Estereotipos lingüísticos y traducción

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ESTEREOTIPOS LINGÜÍSTICOS Y TRADUCCIÓN AMÉRICO FERRARI Universidad de Ginebra

El tema que tratamos aquí concierne aparentemente a un simple fenómeno lingüístico que puede tener repercusiones en la práctica de la traducción. Sin embargo, la reflexión sobre la evolución y el tratamiento de los estereotipos lingüísticos y los problemas que muchos de ellos plantean al traductor por su imprecisión semántica merecería un lugar en los estudios sobre las relaciones y las fronteras entre la lingüística descriptiva y la pragmática, las indagaciones sobre significado, designación, sentido o en las teorías de la desverbalización. En cada caso preciso el traductor que se encuentre con ciertos clichés tendrá que decidir si los adapta, los calca o sencillamente los suprime. A menos que otros decidan por él, por ejemplo, la administración o la televisión, los jefes lingüísticos de los organismos internacionales, o, de manera más general, lo que se suele llamar "el poder". Históricamente los clichés o estereotipos léxicos existen y seguramente han existido siempre en todas las lenguas. Las locuciones, las llamadas "frases hechas" o "modismos", los dichos, los refranes, las muletillas son o han sido clichés que se aplican repetitivamente en situaciones determinadas. Ya para el español, por ejemplo, Quevedo, en su Cuento de cuentos,1 que data de 1626, censuraba con acritud el uso de muchas expresiones populares: "Y en este cuento he sacado a la vergüenza todo el asco de nuestra conversación". Para Quevedo el asco de la conversación española de su época está en expresiones tan corrientes como "a trochimoche", "estar en un tris", "ahora bien", "manos a la obra",

"andar al morro", "persona de tomo y lomo", "ni por esas", "sin más ni más", "como quien no quiere la cosa", "dar al traste", "no decir esta boca es mía", "no se me da un ardite" y muchas más, incluyendo alguna onomatopeya de uso común como "zas": ¿Hay cosa más mortal como zas? Más han muerto de zas que de otra enfermedad; no se cuenta pendencia que no digan: "Y llega, y zas y zas, y cayó luego".2

Muchas de estas expresiones populares hace tres siglos lo son aún; han quedado arraigadas en la lengua hablada y escrita. Otras naturalmente han salido del uso. De unas y otras se servía el propio Quevedo en sus escritos cuando lo juzgaba necesario. Aparentemente lo que molesta al escritor español del siglo XVII no son las expresiones de la lengua en tanto que tales, sino la utilización indiscriminada y tonta que se hace de ellas como marcos lingüísticos vacíos de pensamiento: a troche y moche, una de las expresiones que a él le daban asco. Podríamos llamarlas "locucionesclichés tradicionales" y forman parte del caudal de la lengua, aunque su uso declina con el tiempo y a menudo tienen traducción o equivalencias establecidas de una lengua a otra. En español, como en otros idiomas, esta clase de estereotipos está ampliamente documentada aunque la terminología para designarlos es incierta y variable. El término de "cliché" se ha empleado clásicamente sobre todo en literatura o en estudios sobre aspectos lingüísticos de la literatura para designar situaciones o lenguajes literarios convencionales. Charles

1

Francisco de Quevedo: Obras completas, Tomo I, Obras en prosa, Madrid, Aguilar, 1958, pp. 366-372.

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2

Ib., p. 367.

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Bally les dedica unas páginas desde un punto de vista estrictamente lingüístico definiéndolas como expresiones literarias que estuvieron en boga y han pasado al lenguaje común; para el lingüista suizo estos clichés no son vocablos sino siempre elementos de la fraseología de la lengua, petites phrases o locuciones como "l'astre du jour" o "une macabre découverte"? Las hay a montones en francés como en español y en cualquier otra lengua moderna. Vinay y Darbelnet utilizan a su vez el término ya en un horizonte traductológico para referirse también a locuciones o frases hechas en inglés y a sus equivalencias en francés. Para los autores estos clichés representan alusiones estereotipadas ("allusions figées dans le lexique") y para ellos, como para Bally, se trata siempre de locuciones, unidades léxicas por lo general de más de una palabra.4 El planteamiento que hacen Vinay y Darbelnet de las allusionsfigées,modismes o clichés parece inspirarse sobre todo en las consideraciones de Henry Watson Fowler sobre el cliché lingüístico en su Modern English Usage (1926, revisado y actualizado por Ernest Gowers en 1965), expresamente citado por nuestros dos autores.5 Fowler define el cliché lingüístico directamente por un sinónimo: el cliché, dice, significa estereotipo: "Cliché means a stereotype" y "es una palabra o una frase que, al acudir por primera vez como ocurrencia oportuna en un contexto particular, cobró tal popularidad que hoy puede ser utilizada impropia e indiscriminadamente".6 El lexicógrafo británico comenta en su libro diversos tipos de clichés lingüísticos (aunque a menudo, 3 Charles Bally: Traité de stylistiquefrançaise,vol. I, Ginebra, Librairie Georg / Paris, Librairie Klincksieck, 1951, pp. 85-86 4 Vinay y Darbelnet: Stylistique comparée du français et de l'anglais, Paris, Didier, 1958, pp. 252-257. 5 Ib., p. 252. 6 H. W. Fowler: A Dictionary of Modem English Usage, Oxford-Nueva York, OUP, 1965, p. 90.

