Gasto sanitario mundial: de hoy al 2040

29 abr. 2017 - financiación de la Fundación Bill y Melinda Gates, publica en el último número de The. Lancet dos artículos sobre la evolución del gasto ...
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RESONANCIA INFORMATIVA José Ramón Zárate | 2017-04-29 10:00:00

Gasto sanitario mundial: de hoy al 2040 Dos análisis han estimado el gasto sanitario de 184 países y su evolución para el 2040. Hay grandes progresos y grandes disparidades.

Con las limitaciones que tiene un macroestudio de 184 países, y que los autores reconocen, la Global Burden of Disease Health Financing Collaborator Network, con la financiación de la Fundación Bill y Melinda Gates, publica en el último número de The Lancet dos artículos sobre la evolución del gasto sanitario entre 1995 y 2014 y las previsiones de gasto entre 2015 y 2040. Tres centenares de expertos de todo el mundo coordinados por el Instituto de Medición y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington estiman que, si continúan las tendencias actuales, el gasto total mundial aumentará de 9,2 billones (con b) de dólares en 2014 a 24,5 billones en 2040, siempre y cuando no lo impida ninguna catástrofe económica, bélica o natural. Se incluyen gastos estatales, gastos privados -los de bolsillo y los de prepago, como los seguros- y la asistencia para el desarrollo de la salud. Las disparidades entre países y los porcentajes de gasto en comparación con el producto interno bruto (PIB) fluctúan notablemente. Así, los Estados Unidos y los Emiratos Árabes Unidos, que tendrían niveles similares de PIB en 2040, destinarán respectivamente el 18,5 y el 4,7 por ciento de su PIB a la salud en 2040. "Nuestro estudio muestra que el gasto en salud seguirá aumentando en los países de altos ingresos, mientras que en los de bajos ingresos, donde más lo necesitarían, se espera un crecimiento menor (del 5,3 y del 4,2 por ciento al año, respectivamente)", resume Joseph Dieleman, profesor del IHME y coordinador del análisis. En 2014, los países con ingresos más bajos gastaron un promedio de 120 dólares por persona al año; en 2040, subiría sólo a 195 dólares frente a los 15.000 estimados para Estados Unidos. De todos modos, los 9.237 dólares gastados por persona al año en Estados Unidos en 2014 confirman que no necesariamente un mayor gasto implica una mejor salud -a España el informe le adjudica 3.096 dólares per cápita, la tercera parte que a Estados Unidos y no hay más que comparar la esperanza de vida de ambos países y la cobertura sanitaria para deducir que se puede hacer más con mucho menos-. La media per cápita de los países más desarrollados, que ahora es de 5.221 dólares, crecería en casi 4.000 más para 2040. En el otro extremo están, en 2014, los 33 dólares de Somalia y los 35 de República Centroafricana. De media, casi el 60 por ciento de los gastos en salud los costean hoy los estados, con Cuba y Brunei a la cabeza (95,5 y 93,9 por ciento de financiación estatal), si bien en los países más pobres la cifra cae al 30 por ciento. El documento señala por otro lado que las ayudas internacionales para los

servicios de salud de países más pobres fueron de unos 37.600 millones de dólares en 2016, y siguen un patrón de escaso crecimiento desde 2010 debido a la crisis económica. Estas ayudas "se han estancado y ya no contribuyen tanto a mejorar los presupuestos de salud de los países pobres", comenta Christopher Murray, director del IHME. Así, de 2000 a 2010, esa asistencia creció un 11,4 por ciento al año, pero desde 2010 ha aumentado sólo un 1,8 por ciento anual. Una de las paradojas de esta solidaridad internacional es que aumenta el gasto en salud de un país pero oscurece las contabilidades públicas y en ocasiones reemplaza al gasto público que, en su ausencia, hubiera existido. El riesgo es que a medida que los países progresan, y pasan de tener rentas bajas a rentas medias, disminuye la asistencia extranjera, que puede no ser cubierta con gastos proporcionales por los gobiernos. En tales países, las clases medias podrían pagar de su bolsillo los gastos sanitarios, pero las clases bajas se quedarían desasistidas. Con todos los matices y desviaciones de un análisis tan global, los autores son optimistas en cuanto a la evolución de la atención sanitaria y a los crecientes recursos que recibe. Dieleman cita por ejemplo la descentralización del sistema en Nigeria para hacerlo más eficaz, los avances en cobertura sanitaria de Tailandia y México, y los progresos en Vietnam que con solo unos 400 dólares por cabeza han identificado un conjunto de servicios esenciales que están proporcionando a toda la población.