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tecnologías psicológicas de rehabilitación en la cárcel de mujeres El Buen Pastor Fredy Mora-Gámez*
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[email protected] Este trabajo ha sido financiado por la Asociación Colombiana de Facultades de Psicología (Ascofapsi) y el Colegio de Psicólogos de Colombia (Colpsic) como parte de la iniciativa «Nación Psi», convocado por el Proyecto Ensamblado en Colombia. También recibió financiación de la Dirección de Investigaciones de Bogotá (DIB) de la Universidad Nacional de Colombia.
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1_«Huelga de Hambre en El Buen Pastor». El Tiempo. Bogotá, 5 de mayo de 1975. 2_«Motín en cárcel de mujeres en Bogotá». El Siglo. Bogotá, 7 de mayo de 1975.
A man will be imprisoned in a room with a door that’s unlocked and opens inwards; as long as it does not occur to him to pull rather than push Ludwig Wittgenstein El intercambio mediático: ¿puede un tratamiento psicológico desencadenar una huelga? En la mañana del 5 de mayo de 1975, los titulares de algunos periódicos de circulación nacional anunciaban «Huelga de hambre en el Buen Pastor»1 y «Motín en cárcel de mujeres en Bogotá»2; en el texto de los artículos se citaban las palabras de las reclusas, pronunciadas las noches del 3 y 4 de mayo: «iremos a huelga si el Director General de Prisiones insiste en sostener el nombramiento de la señora María Teresa [Gutiérrez] de Pombo como sicóloga del centro de reclusión», dado que «la Señora quiere dar un Golpe de Estado contra las hermanitas». De acuerdo con El Tiempo, las reclusas afirmaron: «La Doctora inició un absurdo experimento en el cual las reclusas del pabellón de castigadas recibieron un curso de rehabilitación que las colocó en calidad de guardianas del resto del personal», y señalaban su inconformidad ante un evento que calificaron como inconcebible. «Los pájaros tirándole a las escopetas» fue una de las afirmaciones que empleaban las reclusas que no habían sido parte del experimento para manifestar que las prisioneras más difíciles que pertenecían al pabellón de castigo eran ahora señaladas como «reclusas modelo» y tenían la posibilidad de ser guardianas de otros pabellones. Según los reportes de las reclusas, esta condición había sido aprovechada por las «preferidas» de la psicóloga y afirmaban que había un «verdadero estado de Guerra Civil» que es-
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© Cortesía de El Tiempo
taba siendo tolerado por la Doctora y su «grupo de jefas». Muchas de las reclusas aseguraron que en el pabellón de castigo donde había tenido lugar el tratamiento conductual se consumía marihuana y «pepas» y se sometía a las «niñas» a prácticas lesbianas, indicando que aquellas que se rebelaran corrían el riesgo de ser heridas con cuchillos. Además de estas quejas, las reclusas señalaron en diferentes ocasiones3 que no aceptarían a «esa señora [María Teresa Gutiérrez de Pombo] dentro del establecimiento». Las reclusas que desempeñaron el papel de voceras afirmaron que habían aceptado en principio tal «experimento» pero luego la psicóloga empezó a «mostrar las uñas» y trató de desalojar el pabellón Pablo VI «para entregárselo a su grupo de preferidas». Según la versión de las religiosas, reportada en noticias posteriores4, la situación conflictiva de esta huelga se acentuó cuando las Hermanas dejaron acceder a un periodista para que escuchara las quejas de las reclusas, a quienes se les había cortado el teléfono y las demás formas de comunicación por orden del director general de Prisiones, el señor Ramiro Carranza. (Imagen 1) Al parecer el malestar por parte de las reclusas empezó un mes antes, el 8 de abril, cuando la estudiante de psicología de la Universidad de los Andes fue nombrada psicóloga de la cárcel El Buen Pastor por parte de Ramiro Carranza, bajo las órdenes del ministro de Justicia, Alberto Santofimio Botero5; en esos días, Carranza había dado por terminado el contrato de «sicólogo de los penales de Bogotá» al coordinador científico de la Sociedad Bogotana de Sofrología, el médico Enrique Caicedo Lozano, quien había ejercido el cargo en forma ininterrumpida durante doce años. De acuerdo con la versión de la estudiante de psicología de la Universidad de Los Andes, ella había sido recibida con insultos el 9 de abril y se le había impedido el acceso al penal por orden de la Dirección, puesto que «su vida corría peligro». La futura psicóloga había explicado unos días antes a las Hermanas de la Caridad que el ministro de Justicia había accedido a «ampliar la aplicación del tratamiento» que demostró ser efectivo y las religiosas al parecer habían aceptado tal condición; Gutiérrez indicó: «la Hermana Teresa que gentilmente me había cedido su pabellón, había inculcado a sus pupilas que mis intenciones eran las de encalabozarlas y apoderarme del penal para usos propios. Me creían una enviada de Satanás e intentaron asesinarme» y por esta razón este mismo día de abril había sido recibida con insultos6. Luego del ultimátum público lanzado el 5 de mayo por las reclusas a través de los medios, el 6 de mayo la Hermana María Gómez fue destituida de la dirección del penal por parte de Carranza7 y se encargó tempo-
Imagen 1_Foto publicada por El Tiempo, 5 de mayo 1975. «Sonriente, la Subdirectora del Buen Pastor entreabre la puerta del establecimiento carcelario ante la insistencia de periodistas para que se les dejara entrar. Los hombres de prensa no lograron su objetivo».
ralmente la dirección de la institución a Beatriz Helena Ríos con el objetivo de «implementar una investigación y de presentar un informe sobre lo ocurrido en el penal y las denuncias hechas por las reclusas»8. Este evento no fue bien recibido por las reclusas, quienes iniciaron un motín, razón por la que el director general de Prisiones irrumpió por la fuerza para poner «orden en el penal». Sobre este mismo suceso, Humberto Diez escribió en El Tiempo9 que «hasta las calles circundantes llegaban los gritos de las reclusas pidiendo la restitución de las religiosas» y que «las 425 presidiarias se quejaban de que la dama estaba haciendo “extraños experimentos” utilizándolas como “conejillos de indias”». Como una pequeña ola dentro de un mar turbulento, este extracto de referencias mediáticas empleadas por distintos actores en torno a la situación de la cárcel para mujeres El Buen Pastor se refieren a una de las controversias públicas más álgidas alrededor de los primeros usos de herramientas técnico-científicas de la psicología en una cárcel colombiana. El dispositivo en cuestión, una técnica de modificación de conducta conocida como «economía de fichas», constituyó el objeto tecnológico
3_Ibíd. 4_Diez, Humberto. «Rebelión de reclusas». El Tiempo. Bogotá, 7 de mayo de 1975. 5_El Tiempo. Bogotá, 7 de junio de 1975.
7_«Motín en cárcel de mujeres en Bogotá». El Siglo. Bogotá, 7 de mayo de 1975. 8_Ibid. 9_Diez, Humberto. «Rebelión de reclusas». El Tiempo. Bogotá, 7 de mayo de 1975.
6_Diez, Humberto. «Fue injusto el proceder». El Tiempo. Bogotá, 7 de mayo de 1975.
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A manera de crónica: años antes en otras localidades El dispositivo en cuestión había sido ensamblado y circulado años atrás como parte de un complejo inclusivo de técnicas de intervención, conceptos científicos y proyectos sociales denominado Behavior Therapy o terapia del comportamiento, cuyas bases experimentales circunscritas a los principios asociativos del condicionamiento clásico de Pavlov y a la teoría skinneriana del refuerzo permitieron que tales artefactos se constituyeran en formas de intervención ampliamente aceptadas y que proliferaron en Estados Unidos a mediados de los años sesenta e inicios de los años setenta (Brayfield 1965; APA 1967; Miltenberger 2008). Las tecnologías de intervención construidas a partir de las directrices pavlovianas circularon ampliamente en Estados Unidos. Por ejemplo, Mary Cover Jones (1924) desarrolló e implementó exitosamente técnicas como el condicionamiento directo para revertir respuestas emocionales en niños; en esa misma década, John Broadus Watson (1928) publicó el manual Psychological care of infant and child, el cual fue reconocido y empleado como lineamiento en la crianza de niños por parte de algunas familias norteamericanas. Otro psicólogo, Andrew Salter, en su texto What is Hypnosis?: Studies in Conditioning
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(1944) afirmó que la técnica empleada por mentalistas y psiquiatras en realidad constituía un caso especial de condicionamiento clásico en el que los hábitos de un individuo eran modificados a partir de un entrenamiento consistente en la presentación de estímulos. En otro de sus textos, Conditioned Reflexes Therapy (1951), Salter propuso que el condicionamiento clásico era un mecanismo efectivo para modificar los hábitos de una persona. Dentro de esta avalancha de discursos de acceso positivo a la subjetividad, las ideas y afirmaciones de Salter alcanzaron un grado especial de popularización en Estados Unidos, dado que sus textos fueron empleados por Richard Condon como argumentos científicos de las técnicas de «lavado de cerebro» exhibidas en el bestseller titulado The Manchurian Candidate (1959, ver cuadro 1) cuyo autor, precisamente, solicitó la asesoría de Salter para construir las características de Raymond Shaw, el soldado que había sido sometido a las técnicas de lavado de cerebro por el doctor Yen Lo (Sampley 2008). Esta misma alusión a los discursos terapéuticocomportamentales se conserva en la posterior adaptación de la novela al cine dirigida por John Frankenheimer (1962); a continuación un fragmento de relevancia dentro de la obra cinematográfica: «Dr. Yen Lo: [dirigiéndose a Raymond] Raymond, acerca tu silla, por favor. [Dirigiéndose ahora a los soldados rusos] Estoy seguro de que todos han escuchado el viejo rumor de que a ningún sujeto hipnotizado se le puede obligar a hacer algo que resulte repulsivo dentro de su naturaleza moral, sin importar cuál sea. ¡En realidad tales rumores no son más que tonterías! Queridos espectadores, por favor recuerden consultar el artículo de Brenman titulado «Experimentos acerca de la producción de conductas antisociales y autolesivas», o el trabajo de Wells cuyo nombre creo que es «Experimentos sobre la producción hipnótica del crimen». O por supuesto, el destacado texto de Andrew Salter «Terapia de Reflejos Condicionados», solo para citar algunos ejemplos. Si lo anterior les resulta ofensivo porque Occidente está produciendo más crimen y mejores criminales, les sugiero también revisar el trabajo de Krasnogorski «Motivación primaria hacia la violencia», o «La sugestión unilateral hacia la autodestrucción» de Serov. Agente de la Inteligencia rusa [Dimitris]: mi querido Yen, con tu vejez te has vuelto más charlatán, ¿Podemos ir directo al grano? ¿Ese hombre (hablando de Raymond) ha matado a alguien o no? Dr. Yen Lo: Mis disculpas, querido Dimitris, se me olvidaba que Ustedes son un país joven y que su espectro de atención es limitado. [el Dr. Yen Lo ahora mira a Raymond] Dime, Raymond, ¿alguna vez has matado a alguien?
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actante (Latour 1997; Latour 1998) de este enfrentamiento inmerso en un nodo centralizado en El Buen Pastor en el año de 1975. Este conglomerado de relaciones técnicosociales se encontraba conformado por las reclusas del penal, las Hermanas de la Caridad, la estudiante de psicología María Teresa Gutiérrez de Pombo, el director general de Prisiones y otros actores enmarcados en nodos secundarios de esta misma red como el cardenal Aníbal Muñoz y el ministro de Justicia, Alberto Santofimio Botero. Pero antes de que tuviera lugar tal intercambio de versiones e imputaciones, el dispositivo terapéutico denominado economía de fichas había sido construido en redes norteamericanas, mucho antes de ensamblarse y traducirse en El Buen Pastor.
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The Manchurian Candidate (1962)
Imagen de la película The Manchurian Candidate por John Frankenheimer (1962). Todos los derechos reservados.