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en el uso, los campos léxicos así recortados se encabalgan): locuciones o expresiones trilladas ("hackneyed phrases"), "battered ornaments" que se podría traducir por cultismos vulgarizados, variaciones retóricas o lenguaje figurado estereotipado, "elegant variations", como "alma mater" por universidad, "daughter of Eve" / "hija de Eva", por mujer, o "the gentle sex"/ "el sexo débil", por lo mismo,7 o latinismos o extranjerismos de todo tipo sacados a relucir para "ornar" el lenguaje pobre de periodistas o malos escritores; "irrelevant allusions", alusiones literarias fuera de propósito: nada puede estar podrido si no es en "el reino de Dinamarca"8 y, finalmente, los "vogue words", palabras de moda que se caracterizan por "la facilidad con que pueden sustituir diversos vocablos más precisos, evitándonos el trabajo de elegir el más apropiado". 9 Es éste el tipo de cliché que seguramente cunde más hoy en día (y muchísimo en francés), y puede plantear al traductor problemas de interpretación; o bien son tecnicismos popularizados (muchos de los que cita Fowler han pasado al español y al francés), como "allergic", "curve" por "tendency", "Junction", "intensive", "ultimate analysis" (fr. "en dernière analyse"), etc. y muchos términos de la medicina y el psicoanálisis,10 o también pueden ser meras variantes de otros vocablos ("ceiling", en sentido figurado, por "limit" (fr. "plafond"): "tope" (aunque actualmente gana terreno el anglicismo "techo"); "significant" por "important", "target"por "objective"(calcado en francés: "cible", "cibler", clichés repetidos hasta la saciedad), o poseen simplemente un atractivo retórico: "archetypal", "fabulous", "fantastic", "massive", "sensational"}1 7

Ib., p. 51. "Something is rotten in the state of Denmark", Hamlet I, IV, citado en ib., p. 306. 9 Ib., p. 684. 10 Ib., pp. 460-461. 11 Ib., p. 684.

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Pero ya en el artículo clichés del que irradian todas estas clasificaciones Fowler distingue de una manera más general, históricamente si cabe decir, dos grandes clases de clichés: los "well-worn clichés" o palabras y expresiones trilladas de uso tradicional que se presentan honestamente como tales, de modo que el escritor decide si las usa o no (se trata en suma del tipo de frases hechas amontonadas por Quevedo en su Cuento de cuentos). Estas expresiones trilladas constituyen un tipo de cliché de lo más común en francés: a veces se ensartan una tras otra como perlas en un collar: // sera très difficile à Benjamin Netanyahu de maintenir sa position. Il est sur un baril de poudre. Et, c'est le cas de le dire, il n'est pas près de voir le bout du tunnel, s'il ne rectifie pas le tir.12

Las tres expresiones ("el barril de pólvora", "el fin del túnel" y "la rectificación del tiro" son estereotipos totalmente raídos por el uso sobre todo en la prensa, la radio y la televisión. La segunda categoría comprende otro tipo de frases "más insidiosas, (...) aquellas expresiones aparentemente inocentes que, casi inadvertidas, están en camino de convertirse en clichés".13 Entre estas últimas el autor menciona como ejemplos "climate of opinion", cuando bastaría "opinion" a secas, y "in the framework of

(cliché que se ha propagado también en francés y en español: "dans le cadre de", "en el marco de", junto con sus hermanos gemelos: "sur le plan de, "au plan de" y "au

niveau de", también en español: "a nivel de"). Para "framework" Fowler observa que una simple preposición bastaría para significar lo mismo. No hay que olvidar que el autor inglés publicó su libro hace 70 años y que en ese lapso muchas palabras que estaban "por convertirse en clichés" en 1926 se

12

Le Provençal, citado por Le Canard enchaîné, 210-1995). "Fowler, o. cit.,p. 91.

