fraganti mientras escuchaba con una radio de onda corta un mensaje desde Moscú: así lo hizo cientos de veces, cada martes por la madrugada, durante casi dos décadas. Se trata de un caso que recuerda los años más oscuros del conflicto que dividió el mundo en dos bloques e incluye duplicidades, diplomáticos corruptos, reuniones secretas y mensajes codificados. Según las autoridades alemanas, la pareja trabajaba para el Sluschba Wneschnei Raswedki (SWR), los servicios secretos rusos derivados de una antigua sección de la KGB. Los acusados fueron presentados ayer ante el Tribunal Regional Superior de Stuttgart, ambos de unos 50 años y sin la menor intención de hablar. Así lo había anticipado el abogado del marido, Horst-Dieter Pötschke: “Ni mi cliente ni su mujer se expresarán acerca de los hechos. Tampoco ofrecerán detalles de nombres de otras personas”. Según el acta de acusación, la pareja coordinaba una red de espionaje a nivel europeo para obtener documentos militares de la Unión Europea y la OTAN. Con su ciudadanía latinoamericana, justificaban viajes frecuentes fuera de Europa que habrían aprovechado para encontrarse con sus jefes o sus fuentes. Fueron desenmascarados después de que el FBI desmanteló una red de agentes del SWR en Estados Unidos. Gracias a los documentos que se encontraron en las redadas a los Anschlag, se pudo comprobar, por ejemplo, que en 2011 la pareja obtuvo un documento de la OTAN sobre la situación de las tropas desplegadas en Afganistán, Libia y Kosovo. ¿Y la hija? Al parecer no sabía nada de esta enrevesada trama ni de las múltiples identidades de sus padres. Para ella eran dos buenos burgueses, como cualquier familia de barrio.ß

fama de “sacerdote severo”, también destaca que se volvió la “eminencia gris del Vaticano”. Gran deportista –juega al tenis y suele escaparse a esquiar en unas montañas cercanas a Roma, como solía hacer Juan Pablo II–, Georg, de 56 años estupendamente llevados y famoso por sus amistades femeninas (una gran amiga es la princesa Alessandra Borghese, de la nobleza romana), no da que hablar sólo por sus cualidades físicas. Antes de Navidad, después de un año marcado por los venenos sacados a la luz por el VatiLeaks, Benedicto XVI lo nombró prefecto de la Casa Pontificia, un cargo clave. Desde ese lugar, se convirtió en el hombre que decide quién puede tener una audiencia con el Papa.

También, como secretario privado del Pontífice, cargo que aún ostenta, es una de las poquísimas personas en el Vaticano que lo ven al Papa y hablan con él a diario, aconsejándolo sobre diversos temas. Dependencia Mientras van pasando los años para Benedicto, que el próximo 16 de abril cumplirá 86 años (y el 7 de febrero se convertirá en el cuarto papa más anciano de la historia), es lógico que se vuelva más dependiente de su secretario privado. En Roma, muchos consideran a Gänswein “los ojos y los oídos del Papa”, un rol muy parecido al que tuvo en los últimos años de pontificado de Juan Pablo II su fiel secretario privado, el

hoy cardenal Stanislaw Dziwisz. Nacido el Reidem am Wald, en la Selva Negra alemana, el 30 de julio de 1956, antes de entrar en el seminario obtuvo una licencia de piloto. Además, trabajó como cartero y fue instructor de esquí. Ordenado sacerdote en Friburgo, en 1984, Gänswein pronto fue enviado a Roma para estudiar derecho canónico, materia que más tarde pasó a enseñar en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, del Opus Dei. En 2003, dos años antes de ser elegido papa, el cardenal Joseph Ratzinger, alemán como él, lo eligió para que fuera su secretario privado en la Congregación para la Doctrina de la Fe, donde Georg había comenzado a trabajar en 1996. El año pasado, en medio de la tor-

menta del VatiLeaks, Gänswein fue el primero en deducir que Paolo Gabriele, el ex mayordomo del Papa, era el responsable de la filtración de documentos. Informó a Benedicto XVI que sospechaba del mayordomo y acusó a Gabriele de haber sido el “cuervo”. Si bien éste al principio lo negó, luego confesó todo. Se cree que por su lealtad y buen servicio al Papa, en una designación sin precedente, decidió ponerlo al frente de la Casa Pontificia, convirtiéndolo en una suerte de escudo propio, además de su sombra. Hace unas semanas, al recibir un premio, el propio Gänswein (que tiene un fans club), explicó su cada vez más delicada misión. “Veo mi servicio al Papa como el de un vidrio. Más limpio está, mejor alcanza su objetivo. Si se ensucia o se rompe, sigue siendo un vidrio, pero ya no funciona como debería. Tengo que dejar pasar el sol y cuanto menos aparece el vidrio, mejor. Si no se ve, significa que el vidrio cumple bien su trabajo”. Vanity Fair concluyó que el “George Clooney” del Vaticano aparecerá cada vez menos, aunque su peso sea cada vez mayor.ß

Controvertida publicación Georg Ganswein es el secretario privado del Papa

Un personaje en ascenso La glamorosa revista le dedicó su tapa al “George Clooney” del Vaticano, que cada día tiene más poder