Filosofía de la historia

Kant presenta su filosofía de la historia a través de una clave cosmopolita. .... cosmopolitismo, la religión por sobre el ateísmo agnosticismo, de lo individual.
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Filosofía de la historia Prof. Eduardo Ruiz Pesce

“Las ideas de estado y Nación en el pensamiento de Alberdi”

Paula Jimena Sosa

Facultad de Filosofía y Letras Universidad Nacional de Tucumán

- Febrero, 2012 -

Introducción El presente trabajo consistirá en un abordaje de las nociones de Nación y Estado elaboradas por Alberdi. Para ello se analizará el camino que el pensador realiza partiendo de la lectura del Fragmento preliminar al estudio del derecho (1837) y luego sus consideraciones en las Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina (1852) ya que el foco de atención del trabajo consiste en mostrar el desarrollo que sigue la noción de Estado y Nación en su pensamiento según la época en que se presentan los respectivos escritos. Con tal propósito, se desarrollará la respuesta al siguiente interrogante: ¿cómo es posible el desarrollo y progreso de la Nación Argentina en ciernes? De esta manera, se llegará al objetivo de este escrito, que es ensayar una interpretación sobre la propuesta de Alberdi para superar los problemas del país por medio de una política que conjuga conciencia constitucional, libertad, ley y derecho. En este sentido, la hipótesis de trabajo consiste en mostrar que las nociones de Nación y de Estado, son el resultado de un pensamiento que tiene por base una filosofía cuya teoría pudiera aplicarse a la práctica, permitiendo dar respuesta a los problemas surgidos en la Argentina posterior a la Revolución de Mayo. Sin embargo, es pertinente aclarar que el pensamiento de Alberdi no se inclina por fórmulas puras. De acuerdo con este análisis, se evidenciarán los elementos ilustrados, tomando como punto de referencia a Kant y los elementos románticos vinculados a Vico y a Herder, mostrando cómo construye su filosofía de la historia el pensador tucumano. Aquí el cosmopolitismo al mismo tiempo que el nacionalismo se encuentran en permanente tensión con el objeto de consolidar una política que incluya a la Argentina en el camino del progreso. El presente trabajo monográfico ha sido dividido en dos partes: en primer lugar se realizará una breve introducción a las nociones de historicidad de Kant, de Vico y de Herder, dado que permitirá entender el contrapunto entre cosmopolitismo e historicismo. A continuación se abordará las obras centrales

para este trabajo: el Fragmento preliminar al estudio del derecho y Bases y puntos de partida para la organización política de la república argentina, cuyo análisis se llevará a cabo en tres apartados: a) La noción de ley y derecho desarrolladas en el Fragmento, b) la propuesta de Nación y libertad según Alberdi y c) el papel del Estado. Cabe aclarar que el paso entre la primera parte del trabajo y la segunda se encuentra mediado por una explicación del propio historicismo de Alberdi ya que allí se verá la clave interpretativa de sus influencias románticas e ilustradas al mismo tiempo, lo que presentará los elementos pertinentes para la comprensión de sus obras elegidas para este trabajo. I.1.Kant: reflexiones en torno a la historia, una mirada cosmopolita El problema del establecimiento de una

constitución

civil

perfecta

depende de la dificultad de que haya una

relación

exterior

entre

los

Estados, que sea legal, y no puede ser resuelto sin eso mismo.1 Kant presenta su filosofía de la historia a través de una clave cosmopolita. Aquí el desenvolvimiento histórico supone el despliegue de las potencialidades de la razón. Es ella quien inicia y también pone una meta a la historia. El hombre individual nunca llega a realizar la infinitud de posibilidades que la razón dicta. Esto se debe a que, según Kant, el destino de la humanidad se presenta como una idea que es equiparable a los conceptos racionales que jamás se concretarán en la experiencia histórica. De allí que historia y destino se encuentren en planos diferentes. Por consiguiente, la filosofía establece los fines de la historia mediante principios racionales desde la teoría 1

Kant, Immanuel: Filosofía de la historia. Editorial Nova. Bs. As.1964. Pág. 48

De esta manera el individuo se entiende como un elemento de la historia universal. El mundo cultural que envuelve la totalidad del individuo es, en este punto, superior a él, lo contiene por su riqueza de contenido. La humanidad se desarrolla y en su paso el pasado histórico de los individuos aumenta. De allí que no haya, según Kant, cumplimiento individual del destino. Según Kant, las disposiciones originarias que hay en el hombre y que, por tanto, va realizando son: 1. la disposición a la animalidad destacada por el egoísmo físico que permite la conservación de la propia existencia y la de la especie; ésta se asimila a la capacidad técnica por la que el hombre se hace dueño de la naturaleza; 2. La disposición a la humanidad, entendida como egoísmo comparativo donde, por medio de comparaciones racionales, el hombre busca, en sociedad, la felicidad; a ella le corresponde la capacidad pragmática (prudencia, sagacidad, disimulo); 3. La disposición a la personalidad por la que puede ser un ser social a la vez que moral, responsable. De allí la libertad del hombre que puede dominar sus instintos naturales. A esta última le corresponde la capacidad moral por la que el hombre renuncia al egoísmo individual El destino de la humanidad se va cumpliendo a través del desenvolvimiento de las sociedades en el devenir histórico porque el hombre, destinado a cumplir su humanidad haciendo uso de la razón, tiende a civilizarse, moralizarse y cultivarse.

