Ensayos que iluminan la historia nacional

16 may. 2009 - de Moreno, Sarmiento, Mitre y Alberdi, entre ... Allí están Moreno, Sarmiento,. Alberdi y ... –Mariano Moreno sí pensaba en el efecto que podían.
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PENSAMIENTO

En Explicar la Argentina (Taurus)

Ensayos que iluminan

Jorge Lafforgue compila textos de Moreno, Sarmiento, Mitre y Alberdi, entre otros autores insoslayables para comprender las controversias que animan aún hoy la vida política del país

POR RAQUEL SAN MARTÍN De la Redacción de La Nacion

C

omo el país que intenta reflejar, Explicar la Argentina (Taurus) es un libro con final abierto. A Jorge Lafforgue le pidieron reunir en él “los grandes ensayos argentinos”. Entusiasmado, se puso como meta construir una gran historia del ensayo nacional pero, a poco de andar entre los textos, se le hizo claro que un solo volumen no podía contener ese propósito. Decidió entonces, junto con los editores, organizar dos volúmenes: uno, el que ahora se presenta, con 19 ensayos escritos entre el 25 de mayo de 1810 y el 17 de octubre de 1945, y otro, en el que trabaja, con ensayos contemporáneos, que “por razones generacionales tendrá un énfasis más autobiográfico”, relata Lafforgue, profesor de Filosofía, editor de Alianza, periodista y crítico literario. El resultado es un viaje por las controversias que animaron la historia de nuestro país, con ensayistas beligerantes, una marca del ensayo regional que no siempre se repite en otras latitudes. Allí están Moreno, Sarmiento, Alberdi y Mitre, pero también la mirada hispanoamericana de Monteagudo; un análisis médico-social de Ramos Mejía; la perspectiva histórica de Saldías y el pensamiento argentino según Alejandro Korn. También se incluye la palabra de Borges sobre el idioma nacional, la crítica de Jauretche a algunas “zonceras” de Sarmiento y el análisis que hace José Luis Romero de los cambios sociales promovidos por los inmigrantes hasta 1930. Con estilos e improntas ideológicas distintas, con política, literatura y periodismo en distintas dosis, los ensayos, analiza Lafforgue, dan vueltas sobre dos tensiones no resueltas: cómo hacer del país una nación y cómo resolver la dicotomía “civilización y barbarie”. –¿Qué dificultades tuvo a la hora de seleccionar los textos? –Varias e intenté vencerlas. La primera: la ingente cantidad de material. La obra completa de Sarmiento tiene 52 o 53 volúmenes, según las ediciones. Decidí que éste debía ser un volumen útil, pensado para un público amplio, por lo tanto, no iba a buscar textos muy desconocidos. Sarmiento es Facundo o Recuerdos de provincia. Martínez Estrada escribió un montón de libros pero Radiografía de la pampa y La cabeza de Goliat son sus textos canónicos. Tenían que ser títulos representativos de cada autor, pero no quería que el conjunto fuera un texto demasiado heterogéneo. Quería darle unidad. –¿Cuál terminó siendo ese eje? 20 | adn | Sábado 16 de mayo de 2009

la historia nacional “En el siglo XIX el periodismo tenía una fuerza brutal”, dice Lafforgue MARTÍN ACOSTA

–En el siglo XIX, el eje de los ensayos es político-social. Nuestros ensayistas, porque se estaba construyendo la nación, escribían ensayos polémicos, de combate, que postulaban distintas medidas para el país. –Eran ensayos con mirada de largo plazo. –Sí. Todos son ensayos que están anclados en la coyuntura pero a la vez tienen un trasfondo mucho más amplio. Eso pasa en los grandes ensayos pero también en las grandes obras de la literatura. Pensemos en Facundo, que es un libelo que Sarmiento escribió contra Quiroga y contra Rosas, pero desencadenó lo de “civilización y barbarie” que hoy todavía no está resuelto. La contribución de Jauretche en el libro habla de eso. –¿Qué impresión cree que causa leer los textos en conjunto, fuera de sus contextos originales? –La elaboración del volumen no me dio demasiada perspectiva. En cada caso me zambullí en los textos de los autores, los leí, leí sobre ellos y elegí. Recién cuando leí las pruebas, pude ver que hay un entramado pese a la diversidad. Hay un hilo secreto, tal vez la intención de explicar la Argentina, que los va enlazando y va estableciendo un diálogo, que a veces es debate abierto y a veces es confrontación total. –Usted piensa en un lector “inquieto” que complete el libro con su lectura. ¿Así lo habrán pensado también los autores de los textos originales? –Mariano Moreno sí pensaba en el efecto que podían tener sus textos en La Gaceta: estaban haciendo la revolución. Más adelante, la literatura no tenía un estatus independiente. Mitre y Sarmiento fueron militares, periodistas, presidentes. En cambio, en el siglo XX, las

actividades se van especializando. Borges, por ejemplo, toda su vida pensó en el lector. –¿Qué agrega conocer la trayectoria biográfica de los autores, que usted incluye? –Lo pensé desde mis propias falencias en el conocimiento de los autores. Hay algunos que uno ha frecuentado y sobre ellos conocía mucho, como Borges o José Luis Romero, con el cual comencé yo a trabajar hace un largo tiempo. Pero había otros casos, como los de Saldías o Ramos Mejía, en que no tenía tanto conocimiento. Pensé que al lector podía servirle esa información. –Usted describe el ensayo como cruce entre literatura, historia y periodismo. ¿En qué medida? –Un primer desbroce que tuve que hacer fue establecer qué es un ensayo, y no hay una sola voz que lo defina. Creo que la proporción depende de la época y del énfasis de los autores. Sobre todo en el siglo XIX, el periodismo tenía una fuerza brutal. Prácticamente todos los trabajos de ese siglo que están en el libro fueron publicados en periódicos. El de José Hernández ni siquiera fue recogido en un libro. De todos modos, pienso que la categoría literaria está presente en todos los casos, sobre todo en el siglo XX. –Dice que el ensayo en la Argentina ha sido un género con “marca beligerante”. ¿Se deberá eso al género del ensayo o a un modo local de practicarlo? –Hay ciertas características del ensayo en general que también tiene el ensayo argentino. Por ejemplo, que es un texto que ensaya sin mostrar el trasfondo científico, un texto muy subjetivo que siempre tiene algo batallador, aunque eso puede estar atemperado. En el caso de