Entrevista: la conexión entre la genialidad y la locura
Esta es una entrevista a Federico Escobar profesor de Historia del Derecho en la universidad ICESI.
Vanessa Bedoya: Para usted, ¿que es un genio?
Federico Escobar: Yo creo que es una pregunta compleja por tres razones; primero porque depende de la época y de la naturaleza del campo en el cual se desenvuelve la persona que es considerada genio. Por ejemplo: podríamos tener a un genio matemático, es decir, una persona que tiene unas habilidades superlativas en el campo de la matemática, como resolviendo problemas complejos en poco tiempo. Ese excesivo compartimiento dentro de la inteligencia que se llama la matemática es una restricción dentro del campo, pues esa persona que puede ser muy buena para esta disciplina puede ser excesivamente torpe para otro campo, por ejemplo el de la Teología; e igualmente una persona que sea reconocida dentro del campo de la Teología puede que sea intrascendente para otro campo. En este sentido, la genialidad debe estar ligada a un campo específico y a un contexto cronológico – cultural especifico, es decir, a una disciplina y a un tiempo determinado. Por consiguiente se podría plantear que una persona genial dentro de las matemáticas, otro tiempo podría haber sido considerada como poseída por los demonios. No me parecería nada raro encontrar a un niño superdotado en la música en un pueblito europeo de la edad media, considerado poseído por los demonios. Tomando otro caso; si Mozart hubiera nacido en otra época y lugar, hubiera pasado por poseído y por ende se hubiera desenvuelto no en una cultura de reconocimiento sino en una de miedo y de temor. A todo esto hay que sumarle otro problema; la palabra “genio” la usamos normalmente para referirnos a unas habilidades que son difíciles de cuantificar; según el campo, por ejemplo
el genio musical, se puede cuantificar en la medida en que la persona demuestre habilidades para tocar un instrumento o leer partituras con facilidad, en contraste con un genio literario es bastante difícil de precisar, porque ahí la apreciación no depende de un conjunto de conocimientos objetivamente validos de carácter medible, si no que definitivamente depende de lo que el entorno cultural del momento reconozca como bueno o del reconocimiento que pueda hacer un entorno futuro de su talento. Un ejemplo que ilustra lo anterior, es el caso de la poetisa Emily Dickens. Retomando las ideas expuestas, el genio literario es muy difícil de medir y depende definitivamente de un cúmulo de apreciaciones subjetivas.
Natalia Beltrán: Entonces lo que usted plantea, es que ¿un genio es un trasgresor de su época?
F. Escobar: Bueno, yo no definiría a un genio matemático como un trasgresor, pues dicho calificativo implica una violación en un sentido negativo de un cierto cuerpo de normas. Más bien, el genio se podría definir como alguien que trasciende su época de manera parcial. Sin embargo, si trasciende mucho ya no es reconocido como genio; eso en la literatura se le conoce como la “barrera Frankenstein”, pero la idea es que se crea un lenguaje literario demasiado avanzado, las personas no son capaces de reconocer o entender lo que se quiere expresar. En definitiva, la idea no es la de transgredir la época, tampoco necesariamente trascender la época sino llevar su conocimiento a niveles un tanto superlativos. Sin embargo, esto puede ser una angustia, pues en algunos campos como el de la Física, si no se ha creado algo muy bueno a los 30 años, la carrera profesional ya se vislumbra como perdida.
V. Bedoya: ¿Piensa usted que existe un sustrato común entre la locura y la genialidad?
F. Escobar: Aquí viene otro problema de definición ¿Quién es el loco? En conexión con la respuesta a la pregunta anterior, una persona que es reconocida hoy como un genio, pudo haber sido tildado de loco en otro momento.
Por ello todo depende de la definición que se dé de loco.
Si
abordamos el problema desde un cuadro clínico, que parece ser un poco más objetivo, se podría afirmar que los patrones, mentales de una persona loca no necesariamente se traducen en genialidad. Simplemente, uno lo puede poner dentro de un compartimiento porque uno siente que, tanto el genio como el loco, sufren un cierto grado de incomprensión. Por ello es tentador pensar, que existe un sustrato común. Aun así, un genio literario si se llega a enloquecer, es poco probable que siga produciendo cosas buenas como en los casos de Nietzsche o Ezra Pound.
N. Beltrán: En este sentido, ¿no hay una relación de necesidad entre la locura y la genialidad, es decir, no existe un loco – genio o viceversa?
F. Escobar: Yo no creo.
V. Bedoya: Pero por ejemplo, si lo que nosotros conocemos como loco, lo tildamos como raro, porque establece relaciones no comunes entre cosas, ¿no habría allí una relación un poco implícita no tanto desde la genialidad pero si desde la creatividad? podríamos considerar casos en los cuales ciertas anomalías psicológicas pueden ser el motor de la obra de cierta persona que sin duda demuestra ciertos rasgos de la creatividad.
