En peligro - ObreroFiel

4 sept. 2010 - Bibliografía: De Reina, Casiodoro y Valera, Cipriano. (1960). Santa Biblia. Versión Reina Valera 1960. Sociedades Bíblicas: América Latina.
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En peligro “Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor”. Salmos 5:12 Artículo escrito por: Jazmín Ovalle Texis ObreroFiel.com usa este artículo con permiso del autor Cerca de las 5:00 pm, mi amiga Cecilia y yo, fuimos al centro de la ciudad. Entramos a una tienda grande donde venden todo tipo de cosas y que está llena de gente. Cada una se fue a ver lo que le interesaba. Yo fui al área de velas aromáticas. Mientras veía, sentí un golpe en el costado derecho; pensé que alguna señora me había golpeado accidentalmente, así que hice caso omiso, recordé que, la noche anterior, había leído en mi devocional Eclesiastés 7:9 “No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios”. Inmediatamente, sentí otro golpe, éste era más fuerte. Sentí miedo, así que me cambié de aparador, pero alguien me seguía. De repente sentí un jalón muy fuerte, al voltear, vi a dos mujeres, una de ellas rió. Mi mochila había sido abierta justo en la parte en que guardaba mi monedero y celular. Gracias a Dios no me pudieron robar nada, pues me di cuenta justo a tiempo. Estas mujeres se alejaron de mí, sin embargo seguían en la tienda. El susto que me llevé fue tan grande que no podía ni hablar. Fui a pagar un artículo, ahí me encontré con mi amiga, le conté lo sucedido. Ella me dijo que tenía que dar aviso a los encargados, así lo hice. Me llevaron a identificar a las personas, sin embargo una de ellas ya había escapado. Cuando lo encargados trataron de interrogarla, la situación se complicó más de lo que imaginábamos. Cerraron la entrada de la tienda. Toda la gente empezaba a asustarse, nadie podía salir. La mujer empezó a gritar y a querer escapar. Me pedía que dijera que ella era inocente, al mismo tiempo, trataba de escaparse de los encargados, quienes la sujetaban; quería llegar hasta mí y hacerme daño, era evidente. Cecilia, al darse cuenta de esto, me llevó rápidamente fuera de la vista de esta señora, teníamos miedo de que trajera un arma y la sacara en cualquier momento. Mientras ella continuaba haciendo lo mismo, Ceci sólo me consolaba, aunque tanto en su cara como en la mía, había miedo. Después de un rato, dejaron ir a la mujer, ya que la policía no llegó en el límite de tiempo en que se puede tener presa a una persona. Las puertas se abrieron, las personas salían. El gerente de la tienda, amablemente, estuvo un rato con nosotras para que nos tranquilizáramos. Nos explicó que estas mujeres siempre andan en grupos grandes, tienen varios planes bien estructurados para llevar a cabo robos, se les conoce como “carteristas”. Llegó la hora de irnos de la tienda, fuimos al parque cercano, nos sentamos, y tratamos de asimilar lo que habíamos vivido. Dimos gracias a Dios por su protección. Más tarde, cuando por fin pude estar en casa, cuando ya podía pensar con calma, me di cuenta de muchas cosas. Primero, no tenía planeado que Ceci me acompañara; segundo, si ella no me hubiera estado

conmigo y no me hubiera animado a dar aviso, estas mujeres me habrían seguido hasta algún lugar solo en donde fuera más fácil cometer un crimen peor; tercero, la mujer pudo haber traído un arma; cuarto, si hubiera volteado cuando sentí los primeros dos golpes, sí me hubieren robado, ¿por qué? la razón es que, en casos como este, una de las mujeres se disculpa con la persona agraviada, en tanto la(s) otra(s), abre(n) la mochila y se roba(n) las cosas. Por varios días estuve impresionada, cada vez que recordaba los detalles de la situación, daba gracias a Dios por haberme cuidado. Ese día el versículo del calendario era “Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor” Salmos 5:12. En verdad El Señor me rodeó con su favor. Gracias a Él, no me robaron nada, no fui sola a la tienda y no hubo ningún daño físico (bueno, al otro día desperté con un dolor agudo en el costado derecho). Gracias a Él que siempre tiene bajo control cualquier situación de nuestra vida, que nos salva aún de cosas que nosotros no percibimos. Esta experiencia me ha ayudado a confiar más en Él y a vivir con paz. Vivimos en el mundo, aunque no somos del mundo, sin embargo Cristo no nos deja.

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Bibliografía: De Reina, Casiodoro y Valera, Cipriano. (1960). Santa Biblia. Versión Reina Valera 1960. Sociedades Bíblicas: América Latina.