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han establecido hace ya mucho tiempo como tales. Los elementos del léxico francés a los que ahora nos vamos a referir corresponden sobre todo a esta segunda categoría de la clasificación de Fowler y a sus "vogue words". Son vocablos o expresiones breves, o bien de origen francés o bien calcadas del inglés o incluso alguna del alemán, como "concept" en una nueva acepción: "Définition des caractères spécifiques d'un projet, d'un produit, par rapport à l'objectif ciblé" (PL); o

sea no en su sentido clásico de "concepto", sino como adaptación semántica del alemán "Konzept" (plan, proyecto, esbozo, diseño, etc.); son términos que de pronto se ponen de moda, invaden el lenguaje político, administrativo, empresarial, y finalmente, a través de la televisión y los otros medios de comunicación el lenguaje del hombre de la calle; muchas veces son neologismos, pero en general no la palabra en su sentido propio, sino la acepción o acepciones figuradas que adopta al estereotiparse. El vocablo adquiere así una frecuencia de uso y una extensión insólitas, desplazando numerosos términos que podrían indicar matices particulares según las situaciones de que se trate; ésta es una de las características más notables de los clichés de moda y requiere particular cuidado por parte del traductor. Un ejemplo muy simple de este fenómeno, y no en francés, sino en inglés/español es el que da Kitty Van Leuwen-Zwart:14 el primer ejemplo de sinonimia entre un transema de la lengua original y el transema equivalente de la lengua terminal: inglés: OAT/español (de España): "vale". El architransema sería la noción de "acuerdo" o "conformidad". Lo que nos interesa es que el español "vale" cubre normalmente todo o casi todo el campo de uso del inglés 14

Kitty M. van Leuwen-Zwart: "Translation and Original: Similarities and Dissimilarities", I, Target (1989), 1,2, p. 158.

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"OK" en situaciones particulares de lo más diversas, y es, por consiguiente, un ejemplo claro de cliché o estereotipo que desplaza en general otras expresiones posibles en español, como serían "de acuerdo", "conforme", "no importa", "no me opongo", "bueno"; o incluso en algunos casos con el sentido de "basta", "está bien así", "no me pongas más", cuando a uno le llenan por ejemplo el vaso de güisqui; o "that's right", "I agree", "that's enough, thank you" u otras en inglés; y es por último un ejemplo elemental de traducción directa y casi automática de una lengua a otra. "Vale", que no ha penetrado con este sentido en América (donde sí se utiliza mucho en cambio el "OK" angloamericano), es un estereotipo que parece haber crecido relativamente rápido (figura sólo en el DRAE desde la penúltima edición, 1984: "vale. Voz que expresa asentimiento o conformidad", pero todavía no en la edición de 1970, año en que sí aparece el vocablo ya con esta acepción y definido como neologismo en el diccionario de María Moliner). Lo que distingue a este cliché español es que tiene arraigo popular y ciertamente no ha sido forjado por la burocracia, la administración ni las agencias publicitarias, lo que sí es el caso de muchos otros clichés, sobre todo en Francia. Si quisiéramos traducir "vale" al francés la traducción sería probablemente "OK". CLICHÉS LÉXICOS Abordaré ahora algunos clichés léxicos en el uso actual del francés, pero abriendo primero un paréntesis para advertir que cunden también mucho los clichés sintácticos y los estilísticos que trataré brevemente al final. No entiendo por "clichés léxicos" solamente las locuciones, como hacen BaUy o Vinay y Darbelnet. Por lo general, se trata efectivamente de expresiones pero

también de vocablos que existen en la lengua, pero de pronto cobran un sentido neológico y empiezan a ser empleados con una frecuencia y una extensión semántica tales que muchas veces al traductor le resulta difícil identificar con exactitud el concepto preciso que el hablante o escribiente se propone expresar, si acaso se propone expresar algo preciso. Algunos ejemplos de estos clichés comodines son en el francés actual, todos muy de moda: "clivage" (separación entre estratos sociales, entre partidos políticos o entre cualquier cosa y cualquier otra cosa), "convivial"/ "convivialité" (más o menos en el sentido de "sociable'V'sociabilidad"), "consensus" y "consensuel", "déficit" (por falta, carencia, ausencia, insuficiencia, etc.), "dérive", "dispositif, "instances", (cualquier organismo u órgano donde se toman decisiones; extensión semántica de las instancias de los tribunales), "structure" (cualquier organismo o entidad a secas), "enjeu(xj" y muchos otros. Por lo general, estos estereotipos nacen y se propagan en el discurso político, en el lenguaje administrativo y económico, en los textos publicitarios, son muy pronto captados y amplificados por la prensa, la radio y la televisión y, si no desaparecen con la moda que los trajo, acaban difundiéndose en el lenguaje común con un sentido cada vez más vago. Tomemos por ejemplo el caso de la palabra "enjeu", en francés, muchas veces empleado en plural. "L'enjeu" en singular es un término clásico del francés, procedente de los juegos en que se apuesta dinero, y significa "lo que está en juego", por ejemplo, en una partida de poker, el montón de fichas puestas sobre la mesa y su equivalente en dinero, o sea la mise: esta "mise", "puesta" o "apuesta" es lo que está en juego en cada nueva partida. A continuación de la acepción propia del vocablo, el Larousse Universel en deux volumes (1922) dice: "Fig. Ce qu'on expose dans une entreprise:

