Especial Filias, fobias y parafilias - Jot Down

Desde que el baloncesto es baloncesto, la posibilidad de introducir el balón en el cesto .... acciones estamos contando una historia. Entrevista. Espido Freire.
2MB Größe 25 Downloads 98 vistas
Lo sé – por Bárbara Ayuso –

Sumario de contenidos Jot Down #10

Especial Filias, fobias y parafilias

En ocasiones, la gente buena viste abrigos de canallismo que invisibilizan lo importante. Porque resulta que sí, son decentes. Y eso, estúpida, es más difícil que ser un héroe. A pocos les cuelga esa media sonrisa, pero entre el marasmo de planetas es probable que haya un par de seres que te inoculan esperanza. Te inyectan ese mejunje en el tallo encefálico y pueden, si te dejas, hacerte recuperar la única fe que puede sostenerse: la fe en la gente buena.

– por Roger Senserrich – En el siglo XIX las compañías ferroviarias eran las organizaciones más complejas creadas por la humanidad: obras de infraestructura de cientos de kilómetros moviendo locomotoras (las piezas de maquinaria más avanzadas del mundo) a velocidades jamás vistas, transportando volúmenes de carga y pasaje inauditos. Ejércitos y flotas habían empleado más gente a mayores distancias pero nadie había acumulado e invertido capital fijo y tecnología con esa intensidad.

Odio eterno al fútbol moderno – por Nacho Carretero –

288 páginas · 5 entrevistas · 15 € Un recorrido por las filias y fobias (y parafilias) de Marta Fernández, Enric González, Iñigo Domínguez, Manuel Jabois y Juan Tallón, entre otros colaboradores habituales, acompañados por cinco entrevistados de excepción: Bárbara Lennie, Iñigo Errejón, Espido Freire, Jonathan Coe y Rafael Matesanz. Ya disponible en la Jot Down Store y a partir del 1 marzo en la red de librerías Jot Down. Los pedidos encargados en nuestra web durante el tiempo de preventa, hasta el 28 de febrero, incluyen gratis el bloc de notas «Han & Leia» y el álbum CD Taking you back home, de Bestlife.

Sin aliento – por Josep Lapidario – Dentro de la comunidad BSDM se libra desde hace años una guerra civil sobre la conveniencia o no de practicar juegos de control de la respiración. Y hay un componente geográfico en las sensibilidades: los americanos son más prudentes mientras que los europeos y los asiáticos tendemos a correr más riesgos.

Ya no se hacen películas como aquellas... por fortuna para el tráfico rodado

El fútbol que siempre hemos conocido terminó en 1994, con el Mundial de Estados Unidos. Hasta entonces a Nike se la soplaba aquel deporte en el que los clubes no eran franquicias, las ligas no eran negocios privados y las televisiones retransmitían un partido a la semana sin anuncios. Aquel juego de niños con rodillas ensangrentadas no daba pasta. Pero cuando el soccer llegó a la tierra de la libertad Nike abrió los ojos: millones de personas deteniendo sus vidas por ver aquel deporte lento y en el que era posible terminar con empate. Y dijeron, «¡Epa, un momento!». Y ahí terminó todo.

– por Emilio de Gorgot – The French Connection estableció muchos de los parámetros que asociamos a las películas de policías setenteras. Una forma de hacer para muchos anticuada, pero que se tragan inadvertidamente en los largometrajes y series de televisión actuales, máquinas de emular los mimbres de aquellos días.

Entrevista

Bárbara Lennie Alex – por Enric González – Inventen un personaje egoísta, cínico, arrogante y, en general, despreciable. Luego introdúzcanlo en un ambiente oscuro en el que solo se hable con jerga y siglas, como el mundillo de la banca de inversiones en la City londinense. Conviertan eso en una tira cómica. Utilícenla para descojonarse de su público natural, los lectores de información financiera. Ahora consigan que se publique a diario durante veintisiete años y se convierta en una adicción para millones de personas. Suena a misión imposible, ¿no?

