CONSEJO NACIONAL PARA PREVENIR LA DISCRIMINACION Dirección de Educación, Divulgación y Comunicación Social Documento Informativo México D.F., 29 de abril de 2011.
EN MÉXICO LOS DERECHOS DE LA INFANCIA AÚN SON VULNERADOS: PERSISTE VIOLENCIA CONTRA LA NIÑEZ. •
27 por ciento de las y los niños dicen que sus padres los han hecho llorar, 26 por ciento reconoce que les han pegado, 17.9 por ciento ha recibido de sus padres amenazas de golpes y 18 por ciento dice que sus padres o madres, les han dicho groserías, según los datos de la ENADIS 2010.
La lucha por el reconocimiento y ejercicio de los derechos de la infancia ha sido, a través de la historia, larga y sinuosa. Los resultados de diversos estudios, entre ellos la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (ENADIS) 2010, arrojan que culturalmente aún persiste la idea de que los niños y niñas son considerados como objetos propiedad de las y los adultos, sujetos al arbitrio y voluntad de las reglas paternas y maternas, lo que se refleja en que el 27.6 por ciento considera que los niños y niñas sólo deben tener los “derechos que sus padres les quieran dar”. Ya han pasado 20 años desde que México ratificó la Convención por los derechos de la infancia. Y, sin embargo, un importante porcentaje de las niñas y niños de nuestro país siguen estando expuestos al maltrato, descuido y desprotección, tanto de madre, padres y tutores como del Estado. Hoy, 27 por ciento de las niñas y niños dice que sus padres los han hecho llorar, 26 por ciento reconoce que les han pegado, 17.9 por ciento ha recibido de sus padres amenazas de golpes y 18 por ciento dice que sus padres o madres, les han dicho groserías, según los datos de la ENADIS 2010. Cada 30 de abril, en un sinfín de medios y de espacios se repite reiteradamente que los niños y niñas son primero porque son el futuro; la frase se ha convertido en un lugar común y ha perdido todo peso y contenido. ¿Por qué el mañana va a ser diferente, si la problemática actual de las y los jóvenes demuestra que en parte es producto de que su atención en la infancia fue parcial o insuficiente? El trato que las niñas y los niños reciben principalmente dentro sus familias, su comunidad y en las escuelas es determinante en su desempeño futuro. Lo que las niñas y niños aprenden, ven, escuchan e imitan del mundo adulto, creará hábitos, criterios, formas de entender el mundo. Éstos se reproducirán en el espacio público, en el trabajo, en la toma de decisiones y en su participación en la comunidad. Por ello es fundamental que durante la niñez se cuente con las condiciones adecuadas para poder desarrollar sus capacidades en armonía y respeto. Un
ambiente de donde exista la igualdad de oportunidades, de acceso a la educación, la salud y el esparcimiento, por mencionar algunas, es una condición sin la cual sería difícil pensar que en sus vidas como jóvenes y personas adultas no enfrentarán o incluso reproducirán la discriminación, la exclusión y la marginación social. Las niñas y los niños, por la naturaleza de la edad, carecen de las herramientas necesarias para ser plenamente autónomos. Por ello, si sus derechos no están debidamente resguardados, son susceptibles de sufrir un desarrollo limitado, con carencias biológicas y emocionales y poca autoestima. Las niñas y los niños de México Hoy, en la primera década del siglo XXI, una niña o niño tiene mayores o menores posibilidades de crecer sano y recibir mejor educación dependiendo de la zona en la que nazca. Las brechas sociales que existen entre un niño o niña del centro país, una del norte y una del sureste, son inmensas y, en muchas ocasiones, determinantes. Los factores que exponen a la niñez a una situación de vulnerabilidad se agravan si es niña, tiene una discapacidad, es migrante, y/o pertenece a un grupo indígena. Hoy, dos millones 678 mil 570 niñas y niños entre los cinco y 17 años no asisten a la escuela, de los cuales, 122 mil no va por razones de inseguridad, discriminación, o bien por la distancia a la que está la escuela. Lo anterior, además del millón 482 mil 826 niñas y niños del mismo rango de edad que no estudian ni trabajan, según los datos de 2009 de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI. De acuerdo con la misma encuesta, de las niñas y niños que tienen entre cinco y 17 años, 15 millones 689 mil 755 además de estudiar, hacen quehaceres domésticos. En el mismo rango de edad, hay un millón 324 mil 457 niñas y niños que son población ocupada, estudian y hacen quehaceres domésticos. En nuestro país hay tres millones de niñas y niños que son considerados población ocupada. Trabajan desde en el sector agropecuario y la industria manufacturera, hasta la construcción, comercio y el sector servicios, así lo revela la ENOE. De las niñas y niños que trabajan, 359 mil 729 lo hacen porque sus familias necesitan la aportación económica o que realicen los trabajos del hogar. También hay 706 mil que trabajan para poder mantenerse y/o pagarse la escuela.