La adaptación cinematográfica de la obra de Condon (1959) tuvo lugar en 1965, dirigida por John Frankenheimer en los estudios de la Metro Goldwyn Mayer. La película cuenta la historia de un soldado norteamericano (Raymond) capturado en la guerra por los bandos comunistas; dadas sus filiaciones familiares con la política norteamericana, las fuerzas militares enemigas deciden implementar una serie de experimentos de orden conductual para «lavar su cerebro» y poder operar la voluntad del solado Raymond a partir de distintas claves contextuales como llamadas o instrucciones. Posteriormente, la película muestra cómo los bandos enemigos de Norteamérica logran infiltrar su candidato a la Presidencia en el sistema político estadounidense y desde allí logran que Raymond realice varios asesinatos como resultado del «control mental» logrado a través de distintas técnicas hipnóticas y conductuales. Llama la atención el uso o traducción de los hallazgos de distintos autores en el campo de la terapia y la manera como Andrew Salter e Iván Pavlov son mencionados en la película para legitimar la validez de las técnicas.
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Raymond: No, señora [viendo en su mente a una señora en vez del Dr. Yen Lo] Dr. Yen Lo: ¿Ni siquiera en combate? Raymond: ¿En combate? Si señora, creo que sí. Dr. Yen Lo: ¡Claro que sí lo has hecho Raymond! Raymond ha sido muy peculiar desde que era un niño. Maravilloso por sus agresiones.» El anterior diálogo resulta interesante en varios sentidos; en primera instancia, porque la posibilidad del control del comportamiento de un individuo hacía parte del imaginario social norteamericano en relación con los posibles alcances de las técnicas de intervención basadas en el condicionamiento clásico. Lo anterior a pesar de que los experimentadores que protagonizaron una buena parte de los desarrollos empíricos y terapéuticos del condicionamiento clásico podrían estar en desacuerdo con los estereotipos conductuales del personaje de Raymond Shaw ensamblados por Condon (1959). En segunda instancia, en la secuencia grabada por Frankenheimer, la forma de proceder del soldado Raymond Shaw al asesinar posteriormente a varios compañeros de su pelotón por orden del Dr. Yen Lo, aunque aterradora y desconcertante en cierto sentido, representa exagerada, metafórica y figuradamente el resultado esperado de estas terapias conductuales de mediados del siglo XX, a saber: un individuo que se comporta a partir de las exigencias del ambiente, creyendo que está actuando de manera correcta porque así lo ha aprendido y que no experimenta la necesidad de ejercer contracontrol sobre las condiciones ambientales, es decir sin la necesidad de sobreponerse a las demandas ejercidas por otros sobre el comportamiento propio. Tercero, porque esta posibilidad
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de control de conductas definidas como inadecuadas se encuentra ensamblada en los dispositivos de intervención que posteriormente se emplearon en El Buen Pastor, pero me permitiré señalar otros puntos antes de regresar a la descripción de la complejidad del nodo colombiano. En referencia a otro conglomerado de conceptos y desarrollos articulados en la terapia del comportamiento, los trabajos de Burrhüs Frederic Skinner y sus relecturas resultan de relevancia para nuestro planteamiento. Durante la Segunda Guerra Mundial, luego de la publicación del texto The Behavior of the Organisms: an experimental analysis (1938), Skinner dedicó gran parte de su tiempo a desarrollar un protocolo experimental para entrenar palomas con el fin de que guiaran bombas hacia territorio alemán a través de secuencias de «moldeamiento» (Skinner 1938). Desafortunadamente para Skinner, el Project Pigeon no fue exitoso, pero de acuerdo con Capshew (1993), durante este macroevento de orden bélico mundial llamado Segunda Guerra Mundial, la perspectiva científica y las metas profesionales de Skinner sufrieron una profunda metamorfosis; Capshew sugiere que Skinner se había rehusado a aventurarse con sus hallazgos de investigación fuera del laboratorio y se mostraba resistente a extrapolar los resultados de la experimentación con animales al campo de la conducta humana. Sin embargo, a partir de la movilización tecnocrática de la Segunda Guerra Mundial, Skinner aseguró de manera explícita que los principios de la conducta tenían aplicabilidad en los problemas humanos. Por ejemplo, entre 1939 y 1947 adelantó proyectos como el Project Pigeon, cuyos objetivos ya se han señalado, Baby in a box (Skinner 1945, ver cuadro 2) con el cual intentó
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El dispositivo experimental diseñado por B. F. Skinner conocido como caja operante permitía al experimentador controlar las condiciones ambientales del sujeto experimental y facilitaba la observación y el registro de información. Una extensión tecnológica de este aparato consistió en una caja adaptada para bebés en la que condiciones como temperatura, higiene, libertad de movimientos y disponibilidad de un ambiente favorable comprendían los aspectos más destacados de este aparato, de acuerdo con Skinner. Así mismo, este dispositivo pretendía facilitar el cuidado de los bebes, y simplificar el trabajo de sus madres a través de un evidente control de sus condiciones ambientales.
Baby in a box, Skinner, 1948; todos los derechos reservados
Cuadro 2
desarrollar una extensión de la caja operante de laboratorio para el cuidado y control de los bebés, y la escritura de Walden II (Skinner 1948), el más explícito de los proyectos tecnológicos sociales en el cual se plantea el control como una condición necesaria para la sociedad, promoviendo un giro hacia un control diseñado «científicamente» por la «ingeniería de la conducta» (Ibíd.); para finales de los años sesenta, la teoría del refuerzo y el análisis funcional se habían incorporado como técnicas de modificación de conducta al proyecto tecnológico de los conductismos denominado Behavior Therapy. Los argumentos señalados por Capshew (1993) resultan pertinentes en nuestra reconstrucción por varias razones; por una parte, se destaca el hecho de que para un científico como Skinner, figura emblemática del análisis experimental de la conducta o la ciencia básica del conductismo, la relevancia social de sus hallazgos y la traducción de estos tuvieron un lugar central en el desarrollo, articulación y ensamblado de su teoría. Por otra parte, la noción de control se evidencia como un elemento intrínseco e implícito del trabajo de Skinner y de sus
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tecnologías propuestas que se encuentra presente en su trabajo experimental y en sus dispositivos tecnológicos. En Technology is Society made Durable, Bruno Latour (1994) señala que los dispositivos tecnológicos no solo comprenden un complejo de relaciones técnicas sino también un conglomerado de la sociedad dentro de la cual el dispositivo es ensamblado; de esta forma, la circulación de un artefacto tecnológico que ha sido ensamblado en un nodo social no solo moviliza sus aspectos tecno-científicos, sino también los complejos sociales de los cuales es una materialización. Valdría la pena preguntarnos, en este punto, si tales proyectos relacionados con el control de conductas socialmente definidas como «inadecuadas», los cuales fueron ensamblados en las tecnologías conductuales, pudieron evidenciarse en el despliegue de la técnica alrededor de la cual se desarrolló la controversia de El Buen Pastor. Con el fin de articular tal relación, presento a continuación una posible lectura del proceso de movilización de este objeto tecnológico y su complejo social que posteriormente se ensamblaría y circularía en Colombia. Como se sugirió anteriormente, las extensiones tecnológicas de los laboratorios conductuales en forma de técnicas de intervención se expandieron prolíficamente en Estados Unidos durante los años cincuenta y sesenta; las tecnologías conductuales denominadas por los psicólogos como terapias de exposición, desensibilización sistemática y técnicas de modificación de conducta comenzaron a ser impartidas en diversos centros de formación psicológica (Brayfield 1965; APA 1967). Las terapias de exposición basadas en principios de extinción, la desensibilización sistemática como forma aplicada de contracondicionamiento e inhibición recíproca (O’Donohue 1998) y las técnicas de modificación de conducta construidas a partir de los planteamientos operantes, como por ejemplo las economías de fichas (Ayllon y Azrin 1965; Ayllon y Azrin 1974), configuraron objetos tecnocientíficos que permitieron establecer una identidad común para los nuevos psicólogos que empezaron a abandonar los procedimientos psicoanalíticos. Esta identidad se circulaba con discursos naturalistas sobre el comportamiento humano y, quizás por esta razón, tales arreglos y protocolos constituyeron temas importantes en los cursos sobre terapia e intervención en diversas universidades de Estados Unidos. La proliferación de psicotecnologías de base experimental que contribuyó a darle una nueva identidad a la psicología empezó a alcanzar localidades latinoamericanas (Domínguez 1970; Gallegos 2010); en otras palabras, uno de los modelos psicológicos más importantes en Norteamérica fue traducido y movilizado fuera de su localidad y la psicología colombiana se vería ampliamente reconfigurada por tal circulación.
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Del ensamblado en EE. UU. a la circulación y el ensamblado en Colombia
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A finales de los años sesenta, Rubén Ardila, un psicólogo colombiano egresado de la Universidad Nacional de Colombia se encontraba adelantando estudios doctorales en Psicología Experimental en la Universidad de Nebraska; dentro de este proceso formativo, Ardila cursó algunos seminarios relacionados con el objeto tecnológico denominado «Behavior Therapy» como parte de sus asignaturas electivas (Ardila: registro personal de abril de 2010). En 1969, Ardila regresó a Colombia y en 1970 empezó a desempeñarse como director del programa de Psicología de la Universidad Nacional de Colombia hasta 1972. De acuerdo con Ardila, la inclusión de la Terapia del Comportamiento, permitió demostrar que la psicología del aprendizaje era mucho más que «ratología» (Ardila: registro personal de abril de 2010). Al parecer, se presentaron diferentes confrontaciones entre psicólogos y psiquiatras en la Universidad Nacional alrededor de las nuevas técnicas terapéuticas que deberían enseñarse en el currículo del programa de Psicología. A este respecto, el psicólogo José Antonio Sánchez, quien se encontraba también en la Universidad Nacional para esta época, señaló que la terapia del comportamiento «era un dispositivo tecnocientífico por excelencia, que permitía demostrar las posibilidades de la psicología como una ciencia natural» (Sánchez: registro personal de julio de 2010). Además de la inclusión en el plan de estudios de la Universidad Nacional, dos estrategias adicionales resultaron favorables para el proceso de circulación de la terapia del comportamiento en la Universidad Nacional y en la Universidad Javeriana a inicios de los años setenta, cuando Antonio Sánchez se posesionó como decano. Por una parte, la publicación temática del segundo número de la Revista Latinoamericana de Psicología sobre Terapia del Comportamiento. Este número contó con las producciones científicas de autores como Audrey James Yates (University of Western Australia), Robert Suinn (Colorado State University, USA) y Robert Lieberman (National Institute of Health, USA); los artículos fueron traducidos al español por Ardila y uno de sus estudiantes, Leonidas Castro (Ardila: registro personal de abril de 2010) y fueron circulados inicialmente en la Universidad Nacional y la Universidad Javeriana, entre 1970 y 1973, favoreciendo así la apropiación de tales dispositivos en las comunidades psicológicas de ambas universidades. Por otra parte, la incorporación de la terapia del comportamiento en el programa curricular de la Universidad Javeriana favoreció el éxito de este dispositivo. Algunas tensiones previas en torno a la psicoterapia ya
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habían tenido lugar entre el decano del programa Álvaro Jiménez y otros sectores. Por ejemplo, en una carta escrita por Jiménez el 30 de noviembre de 1968, el profesor invitado Jesús Arroyo es informado sobre una presentación realizada por el psiquiatra Álvaro Villar Gaviria en el VIII Congreso Nacional de Psiquiatría en el cual «lanzó algunos guamazos» en contra de la Facultad de la Javeriana. Jiménez también indicó en la misma carta: «no es de sorprender que nuestros estudiantes regresen con la fiebre de la psicoterapia, debemos estudiar la situación y determinar qué hacer», refiriéndose a la resistencia de Gaviria hacia la novedosa experticia terapéutica de los psicólogos y al interés de los estudiantes por entrar en contacto con tales dispositivos. Al parecer, por lo menos inicialmente, la terapia del comportamiento proveniente de Estados Unidos se movilizó en la Universidad Javeriana con la llegada de José Antonio Sánchez en 1971, momento en el cual se incluyó como contenido curricular. En este mismo escenario, una estrategia que resultó en la ampliación de este proceso de circulación del objeto tecnológico en cuestión consistió en la organización, por parte de Ardila, Sánchez y otros miembros de la Federación Colombiana de Psicología, del Primer Coloquio de Terapia del Comportamiento, en la Universidad Javeriana en 1972 (Ardila 1967; Peña 1993; Sánchez: registro personal de julio de 2010). Sobre este evento, se ha señalado su importancia «porque mostró la relevancia de otras técnicas distintas a las psicoanalíticas» (Ballesteros 2005 citada en López et ál. 2006); a su vez Sánchez (registro personal de julio de 2010) anotó que «se invitaron psiquiatras, estudiantes de psicología y filósofos de tal forma que pudieran aprender sobre la psicología científica y se interesaran en ella». A pesar del éxito de la iniciativa, la inclusión de estos objetos en el currículo de la Javeriana implicó diferentes confrontaciones para Sánchez como docente, especialmente con el decano Álvaro Jiménez, relacionadas con el control de la conducta humana y las teorías evolucionistas, entre otros temas, razón por la cual decidió dirigirse hacia programas nacientes de psicología con un énfasis «más
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En una interesante carta enviada al Consejo de Facultad los alumnos observaban que hasta el momento, en la Facultad, los requerimientos de la psicología como ciencia no se habían aplicado al campo de la psicología clínica. Unos cuantos emigraron para la Universidad de Los Andes, bastión de la «verdadera ciencia psicológica».