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L'empire du monde était l'enjeu de la bataille de Pharsale" (lo que se jugaba en la batalla de Farsalia era el imperio del mundo); es aproximadamente la misma definición que dan todavía el Petit Robert (1973) y el Petit Larousse (1995): "Ce que l'on peut gagner ou perdre dans une compétition, une entreprise"; el primero da como ejemplo: "Renoncer enfin sans combattre à l'un des plus beaux enjeux de la guerre". En el ejemplo escueto del diccionario no está definido cuál es ese "enjeu" tan bueno: puede ser la liberación o la conquista de un pueblo, o de una ciudad o la toma de cualquier punto estratégico; un objetivo, en suma, por el que se está luchando. El "enjeu" es lo que está en juego y "les enjeux" las cosas, intereses, valores concretos y particulares que están en juego: de aquí que, sobre todo al pasar al plural, el sentido del término francés acaba por confundirse con el de términos como objeto(s), objetivo(s), finalidad(es), propósito(s), "interés(es)", cuestión(es), problema(s), asunto(s) en litigio, punto(s) en cuestión, {"issues" en inglés), etc. Y a uno de estos vocablos habrá que echar mano en español para traducir "un enjeu", "des enjeux", ya que "lo que está en juego" ("l'enjeu") en toda su generalidad no es en español un sustantivo que admita el artículo y el plural. Al optar por un equivalente español adaptado a la situación de la que trate el texto el procedimiento de interpretación y especificación es, pues, automático: en efecto, al pasar de "l'enjeu" a "un enjeu", "les enjeux", "des enjeux" el francés se queda siempre en la abstracción y en la generalidad: el español forzosamente tiene que especificar. Lo que ha hecho seguramente de la palabra "enjeu(x)" un estereotipo léxico de muy alta frecuencia de uso en los últimos decenios es, por una parte, la universalidad semántica de la idea misma de "estar enjuego": en efecto, en casi todas las actividades humanas gobernadas por la voluntad hay necesariamente algo "en juego", algo que se

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puede ganar o perder; y si este cliché se ha convertido en un verdadero comodín lingüístico es seguramente porque, al fijar un contenido semántico tan extenso como el de "estar en juego" en un sustantivo abstracto pluralizable y fácilmente manejable, el francés obtiene justamente un elemento lingüístico cómodo, o sea un comodín léxico del que no disponen otras lenguas como el alemán, el español o el italiano; y tanto más cómodo cuanto menos preciso. Se puede advertir que el diccionario de Bescherel (1855), después de definir el sentido propio de "enjeu", da un solo caso de sentido figurado: "Retirerson enjeu"en el sentido de retirarse de una empresa aventurada o abandonar un lance peligroso. "Retirer son enjeu" es todavía hoy, en sentido propio, recobrar el dinero apostado sin ganar ni perder, lo que parece indicar que "enjeu" en el sentido lato y algo amorfo de hoy no se había propagado aún en el siglo XIX. Es esta imprecisión del vocablo determinada por la generalidad de su sentido lo que eventualmente puede resultar incómodo para el traductor no sólo al español sino quizá también a lenguas como el italiano (que no tiene sino "la posta in gioco" o "puesta en juego", o el alemán "Einsatz" ("apuesta", "mise"), mientras que el inglés sí posee el sustantivo "stake" que en ciertos casos podría equivaler, con la misma generalidad, al francés "enjeu": "Britain had a big stake in Ruritania": "Gran Bretaña tenía muchos intereses en Ruritania" (ejemplo del Collins - Spanish Dictionary, 1993, 3 a ed.), que podría ser en francés: "Pour l'Angleterre l'enjeu ruritain était très important". En español tenemos, pues, que pasar por un proceso de interpretación y decidir a qué concepto preciso corresponden las nociones más generales de "stake" o de "enjeu". Aquí, ciertamente a "intereses". El problema que para nosotros plantean, pues, los clichés es ante todo un problema de traducción, como advierten Vinay y