De

allí

que

el

movimiento

histórico

tenga

como

factores

desencadenantes a la moralidad y a la libertad, ideas que encuentran su fundamento en la naturaleza racional del hombre. La moralidad, uno de los elementos fundamentales para la determinación final del hombre, sólo puede entenderse como el resultado de los antagonismos que brotan de la tensión entre la disposición animal y aquella que tiende a la humanidad. Este conflicto de intereses obliga al hombre a ingresar a una sociedad regida por una constitución civil y a fundar, por consiguiente, el Estado. Luego, el salto se hará desde un estado de libertad sin ley hacia una confederación de naciones como consecuencia de una moralidad que no tenga restricciones nacionales y por la amenaza constante del empobrecimiento interno y la aniquilación de los países que quedaron devastados por la guerra.

De este modo, se produce un equilibrio entre el poder y la ley. El primero tiende a extralimitarse de modo que la ley sirve como contrapeso moralizador. Por lo cual estos elementos antagónicos que se encuentran sumidos en permanente tensión constituyen la justicia. La asociación de estados no persigue una república mundial, sino una federación interestatal. Luego la voluntad debe ser obligada al cumplimiento de la ley. El motor de la historia viene dado, según Kant, por la permanente tensión entre la exigencia racional, donde la meta del devenir histórico son los valores morales, y la imposibilidad de concreción de estos valores en dicho devenir. La configuración cultural privilegiada por Kant será el Estado cuyo origen es empírico y natural, producto inevitable del caos que produce la libertad sin ley. Su base se encuentra en el poder y en el derecho. Sin el peligro del aniquilamiento de la comunidad, latente en la convivencia humana, no habría razones para que el hombre se someta a la voluntad general. De alguna manera, el Estado ejerce una función moral en tanto que impide la degradación del prójimo por medio del derecho. El Estado, en tanto que intermediario entre la idea y la realidad, debe aspirar a la idea de Estado a través del cumplimiento de la ley. En este sentido, tiene origen empírico el poder, al mismo tiempo que fin moral, basado en el derecho y la justicia. La interdependencia de los estados, propuesta por Kant, haría que una sociedad cosmopolita no sea utópica y posibilitaría una paz permanente en la que los distintos estados llegarían a obedecer una legalidad general, esto es, a una constitución cosmopolita. I.2. La noción cíclica de la historia según Vico La perspectiva de Vico respecto a la historia se instala como un interpretación no lineal sino a través de la heterogeneidad de las civilizaciones. En ella se conjuga lo providencial con lo humano en una construcción dialéctica de la historia que atiende a un orden superior que determina una circularidad necesaria por la cual debe transcurrir la historia de los pueblos particulares. Esa dinámica de fluir es entendida como proceso histórico de corso y ricorso.

Isaiah Berlin presenta, en su obra Vico y Herder, siete tesis que hacen que la concepción histórica de Vico resista el paso del tiempo. En primer lugar, la naturaleza del hombre no es inalterable nada se mantiene idéntico a través del tiempo. En segundo lugar, los hombres que hacen de algún modo su historia

no la comprenden como

tampoco comprenden la naturaleza externa que es producto de Dios. En tercer término, el mundo externo difiere del conocimiento que el hombre se forma de él porque éste responde a imposiciones. En cuarto lugar, la verdadera comprensión de la historia ni puede lograrse sin el reconocimiento de una sucesión de fases de la cultura de una sociedad o nación dadas. De allí que la relación de cualquiera de las fases de una cultura o evolución histórica con otra, no es la relación de un tipo mecánico que existe entre una causa y un efecto; sino que, dada la actividad intencional de los hombres, es una relación inteligible para aquellos que poseen un grado suficiente de autoconciencia; y tiene lugar en un orden que no es ni fortuito ni determinado mecánicamente. Por otra parte, las creaciones de los hombres son formas naturales de autoexpresión, de comunicación con otros seres humanos y con Dios. Es por ello que no se trata de algo artificial sino que, el modo de comprender a los hombres, consiste en entrar en sus mentes para saber lo que son, esto solo se puede entender por las claves del lenguaje. Además otra tesis importante sostiene que las obras de arte deben entenderse por sus propósitos, no como principios eternos o modelos valederos. Por lo cual, el uso de los símbolos que corresponde al estado de desarrollo social permitirá desenmarañar el misterio de las cultura. Finalmente, la ultima tesis expresa que conocimiento a priori/deductivo y a posteriori/empírico se ha de añadir ahora una nueva variedad: la imaginación reconstructiva. Por la fantasía es posible la comprensión del proceso de cambio y desarrollo social. Por otra parte, Karl Löwith sostiene en su Historia del mundo y de la salvación que fue Vico quien edificó las bases para una construcción empírica de la historia humana a través de un principio filosófico