Dada esta movilización de nuevos actores que se sumaban a la red tecnocientífica en plena reconfiguración llamada «psicología colombiana», podría suponerse que las estrategias de circulación de la terapia del comportamiento habían tenido un importante papel en la decisión de los estudiantes de la Javeriana de dirigirse hacia otros escenarios. Una de las estudiantes de la Universidad Javeriana que participó en el Coloquio y que hizo parte de la solicitud de transferencia radicada en 1973, era precisamente María Teresa Gutiérrez de Pombo quien, como estudiante transferida a la Universidad de los Andes, propuso desarrollar un trabajo de investigación que consistía en implementar una técnica de modificación de conducta, a saber una economía de fichas, en una cárcel de mujeres de la ciudad de Bogotá.
10_Para una revisión más extensa a propósito de la demarcación disciplinar de la psicología local, se puede revisar el texto de Mora-Gámez (2012)
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De regreso a El Buen Pastor, el diseño de un experimento social El «sistema motivacional inmediato y de rehabilitación en una cárcel de mujeres de Bogotá D.E.», como se titula el documento de tesis de Gutiérrez tenía como objetivo decrementar conductas indeseables tales como: 1) conducta sexual inadecuada, entendida como «búsqueda de pareja a través de medios violentos», «búsqueda de contacto físico directo», «estimulación mutua», «estimulación oral prolongada» y «exhibicionismo»; 2) agresión física, es decir el daño físico, el abuso carnal, los pactos autodestructivos ente compañeras, golpes o halar el pelo; 3) agresiones verbales, como el uso del lenguaje agresivo por parte de las reclusas, el empleo de «lenguaje de delincuentes», «vocabulario obsceno» y referencias que provocaran daño; 4) conductas verbales, tales como responder en tono agresivo, irrespeto, y el «empleo de expresiones vulgares como calificativos»; y 5) comportamientos generales, reportados por Gutiérrez en su documento de tesis como normas de convivencia (1975: 31-33). Según Gutiérrez, la reducción en la frecuencias de estas conductas tenía como resultado el acceso a distintas condiciones y bienes que se encontraban parcialmente restringidos en todo el penal y absolutamente ausentes para las reclusas que conformaban el pabellón de castigo, como por ejemplo, visitas médicas, horas de descanso en el patio, cobijas, jabones, etc. Tales decrementos se registraban en planillas elaboradas por la estudiante de psicología y diligenciadas por ella misma, los guardias y en ocasiones las reclusas modelo quienes registraban las conductas de su propio grupo. Luego de un periodo más prolongado de abstinencia de los comportamientos ya señalados, de acuerdo con los registros de los evaluadores, las reclusas incluso podrían acceder a otros beneficios denominados por Gutiérrez como «valores morales», tales como visitas familiares, celebraciones con los hijos, recibir cartas de familiares y amigos sin que fueran revisadas por las guardias del penal. Algunas de las reclusas que cumplieran con todo el programa y que demostraran ser ejemplo de cambio, podrían acceder a un privilegio denominado por Gutiérrez en su documento como un «reforzador social», el cual consistiría en ocupar el puesto de modelo o jefa del grupo de reclusas dentro del pabellón de castigo. En cuanto al ejercicio de observación, Gutiérrez señaló en su documento de tesis que todas las conductas eran registradas durante un periodo diario de cuatro horas y que dadas las condiciones especiales y las consideraciones éticas de las conductas «sexualmente inadecuadas» (ver tabla 1), su registro se había logrado a través
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científico» como el de la Universidad de los Andes. En términos generales, podría decirse que el dispositivo tecnológico conductual resultó exitoso para circular nuevos discursos sobre la psicología como una ciencia natural y de esta manera contribuyó al proceso de demarcación de la psicología con respecto a la psiquiatría y la filosofía10. En octubre de 1973, luego de que Ardila se incorporara a la Universidad de los Andes en compañía de Leonidas Castro y otros psicólogos (Peña 1993), varios estudiantes de la Universidad Javeriana enviaron una carta al Consejo de Facultad de la institución jesuita solicitando su transferencia hacia la Universidad de los Andes. En una Lectio Inauguralis de 2010, la psicóloga Maggui Gutiérrez (2010) reconstruye este evento de la siguiente manera:
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Conductas indeseadas, derechos y valores obtenidos por su omisión. Conducta
Responsable del registro
Derecho obtenido
Valor obtenido
Conducta sexual inadecuada
Autorregistro
Ir al médico, “dentistería”, recibir remedios. Salir a misa los festivos Asistir a actos sociales en otros pabellones Hacer llamadas telefónicas a la familia Visitar amigas enfermas Invitar amigas al centro los días de fiesta
Salir del pabellón a recibir clases Formar equipos de deporte Salir al prado a jugar durante el descanso Llevar a cabo un trabajo remunerado
Agresión física
Guardias Estudiante de Psicología Reclusas “Modelo”
Establecer un salón de belleza y acudir al mismo Escoger los lugares de trabajo Trabajar en lo que más les gusta
Recibir visita de sus hijos, familiares y amigos Estar en privado con la familia Escribir y recibir correspondencia sin que fueran abiertas por el personal de la institución Invitar a sus niños a pasar hasta dos días en el centro. Hacer fiestas de cumpleaños tanto de las reclusas como de sus hijos
Agresiones verbales
Guardias Estudiante de Psicología Reclusas “Modelo”
Billetes con apariencia de dinero real que podían intercambiar por otros bienes.
Competir para obtener el mayor número de palabras correctas Ser modelo de todos los grupos.
Conductas verbales Comportamientos generales
Tabla 1_Conductas seleccionadas para tratamiento en El Buen Pastor, 1974-1975 (Gutiérrez 1975)
del autorreporte por parte de las reclusas. La línea de base, es decir el registro de las conductas de forma previa a la implementación del sistema de economía de fichas, se realizó para cada conducta de manera diferenciada y se inició el «tratamiento conductual» en momentos diferentes para cada conducta. Es preciso anotar que el pabellón de castigo con el que se inició este experimento se caracterizaba por las condiciones de mayor restricción en el penal. En el documento final del ejercicio experimental, Gutiérrez hace mención a las condiciones de restricción de la siguiente manera: la situación del edificio en el que se realizó la investigación resultó muy favorable por quedar este completamente aislado del resto de las edificaciones y dependenFredy Mora-Gámez
cias, y por consiguiente dio garantías para mantener las
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condiciones experimentales necesarias.
Más adelante, señala:
Aunque la descripción del lugar no sea puesta en términos experimentales de manera explícita, las apreciaciones de Gutiérrez con respecto a la posibilidad de control de las condiciones de efectividad son contundentes. Ese aparato diseñado por Skinner para realizar registros en situaciones controladas, esa caja que representaba la posibilidad de control de las condiciones ambientales para «probabilizar» un cambio conductual, ese dispositivo técnico que materializaba el ideal máximo del análisis de la conducta, en tanto objeto diseñado para favorecer un cambio comportamental en cierto sentido y dirección, ahora tenía una correspondencia en El Buen Pastor, quizás de una forma más exitosa que en los proyectos skinnerianos Baby in a Box y Project Pigeon. Las láminas transparentes habían sido sustituidas por «mirillas» y corredores que permitían el registro; la situación de aislamiento experimental de la caja de Skinner había sido reemplazada por un pertinente diseño arquitectónico; el palanqueo había sido diversificado en la forma de conductas deseables; las luces habían
El diseño arquitectónico permite una vigilancia continua por parte de la guardia, tanto en el interior como en el exterior. La puerta principal es de lámina de acero y tiene una mirilla que en caso necesario permite comunicarse al exterior; una puerta de rejas gruesas de acero separa el pasadizo entre el puesto del guardia y el patio, una barra de acero y candado aseguran su total aislamiento; este tramo tiene una escalera que conduce a los cuartos de los guardias y de depósito: su ubicación permite vigilar continuamente lo que sucede en el interior sin que las internas los perciban (1975: 20).
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11_«Falta de desarrollo personal. El pobre tiene insuficiente entendimiento acerca de las cosas, convicciones, etc. Es una persona no auto-realizada. Contacto cercano con la naturaleza. El pobre acepta el gobierno final de la naturaleza, sigue sus reglas y actúa impulsivamente. Falta de auto-control. Libertad sexual, agresividad, impulsividad, todas están relacionadas con un contacto cercano con la naturaleza y la falta de vida personal. Contradicciones internas. Orgullo y humildad, escepticismo y fe, rudeza y suavidad, etc., presentes al mismo tiempo. Inestabilidad de convic-
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el presente trabajo de investigación radicó en poner al servicio de la sociedad y de manera especial a las instituciones carcelarias del país, los conocimientos adquiridos para obtener el grado en Psicología sin pretender demostrar la eficacia de una teoría psicológica específica. El diseño realizado estuvo basado en teorías experimentales del refuerzo que permitieran cuantificación y cualificación de los comportamientos que mediante un proceso de moldeamiento y autocontrol fueran modificados (1975: 12).
