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Página 28/LA NACION
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Domingo 6 de enero de 2008
La gran promoción de los billetes
Gaturro entregó el departamento En el último sorteo, María Cristina Maciel fue la feliz ganadora de una vivienda en Vicente López María Cristina Maciel empezó a participar de la promoción de los billetes de Gaturro después de que unas amigas le comentaran sobre los beneficios y los premios que ofrecía el juego. Así comenzó, casi de casualidad. Y sin imaginarlo, terminó ganándose el gran premio: un espectacular departamento de dos ambientes en Vicente López. Como María Cristina, miles de lectores siguieron el juego de los billetes de Gaturro de LA NACION durante los últimos tres meses, para disfrutar de los descuentos en los comercios adheridos y participar todos los lunes de los sorteos en los que se entregaron televisores, home theaters, tarjetas prepagas y cámaras fotográficas digitales, entre otros premios. El juego de los billetes de Gaturro significó un entretenimiento, la posibilidad de ahorrar dinero y, si la suerte acompañaba, de obtener algún regalo. Para ello sólo era necesario comprar el diario e ingresar los códigos de los billetes que todos los días se publicaron en la sección Espectáculos. Muchos lo hicieron religiosamente; otros, no tanto. Pero todos obtuvieron algún premio ya sea por los descuentos o por los sorteos.
Los beneficios continúan María Cristina, de 31 años, llegó un lunes, a su trabajo, buscó la promoción en Internet y empezó a jugar. “Lo vi muy fácil y empecé a participar. Además, los descuentos estaban rebuenos y había un montón de ofertas interesantes”, dijo después de haberse alzado con el premio mayor. “Me encanta Gaturro como personaje, es muy simpático; además, no lo conocía. Ahora mi sobrina es fanática”, agregó. El primer día hábil del año sonó su teléfono y le informaron que acababa
de ganar el gran sorteo de la vivienda con el billete dorado cuya serie era KG 12235185535452. Consultada acerca de qué sentía al haberse transformado en la gran afortunada, dijo: “Es como un sueño del que no me despierto nunca… es increíble”. La ahora propietaria de un departamento en Vicente López es una de las fundadoras de Uniendo Caminos, una fundación dedicada a trabajar con adolescentes en situación de riesgo social en diversos proyectos educativos. Está casada con Alejo Rodríguez Jarmoluk, un diseñador de muebles que estudia diseño industrial, y vive en el barrio porteño de Belgrano. El sorteo del departamento fue realizado por el sistema de bolillero el miércoles pasado ante la presencia del escribano Enrique Maschwitz y el abogado de la promoción, Carlos Osvaldo Gruneiser. Si bien la promoción cerró un capítulo con el último sorteo, los billetes podrán seguir utilizándose en el verano. Gaturro se toma vacaciones –ver www.misgaturros.com.ar– , pero los beneficios continúan en las casas adheridas y, por eso, hay que conservar los billetes. Tal es el caso de la promoción del 20% de descuento con 600 Gaturros en el local de Reebok de avenida Santa Fe 1644, de la ciudad de Buenos Aires, que se mantendrá hasta el 31 de este mes. Hasta el 29 de febrero próximo podrán realizarse compras bonificadas en La Cardeuse; Más Visión (10%); Sacoa (con $ 5 y 100 Gaturros cargás tu tarjeta de $ 10); Alparamis; Neumáticos Fazio; Avis; Arredo (20% con 1000 Gaturros); MP3 Sanyo; Freddo (1/4 de helado gratis presentando un billete de 100 Gaturros); Aroma (20% con 200 Gaturros), y Magneto (20% con 300 en billetes de la promoción).
HERNAN ZENTENO
Vuelo de bautismo para chicos
Los Reyes Magos, en el Aeroparque Vuelo de bautismo para chicos pobres
RODRIGO NESPOLO
La afortunada ganadora, María Cristina Maciel, recibe la escritura de su departamento
Medio millón de ganadores Los descuentos fueron utilizados por 500.000 participantes Medio millón de lectores fueron beneficiados a lo largo de los tres meses de la promoción de los billetes de Gaturro con descuentos en los comercios adheridos. En total, durante toda el juego se cargaron los códigos de unos 7 millones de billetes para participar de los sorteos de todos los lunes, por los que se entregaron tarjetas prepagas de Santander Río, televisores Sanyo, plasmas, home teathers, cámaras fotográficas digitales y MP3, entre otros fabulosos premios. El sorteo final del departamento de dos ambientes en Vicente López, del cual fue ganadora María Cristina Ma-
ciel, también suscitó un gran interés. La vivienda es un espectacular departamento por desarrollarse en un edificio cerca del río, que cuenta con una piscina climatizada, una gran terraza con mirador, solarium con deck, gimnasio con vestuarios y saunas. Todo sobre una superficie de 3000 metros cuadrados. Para este sorteo, se cargaron los códigos de 1.700.000 billetes.