que se presentaba como ley eterna de desarrollo

providencial. El modo en que Vico desarrolló su filosofía lo llevo a elevar a la historia, religiosa y social, al nivel de ciencia. A través de una crítica al paradigma científico instalado por Descartes, Vico mostraba que la única certeza cartesiana era la de la conciencia formal que distaba mucho de ser real. No obstante Vico adopta el método de filósofo francés

con el

propósito de fundar una ciencia nueva cuyo punto arquimédico consistía en la convertibilidad entre lo cierto y lo verdadero en la historia. De allí que buscó dar respuesta no al mundo natural que era producto de la obra de Dios, sino al mundo de las naciones creado por la labor del hombre. Luego, es claro que, para Vico, la naturaleza del hombre era histórica y debía ser estudiada e interpretada por una ciencia nueva que analizara la ley de evolución de la historia. Desde luego, las pretensiones de Vico consistían en superar la distinción, instalada por Descartes, entre verdad teórica y verosimilitud sensible. En contraposición a esta idea, el filósofo italiano sostuvo que la naturaleza física era solo la mitad de la realidad y, de hecho, la más importante. La Providencia debía, según él, ser contemplada como la plenitud de todos los principios de la Ciencia nueva y sólo por esta ultima podía ser evidenciada. Por lo cual ella dibuja el método necesario que permitía a la historia recuperar su orden por medio de un modo natural y simple. Por consiguiente, la Providencia en Vico consiste en el orden universal y permanente de proceso histórico. De allí que la ciencia nueva presente las condiciones para una historia ideal y eterna como aquella que atraviese la de los pueblos particulares. De esta manera existe una relación dialéctica entre la historia como producto humano y la presencia de una Providencia que transforma la ferocidad, ambición y codicia en una legislación divina plena de riqueza y sabiduría en las sociedades. Esto se debe a que, en la historia, los hombres no saben lo que quieren y ante ese particularismo se imponen inevitablemente los fines universales de la Providencia que reina sobre todas las etapas del desarrollo histórico. De acuerdo con Vico tres momentos suceden al tiempo prehistórico de los Gigantes: 1. La época de los dioses; 2. La época de los héroes; 3.la época de los hombres. Cada uno de estos momentos presenta sus particularidades. En el primer momento los hombres paganos viven bajo el dominio divino. En el segundo momento, el dominio estaba en manos de constituciones aristocráticas. Por último acontecía una época de igualdad entre los hombres bajo la forma política de repúblicas libres y en monarquías. De allí que respectivamente, teocracia, mitología y racionalidad sean, según Vico la quintaesencia de cada uno de estos momentos que configuran el tiempo prehistórico. A los cuales les corresponde, asimismo, tres tipos de lenguajes, escrituras y derecho natural, de comunidad política y jurisprudencia.

El curso histórico aquí es progresivo y avanza hacia formas más civilizadas. Pero no avanza de formas civilizadas a otras más civilizadas, no hay enriquecimiento progresivo, por el contrario, su verdadera finalidad es la decadencia. El curso comienza en el recurso, esto es, hacia una nueva barbarie que se perfila al mismo tiempo como un nuevo acontecer. Así, todo avance está sujeto al retroceso. Este último es un momento necesario de regreso a la barbarie creadora que permite instaurar un nuevo comienzo. Desde luego, el círculo generado por la dinámica de corso, decadencia y ricorso no determinaba un horizonte desesperanzador, sino una forma natural, al mismo tiempo que racional de la evolución histórica. Sin el ricorso, es decir, la vuelta a la barbarie, la humanidad no podría ser salvada

de la autodestrucción civilizada. En

consecuencia, es por este medio que se presenta el aspecto providencial de retorno cíclico de la concepción de historia postulada por Vico.

I.3. Herder y la invención del historicismo En cuanto a Herder, su pensamiento se presenta como una crítica rotunda a la Ilustración. De allí que prefiera el nacionalismo como contrapunto del cosmopolitismo, la religión por sobre el ateísmo agnosticismo, de lo individual contra lo general, de la nación por encima del Estado, y, por supuesto, la totalidad del hombre por encima de la mera racionalidad. Esto se debe a que, según Herder, los ideales ilustrados condujeron a la Revolución Francesa y a los efectos de lesa humanidad que ésta significó.

En consecuencia, el

Romanticismo buscó un estado anterior a los resultados producidos por la Revolución y por Napoleón. De manera que se produjo un despertar del sentimiento religioso acompañado de la idea de nacionalidad. Asimismo el romanticismo jurídico, donde el derecho expresa la conciencia jurídica nacional, sostuvo la idea de Volksgeist - espíritu del pueblo - como fundamento. En este marco, la tesis de Herder en torno a la filosofía de la historia aceptaba la idea de que la historia tuviera un fin. Pero éste dependía de la sabiduría y de la omnipotencia divina, por lo que era errado suponer que la vía de cumplimiento fuera racional. De allí que cada pueblo constituía una manifestación del plan divino y su interpretación sólo podía darse por la captación de su espíritu, es decir, por los elementos que singularizan a un