Algunos años atrás, Ardila y Castro (1973), como profesores de la Universidad de los Andes a donde Gutiérrez se había transferido en 1973, habían publicado un texto titulado: The role of applied psychology in the national development programmes in Colombia, en el cual proponían que la psicología experimental era una de las estrategias viables para suplir la falta de desarrollo personal del «pobre» quien, en sus palabras, «actúa impulsivamente», carece de «autocontrol, libertad sexual, agresividad, impulsividad» además de modificar su «resentimiento» «dependencia y pasividad» su «falta de planeación» de «sentido de realidad» y de «visión de su propia conducta»11 (Ardila y Castro 1973: 72-73). Sobre dicho texto, Pulido (2007) ha señalado la relación entre estos discursos y la
ciones. Dependencia y pasividad. Falta de Auto-conciencia. El pobre no posee una visión de su propia vida y conducta. Él vive en el presente, no planea el futuro, no toma cuidado de su dinero, de sus hijos, ni de su trabajo. No aprende de la experiencia, repite los mismos errores una y otra vez. Falta de sentido de realidad. Falta de responsabilidad. Simplificación psicológica. Las cosas para él solamente tienen una cara. Directamente son o blancas o negras. Resentimiento y resignación. El pobre es un ser resentido convertido en un elemento de la producción, en un apéndice de
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la máquina que tiene que operar; este profundo resentimiento proporciona un sentimiento de impotencia, y de desesperanza aprendida, él cree que nada puede hacerse, que él vivirá pobre por siempre, que la vida es dura e injusta, que nada puede ser cambiado». (Ardila y Castro 1973: pp. 72-73) *_N.E.: Sobre esta manera de concebir a los pobres y a lo social, ver el capítulo de Javier Sáenz Obregón y Carlos Mauricio Granada, «El dispositivo de lo social como gobierno de los pobres en la primera mitad del siglo XX», en este tomo.
construcción social del trabajador moderno en Colombia; al parecer tal discurso y sus prácticas respectivas se configuraron también en la concepción de los reclusos y las reclusas en Colombia*. Como podemos ver en el trabajo de Gutiérrez, un individuo que ha llegado a tal situación de aislamiento social por las condiciones de restricción en las cuales se ha desarrollado debe entender que «el castigo impuesto por la justicia y la sociedad se debió a su forma equivocada de responder a las exigencias del medio» (Gutiérrez 1975: 61). Esta comprensión que se esperaba de las reclusas sobre su propio comportamiento se pretendía lograr a través de «una modificación que le permitiría recuperar y mantener sus derechos como la consecuencia de su comportamiento adecuado a las pautas y normas que la sociedad exige» (Ibíd.). Pretendía además hacer que «los reforzadores produjeran control internalizado en las internas» (Ibíd.: 14), porque «las internas no encuentran la forma de desvincularse del medio ni poseen los medios que les permitan desempeñar trabajos adecuados» (Ibíd.: 49). En el caso particular de las cárceles, la aproximación a la subjetividad del recluso y la reclusa no solo estaba ensamblada a partir de un discurso experimental y un posible e ilusorio proyecto de desarrollo nacional, sino de un dispositivo técnico que permitiría la consecución del tal proyecto en términos empíricos y operativos, a saber, la terapia del comportamiento y el control de la subjetividad que tal objeto promulgaba. Los resultados del experimento, del pabellón de castigo a todas las cárceles locales El procedimiento experimental de la tesis fue implementado entre octubre de 1974 y abril de 1975; los periodos de observación previos a la implementación del tratamiento eran específicos para cada comportamiento indeseable y los registros de observación eran diligenciados por Gutiérrez, un grupo de estudiantes y las guardias, a excepción de las conductas de tipo sexual que eran autorregistradas. Sobre la presentación de resultados, las gráficas de las conductas indeseadas muestran una tendencia a disminuir su frecuencia durante la intervención (ver imagen 2). Al parecer, no se observaron curvas de extinción en los registros, es decir que las reducciones en la frecuencia de las conductas no fueron graduales o progresivas sino abruptas, y esto es de particular interés porque en procedimientos similares que empleaban economías de fichas, como los implementados por Ayllon y Azrin (1965) en hospitales psiquiátricos, Ayllon y Michael (1959) en centros de reclusión y Domínguez (1970) en pacientes mentales, los cambios observados en las conductas de
Ensamblando el control: tecnologías psicológicas de rehabilitación en la cárcel de mujeres El Buen Pastor
tomado la forma de palabras y reglas; las condiciones de privación estaban dadas por el penal y el pabellón de castigo; la comida o el reforzador había tomado la forma de derechos y valores arbitrarios; el investigador había tomado la forma de terapeuta y rehabilitador; los sujetos experimentales habían mutado en participantes, obviamente en sentido figurado y no en el sentido biológico. En cuanto a la técnica empleada, Gutiérrez explicaba que: «es una forma elaborada de condicionamiento operante, y de acuerdo a los resultados obtenidos se considera que sea un valioso instrumento para el entrenamiento de reclusos de prisiones en patrones de comportamiento adaptativos y útiles socialmente» (1975:9), y más adelante señalaba:
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Frecuencias reportadas por Gutiérrez para cada conducta indeseada Conducta
Línea de base y fase de intervención
1. Conducta Sexual inadecuada
2. Agresión física
3. Agresión verbal
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4. Conducta verbal
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5. Conducta general
Imagen 2_Resultados presentados por Gutiérrez (1975) en su documento de tesis; para algunas conductas se presentan dos imágenes, dado que la duración de la línea de base de cada conducta fue diferente, por tanto se incluyen las imágenes que indican el cambio de fase para cada conducta. Imágenes reproducidas con autorización de la Facultad de Psicología de la Universidad de los Andes. Todos los derechos reservados.
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12_Espinosa, Germán. «La doctora Pombo explica su método psicológico». El Tiempo. Bogotá, 7 de junio de 1975.
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13_Hernández, Jesús. «Sofocada rebelión en el Buen Pastor». El Espectador. Bogotá, 7 de mayo de 1975.
ticiparon del estudio y las religiosas a cargo del penal. A esto se suma que a partir de la presentación de los resultados del experimento a la administración, Ramiro Carranza, en ejercicio de su cargo como director de Prisiones y en nombre del Ministerio de Justicia, contrató a María Teresa Gutiérrez de Pombo como psicóloga del penal el 6 de abril de 1975. Según Gutiérrez, la Dirección de Prisiones y el Ministerio de Justicia estaban interesados en implementar esta estrategia de una manera amplia en distintas instituciones12. En este momento se inició la controversia pública y el intercambio mediático referido al inicio de este capítulo cuyas distintas verdades se reconstruyen a continuación. La versión de la estudiante de psicología Luego de haber sido acusada de emplear sustancias psicoactivas y de fomentar algunas «prácticas de carácter sexual», Gutiérrez rechaza tales imputaciones en un artículo de El Espectador13 en el que además indica que «las tres reclusas que fueron parte del estudio no participaron en el motín, lo cual muestra la efectividad de la técnica». Al día siguiente, la periodista Alegre Levy publica en el periódico El Tiempo un singular artículo titulado «Quise tratarlas como seres humanos», refiriéndose a la versión de Gutiérrez. En este artículo, Gutiérrez narra que al momento de su llegada al pabellón de castigo del penal, las reclusas se encontraban «vestidas con sucios harapos y sentadas sobre el cemento de un frío corredor, 19 mujeres devoraban la ración de la tarde». Y continúa con una descripción aún más impactante: cerca de allí, tres permanecían en el calabozo. Una de ellas se ahogaba con un ataque de asma. La noche anterior había pedido ayuda y un guardia le había arrojado un manguerazo de agua helada, razón por la cual su ropa estaba mojada todavía. Las otras dos lloraban en silencio.
Según Gutiérrez, «en el lugar no había camas, ni colchones ni bancas, ni el más rudimentario elemento de subsistencia. La vida transcurría en el suelo» y la expresión en la cara de esas 22 mujeres era «desgarradora». En este mismo texto, Levy anotó que estas habían sido las observaciones de Gutiérrez, quien tenía permiso de ingresar a todo el penal, pero que «se le había prohibido rotundamente asomar las narices por aquel infierno», refiriéndose al pabellón de castigo. La periodista, en un tono particular y con un uso pleno de figuras descriptivas, relata la versión de Gutiérrez: «[Las reclusas preguntaron a Gutiérrez]—¿Usted no tiene miedo de entrar aquí?. Ella evidentemente nerviosa, con las lágrimas escurriendo
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delincuentes y pacientes psiquiátricos fueron graduales y con diferentes resistencias, es decir que las frecuencias de las conductas no disminuían de forma pronunciada a partir de los procedimientos aplicados. En este sentido, una lectura netamente experimental podría decirnos que los resultados observados por Gutiérrez son excepcionales porque denotan una alta efectividad, a diferencia de otros experimentos implementados en otras instituciones, pues tales decrementos cercanos al cero (en sus frecuencias) fueron observados en El Buen Pastor gracias al uso del dispositivo de modificación de conducta. A partir de estos resultados presentados por Gutiérrez en su tesis y ante el Ministerio de Justicia, la efectividad de la técnica dibujada en El Buen Pastor era cuasi-infalible y poco refutable, porque, de acuerdo con los registros, desde el momento en el que el dispositivo técnico, en una de sus especificidades denominada economía de fichas, se implementó en el diseño ambiental del centro de reclusión, el comportamiento de las reclusas se vio modificado con una efectividad superior a la reportada en otras localidades por estudios que Gutiérrez citaba en su tesis. Sin embargo, ante esta afirmación de efectividad técnico-científica se pueden hacer algunas observaciones; por ejemplo, podría decirse que la economía de fichas demostró ser efectiva para decrementar los reportes de las conductas sexuales inadecuadas, pero no las conductas en sí mismas, o que las reclusas pasaron de un periodo de línea de base en el que la promiscuidad era la norma a un periodo en el cual la abstinencia se constituyó en la nueva directriz. De todas formas, lo que resulta claro al examinar someramente las imágenes es que, en términos visuales y retóricos, la técnica parecía ser efectiva para todas las conductas. A lo largo del experimento, las condiciones de las reclusas cambiaron, en tanto el pabellón que había sido denominado «de castigo» en realidad ahora constituía una forma de acceder a privilegios que antes eran absolutamente restringidos allí y que eran parcialmente restringidos en otros pabellones, lo cual generó inconformidad en otros actores, como las reclusas que no par-
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por sus mejillas les contestó afirmativamente. Desde este momento la Doctora de Pombo se propuso conseguir que le transfirieran a la sala de castigos». Esta lectura heroica de los eventos por parte de Alegre Levy explícitamente enfatiza el apellido Pombo, probablemente para señalar los nexos políticos y familiares de María Teresa Gutiérrez en medio de la disputa pública. Adicionalmente, Levy anota que Gutiérrez «paradójicamente, terminó en el banquillo de los acusados», ante lo cual adicionalmente señala:
su trabajo literario puesto que una buena parte de la retórica del artículo se encuentra impregnada de su trayectoria intelectual y poética. De acuerdo con Espinosa, hablando de la experiencia de Gutiérrez […] el presidio le recordó a “cualquiera de los infiernos de Dante” y ello muy a pesar de la presencia, entre sus muros húmedos por el relente de la Sabana, de las Hermanas de la Caridad del Buen Pastor, con sus tocas impolutas y sus rostros impenetrables […]
La doctora habla pausadamente en voz baja mientras fuma un cigarrillo en el estudio de su residencia en el norte de Bogotá. En la puerta de su casa un detective impide celosamente la entrada de cualquier persona que no pertenezca a la familia Pombo o a su íntimo círculo
¿Frialdad?, ¿indiferencia? Quizás fueran estos los atributos que Gutiérrez a través de Espinosa sugiriera sobre la actitud de las religiosas hacia las reclusas. En el mismo texto relata Espinosa:
de amistades». Además de señalar nuevamente las filiaciones de Gutiérrez y dibujando su posición social con
[…] la doctora de 44 años de edad es una mujer de mo-
figuras de poder y autoridad, Levy indicó que el trabajo
dales suaves y carácter sensible, espigada, nerviosa. Hay
que se encontraba en medio de tal enfrentamiento era la
en su rostro fulgores y gestos repentinos que denotan
tesis con la que recibiría su diploma en la Universidad de
energía pero ningún género de brusquedad. Durante la
los Andes, la «atractiva sicóloga de 44 años.
entrevista entran y salen de la biblioteca —en la cual
Fredy Mora-Gámez
destacan gruesos tomos de temas psiquiátricos y litera-
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Gutiérrez, citada por Levy, afirma: «ellas me preguntaban con frecuencia si yo podía curarles el lesbianismo, yo les respondí: “ustedes no son lesbianas, Uds. necesitan afecto, entonces vamos a suprimir esa palabra de este pabellón”». En el documento de tesis, Gutiérrez había sugerido la importancia de eliminar distintas palabras del léxico cotidiano de las reclusas y, como se recordará por lo arriba señalado, unas de las acciones delimitadas como indeseadas fueron precisamente denominadas «conductas sexualmente inadecuadas». En este artículo redactado por Levy para El Tiempo, Gutiérrez sugirió que «el problema de lesbianismo que habían planteado desapareció dado que era situacional». En términos generales, la efectividad del tratamiento había sido tal que las castigadas pasaron a convertirse en reclusas modelo hasta que recuperaron todos sus derechos en la cárcel, además de que «[…] el cambio fue tan notorio que al finalizar el año pasado [1974] la Superiora aprobó un nuevo tratamiento con 33 internas también consideradas de alta peligrosidad». Un mes después, probablemente como respuesta a un nutrido número de titulares publicados en los periódicos El Siglo y La República, el prosista, novelista y reconocido escritor Germán Espinosa, autor de novelas como Los Cortejos del diablo: balada en tiempos de brujas (1970) y La Tejedora de Coronas (1982), preparó un artículo para El Tiempo titulado «La Dra. Pombo explica su método psicológico»14. Es importante la mención a
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rios— su marido, un rentista de edad más que madura, sus jóvenes hijos y la señora esposa de un alto funcionario.