– por Marta Fernández – Tiene la mirada poderosa. Feroz. Será por eso que se tapa la cara cuando se ríe. Cuando se ruboriza. O que busca la complicidad rebelde de su flequillo cuando se emociona. Como si supiera que el mundo no está preparado para aguantar la sinceridad de sus ojos. Será por eso que deja el infinito de sus pupilas para la pantalla. Y, entonces sí, la actriz atraviesa lo que haya que atravesar. El objetivo. A usted que está sentado en un cine o en la butaca de un teatro. Ya no es una promesa. Ya puede colgar en otro lado el sambenito que le colgaron a los quince años. Si no fuera por su juventud, nadie le negaría el artículo sacralizador delante del nombre: La Lennie.

BN – por Íñigo Domínguez – Nos gusta mirar a los camareros o los pianos porque son en blanco y negro. A cualquiera de nosotros nos ponen en blanco y negro y parecemos alguien. Un actor, un artista, por supuesto un escritor, alguien que está pensando cosas interesantes. La imagen de golpe gana tiempo, sustancia. En una palabra, clase. Hasta los que no la tenemos.

Usted no es Dios Un breviario sentencioso contra Paulo Coelho – por Rubén Díaz Caviedes –

Riñas con estrambote

Jerusalén, el matadero divino

– por Ernesto Filardi – El Siglo de Oro fue tierra abonada para disputas literarias por un quítame allá ese estrambote. Cual panda de tuiteros intensitos, en el Parnaso literario uno era poca cosa si no escribía de vez en cuando unos versos satíricos en los que, por qué no, se dejaba caer que Fulanito no tenía ni repajolera idea de escribir.

– por Carmen Rengel –

Entrevista

Iñigo Errejón – por Álvaro Corazón Rural – Llega tarde y se tiene que ir rápido. Habla con velocidad y precisión. Íñigo Errejón es uno de los autores destacados de una estrategia que «amenaza» con poner patas arriba la política española tal y como la hemos conocido en los últimos treinta años. Repasamos cómo se gestó Podemos y tratamos de buscarle las costuras.

Convivencia y Jerusalén son términos antitéticos, pese a quienes usan la etiqueta de la coexistencia como un reclamo turístico tan incierto como rentable. Jerusalén a veces camina solo sobre ascuas, y no sobre llamas, por la pura fuerza de la rutina. La vida obliga. Las historias de sus casi 800.000 habitantes se superponen como las piedras blanquecinas del desierto de Judea. A veces, sin cemento ni argamasa, porque el puro peso y la fuerza ya sirven de unión. La interacción es mínima en una capital partida en dos, el este palestino y el oeste israelí, donde se concentran las tres religiones del libro, y cuando la hay, proviene de los negocios o la violencia. Con enternecedoras excepciones.

Cuando desea algo el universo conspira para que se haga realidad. Lo habrá leído en alguna de las estampitas que viralizan en Facebook con la efigie del santo, un gurú que decreta frugalidad al impartir el Urbi et orbi desde lo alto de la lista Forbes. Adivine qué papel juega usted en su iglesia, con la Creación plegada al imperio de su voluntad. Usted no es un dios, es Dios. Y cuando le tiente pensar lo contrario abortaremos su razonar haciéndole pajas. A cambio, le pedimos solo una cosa: compre, compre, compre.

Aristocracia de barrio obrero La experiencia de la vivienda social de los años cincuenta – por Concepción García –

Una especie de mirlo

Desde los años sesenta uno de los principales debates de la ciudad ha girado en torno a la dicotomía centro/periferia. Cómo los nuevos barrios han de suplir las necesidades objetivas de vivienda de la población sin perder la heterogeneidad del tejido y la complejidad de las actividades de nuestros cascos históricos. Es una cuestión todavía no resuelta, pero podemos rescatar ejemplos paradigmáticos que suponen un punto de inflexión en el buen hacer urbano de nuestro país.

– por Manuel Jabois –

De la paradoja al dilema – por Bernardo Ortín – Los relatos del origen del mundo tienen un patrón común: la ordenación y separación de la materia. Uno de los aprendizajes más primitivos de la persona consiste en saber elegir a qué acercarse y de qué alejarse. Esta rutina básica de la atención nos ha acostumbrado a vivir recalculando las distancias hacia lo amado y hacia lo temido.