pueblo. Por lo cual, la evolución de los pueblos se da bajo sus propias condiciones. En este sentido, rebatía la idea de una visión lineal y eurocentrista de la historia mostrando que la historia consistía en el resultado de una sucesión heterogénea de civilizaciones. Esta es la razón por la que creía importante el reconocimiento de un pluralismo que diera lugar a la inconmensurabilidad de los valores sociales y culturales. Sin embargo, no se trataba de un pluralismo inconexo, sino que consideraba que la historia tenía un curso de continuidad. La noción teológica de Providencia daba sentido a esta continuidad a través del cumplimiento de un plan que se desenvuelve progresivamente en el tiempo en virtud de su sello dinámico. De esta forma, en su filosofía de la historia quedan anulados el pasado y el presente puesto que las viejas tradiciones eran una prueba de la continuidad del curso histórico en el cual el presente debe integrarse al pasado orgánicamente. Dos ideas fundamentales en el pensamiento de Herder fueron: en primer lugar, si los hombres pretenden ejercer sus facultades plenamente necesitan pertenecer a comunidades

identificables, con sus propios puntos de vista,

costumbres, estilo, memoria histórica y lenguaje. En segundo lugar, la idea de que lo que constituye la actividad espiritual de los hombres no puede ser otra que sus modos de comunicarse o expresarse. En este punto, sostuvo que cada civilización, que tiene su propia forma de actuar, pensar, sentir y representar, crea sus propios ideales colectivos en virtud de los cuales se constituye como civilización. Esta última sólo puede ser juzgada, por tanto, según sus propios valores y no bajo términos universales. La importancia de los rasgos comunes entre los hombres reside más en las diferencias que en las similitudes, porque estas últimas los hacen ser lo que son. Herder instaló la idea de que la historia de la humanidad no consiste en una progresión lineal. Por el contrario, se trata de un movimiento providencial que no tiene un único sentido ideal sino muchos espacios o esferas de acción cuyo centro se encuentra en sí mismo. Su historicismo reivindica elementos del pasado que el iluminismo había suprimido. Por contraposición a la tendencia de

generalización del iusnaturalismo, Herder instaló su idea de espíritu del pueblo, Volkgeist, sobre la base del historicismo jurídico germano que rescataba una vertiente individualizadora del derecho. En este sentido, el espíritu cosmopolita comprometía, según Herder las particularidades nacionales. Por ello, reivindicando de modo particular la Edad Media, mostró el surgimiento de la civilización cristiano-germana. De allí que critique el abuso de la razón abstracta de la modernidad puesto que en ello la vida queda mecanizada y pierde espontaneidad. La historia universal entendida por Herder, no es de fácil presentación. Fermín Chávez sostiene en “Herder, el alemán matrero”, que su concepción de la historia tenía una estructura, dinamismo y periodización sostenido por un tejido

de líneas y de fuerzas cuya eficacia reside en su articulación y

movimiento. Asimismo la fe en la Providencia le otorga un aire fatalista puesto que se basa en la vieja teoría de ciclos de apogeo y decadencia. Esto quiere decir que cada civilización es una unidad cultural que constituye una época en el devenir de la humanidad condenada a pasar por momentos de apogeo y declinación. En consecuencia, ningún pueblo realiza el ideal de humanidad, todos son necesarios en tanto que etapas del itinerario de la Providencia. Los pueblos son medios y fines que se bastan a sí mismo. De modo que del alma del pueblo depende su independencia y sus derechos nacionales. A través de estas consideraciones la realidad histórica tiene, según Herder, tres tipos de unidades con figuras y movimientos propios: 1) El devenir total, regido por la Providencia; 2) Las civilizaciones, sujetas a los ciclos de crecimiento, plenitud y depresión y, 3) las épocas encarnadas por las distintas naciones-pueblos elegidos por Dios. La articulación de estos tres elementos se encuentra en la idea de Providencia que permite la continuidad del curso histórico por encima de la cerrazón de las civilizaciones. II. Iluminismo y Romanticismo en la filosofía de la historia de Alberdi

Ante la Ilustración europea del siglo XVIII, que buscó negar el pasado e imponer un comienzo desde el fondo, la inteligencia hispanoamericana tenía que apropiarse del historicismo. En sus reflexiones respecto a la ilustración europea, Alberdi describe cómo la teoría contractualista de Rousseau, al mismo tiempo que la Revolución Francesa, han influenciado a la juventud americana marcando una huella que, dado el desenvolvimiento histórico, no debe permanecer como constante sino, por el contrario, ser asumida y superada. En consecuencia, Alberdi dice: “Así, toda esta juventud de repúblicas que pueblan la América de extremo a extremo es tan hija legítima de las ideas del siglo XVIII como lo es la Revolución Francesa, y de todos los bellos síntomas progresivos que hoy agitan el mundo. Así, pretender el retroceso del espíritu humano es pretender arrollar el tiempo desenvuelto”2 En este sentido, Alberdi consideró que la ley de la voluntad general de Rousseau era estrecha y materialista. Para él la voluntad era impotente ante los hechos de la Providencia. Los hechos, la realidad misma, eran el resultado de la obra de Dios y habían existido en virtud de la acción del tiempo y la historia del país. Como resultado de ello quedaría como producto la constitución argentina. Por otra parte, la idea de progreso en Alberdi consiste en marchar hacia formas más altas de civilización, es decir, de convivencia pacífica y productiva, que es lo propio del desarrollo de la naturaleza. Esto sólo se consigue resolviendo los problemas que suscitan los destinos nacionales. La ley universal de progreso significó conducir al país hacia formas más altas de civilización eligiendo una teoría que se pudiera plasmar en la práctica. Es por esta razón que Alberdi denunciaba el retraso de sus contemporáneos al estancarse en ideas del siglo XVIII puesto que dicha actitud comportaba un atentado contra el progreso. Respecto a ello Alberdi expresa: Sin embargo, el siglo XVIII ha tenido y debido tener excesos; y es la moderación de estos excesos, así como la continuación de sus principios de 2