¿Calidez? ¿Sensibilidad? Probablemente los tonos humanos que el famoso prosista deseaba resaltar en Gutiérrez. Pero también los «modales suaves» y el marido «rentista» denotan la posición social de Gutiérrez. De este extenso artículo elaborado por Espinosa resulta peculiar, además del mérito literario, la mezcla de prosa y diversas figuras literarias con términos tales como «control», «refuerzo», «terapia de apoyo» y distintas referencias a autores presentadas con el estilo de citación de la American Psychological Asssociation (APA) a lo largo del texto. Resulta sorprendente cómo el discurso científico de la psicología en este caso, se ensambla con figuras prosaicas de distinta índole en textos de circulación pú-
14_Espinosa, Germán. «La doctora Pombo explica su método psicológico». El Tiempo. Bogotá, 7 de junio de 1975.
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La Doctora de Pombo no cree haberse comportado de manera impaciente, su trabajo comenzó en febrero de 1974 cuando inició lo que se conoce como un “periodo de observación directa” destinado a trazar sobre el terreno el esquema del tratamiento que luego sería su tesis de grado.
En un tono algo distante de la prosa y las figuras retóricas, Espinosa asegura que la «sicóloga» había partido de hechos comprobados por la ciencia a lo largo de muchos años según los cuales, aunque el comportamiento de una persona «normal» se encontrara a menudo bajo el control de agentes externos «[…] o del medio ambiente […]», una gran parte del comportamiento cae bajo lo que Gutiérrez denominó «control internalizado» y es por tanto independiente de las recompensas y castigos exteriores. Lo que Espinosa nos deja ver entre líneas es precisamente ese conglomerado de dinámicas sociales ensamblado en la terapia del comportamiento y las economías de fichas, a saber: la posibilidad tecnológica de control social. Espinosa reconstruye las palabras de Gutiérrez diciendo: […] según ella, la esencia de una persona socializada es precisamente su independencia de control externo. Sobrepasar el control externo del comportamiento al punto de que las internas que recibiesen la terapia de apoyo controlasen su propio comportamiento en una forma adaptativa
15_«Huelga de hambre en el Buen Pastor». El Tiempo. Bogotá, 5 de mayo de 1975.
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para así poder reintegrarse a la sociedad, era el fin que la psicóloga se proponía obtener en El Buen Pastor.
Si bien no se esperaba que las reclusas se comportaran como Raymond Shaw en The Manchurian Candidate, sí era un objetivo que a través del control articulado por el dispositivo se pudiera ejercer control sobre sus conductas, y fuera posible sustituir el control «absoluto» que tenían las directivas del plantel (Gutiérrez 1975: 43). De acuerdo con Gutiérrez, todo el problema empezó porque la Hermana Teresa, que le había cedido su pabellón, había inculcado a sus pupilas que sus intenciones «[…] eran las de encalabozarlas y apoderarme del penal para usos propios». Según esto, las reclusas creían que la «sicóloga» era una «enviada de Satanás». Por último, Gutiérrez repara diciendo: «Ojalá que cuanto me haya sucedido haga reflexionar a la sociedad, porque en la cárcel hay muchos presos condenados por delitos de la carne ¿Cuántos estamos afuera asesinando al espíritu?» ¿Oposición a la ciencia y a nuevos métodos innovadores? Posiblemente este era el interés imputado por María Teresa a las Hermanas de la Caridad y a sus seguidores. La versión de las Hermanas de la Caridad De acuerdo con un artículo publicado en El Tiempo15, las Hermanas de la Caridad habían manifestado: «[…] si la Dirección General de Prisiones insiste en el nombramiento de una empleada con destino a la cárcel El Buen Pastor, estamos dispuestas a entregar la dirección del penal y a marginarnos de su funcionamiento». De acuerdo con el periódico «[...] las hermanitas consideraron que el tratamiento implantado por la nueva sicóloga no era de provecho para las reclusas y ellas estuvieron de acuerdo[…]». Al parecer, a partir del reto público lanzado por las religiosas a la Dirección de Prisiones se tomaron distintas medidas administrativas que fueron consideradas por las religiosas como ataques personales. Entre estas medidas, la destitución de la directora del penal, es decir de la Hermana María Elvia Gómez, a partir de la cual por lo menos 425 reclusas anunciaron una huelga de hambre si la Dirección de Prisiones insistía en nombramiento de la «sicóloga». Posteriormente, en otro artículo publicado el 13 de mayo por El Tiempo, las Hermanas describieron las medidas tomadas por Carranza como «[…] una situación de campo de concentración en plena capital de Colombia». Señalaron además que habían sido
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blica. De la misma manera se resalta el uso de figuras retóricas que sugerían un cierto carácter inquisidor en las Hermanas de «tocas impolutas» hacia el contacto con las reclusas y las técnicas empleadas por la psicóloga de «carácter sensible». Pocos días antes de la entrevista realizada por Alegre Levy, el cardenal Aníbal Muñoz, en respaldo a las Hermanas de La Caridad, había asegurado que el problema en El Buen Pastor se debía en buena parte a la «impaciencia» por imponer un método psicológico. Frente a esto, Espinosa observa cómo
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incomunicadas como castigo por parte del Director Ge-
Un ensayo de tratamiento de modificación de conducta,
neral de Prisiones, Ramiro Carranza por el solo hecho
cuyo contenido no fue suficientemente conocido de quie-
de haber permitido el acceso de un periodista para que
nes por su oficio y vocación debían ser informados amplia
escuchara las quejas de las reclusas contra los sistemas
y responsablemente, ni menos de la opinión pública, trata-
de experimentación de la sicóloga, señora María Teresa
miento encaminado a la preparación de tesis universitaria,
Gutiérrez de Pombo.
fue al parecer la causa del conflicto.
Las religiosas afirmaron: La actitud del doctor Carranza fue agresiva e insolente y tuvo para con las reclusas un trato que no se compadece para con nadie. Cuando se bajó del carro con la orden de destitución de las monjas “estaba hecho una fiera”. Nunca esperamos que nos hicieran esto, es la más grande injusticia con nosotras que llevamos 85 años al frente
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de los penales femeninos de Colombia.
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Un día antes, Samuel Hoyos había asegurado en el periódico La República: «El Buen Pastor estaba en calma. Manejar a las personas que por una u otra circunstancia caen en desgracia no es cuestión fácil ni puede hacerse con un rígido cartabón psicológico», para referirse a los injustos hechos que habían concluido en la destitución de una religiosa de la Dirección del penal. Esta acción por parte de la Dirección General de Prisiones, apoyada en varios comunicados por el Ministerio de Justicia y sus altos funcionarios, fue señalada por la Hermana Superior de la comunidad de las religiosas de la Caridad como causal de su retiro de todos los predios carcelarios del país el 31 de mayo de 1975 en una comunicación impresa por El Siglo. El cardenal Aníbal Muñoz señaló en esta misma fecha y publicación que lamentaba el retiro de las monjas de El Buen Pastor indicando que «[…] las medidas represivas ejercidas sobre las reclusas, la impaciencia de imponer un método desconocido y las desconsideradas destituciones de varias religiosas situaron la responsabilidad en una sola parte y las interpretaciones verbales dieron lugar a los comentarios […]»; el 2 de junio (en El Siglo), el mismo Aníbal Muñoz anotó: «[…] pretender reemplazarlas [a las Hermanas] por estudiantes de psicología y querer convertir las cárceles en centros de experimentación peca contra el sentido común y la caridad cristiana». Sin embargo, no hizo ningún señalamiento de las condiciones de descuido y privación que habían sido denunciadas por Gutiérrez el 7 de mayo de 1975 en El Tiempo, ni a las situaciones de maltrato y de malestar en el pabellón de castigo, ausentes de toda «caridad cristiana». El 7 de junio, en un comunicado enviado a distintos medios, el cardenal Aníbal Muñoz describió el procedimiento experimental implementado por Gutiérrez como
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Nótese la manera como Muñoz califica la experticia de quienes implementaron el ejercicio, mientras una buena parte de los artículos publicados por la prensa habló siempre de la «sicóloga» o la «psicóloga», el Cardenal se refiere a tal ejercicio como un «ensayo de tratamiento» para una tesis. Sobre el proceder de Carranza, apoyado por Santofimio como ministro de Justicia, el Cardenal sugiere: «No queremos suponer que en estos procedimientos se haya escondido algún juicio de orden religioso que turbarían la serenidad necesaria». Sobre el trabajo de las Hermanas, el jerarca aseguró que […] un alto ex funcionario del Ministerio de Justicia atestigua que bajo la dirección de las religiosas había en la cárcel disciplina, orden, aseo y buena presentación de las reclusas, cordialidad en las relaciones, alegría y optimismo, métodos eficaces para la rehabilitación, estímulos poderosos para despertar capacidad de trabajo y actividades creadoras, buena alimentación […] dado que las hermanas actúan animadas por un espíritu cristiano, una paciencia y una magnanimidad que reviven a diario las enseñanzas del Evangelio.
En este segmento llama la atención del lector la manera como el discurso religioso del catolicismo es ensamblado con retóricas de la ciencia en términos de efectividad y resultados en textos de circulación para la opinión pública. La versión de la Dirección de Prisiones Desde los momentos más tempranos de esta confrontación, distintos artículos de El Tiempo (7 de mayo de 1975) citan al director General de Prisiones, quien asegu-
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ra que «La señora Gutiérrez de Pombo venía haciendo una interesante labor de rehabilitación». Esta posición se sostuvo hasta la impresión del documento final de la tesis de Gutiérrez en agosto (1975: 1-4) cuya introducción escrita por el mismo Carranza señala:
ra estaban siendo apropiadas por Carranza para describir la actividad de Gutiérrez en la cárcel. En este mismo sentido, Carranza sostiene: [...] en estas líneas dejo escrito un testimonio sobre el trabajo […] en la Reclusión de mujeres de Bogotá, ano-
Me abstendría de escribir lo presente si no fuese porque
tando que la Sicología aplicada con amor debe contribuir
la posición burocrática que ocupo, Director General de
no solo a dar libertad a quienes están encerrados en las
Prisiones, presta a mis palabras un valor de documento
cárceles, sino a aquellos que fuera de las cárceles quere-
y porque precisamente haber ocupado esta posición du-
mos ser libres [...]
la administración de la Reclusión de mujeres de Bogotá, me convirtió en un testigo del desarrollo de una actividad científica que habría de abrirse paso a pesar de quien quisiere ponerle obstáculos y cuya fuerza no solo me arrastró si no [sic] que me hubiera arrollado en caso de resistirla.