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Darbelnet15 al afirmar que el interés del cliché en estilística comparada radica más bien en "la busca de su equivalencia", o sea que se trata de enfocar los estereotipos lingüísticos desde el punto de vista de la traducción; y recalcan que, aunque la utilización de clichés puede ser involuntaria, "es de todos modos la expresión de un conformismo lingüístico, de una solicitud estilística que busca fórmulas estereotipadas pertenecientes no ya al habla sino a la lengua". Y terminan citando a Bally: "El francés es una lengua en que es sumamente fácil hablar y escribir ensartando clichés". Hoy, casi un siglo después, casi podríamos decir que resulta muy difícil hablar y escribir en francés sin ensartar clichés. Una evolución más acelerada que la de "enjeu" y con una extensión semántica más nebulosa la encontramos en el uso de la palabra "observatoire", subrayado y criticado por Jean-René Van der Plaetsen en Le Figaro del 29.07.1996 ("La grande mode des observatoires" en "Le consensus du langage commun") fuera del sentido propio, tradicional y preciso que tiene en la mayoría de las lenguas modernas: "Edificio con inclusión del personal e instrumentos apropiados y dedicados a observaciones, en general astronómicas o metereológicas" (DRAE). El autor apunta que esta palabra es la última moda en materia de terminología y que ha sustituido otras como instituto, comité, consejo, etc.; y cita a continuación nueve organismos, institutos o comisiones que reciben oficialmente el nombre de "observatoire": L'Observatoire des PME-PMI, l'Observatoire de l'opinion publique sur l'euro, l'Observatoire de l'emploi, etc., y hasta el Observatoire de l'évolution de la mise en oeuvre de la loi sur l'aménagement du temps

de travail, indicando que todos estos organismos tienen algo en común: el haber sido constituidos todos en los últimos tres meses. (Advirtamos que ya las últimas edicio15

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O. cit.,p. 252.

nes del PL añaden a la acepción clásica la de "organisme, groupe chargé d'observer des faits politiques, sociaux: Observatoire de l'immobilier)". Una evolución análoga es la de la palabra "dérive" cuyo sentido tradicional es la de desviación del rumbo de un barco o de un avión por efecto de los vientos o las corrientes, única acepción que da no sólo el Larousse universel de 1922 sino todavía el Robert de 1970; actualmente es un cliché que se aplica indiscriminadamente a todo lo que se aparta de la norma o sigue un curso que escapa al control del Estado, los sindicatos, la justicia, etc.: "la dérive des dépenses d'assurance-maladie", "l'extraordinaire dérive médiatique", "la dérive bureaucratique" e incluso sexual: "L'Eglise anglicane a publié hier un code de conduite destiné à protéger ses ministres de toute dérive sexuelle... " {Libération, citado por Le Canard

enchaîne), etc.: podría valer "extralimitación", "desviación", "evolución desordenada", "descarrío", "mal rumbo", etc. Este fenómeno de extensión semántica invertebrada que acaba por convertir en trasteros lingüísticos palabras que antes tenían un sentido preciso podría achacarse a la famosa "tendance à l'abstraction" de la lengua

francesa, tal como la han presentado diversos lingüistas, entre otros S. Ullman, Vinay y Darbelnet y Georges Gallichet,16 quien subraya, como Bally que en francés "on tend à parler par formules toutes faites, par cli-

chés"; pero en realidad más que de abstracción se trata, sobre todo en el caso de las "palabras de moda" que comentamos, de una generalización semántica por la cual un vocablo de sentido preciso pierde su precisión para mayor comodidad de círculos políticos y económicos interesados en vaciar las palabras de sus significados exactos para hacerlas comercial o políticamente 16

S. Ullman: Précis de sémantique française, Berna, A. Francke, 1952, pp. 180, 316-317; Vinay y Darbelnet, o. cit., pp. 58-61; Georges Galichet: LefrançaisModerne, París, PUF, 1975, p. 117.