Alberdi, Juan Bautista. Fragmento preliminar al estudio del derecho. Ciudad Argentina. Bs As. 1998 Pág. 36

emancipación, lo que forma hasta hoy la doble misión del siglo XIX ¿en qué consisten los excesos del siglo pasado? En haber comprendido el pensamiento puro, la idea primitiva del cristianismo y el sentimiento religioso, bajo los ataques contra la forma católica. En haber proclamado el dogma de la voluntad pura del pueblo, sin restricción ni límite. En haber difundido la doctrina del materialismo puro de la naturaleza humana3.

No obstante, Alberdi no quita mérito a los pensadores del siglo XVIII, por el contrario, considera que su propia época es deudora de esas ideas. Al mismo tiempo, pensó que si había que aceptar la tradición del pasado, también se debía marcar sus excesos. Por ello, no sólo había que reconocer lo que en el hombre constituye su materialidad sino también su espiritualidad. Estos elementos conforman un dualismo misterioso propio de la naturaleza humana. De este modo, la voluntad del pueblo debía relacionarse con la ley, considerando que ésta última era, producto de la razón. En este punto, se ven dos elementos, uno romántico y el otro ilustrado imbricados en el pensamiento del autor tucumano. En virtud de lo cual, asumió el legado de progreso de la ilustración pero, al mismo tiempo, reconociendo siempre el rol de la voluntad y del espíritu del hombre. Por consiguiente, el pensamiento de Alberdi si bien fue por momentos iluminista, es gracias a su historicismo federal que se acercó al país en medio de una cadena de oscilaciones y altibajos. El aspecto iluminista de Alberdi se centra en sus fines puesto que, en los medios, se configuraba en el federalismo representativo. Se trataba, por ello, de un historicismo de medios, mientras se intentaba ajustar la realidad para ver el sentido histórico que el caudillismo ponía de relieve compatibilizándolo o postulando un iluminismo de fines. Para la generación romántica del 37`la historia era racional, seguía un plan trazado por la Providencia. La civilización y el progreso eran resultados naturales de su conducción. Desde luego, comprender la historia suponía imprimirla en la acción. En este contexto, Alberdi consideró, a su vez, que ésta tenía un 3

Alberdi, J.B. Fragmento preliminar al estudio del derecho. Ciudad Argentina. Bs As. 1998 Pág. 36

desenvolvimiento fatal y necesario al mismo tiempo que progresivo, puesto que para él había una eterna pulsión progresiva de la humanidad. En este sentido, la lógica de la historia se configuraba como dialéctica, es decir, se encontraba subordinada a una ley universal de movimiento progresivo hacia el camino de la perfección. No obstante, su posibilidad de cumplirse dependía de leyes de localización, puesto que, si bien todos los pueblos debían desarrollarse necesariamente, no todos lo hacen de la misma manera y al mismo tiempo sino de acuerdo a su propia situación histórica. Luego, para que se pueda comprender la propuesta de Alberdi, deben considerarse que, en vistas al progreso, la ley universal de la historia debía combinarse con los elementos individuales de localización espacio-temporal. Asimismo se puede ver cómo, en algunas ocasiones, seguir ciertas premisas conllevan a consecuencias no deseadas por el pueblo pero, no obstante, manifiestan la situación actual de su desarrollo. Por otra parte, se pone de manifiesto la importancia que tiene el pueblo en el desarrollo histórico. En este punto, la educación de la mayoría, su transformación, presentaba el destino futuro del género humano, porque esta masa es, según Alberdi, la humanidad misma. En síntesis, una vez que fueron aplicados estos elementos de análisis histórico a la Argentina, los resultados fueron que la ruta de la marcha futura está condicionada por dos factores: la ley progresiva del desarrollo humano y las condiciones propias de la nacionalidad. Ante estas últimas puede verse el eco herderiano en el pensamiento de Alberdi, ya que si bien reconoce la necesidad de desarrollo y progreso, también considera que ese desenvolvimiento inevitable se desarrolla de acuerdo a leyes de tiempo y espacio, puesto que, cada pueblo es de su edad y de su suelo. II.1.Nociones de ley y derecho en el Fragmento Preliminar de Alberdi