Sorpresas Además, la promoción, que fue todo un éxito, presentó sorpresas como sorteos de dinero en efectivo que hicieron colapsar la página de Internet del juego. También hubo bille-
tes sorpresa con grandes descuentos especiales que fueron aprovechados por los lectores, a tal punto que hubo enormes filas en los comercios. Como balance, vale decir que uno de los beneficios más utilizados fue el descuento de hasta el 20 por ciento en la cadena de hipermercados Jumbo, al cual podía accederse con 1000 Gaturros, que representaban 10 billetes. La promoción de Gaturro también presentó ante muchos lectores a este personaje, creación de Nik, que desde hace años acompaña las páginas del diario con sus simpáticas ocurrencias sobre la vida cotidiana.
“Fue el día más genial de mi vida”, le dijo Micaela, de cinco años, a LA NACION luego de volar junto con los Reyes Magos, ayer por la tarde. Es que si bien hoy se festeja el Día de Reyes, cincuenta chicos necesitados disfrutaron el sábado de su magia, en el aeroparque Jorge Newbery. Los niños, invitados por la Fuerza Aérea Argentina y la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, fueron recibidos en el aeroparque metropolitano por los Reyes y una hada madrina. Luego de saludarlos, Melchor, Gaspar y Baltasar los invitaron a subirse a un avión Fokker-F28, para cumplirles el sueño de volar por primera vez. Los chicos, de entre cuatro y cinco años, pudieron ver Buenos Aires desde el cielo, en un recorrido que abarcó desde el Tigre hasta el Riachuelo. “Nunca tuvimos miedo, lo más lindo fue ver las nubes de cerca y los árboles bien chiquitos”, dijo entusiasmada Micaela. Los niños pertenecían a los jardines bonaerenses de Nuestra Señora de Fátima, de Luján, y del Jardín Maternal Kesachay, de Moreno. Al terminar el vuelo, que duró unos 20 minutos, los Reyes les reservaron a los chicos otra sorpresa: cada uno recibió un regalo y después disfrutaron de una merienda.
Ejemplos de solidaridad como el de Pilar Bauzá
La ayuda argentina que se exporta en personas
Opinión
Quien lo necesita, lo vale
Hay más de 200 voluntarios argentinos en zonas de conflicto Por Agustín F. Cronenbold De la Redacción de LA NACION Construir casas luego de un terremoto en Perú, alejar a los niños del reclutamiento militar en Sri Lanka, curar heridos de guerra en el Congo, organizar un hospital en Yemen. Estas son algunas de las muestras de que la solidaridad argentina se exporta encarnada en personas con ánimo de ayudar a otros sin distinción de banderas o países. Pilar Bauzá Moreno, la enfermera de 25 años que estuvo secuestrada durante ocho días en Somalia y que ya volvió a la Argentina, es una de las tantas voluntarias y voluntarios argentinos que no saben de miedos y pretextos a la hora de ayudar a los demás. En algunos casos, la ayuda humanitaria que brindan los argentinos se organiza a través de organismos internacionales como Unicef o la ONU; en otros, mediante ONG como Médicos Sin Fronteras o la Cruz Roja Internacional. Aunque no hay datos exactos sobre la cantidad de argentinos en el exterior realizando tareas de voluntariado –rentadas o no–, en un relevamiento realizado por distintas instituciones LA NACION pudo comprobar que son más de 200. “Aunque en la Argentina hay todavía mucho por hacer, en el último tiempo las organizaciones internacionales buscan a los profesionales argentinos por su capacidad de trabajo”, explica Daniel Elhelou, coordinador en la Argentina de la ONG Acción contra el Hambre, que, en este momento, tiene a cinco argentinos trabajando en Africa. El fenómeno de la solidaridad en la Argentina está instalado. Según una encuesta de la empresa Gallup realizada en mayo de este año, hay cuatro millones de argentinos que realizan tareas voluntarias periódicamente. “No son muchas las ONG que brindan la posibilidad de viajar al exterior. En general, las personas van a través de organismos internacionales o poniéndose en contacto con una organización del país que eligieron como destino”, explica Juan Cruz Mones Cazón, director regional de Idealistas.org, un portal dedicado a establecer lazos nacionales e interna-
cionales entre gente e instituciones dedicadas a tareas solidarias. A pesar de las dificultades, las historias de argentinos que recorren el mundo para ayudar a los que más lo necesitan conmueven por su entrega y su sacrificio. “Era un sueño de toda mi vida. Por eso, cuando mi hijo creció lo suficiente, me largué”, cuenta Amalia Larralde, enfermera argentina de la Cruz Roja Internacional. “Largarse” a ese sueño significó vivir en países como Ruanda, Burundi, Congo, Somalia, Colombia, Sri Lanka y Zimbawe. De este último país, regresó hace tres meses. “La situación humanitaria es muy grave. Por eso trabajamos con proyectos de salud y de capacitación con la gente que vive allí”, relata.