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rentables y, para decirlo con otro cliché, "lanzarlas al mercado" día tras día. Por lo demás, como subraya S. Ullman17 el grado de abstracción y de concreción de los vocablos depende del contexto, y la extensión de lo que Aurélien Sauvageot llama la "autonomía" o el "radio de acción" de una palabra es cuestión de moda.18 Hay que tener en cuenta que toda palabra y en cualquier lengua tiene acepciones diversas y a veces muchas, es decir, que tiene en la lengua misma e independientemente del contexto posibles significados diferentes, pero caracterizados en general por cierto grado de precisión. Es lo que A. Picoche19 llama "tratamiento homonímico de las palabras", para el que da un ejemplo elemental: "Reconnaissance" tiene tres acepciones según se trate de deuda, de misión en una campaña militar o de gratitud; advirtamos que podría tener no tres sino veinte, sin que ello hiciera de "reconnaissance" un cliché en el sentido de los "vogue words" o palabras de moda que estamos tratando, mientras cada acepción conserve una aplicación controlada dentro de un campo semántico. Lo que caracteriza ciertos vocablos-clichés, como dérive, es justamente que su sentido parece ir a la deriva: como una embarcación que toma este o aquel rumbo a merced de los vientos que soplan cómo y cuándo conviene a las fuerzas que en la sociedad manipulan el sentido de las palabras. Otros vocablos, también de uso clásico, en lugar de extenderlo reducen su sentido, por ejemplo "permanence", cuyo significado tradicional corresponde al del español, pero que ya en el decenio de los 20 se empleaba en la acepción de "service permanent" (v. Larousse universel en deux volumes, 1922, 17

O. cit., p. 96. Aurélian Sauvageot: Portrait du vocabulaire français, Paris, Larousse, 1964, pp. 72-73. 19 A. Picoche: Structures sémantiques du français, Paris, Nathan, 1986, p. 91. 18

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que da como ejemplo de la acepción neológica: "permanence électorale". Esta acepción no figura en el Bescherel de 1850 y se puede suponer que circulaba ya a principios de nuestro siglo, si la incluye el Larousse de 1922). En su nuevo sentido propio las urgencias de los hospitales o las farmacias de turno serían "permanences". En Suiza "une permanence" es un ambulatorio o dispensario que atiende, más o menos, de manera permanente; pero en Francia el sentido del término se ha desgastado de tal manera con el uso que se ha producido una nueva extensión incontrolada o "dérive" semántica, de modo que "assurer une permanence" ha acabado por significar simplemente "estar abierto(s)", para servicios públicos u oficinas. Es precisamente la equivalencia española que da el diccionario bilingüe Robert & Collins, 1994. Así no es raro leer anuncios como: "Une permanence est assurée tous les mercredis de 16 à 18 h., sauf lesjours firiés". Sin embargo, no todos los clichés presentan un semantismo tan elástico. Hay otros que tienen aplicaciones e intenciones más precisas. En dos artículos publicados en Le Monde, "Le moment venu" en 1995 y "Les mots fétiches" en enero de 1996, el académico francés Bertrand PoirotDelpech comenta y denuncia algunos de ellos, que son palabras de la lengua acaparadas y deformadas en su sentido por una casta política o administrativa; por ejemplo populisme, populiste, términos que según el autor indicaban antes, en sentido positivo, "la importancia que se otorga a los estratos populares de la sociedad" y que ahora, entre los políticos que se enfrentan en las campañas electorales han acabado por ser sinónimos de "demagogia prefascista" y de "irrealismo hipócrita". Lo mismo sucede, según Poirot-Delpech, con "politique" y "politicien": el último "designa con altanería las maniobras del adversario", dice el autor; cobra, pues, un sentido peyorativo

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que linda con el que tiene en español la palabra "politiquero"; así como el adjetivo "fort" empleado a destajo para calificar todo lo que existe: message fort, franc fort,

temps fort... En el mismo artículo y en "Les mots fétiches" Poirot-Delpech critica el uso estereotipado de superlativos comodines como "fondamental", "majeur", "central" por "important"; así como "clair" y "clairement" en todas las declaraciones oficiales, advirtiendo que estos automatismos lingüísticos anulan precisamente el refuerzo semántico que busca el político que los utiliza (la observación de Poirot-Delpech corresponde a la ley lingüístico-semiótica según la cual la información aportada por un elemento lingüístico está en relación inversa a la frecuencia con que éste acude en el texto); y también las metáforas trilladas como caracoler (en, a la cabeza de las encuestas de opinión: y es verdad que actualmente el verbo "caracoler", en Francia, se aplica más a los políticos que a los caballos); "la cerise sur le gâteau", el "profil bas",

(imágenes repetidas, en un solo día, en todos los diarios franceses, según el autor). Por su parte Jean-René Van der Plaetsen, en su artículo ya citado "Le consensus du langage commun" hace otra lista de estereotipos de moda y advierte, igual que Poirot-Delpech, que son por lo general muletillas y clichés de la clase política y de los "gobernantes de izquierdas y derechas":20 fracture sociale, défi majeur, signalfort, manque de lisibilité, avancées significatives, calificados

de "mots omnibus", forman parte del lenguaje "políticamente correcto" y prueban que "el orador sabe situarse en el lenguaje dominante": así "l'exclusion" y "les exclus"

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Ch. Bally, o. cit., p. 86, remite a "un joli pastiche de discours politique à clichés" en el capítulo VIII de Madame Bovary de Flaubert. El orador hilvana en efecto estereotipo tras estereotipo: "venez recevoir la récompense de vos vertus silencieuses", "l'Etat... a les yeux fixés sur vous", "il fera droit à vos justes réclamations et allégera... lefardeau de vos pénibles sacrifices!", etc.