En este apartado, Carranza refiere un motivo importante para la confrontación que se desarrolló en El Buen Pastor, a saber, la resistencia a la innovación «científica» en los métodos carcelarios por parte de las Hermanas y algunas reclusas. Por lo demás, el comentario le da un aire de inevitabilidad a esta innovación, ya que se refiere explícitamente a la fuerza arrolladora de la actividad científica desarrollada en el penal. Adicionalmente, Carranza indicó en esta misma introducción: «Lo más extraño es que [las reclusas] actuaban como personas libres»; al parecer porque […] María Teresa de Pombo dispuso de la Sicología con todo el conocimiento que esta ciencia posee del alma humana a un nivel estrictamente empírico y objetivo, en una tarea cuyo móvil es el amor; esto que afirmo, no es una forma de evadir el problema, ni de dar una explicación metafísica de algo que no está completamente claro; soy testigo de su entrega, de su padecimiento en el trabajo científico […].
Pareciera que las palabras como «amor», «entrega», «padecimiento» que había empleado Aníbal Muñoz aho-
16_Ortiz, Jorge. «Procuraduría interviene en el caso del Buen Pastor». El Siglo. Bogotá, 9 de mayo de 1975. 17_El Tiempo. Bogotá, 2 de junio de 1975.
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Esta última mención resulta particular en tanto que podría entenderse como la deseable extensión de las prácticas psicológicas fuera de los muros de la prisión, quizás como un medio para alcanzar la libertad, dentro de los lineamientos del proyecto tecnológico skinneriano. Tales referencias al trabajo de Gutiérrez señalan que, para Carranza, el origen del conflicto fue la resistencia a los métodos de la psicología generada por las religiosas y legitimada por el Cardenal y las reclusas que no hicieron parte del experimento. Adicionalmente, Carranza atribuye el inicio de las huelgas de hambre a una «falta de control» por parte de las directivas16. Hasta este punto podría decirse que los intereses imputados por Carranza a las Hermanas de la Caridad lo posicionaban como un defensor de la ciencia contra sus opositores; sin embargo, el discurso empleado en los escenarios públicos permite entrever otros posibles intereses. Ante la destitución de la Hermana María E. Gómez, la señora Beatriz Ríos asumió la dirección temporal del centro de reclusión. En los relatos de los periódicos locales fue calificada como «doctora», probablemente para sugerir cierto grado de experticia frente al manejo de cargos públicos17. El 2 de junio de 1975 (El Tiempo) en un artículo relativo al nombramiento permanente de Virginia de Duplat como directora del penal, ella fue descrita como la «primera mujer que dirigió un centro carcelario en Colombia», lo que nos permite en este punto preguntarnos si la inclusión en la categoría de «mujer» según la prensa estaba mediada por la ausencia de hábitos religiosos, o por la formación universitaria. En ambos casos, la opción religiosa al parecer excluía a las Hermanas de la Caridad de la categoría de género y la trayectoria de tantos años de dirección del plantel simplemente había sido descalificada y desplazada por un nuevo tipo de saber científico-administrativo. Carranza aseguró que Beatriz Ríos había logrado determinar que «[…] varias hermanas no solían acudir con regularidad al trabajo, no obstante estar cobrando su nómina de salarios». Asimismo, el director de Prisio-
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rante la crisis que ocasionó el relevo de las religiosas en
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nes indicó que «[...] en Pereira se pudo establecer que estaban cobrando sueldos hermanas que ni siquiera se encontraban en Colombia […] y los documentos establecieron que hubo irregularidades en los cheques destinados a abastecer el penal pereirano». De manera enfática, Carranza también argumentó: «[…] con anterioridad al motín del 6 de mayo, solo diez de las 18 hermanas de la nómina de El Buen Pastor en Bogotá concurrían a su trabajo». Esta atribución de motivos financieros sobre los procederes de las religiosas dista en buena medida de la defensa del progreso científico; en realidad, este tipo de aseveraciones se enmarcan más en asuntos de tipo administrativo y financiero sobre la gestión de los penales. Adicionalmente, podría decirse que estos señalamientos de Carranza solo pretendían desviar la controversia de las confrontaciones en torno a la religión y la ciencia o para evitar que los procederes de los funcionarios del Partido Liberal se entendieran por la opinión pública como opuestos a los dictámenes de la Iglesia Católica. En este sentido, Carranza llegó a afirmar: «Sé que ahora se me califica en algunos medios de perseguidor de religiosas[…] pero yo solo quería que ellas accedieran a practicar procedimientos penitenciarios distintos a los que les eran habituales»; en otras palabras, ellas estaban cobrando sus sueldos sin haber cumplido con sus funciones, pero todo este enfrentamiento no se debía a eso sino al hecho de que las religiosas no aceptaban los nuevos métodos de modificación de conducta propuestos por Gutiérrez. Esta declaración de Carranza constituye un ejemplo notable del uso del discurso científico para legitimar intereses administrativos, financieros y políticos. Este mismo aspecto es acentuado el 3 de junio por Ríos, en diario El Espectador, en donde asegura: «[…] toda institución está sometida a cambios, y no se trata de enfrentamientos o gustos, el todo es que la cárcel debía cambiar, de manera que los posibles amotinamientos o brotes de insurgencia son apenas reacciones provenientes de un cambio». La versión de las reclusas Como se señaló al inicio, las reclusas afirmaron en los medios: «La Doctora inició un absurdo experimento en el cual las reclusas del pabellón de castigadas recibieron un curso de rehabilitación que las colocó en calidad de guardianas del resto del personal», refiriéndose a las reclusas modelo que habían obtenido logros en el programa. Las que no participaron en el experimento manifestaron su inconformidad señalando «[…] los pájaros tirándole a las escopetas». Al parecer, esta condición había sido la oportunidad para que las «preferidas»
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o «jefas» de la psicóloga «hicieran de las suyas» dentro de un «verdadero estado de Guerra Civil» que estaba siendo tolerado por «la Doctora». Según varios reportes, dado que las reclusas modelo ya no participaban de las requisas regulares, muchas de ellas lograban derechos haciéndole creer a la psicóloga y a las guardias que estaban cooperando, pero en realidad estaban aprovechando los privilegios para ejercer control y poder en otros pabellones. Además de estas quejas, las reclusas señalaron en diferentes ocasiones18 que no aceptarían a «esa señora [Doña María Teresa Gutiérrez de Pombo] dentro del establecimiento». Las reclusas que desempeñaron el papel de voceras afirmaron que habían aceptado en principio tal «experimento», pero luego la psicóloga empezó a «mostrar las uñas» y trató de desalojar el pabellón Pablo VI «para entregárselo a su grupo de preferidas»; aseguraron de la misma forma que la «sicóloga» quería dar un «Golpe de Estado» a las «hermanitas». Estas construcciones de los eventos permiten una relectura de ellos: sería posible pensar que varias de las reclusas Modelo hacían creer a la psicóloga que estaban cooperando y en los momentos de registro dejaban de ejecutar las conductas indeseadas para obtener los beneficios/derechos que no serían accesibles de otra forma; en otras palabras, algunas reclusas le hacían creer a la psicóloga que tenía el control a través del dispositivo técnico y que la técnica estaba siendo efectiva, pero en realidad el control lo tenían ellas. Algo semejante pasa en la caja de Skinner, en donde dos organismos interactúan, el investigador y el sujeto experimental, y la respuesta de uno de ellos (por ejemplo palanquear) hace que el otro ejecute otra respuesta (por ejemplo suministrar comida); en ocasiones es imposible determinar cuál de los organismos vivos está operando en función del otro. En el caso del penal, el «control» puede ser entendido como una relación bidireccional: las reclusas cumplían con las normas señaladas y decrementaban conductas indeseadas, y así mismo los guardias y la psicóloga respondían suministrando derechos y valores; en ocasiones, esta forma de contracontrol es desconocida
18_El Siglo. Bogotá, 8 de mayo de 1975.
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Tensiones en la red sociotécnica, debates públicos en la psicología colombiana Sobre los eventos en El Buen Pastor, fueron muchas las publicaciones y los espacios de discusión que tuvieron lugar entre abril y junio de 1975. La reconfiguración de la red sociotécnica se abrió espacios que trascendieron los ámbitos académicos y universitarios. Por ejemplo, el 25 de mayo el sacerdote jesuita Álvaro Jiménez publicó un artículo en el «Magazín Dominical» de El Espectador, que tituló: «¿Hacia dónde va la psicología colombiana?» Se refería con él a los eventos acontecidos en el centro de reclusión, escenario de esta historia. Recordemos que, en la Universidad Javeriana, Álvaro Jiménez había tenido algunas diferencias precisamente en torno a la terapia del comportamiento y las implicaciones de la psicología como una ciencia con José Antonio Sánchez. En el texto en cuestión, el religioso, ex decano de la facultad de Psicología de la Universidad Javeriana, afirmó sobre el caso en El Buen Pastor:
19_El Espectador (Magazín Dominical). Bogotá, 25 de mayo de 1975.
[…] la labor de algún tipo radical se ha venido realizando especialmente en la cátedras universitarias y por medio de puestos claves en la Federación Colombiana de Psicología[…] La Federación ha sido manipulada hasta encasillarla dentro de un sistema conductista rígido, unilateral, miope, exclusivista y dogmático. Su influjo ha llegado (en ocasiones abusivamente) a las facultades de psicología, manipulando también sus planes de estudio y la orientación de algunas cátedras. Se ha intentado impedir que cada facultad conserve su autonomía y su propia fisionomía. Lo más grave del asunto es que muchos estudiantes de psicología han sufrido el impacto, se les ha reducido al máximo el campo visual haciéndoles creer que la única orientación científica es la conductista y que una psicología humanista es un mito precientífico19.
Las afirmaciones de Jiménez son consistentes en el sentido de que dentro de los miembros y directivas de la Federación se encontraban precisamente los encargados de circular la terapia del comportamiento en Colombia en la primera mitad de la década de los setenta, a saber Rubén Ardila, José Antonio Sánchez y algunos de sus estudiantes. Sin embargo, vale la pena preguntarse las razones por las cuales tales acusaciones se presentaron tardíamente en el escenario público, en 1975, dado que la incursión de los dispositivos de intervención o terapias del comportamiento había tenido lugar en 1972, precisamente a partir del Primer Coloquio de Terapia del Comportamiento, las cátedras de José Antonio Sánchez sobre estas tecnologías y la migración de estudiantes de la Javeriana hacia la Universidad de los Andes. Quizás la confrontación en torno al Buen Pastor constituyó una oportunidad única para realizar los señalamientos al «sistema conductista», que se encontraba en el banquillo de los periódicos y la opinión pública, y donde se emplearon además artefactos retóricos ensamblados en Estados Unidos en contra del bestseller de Skinner (1971) Más allá de la libertad y la dignidad humana y alusiones al «lavado de cerebro» de algunas películas de ciencia ficción (quizás The Manchurian Candidate, entre muchas otras de la época), como un alcance de las técnicas conductuales movilizadas en distintos escenarios, de las cuales la economía de fichas implementada en El Buen Pastor era una muestra representativa. En este mismo sentido, el sacerdote Jiménez aseguró:
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por los investigadores o que prefieren no reconocer en cuanto a la situación de interacción. Una cuestión de difícil resolución empírica comprende la posibilidad de que las reclusas excluidas del tratamiento se hubieran quejado igualmente si su condición fuera de participante del experimento. Probablemente no, dado que participar en dicho tratamiento conllevaba distintos beneficios que se encontraban parcialmente restringidos en los demás pabellones, es decir que había que «comportarse mal» para tener la posibilidad de acceder a tales privilegios; este es el punto que querían señalar en la prensa cuando emplearon la expresión «los pájaros tirándole a las escopetas». Seguramente el proyecto sociotecnológico de la terapia del comportamiento se habría extendido en todo El Buen Pastor, otros centros de reclusión y distintas esferas de nuestra localidad colombiana, si tales quejas sobre el «experimento» no hubieran tenido lugar.