Escribir con los pies – por Ander Izagirre –

Manzanas podridas

Supermedianías

– por Fernando Olalquiaga –

– por Diego Cuevas –

La religión organizada está de capa caída. Entre todas las decisiones que nos bullen en la cabeza como justo castigo por haber abrazado la libertad como bien supremo, la más decisiva, la más importante, aquella cuyas consecuencias, si tomamos la decisión equivocada, solo seremos capaces de revertir experimentando un auténtico Armagedón interior, es la compra de un ordenador personal o cualquier otro de esos dispositivos poseedores de un sistema operativo más complejo que los enlaces neuronales de muchos ganadores del Premio Nobel de Física. Y la decisión equivocada —y malvada— es comprar alguna maldición fabricada por Apple.

Superman no fue el primer superhéroe; Hércules, Robin Hood o El Zorro habían regalado nudillos, conjuntado mallas y ondeado capas tiempo atrás. La idea del superhombre contemporáneo resulta atractiva a pesar de lo ridículo de contemplar a un adulto cuyo atuendo ofrece la impresión de que su objetivo es localizar la carroza del Orgullo de la que se ha caído. Son personas con la firme creencia de que los tribunales y el abogado defensor son elementos opcionales en la resolución de un crimen, gente que prefiere sentenciar la pena haciendo uso del mecanismo jurídico conocido técnicamente como sus cojones morenos.

Muchos autores escribieron sobre la clarividencia que alcanzaban al caminar. Y varios estudios han encontrado las razones neurológicas: en el cerebro de quienes caminan aumentan las señales eléctricas relacionadas con la atención, el procesamiento de ideas y la creatividad. Cualquier ejercicio suave, dicen los neurólogos, estimula la inspiración. Pero caminar por el bosque o la montaña, vagabundear por la naturaleza, añade una ventaja particular: el ritmo. Caminando solos y en silencio, por un paisaje que no exige una atención concreta, las piernas toman un ritmo al que se van acompasando las poleas y los engranajes del cerebro. Los pensamientos inconscientes empiezan a conectarse: se nos ocurren relaciones entre ideas, tenemos fogonazos, respuestas creativas.

Ensayaba a oscuras. Se recogía en un cuarto a ciegas, levantaba el violín y estudiaba las partituras mientras deslizaba el arco interpretándolas. Era Manolito Quiroga, el hijo de don José, un comerciante de paños de Pontevedra que tuvo la delicadeza de echar a su hijo a estudiar fuera cuando supo que en aquella casa de piedra de la zona vieja se estaba criando un genio.

Meterla desde detrás del tablero – por Arturo Peñalba y Octavio Domosti S. – Desde que el baloncesto es baloncesto, la posibilidad de introducir el balón en el cesto desde una posición cada vez más complicada ha ido íntimamente ligada al desarrollo del juego. Obviando la distancia, conseguir encestar desde ángulos inverosímiles es tal vez el reto que más oscura satisfacción despierta.

Si no tiene libros, no te lo tires

Je suis Madame Bovary et vous êtes Chewbacca

– por Marta Fernández –

– por José Valenzuela –

Las neuronas son capaces de fecundar el cerebro de los demás, dijo Cupido marcando una muesca en su arco. Ante la cámara de Avedon Marilyn ciñe la cabeza de Arthur Miller, queriendo poseer los impulsos que recorren su cráneo. Sontag escribe: «Cualidades que me excitan. 1. La inteligencia». Diane Keaton pasea con Allen por Nueva York. Bergman enamorada de Rosellini, Rosellini enamorada de Lynch. Cartas a Guiomar y la de Verlaine a Rimbaud, deslumbrado por sus versos. Se sospecha que Lope también secuestró el cerebro de Isabel de Urbina. Carson McCullers, comuna de neuronas con Annemarie, Erika y Klaus. El único beso que no se acaba es protoplasmático, podría haber dicho Ramón y Cajal. Cupido sonríe malicioso. Entre dientes se dice: sapiofílicos, enamorados de los cerebros. John Waters y el fomento de la lectura: si vas a casa de alguien y no tiene libros, no te lo tires.