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que ha sucedido a "les nouveaux pauvres" del

decenio de los 80 (por "indigentes"); "restructuration" y "ajustement technique", por "despidos en masa", "prélèvements obligatoires" por "impuestos" y "ce drame qui nous

étreint tous"/ "este drama que nos atormenta a todos": por "sida". La idea que dirige el artículo es que la mayoría de los clichés constituyen un fenómeno de moda. Es lo que dice también Fowler para una de las categorías de clichés que comenta en su libro; y lo que está hoy de moda —advierte Van der Platsen— es "le consensus": y este "consensus" (marchamo político típico) es también otro cliché, el "consenso social" (y de aquí —aunque no lo hace notar el autor— la boga también del adjetivo "consensuel" en el francés actual). Sería, pues, en realidad la intención política de proponer o imponer a los ciudadanos un "consenso" (en realidad un cliché forjado para ocultar el sentido de asentimiento o sumisión a la política decidida por el poder) uno de los factores que fomentan la repetición mecánica de los estereotipos desde el lenguaje político-administrativo hasta el del hombre de la calle. Y es ésta también la conclusión de Portot-Delpech, quien termina comentando la expresión que constituye el título de su artículo "Le moment venu": Llegado el momento... Palabras que representan, según el autor, "le fait du prince", o sea la arbitrariedad del poder. Y el autor comenta: "Esta expresión, derivada del ablativo absoluto del latín... como prenda de espléndido aislamiento, afecta una sumisión inocente a la fatalidad del calendario, pero en realidad significa muy exactamente: "cuando yo buenamente lo decida", "cuando me dé la gana", "¡y si no os gusta me es igual!" Y añade: "Uno no imagina a un parado o a un contribuyente del montón diciendo: pues iré a trabajar, pagaré mis impuestos... llegado el momento".

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Con lo cual estamos en el final del diálogo sobre semántica entre Alicia y Humpty Dumpty, en Through the looking-glass de

Lewis Carroll: — El problema —dijo Alicia— está en saber si puedes hacerles decir a las palabras tantas cosas diferentes. — El problema —dijo Humpty Dumpty— es saber es quién es el que manda; eso es todo.

En esta perspectiva, la semántica de estos clichés hábilmente difundidos desde arriba parece ser pues como una semántica de semáforo: de un semáforo bloqueado en el que la luz verde estuviera siempre del lado de la gran avenida, para que pasen los grandes coches y la luz roja siempre para que esperen, en la callejuela transversal, los llamados ciudadanos de a pie. La semántica es también en parte política. Y cuando se trata de cierto tipo de clichés contemporáneos, en muy gran parte.

CLICHÉS SINTÁCTICOS Y ESTILÍSTICOS En principio las construcciones sintácticas y los giros estilísticos de una lengua o de un autor no deberían poder catalogarse como clichés: pero en la realidad el periodista o el reactor apresurado en la radio y la televisión trata los conectores, la puntuación y en general la estructura de la frase de la misma manera mecánica y estereotipada como trata las palabras. Lo que llamamos aquí clichés sintácticos son construcciones puestas automáticamente como sellos: por ejemplo, en el campo de la puntuación y los conectores la sustitución sistemática del punto y coma, a veces incluso de la coma, por punto y seguido o incluso punto y aparte, aunque rompa la unidad orgánica entre las partes del discurso. Así es frecuente ver en la prensa construcciones como ésta:

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Les résineux font immédiatement de l'argent mais ils ne produisent pas de la bonne et belle forêt. Pas dans le sens durable en tout cas.