F. Escobar: Varias observaciones: La primera es sobre el lenguaje y es esta: Muchas veces se tilda a alguien como loco sin necesidad de que la Ciencia o la Psicología lo consideren como tal. De la misma manera, a veces se habla de un genio quien no nos parece genial necesariamente, por lo tanto, no nos debe sorprender que a personas artistas se les considere genios, y/o locos de esta forma. Esto se debe a que están constantemente jugando estos juegos de trasgresión. Segundo, yo creo, y esto hace parte del problema también, que
muchos artistas juegan a ese papel de locos concientemente para encajar dentro de ese cuadro artístico, esto se ilustra; “Como yo soy artista, entonces puedo ser desorganizado, tengo que estar constantemente borracho o puedo vestirme siempre informalmente”.
N. Beltrán: ¿Entonces puede que haya una relación implícita en el inconsciente?
F. Escobar: De pronto en la forma como la gente los percibe, pues muchos de esos calificativos de “loco” no es porque este clínicamente loco, por ello el mal uso que se le da a la palabra. Si nos ponemos a revisar la vida de muchos artistas, algunos de ellos no eran locos; por el contrario, eran personas muy serias. Sin embargo hay personas que simplemente saben de una respuesta generalizada del artista loco, y juegan al estereotipo para lograr que los vean como más “artísticos”
N.
Beltrán: Podría ser que eran personas no “locas” en si, sino un poco
inestables emocionalmente o de carácter melancólico.
F. Escobar: Ese es el punto que voy a tocar a continuación en consonancia con la idea de desinhibición. Una nota que me gusto mucho de Pink Floyd era su definición de artista: “Un artista es una persona que es selectivamente represiva”. Mucha gente se reprime siguiendo patrones que no entiende. El artista es capaz de coger esa tenaza que lo está reprimiendo y mentalmente levantarla y darle rienda suelta a emociones y maneras de pensar; en ese proceso la persona entra en contacto con cierta parte de su ser, y ese contacto materializado puede ser considerado raro para otras personas.
V. Bedoya: Usted mencionó que la genialidad tenía que ver con un tipo de inteligencia, ¿cree que el sector educativo promociona un cierto tipo de inteligencia como la matemática o la literaria en detrimento de otras? Hago esta pregunta pues en algunos colegios podemos ver un claro ejemplo de cómo impulsan a aquel que le va bien en matemáticas o que sabe escribir, y generalmente le dan poca importancia a otro tipo de habilidades que pueden ser reconocidas como irrelevantes, por ejemplo el tipo de inteligencia emocional característica de las personas que comúnmente conocemos como sociables pero que en ningún establecimiento educativos se le atribuye algún merito.
F. Escobar: He oído mucho sobre la teoría de las inteligencias múltiples, que ha desplazado la idea de inteligencia univoca. Sin embargo no puedo afirmar con certeza que el sistema educativo privilegie algún tipo de inteligencia en especial. Como lo había mencionado antes, hay dos tipos de inteligencia que se pueden reconocer fácilmente, y casi de manera objetiva, que son: La inteligencia matemática y la musical. En el caso de las humanidades es muy difícil precisar, por ello temo asociar la genialidad directamente con la idea de inteligencia. Aun así, creo que al sistema educativo le queda mas fácil promover aquellas habilidades que son mas fáciles de medir, sin embargo están implícitos una cantidad de juegos de poder, de prejuicios que yo creo que hay que destacar, por ejemplo los prejuicios de genero, de etnia o de belleza. Hay estudios que demuestran que a los niños que consideran mas lindos los profesores, los promueven mas cuando dejan ver un destello de talento que a un niño que consideran mas feo, dejando relegadas a aquellas personas que puedan tener iguales capacidades. Ese protagonismo después se traduce en éxito profesional. Es por ello que creo que el sistema educativo si promueve de alguna manera ciertas habilidades, pero me produce un poco de desconfianza cuando quieren promover a un niño desde una temprana edad a las altas esferas del colegio porque precisamente hay habilidades que hay que añejarlas.
V. Bedoya: En este sentido, ¿usted piensa que hay habilidades que se adquieren y otras que son innatas?
F. Escobar: Yo si creo que hay habilidades innatas, no se si todas, pero en el sentido de que hay personas que nacen con una capacidad embrionaria para cierto tipo de destrezas y si la persona trabaja en esa capacidad, puede llegar a desarrollarla plenamente, o quizás no. Pero como lo he reiterado, es muy difícil formular una definición no problemática de la genialidad, debido a que esta ligada a unos patrones culturales fuertes y a otros factores del entorno que influyen tanto en el desarrollo del sujeto, como en sus habilidades superlativas.
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