Para Alberdi el derecho no es simple colección de leyes sino que se trata de la ley moral del desarrollo armónico de los seres sociales4. En este sentido, el derecho consistía, según Alberdi, en un fenómeno vivo que necesitaba ser estudiado en el marco de la economía orgánica del Estado. Por consiguiente, lo jurídico debía ser investigado como ciencia experimental aplicado a la vida social. Otro elemento muy importante es la filosofía de la historia puesto que ella muestra que el derecho sigue un desarrollo integral respecto a otros factores de la vida social. Esto quiere decir que, lo jurídico se desenvuelve paralelamente a lo económico, religioso, filosófico y otros elementos de la sociedad. Luego, el lugar al que haya llegado el estadio jurídico será consecuente con la de los demás elementos de esa sociedad. De allí que leyes y derecho se entienden de modo complementario pero no como algo idéntico. Por el contrario, el derecho es aquí el espíritu de las leyes. Estas últimas son representaciones desleales para con el primero. Por lo cual, no consideró a la jurisprudencia una ciencia práctica, mecánica, sino que, siguiendo a Vico, sostuvo que las leyes son abstracciones, ideas generales y complejas. Estas se encuentran en permanente movimiento buscando mayor generalidad, y en ello reside la movilidad indefinida de la legislación. En este sentido, Lucía Piossek muestra su escrito: Pensamiento argentino, dos aspectos que deben considerarse en el pensamiento de Alberdi. El primero es que la filosofía es necesaria como poder emancipador. El segundo, que es necesaria como principio de nacionalidad, porque la filosofía es reflexión sobre la historia. De allí su interés en el por qué y el para qué como hilos conductores de su filosofar en torno a la historia que no era aquí ilustrado sino romántico. De manera que en este punto se pueden ver las influencias de Vico y de Herder, ya que, por medio del análisis histórico, el pueblo asume su lugar, su particularidad, dentro de la historia universal. En consecuencia, Lucía Piossek afirma: 4

Alberdi, Juan Bautista. Fragmento preliminar al estudio del derecho. Ciudad Argentina. Bs As. 1998. Pág. 11

“Para Alberdi es precisamente la filosofía de la historia la capacitada para reconocer la estructura dinámica y racional de la historia universal. Pero al mismo tiempo, y esto reviste para él suma importancia, es el pensar capaz de desentrañar los modos en cada caso particulares y especialísimos de cumplirse tal principio universal”5

En el Fragmento preliminar al estudio del derecho, la propuesta de Alberdi consistía en una suerte de filosofía del derecho y de filosofía de la historia. Por consiguiente, esta nueva concepción de la filosofía era entendida por el autor, como ciencia de la vida cuya ley es el progreso continuo y la ley de desarrollo de los pueblos solo podía entenderse por estos medios. Lo cual significó que, mientras que la filosofía era una ciencia de la razón en general, la jurisprudencia era ciencia de la razón jurídica. Sin embargo, la razón de las leyes no está al alcance de todos. La ciencia que constituye el cuerpo legal debe estar sistematizada y obedecer a un método regular. Esto se debe a que, las verdades de la jurisprudencia, deben ordenarse, según Alberdi, científicamente. Finalmente, las vías de análisis del derecho postulados por Alberdi presentaban tres elementos fundamentales. En primer lugar, la teoría del derecho natural, luego la del derecho positivo y, por último, la teoría de la jurisprudencia.

II.2. las ideas de Nación y libertad en el Fragmento Preliminar

5

Piossek Prebisch, Lucia. Pensamiento argentino. Tucumán 1988. Pág.39

El derecho y la libertad, como fases de la vida nacional,

tienen un

desarrollo

se

fatal

que

opera

espontáneamente a par de todos los elementos sociales, y a pesar de todos los obstáculos del mundo6. En el Fragmento preliminar, Alberdi concibió su filosofía como estudio acompañado de reflexión porque sólo así se podía comprender el mundo que a cada hombre le toca vivir. En este sentido, el Alberdi romántico del Fragmento, consideraba que las verdades no son abstractas sino que resultan

de los

hechos de la historia al mismo tiempo que del conocimiento del espíritu de la Nación. Por lo cual, su forma de filosofar iba desde las necesidades del país a las soluciones por un movimiento de pensamiento reflexivo que buscaba animar con la fuerza sentimental de la creencia. En consecuencia, es por este camino, que busca soluciones, que se instala la necesidad de resolver el problema del destino de la Nación. El rol de la libertad consistía en la capacidad de dirigir las facultades a un fin racional. Lo cual mostraba que su concepción de Nación se encontraba, entendida en términos racionales y determinada por la profunda necesidad de emancipación. Es por eso que escribe: La filosofía es, pues, el uso de una razón bien formada, es el principio de toda nacionalidad, como de toda individualidad. Una nación no es una nación sino por la conciencia profunda y reflexiva de los elementos que la constituyen7. Más tarde continúa: Es pues ya tiempo de comenzar la conquista de una conciencia nacional, por la aplicación de nuestra razón naciente a todas las fases de nuestra vida nacional8

6

. Alberdi, J.B. Fragmento preliminar al estudio del derecho. Ciudad Argentina. Bs As. 1998 Pág. 35

7

Alberdi, J.B; Óp. cit. Pág. 21

8

Alberdi. J.B. Fragmento Preliminar al estudio del derecho. Ciudad Argentina. Bs As. 1998 Pág. 21