O sea, en español: "Las coniferas rinden dinero de inmediato, pero el bosque de coniferas no es bello ni bueno, o, en todo caso, no dura mucho". La construcción que arroja intempestivamente a otro párrafo el concesivo "en tout cas", conector que relaciona estrechamente "bonne et belleforêt" con "pas durable" disloca innecesariamente la estructura del período; el punto y coma (;), que indica una pausa intermedia entre la fuerte del punto y la leve de la coma, ha desaparecido casi de la lengua francesa y si figura aún en los teclados de los ordenadores es seguramente para que no se diga que en Francia puede faltar algo, aunque sea un simple punto y coma; estos puntos puestos en los textos casi como al azar en el francés actual pueden estudiarse como verdaderos estereotipos de construcción sintáctica y al mismo tiempo estilística: estilística porque lo que se ha vuelto un cliché sintáctico del estilo llamado periodístico, era una tendencia marcada de estilo en un escritor como Louis-Ferdinand Céline (1892-1961) cuya primera novela, Voyage au bout de la nuit, salió en 1932; y lo

es también en Albert Camus, especialmente en L'étranger donde la frecuencia del punto para yuxtaponer sin conexión visible segmentos de texto de manera cortada y como a tirones tiene una proyección estilística deliberada. Es normal que un traductor en estos caso se pliegue a la intención estilística del autor y siga en la otra lengua el sistema de puntuación del texto francés; pero más de un traductor calca también irreflexivamente la puntuación estrambótica de los periodistas franceses que repercute, de nuevo, ante todo en la prensa tanto española como hispanoamericana. Por otra parte tenemos, también en el plano sintáctico-estilístico, la sustitución

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sistemática de construcciones verbales, posibles y plausibles en la lengua por construcciones nominales de sentido equivalente. Así como la sustitución, muy frecuente, de concesivos clásicos, como "bien que" y "quoique" por "si"; y en estilística el uso también estereotipado de ciertas figuras retóricas como la expresión hiperbólica: además de "super", calcado del inglés/latín también en español, "hyper" como superlativo de "super-" {"c'est hyperbon", etc.),

Finalmente hay que subrayar las alusiones literarias o históricas repetidas como clichés y a menudo mal empleadas o fuera de toda relación con el sentido de la fuente. Por ejemplo, la deformación de la expresión totalmente estereotipada en francés: "Remettre une affaire aux calendes grecques";

cial: "La Très Grande Bibliothèque de France"

todo el mundo lo repite pero pocos saben el significado exacto de "calendes", a pesar de su clara relación etimológica con un término tan corriente como es "calendario". Así, a principios del decenio de los 80 el diario Le Monde subrayaba que locutores y presentadores de la televisión y la radio habían transformado esta locución en "Renvoyer

(aunque para la inauguración oficial le han

l'affaire aux calanques grecques", lo que se

quitado el "Très Grande"), "la plus belle ave-

puede entender por la boga de los viajes turísticos a Grecia en aquella época. De otro tipo, pero de la misma familia, son las alusiones literarias, citas de versos más o menos célebres, o de aforismos de escritores que no vienen a cuento. Como muestra baste un botón: "Concorde déploie de

"grand" y "très grand", "haut(e)" y "très haut(e)"; así en lugar de "Bibliothèque Natio-

nale" la denominación prácticamente ofi-

nue du monde" por la Avenue des Champs Elysées, "les chirurgiens français, qui sont les meilleurs du monde...", o la muletilla "que tout le monde nous envie" al fin de la men-

ción de cualquier cosa que sea francesa: "Notre sécurité sociale que tout le monde nous

envie", etc.; o finalmente expresiones hiperbólicas tan retorcidas como "des taux extrêmement record". Otro tipo de cliché estilístico francés es la exclamación retórica: "hélas", "oh combien", etc.; hélas, a fuerza de repetirse hasta en el lenguaje coloquial del hombre de la calle, ha perdido su valor estilísticoretórico: "—• Une bouteille de Beaujolais. — Hélas, le Beaujolais est épuisé". Traducción de

Borges: "El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente, soy Borges" / "Le monde, hélas, est réel, moi, hélas, je suis

nouveau ses ailes de géant" dice solemnemen-

te un locutor de Radio Montecarlo, anunciando que este avión supersónico va a dar la vuelta al mundo llevando a un grupo de turistas ricos; estas palabras del locutor evocan de manera absurda un verso de Baudelaire ("ses ailes de géant l'empêchent de

marcher"). Este verso se refiere al albatros como símbolo del poeta; pero justamente el avión Concorde, con sus alas que no son precisamente gigantescas (es un avión de lujo relativamente pequeño), "marche", o vuela muy bien

Borges". Remitimos para una exposición más amplia de esta clase de estereotipos a nuestro trabajo sobre exclamaciones, interjecciones y muletillas en el francés actual.21

21

Americo Ferrari: "Interjecciones, exclamaciones y muletillas; el francés frente al español y sus modalidades regionales", Parallèles (1983-84), Ginebra, 4, pp. 55-61.

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