Woody Allen, Dios y la Loren

Puto paraguas

El gusto por contar historias es universal. Vagamos por un continuum de alegorías, parábolas, crónicas y fábulas y a pesar de todo, seguimos teniendo hambre de más. Y no es casual: nuestro pensamiento nace de una infatigable construcción de narraciones. Comprendemos el mundo gracias a que recordamos los acontecimientos pretéritos, evaluamos los presentes y planeamos los futuros, y en todas esas acciones estamos contando una historia.

– por Juan Tallón – La gente no cambia. Es como es. Pero eso no significa que no cambie. La gente cambia. No es como resultaba. Llega un día en tu vida de mierda, para que te hagas una idea del cambio, que de pronto no te importa salir de casa con paraguas; aunque no llueva. Basta la probabilidad certera de la lluvia. Tal vez ese sea el mayor cambio que se forja en la vida de un individuo dispuesto a ser siempre el mismo, empeñado en reconocerse cada mañana, cuando se levanta, sin necesidad de mirarse al espejo. Los días de lluvia nos retratan con el tacto de un escultor, hasta desnudarnos.

Tetas o nada – por Álvaro Corazón Rural –

– por Holden Caulfield –

Pecadora entaconada – por Celia Blanco –

Hay tres tipos de personas de las que inmediatamente suelo desconfiar. Uno, los que se meten con los últimos Simpson; dos, los que desprecian lo último de Aaron Sorkin; y tres, los que critican al último Woody Allen.

Por qué. Son dos pelotas de carne, nada más. Y no saben mejor que el teriyaki de pollo. Por qué solo esas dos bolas de músculo pectoral y tejido adiposo pueden empujarte a cruzar océanos a nado, coger un kaláshnikov y tomar la meseta, a llevar pantalones pesqueros. ¿Por qué? ¡Por qué!

El erotismo de los zapatos de tacón va por libre, pisoteando la decencia y la parsimonia de cualquiera por mucho que se empeñe en escapar a su poder de seducción, el que dota a unos simples zuecos de un poder hipnótico por la simple particularidad de que no dejan el pie en plano.

Algunos creen que, a sus setenta y dos años, Michael Mann ya ha dado lo mejor de sí mismo. Si bien es cierto que sus dos últimos filmes no han sido lo que sus seguidores esperaban, dudar de Mann a estas alturas es como pretender que el 25 de diciembre no es Navidad.

Espido Freire – por Bárbara Ayuso –

The West Wing, el honor en la política y la inteligencia como virtud

El genio más odiado de Hollywood – por Toni García Ramón –

Entrevista

– por Kiko Llaneras –

No hacer salvo para el placer – por Ricardo Jonás G. –

Apuntaba Bertrand Russell en su Elogio de la ociosidad que los avances tecnológicos podrían liberar al ser humano de la penosa carga del trabajo asalariado y a la vez de la falacia moral que lo prescribe como método de realización personal. Algunos entusiastas fantaseamos con que podría librarnos de cualquier esfuerzo que no proporcione placer.

Es un mito de la ficción. Su estreno en 1999 vino a demostrar que era posible hablar en serio de política en televisión. Antes todo se reducía a parodias humorísticas, pero entonces llegó Aaron Sorkin, el hombre que escribiría casi en solitario las cuatro primeras temporadas de la serie, y demostró a todo el mundo que un drama político podía triunfar en televisión. The Wire, Boss y House of Cards no se entienden sin el éxito de The West Wing.

Continúa siendo la escritora más joven en hacerse con el Planeta, título que aún exhibe con orgullo pero que precisa, porque no solo es eso. Ensayista, poeta, filóloga, traductora, columnista... Tiene su propia escuela de escritura y es feliz con la etiqueta de «precoz» y sus cuatro gatos. Cuando en la veintena abandonó una profesión que le había hecho romper récords (la música) no le preocupó morirse de hambre con la escritura, como todos le aseguraban. Casi veinte años después habla de ello, de la escritura, pero también del hambre y los trastornos alimenticios, lucha en la que permanece activa desde que saliera de la bulimia. Demuestra que lo de «hablar por los codos» no era un farol y tampoco lo de la autoconfianza: se pone entre vasca y flamenca y avisa que ella puede con lo que le echen mientras se ajusta el corpiño. Acaba de publicar Para vos nací: un mes con Teresa de Jesús, una conversación con la santa que entregó la vida a un dios en el que Espido no sabe si creer. Y parece una de sus pocas dudas.