En este punto, su forma de entender la libertad estaba vinculada a la voluntad, pero también ahora a la inteligencia, la moralidad, la religiosidad, puesto que, inteligencia y libertad, son atributos correlativos. La libertad surgía como el resultado de un proceso lento de civilización en la constitución del espíritu humano. Para ello la educación tenía un rol muy importante porque en ella residía el destino de un pueblo. De este modo la filosofía debía instalar las bases firmes de la Nación puesto que, para ampliar la razón nacional, Alberdi consideraba que debía ser creada una filosofía nacional. Esta tenía como responsabilidad dar orden al presente fenomenal y confuso de su juventud dándole dirección histórica a la vida nacional. Entonces su filosofía era para el presente, era social por oposición a la filosofía académica. Su idea, por oposición al pacto de Rousseau, consistía en la subordinación al orden absoluto. Sin embargo, este último debía sufrir un particular condicionamiento al expresarse

a la luz del orden positivo por el

momento en que le tocó vivir, es decir, el del surgimiento de las naciones y la consolidación de las expansiones imperialistas. Luego, la constitución era el elemento que permitiría la llevar a cabo la tarea de la organización nacional en el plano positivo. Luego, la democracia se presentó como una condición futura de la humanidad en general, y del pueblo en particular. Pero en tanto que futura, no podía ser presente, puesto que, acelerar su llegada, implicaba saltar un momento necesario para su consolidación. La única manera de llegar rápidamente a ella era difundiendo la civilización. El idealismo de plasmado en esta obra juvenil de Alberdi será reemplazado por un mecanicismo economista en sus obras posteriores. De esta manera irá surgiendo el entramado de una filosofía que permita organizar las ideas de forma tal que puedan ser convertidas en hechos de la realidad. Es por eso que su obra emerge inspirada en valores universales y abstractos que a través del tiempo se vuelven concretos y particulares en sus obras de juventud. Así, el Fragmento preliminar es considerado como una obra que da comienzo a una filosofía propiamente americana.

En este punto, se percibe cómo su pensamiento en dicha obra, preponderantemente romántico, se vuelve ilustrado en la obra posterior Bases y puntos de partida para la organización política de la república argentina. Mientras en la primera aparece la idea de Nación reivindicando lo más propio del suelo americano, en la segunda, se encuentran los fundamentos de su idea de Estado que se enriquece bajo la luz de una consigna diferente donde el elemento extranjero insoslayable. II.3.Las Bases, el Alberdi de la madurez. Su idea de Estado Con un millón escaso de habitantes por toda población en un territorio de doscientas mil leguas, no tiene de nación la República Argentina sino el nombre y el territorio9 En esta obra, ante el elemento racionalista y el idealismo objetivista desarrollado en el Fragmento, se presenta la necesidad de un materialismo objetivo. De allí surge la necesidad de dar respuesta a los problemas que sufría la Argentina despoblada de su tiempo. Para ello, Alberdi expresó la necesidad de fomentar la inmigración a través de formas espontáneas, no artificiales, promoviendo la tolerancia religiosa, permitiendo la libre navegación fluvial y estableciendo tratados internacionales. Sin embargo, ello no comportaba ningún tipo de peligro para la nacionalidad sudamericana. Las reflexiones que brinda Alberdi se conjugan de la siguiente manera: No temáis pues, la confusión de razas y de lenguas. De la Babel, del caos saldrá algún día brillante y nítida la nacionalidad sudamericana. Y más tarde agrega: el suelo prohíja a los hombres, los arrastra, los asimila y

9

Alberdi J.B. Bases y puntos de partida para la organización política de la república argentina. Barcelona 1914. Pág. 113.

hace suyos. El emigrado es como el colono; deja la madre patria por la patria de su adopción10 Al mismo tiempo, era necesaria la instalación de ferrocarriles para la inmigración interna y la unidad política puesto que las distancias volvían imposible la acción del poder central. Es por eso que Alberdi sostuvo: Así pues, la unidad política debe empezar por la unidad territorial, y sólo el ferrocarril puede hacer de dos parajes separados por quinientas leguas un paraje único11. De modo que la centralización se volvió un elemento indispensable para el surgimiento no ya de la Nación que promovía en el Fragmento sino del Estado constitucional que promovía en las Bases. La centralización permitía resolver el problema geográfico al mismo tiempo que la necesidad de unidad que supone la idea de una constitución. Luego la unificación o nacionalización del país vendría dada por el orden material. Uno de los temas más cruciales, dentro de su obra Bases y puntos de partida para la constitución nacional, fue la falta de población. Este elemento era determinante puesto que suponía que la Argentina debía devenir no en solamente Nación sino Estado. Esto se debe a que, ante la inmensa extensión territorial, la nacionalidad debía ser entendida bajo una mirada que contemplara una salida al problema más importante, el de poblar la Argentina. Según Alberdi, debía reglarse un sistema de garantías públicas de progreso y engrandecimiento asegurándose su ejecución para facilitar el poblamiento el país. A través de la constitución debían ser asimilados los derechos civiles de los extranjeros a los derechos civiles de los ciudadanos nacionales. De esta manera Alberdi sostuvo una teoría que permitiera remediar el desequilibrio entre la naturaleza geográfica y la cantidad de habitantes a través de una “lucha contra el desierto”. Además, la masa del pueblo debía generar las condiciones que llevaran a 10

modificarse profundamente para una república representativa. Los

. Alberdi. J.B. Bases y puntos de partida para la organización política de la república argentina. Henrich y comp. Barcelona 1914. Pág. 89 11