Cuadro 19
Población ocupada de 5 a 17 años por sexo y motivos por los que trabaja, según grupos de edad Trim estre: Octubre-Diciem bre 2009 Sexo y m otivos por los que trabaja
Nacional
Población ocupada de 5 a 17 años
5 a 9 años
10 a 13 años
14 a 17 años
3,014,800
181,773
674,350
2,158,677
Grupos de edad
El hogar necesita de su aportación económica
359,729
2,797
23,801
333,131
El hogar necesita de su trabajo
863,838
40,780
245,342
577,716
Aprender un oficio
609,510
61,661
183,598
364,251
Para pagar su escuela y/o sus propios gastos
706,015
25,298
101,647
579,070
No quiere ir a la escuela
117,400
761
16,521
100,118
Otra razón
358,308
50,476
103,441
204,391
Hom bres
2,016,888
108,384
453,640
1,454,864
El hogar necesita de su aportación económica
237,727
854
17,088
219,785
El hogar necesita de su trabajo
549,398
25,734
154,528
369,136
Aprender un oficio
477,552
39,558
140,014
297,980
Para pagar su escuela y/o sus propios gastos
448,003
14,776
70,371
362,856
98,491
650
13,442
84,399
Otra razón
205,717
26,812
58,197
120,708
Mujeres
997,912
73,389
220,710
703,813
El hogar necesita de su aportación económica
122,002
1,943
6,713
113,346
El hogar necesita de su trabajo
314,440
15,046
90,814
208,580
Aprender un oficio
131,958
22,103
43,584
66,271
Para pagar su escuela y/o sus propios gastos
258,012
10,522
31,276
216,214
No quiere ir a la escuela
No quiere ir a la escuela Otra razón
18,909
111
3,079
15,719
152,591
23,664
45,244
83,683
Fuente: ENOE, 2009.
Los derechos de las niñas y los niños Antes de que se aprobara la Convención sobre los Derechos del Niño en 1989, los asuntos de las niñas y los niños pertenecían al ámbito privado, es decir que cualquier decisión sobre sus vidas quedaba bajo el criterio subjetivo de padres, madres o tutores. Aún la ENADIS 2010 arroja que a nivel nacional el 27.6 por ciento de la población considera que los niños solo tiene los derechos que sus padres les quieran dar y un 3.6 por ciento considera que los niños no tiene derechos porque son menores de edad. Gracias a la Convención, las niñas y los niños dejaron de quedar sujetos a los criterios de un juez, o bien de un familiar y quedó establecido como pilar de la Convención, el interés superior del niño, que involucra el acceso pleno a derechos. Se trata de un principio jurídico que obliga a la autoridad a considerar, ante cualquier decisión, los derechos inalienables de las niñas y los niños. Podría pensarse que bastaría con considerar los derechos humanos ante cualquier decisión que tuviera que ver con la infancia; sin embargo, fue necesario establecer el derecho específico de la niñez, debido a la tendencia
general de creer que el criterio de los adultos y las autoridades era suficiente para determinar los mejores intereses de las niñas y niños. Los otros tres principios fundamentales de la Convención son la no discriminación, el derecho a la vida, la supervivencia y desarrollo, y el respeto por los puntos de vista del niño. La Convención protege los derechos de la niñez estableciendo pautas en materia de salud, educación, prestación de servicios jurídicos, civiles y sociales, buscando con ello una protección más integral. Desafíos: Es urgente la ratificación por parte del Estado mexicano del Convenio 138 de la Organización Internacional del Trabajo sobre la Edad Mínima de Admisión al Empleo con la intención de prohibir en nuestro país el trabajo de niñas y niños menores de 15 años. Además, es necesario que se fortalezcan las medidas que buscan reducir el rezago en la educación de la niñez indígena de nuestro país y que se realicen acciones que permitan a las niñas y niños con discapacidad acceder a la educación obligatoria, toda vez que el ejercicio del derecho a la educación les abrirá las puertas que facilitarán e impulsarán el cumplimiento real y efectivo de una gran cantidad de derechos humanos. Recientemente el Conapred emitió una resolución por disposición contra la Secretaría de Educación Pública (SEP) relacionada con la educación indígena en nuestro país, donde además de reconocer causas estructurales de discriminación, se emitieron 14 puntos recomendatorios para avanzar en la perspectiva de inclusión educativa para la infancia. Este es un buen ejemplo donde el Estado acepta con madurez los vacios, limitantes y fallas y se coloca en perspectiva de resolver aspectos concretos que impiden el goce de este derecho fundamental. Deben también generarse programas de amplia participación comunitaria donde la exposición a riesgos como la violencia entre pares, el abuso sexual, la pornografía infantil, la exposición a las drogas ilícitas, entre otros fenómenos, se enfrente con creatividad y plena participación de toda la comunidad educativa. Es necesario que se fortalezca la protección de las niñas y niños migrantes mediante capacitación, sensibilización y otros medios que permitan promover actitudes de respeto a los derechos y a la dignidad, evitando así que sean víctimas del delito y de la discriminación. La infancia es una etapa de la vida para comprender, asimilar e interiorizar derechos, compromisos, nociones, reglas, valores y formas de conducta dentro de una comunidad, también podría ser un periodo en el que se ofreciera a las
niñas y niños los medios para transformar patrones culturales excluyentes y discriminatorios contribuyendo con ello a un cambio más amplio en el futuro. Finalmente, es imprescindible generar políticas y programas que construyan ciudadanía a partir de la participación corresponsable de los niños, sus padres y madres; que los niños y niñas sean vistos como parte de la solución y no del problema como parte de un cambio de enfoque y de paradigma; donde la noción de derechos va acompañada de compromisos asumidos por convicción, para construir familias y comunidades educativas donde los conflictos se enfrentan desde una perspectiva de respeto y no violencia, noción que no elude y esconde los problemas, sino que los enfrenta proactivamente con libertad y con esperanza, dentro de un ámbito de pluralidad y tolerancia para todos y todas.