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Paulatinamente podríamos llegar los psicólogos colombianos a los extremos que sucedieron en los campos de concentración nazis o a los “lavados de cerebro” de los países de la cortina de hierro. Con el rápido avance de la psicología contemporánea, sería cada vez más fácil un
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mayor control de la conducta humana, hasta grados que solo se creían posibles en una película de ciencia-ficción.
existencia de problemas personales entre las religiosas y
Sin ética, sin humanismo ¿cuál será el uso que se dé a
María Teresa de Pombo; pues en realidad parece que las
estas armas poderosísimas de la psicología? Por eso hay
monjas reconocen la efectividad y el valor de las técnicas
que insistir en la pregunta ¿hacia dónde va la psicología
de modificación de conducta, pero se negaron a colabo-
colombiana?»
rar con la persona que las aplicó.
Una semana después, se publicó en la misma sección de El Espectador20 un artículo escrito por Ardila, en representación de la Universidad de los Andes, titulado «Humanismo y Psicología». En este artículo se hizo referencia indirecta a los argumentos expuestos por Jiménez, especialmente en lo relacionado a «la ausencia de humanismo» en la psicología colombiana; en síntesis el artículo señaló: […] no se trata de decir que los psicólogos son humanistas y respetan la ética de la profesión sino de verlo en la realidad. Durante muchos años se habló de todo esto pero no se hicieron cosas. Cuando se hacen cosas hay personas que se sienten molestas. La mejor manera de lograr la paz es no hacer nada, no exponerse a las críticas. Sin embargo, tal vez sea mejor hacer cosas que hablar de hacerlas: en la Biblia podemos leer aquello de “no todo el que dice: Señor,
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entrará en el Reino de los cielos”.
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[...] siguiendo la trayectoria de los hechos se deduce la
El uso figurado de una cita bíblica para contra-argumentar a Jiménez resultó en un señalamiento a la falta de acción proactiva con respecto al desarrollo científico de la psicología por parte de otros enfoques, además de una autorreferencia de proactividad con respecto al desarrollo de la disciplina. Dos semanas después de esta titánica batalla en la prensa, una estudiante recientemente graduada de la Universidad Javeriana, Blanca Patricia Ballesteros, presentó en la misma arena de confrontación un texto titulado «El Conductismo, un sistema eficaz de terapia psicológica». Allí Ballesteros realizó distintos cuestionamientos a los ataques contra Gutiérrez hechos por Jiménez y otros sectores de la opinión pública. Por ejemplo, la psicóloga preguntó: «¿Por qué las reclusas que no fueron incluidas en el tratamiento se sintieron como “conejillos de indias” […], si ellas no tenían por qué tener información al respecto, ¿quién las informó y además predispuso contra el trabajo?», el cual constituye un cuestionamiento a las afirmaciones públicas de las reclusas. Es preciso considerar, sin embargo, que ninguna de las reclusas diligenció un consentimiento informado antes del experimento ni cuando este iba a ser implementado en otros pabellones de la cárcel. Adicionalmente, señala la autora:
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Para Ballesteros, las Hermanas no percibían un problema en el dispositivo de intervención; sus problemas e inconvenientes se imputaron a la persona encargada de implementar la técnica. Posibles favorecimientos bipartidistas Desde el 4 de marzo de 1975, a partir del nombramiento de Dora Luz Campo de Botero en un cargo público del departamento de Risaralda21, se inició una serie de confrontaciones mediáticas entre los partidos Liberal y Conservador, puesto que la señora en cuestión se había casado por lo civil luego de separarse de su esposo, con quien había contraído nupcias por la Iglesia Católica. El Partido Conservador se opuso a su nombramiento, que finalizó con la renuncia de la señora Campo. Los intercambios mediáticos de una buena parte de la prensa del año 75 se dieron entre liberales y conservadores en torno a temas como la validez del matrimonio civil, el divorcio del matrimonio católico, la legalización del aborto, entre otros. Al parecer, las tensiones entre la administración pública y las religiosas alrededor de la tecnología conductual en El Buen Pastor fueron una de las varias arenas de confrontación mediática entre los dos partidos políticos. Uno de los aspectos que más capta la atención al reconstruir las verdades elaboradas por cada grupo de interés en los medios públicos son los distintos énfasis que los medios hacen de las versiones. En periódicos como El Espectador y El Tiempo se puede apreciar una tendencia a favorecer las versiones de Gutiérrez y Carranza, lo cual resulta evidente no solo en el contenido de las noticias y titulares, sino también en los espacios
20_El Espectador. Bogotá, 1 de junio de 1975. Ramirez, Nohra, Delicada situación se vive en El Buen Pastor 21_El Siglo. Bogotá, 4 de marzo de 1975.
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visuales que se dedicaban a estas noticias (ver imágenes 3 y 4), distintos titulares relacionados con la versión de la psicóloga ocupaban espacios importantes de las páginas impresas; mientras que las versiones de las Hermanas y del Cardenal se encontraban en espacios visuales de menor extensión y prioridad. Teniendo en cuenta el influjo liberal en la administración del Ministerio de Justicia por parte de Santofimio durante el gobierno de Alfonso López Michelsen, sería posible pensar que este énfasis pudo estar relacionado con la afinidad política o ideológica de estos periódicos. A su vez, en diarios como El Siglo y La República (imagen 4), de clara orientación conservadora, se puede observar una tendencia a favorecer las versiones de las Hermanas, del Cardenal y del Partido Conservador. La cercanía de algunos representantes del Partido Conservador con las altas jerarquías de la Iglesia Católica en Colombia sirvió como eje articulador del favorecimiento de las versiones de las Hermanas, del Cardenal y de las reclusas que no participaron en el experimento, lo cual se evidencia en las impresiones de El Siglo
Imagen 4_Visualización del artículo escrito por Jorge Ortiz Castellanos para El Siglo (9 de mayo de 1975). Imagen digitalizada de los archivos impresos de la Biblioteca Nacional de Colombia.
con titulares como: «La Dirección del Partido Nacional Conservador se solidariza con las Hermanas de El Buen Pastor» que apareció en los días 5 y 6 de junio de 1975 y la predominancia de los espacios asignados a las noticias dentro de las impresiones de los diarios, enfatizando las versiones de las Hermanas de la Caridad y las reclusas excluidas del experimento.
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Imagen 3_Visualización del artículo escrito por Germán Espinosa para El Tiempo (7 de junio de 1975). Recuperada el 2 de diciembre de 2010 del archivo en línea de El Tiempo.
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Algunas posibles conclusiones Una de las tendencias de los actores de diferentes redes sociotécnicas denominadas «comunidades científicas» consiste en considerar la ciencia como una actividad en la que los intereses, los valores y las creencias son una
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interferencia en la producción de conocimiento científico. En concordancia con el proyecto de los estudios sociales de la ciencia, que considera pertinente abordar los significados y las relaciones construidas en los objetos y a partir de sus movilizaciones, este relato ha intentado traer al presente un apartado de la historia de la psicología local bajo el supuesto de que tales significados políticos, culturales y sociales fueron y son las condiciones de posibilidad de la conformación del complejo denominado «psicología colombiana», integrado por un grupo diverso de actores y objetos en constante interacción. Si bien en este capítulo no se abordó en toda su densidad la configuración de esta red sociotécnica, sí se describió un nodo particular de esa red en 1975. El interés de esta historia radica en que permite examinar un punto de encuentro del saber psicológico con otros discursos y distintos actores sociales alrededor de un objeto técnico ensamblado en nuestra localidad, a partir de usos y circulaciones no programadas en su diseño original. A continuación se presentan de manera somera algunas de las posibles relecturas de este caso.
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«La tecnología es sociedad hecha para que dure» y para que sea controlable
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Los proyectos sociales y políticos norteamericanos ensamblados en el discurso del análisis de la conducta y sus dispositivos técnicos, como la terapia del comportamiento, se tradujeron y ensamblaron en El Buen Pastor de una manera que puede ser leída con la perspectiva de Latour (1986). De acuerdo con esta mirada, el poder no es entendido como una propiedad inherente a los actores o a los objetos actantes, sino como el resultado de la circulación y las relaciones que se entretejen entre actores y objetos. El dominio positivo sobre la subjetividad como un ideal de tecnología social de rehabilitación constituyó uno de los puntos defendidos por la psicóloga en formación y por el director de Prisiones, pero atacado por sectores religiosos y (algunas) reclusas. El control tecnológico de la sociedad como ideal político y gubernamental que perseguían los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial, que se consolidó durante la Guerra Fría (Herman 1995), fue precisamente parte del ensamblado para la posteridad del conductismo norteamericano y constituyó uno de los temas de debate entre los actores de esta controversia en El Buen Pastor, junto con otros intereses de tipo local. Los debates, además de la atribución de intereses financieros y políticos, giraron en torno al poder de controlar el comportamiento y a sus implicaciones. Si bien no se esperaba que las reclusas se comportaran como el soldado Raymond
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Shaw, sí se buscaba que a través del dispositivo de intervención se pudiera controlar sus conductas y, al mismo tiempo, desplazar el control «absoluto» que tenían las directivas del plantel (Gutiérrez 1975: 43) por métodos represivos «pre-científicos» por formas de control «científicamente diseñadas» por la ingeniería de la conducta. No obstante, la situación es más compleja en un análisis local, puesto que en distintos momentos María Teresa Gutiérrez de Pombo y el director de Prisiones se refieren a lograr el control de las reclusas, mientras las religiosas acusan a Gutiérrez de buscar tomar el control, y las reclusas señalan que Gutiérrez había cedido el control a las reclusas modelo. A su vez, la psicóloga insinuó que las Hermanas la habían atacado por perder el control del penal; la Dirección de Prisiones aseguró que las hermanas se oponían al avance de la ciencia psicológica en las cárceles y que cobraban sueldos que no habían trabajado, además de beneficiarse con el dinero del trabajo de las reclusas; y el Cardenal acusó a la psicóloga de haber intentado ejercer control de forma impulsiva. En últimas, la pregunta permanece: ¿Quién tuvo el control? Desde un punto de vista relacional, la repuesta es todos, en tanto las relaciones sociales que se construyen entre actores y actantes son bidireccionales o multidireccionales y no exclusivas de la agencia de actantes humanos (Ashmore 1993; Latour 1994; Latour 1997). Las múltiples atribuciones de intereses y de búsqueda de poder y control entre los distintos actores precisamente ilustran este punto. Éxito o fracaso En términos generales, podríamos decir que el ensamblado de la tecnología conductual de rehabilitación fue exitoso, porque a partir de su circulación se emplazaron saberes y experticias existentes previamente como la sofrología22 y las directrices de las Hermanas de la Caridad de El Buen Pastor. Adicionalmente, la «sicología» se movilizó en el ámbito público no solo como un saber relacionado con la medición o los test, sino como una
22_De acuerdo con el Instituto Nacional de Sofrología y Psicología de Bogotá, la sofrología es «la disciplina científica que busca el desarrollo del potencial del Ser Humano. Investiga mecanismos, métodos y técnicas que generan armonía entre los diferentes elementos que constituyen al Hombre. Estudia la conciencia humana, así como sus posibilidades de modificación con finalidad terapéutica o profiláctica» (Caycedo 1975).
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23_Sobre este mismo punto llama la atención que en ninguno de los intercambios mediáticos se haya tenido conocimiento público del tutor de la tesis. En el documento final de Gutiérrez, el nombre del tutor no figura en parte alguna y, como se mencionó, la introducción fue escrita por Ramiro Carranza.