Entrevista

Jonathan Coe – por Kiko Amat – Puede que los críticos ingleses no se tomen muy en serio a Jonathan Coe. Sus novelas reciben a menudo críticas tirando a tibias e incluso le llaman cosas feas como «el rey de la digresión». Eso sí, con sus diez novelas el inglés goza de gran éxito en Francia, Italia y Alemania. Coe no es el proverbial profeta en su tierra ni, por lo que parece, tampoco en la nuestra. Y eso que algunos apasionados lectores y forofos de su narrativa no hemos parado ni un solo día de dar la lata sobre lo suyo.

Algo supuestamente horrible que repetiré a menudo – por Pedro Torrijos – Tú eres de verdad, eres auténtico. No entiendes a la gente. Especialmente la que va a los centros comerciales. Los centros comerciales son cutres y son chabacanos y además están matando el pequeño comercio. La gente no se entera de dónde está lo bueno, aunque lo bueno, allí donde se construyen los mejores espacios de la ciudad de hoy, sean los centros comerciales.

¿Por qué los españoles odiamos a Fernando Alonso?

con ilustraciones de

– por Cristian Campos – Si por los españoles fuera, el odio a Fernando Alonso sería deporte olímpico. Y cada cuatro años, sin necesidad de hacer acto de presencia en el odiódromo y desde el teclado de nuestro portátil, acapararíamos todas las medallas con insultante superioridad. Extraña que la fobia alonsista no sea todavía asignatura de las facultades de Psiquiatría. ¿Somos los españoles especiales? ¿Odian los belgas o los canadienses o los australianos a los suyos con tanta intensidad como lo hacemos nosotros? ¿Son capaces los extranjeros de llegar al nivel de bilis alcanzado por el español medio?

Pablo Amargo

Manual básico antiturista

Riki Blanco

– por Carlos Zúmer –

Elisa Aguilé Santiago Sequeiros

El turismo es a viajar lo que la cebolla caramelizada es a la gastronomía. Lo de «perderse» suena cursi pero apunta en la dirección correcta. Se aconseja hospedarse en la ciudad y no en las afueras, cortarse el pelo, ir al fútbol o a cualquier deporte, En general, como dicen los anglosajones, stay local.

Carlos Ortín Pedro Espinosa

Pégame, chúpame © Jot Down 2015, todos los derechos reservados.

– por Paula Corroto – Están ocultas y nadie habla de ellas. no salen en las conversaciones, pero pensamos en ellas. Fantaseamos. Nos arrebatan el corazón y nos provocan cosquillas en la entrepierna. Son las parafilias. Algunos las pusieron por escrito y las cubrieron de lirismo, creando incluso obras sublimes de la literatura. Porque están en nuestra cultura popular. Y no, no vamos a escapar de ellas.

Rafael Matesanz – por Ángel L. Fernández – Hablamos con el creador de la Organización Nacional de Trasplantes de España y Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional. El modelo que ha desarrollado y gestiona es reconocido mundialmente por su eficacia y lleva a nuestro país a alcanzar tasas de donaciones muy por encima de la media europea y mundial.

Fotografías: Alex – Charles Peattie / Russell Taylor. BN – The Artist, 2011. Fotografía: Alta Films. Aristocracia de barrio obrero – Hogar y Arquitectura / Joaquín del Palacio "Kindel" / La ciudad viva. Supermedianías – Superman, 1978. Fotografía: Warner Bros. Jerusalén, el matadero divino – Minamie's Photo (CC). Escribir con los pies – Khrawlings (CC). Woody Allen, Dios y la Loren – Midnight in Paris, 2011. Fotografía: Gravier / Mediapro / Pontchartrain / TV3 / Versátil. Puto paraguas – Kasia (CC). Pégame, chúpame – Bram Stoker's Dracula, 1992. Fotografía: American Zoetrope / Columbia / Osiris. Manual básico antiturista – Luca Sartoni (CC). Algo supuestamente horrible que repetiré a menudo – Kuba Bozanowski (CC).