SÁBADO | 7
| Sábado 27 de Septiembre de 2014
El conductor que le pone voz al célebre Cupido reflexiona sobre el lugar de la seducción, el miedo y el azar en el plano amoroso
Franco Torchia. “Toda nuestra vida está marcada por los desencuentros” Texto Andrés Kilstein | Foto Sebastián Freire
E
n la mitología clásica, Cupido es el hijo de la hermosa Venus y el belicoso Marte, y la criatura responsable de despertar el deseo en los hombres. En nuestro país, adicionalmente, Cupido evoca otra cosa: aquel programa de culto que en sus ochenta episodios y dos temporadas produjo citas a ciegas televisadas, en contra de las apariencias y a favor del corazón, como todavía reza su lema en las emisiones del canal TBS. Cupido es también Franco Torchia, quien presta su voz vibrante e inconfundible en cada una de las entregas e intercede entre los participantes. Las historias que conoce Torchia de seducción y fallidos, de entusiasmo y decepciones, son las de un testigo privilegiado. A partir de la semana entrante, de hecho, será posible acceder a ellas en El libro de Cupido. Apuntes del paso del ángel del amor por la TV y la tierra, editado por Reservoir Books. Se trata de un compilado heterogéneo que, con casos extraídos del programa Cupido, hace una constante reflexión sobre el amor y el desamor, y cómo atravesarlos con dignidad. Todo esto hilvanado en anécdotas de la infancia del autor, una oda a Roberto Galán, una añoranza de un pasado de oro, la transcripción de las crueles devoluciones que el conductor de televisión entrega a los participantes al aire, ingeniosos avisos clasificados de tono romántico, y juegos de preguntas y respuestas para sortear de a dos. Todo eso en un mismo libro. El intermediario Torchia asumió su lugar de intermediario desde su propia experiencia de extrañamiento con esa sustancia llamada amor. “De adolescente, el amor me generaba un interrogante. La pregunta era ¿cómo se puede querer la miserabilidad de experimentar la vida juntos?”, admite, en una definición escéptica. Y como el tema del amor era perturbador, el joven encontraba refugio nada menos que en Roberto Galán, el casamentero histórico, el hacedor de inmemoriales parejas, entre ellas las de Perón e Isabelita. “En la medida en que Galán estaba en el medio de una relación ajena, como en un pedestal, y no tomaba posición, yo me podía identificar con ese lugar”, cuenta el celestino de las nuevas generaciones. De alguna manera, verse reflejado en Galán lo aliviaba de su propio conflicto. “Cupido es el hijo único de Roberto Galán”, sentencia Torchia en la entrevista (y en el libro). Lo cierto es que él no tiene una visión idílica del romance ni es un fanático de los finales felices. Por el contrario, reivindica que Cupido al igual que Yo me quiero casar, ¿y usted? muestren esta dimensión de la existencia en toda su crudeza. “Toda nuestra vida está marcada por los desencuentros”, afirma el conductor, y entrega un marco para entender las escenas que se repiten en Cupido: duplas de participantes que se desconocen desde el arranque, citas agobiadas por un silencio que apenas alcanzan a quebrar, una chica que se inclina por un joven, pero desiste en el primer segundo en que ve su rostro (contrariando la consigna del programa de avanzar contra las apariencias). Hasta el mutuo interés parece inestable: ¿se mantendrá fuera de la pantalla cuando no sean las cámaras las que reúnan a los jóvenes? El caso de María José y Daniel, capítulo central del libro, viene a responder a esa pregunta. Ellos se conocieron en el programa, no les funcionó, se dejaron de hablar por seis años, y más de media década después, casi por capricho de él, retomaron el contacto. Se enamoraron, avanzaron en la convivencia y hoy tienen un hijo. “El caso silencia la opinión de que los participantes van a buscar cámara –explica Franco Torchia–. Quizá van por la cámara al principio, puede ser, pero en el medio les pasa algo incontrolable, que es la atracción.” El azar juega su papel imponderable. En Cupido tanto más por una característica que transgrede la lógica televisiva: los encuentros no están producidos, no hay casting, no se busca la compatibilidad o incompatibilidad de perfiles, se reduce el artificio y los realizadores se abren a lo espontáneo. Ésa es su originalidad. Sólo hubo un caso en la trayectoria del programa en que el encuentro fue a pedido del conductor, diseñado como en un laboratorio de la historia. Los protagonistas fueron
Juan Perón y Soledad Martínez de Hoz, descendientes más o menos directos de personajes históricos que no necesitan presentación. “Ella era un chica rubia, divina, a quien se pasó a buscar en remise por el tradicional edificio Kavanagh. Él era un pibe común. Y, por supuesto, no hubo coincidencia”, narra el fallido intento Torchia, en su búsqueda personal de una oposición Montes-
co-Capuleto posmoderna y pop. No es difícil imaginar lo terrible que es el momento en que, una vez concluida la charla a ciegas, y habiendo hallado coincidencia, los protagonistas se encuentran cara a cara. Cada participante se siente desnudo frente a un extraño, escrutado como si fuera por la mirada de un consumidor. Con todo, el conductor de tele-
visión y radio considera que no es el punto más temido del proceso. “Más perturbador que la aceptación o el rechazo, peor que el momento de espiar el físico del otro, es la parte en que yo les doy una conclusión de sus personas. Es el momento más intenso y despiadado en que Cupido se vuelve un ser supradivino y fatal”, asegura Franco Torchia, hablando de sí mismo en tercera persona, cuando realiza estas descripciones personalizadas, de factura psicoanalítica, también reunidas en la nueva obra. Como sea, el amor, esta forma indescifrable y salvajemente espontánea que habilita más preguntas que respuestas, encuentra una dimensión verdadera en este formato de citas televisivas, que le permite a Franco Torchia, como a Galán, el sentimiento de ser un doctor del alma. La pregunta queda entonces abierta: ¿qué se puede aprender sobre las relaciones en este inventario de éxitos y fracasos amorosos que fue Cupido? El libro puede ser un buen punto de partida para la exploración.ß
Otra visión del romanticismo
El libro dE cupido Franco Torchia reservoir books
Autobautizado “el Ángel del Amor”, el conductor del célebre programa de citas a ciegas presenta aquí un manual de instrucciones para románticos, así como reflexiones sobre diversos matices de ese fatal estado llamado “enamoramiento”.