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culiar la ausencia del año en esta cita, a pesar de que en el mismo texto se refieren distintas tesis y artículos publicados y de que el texto de Calero sí está contenido en las referencias del artículo. Aunque tal ausencia en el ámbito de la citación académica se pueda atribuir al modesto desarrollo de las publicaciones a finales de los años setenta y ochenta, es preciso considerar que un buen número de las tesis citadas y dirigidas por Ardila y Castro fueron publicadas en la Revista Latinoamericana de Psicología así como en otras de circulación nacional e internacional. Es muy probable que no se haya publicado, posiblemente a causa de la álgida controversia mediática que se encontraba ausente de los anales institucionales de la ciencia y la psicología en Colombia. Al parecer, las economías de fichas se utilizaron de manera prolífica en algunos ambientes carcelarios y de reclusión hasta finales de los años ochenta e inicios de los noventa en instituciones como El Redentor y la cárcel Modelo. Todo ello quizás se haya visto favorecido por la expansión del campo profesional de la psicología y de los centros de formación a partir de la Ley 58 de 1983, por medio de la cual se le otorgó reconocimiento profesional a la psicología. No obstante, a diferencia de otros episodios del desarrollo de la psicología, que han sido magnificados en las historias heroicas de la disciplina, como lo ha señalado Jaraba (2012), este ensamblado terapéutico alcanzó la invisibilidad, que se le otorga al fracaso en estas narrativas. Relecturas de la historia de la psicología en Colombia Esta situación en El Buen Pastor se encontraba exclusivamente en la memoria histórica de varios psicólogos graduados durante la década de los setenta. Sus recuerdos de los hechos nos han permitido recuperar tal evento en los medios y en otros registros para reconstruir un apartado de la historia de la psicología en Colombia. En esta historia, la confrontación entre los sectores gubernamental, académico y religioso constituye un excelente ejemplo de la estrecha relación entre la ciencia y otros sectores sociales. También muestra cómo el conocimiento científico es consolidado con las dinámicas que constituyen todas las demás formas de conocimiento en distintas localidades, incluyendo la nuestra. En este sentido, las aproximaciones reflexivas de Ashmore (1989) aplicadas a las ciencias interesadas en las dinámicas sociales, las descripciones fenomenotécnicas de Bachelard (citado en Rose 1996: 29), la psicología de segundo orden formulada por Brown y Stenner (2009), y los estudios sociales de la ciencia y la tecnología (Restrepo 2009; Jaraba y Mora 2010) constituyen categorías y formas com-
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disciplina terapéutica cuyas herramientas construidas con bases experimentales podía constituir soluciones de problemas de relevancia, como la rehabilitación social de las reclusas y los reclusos en Colombia. Podría decirse que el ensamblado de este objeto resultó exitoso, porque fue legitimado por las instancias gubernamentales que participaron en la controversia, como el director de Prisiones y el ministro de Justicia, cuya esposa era cercana a María Teresa Gutiérrez de Pombo (como lo refiere Espinosa en su artículo en El Tiempo). De la misma forma, el discurso científico-experimental del análisis de la conducta ensamblado en el objeto fue apropiado y empleado por actores como Carranza para legitimar intereses administrativos de la Dirección de Prisiones. En cierta medida, la destitución de las Hermanas en El Buen Pastor y su posterior renuncia de todos los penales del país podrían ser entendidas como reconfiguraciones exitosas para la circulación de la economía de fichas. Sin embargo, este éxito fue parcial, porque Gutiérrez no permaneció en la nómina de El Buen Pastor durante mucho tiempo, ya que al parecer prefirió el ejercicio clínico independiente, menos sujeto al escrutinio público. El trabajo de Gutiérrez nunca se publicó en medios de circulación local ni internacional, muy a pesar de su carácter innovador y de que las personas que motivaron tal trabajo en Los Andes fueron actores de relevancia que movilizaron la terapia del comportamiento en la Revista Latinoamericana de Psicología y coordinaron esfuerzos conjuntos con instituciones norteamericanas para la difusión de la psicología como ciencia natural en Colombia. No deja de ser interesante anotar que los primeros trabajos en economías de fichas que se citan en las publicaciones colombianas datan de 1983, o sea, este trabajo tan publicitado no es tomado en cuenta23. La única mención al trabajo de Gutiérrez la hace Ardila, quien afirma: «No ha habido muchos trabajos sobre análisis del comportamiento en la delincuencia. Los principales son los realizados por María Teresa de Pombo y por Blanca Isabel Calero; esta es un área de grandes perspectivas y posibilidades» (1985: 365). Es pe-
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prensivas de reconstrucción de la ciencia en interacción con otros escenarios sociales. Este es solo uno de muchos casos que nos invitan a reconsiderar lo consignado en los textos institucionales de la historia de la psicología en Colombia. Es posible que tal experticia sobre la subjetividad no se haya configurado como una disciplina únicamente con la circulación de la psicometría en décadas anteriores a los años setenta, sino a partir de tensiones entre grupos de interés que en ocasiones son insolubles, poco divulgadas o excluidas de los anales institucionales en nuestra localidad, como se ha mostrado en este texto. La demarcación de la psicología como un saber científico y terapéutico, su reconocimiento en diferentes ámbitos públicos, la expansión de diversos centros de formación, la consolidación de modelos de entrenamiento en Colombia y Latinoamérica, la fundación de distintas asociaciones en torno a intereses psicoterapéuticos en Colombia con un claro interés experimentalista, el despliegue de distintos mecanismos de estabilización de la emergente comunidad psicológica, el reconocimiento de una independencia de la psicología por parte de otros saberes como la filosofía y la psiquiatría constituyen procesos que emergen en la red sociotécnica llamada «psicología colombiana» a partir de la inclusión y circulación de dispositivos técnicos como la terapia del comportamiento y sus elementos constituyentes en diferentes programas de formación en los años setenta. De esta forma, la descripción comprensiva de la circulación de los dispositivos técnicos de la psicología y de los nodos que articulan y se estabilizan desde su actancia señala una posible ruta para reconstruir la historia de las disciplinas en Colombia y su ensamblado local desde diferentes categorías sociales y culturales.
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Ensamblado primario y secundario: un ejemplo De una forma pretenciosa, las descripciones topológicas impulsadas por la autodenominada tercera ola de los estudios sociales (Collins y Evans, 2002) establecen una división entre experiencia y experticia, enfatizando la participación de los actores expertos en el ensamblado de objetos técnicos. Alejándonos de este proyecto taxonómico con la intención de proveer voz a los actantes cuya participación podría encontrarse silenciada o ignorada (Puig de La Bellacasa 2011) por tal taxonomía de los saberes, sería posible emplear el caso de El Buen Pastor para comprender las formas que pueden tomar los ensamblados de diferentes dispositivos en condicionales locales a partir de las interacciones entre distintos públicos.
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Alejándonos de las pretensiones ontológicas de esta tercera ola, podemos entender un ensamblado primario como el conjunto de interacciones directas entre el objeto técnico y los demás actantes. En un sentido más alineado con la propuesta latouriana, las interacciones primarias serían aquellas transformaciones o traducciones entre los componentes de un ensamblado, es decir los actantes empíricamente descritos en el primer conjunto de relaciones. Dentro de la misma lógica, un ensamblado secundario se refiere al conjunto de interacciones entre el objeto descrito y actores de otras esferas a través de los actantes del ensamblado primario. Este tipo de interacción indirecta consiste en una transformación que se da en una segunda descripción empírica, es decir, la complejidad de este segundo ensamblado integra la traducción de los actantes del primero. Para comprender este anterior planteamiento examinémoslo en El Buen Pastor. El objeto descrito es la técnica de modificación de conducta circulada por Gutiérrez, quien tuvo contacto en algún momento con la técnica a través de su supervisor y sus docentes, pero en el momento específico del periodo reconstruido en El Buen Pastor fue la encargada de movilizar este dispositivo, por lo cual podríamos decir que su interacción fue directa con el objeto. Tanto las reclusas que participaron como las que fueron excluidas del experimento reconfiguraron sus prácticas y experiencias a partir de la interacción con el objeto descrito, por lo cual tradujeron y movilizaron el objeto de otras formas no programadas, razón por la cual harían parte del ensamblado primario; en el mismo complejo de relaciones se encontrarían las Hermanas de la Caridad, cuya experticia se vio desplazada y descalificada, así como fueron afectadas sus condiciones laborales al ser destituidas del penal. De esta forma, la economía de fichas, la estudiante de psicología, las reclusas, las Hermanas de la Caridad, las transformaciones y reconfiguraciones hacen parte del ensamblado primario. En el caso descrito en El Buen Pastor hubo otros actantes que no interactuaron directamente con la economía de fichas, sino con las traducciones de los actantes del ensamblado primario. Por ejemplo, el Cardenal Aníbal Muñoz, cuya comprensión de la técnica estuvo mediada principalmente por las traducciones provistas por las Hermanas de la Caridad, y el director de Prisiones, que logró un entendimiento de la técnica modulado por las traducciones de Gutiérrez. De esta forma, el Cardenal y el director de Prisiones conformarían el ensamblado secundario. Existieron otros actantes como el ministro de Justicia, la Iglesia Católica, los partidos Liberal y Conservador, pero sus interacciones, tensiones
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Reclusas
ECONOMÍA DE FICHAS Hermanas de la Caridad
Estudiante de psicología
Director General de Prisiones
Cardenal Anibal Muñoz
Sectores del Partido Conservador
Sectores del Partido Liberal
Legalización del aborto Disolución del matrimonio católico Legitimidad del matrimonio civil Objeto/Actante/Dispositivo Actante (humano) Interacción directa, bidireccional, traducción y circulación del objeto Interacción indirecta o medida de tipo bidireccional, traducción de la traducción de otro actante Ensamblado primario Ensamblado secundario Interacciones inclusivas fuera del ensamblado descrito, cuyas especificidades se pueden describir en otra investigación Imagen 5_Representación gráfica de los ensamblados primario y secundario
y negociaciones no fueron descritas de forma exhaustiva a través de las herramientas elegidas para este estudio y posiblemente estas mismas confrontaciones giraron en torno a otros objetos y formas de conocimiento dentro del mismo periodo reconstruido. La imagen 5 representa gráficamente los ensamblados descritos en El Buen Pastor; es importante anotar que en tal representación los científicos no poseen ninguna posición privilegiada en comparación con otros actantes ni se sugieren demarcaciones en función de la experticia sobre el objeto, a diferencia de la propuesta de Collins y Evans (2002). Adicionalmente, es importante que el lector tenga presente que la distinción entre ensamblado primario y ensamblado secundario comprende una descripción de las interrelaciones que se construyeron en el caso analizado. Como es de suponerse, las categorías propuestas son derivaciones del marco de la Teoría Actor-Red, y en
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este sentido las distinciones entre primario y secundario son una forma de describir los patrones derivados de la reconstrucción empírica de tal complejo de relaciones, con el objetivo de visualizar e incluir las participaciones silenciadas de distintos actantes. Entre las discusiones que forman parte de la agenda de los estudios sociales de la ciencia, vale la pena precisar que la ubicación central del dispositivo técnico dista de alguna forma del determinismo tecnológico o fetichismo; su centralidad se debe al papel de las movilizaciones del objeto que permiten rastrear empíricamente las relaciones construidas entre los actantes. En el mismo periodo de tiempo analizado para El Buen Pastor, algunas tensiones alrededor de la legalización del aborto y la aprobación del matrimonio civil representaron arenas de discusión entre partidos políticos, la Iglesia Católica y otros actantes, por lo cual se señalan como
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Ministerio de Justicia
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un conjunto de relaciones que deben ser exploradas en otros ejercicios investigativos que pretendan dar cuenta de tales ensamblados. Sin importar cuáles sean las investigaciones que se realicen posteriormente, los interesados en reconstruir los ensamblados de distintos dispositivos y saberes debemos tener presente que los límites de la red de interés en una investigación probablemente no se encuentran preestablecidos, sino que se construyen dentro de la situación de la propia investigación. Como nos muestra el ensamblado de las tecnologías de rehabilitación social en El Buen Pastor, la pregunta por los límites de la red y sus actantes en realidad trasciende los ejercicios teóricos y por lo tanto emerge desde la propia aproximación a los distintos ensamblados.
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R eferencias
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Fredy Mora-Gámez
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