Con los más débiles Para Larralde, que desde hace diez años realiza tareas en países envueltos en conflictos armados o con situaciones humanitarias apremiantes, en esos trabajos ella encuentra un modo de encarar la vida. “De mis años de experiencia, me quedo con la ayuda que les dimos a las mujeres en los distintos lugares de conflictos. Por cuestiones culturales y de discriminación, ellas suelen ser las más postergadas”, subraya. Rosana Vega es psicóloga, tiene 41 años, y desde hace seis años que trabaja para Unicef. Su primera misión fue en Sri Lanka, en donde intentaba alejar a los niños del reclutamiento militar. “El problema allí es que las milicias rebeldes se llevan a los más chicos
En crecimiento ■ La ayuda humanitaria internacional es parte de un fenómeno que comenzó a principios del siglo pasado, pero se incrementó a partir de 1990. La organización Acción Juvenil por la Paz (YAP, en inglés), que impulsa proyectos de voluntariado en 40 países, por ejemplo, funciona desde 1923. Pero a partir de la última década del siglo XX la idea de viajar para ayudar se extendió, especialmente en EE.UU. y Europa, donde los jóvenes suelen ser protagonistas.
para entrenarlos para la guerra civil. Nosotros recibíamos las denuncias de los padres y empezábamos nuestro trabajo”, cuenta Vega, que destaca que por su formación en psicología calificó para el trabajo. En Sri Lanka ella estuvo entre 2002 y 2005. Nepal fue su próximo destino y allí permaneció hasta septiembre último. “Nuestra tarea era intentar establecer un marco para que se respeten los derechos de los niños”, dice Vega. Con más o menos experiencia, todos los que realizaron ayuda humanitaria en el exterior coinciden en que es una experiencia transformadora. Silvia Quadrelli, médica de 51 años, da cuenta del valor de la experiencia con 21 años en misiones en zonas de conflicto. El listado de países en los que estuvo parece un raconto de algunos de los conflictos bélicos más duros de los últimos 50 años: Vietnam, Afganistán, Irak, Bosnia, Somalia, Etiopía, Sri Lanka, Mozambique e Indonesia. “Estar en contacto con el sufrimiento de la gente te cambia. En los países en conflicto, uno se encuentra cada día con historias que reflejan las peores miserias humanas y el heroísmo más temerario”, elabora Quadrelli. En los últimos años, la médica, presidenta honoraria de Médicos del Mundo –institución con la que viajó todos estos años– sólo realiza viajes cortos. El último fue a Yemen, en donde se dedicó a terminar un proyecto de desarrollo de salud para varios hospitales.
Por Belén Quellet De la Fundación Diario LA NACION Amalia Larralde colaborando en Zimbawe
Silvia Quadrelli dando clases en Yemen
Rosana Vega, de blanco, en Sri Lanka
Desastres naturales Además de aparecer en situaciones de conflicto armado, la ayuda suele hacerse presente tras desastres naturales. En Perú, por ejemplo, la ONG latinoamericana Un Techo para mi País construye casas en las zonas aledañas a Pisco. Hasta allí viajó Michele Pennella, porteño, de 18 años. “Estuvimos un mes construyendo en Bernales, un pueblo rural de las afueras de Pisco. Levantamos 99 casas para familias que habían perdido todo, porque sus viviendas eran de adobe. Fui para expandir mi visión del mundo –concluye– y me llevé una experiencia con el que más lo necesita inolvidable.”
Pilar, tras ser liberada en Somalia TELAM Y ARCHIVO
Vivir en la India y en las Filipinas como voluntaria con las Misioneras de la Caridad, la orden de la Madre Teresa, fue un privilegio y una oportunidad en la que pude descubrir la verdadera dimensión de la necesidad en el otro. La pobreza extrema de una ciudad de más de 11 millones de habitantes permite aprender que Mafalda tenía razón: el mundo está enfermo. Pero, también, que cualquier cosa buena que podamos dar, ya sea nuestro trabajo, nuestras manos o tan sólo una conversación con quien está sólo, vale la pena. Calcuta no da respiro: el caos de autos y personas; los cuervos que no paran de revolotear como buitres; millones de familias que viven en la calle y los miles que se suman a diario migrando del campo a la ciudad. Sin embargo, existen oasis de humanidad: los hogares de las Misioneras. El primer día en Kali-Ghat, hogar del moribundo, el primero fundado por la Madre Teresa, fue donde recibí la indicación más breve y simple de la hermana Dolores: “Mirá y hacé”. Todos los días, los voluntarios y las hermanas atendíamos a unas treinta mujeres en sus camas casi al ras del suelo. Les dábamos el desayuno (pan, bananas y té); las bañábamos; limpiábamos sus camas y los pisos. Luego lavábamos sus sábanas, sus vasos y platos con una mezcla de jabón en polvo y ceniza de la cocina. Ayudábamos a curar sus heridas y aprendíamos a acompañar a alguien a pesar del idioma y de la diferencia cultural. Estar con los moribundos por las mañanas y con los niños por las tardes era como vivir la vida en un día. Construir la paz es tan intangible que parece imposible. Sin embargo, dar de lo que uno tiene, un poco de lo que nos fue dado, de nuestra educación, de nuestro tiempo, un poco tan sólo de lo que uno es, es mucho, muchísimo, para quien no tiene nada. Es poco, es nada lo que uno hace, sin embargo, quien lo necesita lo vale. No importa dónde esté.