Alberdi. Óp. Cit. Pág.83

cambios, más que en las leyes, es decir, a nivel formal, debían darse en virtud de una trasmutación substancial. La educación no podía ser simple instrucción, su objetivo debía ser preparar las bases para la civilización. Por otra parte, la constitución debía ser

verdadera regeneración y

progreso. Por ello la civilización tenía que desarrollarse desde sus raíces y no ser trasplantada de otros modelos sociales. Es decir, la conciencia y la voluntad constituyente forman los puntos de partida del análisis de la realidad objetiva ya que todos los pueblos tienen disposiciones particulares que les son inherentes. Luego, el sistema formal de la constitución, según Alberdi, necesitaba regirse por elementos unitarios y federales, es decir, de forma mixta para lograr la paz entre la provincia y la Nación. Esto muestra el objetivo unificador de la constitución ya que intenta mediar entre el localismo y la República Argentina siendo ella misma quien dictamine la suerte de los Estados de América del sur. No obstante, la constitución supone un gobierno encargado de hacerla cumplir. En ella el poder central estará en manos de un poder ejecutivo permanente y general, siendo la ley constitucional la fuente única y auténtica que lo otorgue. En consecuencia, para que se pudiera lograr un gobierno general, no servían las simples alianzas por medio de la constitución, por el contrario, toda constitución supone un gobierno general. Este último se debía servir de tras poderes que hicieran las leyes, que las interpretasen y que las aplicasen, es decir, por los poderes legislativo, judicial y ejecutivo. Ahora bien, gracias a la revolución americana había sido posible la forma gubernamental de la república aunque, al parecer de Alberdi, no estaba listo el país para ella. La Nación y democracia eran más que formas gubernamentales eran, en el fondo, la esencia misma del gobierno. Otro punto que había que resolver era el problema de la capital del país; los orígenes de la descentralización eran dos: uno era el antiguo régimen municipal español y la posterior soberanía local. Ante ello, Alberdi buscó una forma de gobierno mixto que conjugara los intereses provinciales y la búsqueda de ideales nacionales. Para ello era necesario aunar intereses, medios y propósitos, sin ello no cabía la posibilidad de que surgiera ni Estado ni Nación

alguna. El gobierno general debía tener poder sobre las provincias. Por otra parte, dado el obstáculo de la distancia, un centralismo puro era imposible para la república Argentina, por lo cual, Alberdi propuso, mediante sistema mixto de federación unitaria, un centralismo relativo. Finalmente, tomada desde la perspectiva iluminista, las Bases tienen como a priori inicial la idea de constitución del la Nación y luego de las provincias en un avance sintético. La constitución general determina la organización de las bases y principios que deberán mantenerse en la organización provincial. Estos elementos son consecuentes a los propuestos en el Fragmento en tanto que concepción formal metódica de tipo estructural. Conclusión En el presente trabajo se abordaron dos vías en el pensamiento de Alberdi para la comprensión de su idea de Nación y su evolución hacia la de Estado. Una de ellas fue histórica, por la cual se pudieron ver las influencias románticas e ilustradas a través de la historicidad propuesta por sus máximos representantes: Vico, Herder y Kant. En segundo término, se analizaron las propuestas de Alberdi para una filosofía del derecho. Allí se pudo ver la evolución de su pensamiento desde el Fragmento hasta las Bases en un intento de mostrar cómo construyó el autor tucumano su idea romántica de Nación y, más tarde, la necesidad de dar lugar a reflexiones sobre la necesidad de consolidar un Estado fuerte. La permanente tensión entre Ilustración y Romanticismo le permitió formar una filosofía de la historia que conjugara los intereses de la provincia en consonancia con los de la Nación. Esta última nunca fue desatendida sino transformada a lo largo de los años donde las demandas de población llevaron al Alberdi a reflexionar sobre una política de impronta más bien ilustrada para hacer posible el progreso. Sólo una filosofía juvenil como la del Fragmento que buscaba dar respuestas a los problemas que había dejado la Revolución de Mayo, pudo

promover el surgimiento de su obra posterior donde las urgencias iban transformándose. Desde sus inicios hasta su madurez la obra de Alberdi buscó encaminar a la Argentina en la vía del progreso y consolidar una nacionalidad que no se opusiera sino, por el contrario que se complementara a un Estado fuerte a nivel político y económico alentando de manera permanente el advenimiento de la población, educación y trabajo. Desde luego, esto no podía darse sin el elemento jurídico que consolidara una conciencia constituyente y presentara los principios de derecho de todo ciudadano. De allí que el pensamiento de Alberdi sea no sólo político sino también profundamente filosófico. Pero de una filosofía que busca respuestas para los problemas fundamentales que suscitaba la Argentina en estos tiempos. Es por ello que constituyó una filosofía de hechos que sólo pueden ser entendidos como el resultado de la Providencia y de la circunstancia histórica que atravesaba el país.